MANUEL DOMINGO FALLAS BARRANTES FAX: 22-58-35-39 DEMANDADO ( ) VÍCTOR MANUEL SALAZAR ARAYA FAX:22-25-12-01 _________________________________________________________
N° 280
TRIBUNAL SEGUNDO CIVIL, SECCION PRIMERA.- San José,
a las ocho horas diez minutos del veintinueve de octubre de dos mil ocho.-
Proceso ORDINARIO establecido en el JUZGADO CIVIL DEL SEGUNDO CIRCUITO JUDICIAL DE SAN JOSÉ, bajo el número de expediente 03-000518-164-CI, por MARÍA DE LOS ÁNGELES CASTRO ZAMORA, mayor de edad, casada, ama de casa, portadora de la cédula de identidad número 1-419-1192, vecina de San José y MANUEL DOMINGO FALLAS BARRANTES, mayor de edad, casado, sastre, portador de la cédula de identidad número 1-267-741, vecino de San José, contra VÍCTOR MANUEL SALAZAR ARAYA, mayor de edad, casado una vez, agricultor, con cédula de identidad número 7-067-0573, vecino de San José.- Intervienen como apoderados especiales judiciales del demandado la doctora Viviana Martin Salazar y el licenciado Ronald Bernardo Ramírez. RESULTANDO: 1.- La presente demanda cuya cuantía se fijó en la suma de once millones de colones, es para que en sentencia se declare: "Solicito se ponga en posesión inmediata del bien inmueble a los propietarios registrales. Se condene al pago de ambas costas de esta acción. Daños y perjuicios los que se liquidarán en su debido momento.".- 2.- El demandado fue debidamente notificado de la demanda y la contesto negativamente, oponiéndole las excepciones de falta de legitimación activa y pasiva, falta de derecho y prescripción negativa y positiva. A su vez contrademando a los actores para que en sentencia, se declare: "1) Que se declare CON LUGAR la presente reconvención y la validez y eficacia del contrato de permuta celebrado entre las partes, y en consecuencia, que se ordene a los reconvenidos otorgar la escritura pública correspondiente, junto con la obligación de indemnizar al suscrito por los daños y perjuicios que le han causado con los hechos objeto de este proceso. En particular el DAÑO MORAL derivado del sufrimiento por la inminente pérdida de mi vivienda, así como las molestias que todo este conflicto ha causado, daño que únicamente para efectos de estimación calculamos en la suma de UN MILLÓN DE COLONES. 2) Subsidiariamente, que se declare que ha operado la prescripción positiva, y en consecuencia que se declare igualmente que el suscrito es el legítimo propietario del bien en disputa. 3) Que se condene en ambas costas a los reconvenidos.". 3.- Los actores-reconvenidos fueron declarados rebeldes, y se le tuvo por contestada afirmativamente la contrademanda en cuanto a sus hechos y no opusieron excepciones. 4.- El licenciado Carlos Felipe Jinesta Blanco, Juez Civil del Segundo Circuito Judicial de San José , en sentencia dictada a las ocho horas treinta y nueve minutos del veintisiete de junio de dos mil siete, resolvió: "...POR TANTO: Se rechaza la excepción de falta de legitimación activa y pasiva y prescripción negativa, se acoge la de falta de derecho y se omite pronunciamiento en cuanto a la de prescripción positiva. Se declara SIN LUGAR la demanda ordinaria incoada por MARÍA DE LOS ÁNGELES CASTRO ZAMORA Y MANUEL DOMINGO FALLAS BARRANTES contra VÍCTOR MANUEL SALAZAR ARAYA. Se declara PARCIALMENTE CON LUGAR la reconvención formulada por VÍCTOR MANUEL SALAZAR ARAYA contra MARÍA DE LOS ÁNGELES CASTRO ZAMORA Y MANUEL DOMINGO FALLAS BARRANTES, y se declara: Se le otorga validez y eficacia al contrato de permuta suscrito entre el señor Manuel Fallas Barrantes y Víctor Manuel Salazar Araya de fecha cuatro de febrero de mil novecientos noventa y uno, y en consecuencia de conformidad con lo establecido en el ordinal 698 del Código Procesal Civil, se le concede a los actores el plazo de diez días, contados a partir de la firmeza de esta sentencia, para que procedan a otorgar la escritura de traspaso del bien inmueble del partido de San José matrícula de folio real número cuatrocientos setenta y dos mil setenta y dos - derechos cero cero uno y cero cero dos, bajo apercibimiento de que si no se hace será otorgada por el Juez a nombre de los obligados, previa solicitud del interesado. Se rechaza el extremo de daños y perjuicios. Se condena a los actores - reconvenidos al pago de ambas costas de este proceso.". 5.- De dicho fallo conoce este Tribunal en virtud de apelación interpuesta por los actores. En los procedimientos se han observado las prescripciones correspondientes.- REDACTA el Juez OLASO ÁLVAREZ, y CONSIDERANDO: I.- Se modifica la totalidad de los hechos probados y, en su lugar, se redactan de la siguiente forma: a) A través del bono familiar número ciento ochenta y nueve mil seiscientos setenta y dos, de fecha veintidós de enero de mil novecientos noventa y uno, el Instituto Mixto de Ayuda Social les otorgó una propiedad a los actores María de los Ángeles Castro Zamora y Manuel Domingo Fallas Barrantes (hecho segundo de la demanda a folio 12, corrección a folio 30 de la contestación a folio 30 y documento de folio 22). B) El cuatro de febrero de ese mismo año, el actor Fallas Barrantes y el demandado Víctor Manuel Salazar Araya, suscribieron un convenio al que denominaron “convenio privado de permuta” (documento a folio 19 y 20). C) En la cláusula primera de ese convenio se establecía lo siguiente “…que el señor Fallas Barrantes es dueño de una finca sin inscribir situada en San José, Ipís de Guadalupe, de Goicoechea, frente a la Fábrica Difiasa, lote número cuarenta y uno del Sector Norte de los Cuadros. Que es terreno para construir con una casa de habitación, que mide quince metros por sesenta de fondo…”(misma cita anterior). D) Por otro lado, la cláusula segunda indicaba “…que el señor Salazar Araya, es dueño de una finca inscrita en el Registro Público, situada en Cartago, Pavones de Turrialba, sobre la carretera a Siquirres, cuatrocientos metros de la Clínica del Seguro Social. Que es terreno para construir con una casa de habitación, y mide aproximadamente trescientos metros cuadrados…”(misma cita anterior). E) En ese convenio las partes acuerdan permutar ambas fincas, de manera que FALLAS BARRANTES quedaría como dueño de la finca ubicada en Pavones de Turrialba y, SALAZAR ARAYA, de la finca ubicada en Ipís de Guadalupe (misma cita anterior). F) Ambas partes acordaron que se otorgaría escritura pública para ser inscrita en el Registro Público, en el momento de que Fallas Barrantes obtuviera la escritura inscribible de su propiedad por parte del Instituto Mixto de Ayuda Social (misma cita anterior). H) Desde el momento en que se suscribió el convenio de permuta, el accionado Salazar Araya, ejerció actos de posesión sobre el inmueble ubicado en Ipís de Guadalupe (Declaración de María Teresa Chaves Valerio a folios 134 y 135, contrademanda de folios 52 y 67). H) Luego de ese convenio, el primero de diciembre de mil novecientos noventa y dos, el demandado Salazar Araya, la actora Castro Zamora y su hijo Manuel Mauricio Fallas Castro suscribieron un documento al que denominaron “contrato privado” (documento de folio 21). I) En ese contrato, la actora María de los Ángeles Castro Zamora, autorizó al demandado Salazar Araya, a vender la finca del Partido de Cartago, situada en Pavones de Turrialba, inscrita bajo el número de folio real número ciento cuatro mil seiscientos noventa y tres (documento a folio 21). J) A partir del cinco de marzo de mil novecientos noventa y ocho, la finca ubicada en Ipís de Guadalupe, fue inscrita en el Registro Público, a nombre de los actores Castro Zamora y Fallas Barrantes, correspondiéndole el número de matrícula de folio real cuatrocientos setenta y dos mil cero setenta y dos del Partido de San José (ver documentos de folios que van del 2 al 7). K) Dicha propiedad fue inscrita en derechos, correspondiéndole el derecho de propiedad número, cero cero uno, al demandante Fallas Barrantes (misma cita anterior). L) Por otra parte, la titular del derecho de propiedad cero cero dos es la actora Castro Zamora (misma cita). II.- Se aprueba lo resuelto por el a-quo sobre hechos indemostrados por ser fiel reflejo de los autos. III.- La accionante -reconventora María de los Ángeles Castro Zamora y su esposo –también actor-contrademandado-, Manuel Fallas Barrantes, formulan este recurso contra la sentencia dictada a las ocho horas treinta y nueve minutos del veintisiete de junio del año dos mil siete, dictada por el Juzgado Civil del Segundo Circuito Judicial de esta ciudad. En ese pronunciamiento, se rechazaron las excepciones de falta de legitimación activa y pasiva y prescripción negativa y se acogió la falta de derecho. En consecuencia, se declaró sin lugar la demanda interpuesta por la parte actora contra el demandado Salazar Araya. Por otro lado, se acogió, parcialmente la reconvención formulada por éste último, declarando la validez y eficacia del contrato de permuta suscrito entre Manuel Fallas Barrantes y Víctor Manuel Salazar Araya de fecha cuatro de febrero de mil novecientos noventa y uno y, en consecuencia, de conformidad con lo establecido en el ordinal 698 del Código Procesal Civil, se le concedió a los actores el plazo de diez días, contados a partir de la firmeza de la sentencia, para que procedieran a otorgar la escritura de traspaso del bien inmueble del Partido de San José, matrícula de folio real número cuatrocientos setenta y dos mil setenta y dos, derechos cero cero uno y cero cero dos, bajo apercibimiento de que si no lo hacen será otorgada por el juez a nombre de los obligados, previa solicitud de la parte interesada. Se rechazó el extremo de daños y perjuicios y se condenó a la parte actora-contrademandante al pago de ambas costas de este proceso. IV.- LOS AGRAVIOS DE LA PARTE RECURRENTE: Alega lo siguiente: a) que el a-quo incurrió en una incorrecta valoración de la prueba evacuada en autos dado que, debido a esas probanzas, procedía declarar la nulidad absoluta del contrato de permuta suscrito entre Fallas Barrantes y Salazar Araya, por infringir lo establecido por los numerales 835, 837, 844 y 1007 del Código Civil; b) que el contrato de permuta entre ellos no cumple con formalidades esenciales, dado que no fue otorgado en escritura pública y no contó con el consentimiento de la actora Castro Zamora, puesto que, independientemente, de que ella hubiera conocido del negocio jurídico entre el demandado y su esposo, no dio su consentimiento con lo que el negocio deviene en nulo, máxime considerando que se trata de un bien de carácter social; c) que la necesidad del consentimiento de la señora Castro Zamora en el contrato de permuta, era una circunstancia que debió de ser prevista por el contrademandante, por lo que debió pactar el contrato de permuta también con la co-actora Castro Zamora y, aún así no lo hizo, con lo que la “venta” deviene en nula, debido a que se pactó sobre un bien que era ajeno, esto conforme al artículo 1061 del Código Civil. Es por esto y, también con base al numeral 1025 ibídem, que el contrato de permuta solo puede tener validez entre Fallas Barrantes y Salazar Araya y no con la accionante Castro Zamora; d) que las formalidades establecidas en los numerales 835 y 1007 del Código Civil, no solo se echan de menos en el contrato de permuta, sino también en el documento firmado por la actora Castro Zamora y su hijo, en el que se brinda autorización para vender un inmueble ubicado en Pavones de Turrialba, primero, porque el documento no fue otorgado en escritura pública y, segundo, porque no se indica, claramente, sobre que inmueble se solicita la autorización para vender; e) que, de todas formas, esa autorización no era requerida pues, el demandado, nunca dejó de ser el titular del dominio sobre ese inmueble, tanto así que lo vendió a las personas que él quería y, bajo un precio, que también solo él fijó; f) que es cierto que los actores omitieron solicitar la declaratoria de nulidad de la permuta por la falta de consentimiento de la señora Castro Zamora, pero que ello obedece a que la demanda fue interpuesta debido a la asesoría brindada por una oficina de Consultorio Jurídico pero, a pesar de esa omisión, al tratarse de una nulidad absoluta, debió de declararse así conforme a los numerales 837 y 844 del Código Civil; g) que el juzgado también conculcó el numeral 320 del Código Civil, ya que la acción reivindicatoria pretendida por la parte actora debió acogerse, puesto que el contrademandado no ha adquirido el inmueble permutado a través de la prescripción positiva, ya que para ello debe acreditarse la existencia de un “justo título” –artículo 854 ibídem-, del cual carece el demandado, por las razones apuntadas; h) que el demandado incumplió el contrato de permuta pactado con Fallas Barrantes, puesto que nunca le traspasó al último el inmueble permutado, ello a pesar de que el inmueble estaba inscrito registralmente a nombre del demandado Salazar Araya. Asimismo, se omitió valorar que dicho accionado omitió indicar cuando entregaría el bien permutado, tanto así que los actores nunca estuvieron en posesión de la finca; i) que el documento que autorizaba a vender al demandado la finca “permutada”, fue elaborada por él, sin que el actor Fallas Barrantes participase en la negociación y que, tanto la demandada Castro Zamora como su hijo, firmaron un documento elaborado por el demandado, a cambio de un dinero que se les entregaría después, pero ello no implica que se haya convalidado la nulidad de la permuta; y, j) que lo pactado por el accionado y la demandada y su hijo, desvirtúa la naturaleza de una permuta, y se asemeja más a la figura de la compraventa. V.- SOBRE LAS PRETENSIONES DE LA PARTE ACTORA Y EL CONTRATO DE PERMUTA: Durante el transcurso del proceso, la parte actora ha cuestionado el contrato de permuta suscrito entre Manuel Fallas Barrantes y el demandado Víctor Manuel Salazar Araya. En ese convenio, se indica que Fallas Barrantes es propietario de una finca sin inscribir, situada en Ipís de Guadalupe, lote número 41 del Sector Norte Los Cuadros. En la actualidad esa finca corresponde al inmueble del Partido de San José, matrícula 472.072, derechos 001 y 002. El primero de esos derechos está inscrito a nombre de Fallas Barrantes y, el segundo, pertenece a la esposa de Fallas Barrantes y, aquí co-actora, María de los Ángeles Castro Zamora. El otro bien que se pretendía permutar era una propiedad situada en Cartago, específicamente, en Pavones de Turrialba y, cuyo propietario registral era el demandado Salazar Araya. El cuestionamiento de los actores se basa en que, la esposa de Fallas Barrantes – María de los Ángeles Castro Zamora-, también es adjudicataria y co-propietaria del inmueble del Partido de San José y no dio su consentimiento en la permuta. Ahora bien, cabe destacar que los actores no solicitaron, dentro de sus pretensiones, la declaratoria de nulidad por esa circunstancia, sino que sus peticiones fueron las siguientes: a) que se les pusiera en debida posesión del inmueble del que son propietarios registrales y, b) que se le condenara al demandado al pago de los daños y perjuicios. En esta instancia, la parte recurrente, sostiene que a pesar de que esa declaratoria de nulidad no se incluyera dentro del cúmulo de pretensiones, el a-quo, tenía la obligación de declararla, en aplicación de lo dispuesto por los numerales 835, 837 y 1007 del Código Civil. Más aún si se toma en cuenta que la demanda fue interpuesta a través de un consultorio jurídico. VI.- El artículo 835 del Código Civil establece “Hay nulidad absoluta en los actos o contratos: 1º.- Cuando falta alguna de las condiciones esenciales para su formación o para su existencia. 2º.- Cuando falta algún requisito o formalidad que la ley exige que en ellos interviene. 3º.- Cuando se ejecutan o celebran por personas absolutamente incapaces.”. Por otra parte, el numeral 1007 ibídem dispone: “Además de las condiciones indispensables para la validez de las obligaciones en general, para las que nacen de contrato se requiere el consentimiento y que se cumplan las solemnidades que la ley exija”. El 844 ibídem indica que “La nulidad absoluta, lo mismo que la relativa, declaradas por sentencia firme, dan derecho a las partes para ser restituídas al mismo estado en que se hallarían si no hubiese existido el acto o contrato nulo, siempre que la nulidad no sea por lo ilícito del objeto o de la causa, en cuyo caso no podrá repetirse lo que se ha dado o pagado a sabiendas.” Por último, el numeral 837 dispone:” La nulidad absoluta puede alegarse por todo el que tenga interés en ella y debe, cuando conste de autos, declararse de oficio, aunque las partes no la aleguen: y no puede subsanarse por la confirmación o ratificación de las partes, ni por un lapso de tiempo menor que el que se exige para la prescripción ordinaria.” En cuanto a esta última norma, la Sala Primera de la Corte Suprema de Justicia, ha interpretado que, su fundamento obedece a la intención del Poder Legislativo de eliminar los actos completamente nulos a través de la declaratoria oficiosa de invalidez, siempre y cuando, participen en el proceso las partes involucradas y quede debidamente comprobada la nulidad a través de los autos. Es por ello que, según la Sala, las nulidades evidentes y manifiestas deben de ser declaradas, de oficio, esto con la finalidad de eliminar los efectos jurídicos de un acto contrario al ordenamiento, aún y cuando exista un principio dispositivo que rige la materia civil ( Voto número 549-07 de las 8:45 horas, del 3 de agosto de 2007). Ahora bien, aún de no existir este antecedente jurisprudencial, considera esta Cámara que la nulidad del contrato de permuta por falta de consentimiento por la co-demandante Castro Zamora, era un aspecto que era perfectamente extraíble de los hechos (hecho 4°) y del fundamento jurídico de la demanda (artículo 1007 ibídem), por lo que, no se hubiera incurrido en ninguna infracción a los principios dispositivo y de congruencia, si el juzgado hubiera entrado a analizar la nulidad por esta circunstancia, máxime si tomamos en cuenta, lo establecido en el 837 ibídem y el principio de que la persona juzgadora conoce el derecho. Una vez determinada la posibilidad de pronunciarse acerca de la nulidad indicada, se debe precisar sobre qué aspectos del negocio jurídico efectuado por las partes se puede determinar que existe o no nulidad absoluta. VII.- De los autos se extrae que el co-actor Manuel Domingo Fallas Barrantes y el co-demandado Víctor Manuel Salazar Araya pactaron el contrato de permuta comentado líneas atrás. Dicho convenio en cuanto al derecho 001, de la finca del Partido de San José, matrícula 472.072, no ha sido cuestionado en cuanto a su validez, puesto que, lo que la parte actora impugna es la falta de consentimiento de la co-accionante Castro Zamora, la cual es propietaria del derecho 002 sobre ese inmueble. Bajo esta perspectiva, tal y como consta de la certificación registral visible a folio 6, si el titular del derecho de propiedad 001 es Salazar Araya, él estaba perfectamente legitimado para efectuar la permuta de su derecho, sin necesidad del consentimiento de su esposa. El numeral 1100 del Código Civil establece que a la permuta le son aplicables los principios de la compraventa, por lo que es de aplicación lo dispuesto por el artículo 1064 del Código Civil en cuando establece “La venta hecha por uno de los copropietarios de la totalidad de la cosa indivisa, como perteneciéndole por entero, es válida en cuanto a la parte del vendedor; mas si el comprador ignoraba el vicio podrá rescindirla.” Por ende, el contrato de permuta en cuanto al derecho 001 no puede ser objeto de cuestionamiento. En segunda instancia, la parte recurrente pretende introducir circunstancias tales como que el demandado incumplió el contrato de permuta, puesto que nunca otorgó la escritura de traspaso de la finca en Pavones de Turrialba. Esos alegatos no pueden ser debatidos, dado que estaría variando la causa petendi por la que se inició esta demanda. Una vez aclarado lo anterior, analizaremos si el contrato de permuta, con respecto al derecho 002, perteneciente a la actora Castro Zamora puede calificarse como válido o no. De la cláusula primera del denominado “contrato de permuta privado”, visible a folio 9, se extrae que el demandante Fallas Barrantes permutó la finca sin inscribir ubicada en Ipís de Guadalupe, correspondiente al lote número 41 del sector norte Los Cuadros. Posteriormente, entró en posesión de ese inmueble, de otra forma no se explicaría el por qué de la demanda de los actores. O sea que, para los efectos pertinentes, constituye un hecho no contradictorio que el accionado Salazar Araya, entró en posesión real y efectiva del inmueble, tanto de los derechos 001 y 002, de la finca número 472.072 del Partido de San José. La parte actora sostiene que la permuta es inválida, por una falta de consentimiento de la señora Salazar Araya (artículos 835, inciso 1°, 1007 y 837 del Código Civil). Sin embargo, este Tribunal considera que ella si otorgó su consentimiento a ese convenio. Analicemos esta afirmación. VIII.- Como lo indicamos anteriormente, a la permuta le son aplicaciones los principios de la compraventa (artículo 1100 del Código Civil). Entre esos principios tenemos que la compraventa no es un contrato sujeto a solemnidades específicas, puesto que se perfecciona con el mero consentimiento de las partes (artículo 1049). Ese consentimiento, de acuerdo al numeral 1008 ibídem debe ser clara y libremente manifestado. No obstante, esa manifestación puede ser hecha de palabra, por escrito o por hechos de los que necesariamente se deduzca. En el sub-júdice, a criterio del Tribunal, tales hechos se deducen del contrato privado suscrito por el accionado Salazar Araya, la demandante Castro Zamora y su hijo Manuel Mauricio Fallas Castro (folio 21). De ese documento se desprende que, tanto la actora como su hijo, autorizan a Salazar Araya a vender la finca ubicada en Pavones de Turrialba, misma que habían adquirido los actores en virtud de la permuta efectuada con anterioridad entre Salazar Araya y el co-actor Fallas Barrantes. Para el Tribunal, resulta evidente, que esa autorización obedece a que la actora había dado su consentimiento tácito para permutar la parte que le correspondía sobre la finca número 472.072 del Partido de San José, dado que, de lo contrario, no tendría ninguna otra explicación el que firmara el documento para autorizar al accionado a vender un inmueble que no le pertenecía a ella. Veamos que la única razón para dar su consentimiento para la venta obedece a que ella se consideraba propietaria, en virtud de la permuta que ahora, a través de este proceso pretende cuestionar. Es por ello que se debe concluir que el a-quo no incurrió en una incorrecta valoración de la prueba, debido a que, no existe otra forma de interpretar el contrato privado de folio 21. Por ende, no existe ninguna nulidad del contrato de permuta, dado que, de ese contrato privado, se extrae que la actora Castro Zamora si otorgó su consentimiento tácito a la permuta suscrita por Fallas Barrantes y el demandado Salazar Araya. IX.- LAS FORMALIDADES DEL CONTRATO DE PERMUTA: En otro orden de ideas, los recurrentes alegan que la permuta suscrita entre las partes, violenta las solemnidades esenciales, puesto que, no fue otorgada en escritura pública y la co- actora Castro Zamora no otorgó su consentimiento. Con respecto a lo primero, como señalamos anteriormente, a la permuta se le aplican los principios generales de la compraventa (artículo 1100 del Código Civil). Uno de esos principios precisamente es que el contrato se perfecciona tan solo con el acuerdo entre las partes (1049 ibídem), sin que el ordenamiento establezca formalidad específica. Esto a diferencia de otros contratos, cuya validez requiere que se otorguen en escritura pública, como por ejemplo, el mandato general o generalísimo y la donación (artículos 1253 y 1397 ibídem). Así las cosas, no lleva razón la parte recurrente en su argumento. En cuanto a la nulidad del contrato de permuta por falta de consentimiento de la co- actora Castro Zamora, este aspecto ya fue desarrollado líneas atrás, por lo que, tampoco le asiste la razón a la parte actora. X.- LOS NUMERALES 1025 Y 1061 DEL CÓDIGO CIVIL: La parte recurrente alega que el juzgado infringió esas normas, puesto que, nos encontramos ante un supuesto de “permuta” de cosa ajena, dado que, lo único que podía permutar el accionado era su derecho 001 y no el 002 perteneciente a la co-actora Castro Zamora, por lo que, es nula la permuta de ese derecho, por falta de consentimiento (artículo 1025 ibídem). Tampoco le asiste la razón a la parte actora, tal y como lo analizamos supra, el contrato privado suscrito entre la co- actora y el demandado, acredita que ella dio su consentimiento tácito para permutar su derecho 002, por lo que, el a-quo no infringió esas normas. También los recurrentes sostienen que ese contrato privado es nulo porque debió efectuarse en escritura pública y no se extrae cuál es el inmueble que se pretende vender. Ese argumento es incorrecto, porque no existe ninguna norma que requiera dicha solemnidad, so pena de nulidad. Por otro lado, del contrato sí se extrae que el inmueble, cuya autorización se solicita para vender, es la inscrita a folio real número 104.693-000, del Partido de Cartago, ubicada en Pavones de Turrialba. Asimismo se alega que el accionado incumplió el contrato de permuta, pues nunca otorgó la escritura de traspaso. No es posible valorar este argumento, puesto que de ser así, se estaría infringiendo la causa petendi por la que los actores plantearon esta acción. Nuevamente, se debe afirmar que no es posible acoger los agravios de la actora. XI.- ÚLTIMO AGRAVIO INFRACCIÓN DEL ARTÍCULO 320 DEL CÓDIGO CIVIL: Se alega que el a-quo violenta esa norma, al denegar la reivindicación del derecho de propiedad pretendido por la parte actora, argumentando que el demandado posee un “justo título” para usucapir, cuando en realidad, el contrato de permuta ofrecido como prueba, no tiene esa condición, debido a que la co-actora Castro Zamora no otorgó su consentimiento en esa permuta. Como ya fue analizado, en los autos quedó acreditado que ese consentimiento fue otorgado tácitamente por esa accionante, por lo que no existe fundamento para eliminar la naturaleza que el a-quo le da a ese contrato. XII.- Por las razones expuestas, procede confirmar el fallo recurrido. POR TANTO Se confirma la sentencia recurrida. Juan Carlos Brenes Vargas Abel Jiménez Obando Jorge Olaso Álvarez ORDINARIO N°398-2007 MARÍA DE LOS ÁNGELES CASTRO ZAMORA y OTRO contra VÍCTOR MANUEL SALAZAR ARAYA. CPorras.- Juez 1. a.i.