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CARAS Y CARETAS — RADIO Los precursores de la radiotelefonia en el pais Por Federico E. Bos AN transcurrido mas de tre- ce afios desde que “Caras y Caretas” publicé un in- teresante articulo de don Juan A. Otero, inteligente e incansable investigador cientifico, En Ja primera parte de esa colaboracién, |} aparecida el 7 de agosto de 1920, decia su autor: “Si algunos afios atrés os hubiesen dicho que nuestra vos iba a ser oida a distan- cia de algunas cuadras sin- comunicacién alguna, nos hubiéramos reido, pero hoy dia en que la elec tricidad.@ cada pase nos brinda una nueva mara villa nuestro temperamento se ha hecho crédulo; asi es que no ha mucho el telégrafo nos anunciaba un nuevo portento: la Melba, que cantaba en Lon- dres,- habia sido oida simulténeamente en Roma, Madrid, Berlin, Estocolmo, Paris, La Haya, etc., y lo cretmos. *La impresion que se recibe con wna noticia de esa magnilud es de estupor, pero si se enlra a ana~ lizar Ia forma 0. meconismo empleado, no sola mente resulta comprensible, sino hasta sencilla.” Poco después, en 23 de octubre del citado afio, don Horacio Martinez Secber, uno de nuestros primeros radioexperimentadores y hAbil opera- dor telegrafico, publicaba también en esta re- vista una nota titulada: “Estaciones radiotelefd- nicas de aficionados”, con esquemas de circuitos y fotografias de los aparatos_transmisores- receptores de Eduardo Devoto, César Guerrico y, Miguel Majica. E1 principio de esa colabora- cién revela Ja infancia de la radiotelefonia argen- tina, en fa forma amena siguiente: “Para muchas personas seré, sequramente, une novedad el hecho de que diariamente en Buenos Alires se mantengan conversaciones que se prolon= gan por espacio de horas, sin que para ello sea necesaria el empleo de ningtin conductor. Se tra~ ta simplemente de estacioncs de teléfonos sin hilos instaladas por sus propietarios, segiin los wltimos adelantos de la ciencta, y si al principio el sistema usado no se prestabs para grandes apli- caciones, en la actualidad se ha conseguido, me diante un aparato transmisor, instalado en el tea~ tro Coliseo, enviar @ cierla distancia Ia misica y canto de las éperas que diariamente se repre= senian en su escenorio, Es decir: que cémoda- mente instalados en sus respectivos domitilios, pueden gosar de un privilegio que seguramente no se lo imaginaron hace unos meses, los mismos que hoy escuchan la representacién como la cosa mds natural del mundo.” Evoco una tarde de septiembre de 1921. Al entrar en un comercio electrotécnico de 1a calle Taleahuano, me recibe, afectuoso, el ingeniero Federico N, del Ponte; a su lado trabajan con gran actividad Ramén Ator y Julio Blomberg. Llega el entonces capitan de navio don Luis F, Orlandini, hoy contraalmirante retirado, y minutos después Jos sefiores Juan Quevedo, Guillermo Rojo, Teodoro M. Bellog, Roberto Zimmermann y muchos otros, cuyOs nombres no recuerdo en este momento. Dias antes, en el estudio del doctor Francisco Lépez Lecube, se habia_resuelto constituir una sociedad de ami g08 Con el objeto. de continuar unidos los ex- ~perimentos y-divulgacién de los estudios radio- telefonicos, habiendo adherido a 1a iniciativa, ademas de las personas nombradas, los sefiores Horacio Gutiérrez Larreta, V. Rail Christensen, Luis Quade, Rodolfo J. Evers, Angel Berazate- gui, Roberto V. Colombo, R. Metzler, Enrique L, Repetto, Juan M. Arechavala, Enrique Su- sini, Luis. Romero, Miguel Mujica, César Gue- rrico, José Canals, Benjamin Cache, Federico Liidke, Manuel "C. Evers, P. Passo, Américo Gatti y As, Arlia, Habla Orlandini, y’ con pala- bra serena, convincente, predice el porvenir de Ja radio y su maravilloso progreso, instandonos a realizar cuanto antes la fundacion de la soci dad; Quevedo, lo secunda entusiasmado, y 1 demis asentimos, contagiados por su optimisme. El 21-de octubre de 1921 se reunieron en ei salon de actos de “La Prensa” mds de setents aficionados, constituyendo la asociacién denc- minada “Radio Club Argentino”, cuyas autori- dades cuedaron’ constituidas asi: Presidente, capitan de navio Luis F. Orlan- disi; vicepresidente, Juan Quevedo; vocal y s¢- cretario, Guillermo Rojo; vocal y tesorero, Teo- doro M. Belloq; yocales, César J. Guerrico. Enrique Susini y Franciséo Lopez Lecube. Desde- el primer momento, debido a Ia inte- figente orjentacién y ponderable actividad de sus dirigentes, el club fogré un vertiginoso pro- greso, refirmado durante la presidencia siguien- te de. don Ezequiel P. Paz, que contribuyé ge- “nerosamente al adelanto de fa entidad, secun- dado por los demas miembros de 1a comisién. Y ya contando siempre con nuevos, desintere- sados y habiles propulsores, el “Radio Club Argentino” siguié tendiendo a la difusién de la radiotelefonia en la forma prodigiosa que hoy contemplamos, En 1920, la plana mayor del elemento joven radioaficionado estaba formada por la sociedad amigable de Susini, Mujica, Guerrico y Rome- ro, mas conocida con el nombre carifioso de “los muchachos del Coliseo”. Es justo recor- dar también 2 Ignacio Gémez, consciente in- vestigador en el campo de la electricidad; a los hermanos Evers, estudiosos y excelentes opera- dores telegraficos, y a Benjamin Gache, perse- verante y de practica orientacién, Otra socie- dad de amigos muy jovenes Ja formaban Gui- Ilermo y Alfredo Cuntche, Jorge Ducloux y Enrique L. Repetto, entusiastas de los estudios radioeléctricos. Constituia entonces Ia nota exquisita femenina en el ambiente de la radio la amable sefiorita Lucy, esposa hoy de Guillermo Guntche. Su colaboracién fué valiosa y muy apreciada por los _radioescuchas, Entre los primeros socios del “Radio Club Argentino”, asiduos concurrentes al modesto local de Ja calle Belgrano, que fué cedido en CARAS Y CARETAS — RADIO condiciones gencrosas por el antiguo “Club Em~- pleados de Compaiiias de Seguros”, recuerdo a: Rafael A, Mastropaolo, Eduardo Jacky, Pedro Mario Arata, io Carpinacei, José Roberto del Rio, Primitivo Padilla, Adrian B. Jones, Fernando Savze, Carlos Braggio, Federico Gui- Nermo Rodriguez, Marcelo Rasse. Manuel To- rrado, José M. Polledo, Segundo Pio Isaac Acu- fia, Carlos Fontana y Nicanor Arévalo, aHe olvidado citar otros nombres? Es muy posible. Se requiere una memoria privilegiada pa- ra retener los detalles de acontecimientos ocurri- dos hace muchos afios. Pero si involuntaria- mente omiti algunos, sirvan estas lineas a ma- nera de disculpa, y tam- J bién para completar su J intima satisfaccion por fo haber estado ausen- tes cn aquella hora se- fialada. Para los que se que- jan en Ia actualidad de los programas de radio, les detallo el que escu- chabamos entonces, no- che a noche, con pocas variantes: Ie Radiotelegrafia desde estacién oficial Darsena. 20 Habla Jorge Du- cloux y comunica a sus amigos que debido a un descuido ha quemado de golpe 4 valvulas france- sas ($ 60 min). 3 Otra vez Darsena 4° Quevedo saluda c rifilosamente a los ami- gos y solicita con su amabilidad caracteristi- ca que se le indique por teléfono cémo se le es- cucha, Se Silencio, Darsena transmite la hora oficial. 6 Habla Ignacio G mez, Nos maravilla la nitidez y potencia de sus transmisiones. 7 Una _verdadera en- salada: Darsena, Du- cloux, Gémez, Quevedo, todos juntos,’ cubriendo una a otra onda, Naturalmente, en to- dos los nimeros indica- dos, excepto en los de Darsena, se intercalaba uno que otro disco. Las primeras trans- misiones de piano pa- — / recian un redoble sobre lata vacia, y al cantar / el excelente y conocido / tenor Aldo Rossi, mas / de un aficionado oyen- te rogaba a la estacién transmisora que ce- sara de torturarlo. Al escuchar un solo de vio- lin rechinaban los dientes, y con tantas de- ficiencias de transmisores 'y receptores st producian no pocos casos de neurastenia ra- didfoba. OI1BUsJO DE VALDIVIA | pei \ 4 \ El contraalmirante (R.) don Luis F. Orlandini, director de Comus yy Y sleaslonce de in Artunde om 1021, gus com singular aclorto severante labor determing aon éxito de la radio en el pais,

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