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Héroe cristiano
en la guerra
FAUSTINO MORENO VILLALBA
FRANCO
Héroe cristiano
en la guerra
MADRID
1985
INDICE
Pag.
PROLOG O ........................................................................................................ 9
IN T R O D U C C IO N ......................................................................................... 13
E L H E R O E D E A F R IC A ......................................................................... 31
E L G E N E R A L M A S J O V E N D E E U R O P A .................................. 51
LA C R U Z A D A ................................................................................................. 73
JE F E D E L ESTADO .................................................................................... 99
C O N S O L ID A C IO N ...................................................................................... 153
PROGRESO ...................................................................................................... 1 93
JU S T IC IA S O C IA L ...................................................................................... 215
HA L L E G A D O LA P A Z ............................................................................... 289
A P E N D I C E ......................................................................................................... 305
B I B L I O G R A F I A ............................................................................................... 3 l3
COLECCION
A. L. A. DE ALCORCON
0 FAUSTINO MORENO VILLALBA. 1985.
Apartado de Correos 224. ALCORCON (Madrid)
I.S.B.N.: 84-398-4512-X.
Depósito legal: M-27.953-1985
Impreso en DEL PERAL A rtet Gráficas
Impreso en Espafia. Printed in Spain.
A mis padres, Eugenio M. Fernández y
Manuela V. Alonso, en testimonio del ca
riño filial y fidelidad al lema «Dios, Patria
y Familia» que ellos me enseñaron, que
atacó la República y que el Caudillo
entronizó en España consagrándose a él
plenamente.
PROLOGO
- 9 -
pregunta fundamental que, como otros españoles se hace,
es ésta: «sin Franco, ¿hubiera podido llegar a mi la simiente
de la vocación cristiana?». En un mundo descristianizado,
¿habría sido sacerdote, habría sido simplemente católico?
La clave de estas preguntas, tan difíciles de entender por los
hombres de nuestros días, es que el ser católico es lo más
importante, lo único importante en su vida.
Al llegar a este punto, leyendo el manuscrito que es una
forma bastante incómoda de lectura, a m í mismo me asal
tan idénticas preocupaciones. Sin Franco, sin su catolicismo
profundo —aun admitiendo toda clase de errores contin
gentes en un hombre de Estado— una o dos generaciones
de españoles, cuando menos, hubieran estado desprovistas,
como hoy lo están, de ese bien absoluto, que es la fe católi
ca. Y esto no es fanatismo, porque el fanatismo se caracte
riza por el odio hacia todos aquellos que no profesan nues
tras ideas y creencias, y el libro de don Faustino está escrito,
contrariamente, con amor. Por eso es gratificante. Vivimos
un tiempo, esta segunda mitad del siglo XX, en que parece
que el odio impera como norma de conducta. En los medios
de comunicación, en las novelas, el teatro o el cine, se
difunden los posos de amargura que deja el odio. Y cuando,
algunas veces, aparece un escritor que pretende lo contra
rio. los expertos del mundo — que son expertos en odio y
amargura— se inclinan despectivamente y dicen: apología,
hagiografía, blandenguería.
En este libro imperan exactamente los sentimientos con
trarios. Franco —dice su autor— fu e un católico desde el
principio al fin de su vida y antepuso esta condición a cual
quier otra circunstancia. De modo que cuando le correspon
dió dirigir una guerra que él no había provocado, o cuando
hubo de ejercer funciones de Jefe de Estado, puso el cum
plimiento de sus deberes como católico en el primer plano.
De ahí que cuando se recogen noticias, en la prensa o en los
libros, sea posible descubrir como una doble línea, la de su
actuación privada, un católico más, y la de su actuación p ú
blica de sumisión completa a la Iglesia. Las variaciones en
¡a legislación española, que efectivamente se produjeron
durante este largo periodo de más de 30 años, obedecen a
- 10
iniciativas de la Iglesia más que a iniciativas del Estado.
La importancia de la acción personal, especialmente en el
momento de la guerra civil, me parece fuera de toda duda.
Cuando se produjo el alzamiento militar, en 1936, sólo una
parte de los que recurrían a las armas para salvarse de una
República que derivaba hacia una dictadura de Partido,
creía verdaderamente hacerlo por Dios y por España, como
acordaran Mola y los tradicionalistas. M uy pronto la p re
sencia de consejeros alemanes e italianos, amenazó con des
viar el Movimiento hacia modelos muy diferentes. La p re
sencia de Franco actuó como decisivo elemento de rectifica
ción. El tuvo el empeño de que España volviera a ser
católica.
Tal fue el ensayo que don Faustino pretende exponer a
los lectores desde una óptica original: la de indagar, por
medio de noticias, discursos >’ actos, si efectivamente fu e
Franco el católico que pretendía ser. La respuesta es abier
tamente positiva. También, a su juicio, los resultados: sigue
viva la simiente de catolicismo radical que Franco custodió
para que germinara.
Por último, debo subrayar que, por sus artículos publi
cados sobre Franco, el autor de este libro mereció en 1983
el Premio Nacional de Periodismo de la Fundación Nacional
Francisco Franco.
- 13 -
mis lectores esto es lo que nos importa a nosotros. Porque lo
mismo que hablaba este hombre, en 1954, hablaron todos
los que yo he conocido hasta ¡975. Ahora, sin embargo,
surgen quienes declaran lo contrario y urden impunemente
tergiversaciones y falsedades contra la brillante trayectoria
de Francisco Franco.
Por lo mismo, yo me he dedicado a examinar el pasado
del Generalísimo, v he de confesar m i sorpresa al ver que su
vida discurrió como ¡a de un auténtico héroe cristiano.
Siempre fue consecuente con su conciencia.
He comprobado que todo lo que se difunde en contra de
este concepto es mentira o, a lo peor, verdades a medias
manipuladas vilmente por el revanchismo, la venganza, la
envidia o la ignorancia. Entre los jóvenes, singularmente,
por la ignorancia.
Yo estoy persuadido de que, si muchos españoles conocie
ran realmente la Historia, despertarían de su «sueño» y
aprenderían ¡o que no saben, terminando por rendir a
Franco el homenaje de su admiración y gratitud. Harían
sencillamente el acto de justicia que merece. Gracias a su
caudillaje. España llegó a ser más culta, religiosa, libre y
próspera que había sido nunca. Y éste es el objeto del pre
sente librr>.
- 15 -
LA PATRIA CHICA
DOS A PILAR
Francisco o Paquito, como le llamaron pronto familiar
mente. creció rodeado de los cuidados maternales de doña
Pilar, como los demás hijos y, como éstos, Paquito iría graban
do en su mente los consejos, los rezos y modos de comportarse
Ljue aprendía de su madre. Su padre, por razones del cargo,
permanecía ausente temporadas en largos viajes.
Sobre la fisonomía de doña Pilar, he aquí lo que escribe
Luis Ramírez, biógrafo hostil de Francisco Franco:
«Lo que sí aporta Pilar Bahamonde al matrimonio es la
El matrimonio Franco-Bahamonde con su hijo
- 17 -
rmraaa.»
«Doña Pilar -escribe Ricardo de la C ierva- vestía siempre
a la antigua, lo que realzaba su hermosa presencia. Su vida
espiritual era sencillamente auténtica. Acudía cada tarde al
rosario, pero también participaba en las actividades de una
escuela nocturna para hijos de obreros. Vivió sin una queja, sin
un alarde. Murió durante una visita a Madrid, el 28 de febrero
de 1934. al borde de los setenta años, a consecuencia de una
pulmonía que contrajo a la salida de misa. Ninguna otra perso
na ha influido como ella en el carácter y en la vida de Francis
co Franco.»
«Mi madre era una santita. Se esforzó cuanto pudo en edu
carnos bien y en orientamos en la vida —recordaría con los
años la hermana del Caudillo en cierta entrevista a «La A c
tualidad Española»—. Mi madre, desde bien pequeñitos,
nos llevaba con ella a la iglesia y nos enseñó a rezar el rosa
rio. A ella se parecía mi hermano Paco en el carácter y físi
camente participaba de mis padres por igual poco más o
menos».
Antes que Paquito había nacido Nicolás y después vinieron
Pilar, Ramón, el famoso héroe del Plus Ultra, y Pacita. La
pequeña sería, como es natural, la muñeca de los hermanos,
por la que éstos se desvivirían en mimos y halagos. Pero cuan
do la niña contaba ya cuatro años, la perdieron. Pacita murió.
La madre buena tiene que consolar a los hijos con la frase
corriente en los labios de todas las madres cristianas: «Dios lo
ha querido así. bendito sea, hijos míos», «a Pacita se la ha lle
vado la Virgen del Chamorro, nuestra Madre del cielo, para
que sea desde allí nuestro ángel», «Pacita pedirá por nosotros
en el cielo». Y no cabe duda que estas frases serían el bál
samo más reparador en el corazón herido de los pequeños her
manos y un acicate a la evocación sobrenatural.
La Virgen del Chamorro es una advocación de María
Santísima, cuya ermita se alza próxima a El Ferrol, y a la cual
doña Pilar profesaba singular devoción y encomendaba a sus
hijos.
Todavía muy niño, Paquito recibe el sacramento de la
Confirmación y después ingresa en el colegio del Sagrado Co
razón .
El cariño filial de
Franco por su madre ha sido
subrayado por todos los
historiadores. George Hills,
historiador británico, escribió
de él: «Su pietas o sentido del
deber hacia su madre duró
toda su vida». Después de
cada combate, Franco envió
siempre a su madre un
telegrama con este escueto
mensaje: «Yo salvo». Franco,
viendo a su madre en cada
mujer, siempre las respetó y
benefició como
todo un caballero.
EL COLEGIO
- 19 -
semana a los alumnos de diez años en adelante, para impartir
les charlas sobre la formación del carácter y de la conciencia.
Fu estas charlas les explicaba lo que es «ser hombre», el valor
de la palabra dada sobre todo si estaba rubricada por el jura
mento, la estima del honor, la transcendencia de Dios y Cristo
en la vida, el mérito de cumplir los votos y promesas, la efica
cia de la perseverancia en el trabajo y en el estudio, la fidelidad
al compañerismo y la amistad, la importancia de la justicia, la
comprensión, la templanza, el espíritu de sacrificio y renuncia
en favor del prójimo, el cumplimiento del deber... Acompaña
ba el sacerdote sus exposiciones con anécdotas extraídas de la
historia. L.a conducta de los carlistas le surtía tal caudal de
ejemplos de hombría y heroísmo que, por su medio, el sacer
dote fomentaba entre los niños el más hondo afecto y adhesión
a cuanto significaba el carlismo. Con tal fuerza de atracción las
debía referir que se grabaron vigorosamente en la mente de
Paquito y fueron decisivas en su proceder posterior.
Con toda, certeza que en estas instrucciones radicaría el
quid de la portentosa personalidad de Franco en todas las
facetas. Aquí estuvo el formidable cimiento secreto que sos
tuvo el ideal y la conducta irreductible de Franco al servicio
de España y su fe en Dios. En esta experiencia infantil
residió asimismo la profunda estima que Franco concibe de
ios colegios dirigidos por religiosos.
No cabe duda que la aportación de la etapa escolar y el
ejemplo y educación que recibe de su abuelo y madre son
claves y decisivos para que, siendo fiel el niflo a ellos, llegue
a alcanzar los títulos excepcionales de Generalísimo de los
Ejércitos y Caudillo de España.
EL ABUELO MATERNO
EN TOLEDO
- 21 -
bo tierra adentro. Marchó a la Academia de Infantería de
Toledo. Fue a finales de junio de 1907.
Toledo fue su primera experiencia alejado de la casa pater
na. Toledo, ciudad castrense y clerical. Capital de la unidad
política y religiosa de España en tiempos de los reyes visigo
dos. Alcázar y Catedral. Otra vez las cornetas del ejército y las
campanas de los templos. De nuevo, los latidos de Dios y
España palpitando en su pecho.
Tras mes y medio de instrucción, Franco celebra por vez
primera la jura de bandera el día 13 de octubre de 1907.
Con qué emoción participaría, y tan joven, todavía un ado
lescente, en aquel acto supremo de la vida de todo buen
español.
¡Qué resonancias de responsabilidad infundiría en su espí
ritu la presencia de la bandera, el ministro de Dios, su familia
tan ligada al servicio de las armas y aquel marco pétreo del
Alcá/ar. que habla de fe indeclinable en los destinos de la
España eterna!
Juráis a Dios y prometéis al Rey seguir constantemente
sus banderas, defenderlas hasta verter la última gota de vuestra
sangre y no abandonar al que os estuviere mandando en fun
ción de guerra o preparando para ella? —les preguntó el coro
ne! director tras vibrante arenga.
Y aqueiios enardecidos cadetes de la XIV promoción del
arma de Infantería contestaron a una:
-Sí. juramos.
A lo que replicó el capellán, descubriéndose:
-Y yo. en cumplimiento de mi sagrado ministerio, ruego a
Dios que si así lo hacéis, que os lo premie, y si no, os lo de
mande.
Nos refiere don José María de Oriol y Urquijo que en
cierta ocasión preguntó a un tío suyo, llamado Damián, acer
ca de la religiosidad de Franco, del que fue galonista cuan
do ambos coincidieron de cadetes en el Alcázar de Toledo,
y que éste le contestó:
<1 raneo en aquella época era aparentemente uno más del
sector. bastante numeroso por cierto, de jóvenes piadosos
que había en la promoción. Sin embargo, recuerdo algún
detalle aunque entonces no le atribuyéramos ninguna im-
Franco con su hermano Nicolás. Todavía casi un niño es ya cadete en
la academia de Infantería de Toledo. En ella sólo sabe obedecer y aprende
a cumplir con su deber para ser útil, el día de mañana, al servicio de Dios y
España.
EL PRIMER DESTINO
- 25 -
y medallas^...
Asimismo estaba muy reciente la destitución de Maura
como presidente del Consejo de Ministros, ejecutada por
Alfonso XUI bajo presiones políticas, de las que el monarca
parece un juguete. Inmediato estaba el presunto anticlerica
lismo de Canalejas, sucesor de M aura, contra el que se ha
levantado toda una cam paña liderada por el Cardenal Pri
m ado...
l odo esto dominaba el ambiente de la sociedad ferrola-
na. en general, tradicionalista, provocando en la misma
acerbos reproches y desprecios contra el liberalismo y la
masonería de los gobernantes.
l· raneo entretanto ve y lee, reflexiona y medita cuanto
escucha. Estudia detenidamente el siglo XIX y deduce que ,
en efecto, la mayor de las desgracias de la historia de Espa
ña ha sido la aparición de los partidos liberales y masones.
Sus miembros son los que más odios de clases han inocula
do en las masas y más han atacado a la religión y por este
camino han empobrecido y desprestigiado más a España. Y
lo peor era que ellos seguían manipulando la corona, la
administración y la opinión pública. ¿Dónde hallar pues la
solución a los gravísimos problemas que está planteando
esta gente? ¿En la tradición? ¿En la religión?... ¿Pero có
mo volver a ellos?
A primeros de junio de 1911 se celebra con extraordinaria
solemnidad en El Ferrol la novena y fiesta del Sagrado
Corazón de Jesús. Franco acude a los cultos con devoción y
atención. Es un verdadero placer escuchar al religioso que
predica cada día de la novena. Derrocha todo un espléndido
caudal de celo y su argumentación doctrinal es de tal con
tundencia que los fieles asistentes sienten el orgullo inmenso
de ser cristianos y si no lo son de proponerse serlo con la
mayor autenticidad posible. Este predicador atacó con valor
las ideas del liberalismo y la masonería que estaban des
truyendo las esencias de España. «Porque España el día que
deje de ser católica habrá dejado de ser España» había
sentenciado hacía pocos años el ilustre filósofo Balmes. Y el
orador sagrado aduce las abundantes y fehacientes pruebas
que todos conocen más otras que todavía ignoran.
- 26 -
En nuestro joven militar calan hondo estos sermones. El
es un muchacho reflexivo. Nada acontece por casualidad.
En ello le insistió el director del colegio del Sagrado Cora
zón, en el que recibió la primera enseñanza, quien ahora le
ha prestado una biografía de Gabriel García Moreno para
que la lea. Su corazón vibra en propósitos de fidelidad al
mensaje de Dios, que es el mensaje de la tradición católica
española.
EN LA ADORACION NOCTURNA
- 29 -
El 24 de septiembre de 1911, por decreto, empieza a
desem peñar en el cuartel los cargos de Ayudante del Segun
do Batallón y el de profesor de la Academia de Cabos.
Las lecturas, los comentarios religiosos y políticos y cada
utia de las vicisitudes históricas que experimenta configuran
su ser católico y su pensamiento político y social cristiano que
serán luego clave indiscutible para comprender sus escritos,
discursos y actitudes. La vida de la ciudad natal le ha marca
do a Franco en profundidad.
- 31 -
burguesa en su pueblo querido. Va e emprender la sublime
locura de alejarse hacia la aventura más arriesgada del mo
mento. Pero no le importa. Sabe que con ello secunda la
voluntad de Dios y esta idea le empuja, le ilusiona, le arras
tra. «Para Dios no hay héroes anónimos» reza una sentencia
carlista y ésto le basta.
Al día siguiente expone a la familia la decisión que ha
tomado de marcharse voluntario a la guerra de Marruecos.
La familia se opone terminantemente. «Hijo mió, ¿pero tú
sabes lo que vas hacer? —le interrogaría su madre en son
de reproche sentido y cariñoso— ¿No te das cuenta de que
eso es ir a meterte en la boca del lobo? ¿No comprendes que
nos vas a tener muy angustiados, pendientes de tu salud? Y
Paquito trataría de convencerles que, según san Agustín, en
la vida de los hombres lo primero es Dios, luego la Patria y
en tercer lugar la familia. Seguro que no tardó mucho en
ganarles y pronto aceptarían los planes de la Providencia.
<(,Se habrá vuelto loco este chico? ¿Pero qué manía le
habrá entrado? —repetirían los vecinos— ¡Con lo bien que
vive aquí! Esto es inexplicable en un joven tan sensato».
Después refiere su nueva decisión a diversos amigos y de
estes contagia sólo a los dos segundos tenientes Camilo
Alonso Vega y a su primo Franco Salgado-Araujo. Los tres
ponen en acción las influencias y escriben a don José Villal-
ha Riqueime. al que conocieron de director en la Academia
ie íníantería de Toledo y, al presente, es destacado jefe en
el conflicto africano.
La orden del Ministerio de la Guerra por la que Franco y
sus dos amigos son destinados a Marruecos se firma por fin
el ó de febrero de 1912 y el 17 desembarcan en Melilla.
Nuestro protagonista contaba 19 años y 3 meses.
Franco llegó a Africa como un alférez cualquiera más y
como tal lo tratan. No cuenta más que diecinueve años y
como además es bajo de estatura, sus compañeros le cono
cen por Franquito». 1912.
Franco no portaba la tarjeta de recomendación que da
descender de familias ilustres por las letras o las armas.
Franco no era pariente de ningún título de grandeza o po
tentado dei dinero o del Gobierno. Es casi un desconocido.
Nadie sabe cóm o le duelen a «Franquito» las lágrim as de
tantas m adres españolas que están p erd ien d o a sus hijos
mozos en el infierno africano. N adie sabe cóm o le p u n z a el
afán de devolver a E sp añ a el prestigio in tern acio n al perd id o
por arte de los políticos en el siglo de los desastres. Le
preocupa la convivencia española que cu a rtea n los partidos,
el m aterialism o ateo que prom ueve la m aso n ería... La res
ponsabilidad que ya pesa sobre sus jóvenes hom bros es in
mensa. Pero la acep ta con generosidad. Y allí e stá dispues
to a no reg atear sacrificio o trabajo alguno en p ro de tan
sublime em presa.
Desde la prim eras acciones bélicas que se a b o rd an a su
llegada, «Franquito» se halla entre las fuerzas de choque.
Siempre estará en vanguardia. Siem pre en prim era línea.
Siem pre, el prim ero.
Form a en el Regimiento de Africa, núm ero 68. E strena su
prim era acción de guerra el 19 de m arzo en las m esetas de
Tifasor. Fueron tres semanas de guerra que dan la victoria a
las tropas españolas.
El día 13 de junio, recibe el único ascenso que se le otorga
por antigüedad —T eniente— , y el 16 de noviem bre em pieza a
ser galardonado con condecoraciones. Le im ponen en el cam
pam ento de Vixan la Cruz al Valor Militar.
Se encienden nuevos focos de lucha. Franco cree que debe
encontrarse en los mismos y pide ser trasladado a Ceuta. El 4
de abril de 1913, recibe la M edalla de la C am paña de M elilla.
El Coronel D ám aso Berenguer creó el cuerpo de R egula
res. «Al estar com puesto por nativos de la región, h a b itu a
dos al medio am biente en que se com batía, se pensó que
podían dar un buen rendim iento y, sobre todo a h o rrar m u
chas pérdidas a las unidades españolas. Lo im portante era
encuadrar eficazmente a aquellos moros que se p reten d ía
lanzar contra sus com patriotas disidentes...» escribe C laude
M artín en su libro «FRANCO — Soldado y E stadista—*.
E ntre los oficiales voluntarios, que se ofrecen a m a n d a r
estas fuerzas, se presenta «Franquito». 1913.
Franco se somete, con este motivo, a las inclem encias del
tiempo, del ham bre, del terreno, de todas las deficiencias a
que están avezados los indígenas y se los gana. Se conca-
tenan combates breves y crueles con otros más largos y
encarnizados, emboscadas sangrientas, marchas extenuan
tes bajo el tórrido sol del verano o envueltas en los rigores
del invierno, asaltos intrépidos a las alturas estratégicas con
paréntesis de disciplinados entrenamientos...
Los altos mandos del Ejército reparan que en aquel joven
soldado late una promesa sobresaliente. Se pondera su noble
za, su pericia y valor. Y el 12 de octubre de 1913 prenden en su
pecho la Cruz de primera clase al Mérito Militar con distintivo
rojo por los méritos logrados hasta fines de junio.
Desde aquel octubre prosigue en primera línea ocupado en
operaciones que se originan por el Dersa, Aniera, Beni Sidel,
Beni Amaran... entre breves intervalos de paz, pero de perma
nente alerta. Así las cosas, esta situación tensa desemboca en
el I de febrero de 1914. Fue una jornada deJucha fiera en Beni
Salem entre dos ejércitos dispuestos a morir antes que perder.
Brilló todo un derroche de heroísmo, denuedo y técnica en el
mas alto grado. Y se venció. Hubo tres laureadas. También ob
servo iu actuación de Franco el Jefe de Regulares, Dámaso
Berenguer. > resuelve ascenderle a Capitán por méritos de
guerra.
El i ~ de abril, en recompensa a los servicios prestados en el
segundo semestre de 1913, le conceden la Cruz de primera cla
se de María Cristina.
- 39 -
F ranco, después de h aberse apoderado del gran reducto enemigo
Tizzi Azza el 28 de octu bre de 1922. Franco lo conquistó guiando a sus
legionarios con ¡a bayoneta calada en el fusil arrebatado a un herido.
Todo un ejem plo de valor y espíritu de entrega, abnegación y sacrificio
jn defensa de los intereses de España.
t ¡ I em ente Coronel
¿■rana;, J ef e de la Legión
r>;· une d: sus patrióticas
\
arengas. Su enem igo,
el socialista In dalecio
Prieto, en un mitin del
i de mayo de 1936,
después de presum ir de
h ab er conocido a Franco
en Africa, le alab aría
ensalzando su ju ventud.
sus dotes, su enorm e
prestigio militar. Incluso
le p roclam ó Caudillo
militar term inando por
( on/esar í engo que
«’■•-ndirlt- v*sie h o m en aje
honor a ia verdad».
cío su espíritu intrépido y dirigirlas según los mejores p rin
cipios de la técnica militar».
«Franco —diría Millán Astray— , es el hom bre que ha
resuelto los m om entos difíciles de la reconquista de Melilla,
ul lado del heroico Sanjurjo. E l C om andante Franco ha da
do a su Bandera, en su organización >’ en su vida de acción,
sus propias características: una bravura y un espíritu ofensi
vo legionarios, una capacidad de trabajo ininterrum pido,
constante, de la mañana a la noche, una energía de acero,
continua, sin fluctuaciones ni desfallecimientos».
En otoño se publica el libro de Franco «Diario de una
bandera». Millán Astray redacta el prólogo. En él describe
a Franco así: «El Com andante Franco es conocido de E sp a
ña y del mundo entero por sus propios méritos, >’ las caracte
rísticas que ha de reunir todo buen militar que son: valor,
inteligencia, espíritu militar, entusiasmo, amor al trabajo,
espíritu de sacrificio y vida virtuosa, las reúne por com pleto
el Comandante Franco».
Millán Astray causó baja en el mando de la Legión el 13
de noviembre de 1922. Por su arrojo bélico había perdido
un ojo y el brazo izquierdo. Por prejuicios y manejos políti
cos no le reemplaza su lugarteniente. Otra injusticia de los
políticos. Los políticos son así. Le sucede el Teniente Coro
nel Valenzuela y Franco es trasladado a la península.
A la llegada del Comandante Franco a España , Alfon
so XIII le obsequia con el nombramiento de Gentilhombre de
Cámara de Su Majestad con ejercicio y servidumbre. El Rey
quiere también su amistad.
El «ABC» y «El Sol», los periódicos de mayor audiencia, que
prestaron, efusivos, sus páginas a narrar las proezas de
Franco en Africa, opinan que, con tal traslado, le han usur
pado la jefatura de la Legión y, en desagravio, le rinden
cálidos homenajes.
Vuelve a ver a su madre y a orar con ella ante la Virgen
del Chamorro. Tanto tiene que agradecer a la Madre de
Dios... Vuelve el 31 de enero de 1923 al primer batallón del
Regimiento del Príncipe en Oviedo. Vuelve a las horas de
estudio de antaño, a las tertulias de antiguos amigos, a los
encuentros con la novia y piensa en casarse definitivamente.
Pero... allá, en el Protectorado nuevas hostilidades de
Abd-el-Krim ponen en pie de guerra a las banderas de
la Legión y, al frente de las mismas, cae muerto en el com
bate por liberar Tizzi Azza, el 5 de junio, el Teniente Co
ronel Valenzuela. Una hora antes se había confesado con el
capellán.
Los legionarios se quedan sin jefe. Recuerdan con insis
tencia a Franco y exigen su presencia. Ellos exclaman con
vencidos: «Con Franco venceremos». El Rey, que lo conoce
ya bien, lo propone a pesar de su juventud. El Gobierno lo
comprende y, por un acuerdo extraordinario, firma su as
censo a Teniente Coronel y Jefe de la Legión. De nuevo
«Franquito*, si antes fue el Capitán y el Comandante más
joven del Ejército Español, ahora es el Teniente Coronel.
Franco tiene que aplazar la boda. Es la segunda vez.
Mala suerte tiene esta novia. Acepta con resignación y ga
llardía la contrariedad. España le sigue requiriendo en Afri
ca. ¿Hasta cuándo? Hasta que Dios quiera. Dios y España
mandan.
El 18 de junio de 1923, Franco se reincorpora a la Legión
- 42 —
Por fin, a la tercera tentativa, Franco se casa. Las dos veces anterio
res quedaron frustradas porque su entrega y espíritu de servicio a la
Patria le exigieron aplazar su proyectada boda. Franco jerarquizó siem
pre perfectamente sus amores según enseñó san Agustín: «Dios, Patria,
Familia». La sólida formación de doña Carmen se refleja en que de las
veinte condiscípulos suyas en las Salesas de Oviedo, profesaron catorce
en la vida religiosa.
— 44 —
bombardeaba la ciudad. Había que ir al Gorgues. Primo de
Rivera lo mandó. Franco lo ejecutó, se descolgó de las p e
ñas y se apoderó del Gorgues».
Después, el 30 de septiembre, tras una resistencia feroz y
tenaz, se logra la evacuación de Xauen. Se llega a luchar
hasta cuerpo a cuerpo. Encarnizadamente.
De la intervención de Franco en este drama, escribió Mi-
llán Astray: «Franco fue el alma, al lado de Castro Girona y
a las órdenes del glorioso General Primo de Rivera, de la
más difícil de todas las operaciones desarrolladas en Ma
rruecos».
FRANCO, CAUDILLO EN 1925
Francisco Franco Bahamonde, por los méritos de guerra
adquiridos el año anterior, es ascendido a Coronel el 7 de
febrero de 1925. Se toma a repetir el sino que le acompaña:
es el Coronel más joven del Ejército español.
El 1925 es el año del «desembarco de Alhucemas», que se
realizó el 8 de septiembre, a las órdenes del general Primo
de Rivera, y que acabaría definitivamente con la Guerra de
Marruecos.
A los pocos días de su llegada, Primo de Rivera entregó a
Franco una medalla de oro, regalo del Monarca, acompa
ñada de una carta. Alfonso XIII le decía: «La hermosa
historia que con vuestras vidas y sangre estáis escribiendo es
un ejemplo constante de lo que pueden hacer los hombres,
que lo cifran todo en el cumplimiento del deber.
Toqué al Pilar esta medalla de la Virgen que te ruego
uses, que Ella, tan militar y tan española, te protegerá
seguramente.
Mis felicitaciones y gracias por toda tu actuación y ya
sabes lo mucho que te quiere y aprecia tu afmo. amigo que
te abraza. —Alfonso XIII.— Madrid, 1 de marzo de 1925».
Tres años más tarde, el barón de Mora publicó esta noti
cia en el semanario Estampa, dentro del contexto de una
entrevista que finalizaba agregando: «Franco, me dice, que
ha llevado siempre la medalla». Detalle que revela su reli
giosidad precisamente en una época en la que según otros
rumores su fe es nula.
- 45 -
Después del Desembarco de Alhucemas, el 8 de septiem
bre. el Coronel Franco sigue mandando la vanguardia de la
Legión. Con ella repite las proezas de otras fechas y, en
ocasiones, tiene que recurrir a las bayonetas para dominar
las alturas como las de las puntas de El Frailal y Morro
Nuevo. Marchan hacia Axdir, donde el adversario, a las
órdenes del terrible Abd-el-Krim, se siente seguro.
He aquí cómo se expresaba el ilustre militar Goded sobre
la actuación de Franco: «Los marroquíes habían sido sor
prendidos de tal manera por el vigor del asalto que sólo las
guardias de las baterías y algunos contingentes reducidos,
que habían acudido de Axdir, intentaron oponerse al de
sembarco, pero tueron aniquilados rápidamente por el em
puje y la maestría con que fue efectuada la operación por
las fuerzas que mandaba el Coronel Franco».
«El frente ocupado por nuestras tropas —añade Goded—
seguía la línea de las alturas inmediatas a las playas... en
una linca admirablemente elegida que acreditaba la visión
táctica del Coronel Franco...»
El 23 de septiembre se abre un nuevo frente que es durísi
mo. Franco asume su responsabilidad, a las órdenes del
General Saro-Marín, en los arriesgados objetivos que se le
encomiendan. Había que apoderarse del monte Malmusi
Alto. Con ello contribuirá a la conquista de las primeras
(U-íensas de Axdir. Y en unión de Goded y Varela, con la
legión, los harqueños, los tabores, los regulares, alcanza
las metas previstas.
El General Saro comentaba con el Alto Mando la destre
za de Franco en estos términos: «Quiero hacer una mención
especial del Coronel Franco, el cual, por su brillante acción
en este combate, ha confirmado una vez más la idea que
tienen todos, sin excepción, de su competencia, de su valor,
de su serenidad y de todas las cualidades excepcionales que
hacen de él un jefe digno de todas las alabanzas».
Primo de Rivera afirmó a un periodista extranjero: «Fran
co es el que ha luchado más, con mayor perseverancia y
capacidad en Africa».
En esta ocasión conoció a Franco el Mariscal francés Pe-
tain y lo alabó con frases como éstas: «Este hombre ha
nacido General» y «Franco es la espada más limpia de Euro
pa». El Mariscal Liantey asimismo opinó que «Franco y el
italiano Graziani eran los dos soldados más relevantes de
Europa en nuestro tiempo». Y como estos son numerosos
'os loores que se tributan a Franco.
En los labios de todos los comentaristas estaba su ascenso
a General, que no tardó en llegar. Un Real Decreto del 3 de
febrero de 1926 le concede por fin el grado de General de
Brigada que, de momento, le obliga a trasladarse a Madrid.
«En esta época —narra Fernando de Valdesoto en su
libro «Francisco Franco», pág. 58— , en un viaje que el ma
riscal francés Franchet d’Esperey hizo a España, alguien le
presentó al general Franco.
—Mariscal, le presento al general más joven de España;
sólo tiene treinta y cuatro años.
El antiguo jefe de los Ejércitos Aliados en los Balcanes
esbozó una sonrisa, estrechó la mano de Franco y comentó:
—En Francia se llega al generalato con bastantes más
años. En nuestra historia únicamente hubo un general con
su edad, y fue Napoleón».
España, a la sazón, puede y debe sentirse orgullosa de
este hombre. Ya es el hombre de más elevado prestigio en
toda Europa. Una publicación española, la revista de Tro
pas Coloniales, le aclama como CAUDILLO.
INFORME DE LOS CAPELLANES CASTRENSES
Don Florentino Alonso Fernández, sacerdote toledano,
nacido en 1896, ingresó en el clero castrense en 1925, y este
mismo año fue destinado a Marruecos.
Según él mismo explicaba, allí tuvo la suerte de tratar bajo
el aspecto religioso a Franco no muchas veces pero sí las
suficientes para tejer en su honor frases del más encendido
elogio cada vez que en su presencia se hablaba del Caudillo.
«Franco es el militar más ponderado y religioso que he co
nocido». «Su fe en Dios, en ¡a Virgen María y en España no
admite fisura alguna». «Me recomendaba la asistencia espiri
tual a los soldados con tanto y más celo que lo pudieran
hacer los mismos obispos». «Quería a ¡os soldados como si
fueran de su misma familia». «Con los mismos prisioneros
- 47 _
también era magnánimo. Pedía se les alimentase bien y nada
de crueldades con ellos». «Para mi era sumamente edificante
cuando, confidencialmente, Franco me confesaba que toda
la pericia que en él descubrían otros, él creía debérsela a la
oración de los capellanes, a la oración de su madre y a la suya
personal».«La oración también mueve montañas, me decía».
«Recordaba muy agradecido al sacerdote con el que aprendió
las primeras letras»...
En tales términos se expresaba don Florentino Alonso y
como él todos los sacerdotes y religiosos, capellanes castren
ses o no, que por alguna circunstancia se habían relacionado
con el Caudillo.
De un fraile franciscano, el padre Antonio Rojo, misione
ro en Marruecos, se narra algo parecido en la revista «His
toria y Vida», página 113 del número 106, correspondiente
a enero de 1977. Por este religioso conocemos el siguiente
dato: «Cuando Franco estuvo en Villa Sanjurjo comulgaba
con frecuencia, no sólo los domingos sino aun entre semana,
y más de una vez que no podía llegar a tiempo a misa iba
más tarde a la iglesia de la misión y me pedía que le diese
de comulgar». Esto lo cuenta en la citada publicación fray
José Luis Dieguez, de Padrón (La Coruña), abreviando
cuanto de la modélica y viril conducta religiosa de Franco,
héroe cristiano en la guerra, se puede expresar en pocas
palabras. Pero aquel fraile fue pródigo en contar anécdotas,
unas conocidas personalmente por él y otras a través de
comentarios habidos con otros capellanes castrenses, que re
flejan la limpia vida espiritual de Franco.
De su exquisita moralidad asimismo se hicieron eco cuan-
os trataron a Franco. No bebía ni fumaba. Era sobrio. El
leda que -no había derecho a malgastar el dinero cuando
había tantos pobres que lo necesitaban para comer, a los
cuales se debía cuanto sobraba a los demás». Y mientras
su; compañeros de armas aprovechaban los ratos libres pa
ra la diversión más o menos recomendable, él se consagraba
al estudio y a visitar amistosamente a los soldados arresta
dos o enfermos.
Por todos estos testimonios es obvio colegir cuánta sea la
verdad de que *Franco en el curso de su historia observó
Q k
- 49 -
. y
■•mura
>
- 51 -
La A - c ' V ' t . a General de Zaragoza, levan tada y d irig id a p or F ra n co
FRANCO EN LA REPUBLICA
- 55 -
do amarga.
Muy pronto Azafta emprende también la «Reforma del
Ejército». Numerosos militares consultan a Franco sobre la
oportunidad de permanecer o no en sus filas. Y éste les
contesta: cobrad según vuestra conciencia y conveniencia.»
Y el 31 de junio, por su cuenta y riesgo, el Gobierno clau
sura la Academia General, la obra predilecta de Franco, el
centro de formación militar más moderno y mejor dirigido
del ;nundo.
Los primeros pasos de la República han sido para abofe
t e a r en pleno rostro los sentimientos religiosos y patrióticos
ue Fraileo.
El 14 de julio, en su discurso de despedida a los cadetes,
entre otras observaciones les formuló las siguientes:
Hemos de elevarnos y sobreponernos acallando el intenso
dolor por ia desaparición de nuestra obra...» Luego alentó a
los alumnos a continuar practicando las virtudes militares,
subrayando el mérito de la disciplina. «¡Disciplina!, que
reviste su verdadero valor cuando el pensamiento aconseja
lo contrario de lo que se nos manda, cuando el corazón
pugna por levantarse en íntima rebelión, o cuando la arbi
trariedad o el error van unidos a la acción del Mando. Esta
es ia disciplina que practicamos. Este es el ejemplo que os
ofrecemos.*
El año 1932 tampoco es más esperanzados En el primer
mes se expulsa de España a la Compañía de Jesús, y Azaña
sigue con medidas para lograr la trituración del Ejército.
Azaña es un individuo soberbio en el cual afloran los
complejos de que fue víctima de niño y de joven. De él se
cuenta que se complacía de pequeñín en machacar las cabe
zas de los pajarillos que cazaba. Fue un estudiante frustra
do con los jesuítas. Intentó luego ser militar pero no lo
logró. Y como es propio de los hombres débiles se transfor
mó en furioso anticlerical y antimilitar.
La corrupción de los gobenantes, el desorden en la calle,
los incendios de templos, las huelgas, los atentados, los
asesinatos... se pusieron a la orden del día. 1932 arrojaría
la pavorosa cifra de 126.605 delitos firmada por el Fiscal de
la República. Esta situación es tan intolerable que se suble-
van varios militares a las órdenes de Sanjuijo contra el gobier
no de Azaña. Franco no consideró este pronunciamiento
con la suficiente posibilidad de éxito y no lo secundó. Esta su
blevación es lo que se llamó por la izquierda la «sanjuija-
da». Había tenido lugar el 10 de mayo de 1932. ——
Franco, en aquella ocasión, estaba destinado en Galicia
como Jefe de la XV Brigada de Infantería y Comandante
militar de la Coruña. Le había nombrado el Gobierno en fe
brero. Cuando llegó, «La voz de Galicia» lo saludó con el
título de «Un Caudillo del Tercio» y puso de relieve el ser
«un distinguido gallego» y «su inteligencia, tacto y altas cua
lidades de militar y nobles dotes de caballero digno y co
rrecto». Y, no obstante, agradar a Azaña que el General no
se sumase a los rebeldes «para evitarle tentaciones» le trasla
da a la Comandancia militar de Baleares, el 12 de febrero
de 1933. «Franco es el más temible», «Franco es el único
temible», repetía insistentemente.
1933. LA IGLESIA CONTRA LA REPUBLICA.
Como los efectos de las luchas de los partidos salían a la
calle, para reprimir a los anarquistas, el Gobierno dicta
órdenes de extrema brutalidad. «Tiros a la barriga» sin
compasión mandaba Azaña a su Policía. Y esta salvaje agre
sividad provoca la pérdida de adhesión de la mayoría guber
namental a Azaña. Por entonces, el Gran Oriente de la
masonería española, Diego Martínez Barrios, pronuncia un
discurso contra Azaña, que también era masón, en el que
definió su obra como «obra de sangre, fango y lágrimas.» Y
Azaña cae con sus adictos.
«En junio, la Iglesia militante -dice R. de la Cierva en su
obra FRANCISCO FRANCO- se alinea a banderas desplega
das contra su enemigo oficial (la República). El dia 2, los obis
pos españoles denuncian colectivamente “el laicismo agresivo
de la Segunda República" y. al día siguiente, en premeditado
movimiento de apoyo. Pío XI truena desde el Vaticano contra
las “leyes nefastas" de esa misma República.»
Desde el primer mes de la proclamación de la República, la
Iglesia recibió de aquella crueles bofetadas. Recordemos los
incendios provocados en templos y conventos el 11 de mayo de
- 57 -
1931. No se siguió corrección alguna para los culpables ni in
demnización.
Posteriormente la prensa, tanto de la izquierda marxista
como la de la izquierda republicana, flageló a la Iglesia con un
anticlericalismo feroz e impío al máximo.
«No existía en el mundo una prensa más inmoral e irreligio
sa que la de España» reconocería Negrín, último jefe del Go
bierno republicano, en el destierro.
La jerarquía eclesiástica no podía pasar indiferente ante tan
ta devastación de la fe y de la moral y, en consecuencia, se de
clara contra la República excomulgando a sus jefes y desautori
zándola hasta desde el Vaticano.
La derecha despierta de su sopor burgués. Vence en las
elecciones que se convocan y son mayoría en la Cámara de
diputados.
1936
- 63 -
seguro de su «omnipotencia», el fátuo del presidente del
Gobierno.
Franco, como siempre y como todo hombre previsor, pro
cede con la mayor nobleza.
A primeros de marzo, nuestro protagonista parte con su
familia y su ayudante, teniente coronel Franco Salgado, a
las Islas Canarias. Llega en el tren a Cádiz. Todavía arden
iglesias y conventos que. íruto de disturbios callejeros, ha
bía incendiado la izquierda. Era el día 9.
Al conocer Franco la pasividad del Ejército ante tanta
barbarie, se lo reprocha al gobernador militar de la ciudad
andaluza.
—Me han dado órdenes de no intervenir —murmura el
- 67 -
tracto este programa de acción: Desarme del capitalismo,
empezando por servirse del Ejército, hasta vencer a la bur
guesía y luego, dominada ésta, disolver los institutos milita
res para entregar sus armas a las comunas (...). La sociedad
nueva se organizará aboliendo la propiedad privada, el Es
tado, el principio de autoridad y las clases sociales (...). Se
proclama el amor libre, la educación sexual, que habrá de
iniciarse desde la escuela y la aplicación de métodos para la
selección de la especie (...). Se enseñará ya en la escuela la
teoría de la inexistencia de Dios. (Publicado en la Historia
del anarquismo español, de Eduardo Comín Colomer).
El día 5 de abril, José Díaz, secretario general del partido
comunista, habla en Cartagena: «Hay que constituir las
alianzas obreras a fin de que sean verdaderos órganos revo
lucionarios capaces de jugar en España el papel que los
soviets jugaron en Rusia».
Alcalá Zamora abandona la presidencia de la República
ei ~ de abril y le sucede Azaña.
El 16 de abril, arrecia la lucha dialéctica contra la Igle
sia. La publicación Solidaridad Obrera escribe: «La Iglesia
debe ser aplastada».
El día 10 de abril, Largo Caballero, en un mitin celebra
do en el Cinema Europa, de Madrid, peroraba: «Hay que ir
a una reorganización del Ejército, de tal embergadura que
será preciso que los generales se conviertan en cabos y los
.abos en generales». Y José Díaz proponía en la misma
reunión: «Hay que constituir una sola milicia proletaria,
.jue será el embrión del Ejército rojo cuando la revolución
triunfe en España, para reemplazar al Estado presente en el
momento que lo derribemos...»
En la segunda quincena de abril, el Servicio de Informa
ción militar consigue circulares del partido comunista, so
bre la estrategia a seguir por sus células en el momento del
golpe de fuerza que intentaban realizar, para erradicar a
todo elemento de derechas de cualquier zona de influencia o
poder en la República. Y no era ningún espejismo, porque
el J de mayo desfilaron en Madrid exhibiendo sus efectivos.
I>os jefes del Ejército y los líderes de la derecha descubren
que la revolución que preconiza la izquierda explotará el 29
de julio o el 1 de agosto. A su vez, la izquierda se teme,
igualmente, que los militares urden alguna conjura contra
el Gobierno. Indalecio Prieto, al tiempo que se hace eco de
ese temor en su discurso del 1 de mayo, teje en honor a
Franco uno de los párrafos más elogiosos que le han dedica
do sus enemigos entre frases de singular admiración. He
aquí algunas:
«No he de decir ni media palabra en menoscabo de la
figura de tan ilustre militar. Le he conocido de cerca. Le he
visto pelear en Africa, y para mí el General Franco llega a
la fórmula suprema del valor... Tengo que rendir este ho
menaje a la verdad...»
«El General Franco, por su juventud, por sus dotes, p o r
la red de sus amistades en el Ejército, es hombre que, en
momento dado, puede acaudillar con el máximo de proba
bilidades —todas las que se derivan de su prestigio perso
nal— un movimiento de este género».
Y más adelante le llama repetidamente «caudillo».
No tardando mucho, el diario marxista Mundo Obrero,
refiriéndose al teniente coronel Yagüe, decía: «Las masas
trabajadoras del país piden y exigen la prisión de ese verdu
go del pueblo, enemigo declarado del régimen republica
no...»
El 4 de mayo, José Antonio escribe una carta al Ejército
invitándole a la rebeldía armada contra el Gobierno, advir
tiéndole del peligro que corría España de perder su identi
dad e independencia. En esta carta, para estimularle, cita a
Spengler que afirmaba: «A última hora siempre ha sido un
pelotón de soldados el que ha salvado la civilización».
VOCES REPUBLICANAS CLAMAN
POR LA DICTADURA
Media España mira con odio a muerte a la otra media
España. La venganza se enseñorea de la calle. La justicia
rueda por los suelos. Manda la tiranía de los partidos. Tan
ta y tan brutal es la agresividad que se palpa que hasta los
elementos más inteligentes y moderados de todas las iz
quierdas suplican, junto con todos los de derechas, que se
imponga la dictadura o «un gobierno de plenos poderes».
-69 -
«Vivimos, es cierto, en una intensísima guerra civil. Me
asusta la barbarie existente, la deploro...» lamentaba públi
camente el señor Briones en el Coliseo Albia, de Bilbao, el
24 de mayo.
*La única posibilidad de salvación de esta República
—gritaba Miguel Maura, uno de los más destacados padres
de la República— está en una dictadura nacional. O dicta
dura o guerra civil».
«Un gobierno de plenos poderes. Un gobierno fuerte, in
tegrado también por personalidades de significación dife
rente del campo de las izquierdas», se vuelve a propugnar
en El Liberal del País Vasco, el (tía 7 de junio.
Los periódico* La Libertad, el 10 y el 28 de junio y el
Independiente A hora, del día 11, abundan de forma expre
sa en lo mismo.
E l la reunión que celebran el día 11 los diputados de
Unión Republicana de Izquierda tratan ampliamente el te
ma. y se muestran favorables a una dictadura nacional.
Esta conclusión se la transmiten al presidente del Consejo,
Casares Quiroga. Pero Casares no quiere complicaciones.
Es más cómodo dejar discurrir libremente, al azar, las aguas
sucias de ia subversión, corrompiendo la piel de toro. Se
gnora ia causa por la que este político flirtea por su inhibi
ción con la demagogia de Largo Caballero. Casares es de
Centre Largo es jefe del extremismo socialista impaciente
cor 'a implantación de la dictadura del proletariado.
Para Largo Caballero, todo lo que sirve para aplastar a
la derecha es bueno. Todo lo que obstaculiza su revolución
es malo. Y no se recata en proclamarlo en el cine Europa,
de Madrid, el 7 de junio; y, el 14, en un mitin en Oviedo; y,
el 22. en Barcelona; y el...
Jamás ha conocido nuestro país una situación tan irasci
ble y fácil a la violencia sobre las personas como ahora»,
reconocía el diario republicano El Sol el 23 de junio.
El mismo día 23, en El Sol, publicaba Miguel Maura,
prohombre, como hemos dicho, de la República, un artículo
titulado "Nos equivocamos» en el que no vacilaba en defen
der, como único remedio de los males del país, una dicta
dura republicana «La indisciplina nacional es ya insoporta-
ble; el poder público es ya impotente para dominarla» con
fesaba.
Y el 25 insistía Maura de nuevo en El Sol:
«Un ambiente de congoja atenaza hoy el espíritu de to
dos los españoles, que no quieren verse envueltos en el re
molino de la barbarie anarquista. El todo menos esto, que
es la última expresión de la repulsa a un estado de cosas y a
una política, está hoy en labios de la inmensa mayoría de
las gentes, incluso en aquellas de izquierdas que pusieron
toda su ilusión en el triunfo del 16 de febrero... La ruina
irreparable de la economía y el colapso de la Hacienda del
Estado se ven en proximidad aterradora».
«El panorama era desolador —apuntaría posteriormente
Gil Robles, testigo cualificado de la época—. La verdad es
que iba arraigando en casi todos la convicción de que no
quedaba otro camino que la dictadura para poner coto a la
anarquía que nos desangraba».
Y Ortega y Gasset continuaría diciendo: «No es esto, no
es esto», «La República no es esto».
Ante tal situación, Franco se dirige epistolarmente a Ca
sares, en aquella fecha, ministro de la Guerra, previniéndo
le de la hecatombe bélica que se puede desencadenar si no
activa los medios precisos para evitarlo. Mas Casares Quiro-
ga da la callada por respuesta. Franco se esfuerza hasta el
máximum por alejar la tragedia dentro de la legalidad repu
blicana. Los políticos, sin embargo...
La violencia y el terrorismo no ceden. Al contrario, cada
día toman más auge. Los testimonios son innumerables. Pa
rece que la insensatez y la locura se han enseñoreado del
triste horizonte español, que desemboca en el asesinato de
don José Calvo Sotelo el día 13 de Julio, en plena noche, a
las tres de la madrugada.
El asesinato de Calvo Sotelo, ejecutado por agentes de la
autoridad y a instancias del propio Gobierno, ha convertido
al propio Gobierdo en una banda de asesinos. Este escánda
lo conmueve la geografía universal. Era la primera vez que,
en un país de occidente, el jefe de la oposición parlam enta
ria era sacado de su domicilio y asesinado por oficiales uni
formados del orden público y en nombre del Gobierno.
- 71 -
El mismo Pío Baroja, aunque agnóstico y poco monárqui
co, justificará el Alzamiento en un artículo aparecido en
«La Nación», periódico de Buenos Aires, Argentina, el 19 de
septiembre de 1936, bajo el título «Los errores de la políti
ca republicana española». En él confesaba: «La Repúbli
ca española ha vivido en plena dictadura, en pleno des
potismo y en plena arbitrariedad. Asi es que comprendo y
aplaudo todo alzamiento contra ella».
Con el tiempo se leería en un editorial de «ABC», el 1 de
abril de 1979, titulado «A los cuarenta años»: «No llegare
mos a un definitivo entendimiento de nuestra última guerra
civil hasta que no admitamos que fue absolutamente, la
mentablemente necesaria. Una nación no puede vivir some
tida a las tensiones que crispaban la vida española de
1936... En fecha reciente, Claudio Sánchez Albornoz car
gaba a la cuenta del socialista Largo Caballero toda la res
ponsabilidad del conflicto. Responsabilidad que Salvador
de Madariaga retrotraía a noviembre de 1933, fecha en que
el socialismo no quiso aceptar democráticamente la victoria
electoral de la derecha gilroblista, y que en octubre de 1934
había provocado la cruel sublevación de Asturias».
El político ruso Kerenski llegará a declarar: «Yo acuso a
Largo Caballero más bien que a Franco de haber desenca
denado la guerra divil».
El comandante del ejército del Frente Popular, Segismun
do Casado, escribiría: «La culpa de la guerra es de Azaña».
El Gobierno lo ha perdido todo. Todo en él está corrom
pido. Ya no merece ninguna obediencia. El propio Gobier
no ha hecho saltar en astillas la débil sombra de democracia
que todavía podía quedar en España. Se había legitimado el
derecho y el deber de abatir a dicho Gobierno.
Toda la derecha en pleno clama venganza contra tanto
envilecimiento. Franco con el Ejército del Sur se levanta en
armas contra el Gobierno de la República. El General Mo
la, en el Norte. Otros militares ilustres en sus respectivos
territorios ...
Media España declara la guerra total, definitiva, sin cuar
tel, a la otra media España. Lucharán a muerte los que vocl·
fejan «muera España» y maldicen a Dios contra los que vocl·
72 -
feran «viva España» y bendicen a Dios.
Dios y España son las piedras angulares de la patria. Es
tas piedras van a servir para elevar y salvar a unos y para
tropezar y estrellarse a otros. Dios y España, los ideales de
Franco.
- 73 -
LA CRUZADA
LMQH
ZAMOKfi*/
AV<Pk> /-ü ä a ■ - « i
S á L ti^ S ^ y ij
£jur>.
HUELVA
VILLA
A la llamada de
Franco para salvar a
la Patria acudió
infinidad de españoles
enrolándose en las
filas del Ejército, en
las banderas de
Falange o en los tercios
del Requeté, como
refleja Sáenz de
Tejada en este dibujo
en el que aparecen
hasta tres
generaciones de una
misma familia navarra.
Y acuden con signos
religiosos.
que cueste», esperan vencer.
Por fin, la guerra o, mejor, la cruzada estalla en todos los
frentes.
Las palabras de Francisco Franco en menstúes У discur
sos rezuman optimismo y certeza absoluta en la victoria.
«Fe ciega, no dudar nuca», repite constantemente.
- 78 -
similares sobre «la llegada del General Franco, insigne cau
dillo del movimiento salvador de la Patria».
La prensa extranjera, como Le Journal, tam bién reconoce
a Franco como «Jefe del movimiento insurreccional espa
ñol».
En todas la naciones, como en Alemania por despachos
de su cónsul en Tetuán, igualm ente, se subraya que «el Jefe
del movimiento es el General Franco».
Con estos testimonios y otros muchos que podemos ad u
cir, inferimos que la vox pópuli, la voz del pueblo, ha co
menzado a proclam ar ya a Francisco Franco Bahamonde
como el indiscutible Caudillo de España, de la nueva E spa
ña.
Consigue del G ran Visir la incorporación de marroquíes
al Ejército Nacional, y así dispone de los aguerridos mozos
de las tribus más valientes del Norte de Africa.
Son expresivas las frases con que el Caid Solimán el Jata-
bi le ofrece sus hombres: «Al glorioso héroe, tan afortunado
de mano, alma y corazón, al General Franco: ¡Qué las ben
diciones divinas sean sobre tí y los que contigo combaten en
la buena senda! Nosotros deseamos ayudar a España con
nuestras personas, nuestros hijos, nuestros hermanos y nu
estras haciendas para conseguir que España vuelva a ser lo
que era... Ya veréis como a nuestros heroicos soldados no
les importa la muerte. Nuestras plegarias a Alá, Dios Altísi
mo, os acompañarán siempre»...
Es curioso el detalle de cómo por Franco y su nobilísima
empresa se elevarán plegarias con intenso fervor en las mez
quitas mahometanas lo mismo que en los templos cristianos
al Dios de las Victorias.
El día 1 de agosto, Franco firma su primera orden en
calidad de Jefe del Ejército de Africa y Sur de España. El
fin de la misma es decidir la marcha sobre M adrid. R epare
mos en sus sentimientos firmes y a la par humanitarios:
... «Es imprescindible una disciplina total en el fuego —or
dena—. En cuanto a la reducción de focos rebeldes, se
efectuará con energía, excluyendo la crueldad, respetando en
absoluto a ¡as mujeres y niños y evitando toda clase de
razzias».
- 79 -
Franco juzga ya apremiante el paso por el Estrecho del
convoy que le viene obsesionando. Los expertos se lo desa
consejan porque la escuadra y la aviación enemigas dominan
mar y aire. Pero a España le urge y decreta el paso para el día
5 de agosto.
El día 5 de agosto es la fiesta de la Virgen de Africa. Ante
Ella se había postrado reiteradamente para suplicarla su
protección. Y el día 5, con rápidos combates de barcos y
aviones de uno y otro lado, el convoy desembarca en Algeci-
ras con más de 2.000 soldados, entre Regulares, Legionarios
e Ingenieros; seis baterías, dos millones de cartuchos, doce
toneladas de dinamita y 3.000 proyectiles de artillería. Una
vez que Franco contempló la culminación laboriosa pero feliz
de la travesía, todos los historiadores están conformes en que
se encaminó al santuario de la Virgen de Africa para agrade
cerla su intercesión. Este es el convoy que se llamará el
Convoy de la Victoria.
Día o de agosto. Es curiosa la coincidencia de tres alocu
ciones dirigidas a los españoles en este mismo día.
La primera alocución es de la Iglesia. Nada menos que dos
obispos vasco-navarros, don Marcelino Olaechea y don M a
reo Múgica definen como Cruzada a la guerra civil.
En e¡ fondo del movimiento cívico-militar de nuestro país
—afirman— laten juntos, con el amor de Patria, en sus
varios matices, el amor tradicional a nuestra religión sacro-
■·antu... Habéis hecho a Dios la ofrenda de docenas de miles
de vidas. Muchas de ellas han sucumbido ya. Vasconia y
Navarra llevan la marca gloriosa de la sangre derramada por
Dios*... Y reprochan la conducta de los que se llaman católi
cos y no colaboran con Franco, la opinión de los dos obispos
causa gran consternación entre sus diocesanos y muchos de
estos giran a favor de la causa nacional.
La segunda alocucioñ es del Gobierno de la República por
medio de Indalecio Prieto. Este líder socialista pide al pueblo
que no se deje engañar por las promesas de los rebeldes. Y
pide al Ejército Nacional que se rinda, que desista en su
oposición porque en la España republicana, en manos de los
proletarios, estaban los arsenales más poderosos de la gue
rra. estaban las riquezas y el aparato del Estado, ellos po
seían todo el oro de España, y porque, como ellos eran los
más ricos, ellos al fin vencerían.
La tercera alocución es de Franco. El caudillo de la Espa
ña sublevada, tras diversas formulaciones y exhortaciones,
invoca la fe en la victoria que empuja a los nacionales,
constatando que a ellos les am para toda la razón y, de alguna
manera, pide al Gobierno que se rinda, porque al fin vencerá
la fe al dinero.
FRANCO EN SEVILLA
-81 -
los ojos de los presentes al contemplar la bandera roja y
gualda elevándose en su mástil bajo el cielo andaluz de un
azul impoluto.
Presiden el acontecimiento con Franco los generales Mi-
Uán Astray y Queipo de Llano, acompañados por el Cardenal
Ilundain. Es el primer prelado de la Iglesia que aparece
junto a Franco.
El inmenso gentío pide con insistencia que Franco les
dirija la palabra. «Y el General valeroso —escribe ABC—
acercándose a los altavoces, dyo: Sevillanos, ya tenéis aquí la
gloriosa bandera española. Ya es vuestra... Cuando se ha
pasado toda una vida con una enseña, con una religión y con
un ideal, eso no se puede destruir, eso no puede variarse
porque sería lo mismo que si quisiéramos quitar a Dios de
los altares»...
Seguidamente —continúa ABC— todo el público que
llenaba la plaza prorrumpió en las siguientes exclamacio
nes Franco'!';;¡Franco!!! ¡¡¡Franco!!! queriendo signifi-
. ar :on ello su homenaje al ilustre caudillo militar, salvador
de España y fundador de una nueva patria mejor».
Observ a Ricardo de la Cierva en su obra FRANCO que, a
pamr de este discurso, «van intensificándose, concretándose
as alusiones religiosas en los discursos y declaraciones de
Franco en estas semanas siguientes a la declaración conjunta
<ie los obispos del país vasco-navarro».
El día 16, Franco vuela a Burgos para entrevistarse con
Mola y los otros generales de la Junta de Defensa formada
allí días antes. Tal era su fama que su paso por las calles de
la vieja ciudad del Cid fue vitoreado con entusiasmo deliran
te por multitudes que en su figura admiraban al «Salvador de
España». En Burgos tampoco faltó a misa.
El informador alemán Seyal, al remitir a su Gobierno las
noticias españolas, le participa los amistosos lazos que unen
a los generales del Ejército nacional, principalmente a Mola
y a Franco, para concluir diciendo: *De todas formas el
Comandante en Jefe es Franco».
El Comandante en Jefe regresa a Sevilla. Imparte instruc
ciones sobre la defensa de todo lo conquistado. Ultima de
talles. informa para la prensa nacional y extranjera. Envía
mensajes y víveres a los heroicos defensores del santuario de
Santa María de la Cabeza y del Alcázar de Toledo por
medio de la aviación. Y entretanto sus tropas avanzan victo
riosas, vía Badajoz y Cáceres, cam ino del Alcázar de T oledo
y de Madrid.
El 25 de agosto se despide de Andalucía ante una concen
tración enorme de personas en la que destaca el colorido de
la infinidad de muchachos de Falange E spañola que han
- 83 -
acudido. Debió ser conmovedor para el eminente militar
escuchar a aquellos chavales el «Cara al sol». Cómo sonrei
ría sintiendo en el alma el aliento imperioso de aquellos
adolescentes y niños que en él depositan su esperanza, su
porvenir, su futuro, y le empujan a vencer «cueste lo que
cueste». Aquel discurso le corona Franco con el grito de
José Antonio, que ya será el broche de oro con que cierre la
mayoría de sus alocuciones públicas: «¡Arriba España!»
FRANCO EN CACERES
- 85 -
Y es curioso que mientras la prensa nacional publica
fríamente la noticia del fervor del Papa por la causa de
Franco, la prensa republicana reacciona con artículos que
rezuman odio satánico. Para ella ha sido un golpe bajo. Por
ti temor fundado a crueles venganzas en los católicos que
conviven a la fuerza con los rojos, los jefes del Alzamiento y
sus periodistas no revelan interés alguno por incorporar la
diplomacia pontificia en su defensa. Cautela y prudencia
que muchos historiadores desgraciados, incluso católicos y re
ligiosos, no sabrían ni agradecer ni capitalizar como un
tanto muy honroso para ellos.
A la España nacional no la coge de improviso que Pío XI
la bendiga. Y si Francisco Franco Bahamonde es su primer
salvador, el Moisés elegido por Dios para liberar a su pue-
blo de la tiranía y esclavitud de la República, justo era que
para Franco fuera la evocación más agradecida del Sumo
Pontífice de la Cristiandad.
LA PERSECUCION A LA IGLESIA
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Abajo, dibujo en el
que destacan un
conservador, un
sacerdote, un
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Semana Trágica
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- 93 -
lanzan a la lucha al grito de “ ¡Viva Cristo Rey!”».
No es extraño, por lo mismo, que el Papa Pío XI anhele y
suplique vivamente la victoria para Franco.
- 95 -
rezaba a diario el rosario ante una imagen de la Inmacu
lada.
Justamente, el día 18 de septiembre, una granada de
mano desgarró el brazo izquierdo de Antonio Rivera. Sufrió
la amputación del brazo sin más consuelo y anestesia que el
crucifijo v el rosario que apretaba su mano derecha. Frase
su va a los compañeros era "tirad, pero tirad sin odio».
Cuando falleció a causa de las heridas recibidas en el ase
dio. sus últimas palabras fueron: «¡Viva Cristo Rey!». En la
historia se le conoce ya por «El Angel del Alcázar». En
1%2. la Iglesia empezó a tramitar su causa de beatifica
ción.
ir a s reñidísimos combates, las tropas nacionales a las ór
denes del bilaureado General Varela y las marroquíes al
m ando de El Miz/ian. por fin. entran victoriosas en la im
perial Toiedo y liberan ei Alcázar. Era el 27 de septiembre.
Había culminado una de las epopeyas más grandiosas .de la
Cruzada de Liberación y de la Historia Universal. Dentro
de la acrópolis había muerto el 59% de sus defensores.
Los ejércitos de la República habían sufrido una derrota
terrible. Los 11.000 soldados republicanos y los miles de
anarquistas de Largo Caballero huyeron por las puertas tra
seras de las murallas a la desbandada. La humillación de la
República Española era indescriptible. Su venganza no se
haría esperar y una vez más se revestiría de crueldad inau
dita contra las gentes de derechas que no podían escapar de
\u 7n n 3 m i a.
Mientras, las campanas de todos los templos de la Espa
ña liberada repican incansables su júbilo por la ansiada
victoria. En Cáceres las masas populares se echan a la calle
para aclamar a Franco, que tuvo que salir varias veces al
balcón del palacio en que se alojaba. Y en todas las demás
ciudades las manifestaciones de gozo son igualmente impre
sionantes.
El 29 de septiembre, acompañado de Millán Astray,
Franco se traslada al legendario Alcázar. Aquel encuentro
alcanza los grados de la más alta emoción. Es como uno de
esos momentos estelares que no se olvidan jamás en la his-
«La liberación del Alcázar —confiesa Franco entusias
mado— es lo que he deseado más ardientemente en toda mi
vida. Ahora la guerra está ganada.»
Durante los dos meses y medio que la provincia de Tole
do permaneció bajo el dominio rojo, fueron inmolados en
una carnicería espantosa 266 sacerdotes, muchos frailes y
monjas e infinidad de seglares católicos. El proceso de ca
nonización de muchos de estos mártires se inició solemne
mente en 1962 y 1963, pasando poco después a Roma. Por
;sta causa si la justicia y la razón estaban a favor de las
fuerzas nacionales, éstas ya cuentan asimismo con una le
gión de intercesores en el cielo que les conseguirán con toda
verdad el triunfo definitivo y total de sus armas.
- 99 -
egregios del Alzamiento. Esta Junta Nacional de Defensa es
la única representante del Patriótico Alzamiento. Y su pre
sidente es, precisamente, el general más antiguo, don Mi
guel Cabanellas, republicano y masón. Por lo tanto, radi
calmente, opuesto a Franco que es monárquico y religioso.
Pero a los que une, a pesar de todo, el deseo de ver a,
España UNA, GRANDE Y LIBRE. Unidad, grandeza y
libertad que los políticos de la época estaban destruyendo.
Sin embargo, los miembros de la Junta insisten en la
necesidad de la designación de un Jefe único en el que sea
más idóneo, Se reúnen, opinan, deliberan, discuten, argu
mentan hasta que al fin —afirma el jefe de la Aviación
Nacional. Kindelán,— el oro más puro del patriotismo y del
Jesmteres brilló en todos los presentes». Cabanellas cede y
aprueba que Franco sea nombrado Jefe del Estado y Gene
ralísimo de los Ejércitos. Así lo confirma en el decreto 138
que se publica en el Boletín Oficial número 32, de 30 de
septiembre. Y consta de cinco artículos.
El decreto dice así:
«La Junta de Defensa Nacional, creada por decreto de
veinticuatro de Julio de mil novecientos treinta y seis y el
régimen provisional de mandos combinados respondían a
las más apremiantes necesidades de la liberación de Es
paña.
.. Razones de todo linaje señalan la alta conveniencia de
concertar en un solo poder todos aquellos que han de
conducir a la victoria final y al establecimiento, consolida-
ción y desarrollo del nuevo Estado, con la asistencia fervo
rosa de la Nación.
En consideración a los motivos expuestos, y segura de
interpretar el verdadero sentir nacional, esta Junta, al ser
vicio de España, promulga el siguiente
DECRETO
Artículo primero. En cumplimiento del acuerdo adoptado
por la Junta Nacional, se nombra jefe del Gobierno del
Estado español al excelentísimo señor general de división
don Francisco Franco Bahamonde, quien asumirá todos los
poderes del nuevo Estado.
Artículo segundo Se le nombra asimismo Generalísimo
de las fuerzas nacionales de tierra, m ar y aire, y se le confie
re el cargo de general jefe de los ejércitos de operaciones».
Y se señala el día 1 de octubre para la solemne investidu
ra oficial del nuevo y joven Jefe del Estado en el salón del
trono de la Capitanía General de Burgos.
Día 1 de octubre. Burgos recobra el esplendor de los m e
jores tiempos de su historia. Torna a ser la Caput Castellae,
cabeza de Castilla y, en esta ocasión, corazón de la España
de siempre. Las calles y plazas se visten de gala. Colgaduras
en todos los balcones y guirnaldas en las fachadas. Repican
las campanas de todas las torres y espadañas. Burgos en
pleno, en masa, se congrega en la plaza de Alonso Martí
nez, que preside la fachada del palacio de la Capitanía
General, para recibir, vitorear, aplaudir, a los «caudillos del
Movimiento» y, singularmente, al Caudillo p o r antonoma
sia.
«Vivas estruendosos —es la reseña de la prensa— y esten
tóreas aclamaciones al Jefe del Estado Español», es el salu
do que le tributan las multitudes enardecidas.
La ceremonia de investidura de poderes se desarrolla se
gún lo previsto. Primeramente se lee el Decreto de la Junta
de Defensa. Luego habla el General Cabanellas. Su alocu
ción es muy breve. Lo suficiente para conferir todos los po
deres de la Junta de Defensa al hombre predestinado: «por
que se vinculan en Vos todas las virtudes y energías de la
raza» y para felicitarle con el grito que alienta la grandiosa
empresa: «¡ Viva España!, ¡ Viva España!, ¡ Viva el Jefe del
Gobierno del Estado Español!».
La contestación de Francisco Franco Bahamonde, ya Jete
del Estado Español y Generalísimo de los Ejércitos, es
igualmente muy breve. Lo suficiente para recordar la razón
de ser de la sublevación y aceptar los poderes del nuevo
Estado, prometiendo: «Mi paso será firme, mi pulso no
temblará y yo procuraré alzar a España al puesto que le
corresponde conforme a su historia... o moriré en mi em
peño».
A continuación, cubierto por los generales que le habían
entregado el mando supremo, Franco recibe el homenaje de
las personalidades asistentes.
- 101 -
El Caudillo, acompañado por la Junta de Defensa Nacional, recibe en
Burgos «/ homenaje de las autoridades civiles y de la ciudad entera
- 103 -
LA IGLESIA OBSEQUIA A FRANCO
- 105 -
La doctrina clásica y tradicional de la Iglesia aprueban y
aplauden el Movimiento Nacional. De ahí que Franco haga
suyas estas doctrinas y cuantas emanasen del magisterio
ordinario de la madre Iglesia.
Afortunadamente, la Iglesia docente, los prelados, y la
Iglesia discente, los fíeles, los creyentes de la base, el pue
blo, por vez primera, después de muchos años, pueden
identificarse con el Jefe del Estado que les gobierna y repre
senta y le reconocen como propio. No lo sienten ni distinto
ni distante. A Franco lo aprecian y perciben como a todo un
gran hombre que es suyo, muy suyo, por la perfecta comu
nión de ideas religiosas, morales, politicas, sociales, cultu
rales que les vinculan mutuamente.
De la comunión con los obispos de España se apartará
solamente el cardenal de Tarragona, al que se unirá des
pués con suma discrección el obispo de Vitoria.
LA RELIGIOSIDAD DE FRANCO
La religiosidad de Franco se funda, como la de la inmen
sa mayoría de los españoles, en el testimonio vivencial reci
bido de los usos y costumbres de su pueblo, de su familia y,
principalmente, del abuelo materno y de su madre. La estu
dió en el catecismo y en la Historia de España, en la cual,
como afirmaría José Antonio «la religión católica es clave de
los mejores arcos de nuestra historia». Posteriormente enri
queció su religiosidad con la lectura de antologías de los
célebres pensadores del siglo pasado: Donoso Cortés, Bal-
mes. Aparisi, Menéndez y Pelayo, Vázquez de M ella... y
con cuanto escucha en la predicación de sacerdotes y reli
giosos. Hombres todos estos a los que después se les tildaría
de extrema de recría, porque ellos, al exponer la doctrina de
]a Iglesia, lo harían con el orgullo de que esta doctrina había
sido inspiración, luz y fuerza de las memorables empresas
llevadas a cabo en España desde los tiempos apostólicos.
Por todo lo cual en nuestra patria lo cristiano y lo español
se habían fusionado como eslabones de una misma cadena.
Era lo que, de 1970 en adelante, algunos escritores y políti
cos demagogos iban a llamar en son de burla el Nacional-
Catolicismo.
La religiosidad de Franco está tan mezclada con la de la
gente de su época que cuando mi madre, mujer del pueblo,
de profesión «sus labores» —vaya a título anecdótico— , a
sus sesenta años, ve a Franco en la televisión que se santi
guaba como se santiguaba ella, esto es, haciendo con los
dedos pulgar e índice la cruz que se besaba al terminar,
exclamó entusiasmada: «Mira a Franco, se santigua lo mis
mo que yo».
Y este es el pueblo español que anhelaba la Jefatura del
Estado para Francisco Franco Bahamonde, y lo aclamó co
mo al hombre puesto por Dios para que lo salvase. Así lo
pregona también la Jerarquía de la Iglesia. Y los obispos
hablan en el nombre de Dios. Estos obispos y este pueblo,
sencillo y respetuoso, forman la Iglesia de España, la Iglesia
del Nacional-Catolicismo, la única que existe.
Esta es la Iglesia católica, apostólica, romana de Espa
ña, la que procede de Santiago, la de los mártires de las
persecuciones romanas, la de los concilios de Toledo, la de
los santos y sabios teólogos de la Edad Media y del Siglo de
Oro, la de los evangelizadores del Nuevo Mundo, la de la
«Patria de María», la defensora de la Inmaculada Concep
ción, la del Reino del Corazón de Jesús, la de...
Esta es la Iglesia de Franco y Franco es el hombre de esta
Iglesia. Es la Iglesia que, desde que se instaló la República,
estaba recibiendo el azote de la persecución y, ahora, se
está poblando de héroes y mártires, a la par que colabora
con su Caudillo en la cruzada emprendida por él para de
fender los derechos de la Cruz en España. Esta es la Iglesia
que le permanecerá siempre agradecida y fiel con sus ora
ciones y con su trabajo.
Franco empieza a tomar conciencia de que está sirviendo
como instrumento de la Providencia a la mayor gloria de
Dios y de la Patria y, cuando llegue el caso, no se avergonza
rá de reconocerlo.
A un corresponsal de la Jerarquía católica americana le
hará las siguientes declaraciones:
«Yo conocía los terribles manejos del comunismo interna
cional contra España... La gente cree que estamos haciendo
- 107 -
una guerra nada más; pero estamos haciendo una revolu
ción que se inspira en las enseñanzas de la Iglesia Católi
ca. .. Restauraremos los templos, cuidaremos de que no fal
ten medios al clero... En España no harán falta universida
des católicas, porque todas las universidades serán católi
cas... Los españoles de carrera no tenemos suficiente cul
tura religiosa».
- 109 -
consigan huir para darse buena vida a costa de ios millones
que han robado a España»...
- 1 1 1 -
obispos. La Iglesia de España deberá sentirse orgulloso de
su Caudillo. Será una bendición de Dios para la Patria.
—Me encanta su opinión. ¿Pero qué pensará de la ejecu
ción de estos sacerdotes vascos por las fuerzas nacionales?
—interroga con preocupación.
—El apasionamiento por su tierra les habrá arrastrado a
delinquir gravemente.
— Aunque así sea. Son sacerdotes. Y la jurisdición sobre
ellos la tenemos nosotros.
—Es verdad. Mas eso ¿no lo ignorarán los seglares? No
se puede jugar con los sentimientos e ideales de los milita
res, singularmente en estos momentos en que cualquier
atentado contra la unidad de la Patria o contra la colabora
ción que exige el Levantamiento les hiere en lo más vivo de
su ser No obstante, yo espero que Franco decida mañana
conforme al elevado concepto que nos inspira. Debemos
orar mucho para que Dios le ilumine y acierte en sus jui
cios. A nosotros, a los obispos y sacerdotes, eso es lo que
nos pide. Confiemos en el alcance de la oración. Franco es
muy buen cristiano.
El 26 de octubre, Gomá se entrevista por vez primera con
Franco y sale gratísimamente impresionado de la atención
con que le ha escuchado y de la prudencia y sensatez con
que le ha respondido. Se han confirmado los elogiosos con
ceptos vertidos por el obispo salmantino.
El Generalísimo —escribe Anastasio Granados en su li
bro El Cardenal Gomá, Primado de España " — contestó:
Tenga Su Eminencia la seguridad de que esto queda corta
do inmediatamente” . Aseguró al Cardenal que no tenia co
nocimiento alguno del caso»...
Y no tardó mucho en saber Gomá que se habían formu
lado órdenes rápidas y enérgicas para que no se repitiera lo
ocurrido, como así fue.
Franco se había ganado al prelado más influyente del
episcopado español. Su personalidad era reconocida en todo
el orbe católico. Había sido uno de los diez teólogos desig
nados por la Santa Sede para el estudio de cierta ponencia
sobre la Virgen. Sus intervenciones en congresos nacionales
e internacionales eran muy estimadas. Sus escritos, que pa-
ra esas fechas pasan de los doscientos, son fuentes de luz
sobre los tem as que to ca. Se llegó a decir de él: «Todo lo
que G om á toca lo agota». Y este Príncipe de la Iglesia,
Cardenal Prim ado de E sp a ñ a , llegará a expresarse respecto
de la C ruzada española con el m ism o interés que pudiera
resplandecer en F ra n co o en cualquier otro G eneral de las
fuerzas nacionales. Pero conste que G om á tam bién se h abía
ganado al Jefe del E stad o.
M ientras, había sido liberada Oviedo el 17 de octubre,
dando ocasión a adm irables ejemplos de heroísm o, y las
tropas del Sur avanzaban triunfalm ente h acia M adrid. Se
enfrentan ahora con el E jército Rojo que ap arece p ertrech a
do con el auxilio de tanques y aviones rusos. Los aviones
conocidos por los C hatos, los K atiu sca y N atach a. M as no
importa. E l Ejército N acional sigue adelante.
EL G O BIER N O Y E L E JE R C IT O R E P U B L IC A N O S EN
O C T U BR E
- 115 -
Y he aquí que contemplamos al Gobierno de la Repúbli
ca, a su Ejército y a los responsables de los partidos de
izquierdas, a todo el Frente Popular, de rodillas, con la
cabeza inclinada y los brazos tendidos mendigando en las
cancillerías de las naciones, sobre todo de Rusia, tanques,
añones, bombas... todo lo que sea para aplastar a la otra
media España, la conservadora, la católica, la de derechas,
que no se resigna a morir. Ellos, en pago, les entregarán
España entera si es preciso.
Europa se conmueve ante el lamento de la España postra
da y se entusiasma ante la oferta. Singularmente, la URSS,
Rusia L¿ URSS mide con astucia toda la trascendencia de
'.i oportunidad. Brinda a la izquierda española su mano
poderosa y. en pago, exige cuanto la pequeña República de
España atesora de muchos años de historia y ahorro patrio,
críraáo en todo el oro que se guarda en el Banco de España.
Todo esto amen de una injerencia audaz por demás en el
gobierno de la nación.
La URSS se dispone a colonizar de lleno a España. Espa
ña es lo más codiciable que Rusia anhela poseer en el Occi
dente. Con una bota en Moscú y la otra en Madrid se
convertiría en el Coloso de Rodas que dominase Europa.
Y tal dosis de loco servilismo alcanza la sumisión de las
izquierdas al imperio soviético que, en sus manifestaciones
callejeras, por ejemplo, en Madrid, exclaman: «Viva
Rusia«, «Muera España», «Viva Stalin», «Muera Dios»...,
mientras enormes fotografías de los nuevos «zares» rusos
campean ostentosamente ante monumentos y en los puntos
más visibles de la capital.
Una prueba de nuestra afirmación es que, en abril de
1938, Rusia ordenará a Negrín relevar del ministerio de la
Guerra al socialista Prieto por el comunista Alvarez del
Valió, y Negrín, como el más obediente feligrés, lo ejecuta
rá. Su cometido iba a, ser el de prolongar la guerra hasta
empalmarla con la europea que se presentía próxima. Y
encima un periódico de Madrid comentaría muy agradeci
do: «La guerra continúa en España gracias a la Unión de
las Repúblicas Socialistas, la* URSS».
El plenipontenciario alemán en la zona republicana,
STALIN
- 117 -
sería jefe del partido comunista de Italia; Augusto Lecoeur,
André Marty, Ladislas Rajk, Pietro Nenni y tantos otros que
desempeñarían papeles importantes en la Europa sovietiza-
da de la postguerra. Todos vienen a luchar contra Franco y
Franco a todos los vencerá y les hará huir de España.
- 119 -
también Jefe de los Ejércitos Rojos.
El político ruso Kerenski que viene observando la actu a
ción de este hombre, en un arranque de sinceridad, declaró:
Yo acuso a Largo Caballero más bien que a Franco de
haber desencadenado la guerra civil·.
A /aña, tan inutilizado se encuentra entonces en M adrid y
expuesto a lo peor que, con varios ministros, huye a Valen
cia el 19 de octubre. No sabemos si huye por miedo a las
tropas de Franco que están cerca de Madrid o a los seguido
res de Largo Caballero. El caso es que llegaría a exclam ar:
«Prefiero a Franco a una República tan ingobernable». Pero
para Azaña es tarde. Su «ángel de la guarda» le impide
rectificar. En más de una ocasión había contado, sarcástico
y blasfemo, que «su ángel de la guarda» era «el ángel de la
soberbia», esto es, el mismo demonio.
- 120 -
dió, y socialistas eran también los bancarios que dispusie
ron cuanto se les ordenó, tanto en España como en Rusia,
así como los paisanos que convoyaron el cargam ento entre
Madrid y C artagen a»...
A Fran cia se estuvo m andando oro desde el 26 de sep
tiembre de 1936 hasta el 5 de enero de 1937, fecha en que
las remesas de oro suman la cantidad de 149.850 kilos, de
los cuales, en julio de 1939, devolvería a Franco 4 0 .0 0 0
kilos.
El Caudillo, desde el día 14, alza su voz de protesta
contra la triste rendición de la República al extranjero. Lo
que más ha herido siempre al orgullo español: estar esclavi
zado. Pero su voz cae en el desierto.
Es expresivo el contraste existente entre la España nacio
nal, pilotada por Fran co, que permanece enhiesta, viril,
libre e independiente ante la ayuda extranjera, y la España
republicana, pilotada por Azaña y Largo Caballero, que se
vende, se somete y claudica ante la ambición extranjera.
¡Qué mentira mas abominable y estúpida resulta ahora
esa frase que tanto gusta a la Pasionaria repetir en sus
discursos: «Más vale morir de pie que vivir de rodillas»·! Una
vez más se tendrá que repetir el refrán de «dime de qué
alardeas y te diré de qué adoleces».
A partir del día 26 de octubre, la voracidad de los gober
nantes republicanos se exacerba en tonos hasta entonces
inusitados. Si se han quedado sin el oro que podía respon
der a la demanda de sus necesidades de toda índole y nómi
nas, ¿de dónde se van a cobrar de ahora en adelante?
El nuevo horizonte que se les abre es muy negro. De ahí
su decisión por reventar cajas de caudales privadas, abrir
cofres de templos, palacios y casas particulares para extraer
sus alhajas y envasarlas junto con las recogidas en otros
lugares dominados antes por el gobierno de la República.
A título de curiosidad, recordamos que de la catedral de
Toledo se habían llevado a Madrid el manto de 5 0 .0 0 0 per
las y la corona de oro y brillantes de la Virgen del Sagrario,
Patrona de la ciudad, de lo cual, como de otros miles de
ricas joyas, nunca más se supo. La mundialmente admirada
custodia de Arfe de Toledo, se la encontrarían las fuerzas
- 1 2 1 -
nacionales en Barcelona debidamente envalada por los rojos
para llevársela también al extranjero... Pero la mayor parte de
estos tesoros acompaña a los altos dirigentes políticos en sus
huidas de Madrid a Valencia y de Valencia a Cartagena y de
Cartagena al destierro para vivir con ellos lujosamente.
Este opulento botín llenó 120 inmensas maletas con un
valor aproximado de 4.000.000.000 de pesetas de las de
entonces. Es lo que se conocerá en la historia como «El Te
soro del Vita». «Vita» es el nombre del barco que, al hundir
se la República, con sus altos dignatarios y tan cotizadísimo
equipaje, escaparía para Méjico en marzo de 1939.
Iras encarnizadas batallas, las columnas de Mola se
aproximan a Madrid por el Norte y las de Franco por el
Sur. Estas el día 4 de noviembre toman Alcorcón, Leganés,
Getafe... Oleadas de miedo flagelan y angustian a los go
bernantes de Madrid. El miedo que el 19 de octubre había
arrastrado al presidente de la República y a otros ministros
a Valencia, ahora, el 6 de noviembre, empuja para allá al
presidente del Consejo de Ministros y Jefe de los Ejércitos
Rojos, Largo Caballero, y al resto de los ministros que que
daban. Conocedores de tamaña cobardía, se organizan gru
pos de anarcosindicalistas que les insultan descaradamente
al emprender la marcha. Y en Valencia hasta los mismos
caballeristas le reprochan haberse ido de la capital.
Ese miedo, en cambio, se transforma para miles y miles
de personas en luminosos reflejos de esperanzadora aurora
que les incita a exclamar: «Pero con Franco viviremos me
jor». Más guardan silencio porque cualquier manifestación
en este sentido les puede costar la vida.
Madrid es un caos. Para sus habitantes es una cárcel de
hambre y miseria. Los «protegen» cincuenta mil soldados
extranjeros que han llegado en las Brigadas Internaciona
les, armados hasta los dientes, para derrotar al Ejército
Nacional. Menos mal que estas brigadas actúan bajo el
mando de la Junta de Defensa que preside el general Miaja.
Esto no obstante, el 3 de Noviembre, afirmaba El Noticiero
de Zaragoza: «El general ruso Vacalinck dirige la defensa,
de Madrid. Los soviets ocupan todos los ministerios».
El orden público ha sido encomendado a un tal José Car-
- 122 -
m
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amSSKw ■¿*· í * %
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- 125 -
Refiriéndose a estos días, posteriormente, el general Juan
Vigón narraría la interesante entrevista del jefe de la Legión
Condor con Franco.
El barón Von Richthofen, de acuerdo con el Estado Ma
yor del Aire de Alemania, preparó un concienzudo plan de
bombardeo que acabaría de una vez con la resistencia de
Madrid.
Franco escuchó silencioso las explicaciones del militar
alemán, que preveían un tributo elevado de vidas humanas.
El Generalísimo, luego de embeberse los razonamientos, ar-
gulló:
—Coronel, el plan desde su punto de vista me parece
perfecto, pero yo no lo aceptaré nunca para ser llevado a
cabo en una ciudad española. No puedo conseguir la victo
ria al precio que usted me señala.
El jefe de la Legión Cóndor, sensiblemente contrariado,
alegó que en la guerra el sentimentalismo no gana batallas.
F-anco replicó que pensaría igual si discurriese con cerebro
alemán, pero él era español. Anécdota registrada por Roge
lio Baón en *La cara humana de un CAUDILLO».
En otras ocasiones acallará recomendaciones parecidas
de otros ilustres emisarios de Hitler y Mussolini, repitiéndo
les que «-Franco no hace la guerra a los españoles, Franco lo
único que quiere es salvarlos».
El día 8. aparece en el primer plano de la actualidad
nacional el Cardenal Gomá. Por su medio, los católicos de
Irlanda entregan al Caudillo 32.000 libras. Son fervientes
admiradores de sus hazañas, singularmente, de la epopeya
del Alcazar de Toledo.
Los sacerdotes destacan en su predicación el gesto de la
Iglesia de Irlanda para con nuestra cruzada y son innume
rables las mujeres españolas que se desprenden de sus jo
yas. oro y plata, collares, anillos, pulseras... en favor del
inunfo de Franco. Igualmente los sacerdotes ponderan el
heroísmo de las creadas banderas de Falange y Tercios del
Requeté y a estos cuerpos se incorporan los jóvenes más
católicos de los pueblos.
Por fin, el día 18, Alemania, Italia y Guatemala recono
cen al Gobierno Nacional.
- 126
Las banderas de
lu Tradición, la
Nacional y la de
Fralange, cuyo
simbolismo
abraza a todos
los españoles de
cualquier clase y
condición y les
empuja a
defender a toda
costa el ideal de
«Dios, Patria y
Familia» por
Una España
Grande y Libre.
_ 127 -
Uero habla en la más pura clave comunista. Y esta dicta
dura, no cabe duda, hubiera tratado de aplastar a la Igle
sia, como a la sazón estaba realizando en la mayor medida
de sus posibilidades y pregonando por todas partes.
A los pocos días, Franco dirige una carta a Gomá para
agradecerle efusivamente su colaboración: «En nombre de
toda la España nacional y eterna — le dice— , que, al defen
der su existencia contra las hordas rojas, lucha también por
la pervivencia de nuestra sacrosanta religión, consustancial
con nuestra amada patria». Las relaciones Iglesia-Estado
empiezan a consolidarse. Sobre este particular observa Ri-
carso de la Cieña: «El Caudillo deslinda los campos ideoló
gicos con mayor precisión que sus ilustres colaboradores
eclesiásticos». Por donde Franco se nos muestra más inteli
gente que los mismos obispos incluso en el terreno de estos,
deducimos nosotros.
IOSE ANTONIO
- 128 -
José Antonio
Primo de Rivera,
todo un ejemplo
del hom bre
español, joven,
culto y generoso,
al que la
República de
izquierdas
condenó a m uerte
v asesinó en la
cárcel de Alicante,
donde le vemos
aquí, p o r ser
cristiano, patriota
y político
excepcional de
la oposición.
- 1 33 -
era la fórmula de poner un punto de sutura con el Gobierno
de Franco. La bendición especial que el Papa, momentos
después, mandaba por mi conducto al General Franco era
el sello de una conducta a un tiempo fina y algo desconfiada
del Vaticano».
El Gran Cardenal regresa a España. El 28 llega a Sala*
manca de incógnito. Se hospeda en el domicilio de Pía y
Deniel. Comenta con él las habladurías que corroen la opi
nión pública extranjera.
— Es horrible. ¡Cómo se nos calumnia por esos mundos!
Pronto se desata por ahí otra «leyenda negra» peor que la
del siglo XVI —participa Gomá, profundamente afectado,
a Pía y Deniel—. Esto es obra del mismo diablo. Parece, se
gún los extranjeros, sin excluir a ciertos sacerdotes y obis
pos, que las víctimas, los inocentes, los acertados son los
republicanos, los rojos, a pesar de sus leyes sectarias y per
secuciones salvajes. Y los demás, incluidos nosotros, los
obispos, somos los verdugos, los déspotas, los tiranos, los
sanguinarios.
— Desde luego que, si no me lo cuenta Su Eminencia
—replica el prelado salmantino— , no hubiera sido capaz de
creer que exista tanta confusión, por no llamarlo maldad.
— Sea lo que sea, la realidad es que se trata de una
conyuntura que nos obliga a actuar más unidos que nunca.
Unidos entre nosotros y unidos con Franco y su Gobierno.
Máxime que su victoria es nuestra victoria. Lo mejor de la
juventud católica española está luchando y muriendo a sus
órdenes para que Cristo Rey viva y triunfe-en nuestra Pa
tria.
— Desde luego. Ante esta gravísima situación, yo juzgo
que no sólo debemos estar unidos los obispos con Franco
sino que debemos desplegar actividades por las cuales nos
vean, dentro y fuera de España, muy unidos con el Genera
lísimo. Además esto es justicia, y la justicia es la justicia.
Recuerdan una vez más a católicos y sacerdotes martiri
zados, algunos de ellos santísimos, de una entrega total al
servicio de los pobres, de los enfermos, de los analfabetos.
Recuerdan los inmensos robos sacrilegos realizados por la
izquierda.. Gomá hablaba de la carta pastoral colectiva en
- 134 -
favor del Alzamiento de Franco que concibió estando en
Roma, y Pía y Deniel se adhiere a ella con la convicción
absoluta de que lo mismo hará toda la jerarquía eclesiástica
española. Es más, todos lo están deseando en la seguridad
de que así interpretan el sentir de lo más noble del pueblo.
GOMA REPRESENTA AL VATICANO ANTE FRANCO
El 29 de diciembre, el Cardenal es recibido en audiencia
secreta por Franco. Al llegar el Primado, Franco tiene oca
sión de mostrarle su alta estima. «El respeto y admiración
que el Caudillo profesaba al Cardenal Gomá se explica con
lo relatado seguidamente. En el Cuartel General de Sala
manca el Generalísimo ordenó a un colaborador suyo que
enmendase una torpeza —o al menos que la reparase— con
el Cardenal, pidiéndole perdón de rodillas». (Rogelio Baón.
La cara humana de un Caudillo, pág. 194).
En la entrevista Franco muestra a Su Eminencia la preo
cupación que abriga por los muertos de la guerra, por la re
conciliación, la reconstrucción nacional y sobre todo por la
unidad, la unidad de todos los pueblos y tierras de España,
la unidad política, la unidad en el ejército, la unidad en la
Iglesia... Gomá aprovecha la oportunidad para conducir las
aguas del diálogo a su molino. El sabe que Franco había
hablado de «separación de la Iglesia y el Estado», y él,
mentor y Príncipe de la Iglesia, defendía un estado confe
sional, quería también la unidad de la Iglesia y el Estado,
acorde con la doctrina tradicional de la Teología, le importa
la unidad religiosa porque asi España será grande y libre, y
le advierte:
— Defender la fe católica y la unidad política y religiosa
de la nación española fue siempre el pensamiento director
de la conducta de los Reyes Católicos, de Carlos Quinto y
de Felipe Segundo.
Franco escucha con suma atención al Gran Cardenal. En
materia de fe y moral es el maestro, cuyas enseñanzas,
como fiel hijo de la Iglesia, él debía seguir.
La conversación fluye cordial y muy provechosa para ellos
dos y para España. Don Isidro Gomá y Tomás había pre
sentado las credenciales y buenos oficios que le había enco-
- 135 -
mendado el Papa, y tan felizmente habla ejecutado su co
metido que, el día 1 de enero de 1937, se dirige a Roma en
los siguientes términos:
«Franco se compromete a modificar o derogar aquellas
leyes que, por su letra o por su tendencia, están disconfor
mes con el sentido católico... Y legislar con máxima confor
midad con el dogma y moral de la Iglesia»... En otro párrafo
afirma: «El Jefe del Estado Español, en su anhelo de la
prosperidad de su querida Patria, se atreve a esperar de la
Santa Sede, que tantas pruebas tiene dadas de su amor a
España, su concurso moral y espiritual valiosísimo para la
solución de aquellos problemas que, aun siendo de orden
político o civil, se rozan en algún aspecto con los intereses
dei espíritu, que tuvieron siempre en la Santa Sede sabia
orientación y decidida defensa».
NAVIDAD EN 1936
- 137 -
que se canten villancicos, que todo eso y la misa del gallo
son historias pasadas».
Pero también queremos dejar constancia de las tres felici
taciones navideñas que difunden los periódicos nacionales.
Una la constituyen los párrafos con que el Papa Pío XI
recuerda en el Vaticano a la España mártir. La otra felici
tación es del Caudillo a todos los españoles infundiéndoles
confianza en la victoria y celo y generosidad en la «defensa
de la Fe y la Patria». La tercera felicitación es del Jefe Na
cional de Falange Española, Manuel Hedilla.
El mensaje de Hedilla merece un apartado especial. Lleva
un contenido cristianísimo muy acusado. Es toda una invo
cación al amor, al perdón, a la reconciliación. «Que nadie
sacie odios pasados». «Todos sabemos que en muchos pue
blos había —y acaso hay— derechistas que eran peores que
los rojos». «No hagáis sino sembrar amor». Así habló.
El mensaje de Hedilla coloca a Falange Española en la
primera fuerza política que pregona la reconciliación entre
todos los españoles después del 18 de Julio. Es un timbre de
gloria que nadie podrá arrebatar jamás a Falange Española
y de las JONS y a su Jefe Nacional que camina por la misma
senda de su dignísimo fundador, José Antonio Primo de
Rivera.
La valiente sinceridad de Manuel Hedilla y sus fervosos
anhelos de clemencia y confratemización fueron a estrellar
se contra la soberbia de la derecha. Entre los hombres de la
CEDA, la derecha caciquil y burguesa, las palabras de He-
dilla provocaron profundo disgusto. Disgusto que iban a
compartir miembros diversos del alto clero y algunos obis
pos carentes de la imaginación y del espíritu de justicia so
cial que exigían las circunstancias. Serán los que torpedea
rán el ambicioso programa de la gran revolución social de
F E. de las JONS, que quedará pendiente. Esta revolución
logró levantar a España a ser la novena potencia industrial
del mundo, la séptima en la industria química, etcétera. Pe
ro hubiera conseguido mucho más de no ser por la derechu
capitalista y reaccionaria.
El científico mundial Santiago Grisolia afirmó en «Ya» el
20 de mayo de 1978: «La bioquímica española ha pasado efl
1 Í8
Tras el combate,
el descanso. En
este dibujo de
Saénz de Tejada,
la estampa de una
pequeña estancia
del frente en la
que tres soldados
se distraen. La
preside un
Crucifijo.
pocos años al sexto o séptimo puesto en el orden mundial*.
Esta frase quede aquí a título de uno de tantos botones de
muestra como podíamos aducir de tanto como aportó a
España el régimen de Franco.
Con estos retazos dejamos bosquejado el ambiente de la
Navidad de 1936 en España.
Sin embargo, para que Franco esté plenamente persuadi
do de que cuenta con la fe ciega de todo su pueblo, y de que
todos sus hombres le siguen con disponibilidad absoluta, el
día 30 de diciembre, la prensa nacional y con más énfasis la
e Zaragoza proclama: «Franco, tú eres nuestro guía. De-
tras de ti vamos todos».
Y al día siguiente, en su alocución de fin de año, el Gene
ralísimo agradece la adhesión entusiasta de los pueblos y,
una vez más, alude a la «espiritualidad» de la causa que
0 os han abrazado y que les conducirá a la victoria.
on una fidelidad, pues, inquebrantable del pueblo al
su Caudillo, España sale de 1936 y entra
en 1937 dispuesta a todo.
j& p r f m é f ó Q D l 6 &
I de enemigo^ ctfferio·
re.s e inferiores.
Tez-ro del artículo II de la Ley Constitutiva del Ejército Español
Franco júram e la Cruzada, lo mismo que en la guerra de Africa,
t>¡?u a lo.·· soldados heridos y se interesa por sus parientes. A los sóida-
!'.>■. J e ramillas modestas, a la par, les entrega donativos.
EMPIEZA 1937
Las relaciones diplomáticas de la nueva España se han
formalizado y consolidado ya con varias repúblicas hispa
noamericanas y con Portugal, Italia y Alemania. Con Ingla
terra también se reanudan gestiones comerciales y políticas.
En los frentes de la guerra retum ban los cañones y se
intensifican las actividades bélicas. F ran co insiste una vez
más en que su aviación preste suma atención a no bom bar
dear los núcleos urbanos.
En la zona nacional el G eneralísim o prohíbe tajantem en
te que se disparen los precios del m ercado y firma un decre
to ley ordenando a los gobernadores civiles que impidan por
todos los medios posibles que exista un solo hombre p ara
do. El trabajo es signo de salud y alegría y este signo de
be resplandecer por donde quiera que se extienda el m an
dato del Caudillo.
El día 2 de enero, por vez prim era, conm uta setenta pe-
nas de m u erte...
Sin em bargo, en la zona republicana no se conm uta nin
guna pena de m uerte y la corrupción llega a extrem os inve
rosímiles. En M adrid, por ejemplo, hay hoteles por cuyas
Puertas traseras se vende a precios exorbitantes todo lo que
los^í3 3 ^°S hués? edes· ^ as m ondas de frutas, de p a ta ta s ...
uiesos de tajadas mal reb añ ad os... son muy cotizados.
c lci|llas l ° s más desafortunados tienen que alim entarse
hierbas, algarrobas, carne de gatos, burros, etcétera.
Entretanto, para elevar la moral de los pacientes y resig
nados habitantes, los gobernantes levantan una propaganda
audaz por el volumen de los carteles y por la contundencia
de las frases. Vierten calumnias espantosas contra las auto
ridades de la zona nacional. Según ellos en la zona nacional
las gentes se mueren de hambre, las derechas asesinan
atrozmente a los rojos, las monjas matan a los hijos habidos
con frailes para tapar así su vileza, los obispos cometen es
tafas y urden contrabandos muy sucios en connivencia con
los generales de Franco... Todo eso y mucho más es lo
que había oido el Cardenal Gomá en su viaje a Roma. Y en
gran parte estas calumnias estaban cosechando lo que pre
tendían: inspirar un odio feroz a Franco, a la Iglesia espa
ñola. ai Ejército Nacional...
La noticia de que Franco ha muerto, que es lo que real
mente más desean los republicanos de la época, la repiten
asimismo en sus medios de comunicación. Esta noticia dará
lugar a que Queipo de Llano se chancee por Radio Sevilla de
tamaño embuste, nada menos que acusando a los calumnia
dores cíe que ellos, precisamente ellos, iban a lograr lo que
ios demás no se habían propuesto. Esto es que «Franco pase
a los altares como Santiago, que mataba moros después de
muerto>, para terminar afirmando: «Lo que están consi
guiendo con estas zarandajas es aumentarle el cartel».
- 142 -
prelados de la Iglesia española que defendió, junto con el de
Pamplona el Levantam iento de F ran co bautizándolo ya con
el nombre de Cruzada.
Si es inútil la obstinación vasca en defender su indepen-
dencia, ¿no se podría evitar por algún medio el derram a
miento de sangre y destrucción de hogares que se seguirá?
El Cardenal Prim ado, m áxim o responsable de la Iglesia
Católica de España y, por supuesto, al mismo tiempo de la
vasca, se ofrece a intentar alejar a toda costa la esteril tra
gedia que se avecina. Por esta causa, el día 10 de enero,
escribe una carta, exigente y com prom etida, al presidente
católico de Euzcadi, José Antonio Aguirre, instándole a ne
gociar la entrada pacífica de las tropas nacionales en la re
gión. Siempre sería preferible que lo hicieran de esta mane
ra a que fuera por la fuerza de los cañones y de las bayo
netas.
Pero el católico presidente vasco contestará negativamen
te. Lamentable, infantil e irracional testarudez, que se tra
taría de vencer aun en reiteradas misiones, pero que sería
imposible y, por lo mismo, pagaría carísimo.
El día 10 de enero, Franco siempre respetuoso con la fe
de los demás, ante una sugerencia de los moros, les facili
ta dos barcos españoles para que peregrinen a la Meca.
En el curso de la guerra venimos contemplando cómo los
pastores de la Iglesia se aproximan al Caudillo y manipulan
influencias por granjearse su amistad.
«Ganarse a Franco es prestar a la Iglesia el servicio más
eficaz que se puede desear para mayor gloria de Dios y bien
de las almas» así piensan y así se expresan.
Todos los obispos, por cuyas diócesis pasó y pasa, siem
pre en olor de multitudes y de triunfo, salen a su encuentro
rara bendecirle en el nombre de Dios Todopoderoso, ren
dirle el homenaje de su pleitesía y obtener de esta forma su
sonrisa y su favor.
En lo poco que va de año, a primeros de enero, es el obis-
de Burgos quien descuella en este sentido. Impone en su
<. tedral la insignia de la Acción Católica a Carm encita, la
niña de Franco, con la solemnidad que conlleva la oportuni
dad de tratarse de la hija del Generalísimo.
- 143 -
Entretanto, para elevar la moral de los pacientes y resig
nados habitantes, los gobernantes levantan una propaganda
audaz por el volumen de los carteles y por la contundencia
de las frases. Vierten calumnias espantosas contra las auto
ridades de la zona nacional. Según ellos en la zona nacional
las gentes se mueren de hambre, las derechas asesinan
atrozmente a los rojos, las monjas matan a los hijos habidos
con frailes para tapar así su vileza, los obispos cometen es
tafas y urden contrabandos muy sucios en connivencia con
los generales de Franco... Todo eso y mucho más es lo
que había oído el Cardenal Gomá en su viaje a Roma. Y en
gran parte estas calumnias estaban cosechando lo que pre
tendían inspirar un odio feroz a Franco, a la Iglesia espa
ñola. ai Ejército Nacional...
La noticia de que Franco ha muerto, que es lo que real
mente más desean los republicanos de la época, la repiten
asimismo en sus medios de comunicación. Esta noticia dará
lugar a que Queipo de Llano se chancee por Radio Sevilla de
tamaño embuste, nada menos que acusando a los calumnia
dores de que ellos, precisamente ellos, iban a lograr lo que
los demás no se habían propuesto. Esto es que «Franco pase
a los altares como Santiago, que mataba moros después de
muerto", para terminar afirmando: «Lo que están consi
guiendo con estas zarandajas es aumentarle el cartel».
- 142 ~
prelados de la Iglesia española que defendió, junto con el de
Pamplona el Levantam iento de Fran co bautizándolo ya con
el nombre de Cruzada.
Si es inútil la obstinación vasca en defender su indepen
dencia, ¿no se podría evitar por algún medio el d erram a
miento de sangre y destrucción de hogares que se seguirá?
El Cardenal Prim ado, m áxim o responsable de la Iglesia
Católica de España y, por supuesto, al mismo tiempo de la
vasca, se ofrece a intentar alejar a toda costa la esteril tra
gedia que se avecina. Por esta causa, el día 10 de enero,
escribe una carta, exigente y com prom etida, al presidente
católico de Euzcadi, José Antonio Aguirre, instándole a ne
gociar la entrada pacífica de las tropas nacionales en la re
gión. Siempre sería preferible que lo hicieran de esta mane
ra a que fuera por la fuerza de los cañones y de las bayo
netas.
Pero el católico presidente vasco contestará negativamen
te. Lamentable, infantil e irracional testarudez, que se tra
taría de vencer aun en reiteradas misiones, pero que sería
imposible y, por lo mismo, pagaría carísimo.
El día 10 de enero, Franco siempre respetuoso con la fe
de los demás, ante una sugerencia de los moros, les facili
ta dos barcos españoles para que peregrinen a la Meca.
En el curso de la guerra venimos contemplando cómo los
pastores de la Iglesia se aproximan al Caudillo y manipulan
influencias por granjearse su amistad.
«Ganarse a Franco es prestar a la Iglesia el servicio más
eficaz que se puede desear para mayor gloria de Dios y bien
de las almas» así piensan y así se expresan.
Todos los obispos, por cuyas diócesis pasó y pasa, siem
pre en olor de multitudes y de triunfo, salen a su encuentro
para bendecirle en el nombre de Dios Todopoderoso, ren
dirle el homenaje de su pleitesía y obtener de esta forma su
sonrisa y su favor.
En lo poco que va de año, a primeros de enero, es el obis
po de Burgos quien descuella en este sentido. Impone en su
catedral la insignia de la Acción Católica a Carm encita. la
niña de Franco, con la solemnidad que conlleva la oportuni
dad de tratarse de la hija del Generalísimo.
- 143 -
Después es el arzobispo de Zaragoza el que, se dice, aco
ge con suma simpatía la sugerencia de la hija de Franco de
que un día se convierta en jornada de oración nacional ante
la Virgen del Pilar para rezar por España. El 13 de enero El
Noticiero de Zaragoza publica la noticia y se elige el día 16
para llevar a cabo tan piadosa iniciativa.
Su eminencia el Cardenal Gomá tampoco descansa y, por
estas fechas, está entregado a la redacción de otra pastoral
en beneficio de la Cruzada.
Don Mateo Múgica, obispo de Vitoria, en su «destierro»,
lee en cierto periódico de Paris, el 17 de enero, una frase que
comparte plenamente. Esta frase es toda una apología en
pro de la causa de Franco. Casanovas, expresidente del par
lamento autónomo catalán, había reconocido en un gesto de
sinceridad sorprendente: «Ya sé que el triunfo de Franco
m e alejaría de España. Pero lo sufriré resignado con tal de
qu e F ra n co libre a España de tanto criminal como pulula
p o r allí .
Eí día 28 de enero se publica la pastoral que el Gran
Cardenal estuvo preparando desde que vino de Roma. La
titula «EL SENTIDO CRISTIANO ESPAÑOL D E LA
GUERRA*. En sus páginas afirma: «Aplaudimos... la pa
labra recientemente dicha por el Jefe del Estado español:
Nosotros queremos una España católica». También repro
cha la intervención de las brigadas internacionales en nues
tra patria con estas palabras: «La barbarie marxista, que
no merece otro nombre la actuación de ejércitos heterogé
neos que luchan contra la España cristiana...
Ei fundador de la Legión, el celebrado general Millán
Astray. profundo conocedor de Franco, declara sobre el
comportamiento del mismo en aquella época conflictiva,
ratificando lo escrito por Gomá:
*Franco, en la hora decisiva de su pueblo, es el arquetipo
de la patria española. Por creyente, por soldado, por sabio,
por arrojado, por bueno.» En otro artículo expone: «Nadie,
ninguno que no haya cometido crimen y el crimen haya sido
probado plenamente en los autos y en el juicio, ha sido
condenado. Ante la menor duda, la pena se ha conmutado
o se ha mandado en consulta al alto Tribunal Militar.» Y
- 144
Basílica del Pilar
que había sido
bombardeada por
la aviación de la
izquierda
republicana el 3 de
agosto de 1936 con
bombas que,
gracias a Dios, no
llegaron a explotar.
El 16 de enero de
1937 fu e punto de
DA EL 3 I
concentración de
M EN TE»
españoles para orar
por la España
inmortal como
volvería a ser,
gracias a Franco,
en infinidad de más
ocasiones.
FEBRERO D E 1937
- 145 -
con Córdoba. Y el 5, en Antequera, donde tiene ubicado el
puesto de mando Queipo, vigila las alternativas y la toma
de Málaga.
Málaga es conquistada el día 8. Esta victoria es un triun
fo de la visión estratégica de Queipo de Llano y para él es el
incienso de todos los honores. El primero que entró en su
recinto, no obstante, fue el coronel Borbón. Este ilustre
militar detuvo, entre otros muchos, a un rojo que había
robado en el convento de carmelitas de Ronda la mano de
Santa Teresa de Jesús, se la recogió y se la envió a Franco.
Como Franco es un hombre muy creyente acoge con su
ma devoción la reliquia de la gran santa española. Esta
reliquia acompañará toda su vida al Caudillo como inspira
dora v patrocinadora de todos sus proyectos nacionales, co
mo mano sobrenatural que conducirá a España a sus más
altas cotas de paz y progreso.
Todas las campanas de los templos de la España nacional
saludaron ia conquista de Málaga repicando a gloria, lo
mismo que harán por cada uno de los triunfos importantes
que se vayan sucediendo.
Franco regresa a Burgos y, a los dos días, el 13 de febre
ro. lee en el ABC de Sevilla el homenaje religioso que le
rinde un pueblo en masa de Castilla.
No diré dónde —escribe el autor de la reseña del ABC
de Sevilla— para no herir la sensibilidad de los autores de
esta beatificación; pero yo he visto días pasados en un pue-
blecito castellano, próximo a la raya de rojos, cómo en una
apoteosis de cruces y banderas, de niños escolares y todo un
vecindario endomingado, avanzaba el alcalde por la nave
central de la iglesia, llevando la imagen del Corazón de
Jesús, que al terminar la misa iba a ser entronizada en el
Ayuntamiento, y escoltado de otros dos concejales, portador
uno de una pintura de la Virgen y el otro de un retrato del
Generalísimo, que seguidamente fue instalado en el altar
mayor, del lado de la epístola. ¡No andaban descaminados,
no, los munícipes sencillos y españolísimos que tal home
naje idearon! ¡El pueblo ha comprendido el valor mesiánico
del Ejército, personificado en Franco!»... Y Franco debió
sonreír sorprendido de la influencia que ejercen las circuns
- 146
tancias en el proceder multitudinario, noble y sano de los
pueblos.
En esta misma reseña se alude a un libro publicado en
Francia por el muy culto escritor Pierre Hericourt titulado
«Por qué vencerá Franco». En sus páginas afirma Hericourt:
«En cinco años nuestros vecinos habían descendido, con movi
miento cada vez más rápido, la pendiente resbaladiza que
comienza en el pecado contra el espíritu, contra los princi
pios seculares del Gobierno de los pueblos, y que conduce
inevitablemente a la anarquía, a la ruina, a la muerte».
«Pero lo que no se puede hacer a estas alturas es ignorar
de qué lado de los bandos en lucha está la Justicia —prosi
gue más adelante— ; lo que no se puede tolerar es que en
nombre de una democracia, que ya está desahuciada del
Continente, se trate de equiparar la cultura con la barbarie
y de conceder iguales derechos que a la tradición civilizado
ra de mundos a la improvisación salvaje de una horda que
no tiene otra bandera que la de la conquista de las delicias
de la materia para unos cuantos elegidos, individuos o pue
blos. En una palabra: que es absurdo el que ante el plan
teamiento del gravísimo problema español, se preste oídos a
los apóstoles falaces de cosas tan falsas e imposibles como
son el orden democrático y la coherencia y estabilidad par
lamentaria, y que Maurrás califica de “puras cuadraturas
del círculo”».
En los días siguientes, Franco anda muy atareado con
Mola y con Moscardó tratando de la conquista de Guadala
jara. En un breve paréntesis, concede audiencia al diplomá
tico italiano Roberto Cantalupo y su contenido trasciende a
la opinión pública. «Esta es una guerra de reconquista —le
confesó el Generalísimo— , pero de carácter espiritual antes
que militar. España no es el enemigo es mi Patria». Era
tanto como decir que él no declaraba enemigo suyo a nin
gún español, aunque militase frente a su Ejército; su enemi
go era una ideología, la marxista, que pretendía destruir las
esencias históricas españolas. La conclusión que Cantalupo
infiere de su diálogo con el Caudillo es la de que posee «una
visión firme y verídica de las cosas» y «la voluntad de no
dejarse controlar ni guiar por extranjeros». «Franco es todo
un hombre y todo un español». «Franco representa con su
gente una idea universal: El anticomunismo y la conserva
ción del cristianismo».
Desde el 18 al 23, se libran durísimos combates junto al
Jarama. Se registra una batalla aérea asombrosa el dia 18
en la que brilla el heroísmo de Joaquín García Morato hasta
hacerce acreedor a que el mismo Generalísimo le felicitase
personalmente y le concediera la Laureada.
Ramón Serrano Súñer, después de huir del Madrid rojo
como oudo, se incorpora al servicio de Franco el 20 de
febrero. No se olvide que es cuñado suyo por estar casado
con la hermana de su esposa. Serrano Súñer es un abogado
joven y político destacado de la CEDA y que presumía de
sincera amistad con José Antonio. En su libro «Mi llegada a
Salamanca» narra su primer saludo al Cardenal Gomá en
las m ism as escaleras del Cuartel General. «Dios —me dijo
en presencia de mi mujer y de los dos ayudantes militares que le
a c o m p a ñ a b a n — ha querido traerle aquí. La guerra va bien,
pero no iodo ha de ser guerra y sólo guerra. Hay que saber
p a ra qué se guerrea, y eso es misión de la política».
Reparamos en este dato para confirmar una vez más la
familiaridad o frecuencia con que el Primado de la Iglesia
española se movía por el Cuartel General del Caudillo,
cuánta era su preocupación por la contienda y el bien futu
ro de España... Todo esto, mientras habitabá en la humilde
hospedería de un convento salmantino.
El 21 de febrero el ejército de la República, imponente
por el número de sus soldados y pertrechos, ataca a Oviedo.
La ofensiva no cederá hasta el 17 de marzo. Desde octubre
a febrero, en más de cuarenta ocasiones, las fuerzas rojas
han intentado reconquistar esta heroica ciudad, pero siem
pre se estrellaron contra la valiente resistencia del laureado
general Aranda. En él confía el Generalísimo plenamente.
Después de tres días de ausencia, Franco regresa al Jara
ma, donde esta vez admira la bravura e inteligencia con que
sus fuerzas, mandadas por el ilustre militar don Carlos
Asensío Cabanillas, defienden los altos del Pingarrón. Allí
descolló también Mariano Gómez Zamalloa quien con die
ciséis heridas en el cuerpo permaneció firme al «lado de su
Soldados
avanzando en la
lucha tras el
capellán con el
Crucifijo en alto.
Todo un
símbolo.
Dibujo de
Saénz de Tejada.
- 149 -
gionario se me acerca y pide confesión. Le digo que se
arrodille cerca de un olivo próximo y cuando lo hace salta
desesperado. Se había inclinado sobre un cadáver. Nuestra
posición era muy mala y otros tres legionarios habían sido
heridos frente a una ametralladora enemiga. Había orden
de no acercarse a ellos por razón de seguridad, pero yo
tenía que administrarlos, por lo que me dirigí a ellos arras
trándome como una culebra. Les di la absolución y la extre
maunción y cuando iba a juntar las manos dos balazos de
ráfaga me atraviesan ambos brazos, pero sin dañar los mús
culos ni los huesos. Sin embargo, al intentar incorporarme
una bala explosiva me derriba y deshace todo el jersey,
dejándolo como “ comido de ratones” . Dañó el crucifijo, sí,
pero sólo rozó la estola y ni siquiera afectó a la bolsa del
Santísimo. Fue lo primero que miré y estaba intacta. Desde
luego fue un milagro. Allí, yo palpé la presencia del Señor».
En cierta ocasión, muy similar a lá del padre Caballero,
F raneo se dirigió al sacerdote toledano don Florentino Alonso
Fernández y, estrechándole la mano, le dijo: «Pater, le felici-
Ejércitos d*'
tranco, como
firles hijos de la
Iglesia. también
en los frentes,
<>ye.n misa los
domingos y
fiestas df
guardar
-150
to muy sinceram ente y en usted quisiera felicitar a todos
nuestros capellanes castrenses, pues no me canso de p rocla
mar una vez más su edificante arrojo y su espíritu de sacri
ficio y entrega por la salvación de nuestros soldados. U sted
actúe en su m inisterio con total y absoluta libertad, inde
pendencia y responsabilidad».
En los frentes de la zona nacional siempre hubo un sacer
dote capellán, pronto a impartir a los soldados, y más si
agonizaban, el consuelo salvador de los sacramentos de la
Iglesia. Así, tras la muerte, sabían que tenían seguro el
cielo con que Dios premia a los hombres buenos. Para un
creyente no existe riqueza mayor. D e ahí que a los capella
nes no les importara correr riesgos con tal de administrar la
inmensa riqueza espiritual de los sacramentos a sus solda
dos. El ideal de su vida es salvar almas.
En los frentes de la zona roja nunca hubo capellanes. A
sus pobres, y tal vez pocos, soldados creyentes les estuvo
vedado este consuelo. Sus jefes perseguían a los sacerdotes y
maldecían a Dios. Para ellos, después de esta vida, ya no
hay ningún cielo que esperar.
Por eso que alguna vez afirmase el socialista Indalecio
Prieto que no había nadie más valiente que un soldado de la
zona nacional después de comulgar. A este soldado, si le
sorprendía la muerte en el combate, sabía que después le
esperaba Dios para coronarle en el cielo que, como apren
dió en el catecismo del padre Ripalda, «es el conjunto de
todos los bienes sin mezcla de mal alguno». Mientras que al
soldado de la zona roja sólo le esperaba, después de la
muerte, pudrirse en la tierra, como un animal cualquiera,
según le habían enseñado sus políticos ateos.
En este lugar debíamos rendir nuestro homenaje de ad
miración a los capellanes castrenses que, con su evangeliza-
v ion y ejemplo, supieron infundir tanto valor, fe y esperanza
a aquellos jóvenes falangistas, requetés, legionarios, solda-
¿ios de la Cruzada. Algunos de estos capellanes también
dieron su \ida por Dios y por España y de algunos de ellos,
co m o del padre Huidobro de la Compañía de Jesús, sabe
mos que está introducida su causa de beatificación. El pa
ire H uidobro m urió en el frente de la Cuesta de las Perdi
ces. cerca de Madrid.
Los sacerdotes, capellanes castrenses, muertos heroica
mente en los frentes de batalla asistiendo a los soldados
heridos o agonizantes fueron veintisiete. Además de los
mencionados quiero recordar a don José María Lamamié de
Clairac, de profundas convicciones carlistas, y al jesuíta P.
Juan Martínez García.
De todos los capellanes castrenses que yo he conocido he
de confesar que todos han hablado del Caudillo en los tonos
más elogiosos por lo que atañe a su conducta religiosa,
morai, militar y política.
C O N S O L ID A C IO N
- 153 -
Por estos días de la segunda quincena de febrero, escribe
Serrano Sufter de Franco: «Andaba él con la idea de redu
cir a común denominador los varios partidos de ideologías
del movimiento. «Y el Generalísimo encomienda esta tarea
al mismo Serrano Suñer casi en exclusiva. «Había que con
vertir el alzamiento en una empresa política». Serrano se
entrevista y comenta la oportunidad de la unificación con
los personajes de primera, segunda y tercera fila de la época.
Entre los más importantes está el Cardenal Primado. Y
constata el clima propicio que se respira en favor de una
unificación firme y armoniosa en torno a la persona insusti
tuible del Caudillo.
Refiriéndose a la confianza extrema con reflejos del más
encendido entusiasmo que por aquel entonces, lo mismo
que siempre, inspiraba el Generalísimo en el pueblo, diría
Serrano Suñer que <el ambiente de la zona nacional era de
ur fervor inconcebible para quien no lo vivió, de un sacrifi
cio absoluto, de una elevación espiritual traducida perfecta
mente. popularmente, con las evocaciones de la Cruzada
hasta el punto de que muchos habitantes de la zona, inicial-
rnente partidarios de la República, se contagiaron y se ads
cribieron con sinceridad absoluta a las nuevas banderas de
Fran co. Esto puede parecer ahora difícil de probar; quizás
porque ambientes así no pueden probarse sin vivirse». Estas
impresiones las recordaría Serrano Suñer en su Discurso de
Burgos, pronunciado en el Instituto Francisco Suárez en el
22 de junio de 1972.
- 155 -
ña, el azote comunista no ha tenido aún tiempo de hacer
sentir todos los efectos de sus teorías, se ha desquitado
desencadenándose con una violencia más furibunda.
»No se ha contentado con derribar alguna que otra igle
sia, algún que otro convento, sino que, cuando le fue posi
ble, destruyó todas las iglesias, todos los conventos y hasta
toda huella de religión cristiana, por más ligada que estu
viera a los más insignes monumentos de arte y de la ciencia.
«El *uror comunista no se ha limitado a matar obispos y
millares de sacerdotes, de religiosos y religiosas, buscando
de modo especial a aquéllos y aquéllas que precisamente
trabajan con mayor celo entre pobres y obreros, sino que ha
hecho un número mucho mayor de víctimas entre los segla
res de toda clase y condición, que diariamente puede decir
se que son asesinados en masa por el mero hecho de ser
buenos cristianos o tan solo contrarios al ateísmo comunis
ta V una destrucción tan espantosa la lleva a cabo con un
odio, una barbarie y una ferocidad que no se hubiera creído
posible en nuestro siglo. Ningún particular que tenga buen
juicio, ningún hombre de Estado consciente de su responsa
bilidad. puede por menos de temblar de horror al pensar
que lo que hoy sucede en España tal vez pueda repetirse
mañana en otras naciones civilizadas».
Expone luego el Papa que estas atrocidades comunistas
en España nacen naturalmente de un sistema sin freno que
arranca a los hombres del corazón la misma idea de Dios, y
termina:
Y es esto lo que, por desgracia, estamos viendo; por
primera vez en la historia asistimos a una lucha fríamente
calculada y cuidadosamente preparada contra lo que es di
vino. El comunismo es, por naturaleza, antirreligioso, y
considera la religión como el opio del pueblo porque los
principios religiosos que hablan de la vida de ultratumba
desvían al proletariado del esfuerzo por realizar el paraíso
soviético, que es de esta tierra».
Observemos detenidamente las conclusiones que infiere
R. de la Cierva:
Insistamos: el efecto de esta encíclica fue demoledor
para h causa de la República, identificada, como proclama-
ba Franco, con la del com unism o. En el propio Franco esta
enseñanza papal caló tan hondo que hizo en su mente, con
carácter definitivo, la idea de la Cruzada como esfuerzo
conjunto de las armas y la fe contra el enemigo absoluto, el
comunismo internacional. Este enemigo no era, pues, un
invento de Franco, sino el objeto de un anatema de la Santa
Sede, cuando la Iglesia de España se enfrentaba con él.
Luego vendrían otros tiem pos, y la Santa Sede asumiría
posturas menos com prom etidas, fomentaría ciertos diálo
gos, alentaría ciertas com prensiones, olvidaría expresamente
las condenas de la guerra de España y se resistiría a consi
derar como mártires a los miles de sacerdotes y cristianos
que morían en España por su fe. Pero la solemne declara
ción del Papa en 1937 se haría idea y segunda naturaleza en
el corazón de Franco. ¿Se le puede legítimamente repro
char? Franco vivió con tal intensidad aquellos momentos
que en épocas menos propicias esperaría pacientemente el
retorno de la Santa Sede a su posición original. No logró
verlo en vida. ¿No lo empezaría a ver cuando se escriben
estas líneas cuando un Papa diferente ha iniciado, con toda
claridad y prudencia, un cierto regreso, mientras avanza?»
El historiador citado se refiere al Papa Juan Pablo II.
quién, según el obispo de Cuenca, monseñor Guerra Cam
pos, en 1982, recordó a varios prelados españoles la opor
tunidad de que había que volver a revisar las causas de bea
tificación de los mártires españoles de la Cruzada, pues no
era justo que por conveniencias políticas estuvieran abando
nadas.
- 157 -
Los dos eximios militares, políticos y estrategas, confe
rencian largamente asimismo sobre el proceso de unifica
ción. A pesar de ciertos reveses este proceso va cuajando
propicio a sus proyectos. Hay que fortalecer a España por
todos los medios y éste es uno de los más poderosos. La
unión hace la fuerza.
Franco aglutina y atrae hacia su persona, aureolada de
un prestigio imponente dentro y fuera de nuestras fronteras,
todas las miradas y miras de los políticos de las diversas
tendencias nacionales. Franco es el hombre indiscutible y
único. Y si es único todo debe estar unido a él. Franco con
todo el pueblo unido a él será el Caudillo invencible. Por
esta unidad, por esta unión, Franco está seguro que España
llegará a ser grande y libre.
El 22 de marzo la Comunión Tradicionalista le remite un
telegrama en el que se expresa así: «La Comunión Tradicio
nalista acuerda: Unánimemente testimoniar a V. E. la más
fervorosa y decidida adhesión, significando a su decisión in
quebrantable de posponer toda conveniencia partidista a
¡os altos v patrióticos intereses, tan legítimamente represen
tador por el Generalísimo, Jefe del Estado, para la mayor
gloria de Dios y de España».
Con e! fin de realzar su incorporación incondicional y ab
soluta a todo propósito del Caudillo, los monárquicos alfon-
sinos publican con carácter extraordinario el número 99 de
a revista -Acción Española». Empiezan con esta alabanza:
El Generalísimo Franco es, por esencia, el soldado que
■stuvo siempre en su sitio«...
Los responsables de los demás partidos, salvo rarísimas
xcepciones, si es que no lo han hecho aún, con el mismo
nhelo irán rindiendo su homenaje de adhesión a Franco.
Termina el mes de marzo con la celebración de la Sema-
a Santa. Días de intenso fervor religioso, días de repara-
lón y desagravios por los pecados propios y ajenos.
El día 25 es el Jueves Santo. El Generalísimo con su
amilia acude a los santos oficios que, en la iglesia de la Uni-
srsidad, preside el gran y polémico teólogo dominico padre
uis Getino. Después, como otro fiel cristiano cualquiera
íás, visita a pie los templos en que está expuesto el Santísi-
zona nacional,
madres, hermanas o
esposas de los
soldados de Franco,
al tiempo que
trabajaban en la
retaguardia,
rezaban, como la
señora mayor del
dibujo de Sáenz de
Tejada con el rosario
en las manos, para
que la protección de
Dios acompañase a
sus familiares en los
frentes de batalla.
№ . ARIR BA ESPAÑA
8
CUARESMA DE ESPAÑA
En la mañana del domingo y como fina! de
los Ejercicios Espirituales organizado ■
« por
Falange, el Exorno.Sr. Obi'po dió la Co
munión a cerca de 4.000 falangblas
DESPUES TUVO LUGAR LA
BENDICION PAPAL
rno. A los vecinos les impresiona favorablemente la piedad
del Caudillo de España y lo comentan muy complacidos.
El Viernes Santo, siguiendo la tradición de los Reyes de
España, indulta a dieciséis condenados a muerte.
Las antiguas y venerables costumbres de la Semana Santa
renacen con ei vigor y pujanza de los mejores tiempos. Má
xime que en muchos pueblos están en carne viva las heridas
y la sangre derramada en los martirios sufridos por las per
sonas más religiosas o más señaladas de la derecha bajo el
golpe contundente de la izquierda. También influye el mar
co desolado de los templos destrozados en sus muros, en
las imágenes y retablos que el hacha o la tea marxista.de la
izquierda demolieran. La furia de la persecución religiosa
de la Wquierda se desbocó en los primeros meses de la gue
rra.
En la zona republicana, sin embargo, no hay nada. Si
acaso hay algo peor. Al recuerdo de la Semana Santa se
remedan actos penitenciales en son de burla, blasfemos,
odiosos ridiculizando la religiosidad de la otra zona. Y , por
supuesto, nada de indultos. La religión para la izquierda,
según sus máximos profetas, es la mayor calamidad de los
pobres, -es el opio del pueblo» y las consecuencias tienen
;ue ser ías del terror.
- 161 -
quier punto de la geografía nacional.
Pero Franco, en lugar de asistir a esta asamblea, se mar
cha a Vitoria, a visitar los frentes del Norte. Los requetés
coronan con gallardía la primera fase de la ofensiva ocupan
do los puertos de Barázar y Urquiola y dominan los accesos
a los valles de Vizcaya.
Al contemplar el Generalísimo la belleza de aquellas tie
rras dicen que exclamó: «¡Qué pena que no nos compren
dan estos vascos! La mayoría piensa como nosotros y, con
su obstinación, se van a empeñar en que prosigamos una
guerra inútil que les vamos a ganar».
Hay prisa por conquistar para la causa nacional a las
provincias vascas. Y si hasta el presente han fallado los
intentos pacíficos de diálogo, ahora Mola les lanza una
amenaza aterradora que publican los periódicos el día 7:
«l itimo aviso: he decidido terminar la guerra en el Norte de
España Quienes no sean autores de asesinatos y depongan
las armas y se entreguen serán respetados en vidas y hacien
das Si vuestra sumisión no es inmediata, arrasaré Vizcaya
empezando por las industrias de guerra. Tengo medios so-
para ello. El general Mola».
N; aparece la respuesta positiva que se espera. Y los
combates se reanudarán, aunque Franco seguirá atento a
cualquier posibilidad de diálogo que suija para la solución
pacífica del conflicto.
- 163 -
EL DECRETO DE UNIFICACION
GUERNICA
- 167 -
diálogo alguno, aunque se lo pida el mismo Papa, ni accede
a la entrada pacífica del Ejército nacional en sus calles,
aunque Franco le prometa el oro y el moro.
«Mientras conservemos Bilbao y Asturias la guerra la ga
naremos nosotros» habían gritado hasta la saciedad La Pa
sionaria y la Nelke. Ellas sabían que Bilbao era inexpug
nable. Por lo mismo era el símbolo de su victoria final. De
ahí que el Gobierno republicano y todas las fuerzas rojas no
se lo iban a dejar perder así porque sí.
Pero la Santa Sede sí que sabe que la espada del Genera
lísimo es capaz de romper el nudo gordiano de aquel «cintu
rón de hierro». Franco para ello tiene al frente a Mola con
70 batallones. 22 menos que el presidente vasco Aguirre.
Pero no importa. Son los suficientes para que, a su empuje,
aquel «cinturón de hierro- se derrita como la cera.
E l día 6 de mayo, el Papa todavía requiere una nueva
intercesión de Gomá ante el Gobierno Nacional en favor de
Bilbao. Gomá y Mola, hombres igualmente deseosos de paz
y reconciliación, al día siguiente, se encuentran en el hotel
Frontón, de Vitoria, y redactan con el criterio más benévolo
las condiciones a seguir con los vascos que acojan pacífica
mente la entrada de las fuerzas nacionales en su territorio.
Al terminar la redacción de sus conclusiones, desde el mis
mo hotel, llaman por teléfono a Franco, a Salamanca, y
Mola se las lee.
Franco escucha atentamente las seis condiciones que han
reflexionado Mola y Gomá. Las aprueba y perfecciona la
sexta humanizándola más con las siguientes palabras: «Res
peto a la vida y haciendas de quienes se entreguen de buena
voluntad, incluso los jefes militares». Y todavía agrega otras
dos cláusulas:
»7a. En el orden político se concederá a Vizcaya la descen
tralización en forma análoga a otras regiones favorecidas.
«8a. En el orden social se ofrece una justicia progresiva
dentro de las posibilidades de la industria nacional, según
el espíritu de la encíclica "Rerum Novarum
Resultó sorprendente este último dato que revela por vez
primera el conocimiento que Franco posee de las encíclicas
papales.
Si al Papa le preocupa mucho la suerte de los vascos, a
Franco no le preocupa menos. Las Vascongadas también
son su pueblo. No quiere que perezca ninguno de sus habi
tantes, y aún toma otra medida: ordena a su aviación arro
jar sobre Bilbao octavillas por las que difunde los puntos
concertados con la Iglesia en su favor y les invita a una
rendición honrosa.
«Os ofrecemos la paz justa y generosa, sin rencores ni
pasiones: una paz católica»... les promete Franco.
El Primado también telefonea al Vaticano. Lo hace con el
orgullo del deber bien cumplido. Su Santidad vería a la vez
que su llamada en pro de la moderación con los vascos
había recibido la respuesta más pronta y satisfactoria.
«Franco es un buen católico. Franco es un hombre de paz
—afirma Gomá al Papa— y para que brille la paz, como
fruto de la justicia, está en marcha el Movimiento Nacio
nal».
«Franco es un hombre extraordinario. No podemos pedir
más. Si los jefes católicos vascos respondieran a la llamada
del Papa con el respeto y solicitud que los jefes católicos de
la España Nacional, cuántas vidas se salvarían y cuánta
destrucción se podría evitar»... comentaba el Gran Carde
nal al día siguiente con ciertas religiosas, al tiempo que les
sugería que no dejasen de rezar por la causa de Franco.
- 169 -
«Camaradas, hoy se han producido en Barcelona y otros
pueblos —clamó a los suyos el 5 de mayo el secretario gene
ral de la CNT— luchas feroces indignas de un pueblo civili
zado. Alto el fuego... De lo contrario, será el General Fran
co quien tendrá que poner remedio a esta situación».
El presidente de la República, Manuel Azaña y Díaz, en
su escondite rumiaba el tremendo y amargo pesar de no
haber accedido en tiempos a cuanto le había propuesto
Franco.
Azaña sabía que Franco, siendo el General más joven del
mundo, había salvado a España en Africa. Azaña sabía que
Franco había salvado a España contra los embates de la
revolución de Asturias. Azaña sabía que Franco siempre
venció, que siempre tuvo razón... Pero Azaña nunca quiso
LA RELIGIOSIDAD DE MOLA
- 175 -
informa del grandioso homenaje que le tienen preparado en
Burgos. Y si todo esto es halagador para él, no lo es menos
leer la «adhesión al nuevo Estado, al Caudillo y al Ejército»
que firman los rectores de las universidades de Salamanca,
Valladolid, Zaragoza, Sevilla, Granada, Santiago, Oviedo y
La Laguna. Con Franco están la Iglesia, la Cultura, el Ejér
cito, el Pueblo en masa.
- 177 -
Tellerías, Redentorista, escribía desalentado: «El sector ca
tólico belga no era nuestro; nos miraba de reojo, con des
dén; a las informaciones nacionales no les daba crédito.
Mas comenzó a correr La Carta Colectiva, merced a la
calurosa recomendación del Cardenal de Malinas, y el am
biente se trocó». Y continuaba el mismo P. Tellerías: «Pue
de decirse que este luminoso y oportuno documento de la
Jerarquía Eclesiástica Española supuso más para la causa
nacional en el extrai\jero que la toma de Bilbao y de San
tander. De un golpe han cesado las vacilaciones de la pren
sa. y el dar la misma importancia a los comunicados de
Valencia que a los de Salamanca».
Se encontraba la Iglesia Española en la crisis más aguda
por la que había pasado desde la era romana de las per
secuciones ¿cómo iban a callar los Pastores? ¿Para cuándo
iban a dejar su protesta airada y sus apelaciones a la con
ciencia universal de los pueblos honrados? Porque a la pena
doméstica de España se le añadía el que ni siquiera se
comprendían y se valoraban sus sufrimientos; y encima se
aumentaban con la insidia y el embuste y la interpretación
retorcida de los hechos, sin apenas reconocerles a las vícti
mas el respeto y la condolencia debidos, por serlo en una
tan noble causa. Y. por último se pesaban la razón y la
sinrazón ia justicia y la injusticia en el mismo platillo de la
misma balanza y con las mismas pesas. Era el crimen colec
tivo mayor del presente siglo. Decía el obispo de Jujuy: «Es
cierto que ha sido unilateralmente enjuiciado y vilmente
calumniado el noble y caballeroso gesto de los que, fieles a
las tradiciones seculares, no quisieron una España sin ho
nor y sin Dios».
A la Iglesia Española la pintaron ansiosa de bienes mate-
nales y olvidada de los pobres. La calumniosa mentira,
sembrada por los enemigos de Dios, se había adentrado en
el campo católico: «Lamentable es, decía el Cardenal Dou-
gherty de Filadelfia. que muchos hombres honrados y de
recto pensar hayan sido víctimas de noticias e informaciones
notoriamente tendenciosas y aún falsas, que desfigurando a
todas luces la verdad, en lo que atañe a la Iglesia Española,
se han ido esparciendo por el mundo sin tasa ni medida».
La Iglesia y el pueblo a veces se congregaban en tomo a Franco en
manifestación de una misma fe y un mismo espíritu religioso y patriótico,
con los mismos cantos, los mismos signos externos y el mismo fervor,
como revelan estas imágenes.
■I
- 1 79 -
Los obispos no podían callar porque la guerra tenia un mar
cado motivo religioso». Corral Olariaga, en el periódico «El
Alcázar», 1976.
Por aquel entonces el gran poeta francés Paul Claudel
escribió su famosa oda «Aux mártires espagnols» como pró
logo en verso a un folleto de propaganda a favor de la
Cruzada publicado por Joan Estelrich, hombre religioso
oriundo de Cataluña, que residía en París.
Ya habían sido martirizados doce obispos, más de seis
mil sacerdotes y religiosos, muchos miles de seglares, hom
bres, mujeres y niños, veinte mil templos destruidos... Se
estaba Secutando una de las mayores persecuciones de la
Iglesia.
De esta Carta se lanzaron 36 ediciones, en 14 lenguas,
reproduciéndose a su vez en numerosos periódicos. Prácti
camente recorrió todo el mundo cambiando la mentalidad
de millones de hombres, muchos de ellos diplomáticos y
políticos.
180
lísimo. Le comunicó que estaba en proyecto, a sugerencia
de la Santa Sede, una Carta Colectiva del Episcopado Espa
ñol, cuya redacción apresuraría a causa de este diálogo. Y
la Carta vio la luz pública el 1 de julio.
Por aquellos días sacerdotes exiliados editaron en Lieja
(Bélgica) una oración a la Virgen del Pilar, que también
redunda en beneficio de Franco. «A ti, oh María, reina de
la paz, volvemos siempre nosotros los esperanzados hijos de
tu bien amada España, hoy envilecida, ultrajada, mancilla
da por el bolchevismo criminal... Te rogamos que vengas en
nuestra ayuda para conceder el triunfo a los gloriosos ejérci
tos del libertador y reconquistador de España, del Caudillo.
¡Viva Cristo Rey!». Esta oración se divulgó en millares de
estampas.
En Inglaterra el sobresaliente apologista católico Douglas
Jerrold escribe en su libro autobiográfico «Georgian Adven-
ture» refiriéndose a una entrevista con Franco: «Franco es
un hombre bueno en toda la extensión de la palabra, tal vez
un héroe y posiblemente un santo».
Asimismo por estas fechas se comenta el extraordinario
éxito que estaba gozando en Italia un libro del fraile domi
nico Venancio D. Carro, que había aparecido en mayo. Se
titulaba «La verdad sobre la Guerra Española». Su edición
había sido financiada nada menos que por Alfonso XIII.
Este libro fustigaba a quienes pensaban que podían ser neu
trales en una guerra como la de España, porque no había
derecho a medir con el mismo rasero «a los asesinos, a los
traidores a Dios y a su Patria, como a quienes morían expre
samente por Dios y por su Patria». Como es de suponer los
enemigos de la Iglesia de entonces como los de ahora adju
dicaron a este libro el insulto de «panfleto».
El 16 de julio, muchos templos se llenan de fieles para
celebrar novenas fervorosas al Apóstol Santiago, suplicán
dole que proteja a las tropas cristianas de Franco que lu
chan contra las anticristianas de Azaña, lo mismo que pro
tegió a las del rey don Ramiro contra las de Mahoma en
Clavijo. En este tiempo se estaba librando la terrible batalla
de Brúñete. De ella había dicho Franco: *E1 vencedor de
Brúñete será el vencedor de la guerra».
- 181 -
El 17 de julio, los lectores del ABC de Sevilla se encuen-
tran con una de las entrevistas más interesantes de Franco
en la guerra. Respecto al hijo de Alfonso XIII, don Juan de
Borbón, afirma: «... a primeros de agosto intentó ponerse a
las órdenes de la Marina española... Pero yo no pude acce
der a sus deseos, porque mi responsabilidad era muy gran
de, y no podíamos poner en peligro una vida que algún día
podría sernos preciosa. Debo añadir a lo anterior que hay
actualmente dos bandos españoles en guerra, uno de los cua
les está integrado por los sin patria y por los sojuzgados por el
látigo ruso, pero ya nos encontraremos todos solos en Espa
ña y no podrá haber más que españoles y, si en el cambio
de Estado volviera un rey, tendría que venir con el carácter
de pacificador, y no podría contarse en el número de los
vencedores ni de los vencidos». Y asegura que las relaciones
con el Vaticano «son oficiosas y cordiales, como correspon
de a un Estado católico».
Este mismo mes Franco ha declarado a la Gaceta de
F ran k fo rí para los alemanes: «Separar lo católico de lo es
pañol y quedará herido de muerte», recuerda esta frase de
Balm es y agrega. En España no hay problema religioso,
pues la totalidad del país es católico, y nuestro episcopado
es ejemplo de virtudes y de apartamiento de las cosas tem
porales . Con estas palabras el Caudillo, defiende a los
obispos de las intromisiones en asuntos del Estado, de que
íes acusan sus enemigos.
- 183 -
Cuando se entera el Caudillo, baja rápidamente de San
tander a Salamanca. Es el día 7 de julio y el 9 está en la
provincia de Madrid. No hay tiempo que perder. Franco
interviene personalmente. Ante el imprevisto y gigantesco
conflicto creado, exclama: «El vencedor de Brúñete será el
vencedor de la guerra». Inspecciona los cuarteles, observa
los frentes, estudia meticulosamente la coyuntura y pone en
movimiento a toda la aviación disponible. Esta logra vencer
a la republicana y, a las dos semanas, termina por dominar
el cielo azul de Madrid. Las tropas de tierra, a fuer de
imponentes sacrificios, también reconquistan el terreno per
dido.
Tanto valor y arrojo derrochó el Generalísimo en sus visi
tas a las vanguardias que intrigó a su Estado Mayor. El bi-
laureado Várela fue el encargado de interpelarle familiar
mente:
— ¿Qué haces aquí, mi General? ¿No comprendes que si
le ocurre algo soy yo el responsable?
Franco vaciló, pero luego, obedeciendo a la razón, se alejó
de la zona peligrosa con los subordinados para darles sus
órdenes··' 'Claude Martín. «FRANCO -Soldado y Estadista»,
o. 276 j,
Ei 24 de julio cae Brúñete en manos de Franco y el 25 se
consuma la victoria. «El Apóstol nos ha dado la victoria el
día de su fiesta . repetiría después Franco.
El 25 de julio es la festividad del Apóstol Santiago. El
Generalísimo lamenta no poder estar en Compostela. Se lo
impiden necesidades de interés patriótico más apremiante.
Por ello delega en el general Dávila para que le represente
en la ofrenda al Apóstol en presencia de Gomá.
Unos días antes, desde el mismo campo de batalla, Fran
co había dictado el decreto 325 por el que reconocía a San
tiago Patrón de España. Probablemente le habían informa
do de que se elevaban innumerables oraciones a Dios por
intercesión del Santo Apostol para que le ayudase a vencer.
Franco es creyente y obra en coherencia con su fe.
El Caudillo recordaría el auxilio que prestó el Apóstol a
Ramiro I de Asturias peleando contra Abderramán, emir de
Córdoba en Clavijo, el 844. En conmemoración de aquel
prodigio el rey cristiano formuló el llamado Voto de Santia
go, que consistía en una ofrenda al Santo de Compostela.
Posteriormente se repitió todos los aflos. Ultimamente lo
había suprimido la República. Pero Franco lo restaura.
- 185 -
informados por el espíritu social más avanzado de la Iglesia
y de ello se encargarían los asesores religiosos que eligiera la
misma Jerarquía como así fue.
El 10 de agosto muere el cardenal de Sevilla y, sin que
Franco intervenga en nada, es nombrado para sucederle el
cardenal Segura que, expulsado por la República, estaba en
Roma. Parece ser que los deseos de Segura fueron los de
haber sido repuesto en la sede primada de Toledo, que fue
suya, pero al no ser así, se cree que radica aquí la aversión
que nunca disimuló contra la persona de Franco, y que
Franco con su grandeza espiritual le perdonó siempre.
El 15 de agosto se celebra en Bilbao un acto solemnísimo
y público de desagravios a la Virgen Je Begoña. En esta
ocasión se le devuelven las joyas que se le habían recogido.
Y para presidirlo invitan a la esposa del Caudillo, doña
Carmen Polo de Franco. Ei tan fervorosa ceremonia, el
alcalde de Bilbao, nada menos que José María de Areilza,
que había de ser modelo de chaqueteros, dijo estas pala
bras: «La espada invicta de su esposo, Caudillo nuestro y
Padre de la Patria... nos ha traído en la punta de la bayone
ta de sus soldados la fe de Cristo que unos falsos y misera
bles profetas nos querían arrancar». Con el tiempo, Areilza
trataría y comería con algunos de los más «falsos y misera
bles profetas» a que alude en su párrafo y no los trataría
precisamente para catequizarlos.
Y el 8 de septiembre, todavía otro agasajo episcopal a la
esposa del Jefe del Estado. En la catedral de Burgos el pre
lado impone el lazo de Dama de Honor de la Real Cofradía
del Santísimo y Santiago a doña Carmen Polo. Los obispos,
por lo que veremos, no se cansan de complacer a la familia
del Caudillo hasta con detalles como el que referimos. Al
guien podría objetar en 1984: «Pues ella y Franco no los
hubieran aceptado». Pero nosotros replicamos: «¿Y eso hu
biera sido educado y correcto?».
CONQUISTA DE SANTANDER
CONQUISTA DE ASTURIAS
Franco manda a las divisiones liberadoras de Santander
que prosigan su camino triunfal. Ahora a redimir a Astu-
Dibujo
revelador de la
ilusión de los
hombres y de las
mujeres puesta
en el futuro de
la nueva
España,
acaudillada por
Franco.
— 1 RQ —
vación a la Jefatura del Estado y han avanzado irresistibles
a veces con heroísmo sin par.
En Burgos entretanto se festeja este primer aniversario
con un solemne Tedeum en la catedral que entona el Carde
nal Primado. Entre las ilustres personalidades que acompa
ñan a Franco está monseñor Antoniutti.
Varios días antes, el 17 de septiembre, en Burgos, el bajá
de Tetuán había rendido «homenaje de admiración y adhe
sión ;nquebrantable» a Franco honrándole con el nombra
miento de Hijo Adoptivo y Predilecto de la capital del Pro
tectorado.
E! 8 de octubre el enviado de la Sede de Pedro, monseñor
Hiidebrando Antoniutti, presenta las cartas credenciales. En
discurso, evocando que el día anterior había hecho años
^ue E>paña salvó en Lepanto al occidente cristiano de las
acometidas de los turcos, ensalza la religiosidad de los espa-
roies del Siglo de Oro v la equipara a la de los españoles
e¿ !■? Je julio de 1936 se alzan en «la presente gran Cru
zada que la catolicidad dirige con tanto entusiasmo para la
idlvación de la Iglesia Católica», según queda escrito en el
ooletin del Arzobispado de Burgos.
Franco estrena camisa azul el 13 de octubre y aparece
vistiéndola ante una concentración de 20.000 jóvenes uni
versitarios y bachilleres que han acudido a Burgos para acla
marle y reconocerle por su Jefe, su Guía, su Caudillo. Cuan
do se percatan de que viene con camisa azul como ellos, la
ovación, ei fervor, los vítores son de apoteosis. Es todo un
acontecí miento al que asisten representantes de «UAction
Fruneatse* del país vecino. Al saludar el Generalísimo a
éstos, les adviene: «Cuando informen de nosotros, digan us-
icdes lo uue ven-, -Obras son amores» y lo que están viendo
no es ningún sueño, es pura realidad. Pero Franco regresa
a! escenario de la guerra.
Por fin. llega el 21 de octubre. Los medios de comunica
ción lanzan la buena nueva: «El frente asturiano ha sido
derrumbado por nuestras tropas». «Con las armas naciona
les entran en Asturias el orden, la paz, la justicia. El frente
del Norte ha desaparecido*. La noticia conmociona de ale-
Las dos máximas personalidades de ¡a Iglesia en España e, ardería.
Goma v el representante del Papa, monseñor Antoniutti. en un aere
patriótico. Desde el principio de la Cruzada. Goma de fiende c o k firmeza
la causa de España y de Franco, como si fuera suya p ro n a porque en
realidad lo era. Ya en su informe del 24 de octubre de declaraba ai
Vaticano que «los m iem bros de la Junta Técnica son fervorosos católicos.
De manera especial lo es Franco, católico práctico de toda la vida, que
ser« un gran colaborador de la obra de la Iglesia-
gria a la España nacional. Vuelven los repiques de campa
nas, los cantos del Tedeum, las manifestaciones jubilosas...
En la гопа republicana, mientras, cunde la amargura de la
derrota. Se ha hundido otro de sus más potentes bastiones.
El ejército rojo no sirve, y sus jefes para levantar la moral de
sus súbditos tienen que inventar calumnias descomunales
contra el Ejército vencedor e instalar enormes carteles en
las fachadas de Madrid, Barcelona, Valencia y ciudades
toaría en su poder, con dibujos y frases fuertemente esti
mulantes.
En este mismo año, 1937, el ilustre doctor Gregorio Mara
ñen declaró en Francia a «Petit Parisién»: «He sido engaña
do. Todos ios intelectuales saben como yo, piensan como yo,
han tenido que huir como yo de la España republicana para
saivar nü existencia». Y más adelante citó a don Miguel de
l.‘namuno quien declaró en 1936 a un periodista norteame
ricano que la Guerra Civil española es una guerra entre la
: ilización y ia anarquía. La civilización son los hombres de
f ranco v la anarquía son los hombres de la República».
PROGRESO
- 193 -
bártulos y se hubiera alineado entre los que volvían a Fran
co. Pero Azaña se había enfangado demasiado. Cuando la
esposa de un representante rumano en Madrid, amiga suya,
ie pidió que impidiera la ejecución de José Antonio Primo
de Rivera, Azaña le contestó: «Me es imposible hacer nada
porque yo mismo me siento prisionero de este Gobierno ri
dículo que, por desgracia, se dice que presido».
Como quiera que la aportación de fe y entrega de los
hombres y mujeres de Navarra a la Cruzada es espléndida y
excepcional, el Generalísimo quiere premiarla. Se da el caso
de haberse enrolado abuelos, hijos y nietos en las filas de los
tercios de requetes. España entera aplaudirá este gesto del
Caudillo. Para ello el día 9 de noviembre visita Pamplona e
impone la Cruz Laureada de San Fernando al escudo de
Navarra. Este es otro acontecimiento de masas imponente.
«El pueblo —afirma la prensa— rugía de entusiasmo».
He aquí cómo se expresa en su libro «La hora de Espa
ña», página 298, Joaquín Navasal y de Mendiri, catedrático
español de Historia en la Universidad de Santiago de Chile,
de donde había regresado a España en 1937: «Yo he visto y
he hablado con el Caudillo de España en el lugar simbólico
de la Tradición. Fue en un salón de la diputación de Nava
rra el mismo día que había concedido al escudo del antiguo
Remo el supremo galardón de la Cruz Laureada de San
Fernando. Franco, con su faz serena, su ademán arrogante
marcial y su profunda mirada llena de bondad y ternura,
' i el prototipo de las grandes figuras de la raza».
Todavía resuena en mis oídos su voz cuando me hablaba
se las pruebas de afecto que le llegaban de la América es
pañola todavía veo su expresión de gratitud y de emoción
cuando, desde el balcón de la Diputación, tocado con la
boina roja, presenció el delirio de un pueblo que veía, per
sonificados en él, los ideales a que se refería Rubén Darío
cuando dijo:
...La alta virtud resucita
que a la hispana progenie hizo dueña de siglos».
*Ese hombre genial ha surgido en España en el momento
en que ésta se dispone a emprender la continuación de su
TODO ES CATOLICO EN LA NUEVA ESPAÑA
- 195 -
enviar a España». Y «lamentan los innumerables mártires y
destrozos en los templos que ha causado el salvajismo de la
izquierda española».
LA GUERRA MAS SANTA
A finales de noviembre comienzan a entablar relaciones
con el Gobierno de Burgos los siguientes países: Austria,
Ungría, Suiza. Holanda, Inglaterra, Polonia, Yugoslavia,
Bélgica y Japón.
A partir del día 30 de noviembre, en la universidad de
Salamanca, se desarrolla un ciclo de conferencias cuyo fin
es estudiar y dar a conocer el derecho y la obligación que
asiste a los católicos para alzarse en armas contra el Gobier
no del Frente Popular de la República. Y ésto a la luz de la
Biblia, la Teología, el Derecho y la Historia. Descuellan en
sus exposiciones José de Yanguas Messía, catedrático y ex-
minístro de la Monarquía, el sabio dominico P. Ignacio
González Menéndez-Reigada y el magistral de la catedral,
Aniceto de Castro Albarrán. La conclusión de las brillantí
simas disertaciones es que esta guerra, por parte nacional,
es no sóio justa sino santa, */a más santa que registra la His
toria*> Después cada uno de los oradores, por su cuenta,
publicaría sus conferencias.
Para que se comprenda bien la fuerza poderosa de los
argumentos de los conferenciantes, agregaremos que, para
componer sus discursos, a estos hombres no les movía inte
rés creado alguno, solamente la voz de su conciencia, la
cultura, la justicia y la moral. En particular, esto hay que
afirmarlo del principal de los participantes que es el P.
González Menéndez-Reigada, el cual era todo un sabio en
moral de la Iglesia y un hombre amantísimo de la soledad
de su convento. Según Bernardino M. Hernando en «Histo
ria secreta del Franquismo» (Ediciones 99. Madrid 1977)
«era un dominico asturiano, profesor de Teología Moral en
el convento dominico de San Esteban de Salamanca. El P.
Ignacio que tenía unos cincuenta y cuatro aflos en 1937, era
hombre muy pacífico, dedicado al estudio y poco amigo de
salir del convento. Desde luego ni fue confesor de Franco ni
tuvo con él relación especial». Y esto último lo dice B. M.
Hernando para salir al paso de los historiadores tendencio
sos que explican la razón de ser de la ardiente defensa del
Alzamiento de Franco por parte del P. Ignacio en que el P.
Ignacio González Menéndez-Reigada era «su capellán y
confesor» e «íntimo amigo suyo».
Y es que los historiadores muchas veces, como son hom
bres serviles de sus ideologías, en coherencia con este ser
vilismo, tergiversan la historia y mienten como juguetes de
sus intereses egoístas. Una vez más se cumple aquello de «se
ha creído el ladrón que todos son de su condición».
Conste igualmente que uno de los artículos en defensa de
la Cruzada, publicado por este fraile hizo tanto impacto en
la opinión, incluso mundial, que lo llegó a refutar nada
menos que Jacques Maritain en la revista «La Nouvelle Re-
vue Francaise». Pero le volvió a replicar con tal contunden
cia argumental teológica y filosófica el dominico español
que el sabio filósofo francés se tuvo que callar. Y desde
aquel tropiezo, Maritain tuvo mucho cuidado en no meterse
donde no le llamaban.
- 197 -
tu de la doctrina de la Iglesia —comenta Gomá, luego, con
los demás obispos y añade: — Franco así lo quiere y así debe
ser. Todo lo contrario de lo que sucede en la España repu
blicana».
El día 8 de diciembre, el cardenal don Pedro Segura, en
presencia de autoridades civiles, militares y consulares, pre
sididos por el general Queipo deLlano, procede a la bendi
ción de solares en Sevilla para la construcción de chalés,
que se entregarán a inválidos, obreros y empleados. La ta
rea socializadora del nuevo Régimen está en marcha.
Surge la sorpresa ingrata. Teruel es cercada el día 15 por
el enemigo. La República ha enviado un alud de divisiones
de l(X).O0O soldados contra los 4.000 o 6.000 que la defen
dían V a a ser la primera ciudad de la zona nacional que
ocupen los otros. Franco se entrega de lleno al examen de
este amargo trance. Se desplaza a la primera línea y da
instrucciones tajantes para organizar el ataque. Hay que
luchar también contra los elementos de la naturaleza: hela
das y temperaturas de 18 grados bajo cero. Regresa a Bur
gos a los dos días. Vuelve en seguida al cuartel general que
ha establecido en Medinaceli. No para. Hay que resarcir en
cuanto se pueda los efectos de este traspiés.
En la retaguardia se promueve una colecta a favor de los
combatientes que se denomina «aguinaldo del soldado» con
motivo de la Navidad y aporta más de nueve millones de
pesetas.
El Caudillo felicita la Navidad a los españoles por la
radio con una alusión de confianza a la recuperación de
Teruel y finaliza: «Por la victoria final de nuestra causa que
es ia causa de los cristianos». En este mensaje, como en el
que dirige a la nación el 1 de enero de 1938, también dedica
un recuerdo afectuoso a sus muchos partidarios en la otra
zona. Más del ochenta por ciento de los que combaten en
campo rojo están de nuestro lado y ansian nuestra victoria»
declararía Franco a un periodista argentino el 22 de enero
próximo. El 25, fiesta de Navidad, el Generalísimo conmuta
veinticinco penas de muerte.
En la otra zona no hay ninguna alusión a la Navidad ni
felicitaciones y mucho menos conmutaciones de penas capi*
tales. Allí, desgraciadamente, no hay nada más que ham
bre, maldiciones y mentiras a todo pasto.
Todavía el 26 de diciembre, el Caudillo en declaraciones
al periodista del «New York Times», Willian P. Camey,
confiesa su independencia territorial y política respecto a
cualquier bloque. Franco no engaña ni chantajea a nadie ni
se deja chantajear a ningún precio. La dignidad de España
por encima de todo. «El Generalísimo es todo un hombre.
Es todo un español». Esto se piensa y se proclama en todas
partes, como se repite desde hace mucho tiempo.
«Dejaríamos de ser nacionalistas — afirma Franco— si
cediéramos, aunque fuera una pulgada de nuestro territo
rio. Hemos tratado y firmado acuerdos con Alemania e Ita
lia declarando que España no cederá nada de su territorio,
ni de sus islas o posesiones de ultramar».
- 199 -
1976). Estos hombres escogerán de momento el destierro,
pero algunos regresarán pronto a la España de Franco y
serán repuestos en sus cátedras respectivas.
A primeros de 1938 asimismo se propagan manifiestos de
intelectuales en Francia «deseando abiertamente el triun
fo en España del que representa la civilización contra la
barbarie, el orden y la justicia contra la violencia, la tradi
ción contra la destrucción... y pedimos a la vez el reconoci
miento del Gobierno del Generalísimo Franco».
A los manifiestos de los intelectuales franceses se adhie
ren pronto los «intelectuales de Argelia, de Túnez, de Ma
rruecos. de todo el norte de Africa: abogados, médicos,
arquitectos, profesores... que aciertan a ver en el Generalí
simo Franco la espada defensora de una civilización común»,
según ios diarios argelinos «LEcho d'Oran», el «Oran
\farnn* y ios demás de la época.
En Cuba e iniciada precisamente por intelectuales se or
ganiza una colecta en pro de la causa nacional. Se recaudan
más de 300.000 dólares y se envían a Franco el 29 de enero.
Algo parecido ocurre en Nicaragua, donde preparan otro
manifiesto con más de dos mil firmas de todos los estamen
tos sociales. Y otro tanto se irá instrumentando por todas
las demás naciones del continente.
Reparemos en que todas estas campañas de intelectuales
a favor de Franco en Europa, Africa y América emergen
por imperativo del sentido de la justicia que poseen, y alen
tadas por la acrisolada honradez y el acreditado prestigio de
que goza el Caudillo de España en todas partes.
Probablemente no haya existido en la historia de España
un apellido que haya despertado en el mundo más admira
ciones y simpatías que el de Franco.
El obispo de Zamora. Arce Achotorena, había expuesto
el 18 de enero, en conferencia impartida en León que: «Para
Franco lo más importante es España, la España eterna en
la que caben todos los españoles de buena voluntad. Franco
es y será siempre el Caudillo de todos los españoles. Es de
justicia reconocer que para todos está labrando una España
Grande, libre, unificada, fraternal, cristiana, respetada, en
la línea tradicional y progresista más correcta. A nosotros,
- 200 -
los obispos, nos ha participado que sus predilecciones están
en los obreros, en los compatriotas más humildes. Será ta
rea prioritaria suya y debe ser de todos los ciudadanos res
ponsables elevar su nivel de vida y propiciarles trabajo, cul
tura y evangelización. Entre todos debemos hacer posible
que la victoria del Caudillo sea la victoria de la cultura
sobre la barbarie marxista de los enemigos. Nuestra lucha
es la lucha por la promoción de los valores culturales y so
ciales en España a la luz de la doctrina de la Iglesia. Y estos
firmes propósitos hay que difundirlos para que, siendo co
nocidos por todos, infundan confianza en los cuantiosos
frutos que traerá consigo la victoria del Caudillo que, por
ser suya, será la victoria de todos los buenos españoles».
Para orientar a la opinión pública tanto nacional como
extranjera acerca de sus ideas y proyectos, Franco aprove
cha todos los medios de comunicación que se le brindan.
Todo el mundo le conoce a la sazón, pero para que nadie se
llame a engaño juega explícitamente con todas las cartas
boca arriba. Con este fin, por aquellos días, corresponde a
la entrevista que le hace un periodista argentino para la re
vista Semana, de San Sebastián. Y su contenido lo publican
varios periódicos el 22 de enero.
El Generalísimo, al que el periodista argentino define
como «el militar que tiene en vilo a Europa», le expone que
«el Estado será nacionalsindicalista». Reconoce que «más
del ochenta por ciento de los que combaten en campo rojo
están de nuestro lado y ansian nuestra victoria». Son tantos
los soldados que se pasan de la zona roja a la nacional que
le permiten aventurar ese cálculo tan optimista. «El Tebib
Arrumi», cronista de la batalla de Teruel, refiriéndose al
día 20 de enero, anota: «La cifra de los que hoy se han en
tregado pasa de los quinientos». Lo que significa que mu
chísimos no tendrían nada que temer cuando fuera definiti
vamente derrotado el ejército del Frente Popular. Franco lo
que siente ante el periodista es que «todo es comunista y
ruso en el campo rojo». Sobre la libertad religiosa afirma
que «reinará la de siempre». Respecto de las demás liberta
des aclara: «Contra la patria no caben libertades: dentro
de ella todas serán permitidas». Y, aparte de otras declara-
- 201 -
dones, sobre la palabra imperio, que tanto se usa y se va a
seguir usando, explica que «El imperio tiene un exclusivo
sentido cultural y de prestigio. La fuerza de la lengua, de la
religión y la raza acabará por acercar a España a América».
CONQUISTA DE TERUEL
- 205 -
MI HOMENAJE A ISIDORO FERNANDEZ MADRIGAL.
- 207 -
en la valerosa División Azul.
A los pocos días de escribir la carta mencionada, un tiro
cortó el curso primaveral de los años de Isidoro Fernández
Madrigal. Refieren los que le asistieron en su agonía que
repetía: -Por España». «Viva Franco»», «Viva Cristo Rey»,
«Viva Cristo Rey», «Viva Cristo Rey»...
De aquellos intrépidos jóvenes escribió el obispo Pía y
Deniel, que no tardaría mucho en ser el Cardenal Primado
de España:
Los miembros de la Juventud Católica Española no espe
raron a obligadas movilizaciones para ser valientes cruzados
de Dios > de España. En el Alcázar de Toledo se encontra
ban 2i jóvenes de Acción Católica, todos voluntarios, ex
ceptuando algunos que eran soldados de la Escuela Central
de Gimnasia, y entre ellos Antonio Rivera, presidente de la
Unión Diocesana de Toledo: «el Angel del Alcázar», como
le llamaban sus heroicos compañeros; en Oviedo, los miem
bros de la Unión Diocesana se presentaron todos volúnta
nos en el cuartel de Pelayo; en todas las provincias y dióce
sis contaron todas las milicias voluntarias de distintos mati
ces, formadas en los primeros momentos, con numerosos jó
venes de Acción Católica... ¡Y cómo han contribuido a sos
tener la llama del ideal y el verdadero espíritu de la Santa
Cruzada en su inflamado amor a Dios y a España!».
La organización de la Juventud Católica Española se es
tructuró en 1924, en una reunión de representantes de di
versas asociaciones católicas juveniles (Juventudes Antonia-
nasr Salesianas. Juventudes Obreras Católicas de la Fábri
ca el T aller y el Campo; Congregaciones Marianas, Jóvenes
de Acción Católica y de otras asociaciones apostólicas segla
res). pero su actividad no cobra realce hasta 1927 y se acen
túa en la República. En 1927 es su presidente José María
Valiente, que luego sería jefe de la JAP (Juventudes de Ac
ción Popular). La JAP, en bloque, militó a las órdenes del
Generalísimo, vistieron con ilusión la camisa azul y se cu
brieron* con la boina roja, y algunos de sus dirigentes en
aquella época llegaron a ser en la paz de Franco alcaldes,
gobernadores y hasta ministros, como Pedro Gamero del
Castillo y Alberto Martín Artajo. Como para que la Iglesia
- 208 -
Soldados
comulgando en el
frente, vistos por
Saenz de Tejada.
Ellos sabían que
Cristo había dicho:
*el que come mi
carne y bebe mi
sangre tiene la vida
eterna y yo lo
resucitaré. Yo soy el
camino, la verdad y
la vida». Y para que
este Cristo desterrado
de España por la
izquierda republicana
siguiera reinando en
la Patria, ellos
estaban allí
dispuestos a dar
su vida por El.
careciera de influencia en los gobiernos del Caudillo y su
doctrina no inspirase toda la nueva legislación.
El espíritu inmortal de la raza hispánica ha surgido de
nuevo.
En su libro «La hora de España», cuya segunda edición se
editó en San Sebastián en junio de 1938, Joaquín Navasal y
de Mendiri, catedrático español de Historia en la universi
dad de Santiago de Chile, se refiere a los requetés con estas
palabras que hace extensivas a toda la juventud de la Espa
ña nacional: «Yo he visto a la juventud española luchar,
vencer y morir en los campos de batalla, con los ojos bri
llantes de alegría y esperanza, y con el grito de Dios y
España en los labios. Yo he contemplado en momentos de
insuperable belleza y emoción marchar al ataque, unidos y
hermanados, bajo la metralla enemiga y vistiendo el mismo
uniforme, al aristócrata, al campesino y al obrero español.
o he saludado a las banderas de la Tradición cuando on-
j edban victoriosas en montes, ciudades y castillos, adonde
as ^evaron en otros tiempos los voluntarios del Rey don
- 209 -
Carlos. Yo he recorrido toda Navarra y he visto en sus pla
zas, en sus casas y en sus campos tan sólo niños, ancianos y
mujeres sustituyendo a los hombres y a los mozos que desde
el primer día forman voluntariamente en las banderas
triunfantes y gloriosas del Caudillo... Yo he asistido a la
llegada a la zona nacional de caravanas de fugitivos de los
territorios y ciudades sometidas a la tiranía marxista. Los
he visto famélicos, exangües y con míseras vestiduras llorar
de emoción y besar con frenesí la bandera legítima de Espa
ña colocada en el mástil que se halla a la entrada del puen
te internacional de Irún. Yo he conversado con los Genera
les que conducen los Ejércitos. Yo he visto la obra admira
ble de la mujer española de la retaguardia en hospitales,
talleres de costura y obras de beneficencia...
Todas las naciones que deben el ser o su civilización y
cultura a los pueblos que constituyen la península ibérica,
se han estremecido, hasta en lo más hondo, contemplando
la homérica contienda en que se encuentra empeñada Espa
ña para salvar las esencias sublimes de la Hispanidad.
Con el triunfo de los Ejércitos de Franco, el ideal hispá
nico se ha salvado, y como la España del Siglo XVI, recién
salida de la titánica obra de la Reconquista, asombró al
mundo por las empresas gigantescas que realizó, la España
actual que ha recobrado su espíritu tradicional e histórico,
se dispone a conducir a la Hispanidad por caminos de glo
ria y de grandeza, que son los siempre seguidos, en su
inmortal destino, por la raza española».
Otro ejemplo: el falangista Rey-Stolle Pedrosa.
Traemos otro ejemplo maravilloso de los soldados de Fran
co. Es el falangista de Galicia Carlos María Rey-Stolle Pe
drosa. He aquí lo que escribió de este joven Adro Xavier en
su obra «Carlos María», cuando pasó de la Marina a la Avia
ción.
La figura guerrera de C arlos María, con su aureola de
gloria y su estela blanca de simpatías, ahora, al abandonar
su vida marinera, es enjuiciada por Dios y por España.
Dios nos habla en unas páginas sencillísimas de su
ministro, el capellán de a bordo.
España, en un certificado, ciertamente e x t r a o r d i n a r i o ,
Carlos M aría Rey-
Stolle Pedrosa, otro
de aquellos valientes
alféreces que luchó
en la cadena del *as
de la Aviación», G ar
cía M or ato, pilo ta n
do su H einkel y que
también supo m ante
ner viva entre los su
yos la llama del ideal
de «servir a Dios y a
España hasta la
muerte». A unque tu -
vo la fortuna de con
templar la victoria
del Generalísimo,
murió en un acciden
te de aviación el 21
de noviembre de 1939
Anteriorm ente ha
bía servido en la M a
rina. Como se p u ed e observar, en toda aquella inmensa juventud vibraba
en plenitud el m ism o ideal que en Franco: Dios y España . De ahí la com
penetración íntim a de aquellos com batientes con Franco y de Franco con
los combatientes.
- 213 -
muchos peligros, sobre todo al llegar a puerto; pero es,
a Dios gracias, una felicísima realidad para mí lo que le
digo. La comunión diaria no la he abandonado (salvo
dias en que las circunstancias guerreras no me la permi
tían). Tenemos al Santísimo a bordo, en una capillita, y
misa diaria. De capellán está el Padre Fernández Nogue
ras, S. I., bonísimo y muy querido en el barco. Es una
ventaja enorme esta de la misa y Santísimo, que muy po
cos tendrán en el frente.
»Padre, le dejo, y nos veremos tan pronto como pueda.
»De usted aftmo. s. s., q. b. s. m.,
C arlos M a r ía R e y -S t o l l e .»
- 215 -
Hugh Thomas. en el pie de la fotografía de una procesión
:ie Semana Santa, en 1938, con que ilustra su historia, dice:
«Una vez que la guerra se convierte en “ Cruzada” , la reli
gión va creciendo en importancia e invadiendo todas las
manifestaciones externas de la vida nacional. En las eleccio
nes de febrero de 193b, lo mismo que en las anteriores, las
cuestiones religiosas fueron principal caballo de batalla. La
represión anticlerical > antirreligiosa en el campo guberna
mental > la exaltación clerical y religiosa entre los suble
vados han sido ¡levadas al máximum. En esta procesión de
Semana Santa *: N38). política y catolicismo se aúnan y con
tunde imágenes v banderas, curas, fieles y soldados, cánti
cos devotos y marchas militares, incienso y cornetines de ór
denes. oraciones y vítores...«
220 -
Soldados del Cuerpo de Ejército de Galicia llegan al Mediterráneo el
15 de abril de 1938
EL SIM, EL T E R R O R EN LA REPUBLICA
- 225 -
a pesar de que el Ebro lo riega y besa sus orillas y a noso
tros nos sacia la sed, ¡pasmaros!, todos bebemos su agua.
»Tenemos el campo cerca del pueblo; es bastante bue
no; ios aparatos, los mejores, y magníficos los profesores,
pues estamos aquí en reentrenamiento los que vamos a
caza.
»Divertirnos, poco podemos divertimos; pero, com o a
eso no hemos venido, no nos preocupa mucho. Estamos
m uy contentos. Estamos alojados en casas del pueblo;
a mi me ha tocado en la fonda. En ómnibus, vamos todos
los días temprano al campo.
»Tenemos, al borde del campo, un pebellón con gran
des ventanales que tragan luz, sol y aire en abundancia.
Esto hace que nos contagiemos con la alegría que la Natu
raleza nos brinda, desterrando toda reminiscencia de has
tío o mal humor.
- 226 -
rados de dónde estuve, qué hice y adonde voy..., por si
acaso.
»Vi a algún com pañero de Universidad que allá se las
traía... y ahora de soldadito; y algunos, ni eso, ni de uni
forme, y eso que hace m ucho que se han escapado, y, se
gún creo, siguen con las mismas ideas que allí tenían.
Ayer mismo me encontré con uno que era de izquierdas
y ahora va de alférez provisional... Es gente de zurda a
conciencia. Vi también a Masacalls, el pequeño, que su
hermano m ayor no ha querido ni intentar pasarse; ahora
está de alférez de Ingenieros de Automovilismo, y el gran
cínico, muy satisfecho, me dijo que está «enchufado».
Otro día, vi a otro com pañero de Universidad, rabioso
separatista; me recon oció y, cuando iba a hablarme, le
di media vuelta. Se llevó un susto m orrocotudo...
»En cam bio, me encontré con los primos Carlos y Ale
jandro del Río y Rey-Stolle (1); es algo admirable; los
cuatro hermanos están en el frente y en puestos glorio
sos, lo mismo que los dos hijos del tío Nicasio. Realmen
te, la familia, tanto por parte de los Rey-Stolle como por
los Pedrosa, no pudo portarse m ejor...
»De Esteban no tengo noticias, pero sé que está ahora
en el frente de Cataluña con sus requetés, batiéndose he
roicamente. Estará satisfechísimo de pisar ya aquellas
tierras y con esperanzas de acabar de una vez esta guerra.
»Nuestra estancia aquí durará casi un mes, y después,
finalmente, nos destinarán a unidades de combate. Ya os
podéis imaginar lo que deseo llegue ese día. Lo espero
con verdadera ilusión.
»Se han m atado ya, en estos primeros quince días, dos
compañeros m íos de prom oción, uno en el Sur y otro en
este frente de Teruel; son los primeros caídos. Que Dios
los acoja en el cielo. Todavía les tendrán que seguir mu
chos: ¿quiénes? Eso no importa, ni puede impedir el que
sigamos adelante con una gran fe en el porvenir, aunque
- 227 -
pueda truncarse todo cuando menos se espera. Uno de
ellos se tenía que casar el domingo, y murió el viernes.
»De aquella chica, nada; ni la he vuelto a escribir ni
me acuerdo de ella. A los peques, mil besos, y saludos a
los señores curas. Y, padre, reciba un fuerte abrazo de
su hijo,
C a r l o s M a r ía .»
- 228
Una de las
estampas más
divulgadas en la
zona nacional
fue ésta de la
Virgen del Pilar.
En la zona roja
todas las
estampas eran
destruidas como
símbolo de
incultura o
escondidas.
- 231 -
Grande y Ubre, no acepta otra rendición que no sea la rendi»
ción total, absoluta y sin condiciones», murmura la gente.
En el discurso pronunciado por el Caudillo el 6 de junio,
éste puntualizaría que «la guerra representaba la corona
ción de un proceso histórico en lucha de la Patria contra la
‘’anti-Patria” » y que afirmar la paz en aquellos momentos
supondría volver a una nueva guerra más adelante. «En
nombre del destino de España, de sus héroes y de sus márti
res. la Patria exige la victoria incondicional de Franco», ex
clama la prensa nacional.
Es curioso constatar cuántas voces se alzan en este mes
invitando a la rendición de la República a Franco. El 28 de
ramo, el obispo de Gerona escribe a companys, presidente
deí gobierno de Cataluña, razonándole que la República
debía rendirse sin condiciones puesto que más de la mitad
le España estaba ya con el Generalísimo, y como buen de-
■•nocrata debía acatar -el principio de la mayoría».
Ei 12 de mayo, el delegado apostólico, Antoniutti, parte a
visitar ia región del Aragón recientemente liberado. El re
presentante del Papa queda horrorizado por cuanta devas
tación religiosa contemplan sus ojos y atrocidades cometi
das con ios católicos practicantes escuchan sus oídos. «Ja
más podría imaginar tanto salvajismo en la izquierda espa
ñola como estoy comprobando. Esto no sucedió ni en la re
volución rasa. Inexplicable tanto odio», repetiría después
Antoniutti ai comentar sus amargas impresiones y añadi
da <Se impone lo que dice el Caudillo que, si han de ren
dirse los rojos, la rendición debe ser total y sin condiciones».
E¡ día 15 fiesta de San Isidro, se registra la unificación
de los sindicatos que colaboran en la cruzada española. La
Confederación Española de Sindicatos Obreros (CESO)
queda fusionada en la organización sindical de FET. Es
un paso importante en la armonización de la Iglesia y el
Es:ado. Sus dirigentes son conscientes de que están en la
rrbsma linea católica que el sindicato falangista, en pro de
todos los trabajadores y lo admiten como evolución natural
de i a nueva sociedad. Máxime que ellos mismos siguen en
puestos de mando. La desaparición del CESO no dejaría de
ser explotada por la demagogia de los falsos democristia*
nos, pero sin que fuera digna de tenerse en cuenta. Todos
los líderes del sindicalismo católico español están de acuerdo
y, como Franco, quieren también la unificación. En el ex
tranjero se comentaría: «Es otra batalla ganada p or Franco».
La pasión, la euforia que inspira el Caudillo raya tan alto
en los españoles que en la prensa de Aragón aparece, como
todo un ditirambo, el siguiente párrafo sobre el Generalí
simo: «Franco es todo ciencia, todo piedad, todo sabiduría y
ternura. Es el enviado que está redimiendo nuestro solar y,
que puestos de rodillas y alfombrando con las más bellas ro
sas de Alejandría el camino que sus plantas hieren, no sería
el suficiente premio para quien tanto amor reparte».
Como quiera que los informes de Antoniutti al Papa acer
ca del Generalísimo son óptimos, el mismo 16 de mayo,
Pío XI nombra, por fin a monseñor Gaetano Cicognani Nun
cio Apostólico de la Santa Sede en la España nacional, y
Franco responde nombrando embajador en el Vaticano a
don José Yanguas Messía.
Los periódicos de la República, conocedores de la actitud
del Papa reconociendo al Gobierno del Generalísimo, lo re
procharon. Pero el diario del Vaticano, L'Observatore, re
plicó adecuadamente censurando con acritud la hipocresía y
cretinidad del presidente del Gobierno de la República,
Juan Negrín, que presume de asegurar la libertad de cultos
en su zona porque permite que se abran algunas capillas en
Barcelona.
El 25 de mayo, el Primado de España, Cardenal de Tole
do, don Isidro Gomá, llega al Congreso Eucarístico Interna
cional que se celebra en Budapest, capital de Hungría. Gomá
cautiva la atención de la flor y nata de todos los cristianos
del mundo que han acudido al mencionado Congreso. El
Gran Cardenal español representa a la parcela de la Igle
sia Católica que, por defender su fe, ha sido regada con
más sangre de mártires que se haya podido derramar en
otras naciones y épocas de la historia. Representa a la le
gión de héroes y cruzados que, guiados por Francisco
Franco, están derrotando en los campos de batalla a los
enemigos de la Iglesia, a pesar de auxiliarlos las potencias
marxistas del mundo y especialmente Rusia. De ahí que, si
- 233 -
los enemigos de la Iglesia están vencidos, no puedan caber
pactos inútiles. Eldía 27, Gomá afirmó en su discurso pro
nunciado en Budapest: «La guerra ya no se puede acabar
por un compromiso, por un arreglo, ni por una reconcilia
ción... Que se rindan los rojos puesto que están vencidos.
Que se rindan sin condiciones. De no ser así, no es posible
otra pacificación que la de las armas». Hablando del Caudi
llo repetía con frecuencia entre sus eminentes colegas:
«Franco es el militar más inteligente, valeroso y cristiano
que existe en España y uno de los estadistas más perspica
ces del mundo».
Entretanto los prelados que han permanecido en España
preparan un nuevo obsequio al Caudillo. Consiste este obse
quio en inscribir a su hija Carmen en las listas de la
juventud femenina de Acción Católica. Este acto tiene lugar
en la catedral de Burgos imponiéndole las insignias corres
pondientes. Y así la vienen a constituir «en apóstol de Cris
to y soldado del Papa», como dirían algunos medios infor
mativos. Es el 29 de mayo. El embajador alemán, que toma
nota de cuanto sucede en España, hasta de estos detalles
minuciosos, define a la Acción Católica como «una organi
zación religiosa de la Falange» lo que no deja de ser elo
cuente por cuanto venía a significar que la Acción Católica
era lo mismo que Falange Española y viceversa poco más o
menos.
Por aquellas fechas se publicó el recuadro que nosotros
recogemos en la página siguiente.
¡ I I I I I " " ' ...........
Genio de ía
guerra
y gobernante
para la paz
- 237 -
13 de julio, el general Varela lanza tal ofensiva que hace
que los navarros e italianos se apoderen de los objetivos pre
vistos para el 16 de este mes. Rompen ahora también el
«cinturón de hierro de Valencia». La República ante su im
potencia se desespera y aúna a sus columnas con todo su apa
rato bélico para detener el avance nacional. Pero el ejérci
to de Franco las hunde, pasa por los pueblos de Higueras y
Candiel y llegan hasta Nules, donde de momento se detie
nen. Están a 40 kilómetros de Valencia. Es el día 20 de
julio.
Dos di as antes se había desprendido del calendario la
hoja del 18 de Julio. Había empezado el primer día del
Tercer Año Triunfal. Se conmemora con evidente regocijo.
La armada ha rendido homenaje a Franco nombrándole
Almirante y el Gobierno lo hace restableciendo para él la
dignidad de Capitán General de los Ejércitos. Entre otros
personajes, Franco condecora con la Orden de Isabel la
Católica a monseñor Antoniutti como al conde Ciano. Se
inauguran ya nuevos éditicios públicos y hay discursos.
El más importante de los discursos es el del Caudillo.
Evoca a José Antonio declarándole *Mártir glorioso de
nuestra Cruzada». Habla de la justicia que se debe obser
var siempre, sin que se olvide que la misericordia y el per
dón, también con los enemigos, son preceptos evangélicos. Y
recalca que: «A la disciplina y patriotismo del Movimiento
ha de unirse la fe y el fervor en lo religioso». La intervención
de Franco es, pues, la del político más sinceramente cons
ciente de su misión cristiana.
Otro discurso, éste más discutido por juzgarle ciertos his
toriadores antifalangista, es el del general Queipo de Lla
no. Yo, sin embargo, opino que no es así, que es muy rea
lista. Queipo ensalza la FET y a sus afiliados «siempre que
todos los que en ella figuran sean dignos de figurar en ella».
Porque -hay quien duda que no son todos los que están». Y
es que a estas alturas de la guerra no era poca la cizaña que
se había entrometido en sus gloriosas y honrosísimas filas,
gentes que en el futuro habrían de ser traidores de la más
baja estofa. Lo explico en el apartado que titulo «La cizaña
de la zona nacional·. Es la triste realidad que se había de
- 238 -
El 18 de Julio de
1938, Franco
declaró a José
Antonio«Mártir
glorioso de
nuestra
Cruzada»; en
noviembre lo
proclamó
«Héroe
nacional» y
ordena que su
/
nombre
encabece la lista
de los Caídos
por Dios y por
España en los
monumentos que ¡1 JO SE ANTONIO !!
se levanten en su
honor en TU MEMORIA CRECE Y SE
pueblos y AGIGANTA CON EL TIEMPO
ciudades.
- 240 -
Franco, según manifestó a su capellán el P. Bulart. no recordaba haber
faltado a misa ningún domingo. Cumplió con el precepto de la Iglesia
hasta en ¡os frentes de batalla, com o le verwos aquí.
preocupados por lo muy poco que el Generalísimo desean-
saba, ya que solía acostarse casi al alba y, a las dos horas,
estaba de nuevo en pie en pleno trabeqo».
En un momento dado, Franco participa al prelado de
Burgos sus impresiones sobre la «batalla más fea», como él
la llama: «No me choca que el comunismo internacional haya
preparado esta gigantesca ofensiva justo al año de nuestra
gran victoria en Brúñete —le diría— . Este despliegue de
fuerzas intenta ser su represalia. Son los últimos estertores
del comunismo en nuestra patria. Pero lo pagarán muy
caro. Lo triste es el número de vidas que va a costar, sobre
todo a ellos, porque nosotros esperamos vencer confiados en
el coraje de nuestros combatientes y en las oraciones de la
Iglesia».
Pasan el Ebro 60.000 soldados completamente equipa
dos. Sin resistencia proporcionada toman las sierras de
Pandols y de Fataresa y nueve localidades más. Los medios
de información republicanos echan sus campanas al vuelo:
Los bravos soldados de la República avanzan victoriosos
por los caminos del país aplastando el orgullo franquista»
Pero llega de Levante la LXXXIV División con banderas
de Falange de Asturias, León y Galicia el día 26. El 27,
acuden al teatro de operaciones las Divisiones LXXIV y CII.
En la LXXIV descuella el Tercio catalán de Requetés «Vir
gen de Montserrat»; es el más condecorado de toda la guerra
por su arrojo, valentía y entrega de vidas. Se presentan
también refuerzos de la Legión, del Ejército Marroquí, del
Italiano... y la aviación de la Legión Cóndor, de los grupos
italianos y unidades españolas.
El 31 de julio, el «orgullo franquista» detiene los pasos del
«orgullo rojo». Los choques entre ambos ejércitos son violen
tísimos. El 2 de agosto, en los sangrientos combates de
Gandesa, entre otros muchos, perecen el político socialista
Lewis Clive y el joven filósofo comunista de Cambridge,
David Haden Guest, soldados de las Internacionales.
Delgado Serrano es el primero que obliga a retroceder al
frente rojo el 6 de agosto. El 10 y el 11, Alonso Vega y
Galera luchan con intrepidez en las faldas de Pandols. El
14, Líster es vencido y claudica en la cota de Santa Mag-
- 242 -
dalena con su XI División. El 19, Yagüe alcanza las cimas
de Gaeta. El 23, Vigón aniquila la XVI División republi
cana.
Tagüeña, Líster y Modesto, jefes de las divisiones de la
República, reciben de Barcelona cuantiosos efectivos de
material y personal. A sus sargentos les imparten órdenes
severísimas de disparar contra los oficiales que, sin permiso
de ellos, mandaran alguna retirada. «Quien pierda un solo
palmo de terreno — apremió Lister— debe reconquistarlo al
frente de sus hombres, cueste lo que cueste, de lo contrario
será ejecutado». Pero a Líster, llegada la ocasión, no le
importará perder no sólo un palmo de terreno sino kilóme
tros enteros por salvar la vida y nadie le ejecutará ni se le
caerá la cara de vergüenza.
En aquellas sierras.se enfrentan las mayores concentra
ciones de potencias de fuego habidas entre las dos guerras
mundiales.
Las acometidas en ambos bandos son de nuevo tercas e
implacables. Mantienen el pulso en alto. Ninguno de los
dos ejércitos ceja en su empeño. Esta situación empieza a
desmoralizar a los más impacientes de las retaguardias.
Allá en Roma, Mussolini, ciego de ira por esta causa, grita
a Ciano: «Anota en tu “D iario” que, hoy, día veintinueve de
agosto, profetizo la derrota de Franco (...) Los rojos son
verdaderos combatientes y Franco no».
Pero Franco, que intuye el porvenir por encima de las
apariencias y confía en Dios, trabaja e interviene con firme
za en la vanguardia, dirigiendo las operaciones y, en la
retaguardia, infundiendo confianza.
Entre el 3 y 10 de septiembre, siguiendo las instrucciones
que Franco le ha dado, García Valiño ataca con el Cuerpo
de Ejército del Maestrazgo a los cuerpos de Modesto, que
dominan la sierra de Cavalls. Los nacionales se baten con
bravura en dirección a la Venta de Camposines, punto muy
estratégico de la sierra, mas no la alcanzan. Sólo recon
quistan Corbera.
Luis María de Lojendio registra en su libro «Operaciones
militares de la guerra de España» la siguiente anécdota, que
recoge en «La cara humana de un Caudillo» el escritor Ro
gelio Baón: «En la tarde del día 5 de septiembre de 1938,
pegados sus ojos al binocular, señalaba Franco a su Estado
Mayor los episodios de la lucha: “ Se combate con granadas
de mano en el pico X. Un batallón abierto en guerrilla
recorre el barbecho de la derecha. Hay fuerte tiroteo junto
a la casita blanca” .
»Todos los detalles de la batalla eran sentidos y percibi
dos por el Generalísimo. Entonces se inició el asalto de una
de las cotas objetivo de la jornada. Abrían marcha unos
tanques. Detrás, muy pegados a ellos, dos banderas españo
las subían por la pendiente. Luego, la infantería desplegada.
Hubo un momento, un cuarto de hora, veinte minutos, qui
zá la media hora, en que el Puesto de Mando, silencioso,
seguía el avance de las banderas. Los soldados que las lleva
ban continuaban pegados a los carros avanzando a cuerpo
limpio. Los tanques rebasaron la vertiente. Al fin, las ban
deras se clavaron en la cumbre. Y entonces fue Franco
quien rompió el silencio. No le dijo al general Dávila, que se
sentaba a su lado, nada más que esto: «Entérate quiénes
son esos muchachos porque les concedo la medalla militar».
De no haber contemplado el Caudillo la házaña de aque
llos dos jóvenes requetés, hubiera quedado ésta sin recom
pensa Como la de tantos otros. Pero aquí está la justicia de
Franco premiando el mérito al valor, aunque tal mérito se
encuentre en simples soldados anónimos.
Todos los intentos por adueñarse de la sierra siguen sien
do vanos. El frente parece entrar en un período estacionario
hasta finales de octubre. No obstante, el enzarzamiento bé
lico no cesa. Algunos días, como el 1 de octubre, los com
bates se recrudecen por ver la forma de obsequiar al Caudi
llo con un regalo espectacular. Sin embargo, no se logra
nada. El pulso de las dos Españas permanece tenso, soste
nido, duro. No se doblega la España auxiliada por Italia y
Alemania ni la España auxiliada por la URSS, por el comu
nismo internacional y por todos los países «progresistas» del
mundo.
Finalmente el puño de la República cede a primeros de
noviembre. El día 3 caen en las manos de los franquistas las
sierras de Cavalls y Pandols. El 7 de noviembre cae Mora de
- 244 -
¡¡ CAM ABADAS !!
A VICTORIA DE NUEVO
SERA NUeSTRA
Dibujos en los
que Sáenz de
Iejada expresó
el espíritu
co m b a tiv o ,
el heroísmo y la
ilusión
enardecida de
las fuerzas
nacionales.
Ebro. Y el 16 se da por terminada la batalla del Hbro con la
toma definitiva de Flix y Ribarroja. Los restos que han
quedado del ejército republicano han huido.
Como es de suponer la explosión de alegría y emoción en
todo el ámbito nacional es inenarrable. El «orgullo fran
quista» había aplastado y en verdad al «orgullo rojo». La
fiesta es colosal. Las acciones de gracias al Dios de los
ejércitos en todos los templos son solemnísimas. Otra vez
las campanas repican a gloria. En manifestaciones jubilosas
el nombre de Franco, Franco, Franco, es aclamado con
frenesí por todos los labios. Y vuelven las frases más elo
giosas para el Generalísimo: «Contra Franco no hay quien
pueda», «Franco es invencible», «Con Franco tendremos paz,
justicia y pan*, «Con Franco viviremos mejor», «¡Viva Fran
co!». ..
El enemigo en su huida ha abandonado abundante ma
quinaria pesada, cañones, carros de combate y la chata
rra de 242 aviones con seguridad y probablemente de 94
más. Asimismo ha dejado los campos y las cunetas sembra
dos de heridos y muertos. En cerca de 75.000 se calcularon
las bajas. Y a los vecinos de aquella zona les ha dejado
esquilmados, hambrientos, en la miseria.
Lo que son las paradojas de la Providencia. Todos estos
heridos, gracias a la munificencia cristiana del Caudillo,
convalecerán en sus hospitales. A los muertos ordena que se
les dé cristiana sepultura. «Hasta que un día —pensaba el
Caudillo de todos los españoles— estos cadáveres reposen
con los de sus hermanos de la zona nacional bajo la magna
Cruz de los Caídos que mandaré erigir en el centro de la
Península, para que las futuras generaciones, viviendo en
verdadera hermandad, no repitan más guerras civiles». Y
dispone que a todos los vecinos de aquellos pueblos y sierras
se les facilite alimentos abundantes, ropas y los medios pre
cisos para seguir subsistiendo.
El historiador Carlos Martínez de Campos escribió: «La
batalla del Ebro... proporcionó el desgaste necesario para
concluir la guerra fácilmente». Y desde aquellas jornadas,
cada día con más ansia, «Cataluña entera deseaba ya fl
Franco», confesaría después el máximo estratega de las
- 246 -
El Caudillo, en el fren te del Ebro, acom pañado por el ‘j efe del sector
- 248
aprobación del Ministerio de Industria y Comercio». Era
una negativa rotunda a la pretensión alemana, y recuerdo
que, después que el Consejo conociera esta disposición,
Franco pronunció más o menos las siguientes palabras:
«Prefiero perder la guerra y que ganen los republicanos, que
también son españoles, a acceder a una exigencia que afecte
a nuestra independencia. Su patriotismo prevalecía en cual
quier decisión. Más tarde tuvimos la suerte de capturar un
barco ruso lleno de armamento para la zona roja».
Realmente son innumerables y admirables los gestos de
patriotismo que existen en la vida de Franco, por los que
éste renuncia a todo con tal de que España y los españoles
fuéramos libres, soberanos e independientes. Lo normal en
quien tiene por ideal «servir a Dios y a España hasta la
muerte».
El Fuero del Trabajo cobra en este tiempo un impulso
vigoroso a favor de la clase obrera. El 13 de mayo se había
establecido la Magistratura del Trabajo. «Por primera vez,
desde la industrialización, el mundo del trabajo aunado en
un Sindicato de entendimiento, impartía la justicia laboral
a través de Magistraturas libres sin la coacción y la presión
de las partes, imponiéndose la ley de la Justicia sobre la ley
de la Fuerza». El 15 de junio se reorganiza el Instituto
Nacional de Previsión, que hasta entonces era un Patronato
inoperante. A partir del 18 de julio se observa el Subsidio
Familiar. Poderosas iniciativas a las que vendrá a unirse el
Instituto Nacional de la Vivienda el 19 de abril del afio
siguiente, como pieza clave de la enorme envergadura del
Fuero del Trabajo.
Como la labor del Caudillo es ingente, delega en su espo
sa para que el 9 de junio se desplace a La Corufia y tome
posesión del pazo de Meirás que les ha regalado aquel
Ayuntamiento.
El 11, el Ministerio de Organización y Acción Sindical
manda que se instalen comedores en todas las empresas por
deseo expreso del mismo Generalísimo. Este había dicho al
ministro: «Se resiente la dignidad del trabajador al tener
que comer a pie de máquina». Así vela Franco personal
mente por el bien de todos los españoles. Para Franco todos
- 249 -
los españoles, aunque sean muy pobres, son hyos de Dios.
Cuatro días después se celebra en toda la España nacio
nal la solemnísima fiesta del Corpus Christi. En todas las
procesiones, donde se puede, toman parte los ejércitos. Con
su talante profundamente devoto y bizarro emocionan a los
fieles que les contemplan conmovidos rindiendo honores al
Santísimo Sacramento. Y no digamos nada del efecto que
produce la asistencia de los altos jefes y máxime la del
Caudillo. ¡Cuánta belleza! En la otra zona, sin embargo,
nada de nada. ¡Qué triste el panorama impío y blasfemo del
ámbito republicano!
Dionisio Ridruejo, que con los años desertaría de las no
bles ideas que entonces proclama, vela por las publicaciones
de la naciente Editora Nacional y su equipo presenta y
difunde amplios programas de culturización a partir de la
segunda quincena de junio. También se fomenta el deporte
y el 27 se crea la Copa del Generalísimo.
Se prohíbe la coeducación en los colegios el 5 de julio, y
se emprende una campaña moralizante que es muy bien
acogida por la sociedad en general. Desaparece la porno
grafía y se penalizan situaciones condenadas por la Iglesia
Católica. Algunas autoridades civiles más escrupulosas se
pasan. Por ejemplo, el alcalde de Zaragoza que «prohíbe a
los ciudadanos piropear en público a las mujeres», con fe
cha 16 de juüo.
El 18 de Julio ya vimos en el capítulo anterior cómo se
recordó.
- 250 -
Justicia social,
cultura, trabajo
y progreso...
simbolizados en
el Yugo y las
Flechas, es lo
que promete
Franco por igual
a todos los
españoles.
- 251 -
cia, Hay que subrayar que antes del 18 de julio no habia
en toda la nación más de 2.500.
La paz y el progreso están rigiendo el devenir de los días
con sus pros y contras. El 5 de septiembre, el Ministerio de
Hacienda aborda «la necesidad imperiosa de una estrecha
colaboración de la Banca privada en la restauración de la
normalidad de las ciudades y plazas que nuestro ejército va
liberando...».
El 11 de septiembre, asimismo, se hace notoria la activi
dad de CIFESA, compañía de promoción en la industria del
cine que, con sus nuevos actores, elevará al cine español de
la postguerra a un nivel de auténtica categoría.
Los periódicos hablan el día 14 de un plan gigantesco de
obras públicas a emprender. Los ferrocarriles, carreteras
y caminos vecinales se beneficiarán de ello. El Consejo de
Ministros ha dedicado a este fin 2.390 millones de pesetas.
El impacto indirecto, pero claro, de la Iglesia se detecta
ahora nítido en la Ley de Reforma de la Enseñanza del
Ministerio de Educación Nacional, que aprueba Franco el
20 de septiembre.
El 24 aparecen órdenes en el Boletín Oficial, procedentes
del Patrimonio Forestal del Estado, instando al cuidado de
los árboles y bosques. Un acentuado matiz ecologista em
barga las directrices del nuevo Estado. Todo lo contrario de
lo que sucede en la otra España. Allí se ha empezado a
talar pinares enteros para remediar los fríos del invierno
inmediato. Las cercanías de Madrid son las que más sufren
el vandalismo que acarrea la falta de un control inteligente.
El segundo aniversario de la exaltación de Francisco
Franco a la Jefatura del Estado se celebra en toda España.
En su honor se organizan diversos actos religiosos, cultura
les. deportivos y sociales. El arzobispo de Burgos, en nom
bre de la Iglesia Católica, declara dirigiéndose al Caudillo:
*Señor, en el momento en que la locura demoníaca parecía
empeñada en perder a España, surgís por designio provi
dencial para hacer posible la salvación de las almas».
Raimundo Fernández Cuesta, en nombre de F.E.T. y de
las J.O.N.S., poderosa fuerza política en la que estaba inte
grada casi toda la España nacional, le entrega un fagín y un
-2 5 2 -
bastón de mando saludándole como «conductor definitivo
que forzará a España a salvarse».
El sindicato, la escuela, el ejército, el deporte..., los diver
sos estamentos de aquella sociedad se manifestaron poco
más o menos.
Por la noche, el Generalisimo habla a todos los españoles
por la radio. Reconoce el valor del enemigo, que en el Ebro
parecía invencible. Culpa a Rusia de la prolongación de la
guerra. Recuerda su satisfacción por la paz de Munich, que
le tenía hondamente preocupado. Y concluye abriendo sus
brazos de paz a todos los españoles de la otra acera tam
bién, porque «quien quiera someterse a nuestro credo,
quien desee servir a España y no haya cometido crímenes,
no tiene nada que temer».
Este día Franco concede condecoraciones a distintas per*
sonalidades y se crean los premios nacionales de periodismo
«Francisco Franco» y «José Antonio».
Mas para que en la zona opuesta no faltase una brisa
acariciadora de la nacional en fecha tan trascendente, el
Caudillo manda a la aviación que haga llover panes sobre
los barrios más pobres de las ciudades todavía republica
nas.
Uno de los chiquillos de aquel Madrid, hambriento y
miserable, hoy hombre muy culto, que ejerce su profesión
desde 1955 con toda eficacia, entonces vecino de Las Ven
tas, de Madrid, nos participa: «Qué sorpresa cuando vimos
caer panes de harina blanquísima. Nos pusimos contentísi
mos. Nadie podía imaginar que Franco fuera tan bueno
como para enviamos aquel pan que estaba riquísimo. Lo
malo fue que los guardias nos prohibieron volver a recoger
los y a comerlos, “porque eran panes envenenados de Fran
co para mal.1' a los vecinos de Madrid” . Y con la excusa de
que se los debían llevar para analizarlos, luego se los co
mían ellos». Hasta por los más reacios se empezó a decir:
«Esto sí que es vencer y convencer. Franco sabe el mal que
padecemos y Franco nos lo remedia. No cabe duda que con «
tranco viviremos mejor». **
FRANCO,
SIEMPRE GENEROSO Y GRANDE
- 254 -
Los envíos de pan,
que por avión orde
naba Franco para los
barrios modestos de ”Br U
las ciudades republi
canas más hambrien
tas, se hacían' utili
zando bolsas en las a g í * — «■« !f*
que se leía la nota
que se puede ver en
la fotografía adjunta.
IM|
El 15 de octubre, so
lamente sobre M a
drid cayeron 165.000
panes.
Esta nota viene a
ser como una carta
fraterna, cordial y es-
peranzadora que mm
manda el Caudillo de ‘OS
España a todos los
españoles que sufren
hambre y penalida
des diversas en la
otra zona.
- 255 -
Como quiera que la sequía del aflo ha afectado notable
mente a muchos agricultores, el 27 de octubre, el Gobierno
les proporciona un crédito de 300 millones de pesetas, pro
cedentes de la banca privada. En la otra zona, los labradores
tampoco reciben subvención alguna.
En el discurrir laborioso e inquietante pero triunfal de los
días del mes para Franco, se interpone una noticia fatal y
dolorosísima. Es la muerte en accidente de aviación sobre el
Mediterráneo de su querido hermano Ramón, el famoso
héroe del Plus Ultra. Ocurrió el 28 de octubre. Al Caudillo
le partió el corazón, no contando con otro bálsamo para su
desgarrada herida que el que le brinda su amor a Dios y a
España.
«No es nada la vida que se da alegre por la Patria, y
siento el orgullo de que la sangre de mi hermano, el aviador
Franco, se una a la de tantos aviadores caídos», telegrafió el
Caudillo a la base aérea de Mallorca, a la que pertenecía
Ramón. «¡El Generalísimo siempre generoso y grande!», ex
clamó el jefe de la base.
Franco recibe numerosos pésames, destacando el del Pa
pa Pío XI.
El 7 de noviembre, la aviación republicana bombardea
Cabra y Córdoba dejando 86 muertos y 116 heridos. ¡Qué
distinto este bombardeo cruel de la República a los que, de
vez en cuando, viene repitiendo la aviación de Franco sobre
los barrios hambrientos de Madrid y otras ciudades. Franco
envía panes exquisitos. Azaña o Negrín envían bombas
mortíferas y destructoras. Franco es cristiano; Azaña y Ne
grín renegaron hace tiempo de su cristianismo.
256 -
Franco asistiendo a la misa que, p o r el alma de su hermano Ramón, en
cargó a la mañana siguiente de enterarse de su accidente mortal.
/58 -
Sun nano dr C'ompostrla. I91S Cuantío una imagen vale más que mil palabras.
Franco, es el giro que ha tomado el Gobierno belga respec
to del suyo. El jefe de aquel Gobierno, nada menos que el
socialista Spaak, el día 14, inicia gestiones para estar repre
sentado junto a Franco en Burgos.
Sin embargo, mientras políticos socialistas de la talla de
Spaak miran con admiración a Franco, un grupo de «católi
cos franceses» vuelve absurdamente a la carga contra el
valor cristiano de la gran cruzada española. Siempre con la
misma canción: «Los católicos», tirando piedras contra su
propio tejado. Pero esta necia actitud de ciertos franceses
en España levanta de nuevo los elogios más encendidos en
honor al Caudillo y al Movimiento. La misma jerarquía
recuerda la célebre Carta Pastoral Colectiva de los Obispos,
otros escritos y tesmimonios de las más altas personalida
des de la Iglesia nacionales y extranjeros en favor de Franco
y. en particular, se reavivan las palabras pronunciadas por el
arzobispo de Burgos en el anterior Primero de Octubre.
f’ Es nuestro deber y nuestro deseo expresaros, señor —di
jo también el arzobispo—, el reconocimiento agradecido de
los fieles católicos por cuanto, con la espada del cruzado y
las leyes del estadista cristiano, habéis hecho en pro del
acrecentamiento de la fe. Ningún hombre de Estado hizo
tanto en la Edad Contemporánea para que la Iglesia pudie-
l· ra cumplir su divina misión». Más y mejor no se podía
afirmar en defensa del Alzamiento y de la misma persona
del Caudillo y por un alto ministro de la Iglesia Católica.
Así pues, ¿a qué vienen esas ofensas de algunos «católicos
franceses»? ¡Cuántas ganas de hacer el indio han existido
siempre en algunos «católicos listos», incluidos presbíteros,
frailes y obispos!
Entre los comentarios que se ponen sobre el tapete de la
mesa en el Consejo de Ministros del 15 de diciembre, está
uno que hace referencia a la despiadada injusticia de la
República privando al Rey Alfonso X III, a pesar de encon
trarse en el destierro, de todo derecho de ciudadanía espa
ñola, de la paz jurídica y de sus patrimonios. Entonces, el
Caudillo propone y el Consejo aprueba la elaboración de un
proyecto de ley por la que se rehabilita al Rey en todos sus
derechos y prerrogativas. Y esta rehabilitación es tan affl*
- 260 -
plia como amplia había sido la injuria de los republicanos a
Su Majestad.
Con fecha 20 de diciembre, el «Boletín Oficial» lanza una
ley derogando la de secularización de los cementerios pro
mulgada por la República el 30 de enero de 1932.
Y para que a los obreros no les faltase algo especial con
que celebrar la Navidad y sus hijos tuvieran regalos de los
Reyes Magos, Franco ordena por el Consejo de Ministros
la entrada en vigor de la paga extraordinaria de Navidad, el
22 de diciembre. Franco, una vez más, se revela como el Cau
dillo de todos los españoles y, en particular, de los más
humilde^ ?ara facilitarles lo que antes sólo era accesible a
los más afortunados. La legislación de Franco será tan
avanzada que los obreros dispondrán, entre otras ventajas,
de una Seguridad Social por la cual tendrán gratuitamente
las medicinas que necesiten, favor del que dejarían de disfru
tar pasados cuarenta años; y las criadas llegarían a po
der vestir más elegantemente que sus mismas señoras, a
partir de los años cincuenta. Esto último lo agregamos co
mo un botón de muestra de lo mucho que conseguirían con
Franco las clases más modestas de nuestra sociedad.
- 261 -
campo es que en Cuenca sólo se sembró en 1938 el 14 por
100 de la tierra destinada a cereales. Y a todos sus habi
tantes, como a tos del resto de la España republicana, debe
ría dar de comer la España de Franco después del 1 de abril
de 1939.
En la zona nacional el precio de la vida pasó de 163,4 en
julio de 1936 a 226.2 en febrero de 1939. En la zona repu
blicana, entretanto, creció de 163,65 a 2.501,98 en el mis
mo período. Este es otro reflejo que nos demuestra en cual
de las dos Españas estaba «el carnaval de traición y podre
dumbre» de que habló el célebre novelista. Lo que, a la par,
viene a confirmar que «mientras en el mercado internacio
nal la cotización de la peseta nacionalista a finales de 1938
era de 100 pesetas la libra, aunque el cambio oficial seguía
siendo de 42,50 pesetas por entonces, la peseta republicana
se cotizaba a más de 500 pesetas la libra» (Hugh Thomas,
La guerra civil española»).
En el aspecto religioso, como la República española esta
ba plenamente descalificada por su furibunda persecución a
la Iglesia, algunos individuos del gobierno vasco exiliado en
Barcelona intentaron aportarla cierto matiz de moderación.
Para ello lograron que se autorizara el ejercicio de sus fun
ciones a los sacerdotes y se promoviera la vuelta del carde
nal Vidal y Barraquer. Pero ni el conflictivo cardenal ni los
sacerdotes les prestaron ninguna atención. Bastante hartos
estaban de burlas, sarcasmos y ultrajes crueles y mordaces.
Y. además, si esa libertad para el clero era verdad, que hubie
ran sacado de las cárceles y checas a los muchos sacerdotes
que aún seguían presos y, por supuesto, al obispo de Te
ruel. al que tienen encarcelado en la prisión de Barcelona
19 de abril·- y terminarán por matar quemándole vivo el 7
de febrero de 1939, cerca de la frontera francesa, adonde le
condujeron con otros cuarenta prisioneros más, a los que
mandó ametrallar el comandante comunista Pedro Díaz.
AÑO DE LA VICTORIA
1939.
- 263 -
mueven con audacia insobornable son Dios y España. Y
*por Dios y por España» y «con Dios y con España» Fran
co está convencido de que está venciendo en las batallas
más importantes que se han librado en la historia de la
nación, que se libran y se librarán en la paz.
En los últimos días de diciembre el Ejército nacional em
prendió la liberación de Cataluña. El recrudecimiento de
los combates recuerda a los del Ebro. Pero los nacionales
vencen con mayor rapidez a sus enemigos. Los primeros
días de 1939 les sonríen. Las palabras proféticas de Franco
empiezan a adquirir visos de realidad. Y esto los comunis
tas. sobre todo, no deben consentirlo por ningún concepto.
Las palabras proféticas de Franco y el cariz de los aconte
cimientos bélicos empujan a que se acentúe por estas fechas
el éxodo a las ciudades catalanas de los hombres de izquier
das, socialistas y comunistas, que entonces y a mucha gala
se llamaban los rojos. Entre ellos abundan los que han des
collado más en los pueblos por sus abusos.
La invasión de forasteros en Barcelona es abrumadora.
Allí se encuentran los gobiernos de la Generalitat, el de la
República española y el de Euzkadi en el exilio. En Barcelo
na se concentran los miles y miles de soldados que se prepa
ran para los frentes. En Barcelona se han refugiado, lo
mismo que en Valencia, fugitivos de toda España que viven
la desesperación de quienes lo han perdido todo por culpa
de la política. Por eso no les importa destruir, incendiar,
perder a los demás. Su odio feroz a Franco es inaudito y
contra él y su Ejército vomitan los horrores más espantosos
que inventa su imaginación. Se prestan a ejecutar rápida
mente a cuantos creen sorprender con tintes fascistas o de
rrotistas. Son fieles ejecutores de los planes del SIM y los
crímenes se multiplican entre ellos mismos. No pocos de
estos fugitivos, hastiados de la inutilidad y cobardía de sus
jefes, abominan de éstos, los insultan públicamente e, in*
cluso. para que éstos rabien hasta alaban a Franco, y pagan
su osadía con el tiro por la espalda.
Cuántos hijos de aquellos pobres soldados o fugitivos de
la República creerán hoy que sus padres murieron heroica
mente defendiendo a aquella República, siendo así que mu-
- 264 -
rieron asesinados por los mismos fanáticos de la misma
República. Y al cabo de los cuarenta aflos de aquellos des
manes, los hijos están defendiendo a los que fueron los ase
sinos de sus padres o sucesores de aquellos asesinos. Pero
así se escribe la Historia.
til día 4 de enero, se vence de nuevo al fanfarrón de
Líster que m anda el V Cuerpo del Ejército Rojo. Se le
desaloja de Artesa de Segre y de Borjas Blancas. Este avan
ce en los días siguientes da acceso a la conquista posterior
de Tortosa, Tarragona, Reus, Tárrega y 70 pueblos más.
El 15 de enero, el territorio ocupado por las Fuerzas de
Franco abarca 40 kilómetros de litoral y 1.600 kilómetros
cuadrados del interior.
El 15 de enero es una fecha clave de la que circularán
comentarios oficiosos, según los cuales, «es la más brillante
de las jornadas desde el 18 de Julio».
El general republicano Vicente Rojo escribe el 15 de ene
ro: «La caída de T arragona era el triunfo completo del ene
migo iniciado el 23 de diciembre». Sobre este día anota
Azaña en su «Diario»: «Enorme desastre. H a desaparecido
el Ejército. Los del Ebro casi sin combatir. Peor que lo de
abril».
- 265 -
pasar. El Generalísimo me presentó al “ as” , y en seguida
comprendí que le estaba echando una reprimenda, prohi
biéndole que persiguiera a los “cazas” rojos fuera de los li
mites de la zona nacional. Le hablaba con severidad pero
también paternalmente, con cariño. García Morato se cua
dró para despedirse con lágrimas en los ojos».
Después de leer este párrafo, nos acució la curiosidad de
informarnos más detalladamente de esta escena, si era posi
ble. y según nos ha participado don Pedro González, «hay
que ponderar con los mayores elogios el elevado concepto
que Franco poseía del honor en el campo de batalla y el celo
cristiano que siempre brilló en él por el respeto a la vida y
haciendas de amigos y enemigos».
Por lo visto, don Pedro González Bueno y el Caudillo
prosiguieron dialogando sobre la anterior entrevista. «Claro
—comentó Franco—, estos jóvenes nuestros, como son muy
valientes, se enardecen con sus triunfos y, si les valiera, no
dejaban un enemigo vivo. Pero esto no es así. Una cosa es
ganar las batallas y otra matar a los enemigos máxime
cuando están indefensos. Y para enseñarles y encauzar su
valor estamos nosotros. No obstante, hay que reconocer que
tenemos una juventud admirable».
Franco sorprendentemente en aquella conversación se ex
playó y le siguió diciendo poco más o menos al ministro de
Organización y Acción Sindicd: «Le he dicho a nuestro
héroe del aire que no debemos olvidar jamás que todos
somos españoles y que el daño que podemos inferir a los
demás repercute en perjuicio de todos. Pero es que además
de españoles, nosotros somos cristianos y como cristianos
debemos practicar las virtudes del perdón y la caridad in
cluso con los enemigos. Nosotros, si tenemos enemigos, es
porque no nos conocen. Cuando sepan todos los españoles
de la zona que se llama enemiga nuestra, que nosotros sólo
buscamos, para may^r gloria de Dios y de España, su bie
nestar y su progreso, todos se unirán a nosotros en el traba
jo común de engrandecer a la Patria engrandeciéndose ellos
mismos a sí mismos».
«Estamos en la hora suprema de practicar como buenos
cristianos el perdón», añadió el ministro.
- 266
Su serenidad
refleja la
valentía y la
nobleza que
siempre le
caracterizó.
LIBERACION DE CATALUÑA
- 268 -
sale a recibir al Ejército vencedor a los acordes de la m ar
cha real. Al amparo del confusionismo con que huyen los
batallones de El Campesino, la banda de música había pre
ferido pasarse en bloque a la zona nacional. Los rojos, des
pués de ofrecer cierta resistencia, se alejan a la desbandada.
L£1 24, se toma Manresa. Y el 25, las tropas de M onasterio
se postran ante la imagen de M onserrat abandonada en su
destrozado templo. Al caer la tarde de este día, las vanguar
dias del Generalísimo se detienen y se reúnen ante los um
brales de Barcelona. Hay que entrar en la Ciudad Condal
por la puerta grande de los vencedores, y allí no hay más
vencedores que los soldados del Caudillo de España.
Entretanto los gobernantes republicanos, parte de sus
ejércitos y de los infelices que habían creído en sus falsas
promesas huyen despavoridos a Francia. Existe una tre
menda diferencia: mientras los jefes escapan en lujosos au
tomóviles, las gentes de a pie cam inan ateridos por el frío,
abatidos por el cansancio o se quedan tendidos por la fiebre
y la agonía en las cunetas.
Los gobernantes republicanos m archan culpando a sus
ejércitos de las cobardías y torpezas por las que han perdido
todas las batallas.
Los militares republicanos se m archan abominando a sus
gobernantes por corrompidos, por ineptos, por no proveer
les de los medios precisos para vencer.
Antes de transponer la frontera, el comandante comunis
ta Pedro Díaz manda am etrallar en el barranco de Can
Tretze al obispo de Teruel, fray Anselmo Polanco, al defen
sor de la plaza, coronel Rey d ’H arcourt, y a cuarenta pres
tigiosos prisioneros más. Se los han traído desde Barcelona
por si su utilización les servía de algo. A continuación,
ordena rociarlos de gasolina y quemarlos. Esto sucede el 7
de febrero.
A los políticos republicanos les espera un porvenir rodea
do de lujos y comodidades. Es tanto el oro, el dinero de
Lspaña colocado a sus nombres en bancos del extranjero,
que ya tienen bien asegurado el futuro. A los otros pobres
hom bres sólo les espera sangre, sudor, lágrim as... Miserias
todas éstas de las que no pocos se salvarán regresando a la
- 269 -
España de Franco.
Jornada del 26 de enero. La felicidad que se experimenta
este día en Barcelona es inenarrable. En las primeras horas,
el Tibidabo, Montjuich, la Radio Asociación de Barcelo
na.. todo empieza a ser ocupado pacíficamente por los
nacionales. Apenas se disparan tiros.
Las calles, que están desiertas, frías, muertas, cobran
calor y vida al paso de los ejércitos de España. Los habitan
tes, al escuchar los cantos de la Falange, del Requeté, de la
Legión, abren los balcones, salen al exterior y las aceras
rebosan de personas que les aclaman sin cesar.
Las tropas avanzan triunfalmente por la Gran Vía Diago
nal, la actual plaza de Calvo Sotelo, paseo de Gracia, plaza
de Cataluña... Es de locura el fervor que despiertan estas
juventudes invictas, aureoladas de heroísmo por Dios y por
España. Aquellas masas del pueblo de Barcelona les ofre
cen flores, botas de vino, les abrazan, besan sus banderas,
ríen, lloran de emoción. Es impresionante asimismo ver a
delegados de fuerzas republicanas que salen de sus acuarte
lamientos y rinden sus armas ante los generales de la Cru
zada. Los presos por miles salen igualmente de las cárceles
v se unen a todos los vecinos que gritan con frenesí: «¡Fran
ca'. ;Franco!, ¿Franco!», «¡Viva Cristo Rey!», «¡Viva Espa
ña!-, ■·;Arriba España!», «¡Cataluña con España!»...
En todos los barrios de Barcelona no se escuchan otras
expresiones de admiración que las que hacen relación a Fran
co. Gracias a Franco», «Contra Franco no hay quien pue
da-, "¡Qué grande es Franco!», «Con Franco viviremos me-
ior».
El Generalísimo ha dominado por completo los labios, el
corazón, los anhelos... todo el ser de los catalanes. Con
cuánta razón el general republicano Vicente Rojo escribe en
su libro Alerta los pueblos»: «En todas partes esperan al
enemigo y desde muchos días les tienen todo preparado. No
sé cómo explicarme en muchos hombres antifascistas de
untes del 18 de Julio del 36, que ahora no les importa pasarse
ai enemigo. Resumen: que Cataluña como población c iv il ya
leseaba a Franco».
Como quiera que los nacionales habían encontrado una
- 270 -
Lai tropa» nacionales entran en Barcelona el dia 26 de enero de 1939
Barcelona famélica y empobrecida, el Mando informa de
esta situación al Caudillo. Inmediatamente de diversas pro
vincias parten camiones cargados de pan y víveres. Vizcaya
envía535 toneladas; Tenerife. 460; Mallorca, 355... y así las
demás. Auxilio Social, la admirable organización de socorros
para las víctimas de la guerra, sirve en los tres primeros días
350.000 raciones de pan, 150.000 comidas frías y 60.000
calientes. Servicio que se irá planificando cada día mejor.
En la mañana del 27 de enero y siguiendo igualmente
instrucciones del Caudillo, en acción de gracias a Dios por el
magno acontecimiento vivido, se celebra una misa de campa
ña solemnísima en la plaza de Cataluña. Muchedumbres
inmensas abarrotaban la plaza y se agolpaban en las bocaca
lles. Con más devoción que nunca allí vibraron las notas del
Cantemos al Amor de los amores» y esas palabras del cánti
co: Dios está aguí» debieron adquirir cadencias insupera
bles de inefable fe. Diríamos que es la apoteosis de la libera
ción de Barcelona: la entronización de Dios en el corazón de
la capital catalana gracias a Francisco Franco Bahamonde.
En seguida se abren los templos, a pesar de estar devasta
dos y con los muros ennegrecidos por los humos de las lum
bres en que perecieron retablos e imágenes de incalculable
valor durante los dos años y medio de dominio marxista. Los
cultos se reanudan sin temor a los pistoleros y milicianos, y la
religión empieza a recobrar el pulso de los mejores tiempos.
La palabra «salud» que había venido a reemplazar a la de
adiós-, por cuanto ésta recuerda al Ser Supremo, desapa
rece del vocabulario general y en las despedidas se vuelve a
decir "adiós»... Decir «adiós» había llegado a costar la vida a
más de un hombre y una mujer.
El periódico que reaparece llamándose «La Vanguardia
Española- el 31 de enero declara: «Estamos ante un momen
to único y excepcional: el momento en que podemos resolver
lo que se ha llamado durante muchos años el problema
catalán».
El 28, Millán Astray se dirige por radio a los madrileños.
Les invita a que se vayan preparando para recibir a los ejérci
to^ nacionales y les habla de perdón, de paz y de progreso.
La conquista de los demás pueblos continúa imparable y.
- 272 -
Con retratos de
Franco y el símbolo
de la Falange,
innumerables
mujeres catalanas,
recorrieron las
calles de Barcelona
celebrando el
acontecimiento con
su felicidad y sus
cantos.
- 274 -
Los españoles,
alentados por las
victorias de los
ejércitos de
Franco, miran
con confianza el
futuro. Las
palomas de la
paz se ciernen
sobre ellos.
- 276 -
sacrilegios que todavia hum ean de sangre e incendios». Jus
tamente por estos días se descubre en M oneada el cadáver
del obispo de Barcelona, monseñor Irurita, y se ha descu
bierto acribillado a balazos. Apareció junto a otros muchos
asesinados: sacerdotes y seglares. Y fue identificado por
algunos restos de sus prendas episcopales. Estos fusilamien
tos sucedieron el 3 de diciembre de 1936.
Otro personaje del catolicismo español, cuya labor reper
cutirá en el m undo entero, tam bién está en Burgos. Al mis
mo tiempo que com parte las vicisitudes del Alzamiento,
consolida los cimientos de su O bra, el Opus Dei. Es don
José M aría Escrivá de Balaguer. «El fundador del Opus
Dei es un sacerdote muy digno. El tam bién contribuye al
triunfo de nuestras armas con su oración y predicación»,
opinó Franco ante ciertos individuos, que no le compren
dían. Don José M aría llegó a Burgos a primeros de 1938,
tras su respectivo calvario por la zona republicana.
Como otro fruto de la arm onía en las relaciones de Igle
sia-Estado, el Boletín Oficial publica el 4 de marzo una
nueva ley. Esta ley consiste en eximir de toda contribución a
los edificios y com unidades religiosas y centros católicos y
eclesiásticos. La República los había gravado con onerosos
tributos.
- 278 -
Justo Barcón Cánovas,
destacado tenor de
El Ferrol del Caudillo,
que en su infancia y
juventud conoció muy de
cerca a la madre de
Franco, de la cual habló al
Cardenal Gomá en 1938 y
en el presente al autor de
este libro.
- 280 -
estén en la calle.
—Lo entiendo, máxime conociendo la historia de los últi
mos años de España.
—Efectivamente, los últimos años de España que se re
montan al período en que entra a gobernar M aría Cristina,
esposa de Fernando VII, hace algo más de cien años. Desde
entonces hasta ahora, todo han sido humillaciones por p a r
te de los políticos contra la Iglesia y contra nuestras sanas
costumbres tradicionales. Con raros paréntesis de años de
respiro para la Iglesia, los demás han sido de persecución
más o menos solapada, pero de persecución, que ha desem
bocado en esta auténtica cruzada. Necesitábamos liberarnos
de cien años o más de males y, gracias a Franco, lo vamos a
conseguir. Tenga en cuenta que Franco va a encomendar
los cargos de máxima responsabilidad política a hombres de
probado catolicismo, que es tanto como decir que los va a
poner en manos de la Iglesia. ¿Qué más podemos desear?
—Pero el que la Iglesia deba estar de enhorabuena con
Franco, esto no impide que tengamos que lam entar y reco
nocer que en toda guerra haya venganzas terribles.
—Desde luego. Y también reconozco que pagan justos
por pecadores. Mas Franco es ajeno por completo a todo
esto, como lo somos los obispos, a los que se nos acusa de
connivencia con el Caudillo en la represión y no hacemos
otra cosa que invitar a la moderación. En las primeras ciu
dades que se conquistaron, la represión sí que respondió con
dureza a la durísima represión que antes había fomentado
allí la izquierda. Tal es el caso de Badajoz y Málaga. Pero,
así y todo, Franco fue ajeno a esta represión que se llevó a
cabo por cuenta y riesgo de otros generales, así como fue
ajeno a la ejecución de los sacerdotes separatistas vascos. La
prueba está en que, a partir de conocer Franco estas noti
cias, se suspendieron las ejecuciones de sacerdotes y des
pués de cada victoria ha insistido y reiterado moderación y
perdón con los vencidos y el peso de la justicia sólo para los
criminales, independientemente de la guerra. Lo que igual
mente es inevitable es que los hijos de padres y abuelos ase
sinados no maten por su cuenta no sólo a los verdugos de
éstos, sino también a sus cómplices e incluso familiares. Y
como comprenderá, Franco es sgeno a estas venganzas. To
do esto no obstante, también son muchos los hijos de marti
rizados que han perdonado a sus enemigos. Y encima están
dando de comer ahora a los hijos de éstos que han muerto
en los frentes rojos, han huido al extranjero o están en la
cárcel.
Tanta admiración suscitaron las impresiones de Gomá en
Pío XII que le rogó comunicara a Franco y a los españoles
sus más efusivos sentimientos de afecto y adhesión a la noble
causa que defendían. Y el Cardenal así lo hizo en la carta
que escribió al Caudillo el 19 de marzo:
«Después de su coronación, me dijo el Papa: “Sírvase
transmitir al Generalísimo Franco m i bendición con mis
mejores afectos y con los votos más fervientes que form ulo
para el pronto triunfo de las armas españolas; y a la noble
nación española exprésele todo el amor que por ella siento
en las formas más expresivas que pueda hallar».
El sucesor de Pedro, Su Santidad Pío XII, no podía ser
más explícito en su admiración y afecto paternal por el Cau
dillo de España, Francisco Franco Bahamonde.
¿Acaso habrá algún católico de ahora en adelante que ose
afirmar lo contrario de lo que declaró el Cardenal Primado
de España y ratificó al Papa en favor de Franco? Pasados
varios años, le proclamaría “Hijo predilecto de la Iglesia ” y
otorgaría el máximo galardón de la Santa Sede a los jefes
de Estado católicos proclamándole «Caballero de la Milicia
de Cristo».
¿Acaso el Cardenal Primado y el Santo Padre eran tan
viles y contemporizadores que, porque Franco era el vence
dor de España, se uncen a su carro, servirles, cobardes,
aduladores?
¿O acaso es que, sencillamente, pidiendo a Dios la victo
ria para Franco y premiándole con sus honores cumplían
con el sagrado deber de hacer justicia dando a Franco lo
que el Jefe del Estado español se merecía?
LA REPUBLICA, REMATADA Y ABANDONADA
POR SUS JEFES
284 -
El dibujante
y pintor Carlos
Sáenz de Tejada §
captó № * p in
perfectamente el
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de la juventud | *
que, a las
órdenes de
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Franco, Vi
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tradicionales de
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el escudo, en el m Ii 4w&
Yugo y las l'v·''- ■ II
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Flechas de los
Reves Católicos. til
marzo. Pero como los representantes de la Junta de Defensa
aparecen hipócritas, no se aclaran y no entregan la aviación,
Franco zanja definitivamente las conversaciones. El día 26
ordena avanzar a sus ejércitos.
Y los ejércitos nacionales avanzan sin manipular apenas
las máquinas de la guerra. Son centenares los pueblos que
alzan las banderas blancas de la rendición a su paso. Dele
gados de la UGT, del PSOE, de la CNT y de la Unión
Republicana instan, por Unión Radio, de Madrid, a sus
fuerzas armadas para que permanezcan resistiendo, valien
tes e impávidas ante el enemigo, para que no deserten.
Prometiéndoles un porvenir glorioso. Pero todo fue en vano.
Son palabras inútiles que se lleva el viento.
- 285 -
El día 27 los soldados de la República se pasan por cente
nares a la zona nacional en Madrid. El jefe del II Cuerpo
del Ejército Rojo, teniente coronel Zuleta, se apresura a in
formar a Casado, según cuenta éste en sus Memorias de que
^algunos de sus batallones estaban en terreno de nadie con
fraternizando con los nacionalistas con guitarras, botas de
vino, bailes y canciones, y dando vivas a Franco y mueras a
Rusia, a Negrín, a la “Pasionaria” ... Con objeto de que
volvieran a sus trincheras, el teniente coronel Zuleta había
visitado al jefe nacionalista del hospital Clínico, quien le
había manifestado que era inútil intentarlo, porque los sol
dados habían hecho ya la paz».
Casado no esperó a más y se largó precipitadamente a
Valencia. Lo mismo que todos los ministros del Consejo de
Defensa, excepto Besteiro, a quien la tuberculosis que pa
decía y la edad no le permitían correr.
El 28 de octubre las tropas del Generalísimo invaden las
calles de la capital de España cantando jubilosamente y
recibiendo los mil abrazos de los ciudadanos que llevaban
treinta y dos meses esperándoles. El delirio es similar al
experimentado en Barcelona y en las demás ciudades
salvadas.
El grito unánime de los vecinos de Madrid es: «¡Ya han pa
sado! ¡¡Ya han pasado!! ¡¡¡Ya han pasado!!!», y desgarran
las pancartas y tiznan las fachadas en las que los otros escri
bieron: «¡No pasarán!», «¡No pasarán!», «¡No pasarán!». Y
este grito le acompañan con el de «¡Franco, Franco, Franco!»
«¡Viva España!» «¡Arriba España!».
El comunista Simón Sánchez Montero, testigo de aquella
mañana, ha referido: «Entraron en Madrid sin tirar un solo
tiro, tranquilos, confiados de que ya no había resistencia...
y todos gritando: “¡Franco, Franco, Franco!” Inmediata
mente empezaron a aparecer banderas y más banderas na
cionales por todas partes y nadie se explica cómo pero tam
bién se ven las calles de Madrid repletas de hombres que vis
ten la camisa azul. ¿Serían verdaderos falangistas? Los his
toriadores dicen que pasaban de 50.000.
A eso del mediodía, se diría que todo el pueblo de Ma
drid estaba en la calle con los mismos cantos en los labios,
- 286 -
con las mismas aclamaciones, con los mismos vítores en
honor a Franco, y con las mismas frases ponderando su
valor y su inteligencia.
A la una de la tarde, Ríos Capapé anuncia con voz sono
ra y emocionada por Unión Radio a toda la nación: «Españo
les, Madrid ya es de Franco». Y otra vez los repiques de
campanas, las manifestaciones de las masas por las plazas,
los Tedeum en las iglesias...
Por fin, el 29 vuelve a nacer el «ABC» y renace exhibiendo
en su portada un retrato del Caudillo, realizado por Váz
quez Díaz, debajo del cual se lee: «¡Gloria a Franco! ¡Fran
co» Franco, Franco, Franco!... Franco, los corazones de
°dos los españoles tienen un altar para su nombre». Asi
mismo, este día salen los diarios de inspiración netamente
eclesiástica«El Debate» (por primera y última vez) y e l «Ya»,
El 30 de marzo se embarcan en el buque británico «Galatea»
los últimos miembros del Consejo de Defensa. Un momento
antes, Casado autoriza la disolución de todos los ejércitos
republicanos, y el jefe del GREC, Matallana, dirige al Gene
ralísimo este telegrama: «Jefe Estado Mayor Grupo Ejércitos
de la República a autoridades nacionales, Madrid. En este
momento abandona España Consejo de Defensa. El General
Matallana, Jefe del Grupo de Ejércitos se pone a las órdenes
del Generalísimo para la entrega total de la zona roja. Espero
instrucciones». Así murió la II República española: destruida
y abandonada por sus mismos dirigentes. A sus mentes tal vez
acudieran las palabras de la madre de Boabdil a su hijo
cuando perdió Granada: «Y ahora llora como mujer ya que no
supiste defenderla como hombre».
HA LLEGADO LA PAZ
LA GUERRA HA TERMINADO
- 289 -
ción a Burgos el primer telegrama de felicitación:
«Levantado nuestro corazón al Señor, agradecemos since
ramente con Vuestra Excelencia deseada victoria católica Es
paña, hacemos votos porque este queridísimo país, alcanza
da la paz, emprenda con nuevo vigor sus antiguas cristianas
tradiciones que tan grande la hicieron. Con estos sentim ien
tos efusivamente enviamos a Vuestra Excelencia y a todo el
noble pueblo español nuestra apostólica bendición. Pius Pa
pa XII».
El Caudillo, consciente y conmovido por la diligencia en
felicitarle y muy reconocido por las oraciones con que la
Madre Iglesia le ha ayudado a triunfar, contesta inmediata
mente:
«Intensa emoción me ha producido paternal telegrama de
Vuestra Santidad con motivo victoria total de nuestras ar
mas, que en heroica cruzada han luchado contra enemigos
de la religión, la patria y la civilización cristiana. El pueblo
español, que tanto ha sufrido, eleva también con su Santi
dad su corazón al Señor que le dispensa su gracia y le pide
protección para su gran obra del porvenir, y conmigo ex
presa a Su Santidad inmensa gratitud por sus amorosas fra
ses y por su apostólica bendición que he recibido con reli
gioso fervor y con la mayor devoción hacia Vuestra Beati
tud. Francisco Franco, Jefe del Estado Español».
El Rey don Alfonso XIII y su hijo don Juan de Borbón,
desterrados por la República, también se suman con dili
gencia a las felicitaciones que se envían a Franco.
El Rey, al mismo tiempo que le comunica su más cordial
enhorabuena, pide para él la Laureada de San Fernando.
En telegrama, fechado el 1 de abril, don Juan se expresa
así:
Uno mi voz nuevamente a la de tantos españoles para
felicitar estusiasta y emocionadamente a V.E. por libera
ción capital de España. La sangre generosa derramada por
nuestra mejor juventud será prenda segura del glorioso por
venir de España, Una, Grande y Libre. ¡Arriba E spañ a!
Juan de Borbón».
El Cardenal Goma, que sigue en Roma, remite asimismo
su telegrama, que es el dictamen oficial y solemne de la
- 290 -
Iglesia española en honor al Caudillo: «...Dios ha hallado
en V.E. digno instrumento de sus planes providenciales so
bre la Patria».
El político inglés, Sir Henry Page Croft, que en 1938
había calificado a Franco en la Cámara de los Comunes de
«Valiente Caballero Cristiano», ahora aplaude su victoria
ante la misma Cámara con estas palabras: «Debemos felici
tar al Caudillo de España porque con su triunfo definitivo
ha rendido un servicio excepcional a la causa de la civiliza
ción cristiana en el mundo, y se ha revelado como uno de
los genios de la historia venciendo en cuantos campos de
batalla le presentó cara el enemigo».
El pensador francés, sacerdote, Michoneau, manifestó:
«El caso del Generalísimo español se parece mucho al del
emperador Constantino: ambos han sacado a la Iglesia de
las catacumbas».
De los Estados Unidos y de Canadá llega igualmente al
Generalísimo un mensaje enviado por los católicos de Nor
teamérica congratulándose por su victoria sobre los enemi
gos de Dios, de la Iglesia y de la Patria y ofreciéndole sus
servicios en pro de los niños españoles deportados a países
extranjeros:
«Nosotros, los abajo firmantes . presentamos las mú¿ ex
presivas congratulaciones a Su Excelencia el victorioso Cau
dillo y Jefe del Estado Español por haber salvado la civiliza
ción cristiana y le ofrendamos nuestros humildes senecios
en pro de todos los niños españoles violentamente arranca
dos de sus hogares y del suelo de su Patria».
Joaquín de Navasal y Mendiri, catedrático de Historia en
la Universidad de Santiago de Chile, en nombre de la mis
ma. firma el siguiente telegrama al Jefe del Estado español:
t i espíritu inmortal de la raza ha surgido de nuevo porque
ha sabido vencer para proseguir su destino histórico gracias
a la experta e ilusionada dirección de V.E. Vuestra heroica
epopeya es digna de permanecer grabada en caracteres de
(>ro. Habéis emulado con vuestra prudencia, energía y valor
u los más grandes capitanes de la historia española y uni
versal. La Hispanidad se sentirá orgullosa de V E . El claus
tro de profesores de la Universidad de Santiago de Chile,
heredera de su glorioso pasado histórico, con este motivo,
rinde a V. t \ el homenaje más fen'omso de admiración y
envía la m ás sincera enhorabuena. ¡ Viva España!».
V como éstos son innumerables los testimonios de ecle
siásticos. políticos, militares e intelectuales de todo el mun
do. que se agolpan en el despacho de Franco, expresándole
su parabién, admiración, adhesión y ofrecimiento. De todo
el mundo menos de los gobiernos de Rusia y Méjico, aun
que muchas personalidades e instituciones mejicanas sí que
acudieron a la cita.
- 294 -
zación de costumbres alcanzarán en los fieles límites insos
pechados. «En los pueblos mandan los curas» fue una frase
muy normal.
EL DESFILE DE LA VICTORIA
- 298 -
dan con una inclinación de cabeza el Cardenal Prim ado, los
obispos y bastantes sacerdotes que le están esperando. En el
coro se encuentran los frailes benedictinos que han venido
•de Silos.
El obispo de M adrid-Alcalá entona el Tedeum solemne
que prosiguen todos los eclesiásticos y religiosos. A conti
nuación, los benedictinos intrepretan, en un gregoriano
magnifico, antífonas, oraciones y bendiciones aprendidas en
un «Antifonario Mozárabe» del siglo primero de esta litur
gia para casos similares a éste.
En el presente rito se formulan gracias al Altísimo por la
victoria que celebran y preces para que am pare y guíe al
Caudillo por días de paz y de gloria.
Después, el Generalísimo se adelanta y se postra ante el
Cristo de Lepanto. Recita muy devotamente una oración en
la que reitera el sentir de las anteriores plegarias y le ofrece
su espada, que recoge el Gran Cardenal Gomá. El Primado
le corresponde con su bendición: «El Señor sea siempre
contigo —le dice— , y Él, de quien procede todo derecho y
todo poder y bajo cuyo imperio están todas las cosas, te
bendiga y con su admirable providencia siga protegiéndote,
así como al pueblo cuyo régimen te ha sido confiado. Prue
ba de ello sea la Bendición que te doy en nombre del Padre,
del Hijo y del Espíritu Santo».
«Hechos y Dichos» finaliza su información con el párra
fo siguiente:
«El Cardenal Gomá, después de im partirle la bendición,
le abraza. El momento es de una solemnidad inenarrable y
esta emoción en los asistentes no tuvo límites al ver que el
gran amado de su pueblo, que tantos laureles había alcan
zado, abrazaba a la más alta Autoridad de la Iglesia en esta
España que nunca dejará de ser católica. El Caudillo no
pudo contener las lágrimas».
DESPUES...
- 299 -
tenuado en todos los aspectos. El enemigo ha saqueado sus
tesoros, ha despojado a los bancos de sus riquezas, ha roba
do a la patria cuanto ha podido y con ello ha huido al
extranjero.
Han quedado destruidos más de 200 centros de pobla
ción, más de 250.000 viviendas, más de 250.000 toneladas
de flota mercante, alrededor de la mitad del material móvil
ferroviario y del parque automóvil, toda la ganadería de lo
que fue zona republicana y gran parte de su agricultura e
industria.
Es aterrador el panorama. Pero este panorama de desola
ción se va a transformar gracias al nuevo Caudillo.
Franco, al ser investido como Jefe del Estado Español,
comprometió su palabra: «Mi paso será firme, mi pulso no
temblará y yo procuraré alzar a España al puesto que le
corresponde conforme a su historia... o moriré en mi em
peño».
El Caudillo dicta sus leyes, afirma la paz y asegura el
trabajo a todos los españoles. Trabajo éste que se traduce
en asfaltar carreteras, crear autopistas, tender puentes so
bre ríos, instalar nuevos aeropuertos y mejorar los existen
tes. aprovechar el caudal de los ríos en pantanos, producir
energía eléctrica, abrir zonas de regadío, conducir el agua
potable a todos los pueblos, repoblar bosques, explotar
granjas, fomentar la ganadería, revalorizar la agricultura,
construir pueblos, ciudades, fábricas, talleres, polígonos in
dustriales, iglesias, seminarios, colegios, universidades, po-
lideportivos, hospitales, residencias, hoteles, chalets y apar
tamentos en las sierras y en las costas junto a las playas...
Había que levantar a España hasta que descollara entre las
diez primeras potencias industriales del mundo. Y transcu
rridos de veinticinco a treinta años bien que lo consiguió.
Desde el punto de vista religioso, la reconstrucción mate
rial de España, durante los años de Franco, alcanza metas
muy superiores a las de cualquier otra época de la historia.
Refiriéndose a este tema, don Valentín Pacheco Pérez,
canónigo y secretario de la Junta Nacional de Reconstruc
ción de Templos Parroquiales, en el Ministerio de la Vivien
da. en el reportaje emitido por TVE el 11 de febrero de
- 300 -
1966, explicó:
«Comparando la ayuda del Estado a la Iglesia en esta
época con otras de la historia de España y del mundo, diré
como fruto de m editado estudio y análisis serio que no ha
habido jam ás en España, ni en los tiempos de San Fernan
do, ni de Isabel la Católica, ni de Felipe II; ni en toda la
historia universal, ni en los tiempos de Bizancio, ni de Car-
lomagno, ni de San Luis Rey de Francia, ni siquiera cuando
los Papas ejercieron el poder temporal, no existió un régi
men o sistema de Gobierno que en este aspecto haya apoya
do tanto a la Iglesia Católica como el del Generalísimo
Franco».
La Junta Nacional de Construcción de Templos fue crea
da por Decreto del Generalísimo el 10 de marzo de 1941. La
Junta Nacional siempre tuvo presidentes excelentes y uno de
los más destacados, a partir de 1960, fue don Blas Tello y
Fernández Caballero.
Don Blas Tello fue un hombre de acrisoladas y firmes
creencias religiosas. Desde muy joven, estuvo vinculado a
las tareas del Gobierno por su erudición y competencia ju rí
dica. Su labor en la dirección de este organismo, como en
todos los que se le habían encomendado, fue sobresaliente y
ejemplarísimo. Gracias a la generosidad de este insigne po
lítico, muchos hijos de familias humildes pudieron acceder
a estudios superiores. Algunos ocuparían altos cargos. E n
tre ellos está Licinio de la Fuente que llegó a ser ministro de
Trabajo. Otros también abrazaron el orden sacerdotal.
Independientemente de este cauce establecido por F ran
co para ayudar a la Iglesia expresamente en sus edificios,
permitió que igualmente le llegasen más donativos por otros
medios. Desde el Ministerio de Justicia por la Dirección
General de Asuntos Eclesiásticos. Desde Educación y C ien
cia por la Dirección General de Colonización. Desde el de
Hacienda por la Dirección General del Tesoro. Y antes asi
mismo desde el Ministerio de Gobernación y Secretaría G e
neral del Movimiento.
Más de 5.000 templos, más de 200 conventos. 43 sem ina
rios, 23 catedrales, los grandes monasterios, m onum entos
como el del Cerro de Los Angeles, muchas casas rectorales.
- 301 -
casas de Ejercicios Espirituales, casas de Formación Religio
sa o de Caridad, infinidad de colegios de religiosos... se
vieron favorecidos por la munificencia de Franco en benefi
cio de la Iglesia.
Desde otros ángulos, el auxilio prestado por Franco a la
Iglesia en el amplio abanico de sus apostolados y activida
des humanitarias fue a la par inmenso. En todos los esta
mentos de la vida militar, social, sindical, cultural, recrea
tiva, deportiva estuvo presente la Iglesia por sus capellanes,
consiliarios, asesores religiosos, directores espirituales o
profesores de religión, y ninguno de ellos dimitió porque se
le impidiera el libre ejercicio de sus atribuciones.
¿Qué más podía pedir la Iglesia Católica a un Jefe de
Estado que no lo encontrara en Francisco Franco Baha-
monde y con creces?
Pero, por si esto fuera poco, la mayoría de los cargos de
más y menos responsabilidad en el Gobierno, por no decir
todos, fueron confiados a hombres de acreditada formación
y probidad religiosa. Hombres que se sentían plenamente
identificados con el espíritu de la Iglesia y de la doctrina de
los obispos españoles. Eran católicos practicantes proceden
tes de Falange Española Tradicionalista y de las JONS, de
la Acción Católica, del naciente Opus Dei, del alumnado de
la Compañía de Jesús o de otras órdenes religiosas.
Hasta tal extremo llega la compenetración entre la Ac
ción Católica y el Movimiento Nacional, que el sacerdote
Vicente Enrique y Tarancón publicó, recién terminada la
guerra, un folleto titulado «Curso Breve de Acción Católica»
en el que decía: «El aspecto político de España ha cambia
do. gracias a Dios, radicalmente. Los partidos políticos,
que fomentaron la división entre los españoles y que tan
funestas consecuencias produjeron, han sido suprimidos de
nuestra Patria. Hay una organización única, dirigida por el
Jefe del Estado, que reúne en sus filas a todos los españoles,
la Falange Española Tradicionalista y de las JONS. Ella
merece la simpatía y el afecto de todos los buenos españoles
y de todos los católicos, y la A.C. debe mirar con simpatía
esta milicia y aún debe orientar hacia ella a sus miembros
(subrayado en el original) para que cumplan en sus filas con
los deberes que en la hora presente impone el patriotismo».
Seguramente Tarancón se expresara así por su caracterís
tico talante oportunista que le acarrearía cargos y preben
das hasta encumbrarle en la máxima dignidad de la je ra r
quía eclesiástica española. M as esa era la verdad.
- 303 -
ponibiüdad inicial del Caudillo a renunciar al privilegio de
presentación de obispos, y añadió que «algunos miembros
de la jerarquía española de entonces no acababan de estar
de acuerdo con que el Jefe del Estado renunciara».
En efecto, Franco quiso renunciar a este privilegio,
«puesto que ni sabia ni podía hacer uso de él, dadas las
múltiples tareas de la Jefatura del Estado». «Comprendo
—aclaraba— que nadie mejor que los prelados españoles
conocerán a los sacerdotes más idóneos y estoy seguro de
que ellos, cumpliendo con su sagrado deber de buenos hijos
de la Iglesia y de la Patria, con bastante más acierto que yo,
elegirán a los más dignos para proveer las vacantes en el
episcopado. Así es que mi deseo es renunciar y si no dele
gar en ellos plenamente».
El obispo de Madrid-Alcalá hizo ver al Generalísimo que
debía aceptar este privilegio por ser patrimonio no de su
persona sino de la Jefatura del Estado español, que databa
de los tiempos de Carlos V, al que se lo otorgó el Papa
Adriano VI y que, después de todo, este privilegio era un
honor para España y su historia. Ante éstas y otras razones
que adujo Eijo Garay, admitió Franco este privilegio. «Si el
privilegio de la presentación de obispos contribuía al presti
gio de España, bienvenido sea».
Tercero, en cuanto a rezar por el Caudillo en los actos del
culto, ¿no es lo más normal entre los buenos católicos de
una nación rezar por su Jefe de Estado? Si en Inglaterra,
por ejemplo, los católicos rezan por Su Graciosa Majestad
la Reina que es protestante, ¿por qué los católicos de Espa
ña no van a rezar por su católico Jefe de Estado? Sería un
verdadero absurdo, ¿no? Pues este absurdo lo habrían de
cometer impunemente algunos sacerdotes transcurridos al
rededor de treinta años. Y declaramos que impunemente
porque estaba mandado por los obispos que se rezara en
virtud del Concordato vigente desde 1953 entre la Iglesia y
el Estado.
«Franco no manipuló nunca su sentimiento religioso ni el
del pueblo español —dijo también Ruiz Giménez en el pro
grama de TVE antes citado—. Estoy convencido de ello.
Era "naturúliter" católico».
104
APENDICE
I. ESPAÑA
Falange Española cree resueltamente en Espafta. España NO
ES un territorio.
Ni un agregado de hombres y mujeres.
España es, ante todo, UNA UNIDAD DE DESTINO.
Una realidad histórica.
Una entidad, verdadera en sí misma, que supo cumplir —y
aún tendrá que cumplir— misiones universales.
Por tanto, España existe:
1.° Como algo DISTINTO a cada uno de los individuos y de
las clases y de los grupos que la integran.
2.° Como algo SUPERIOR a cada uno de esos individuos,
clases y grupos, y aún al conjunto de todos ellos.
I uego España, que existe como realidad «distinta > superior·,
ha de tener sus «fines propios».
Son esos fines:
1.° La permanencia en su unidad.
2.° El resurgimiento de su vitalidad interna.
3.° La participación, con voz preeminente, en las empresas
espirituales del mundo.
- 306 -
la idea permanente de España, el remedio estará en restaurar esa
idea. Hay que volver a concebir a España como realidad existente
por sí misma.
Superior a las diferencias entre los pueblos.
Y a las pugnas entre los partidos.
Y a la lucha de clases.
Quién no pierda de vista esa afirmación de la realidad supe-
nor de España, verá claros todos los problemas políticos.
IV. EL ESTADO
- 309 -
injustas— ni las tareas del trabajo estarán determinadas por el
interés o por el poder de la clase que en cada momento prevalez
ca. sino por el interés conjunto de la producción nacional y por el
poder del Estado.
Las clases no tendrán que organizarse en pie de guerra para
su propia defensa porque podrán estar seguras de que el Estado
velará sin titubeo por todos sus intereses justos.
Pero si todos tendrán que organizarse en pie de paz en los
sindicatos y los gremios porque los sindicatos y los gremios, hoy
alejados de la vida pública por la interposición artificial del Parla
mento y de los partidos políticos, pasarán a ser órganos directos
del Estado.
En resumen:
La actual situación de lucha considera a las ciases como divi
didas en dos bandos, con diferentes y opuestos intereses.
El nuevo punto de vista considera a cuantos contribuyan a
la producción como interesados en una misma gran empresa co
mún.
Vü. EL INDIVIDUO
- 310 -
Pero los parásitos, los zánganos, los que aspiran a vivir como
convidados a costa del esfuerzo de los demás, no merecerán la
menor consideración del Estado nuevo.
Vffl LO ESPIRITUAL
Falange Española no puede considerar la vida como un mero
juego de factores económicos. No acepta la interpretación materia*
lista de la historia.
Lo espiritual ha sido y es el resorte decisivo en la vida de los
hombres y de los pueblos.
Aspecto preeminente de lo espiritual es lo religioso.
Ningún hombre puede dejar de formularse las eternas preguntas
sobre la vida y la muerte, sobre la creación y el más allá.
A estas preguntas no se puede contestar con evasivas: hay que
contestar con la afirmación o la negación.
España contestó siempre con la afirmación católica.
La interpretación católica de la vida es, en primer lugar, la
verdadera; pero es, además, históricamente, la española.
Por su sentido de CATOLICIDAD, de UNIVERSALIDAD, ga
nó España al mar y a la barbarie continentes desconocidos. Los
ganó para incorporar a quienes los habitaban a un empresa univer
sal de salvación.
Así, pues, toda reconstrucción de España ha de tener un sentido
católico.
Esto no quiere decir que vayan a renacer las persecuciones
contra quienes no lo sean. Los tiempos de las persecuciones religio
sas han pasado.
Tampoco quiere decir que el Estado vaya a asumir directamente
funciones religiosas que corresponden a la Iglesia.
Ni menos que vaya a tolerar intromisiones o maquinaciones de la
Iglesia, con daño posible para la dignidad del Estado o para la
integridad nacional.
Quiere decir que el Estado nuevo se inspirará en el espíritu
religioso católico tradicional en España y concordará con la Igle
sia las consideraciones y el amparo que le son debidos.
IX LA CONDUCTA