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UNIVERSIDAD DE CIENCIAS EMPRESARIALES Y SOCIALES

FACULTAD DE PSICOLOGÍA Y CIENCIAS SOCIALES

Carrera: Licenciatura en Psicología

Asignatura: Práctica Profesional Supervisada I

Área Clínica: Módulo I. Psicopatología

Curso: 8vo. cuatrimestre

Año lectivo: 2022

Fecha de entrega: 02/06

Duración: Cuatrimestral

Docente coordinador: Lic. Damián Leikis

Integrantes: Dahlgren, Khaila


Fernandez, Erika
INTRODUCCIÓN

Como futuros profesionales de salud mental, y como parte funcional de la sociedad


en la que vivimos, nos encontramos enfrentados a una problemática en relación al
estigma1 pre-existente que se manifiesta en las personas que se encuentran
diagnosticadas con algún tipo de padecimiento mental. No solo con diagnósticos
“graves” o “severos” como podría ser esquizofrenia, o psicosis paranoide, resulta en el
acto social de estigmatizar como “loco” a un usuario de una institución de salud
mental, sino que también se da en un sujeto que asiste a un espacio analítico, con una
demanda neurótica.

En el presente trabajo, decidimos poner en foco de análisis el papel del diagnóstico


en salud mental como fuente estigmatizadora, respectivamente en usuarios de salud
mental con diagnóstico psicótico. Nos basaremos en observaciones presenciales
realizadas en un dispositivo habitacional donde residen personas que poseen una
estructura psicótica. Estas personas, 8 en total, que residen en casas separadas pero
localizadas en la cercanía, varían en rango de edad desde los 20 hasta los 70 años
aprox.

1 GOFMAN,E en Estigma. La identidad deteriorada, Buenos Aires, Amorrortu, 1970.


Menciona tres tipos de estigma, deformidades físicas, defectos del carácter del individuo, que es la que
tomamos en cuenta, donde se encuentran las perturbaciones mentales, alcoholismo, adicciones de
drogas, etc. Y por último, los estigmas en relación a la raza, nación y religión. (pág.14)

1
En primer lugar, es necesario detenernos en lo que implica un diagnóstico
psicótico, donde retomaremos la definición de Esquizofrenia, ya que es el diagnóstico
mayoritario en los usuarios observados, desarrollada en el DSM-IV2, el cual la explica
como una “alteración que persiste durante por lo menos 6 meses e incluye por lo
menos 1 mes de síntomas de la fase activa (p. ej., dos [o más] de los siguientes: ideas
delirantes, alucinaciones, lenguaje desorganizado, comportamiento gravemente
desorganizado o catatónico y síntomas negativos).” (pág.279) Donde los síntomas
característicos incluyen la percepción, el pensamiento inferencial, el lenguaje y la
comunicación, la afectividad, la fluidez y productividad del pensamiento y el habla, la
capacidad hedónica, la atención, entre otros. Es importante destacar que la aclaración
en cuestión al diagnóstico, ya que no se considera al síntoma aislado a la hora de
hacerlo, si no que implica el reconocimiento de un conjunto de signos y síntomas que
se encuentran asociados a un deterioro de la actividad laboral o social. (pág.280) Es
aquí donde nos encontramos ya con lo expuesto por García Urcola 3 donde retoma y
desarrolla en profundidad lo expuesto por Perec4, en tanto las clasificaciones
funcionan como ordenamiento de elementos que componen un todo, y que no hacen
más que disimular aquello que no entra en ellas, algo queda afuera por que funciona
como elemento inexpresable. Perec, también menciona lo tentador que resulta
distribuir al mundo en tanto una ley universal, que englobe un conjunto de fenómenos,
pero que dicha ley nunca funcionaria. La necesidad de nombrar y agrupar cuenta
como una ficción útil, para ordenar el mundo. (pág.64) El interrogante que se
desprende de esto se encuentra en que tan útil es agrupar un conjunto de signos y
síntomas al diagnosticar, si comenzamos a dejar de lado la individual misma de los
sujetos que diagnosticamos.

En las casas de convivencia, no solo nos encontramos con usuarios de salud


mental, si no con personas, cada una con su propia individualidad, y desde el estigma
social que nos conduce como sociedad, se los toma como locos, para quedar
relegados a un estrato social donde se delegan la necesidad y la importancia de los
lazos sociales, del desarrollo de sus capacidades, o inclusive de su género, existe una
concepción de incapacidad en el sujeto con padecimiento mental, solamente porque lo
marca un diagnóstico.
5
Calligaris va a ser el autor que tomamos para hablar de el sujeto psicótico fuera
2 ASOCIACIÓN AMERICANA DE PSIQUIATRÍA. (1994). DSM IV: Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos
mentales. . Buenos Aires: Masson.
3 GARCÍA URCOLA, I (2013) Clasificar: cada cosa en su lugar. En Estrategias: Psicoanálisis y Salud Mental. Número
1. Publicación del Servicio de Docencia e Investigación. Hospital “Prof.Dr.R.Rossi” La Plata.
4 PEREC, G (2001) Pensar/Clasificar. Editorial Gedisa, Barcelona.
5 CALLIGARIS, Contardo. (1991). Introducción a una clínica diferencial de las psicosis. Buenos Aires: Ediciones Nueva

2
crisis, va a referirse a un cierto “saber inconsciente”, este saber al que él se refiere
circulando en el en una tarea de totalidad, es algo de lo cual es sujeto saca cierta
significación, es decir, existe una significación ya sea a partir de un efecto metafórico,
incluso en una errancia que parece pura metonimia. (pág.31) Errancia que se refiere al
acto de errar, “(...) errar en el sentido de atravesar el mundo y sus caminos. (...) Errar
por que no existe un lugar a partir del cual podemos medir la significación de lo que
estamos haciendo.”(pág.13) Por lo tanto nos encontramos con la posibilidad de que
exista una significación en las acciones, así como un acto discursivo en el cual existe
una consciencia en el sujeto. Calligaris va a decir que “(...) cualquier paciente psicótico
en verdad puede perfectamente reconstruir su historia, incluso edípica . Cualquier
psicótico dispone fácilmente de los significantes de su historia edípica. (...) No es que
el paciente psicótico no disponga de significantes para hablar de su padre, de su
familia.” (pág.48) He aquí, donde existe un primer encuentro con la estigmatización del
“loco” que no sabe lo que dice, que no entiende lo que le pasa, que encontramos
actualmente en la sociedad. Es por esto que es necesario un trabajo de
deconstrucción, no sólo como crítica social, sino como crítica hacia nosotros mismos,
como estudiantes y futuros profesionales, ya que es preciso decir que nos
encontramos con un antes y después en tanto las concepciones que teníamos acerca
de la psicosis o la esquizofrenia como tal. Después de poder dialogar con los usuarios
de las respectivas casas, comprendimos que ni ellos están tan “locos”, ni nosotros tan
“cuerdos”, nos encontramos con usuarios con una gran autonomía, que podían
contarnos su historia familiar completa, que saben varios idiomas, iban a la escuela,
realizan talleres de teatro, entre tantas cosas más.

Asimismo, el papel del diagnóstico no solo se encuentra asociado a un estigma


social, sino que, existe una relación entre este y el tratamiento posterior que deberá
recibir el sujeto. Retomando lo que dice Luale6 En cuanto a la existencia de dos
posiciones por un lado psiquiátrica y por otra psicoanalítica. Si bien, es el psiquiatra el
que puede hacer un uso particular de diagnóstico, en tanto hay una evolución en la
industria farmacéutica, ofreciendo una gran variabilidad de medicinas para el abordaje
de las distintas patologías. (pág.2) Es decir, así como hay un uso, puede haber un
abuso, un abuso en tanto, no solo es importante el diagnóstico psiquiátrico de manera
que, es capaz de darle al sujeto medicina para aliviarlo, si no que nos encontramos

Visión. Cap. I: “La estructura psicótica fuera de la crisis”; Cap. II: “Desencadenamiento y evolución de la crisis”
6 LUALE, L. (2008). El diagnóstico: entre lo general y lo singular. En Revista CLEPIOS 46 (N° 2 Volumen XIV). Buenos
Aires.

3
con lo que Freud7 desarrollaba como, la singularidad del caso, y allí reside la eficacia
del análisis en el tratamiento del síntoma, en su Conferencia 16, que trata sobre las
diferencias existentes entre psicoanálisis y medicina, va a mencionar que “El
psicoanálisis es a la psiquiatría lo que la histología a la anatomía: esta estudia las
formas exteriores de los órganos; aquella, su constitución a partir de los tejidos y de
las células. Es inconcebible una contradicción entre estas dos modalidades de estudio,
una de las cuales continúa a la otra.” Es decir, ambos no deben trabajar por separado,
por que no se contradicen uno al otro, entonces, ¿Por qué nos encontramos hoy en
día todavía con un diagnóstico psiquiátrico en pacientes, y una falta de tratamiento
psicoanalítico?

En nuestras observaciones, tuvimos la oportunidad de conversar con profesionales


de la salud que trabajan en el dispositivo, donde nos comentaron brevemente que
algunas veces, se acuden a tratamientos farmacológicos, dejando de lado lo
psicológico y singular de cada usuario; dentro de este uso de fármacos, nos
comentaron el uso del haloperidol, el cual sirve para tratar problemas conductuales
severos, como por ejemplo la agresividad con la que se hace presente en el momento
de crisis del usuario, justamente acá vemos lo que menciona Luale, en tanto “ (...) el
psicoanálisis no está exento de caer en una taxonomía, si pierde de vista dos
dimensiones centrales del diagnóstico en nuestra clínica: que se realiza bajo
transferencia, y que es preciso hallar los modos particulares en los que la enfermedad
se enlaza con el vivenciar del enfermo (..)”(pág.1), pero que es llamativo que la
psiquiatría en este caso sí lo esté haciendo, cayendo en una taxonomía sobre el uso
de fármacos, sin tener en cuenta una posible tratamiento psicológico, de manera que
esta última pueda ayudar a sobrellevar de una forma más introspectiva, para cada uno
de ellos, comprendiendo su enfermedad, de manera que logre una mejora en lo que
respecta a la conducta social del usuario, sobre todo para la convivencia entre ellos y,
por otro lado con el equipo interdisciplinario, ya que para estos últimos resulta bastante
incómodo también, generando un nivel ansiedad, por el hecho de que a veces no dan
abasto, y siempre son los mismo los que constantemente sufren estos momentos de
crisis con el usuario. Además, en palabras del propio personal, a veces se
encontraban en una posición paternalista para con los usuarios, a fin de “que sus
descompensaciones o brotes no pasen a mayores.”

De las 8 personas que habitan el dispositivo, todos se encuentran bajo medicación

7 Freud, S. (1916-1917). Conferencias de introducción al psicoanálisis. Buenos Aires: Amorrortu. Conferencia 16.
“Psicoanálisis y Medicina”

4
antipsicótica, pero ninguno bajo tratamiento psicológico, además al describir a los
usuarios del dispositivo existe un constante recordatorio de sus diagnósticos, “Todos
son esquizofrénicos, acá los únicos neuróticos somos los del personal” fueron
palabras de estos. Es claro que se encuentra una primacía del área psiquiátrica en el
mismo discurso, nos damos cuenta que los usuarios son hablados, más que
escuchados. Con nuestras visitas, pudimos dar cuenta de la subjetividad de cada
usuario, donde conversábamos, nos contaban historias, hasta inclusive nos pedían
que les llevemos cosas, en el caso de las mujeres que habitan ahí, es importante
destacar que viven tanto mujeres como hombres, nos encontramos con el caso
particular de una de las usuarias, la más joven, de 22 años aproximadamente que fue
descrita por los profesionales como la más violenta, que se negaba a recibir su
medicación, y que tenía diariamente ataques de agresividad repentinos donde pegaba
y maltrataba a sus compañeros y a los profesionales. Es aquí donde una vez más,
hablamos de la limitación de la individualidad de cada uno, pero poniendo en foco una
variable más, además de su diagnóstico, nos hizo reflexionar en la relación que tiene
convivir siendo una mujer joven, entre hombres, nos planteamos una vez más, la
indiferenciación que existe entre el diagnóstico y ellos como sujetos, en ningún
momento al hablar con los profesionales, existió en su discurso el planteamiento de
que sus ataques de agresividad tengan que ver con algo más allá de su diagnóstico de
esquizofrenia, si bien, cómo mencionamos antes, son 8 personas residiendo en estas
casas, creemos que es un claro ejemplo de cómo se puede dejar de lado ante un
diagnóstico, la individualidad de cada uno, incluyendo hasta su género.

5
CONCLUSIÓN

Como resultado de nuestras observaciones, y cómo se puede ver en el presente


trabajo, hallamos que existen barreras entre los usuarios y el personal, donde se parte
desde la estigmatización de la enfermedad, como el trato paternalista hacia ellos.

En relación a esto, nos permitimos citar este fragmento de un trabajo de


investigación sobre los “Factores institucionales relacionados con la no participación
de personas usuarias de Salud Mental en asociaciones de usuarios para la defensa de
sus derechos.”8 donde se especifica que a pesar de los avances que se encuentran en
el área de Salud Mental, en relación a sus reformas, la lógica asilar/manicomial en el
campo de la salud mental aún tiene fuerte vigencia. En este también se especifica las
principales barreras institucionales en tanto, la participación de los usuarios, donde se
encuentra la actitud paternalista y la centralidad de los saberes, características propias
del modelo asistencial tutelar. (pág.170)

Esto nos conlleva a pensar como futuros profesionales, desde una visión crítica de
nuestro sistema, además de poder plantearnos la capacidad de lograr reflexionar a
futuro sobre como se desenvuelve la salud mental en el contexto donde nos
encontramos viviendo, y ponernos como objetivo la posibilidad de aumentar la práctica
interdisciplinaria, y así poder lograr desde nuestra posición reconocer la
estigmatización que sufren los usuarios de salud mental, así como las barreras
institucionales y nosotros como estudiantes tratar de posicionarnos desde otro
enfoque, priorizando no solo el diagnóstico, sino también incluyendo el tratamiento
psicoanalítico.

8 QUERCETTI, F, DELMONTE, N, ROSALES, M, RODRIGUEZ, M y ARDILA, S (2020). Factores institucionales


relacionados con la no participación de personas usuarias de Salud Mental en asociaciones de usuarios para la
defensa de sus derechos. XII Congreso Internacional de Investigación y Práctica Profesional en Psicología. XXVII
Jornadas de Investigación. XVI Encuentro de Investigadores en Psicología del MERCOSUR. II Encuentro de
Investigación de Terapia Ocupacional. II Encuentro de Musicoterapia. Facultad de Psicología - Universidad de Buenos
Aires, Buenos Aires.

6
BIBLIOGRAFÍA

ASOCIACIÓN AMERICANA DE PSIQUIATRÍA. (1994). DSM IV: Manual diagnóstico y


estadístico de los trastornos mentales. . Buenos Aires: Masson

CALLIGARIS, C. (1991). Introducción a una clínica diferencial de las psicosis. Buenos


Aires: Ediciones Nueva Visión. Cap. I: “La estructura psicótica fuera de la crisis”; Cap.
II: “Desencadenamiento y evolución de la crisis”.

FREUD, S. (1916-1917). Conferencias de introducción al psicoanálisis. Buenos Aires:


Amorrortu. Conferencia 16. “Psicoanálisis y Medicina”

GARCÍA URCOLA, I (2013) Clasificar: cada cosa en su lugar. En Estrategias:


Psicoanálisis y Salud Mental. Número 1. Publicación del Servicio de Docencia e
Investigación. Hospital “Prof.Dr.R.Rossi” La Plata.

GOFMAN,E en Estigma. La identidad deteriorada, Buenos Aires, Amorrortu, 1970.

LUALE, L. (2008). El diagnóstico: entre lo general y lo singular. En Revista CLEPIOS


46 (N° 2 Volumen XIV). Buenos Aires.

QUERCETTI, F, DELMONTE, N, ROSALES, M, RODRIGUEZ, M y ARDILA, S (2020).


Factores institucionales relacionados con la no participación de personas usuarias de
Salud Mental en asociaciones de usuarios para la defensa de sus derechos. XII
Congreso Internacional de Investigación y Práctica Profesional en Psicología. XXVII
Jornadas de Investigación. XVI Encuentro de Investigadores en Psicología del
MERCOSUR. II Encuentro de Investigación de Terapia Ocupacional. II Encuentro de
Musicoterapia. Facultad de Psicología - Universidad de Buenos Aires, Buenos Aires.

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