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1. FALTA DE ACCIÓN Y DE DERECHO.

Opongo la excepción de falta de acción y

derecho que hago consistir en que la actora omite en su escrito de demanda señalar,

narrar y acreditar con precisión el hecho ilícito atribuible a la demandada, consistente

en i) la comisión un hecho antijurídico; ii) la afectación al patrimonio moral de la actora; iii)

el nexo causal entre el hecho antijurídico y la afectación al patrimonio moral y iv) la real

malicia de la demandada en relación con el supuesto hecho ilícito; cuyos elementos son

1 Para un mayor entendimiento, en este apartado me referiré a mi persona como “la


demandada”, es decir,

haré uso de la tercera persona.

necesarios de acreditar para atribuir a la demandada responsabilidad civil por daño

moral a la actora.

En su escrito de demanda, la actora reclama “[e]l pago de una indemnización

pecuniaria por el daño moral que la señora Dolia Estévez [le] causó por el hecho ilícito que

cometió en [su] perjuicio con motivo de las afirmaciones, manifestaciones y juicios de valor

contenidos en el artículo [...] denominado “Con apoyo de cónsul, Ministros de la SCJN van a

vacunarse a San Antonio””. De lo anterior se obtiene que la actora reclama una

indemnización por el daño moral generado como resultado de la comisión de un supuesto

hecho ilícito en contra de la actora.

Al respecto, la Primera Sala de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (en

adelante, la Suprema Corte) dicta en el amparo directo 16/20122 que la responsabilidad civil

extracontractual puede ser de naturaleza objetiva o de naturaleza subjetiva, “la cual deriva de

la comisión de un hecho ilícito que, para su configuración requiere de una conducta

antijurídica, culposa y dañosa”. Se obtiene entonces que los elementos de un hecho ilícito son

una conducta antijurídica, culposa, y dañosa. Ello se observa en la tesis 1a. LII/2014 (10a.)3

RESPONSABILIDAD CIVIL. SU CONCEPTO Y CLASIFICACIÓN.

La responsabilidad civil [...] extracontractual puede ser de naturaleza: 1) objetiva [...];

o 2) subjetiva, la cual deriva de la comisión de un hecho ilícito que, para su


configuración requiere de una conducta antijurídica, culposa y dañosa.

[Énfasis agregado]

En la misma sentencia, la Primera Sala desarrolla los elementos del hecho ilícito,

como se muestra en la tesis 1a. LI/2014 (10a.)4

, plasmada a continuación:

HECHO ILÍCITO. SU DEFINICIÓN.

4 Primera Sala de la Suprema Corte de Justicia de la Nación en tesis aislada civil. Tesis: 1a. LI/2014
(10a.),

Semanario judicial de la Federación y su Gaceta, Décima Época, Libro 3, Tomo I, Febrero de 2014,
p. 661,

Reg. digital 2005532.

3 Primera Sala de la Suprema Corte de Justicia de la Nación en tesis aislada civil. Tesis: 1a. LII/2014
(10a.),

Semanario judicial de la Federación y su Gaceta, Décima Época, Libro 3, Tomo I, Febrero de 2014,
p. 683,

Reg. digital 2005542.

2 Sentencia recaída al amparo directo 16/2012, Primera Sala de la Suprema Corte de Justicia de la
Nación,

Ponente: Ministro Jorge Mario Pardo Rebolledo, 11 de julio de 2012.

La doctrina ha sostenido que la configuración del hecho ilícito requiere de tres

elementos: una conducta antijurídica, culpable y dañosa. Así, se entiende por una

conducta antijurídica, aquella que es contraria a derecho, ya sea porque viole una

disposición jurídica, o el deber jurídico de respetar el derecho ajeno. Asimismo, obra

con culpa o falta quien causa un daño a otro sin derecho; dicha culpa o falta se

traduce en no conducirse como es debido, esto es, una conducta culposa es aquella

proveniente de la negligencia o falta de cuidado. Finalmente, el daño es una pérdida

o menoscabo que puede ser material o extrapatrimonial; de ahí que desde un punto

de vista económico, el daño es la pérdida o menoscabo que una persona sufre en su

patrimonio, y el perjuicio es la privación de la ganancia lícita a la que tenía derecho.

Por su parte, el daño o perjuicio extrapatrimonial (también conocido como daño


moral) es la pérdida o menoscabo que sufre una persona en su integridad física o

psíquica, en sus sentimientos, afecciones, honor o reputación. En conclusión, un

hecho ilícito puede definirse como la conducta culpable de una persona que lesiona

injustamente la esfera jurídica ajena.

[Énfasis agregado]

En este tenor, con base en lo establecido por la Suprema Corte, el presente escrito de

contestación de demanda afirma que la actora bajo ningún motivo acreditó los elementos

del hecho ilícito necesarios para la configuración de la responsabilidad civil

extracontractual por daño al derecho al honor de la actora. A continuación se expone

cómo la demandada carece de elementos jurídicos, argumentativos y probatorios para

acreditar cada uno de los elementos del hecho ilícito.

i) La comisión de un hecho antijurídico

En primer lugar, en el escrito de demanda la actora manifiesta que “la demandada transgredió

[su] derecho al honor mientras ejercía su derecho a la libertad de información”. Sin embargo,

en ninguna de las treinta y siete páginas de su escrito la actora aporta elementos para

acreditar su afirmación. Sumado a ello, la actora ni siquiera establece que el ejercicio del

derecho a la información en el presente caso constituye un hecho antijurídico, el cual es

indispensable de acreditar para que se exija la responsabilidad civil extracontractual

por daño moral. A diferencia del escrito de demanda y a pesar de no tener la carga jurídica

de acreditarlo, la presente contestación de demanda probará que el ejercicio del derecho a la

información de la demandada en el presente caso se encuentra constitucionalmente y

legalmente protegido, por lo que no puede, bajo ninguna circunstancia, configurar un

hecho antijurídico.

La actora acertadamente establece en el escrito de demanda que “[e]l derecho a la

libertad de expresión está consagrado en los artículos 6 y 7 de [la] Constitución”. El artículo

6º constitucional manifiesta que “[l]a manifestación de las ideas no será objeto de ninguna

inquisición judicial o administrativa, sino en el caso de que ataque a la moral, la vida privada

o los derechos de terceros, provoque algún delito, o perturbe el orden público; el derecho de
réplica será ejercido en los términos dispuestos por la ley. El derecho a la información será

garantizado por el Estado”. Además, establece que “[t]oda persona tiene derecho al libre

acceso a información plural y oportuna, así como a buscar, recibir y difundir información e

ideas de toda índole por cualquier medio de expresión”5

. Por su parte, el artículo 7º

constitucional dicta que “[e]s inviolable la libertad de difundir opiniones, información e

ideas, a través de cualquier medio”, así como que “ninguna ley ni autoridad puede [...] coartar

la libertad de difusión, que no tiene más límites que los previstos en el primer párrafo del

artículo 6o. de esta Constitución”6

. De forma similar, el artículo 19 del Pacto Internacional de

Derechos Civiles y Políticos (en adelante, el Pacto) establece que “[t]oda persona tiene

derecho a la libertad de expresión; este derecho comprende la libertad de buscar, recibir y

difundir informaciones e ideas de toda índole, sin consideración de fronteras, ya sea

oralmente, por escrito o en forma impresa o artística, o por cualquier otro procedimiento de

su elección”.7

7 “Artículo 19.

1. Nadie podrá ser molestado a causa de sus opiniones.

6 “Artículo 7o. Es inviolable la libertad de difundir opiniones, información e ideas, a través de


cualquier medio.

No se puede restringir este derecho por vías o medios indirectos, tales como el abuso de controles
oficiales o

particulares, de papel para periódicos, de frecuencias radioeléctricas o de enseres y aparatos


usados en la

difusión de información o por cualesquiera otros medios y tecnologías de la información y


comunicación

encaminados a impedir la transmisión y circulación de ideas y opiniones.

Ninguna ley ni autoridad puede establecer la previa censura, ni coartar la libertad de difusión, que
no tiene

más límites que los previstos en el primer párrafo del artículo 6o. de esta Constitución. En ningún
caso podrán
secuestrarse los bienes utilizados para la difusión de información, opiniones e ideas, como
instrumento del

delito”.

5 “Artículo 6o. La manifestación de las ideas no será objeto de ninguna inquisición judicial o
administrativa,

sino en el caso de que ataque a la moral, la vida privada o los derechos de terceros, provoque
algún delito, o

perturbe el orden público; el derecho de réplica será ejercido en los términos dispuestos por la ley.
El derecho a

la información será garantizado por el Estado.

Toda persona tiene derecho al libre acceso a información plural y oportuna, así como a buscar,
recibir y

difundir información e ideas de toda índole por cualquier medio de expresión

[...]”.

De un estudio de los preceptos recién citados se puede observar que, dentro del

derecho a la libertad de expresión en sentido amplio (también llamado libertades

informativas) configurado en los artículos 6º y 7º constitucionales y el artículo 19 del Pacto,

se encuentran el derecho a la libertad de expresión en sentido estricto, el derecho a la

información y el derecho de acceso a la información. En primer lugar, el derecho a la

libertad de expresión en sentido estricto hace referencia a la libre difusión de ideas,

pensamientos y opiniones, por cualquier medio. En segundo lugar, el derecho a la

información se refiere al derecho de comunicar y recibir libremente información sobre hechos

considerados noticiables, de manera veraz, por cualquier medio de comunicación. Así, este

derecho versa sobre una manifestación de hechos. En tercer lugar, el derecho de acceso a la

información habla principalmente del acceso a la información pública gubernamental.

En cuanto al honor, el artículo 1

8 de la Ley de Responsabilidad Civil para la

Protección del Derecho a la Vida Privada, el Honor y la Propia Imagen en el Distrito Federal

(en adelante, la Ley de Responsabilidad Civil) lo define como “la valoración que las personas

hacen de la personalidad ético-social de un sujeto y comprende las representaciones que la


persona tiene de sí misma, que se identifica con la buena reputación y la fama”9

. La Ley

precisa en su artículo 14 que “[e]l carácter molesto e hiriente de una información no

constituye en sí un límite al derecho a la información, para sobrepasar el límite de lo

9 “Artículo 13. El honor es la valoración que las personas hacen de la personalidad ético-social de
un sujeto y

comprende las representaciones que la persona tiene de sí misma, que se identifica con la buena
reputación y la

fama.

El honor es el bien jurídico constituido por las proyecciones psíquicas del sentimiento de
estimación que la

persona tiene de sí misma, atendiendo a lo que la colectividad en que actúa considera como
sentimiento

estimable”.

8 “Artículo 13. El honor es la valoración que las personas hacen de la personalidad ético-social de
un sujeto y

comprende las representaciones que la persona tiene de sí misma, que se identifica con la buena
reputación y la

fama.

El honor es el bien jurídico constituido por las proyecciones psíquicas del sentimiento de
estimación que la

persona tiene de sí misma, atendiendo a lo que la colectividad en que actúa considera como
sentimiento

estimable”.

2. Toda persona tiene derecho a la libertad de expresión; este derecho comprende la libertad de
buscar, recibir

y difundir informaciones e ideas de toda índole, sin consideración de fronteras, ya sea oralmente,
por escrito o

en forma impresa o artística, o por cualquier otro procedimiento de su elección.

3. El ejercicio del derecho previsto en el párrafo 2 de este artículo entraña deberes y


responsabilidades

especiales. Por consiguiente, puede estar sujeto a ciertas restricciones, que deberán, sin embargo,
estar
expresamente fijadas por la ley y ser necesarias para:

a) Asegurar el respeto a los derechos o a la reputación de los demás;

b) La protección de la seguridad nacional, el orden público o la salud o la moral públicas”.

tolerable, esas expresiones deberán ser insultantes, insinuaciones insidiosas y vejaciones,

innecesarias en el ejercicio de la libertad de expresión y derecho a la información”10

Por otro lado, el artículo 5

11 de la Ley de Responsabilidad Civil manifiesta que el

derecho a la vida privada, al honor y la propia imagen están protegidos civilmente “frente a

todo daño que se les pudiere causar derivado de acto ilícito”, de acuerdo con lo establecido

en dicha Ley. Respecto a los hechos ilícitos en general, el artículo 1830 del Código Civil para

el Distrito Federal (en adelante, el Código Civil) establece que “[e]s ilícito el hecho que es

contrario a las leyes de orden público o a las buenas costumbres”12

. Es importante precisar

que, tomando en consideración la división hecha por la Suprema Corte para estudiar el hecho

ilícito, la ilicitud a la que se refiere el artículo 1830 del Código Civil y la Ley de

Responsabilidad Civil en sus diversos artículos es estudiada en el presente escrito como el

elemento de antijuricidad, el cual está comprendido dentro de la ilicitud.

Por su parte, la Suprema Corte ha realizado un desarrollo jurisprudencial extensivo en

materia de libertad de expresión y del derecho a la información. Debido a que como

correctamente alega la actora en su escrito de demanda13

la nota de la demandada versa sobre

hechos y no sobre opiniones relativas a la actora, los criterios que a continuación se presentan

se refieren al derecho a la información de la demandada y su contraposición con el derecho al

honor de la actora, el cual la parte alega haberse afectado.

En el amparo directo en revisión 2044/2008 la Primera Sala constituye un precedente

fundamental en materia de libertad de expresión y derecho a la información. En su fallo, la

Suprema Corte dicta que proteger la libre difusión del discurso político resulta especialmente
relevante para que el derecho a la información y la libertad de expresión “desempeñen

cabalmente sus funciones estratégicas de cara a la formación de la opinión pública, dentro del

13 En el escrito de demanda, la parte actora establece lo siguiente: “A la luz de todo lo anterior,


considero que el

derecho que la demandada ejerció a través de la publicación del Artículo fue su derecho a la
libertad de

información. Esto es así ya que las aseveraciones que realizó la demandada no versaron sobre un
criterio

subjetivo que tiene sobre mí, sino sobre una situación que, a decir de la periodista, tuvo lugar”.

12 “Artículo 1830. Es ilícito el hecho que es contrario a las leyes de orden público o a las buenas
costumbres”.

11 “Artículo 5. El derecho a la vida privada, al honor y la propia imagen serán protegidos


civilmente frente a

todo daño que se les pudiere causar derivado de acto ilícito, de acuerdo con lo establecido en la
presente ley”.

10 “Artículo 14. El carácter molesto e hiriente de una información no constituye en sí un límite al


derecho a la

información, para sobrepasar el límite de lo tolerable, esas expresiones deberán ser insultantes,
insinuaciones

insidiosas y vejaciones, innecesarias en el ejercicio de la libertad de expresión y derecho a la


información.

Por lo tanto, la emisión de juicios insultantes por sí mismas en cualquier contexto, que no se
requieren para la

labor informativa o de formación de la opinión que se realice, supone un daño injustificado a la


dignidad

humana”.

esquema estructural propio de la democracia representativa”. Aunado a ello, manifiesta que

existe un “margen especialmente amplio de protección para la difusión de información y

opiniones en el debate político o sobre asuntos de interés público”. El tribunal retoma lo

dicho por la Relatoría Especial para la Libertad de Expresión de la Organización de Estados

Americanos (en adelante, la Relatoría Especial) en su Informe de 2008 para afirmar que “las

personas con responsabilidades públicas tienen un umbral distinto de protección, que les
expone en mayor grado al escrutinio y a la crítica del público, lo cual se justifica por el

carácter de interés público de las actividades que realizan, porque se han expuesto

voluntariamente a un escrutinio colectivo más exigente y porque su posición les da una

gran capacidad de reaccionar a la información y las opiniones que se vierten sobre los

mismos”. Lo anterior se observa en la tesis 1a. CCXVII/200914

LIBERTAD DE EXPRESIÓN Y DERECHO A LA INFORMACIÓN. SU PROTECCIÓN ES

ESPECIALMENTE INTENSA EN MATERIA POLÍTICA Y ASUNTOS DE INTERÉS PÚBLICO.

El discurso político está más directamente relacionado con la dimensión social y con

las funciones institucionales de las libertades de expresión e información. Por tanto,

proteger su libre difusión resulta especialmente relevante para que estas libertades

desempeñen cabalmente sus funciones estratégicas de cara a la formación de la

opinión pública, dentro del esquema estructural propio de la democracia

representativa. Una opinión pública bien informada es un instrumento

imprescindible para conocer y juzgar las ideas y acciones de los dirigentes políticos;

el control ciudadano sobre las personas que ocupan o han ocupado en el pasado

cargos públicos (servidores públicos, cargos electos, miembros de partidos políticos,

diplomáticos, particulares que desempeñan funciones públicas o de interés público,

etcétera) fomenta la transparencia de las actividades estatales y promueve la

responsabilidad de todos los involucrados en la gestión de los asuntos públicos, lo

cual justifica que exista un margen especialmente amplio de protección para la

difusión de información y opiniones en el debate político o sobre asuntos de interés

público. Como subraya el Informe de la Relatoría Especial para la Libertad de

Expresión de la Organización de Estados Americanos del año 2008, las personas con

14 Primera Sala de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, en tesis aislada civil. Tesis 1a.
CCXVII/2009,

Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta, Novena Época, Tomo XXX, Diciembre de 2019, p.
287. Reg.

Digital 165759.

9
responsabilidades públicas tienen un umbral distinto de protección, que les expone

en mayor grado al escrutinio y a la crítica del público, lo cual se justifica por el

carácter de interés público de las actividades que realizan, porque se han expuesto

voluntariamente a un escrutinio colectivo más exigente y porque su posición les da

una gran capacidad de reaccionar a la información y las opiniones que se vierten

sobre los mismos (Informe 2008, Capítulo III, párr. 39).

[Énfasis agregado]

También, en el fallo recién citado la Suprema Corte estudia el ejercicio de la libertad

de expresión y el derecho a la información frente a los derechos al honor y a la privacidad, lo

cual tiene absoluta relevancia para el presente caso. La Primera Sala concluye que una de las

reglas relativas al equilibrio adecuado entre estos derechos a la luz de la Constitución, la cual

ha sido “ampliamente consensuada en el ámbito del derecho comparado y del derecho

internacional de los derechos humanos”, “es aquella según la cual, frente a actuaciones de los

medios de comunicación en ejercicio de los derechos a expresarse e informar, quienes

desempeñan, han desempeñado o desean desempeñar responsabilidades públicas tienen

pretensiones en términos de intimidad y respeto al honor con menos resistencia normativa

general que los ciudadanos ordinarios. Ello es así por motivos estrictamente ligados al tipo

de actividad que han decidido desempeñar, que exige un escrutinio público intenso de sus

actividades”. Específicamente en cuanto al derecho al honor, el tribunal establece que “las

actividades desempeñadas por las personas con responsabilidades públicas interesan a

la sociedad, y la posibilidad de crítica que esta última pueda legítimamente dirigirles

debe entenderse con criterio amplio”. La Suprema Corte reitera lo dicho por la Corte

Interamericana de Derechos Humanos (en adelante, la Corte IDH), en cuanto a que “el

umbral de protección al honor de un funcionario público debe permitir el más amplio control

ciudadano sobre el ejercicio de sus funciones, porque el funcionario público se expone

voluntariamente al escrutinio de la sociedad al asumir ciertas responsabilidades profesionales

[...] y porque su condición le permite tener mayor influencia social y acceder con facilidad a

los medios de comunicación para dar explicaciones o reaccionar ante hechos que lo

involucren”. Lo dicho se aprecia en la tesis 1a. CCXIX/200915


:

15 Primera Sala de la Suprema Corte de Justicia de la Nación en tesis aislada civil. Tesis: 1a.
CCXIX/2009,

Semanario judicial de la Federación y su Gaceta, Décima Época, Tomo XXX Diciembre de 2019, p.
278 Reg.

digital 165820.

10

DERECHOS AL HONOR Y A LA PRIVACIDAD. SU RESISTENCIA FRENTE A INSTANCIAS

DE EJERCICIO DE LA LIBERTAD DE EXPRESIÓN Y EL DERECHO A LA INFORMACIÓN ES

MENOR CUANDO SUS TITULARES TIENEN RESPONSABILIDADES PÚBLICAS.

Los ordenamientos jurídicos de las democracias actuales cuentan con un abanico

legal o jurisprudencialmente asentado de reglas acerca de qué es y qué no es un

equilibrio adecuado entre estos derechos a la luz de las previsiones constitucionales

aplicables. Una de estas reglas, ampliamente consensuada en el ámbito del derecho

comparado y del derecho internacional de los derechos humanos -precipitado de

ejercicios reiterados de ponderación de derechos, incluidos los encaminados a

examinar las ponderaciones vertidas por el legislador en normas generales- es

aquella según la cual, frente a actuaciones de los medios de comunicación en

ejercicio de los derechos a expresarse e informar, quienes desempeñan, han

desempeñado o desean desempeñar responsabilidades públicas tienen pretensiones

en términos de intimidad y respeto al honor con menos resistencia normativa

general que los ciudadanos ordinarios. Ello es así por motivos estrictamente ligados

al tipo de actividad que han decidido desempeñar, que exige un escrutinio público

intenso de sus actividades. Tratándose de la intimidad en ocasiones su condición

puede dotar de interés público a la difusión y general conocimiento de datos que,

pudiendo calificarse de privados desde ciertas perspectivas, guardan clara conexión

con aspectos que es deseable que la ciudadanía conozca para estar en condiciones

de juzgar adecuadamente su desempeño como servidores o titulares de cargos

públicos. Con el derecho al honor sucede algo similar: las actividades desempeñadas

por las personas con responsabilidades públicas interesan a la sociedad, y la


posibilidad de crítica que esta última pueda legítimamente dirigirles debe entenderse

con criterio amplio. Como ha subrayado la Corte Interamericana de Derechos

Humanos, el umbral de protección al honor de un funcionario público debe permitir

el más amplio control ciudadano sobre el ejercicio de sus funciones, porque el

funcionario público se expone voluntariamente al escrutinio de la sociedad al asumir

ciertas responsabilidades profesionales -lo que conlleva naturalmente mayores

riesgos de sufrir afectaciones en su honor- y porque su condición le permite tener

mayor influencia social y acceder con facilidad a los medios de comunicación para

dar explicaciones o reaccionar ante hechos que lo involucren. Las personas con

11

responsabilidades públicas mantienen la protección derivada del derecho al honor

incluso cuando no estén actuando en carácter de particulares, pero las implicaciones

de esta protección deben ser ponderadas con las que derivan del interés en un

debate abierto sobre los asuntos públicos.

[Énfasis agregado]

Aunado a ello, la Suprema Corte enfatiza en la sentencia el papel esencial que

juegan los medios de comunicación en el despliegue de la vertiente colectiva de la

libertad de expresión y el derecho a la información. En términos del alto tribunal, “[l]a

libertad de prensa es una piedra angular en el despliegue de la vertiente social o colectiva de

las libertades de expresión e información. Los medios de comunicación social se cuentan

entre los forjadores básicos de la opinión pública en las democracias actuales y es

indispensable que tengan aseguradas las condiciones para incorporar y difundir las más

diversas informaciones y opiniones”, por lo que se debe “garantizar a los periodistas el goce

de condiciones adecuadas para desempeñar su trabajo”. En el fallo, la Primera Sala confirma

lo dicho por la Corte IDH, en cuanto a que “es fundamental que los periodistas que laboran

en los medios de comunicación gocen de la protección y de la independencia necesarias para

realizar sus funciones a cabalidad, ya que son ellos quienes mantienen informada a la

sociedad, requisito indispensable para que ésta goce de una plena libertad”, y agrega que

“[u]no de los medios por los cuales se limita más poderosamente la circulación de la
información y el debate público es la exigencia de responsabilidades civiles o penales a los

periodistas, por actos propios o ajenos”. Esto se plasma en la tesis 1a. CCXVI/200916

LIBERTADES DE EXPRESIÓN E INFORMACIÓN. LOS MEDIOS DE COMUNICACIÓN DE

MASAS JUEGAN UN PAPEL ESENCIAL EN EL DESPLIEGUE DE SU FUNCIÓN

COLECTIVA.

La libertad de prensa es una piedra angular en el despliegue de la vertiente social o

colectiva de las libertades de expresión e información. Los medios de comunicación

social se cuentan entre los forjadores básicos de la opinión pública en las

democracias actuales y es indispensable que tengan aseguradas las condiciones para

incorporar y difundir las más diversas informaciones y opiniones. Ello hace necesario,

16 Primera Sala de la Suprema Corte de Justicia de la Nación en tesis aislada civil. Tesis: 1a.
CCXVI/2009,

Semanario judicial de la Federación y su Gaceta, Novena Época, Tomo XXX, Diciembre de 2019, p.
288. Reg.

digital 165758.

12

específicamente, garantizar a los periodistas el goce de condiciones adecuadas para

desempeñar su trabajo. Como ha destacado la Corte Interamericana de Derechos

Humanos "es fundamental que los periodistas que laboran en los medios de

comunicación gocen de la protección y de la independencia necesarias para realizar

sus funciones a cabalidad, ya que son ellos quienes mantienen informada a la

sociedad, requisito indispensable para que ésta goce de una plena libertad" (caso

Ivcher Bronstein v. Perú, párr. 150). El ejercicio efectivo de las libertades de expresión

e información demanda la existencia de condiciones y prácticas sociales que lo

favorezcan, y puede verse injustamente restringido por actos normativos o

administrativos de los poderes públicos o por condiciones fácticas que coloquen en

situación de riesgo o vulnerabilidad a quienes la ejerzan. Uno de los medios por los

cuales se limita más poderosamente la circulación de la información y el debate

público es la exigencia de responsabilidades civiles o penales a los periodistas, por


actos propios o ajenos. La Corte Interamericana, siguiendo en este punto al Tribunal

de Estrasburgo, lo ha subrayado también sin ambigüedad: "castigar a un periodista

por asistir en la diseminación de las aseveraciones realizadas por otra persona

amenazaría seriamente la contribución de la prensa en la discusión de temas de

interés público" (caso Herrera Ulloa v. Costa Rica, párr. 134).

[Énfasis agregado]

Asimismo, en el amparo directo 8/2012 la Suprema Corte reitera que los servidores

públicos involucrados en notas periodísticas están obligados a tolerar “un mayor grado

de intromisión en su derecho al honor que lo que están el resto de las personas

privadas”. También, en el amparo directo en revisión 1013/2013 el tribunal afirma haber

adoptado el estándar de la Relatoría Especial denominado sistema dual de protección, en

virtud del cual “los límites de crítica son más amplios si ésta se refiere a personas que, por

dedicarse a actividades públicas o por el rol que desempeñan en una sociedad democrática,

están expuestas a un más riguroso control de sus actividades y manifestaciones que aquellos

particulares sin proyección alguna”, y manifiesta que “los discursos especialmente

protegidos se refieren, entre otros, a los funcionarios públicos”. Respecto a esto, la

Primera Sala establece en el primer fallo referido que el “umbral diferente de protección no

se deduce de la calidad del sujeto, sino en el carácter de interés público que conllevan las

13

actividades o actuaciones de una persona determinada”. La propia actora reconoce dicho

umbral al establecer en su escrito de demanda que “la figura del sistema dual de protección

establece que, cuando se realice una opinión, idea, declaración o manifestación respecto a una

funcionaria pública, solamente se impondrán sanciones civiles en aquellos casos en que

exista información falsa y producida con “real malicia””.

Lo anterior se manifiesta en las tesis 1a. CLXXIII/2012 (10a.)17 y CCXXIII/2013

(10a.)18

, los cuales tienen los siguientes rubros, respectivamente.

LIBERTADES DE EXPRESIÓN E INFORMACIÓN. CONCEPTO DE FIGURA PÚBLICA PARA

EFECTOS DE LA APLICACIÓN DEL SISTEMA DE PROTECCIÓN DUAL.


LIBERTAD DE EXPRESIÓN. QUIENES ASPIRAN A UN CARGO PÚBLICO DEBEN

CONSIDERARSE COMO PERSONAS PÚBLICAS Y, EN CONSECUENCIA, SOPORTAR UN

MAYOR NIVEL DE INTROMISIÓN EN SU VIDA PRIVADA.

Ahora bien, en el amparo directo 8/2012 la Suprema Corte ahonda con mayor

profundidad en el ejercicio del derecho a la información y determina, como resultado de una

interpretación integral de la Ley de Responsabilidad Civil, que el “estándar de

constitucionalidad del resultado del ejercicio de la libertad de información es el de

relevancia pública”. Como se muestra en la tesis 1a. CLXXXV/2012 (10a.)19

, la relevancia

pública depende de dos elementos: (i) el interés general por la materia y por las personas

que en ella intervienen; y (ii) el contenido de la información en sí mismo, según la doctrina

de la malicia efectiva.

LIBERTAD DE INFORMACIÓN. EL ESTÁNDAR DE CONSTITUCIONALIDAD DE SU

EJERCICIO ES EL DE RELEVANCIA PÚBLICA (LEY DE RESPONSABILIDAD CIVIL PARA LA

19 Primera Sala de la Suprema Corte de Justicia de la Nación en tesis aislada constitucional.


Tesis:1a.

CLXXXV/2012 (10a.), Semanario judicial de la Federación y su Gaceta, Décima Época, Libro XII,
Tomo I,

Septiembre de 2012, p. 510, Reg. digital 2001675.

18 Primera Sala de la Suprema Corte de Justicia de la Nación en tesis aislada constitucional.


Tesis:CCXXIII/2013

(10a.), Semanario judicial de la Federación y su Gaceta, Décima Época, Libro XXII, Tomo I, Julio de
2013,

p.562. Reg. digital 2001370.

17 Primera Sala de la Suprema Corte de Justicia de la Nación en tesis aislada civil. Tesis:1a.
CLXXIII/2012

(10a.), Semanario judicial de la Federación y su Gaceta, Décima Época, Libro XI, Tomo I, Agosto de
2012,

p.489. Reg. digital 2001370.

14

PROTECCIÓN DEL DERECHO A LA VIDA PRIVADA, EL HONOR Y LA PROPIA IMAGEN


EN EL DISTRITO FEDERAL).

De la interpretación integral de los artículos 7, 25 y 28 a 34, de la Ley de

Responsabilidad Civil para la Protección del Derecho a la Vida Privada, el Honor y la

Propia Imagen en el Distrito Federal, se desprende que el estándar de

constitucionalidad del resultado del ejercicio de la libertad de información es el de

relevancia pública, el cual depende de dos elementos: (i) el interés general por la

materia y por las personas que en ella intervienen; y (ii) el contenido de la

información en sí mismo, según la doctrina de la malicia efectiva, lo cual cobra

importancia cuando las noticias comunicadas redundan en descrédito del afectado,

pues en caso contrario, ni siquiera existiría un conflicto entre derechos

fundamentales al no observarse una intromisión al derecho al honor. La distinción

entre figuras públicas y personas privadas sin proyección pública, debe entenderse

dentro del "sistema dual de protección", mientras que la calificación de un tema

como de "interés general", debe valorarse en cada caso concreto.

[Énfasis agregado]

Además, en el amparo directo 16/2012 la Suprema Corte hace una aportación

trascendental al establecer el concepto de periodismo de denuncia. Citando a la Primera Sala,

“[e]l "periodismo de denuncia" es la difusión de notas periodísticas, opiniones,

declaraciones o testimonios que tienen por objeto divulgar información de interés público,

ya sea para toda la sociedad o para una comunidad determinada, como la denuncia de

irregularidades en el ejercicio de la función pública, o de un trato diferenciado en la

aplicación de la ley en favor de grupos privilegiados, ya que es de interés público que no

haya privilegios o excepciones en la aplicación de la ley”. Por lo anterior, el tribunal dicta

que “no puede sancionarse un escrutinio intenso por parte de la sociedad y de los

profesionales de la prensa, en aquellos casos en donde existan indicios de un trato

privilegiado o diferenciado no justificado”. Esto se hace constar en la tesis 1a.

CXXVII/2013 (10a.)20

:
20 Primera Sala de la Suprema Corte de Justicia de la Nación en tesis aislada constitucional. Tesis:
1a.

CXXVII/2013 (10a.), Semanario judicial de la Federación y su Gaceta, Décima Época, Libro XX, Tomo
I,

Febrero de 2014, p. 561, Reg. digital 2003647.

15

LIBERTAD DE EXPRESIÓN Y DERECHO A LA INFORMACIÓN. SU PROTECCIÓN EN EL

DENOMINADO "PERIODISMO DE DENUNCIA".

El "periodismo de denuncia" es la difusión de notas periodísticas, opiniones,

declaraciones o testimonios que tienen por objeto divulgar información de interés

público, ya sea para toda la sociedad o para una comunidad determinada, como la

denuncia de irregularidades en el ejercicio de la función pública, o de un trato

diferenciado en la aplicación de la ley en favor de grupos privilegiados, ya que es de

interés público que no haya privilegios o excepciones en la aplicación de la ley. Por

tanto, no puede sancionarse un escrutinio intenso por parte de la sociedad y de los

profesionales de la prensa, en aquellos casos en donde existan indicios de un trato

privilegiado o diferenciado no justificado.

[Énfasis agregado]

A la luz de lo anteriormente desarrollado, la determinación de la supuesta

antijuricidad del hecho21 en el presente caso debe tomar en consideración lo establecido por

la Constitución, la normatividad internacional, la Ley de Responsabilidad Civil, el Código

Civil y, particularmente, las interpretaciones referidas de la Suprema Corte en materia de

derecho a la información, las cuales acotan qué hechos se encuentran cubiertos por la

protección constitucional y qué hechos no. En este tenor, no puede estudiarse la antijuricidad

en términos generales como aquel hecho que es contrario al orden público o a las buenas

costumbres, sino que debe desentrañarse a partir de lo dictado por todo el ordenamiento

jurídico mexicano aplicable a la materia. A continuación se hace el análisis del caso concreto.

En primer lugar, como afirma la propia actora en su demanda, “las partes [en el

presente caso] no son simples “ciudadanos de a pie”, sino una servidora pública y una

periodista”. La nota refiere a las conductas de diversos servidores públicos del Estado
mexicano, los cuales se enuncian a continuación: la Ministra Yazmín Esquivel Mossa, el

Ministro Alberto Pérez Dayán, el Coordinador de Administración y Finanzas de la Guardia

Nacional Franco Gerardo Marcello Fabbri Vázquez y diversos funcionarios del Consulado,

principalmente el Cónsul General Rubén Minutti Zanatta y la Consejera de Medios del

Consulado Alexia Bautista. Por otro lado, como se ha dicho ya, la nota fue realizada por la

demandada y periodista Dolia Estévez. Debido a que la Suprema Corte ha puntualizado que

21 Consistente en el ejercicio del derecho a la información de la demandada.

16

la libertad de prensa es una piedra angular en la vertiente colectiva del derecho a la

información, la demandada -como periodista- debe tener aseguradas las condiciones

para incorporar y difundir las más diversas informaciones de las cuales tenga

conocimiento. Sin embargo, la Suprema Corte ha reiterado que esta especial protección

tiene lugar cuando lo dicho versa sobre temas de interés público. Por lo tanto, procede

desarrollar porqué la nota sí gira en torno a un tema de interés público.

La publicación establece principalmente cómo, con ayuda del Cónsul, los dos

Ministros de la Suprema Corte pudieron vacunarse contra la COVID-19 en San Antonio,

Texas, formando parte del “turismo de vacunación” que viaja a los Estados Unidos con el fin

de obtener la vacuna. La nota resalta que los Ministros adquirieron la dosis a pesar de no

contar con los requisitos de edad que exigía la ciudad de San Antonio para vacunarse.

Aunado a ello, la demandada manifiesta que la Ministra Esquivel y su esposo José María

Riobóo fueron escoltados por Fabbri en su viaje, y que fueron recibidos por el Cónsul

inmediatamente (sin necesidad de esperar), siendo contrario a las reglas del propio Cónsul.

La periodista agrega que éste no estuvo disponible para nadie más ese día. Por lo anterior, se

observa que la nota periodística en el presente caso forma parte del periodismo de denuncia

al que hace referencia la Suprema Corte en su amparo directo 16/2012. De la publicación se

desprenden indicios de hechos constitutivos de un trato privilegiado o diferenciado-no

justificado hecho por el Cónsul a favor de los dos Ministros y de Fabbri y su familia. En

ese tenor, lo denunciado por la demandada constituye un tema de interés público, pues,

como establece la Suprema Corte, es de interés público que no haya privilegios o


excepciones en la aplicación de la ley.

Asimismo, se sabe que el estándar de constitucionalidad del resultado del ejercicio de

la libertad de información es el de relevancia pública. En el presente caso, la relevancia

pública se acredita en sus dos elementos, debido a que

i) en primer lugar (respecto del interés general por la materia y por las

personas que en ella intervienen), la nota versa sobre dos miembros del máximo

órgano de impartición de justicia en México (la Suprema Corte de Justicia de la

Nación), así como del Cónsul General de México en San Antonio, Texas y del

Coordinador de Administración y Finanzas de la Guardia Nacional, ello sumado a que

la COVID-19, la administración de su vacunación y el “turismo de vacunación”

17

latente entre México y los Estados Unidos representa un tema de interés general para

la población mexicana;

ii) en segundo lugar (respecto del contenido de la información en sí mismo), la

relevancia pública se acredita por el contenido de la propia nota debido a que ésta

versa sobre dos Ministros haciendo un uso injustificado de su cargo público para

acceder a un trato preferencial también injustificado y así adquirir la vacuna contra la

COVID-19, a pesar de no contar con los requisitos exigidos por los Estados Unidos.

En el marco legal, el artículo 34 de la Ley de Responsabilidad Civil establece que se

reputan informaciones de interés público, entre otros, los datos sobre acontecimientos

naturales, sociales, políticos, económicos y culturales que pueden afectar, en sentido positivo

o negativo a la sociedad en su conjunto22

. El contenido de la publicación versa sobre dos

miembros del máximo órgano de justicia mexicano viajando a los Estados Unidos para

acceder a una vacuna sin cumplir los requisitos necesarios para que el gobierno

estadounidense se las suministrara. No cabe duda de que éste es un acontecimiento que

impacta a la sociedad no sólo desde un nivel nacional sino también desde un nivel

internacional, pues las acciones irregulares y cuestionables de los Ministros se

desenvolvieron en el país vecino.


Por todo lo anterior, queda claro que el contenido de la nota de la demandada versa

sobre hechos de interés o relevancia pública. Entonces, la protección al ejercicio del

derecho a la información es especialmente intensa en este caso, de acuerdo a la

jurisprudencia de la Suprema Corte. También, esta especial protección al ejercicio del

derecho a la información se justifica debido a que la Ministra Jazmín Ezquivel -y el resto de

las autoridades- se ha expuesto voluntariamente al escrutinio colectivo más exigente de la

sociedad, y porque la publicación de la demandada fomenta la transparencia de las

actividades de las autoridades involucradas, al pertenecer al periodismo de denuncia.

22 “Artículo 34.- Para efectos de este apartado. Se reputarán informaciones de interés público:

I. Los datos y hechos sobre el desempeño, en el sentido más amplio, de los servidores públicos, la

administración pública y organismos privados que ejerzan gasto público o cumplan funciones de
autoridad.

II. Los datos sobre acontecimientos naturales, sociales, políticos, económicos y culturales que
pueden

afectar, en sentido positivo o negativo a la sociedad en su conjunto.

III. Aquella información que sea útil para la toma de decisiones de las personas, para ejercer
derechos

y cumplir obligaciones en una sociedad democrática”.

18

En este sentido, aplicando los criterios de la Suprema Corte, debido a que los hechos

de la nota quedan cubiertos por la protección constitucional del ejercicio del derecho a la

información, el derecho al honor de la actora tiene una resistencia menor frente al

derecho de la demandada. Esto quiere decir que el umbral de protección al honor de la

actora debe permitir el más amplio control ciudadano sobre las actividades de la servidora

pública. Asimismo, el derecho al honor de la actora tiene una resistencia menor porque su

condición como Ministra de la Suprema Corte le permite tener mayor influencia social y

acceder con facilidad a los medios de comunicación para dar explicaciones o reaccionar ante

los hechos sobre los cuales versa el artículo de la demandada. Además, en conformidad con

el artículo 14 de la Ley de Responsabilidad Civil, los hechos contenidos en la publicación

no sobrepasan “el límite de lo tolerable” y, por lo tanto, no constituyen un límite al


derecho a la información, pues las expresiones el contenido de la nota no incluye

expresiones insultantes, insinuaciones insidiosas y vejaciones.

Así, se prueba que las expresiones contenidas en la nota periodística derivadas del

ejercicio del derecho a la información forman parte de un discurso constitucionalmente y

legalmente protegido y, por lo tanto, no constituyen, bajo ninguna forma, un hecho

antijurídico.

ii) La afectación al patrimonio moral de la actora

La parte actora argumenta que se le causó un daño en su patrimonio moral, a partir de la nota

periodística publicada por la demandada y periodista Dolia Estévez, misma en la que refiere

que la actora realizó un viaje a San Antonio, Texas, con el fin de vacunarse contra la

COVID-19. Sin embargo, esta parte demandada procede a precisar por qué no se acredita la

supuesta afectación al patrimonio moral de la actora, la Ministra Jazmín Esquivel.

En primer lugar, la parte actora menciona que “[e]n cuanto al fondo, resultan

aplicables los [...] artículos 1910, 1915 y 191623 del [Código Civil], toda vez que son los

23 “Artículo 1996. Por daño moral se entiende la afectación que una persona sufre en sus
sentimientos, afectos,

creencias, decoro, honor, reputación, vida privada, configuración y aspectos físicos, o bien en la
consideración

que de sí misma tienen los demás. Se presumirá que hubo daño moral cuando se vulnere o
menoscabe

ilegítimamente la libertad o la integridad física o psíquica de las personas.

Cuando un hecho u omisión ilícito produzcan un daño moral, el responsable del mismo tendrá la

obligación de repararlo mediante una indemnización en dinero, con independencia de que se haya
causado

daño material, tanto en responsabilidad contractual como extracontractual. Igual obligación de


reparar el daño

19

preceptos que establecen la responsabilidad de la demandada, Dolia Estévez, frente a [su]

persona por el daño que [le] causó”. Sin embargo, el fundamento jurídico de la parte

actora consistente en el artículo 1916 del Código Civil es equívoco e inaplicable, pues,

conforme a lo establecido en el amparo directo 8/2012, “si la acción para reclamar la


reparación del daño tiene como origen el ejercicio presuntamente abusivo de las libertades de

expresión e información, el marco normativo aplicable es el previsto en la Ley de

Responsabilidad Civil para la Protección del Derecho a la Vida Privada, el Honor y la

Propia Imagen en el Distrito Federal”. Es una aplicación de las reglas lex specialis derogat

legi generali y lex posterior derogat priori, como se muestra en tesis 1a. CLXX/201224

DAÑO MORAL. MARCO NORMATIVO APLICABLE EN EL DISTRITO FEDERAL.

En el Distrito Federal se prevé la existencia de dos regímenes normativos distintos

para regular la responsabilidad civil por afectaciones al patrimonio moral: si la acción

para reclamar la reparación del daño tiene como origen el ejercicio presuntamente

abusivo de las libertades de expresión e información, el marco normativo aplicable

es el previsto en la Ley de Responsabilidad Civil para la Protección del Derecho a la

Vida Privada, el Honor y la Propia Imagen en el Distrito Federal; si, por el contrario,

la acción tiene su origen en un hecho o acto jurídico distinto, entonces el marco

normativo aplicable es el previsto en el artículo 1916 del Código Civil para el Distrito

Federal. Así pues, el primero de los regímenes antes descritos ha derogado al

previsto en el Código Civil en materia de afectaciones al patrimonio moral derivadas

del ejercicio de las libertades de expresión e información, según se desprende de la

redacción del artículo 1o. de la ley antes citada y del hecho consistente en que la ley

representa una norma especial -y posterior- respecto del artículo 1916 del Código

Civil, en tanto regula una especie del género identificado como responsabilidad por

daño moral. Lo anterior se refuerza con la exposición de motivos de la ley, como

elemento coadyuvante para reconstruir la voluntad del legislador, según la cual

resultaba necesario substituir la figura del daño moral prevista en el Código Civil con

24Primera Sala de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, en tesis aislada civil. Tesis: 1a.
CLXX/2012 (10a.),

Semanario judicial de la Federación y su Gaceta, Décima Época, Libro XI, Tomo 1, Agosto de 2012,
p. 479.

Reg. digital 2001284.


moral tendrá quien incurra en responsabilidad objetiva conforme al artículo 1913, así como el
Estado y sus

servidores públicos, conforme a los artículos 1927 y 1928, todos ellos del presente Código.

La acción de reparación no es transmisible a terceros por acto entre vivos y sólo pasa a los
herederos

de la víctima cuando ésta haya intentado la acción en vida”.

20

una ley especial de naturaleza civil que, por un lado, despenalice los denominados

delitos contra el honor y, por otro, que permita un proceso ágil, eficaz y pertinente

para resarcir los derechos de la personalidad lesionados con motivo del ejercicio de

los derechos a las libertades de expresión e información.

[Énfasis agregado]

Por consiguiente, el artículo 1916 del Código Civil invocado por la actora en el

escrito inicial de demanda no es aplicable en este caso, dado que la responsabilidad civil por

afectaciones al patrimonio moral en los casos del ejercicio del derecho a la información tiene

como marco normativo aplicable la Ley de Responsabilidad Civil para la Protección del

Derecho a la Vida Privada, el Honor y la Propia Imagen en el Distrito Federal.

En segundo lugar, según el artículo 37 de la Ley de Responsabilidad Civil, la carga

de la prueba para acreditar el daño al patrimonio moral derivado de un hecho ilícito

recae en la parte actora.

25 Lo anterior se confirma con lo expresado por la Suprema Corte en

el amparo directo en revisión 2044/2008 y lo contenido en la tesis 1a. CCXXI/200926

, la cual

establece como condición estricta para que se pueda exigir responsabilidad por invasiones al

honor de funcionarios públicos, entre otras, la materialidad y acreditación del daño (es

decir, probar que ese daño es real), cuya carga probatoria tiene quien alega que cierta

expresión o información causa daño en su honorabilidad. Esto se observa a continuación:

LIBERTAD DE EXPRESIÓN Y DERECHO A LA INFORMACIÓN. LA RESPONSABILIDAD

POR INVASIONES AL HONOR DE FUNCIONARIOS U OTRAS PERSONAS CON

RESPONSABILIDADES PÚBLICAS SÓLO PUEDE DARSE BAJO CIERTAS CONDICIONES,


MÁS ESTRICTAS QUE LAS QUE SE APLICAN EN EL CASO DE EXPRESIONES O

INFORMACIONES REFERIDAS A CIUDADANOS PARTICULARES.

Para que la exigencia de responsabilidad ulterior por la emisión de expresiones

invasoras del honor de funcionarios públicos u otras personas relacionadas con el

26 Primera Sala de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, en tesis aislada constitucional. Tesis:
1a.

CCXXI/2009 (10a.), Semanario judicial de la Federación y su Gaceta, Novena Época, Tomo XXX,
Diciembre

de 2009, p. 283. Reg. digital 165759.

25 “Artículo 37.- La carga de la prueba recaerá, en principio sobre el actor, quien deberá
demostrar el daño en

su derecho de personalidad derivado de un hecho ilícito.

La valoración del daño al patrimonio moral debe ser realizada tomando en cuenta la personalidad
de

la víctima, su edad, posición socioeconómica y naturaleza pública o privada, la índole del hecho
ilícito, la

gravedad objetiva del perjuicio, la mayor o menor divulgación”.

21

ejercicio de funciones públicas constituya una reacción jurídica necesaria, idónea y

proporcional, deben satisfacerse condiciones más estrictas que las que se aplican en

caso de invasiones al derecho al honor de ciudadanos particulares. Entre ellas se

cuentan las siguientes: (...) c) materialidad y acreditación del daño. Las reglas de

imputación de responsabilidad posterior deben requerir que quien alega que cierta

expresión o información causa daño en su honorabilidad tenga la carga de probar

que el daño es real, que efectivamente se produjo;

(...)

[Énfasis agregado]

También resulta aplicable lo dictado por la Suprema Corte en el amparo directo en

revisión 3802/2018, en el cual el tribunal establece que no es posible sentar la presunción

de la existencia del daño moral derivado de la afectación al derecho al honor en su

vertiente de buena reputación, sino que debe acreditarse, pues la presunción de daño se
justifica en dos razones (1. la imposibilidad o notoria dificultad de acreditar mediante prueba

directa la afectación, derivado de la naturaleza intangible e inmaterial de ésta; y, 2. la

posibilidad de establecer la certeza de la afectación como consecuencia necesaria, lógica y

natural u ordinaria, del acto o hecho ilícito), las cuales no se actualizan en este supuesto. Lo

anterior se observa con mayor precisión en la tesis 1a. XXXIV/201927

DAÑO MORAL. SU EXISTENCIA POR LA AFECTACIÓN DEL DERECHO AL HONOR EN

SU VERTIENTE DE BUENA REPUTACIÓN, NO GOZA DE PRESUNCIÓN, SINO QUE DEBE

ACREDITARSE.

El derecho humano al honor, como parte del bloque de los denominados derechos

de la personalidad, comprende en su dimensión objetiva, externa o social, a la buena

reputación, y ésta tiene como componentes, por una parte, las buenas cualidades

morales o profesionales de la persona, que pueden considerarse valores respecto de

ella y, por otra, la buena opinión, consideración o estima, que los demás tengan de

ella o para con ella por esos valores, y que constituye un bien jurídico de su

personalidad, del cual goza como resultado de su comportamiento moral y/o

27 Primera Sala de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, en tesis aislada constitucional. Tesis:
1a.

CCXVII/2009 (10a.), Semanario judicial de la Federación y su Gaceta, Décima Época, Tomo XXX,
Diciembre

de 2019, p. 287, Reg. digital 165759.

22

profesional; por ende, la buena reputación sí entraña un derecho que asiste a todas

las personas por igual, y se traduce en la facultad que cada individuo tiene de exigir

que otro no condicione negativamente la opinión, consideración o estima que los

demás se han de formar sobre él. En ese sentido, la Primera Sala de la Suprema Corte

de Justicia de la Nación ha sostenido que tanto las personas físicas como las morales

cuentan dentro de los derechos de su personalidad, con el derecho al honor y a su

buena reputación, por lo que tienen legitimación para emprender acciones de daño

moral cuando esos bienes jurídicos son lesionados. Así, cuando se juzguen actos
ilícitos concretos que potencialmente puedan lesionar el derecho al honor en su

vertiente de buena reputación, no es acorde con el contenido y alcance de ese

derecho sostener que pueda exigirse al accionante que demuestre la existencia y

magnitud de una previa buena reputación, pues ello implicaría negar a ésta la

naturaleza de derecho fundamental, además, porque es inherente a ese derecho

presumirla por igual en todas las personas y en todos los casos, y partir de la base de

su existencia para determinar si los hechos o actos ilícitos materia del litigio

afectaron esa buena reputación. Ahora bien, la existencia del daño moral derivado de

la afectación a ese derecho es una cuestión distinta, respecto de la cual no es posible

sentar su presunción, como una premisa inherente a su definición, contenido y

alcance, sino que debe acreditarse, porque la presunción de daño en que se

sustenta la denominada teoría de la prueba objetiva, se justifica en dos razones

esenciales: 1) la imposibilidad o notoria dificultad de acreditar mediante prueba

directa la afectación, derivado de la naturaleza intangible e inmaterial de ésta; y, 2) la

posibilidad de establecer la certeza de la afectación como consecuencia necesaria,

lógica y natural u ordinaria, del acto o hecho ilícito; condiciones que no

necesariamente se actualizan cuando se aduce afectación a la buena reputación, ya

que ésta implica la existencia de factores o elementos externos y la intervención de

otras personas, según el tipo de interacción o relación existente entre éstas y el

afectado, que son susceptibles de expresión material y, por tanto, objeto de prueba

directa que la acredite.

[Énfasis agregado]

23

En este tenor, queda claro que corresponde a la actora la carga de la prueba sobre

el daño supuestamente generado por la parte demandada, dado que es quien alega que la

información publicada en la nota periodística le causó un daño a su derecho de honor, en su

vertiente de buena reputación. Sin embargo, en el escrito de demanda la actora no ofrece

ninguna prueba directa o indirecta para demostrar que la nota periodística le haya

causado una afectación a su derecho al honor, La actora tampoco ahonda sobre cómo se
constituyó y en qué consistió el supuesto daño alegado. Entonces, contrariamente a lo

establecido por la Suprema Corte y por la Ley de Responsabilidad Civil (consistente en que

la afectación al derecho al honor en su vertiente de buena reputación debe demostrarse), la

parte actora busca presumir el daño moral derivado de que es Ministra de la Suprema

Corte, y utiliza el argumento del ímpetu con el que se quiere erradicar la corrupción

para hablar de un “efecto multiplicador” de un daño que ni siquiera ha probado. El

fragmento de la demanda se lee de la siguiente forma:

(...) Ahora bien, retomando el aspecto objetivo, externo o social del derecho al honor,

considero que la acusación de la demandada contra mi persona, respecto a que acudí

a la ciudad de San Antonio para vacunarme contra el COVID19, altera la estimación

interpersonal que tengo por mis cualidades morales dentro de la comunidad. En

este sentido, es importante tener en mente la situación política que se vive en el país y

el ímpetu, que puede llegar a ser agresivo e irracional, con el que se quiere

erradicar la corrupción, genera un efecto multiplicador en el daño a la

reputación y, por ende, a mi honor. Aunado a lo anterior, las alegaciones de la C.

Dolia Estévez en mi contra, al declarar que conseguí un trato mejor y diferenciado por

mi actual posición como Ministra de la Suprema Corte de Justicia de la República

Mexicana, condicionan negativamente la opinión que las demás personas hayan de

formarse sobre mí. (...)

En suma, dado que no hay pruebas que obren en el escrito inicial de demanda

que acrediten que el daño que alega es real o que efectivamente se produjo, el supuesto

daño al patrimonio moral de la Ministra Yasmín Esquivel Mossa no queda acreditado.

Ahora bien, en el presente escrito se ha constatado que 1) la parte actora no acreditó

la existencia de un hecho antijurídico cometido por la demandada; 2) la demandada ejercitó

actos constitucionalmente y legalmente protegidos y no hechos antijurídicos (lo que haría

24

irrelevante que se probara la existencia de un daño, pues no se configura el primer elemento

del hecho ilícito y, por lo tanto, no se puede atribuir responsabilidad civil extracontractual a la

demandada) y 3) la parte actora no acreditó el daño moral que alega. No obstante, a pesar
de no tener la carga de probar que el daño no se actualizó, el presente apartado

desarrollará, en cuarto lugar, por qué en el presente caso no se acredita un daño al

patrimonio moral de la actora.

De acuerdo con el artículo 36 de la Ley de Responsabilidad Civil, para que se

produzca el daño patrimonial moral debe haber:

i) afectación en la persona, de los bienes tutelados en la ley citada;

ii) dicha afectación debe ser consecuencia de un acto ilícito y

iii) debe haber una relación causa-efecto entre ambos acontecimientos28

Bajo esta línea, el artículo 24 de la Ley de Responsabilidad Civil establece que el daño se

reputará moral cuando el hecho ilícito menoscabe a los competentes del patrimonio moral de

la víctima [...], y de forma enunciativa considera parte del patrimonio moral el afecto del

titular del patrimonio moral por otras personas, su estimación por determinados bienes, el

derecho al secreto de su vida privada, así como el honor, el decoro, el prestigio, la buena

reputación y la imagen de la persona misma.29 Sin embargo, el artículo 25 de la Ley dicta que

no se considerará que se cause daño al patrimonio moral cuando se emitan opiniones, ideas o

juicios de valor sobre cualquier persona, siempre y cuando no se utilicen palabras, frases o

expresiones insultantes por sí mismas, innecesarias para el ejercicio de la libertad de

expresión. Además, agrega que las imputaciones de hechos o actos que se expresen con

apego a la veracidad, y sean de interés público tampoco podrán ser motivo de afectación

al patrimonio moral.30 Cabe destacar que la propia actora hace referencia en su escrito a lo

recién expuesto, como se observa en el siguiente fragmento de la demanda:

30 “Artículo 25. No se considerará que se causa daño al patrimonio moral cuando se emitan
opiniones, ideas o

juicios de valor sobre cualquier persona, siempre y cuando no se utilicen palabras, frases o
expresiones

insultantes por sí mismas, innecesarias para el ejercicio de la libertad de expresión.

Las imputaciones de hechos o actos que se expresen con apego a la veracidad, y sean de interés

público tampoco podrán ser motivo de afectación al patrimonio moral”.


29 “Artículo 24. El daño se reputará moral cuando el hecho ilícito menoscabe a los componentes
del patrimonio

moral de la víctima. Enunciativamente se consideran parte del patrimonio moral, el afecto del
titular del

patrimonio moral por otras personas, su estimación por determinados bienes, el derecho al
secreto de su vida

privada, así como el honor, el decoro, el prestigio, la buena reputación y la imagen de la persona
misma”.

28 “Artículo 36. Para que se produzca el daño al patrimonio moral se requiere:

I.- Que exista afectación en la persona, de los bienes tutelados en la presente ley;

II.- Que esa afectación sea a consecuencia de un acto ilícito; y

III.- Que haya una relación de causa-efecto entre ambos acontecimientos”.

25

“Por último y a manera de conclusión, considero que la demandada transgredió mi

derecho al honor mientras ejercía su derecho a la libertad de información. El artículo

25 de la Ley de Responsabilidad Civil determina que no se considera como un daño

al patrimonio moral cuando se imputen hechos o actos que se expresen con apego a

la veracidad y sean de interés público. Al respecto, el artículo 7, fracción II del

mismo ordenamiento define información de interés público como el conjunto de

datos, hechos y actos que tienen como propósito servir a las personas para la toma de

decisiones, de manera que se enriquezca la convivencia y participación democrática.

Como Usted puede observar, ambas disposiciones implican el criterio de veracidad

discutido anteriormente toda vez que los datos, hechos y actos hacen referencia a

sucesos y/o situaciones que tuvieron o no lugar. Es decir, son comprobables”.

Profundizando lo establecido por el artículo 25 de la Ley de Responsabilidad Civil, la

Suprema Corte entiende en el amparo directo en revisión 2044/2008 la veracidad no como

que la información deba ser “verdadera”, sino que veracidad se constituye como “una

exigencia de que los reportajes, las entrevistas y las notas periodísticas destinadas a influir en

la formación de la opinión pública vengan respaldados por un razonable ejercicio de

investigación y comprobación encaminado a determinar si lo que quiere difundirse tiene


suficiente asiento en la realidad”. En ese sentido, la Primera Sala dicta que “el informador

debe poder mostrar de algún modo que ha respetado un cierto estándar de diligencia en la

comprobación” de la información. Además, la Suprema Corte agrega que la información

cuya búsqueda, obtención y amplia difusión está constitucionalmente protegida no solo no

solo debe estar apegada a la veracidad, sino también a la imparcialidad. Al respecto,

entiende la imparcialidad como “una barrera contra la tergiversación abierta, contra la

difusión intencional de inexactitudes y contra el tratamiento no profesional de

informaciones cuya difusión podría tener un impacto notorio en la vida de las personas

involucradas”, pero aclara que el derecho a obtener información útil y los beneficios del

intercambio libre y vigoroso de ideas son ciertamente incompatibles con la idea de

imparcialidad absoluta. Esto se observa en la tesis 1a. XXXIV/201931

31 Primera Sala de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, en tesis aislada constitucional. Tesis:
1a.

CCXX/2009 (10a.), Semanario judicial de la Federación y su Gaceta, Novena Época, Tomo XXX,
Diciembre de

2009, p. 284. Reg. digital 165762.

26

LIBERTAD DE EXPRESIÓN Y DERECHO A LA INFORMACIÓN. MODO EN QUE DEBEN

SER ENTENDIDOS LOS REQUISITOS DE VERACIDAD E IMPARCIALIDAD.

Los derechos citados cubren tanto la expresión de opiniones como la emisión de

aseveraciones sobre hechos, dos cosas que, desde la perspectiva de su régimen

jurídico, no son idénticas. Así, por ejemplo, cuando de opiniones se trata, no tiene

sentido hablar de verdad o falsedad, que sí resultan relevantes cuando lo que nos

concierne son afirmaciones sobre hechos. La información cuya búsqueda, obtención

y amplia difusión está constitucionalmente protegida es la información veraz e

imparcial. Estos dos requisitos pueden calificarse de límites o exigencias internas del

derecho a la información. La veracidad no implica, sin embargo, que toda

información difundida deba ser "verdadera" -esto es, clara e incontrovertiblemente

cierta-; operar con un estándar tan difícil de satisfacer desnaturalizaría el ejercicio del
derecho. Lo que la mención a la veracidad encierra es más sencillamente una

exigencia de que los reportajes, las entrevistas y las notas periodísticas destinadas a

influir en la formación de la opinión pública vengan respaldados por un razonable

ejercicio de investigación y comprobación encaminado a determinar si lo que quiere

difundirse tiene suficiente asiento en la realidad. El informador debe poder mostrar

de algún modo que ha respetado un cierto estándar de diligencia en la

comprobación del estatus de los hechos acerca de los cuales informa, y si no llega a

conclusiones indubitadas, la manera de presentar la información debe darle ese

mensaje al lector: debe sugerir con la suficiente claridad que existen otros puntos de

vista y otras conclusiones posibles sobre los hechos o acontecimientos que se

relatan. Todo ello está relacionado con la satisfacción de otro requisito "interno" de

la información cuya difusión la Constitución y los tratados protegen al máximo nivel:

la imparcialidad. Es la recepción de información de manera imparcial la que

maximiza las finalidades por las cuales la libertad de obtenerla, difundirla y recibirla

es una libertad prevaleciente en una democracia constitucional. El derecho a obtener

información útil y los beneficios del intercambio libre y vigoroso de ideas son

ciertamente incompatibles con la idea de imparcialidad absoluta y, hasta cierto

punto, se espera que las diferentes perspectivas lleguen a los individuos por la

combinación de fuentes de información y opinión a las que están expuestos, aunque

cada una de esas fuentes no supere perfectamente el estándar en lo individual. La

27

imparcialidad es, entonces, una barrera contra la tergiversación abierta, contra la

difusión intencional de inexactitudes y contra el tratamiento no profesional de

informaciones cuya difusión podría tener un impacto notorio en la vida de las

personas involucradas.

Al tomar en consideración el criterio y los preceptos jurídicos previamente citados, se

observa que no se causó un daño moral al patrimonio de la actora por lo siguiente:

En primer lugar, en el apartado previo “i) La comisión de un hecho antijurídico” se

ha acreditado que los hechos que se imputan son de interés público.


En segundo lugar, los hechos contenidos en la publicación de la demandada se

expresaron con apego a la veracidad, pues, en el presente caso, la demandada realizó una

amplia investigación que sustentan lo referido en la nota. Además, existe la certeza de que la

demandada intentó tener comunicación con la oficina de la actora, la Ministra Jazmín

Esquivel, para confirmar la información que se publicó en la nota; sin embargo, no hubo una

respuesta por parte de la actora. Aunado a ello, la investigación está apoyada en lo que

declararon diversas fuentes confidenciales, quienes fueron testigos de primera mano que

corroboraron entre sí los hechos y afirmaron que la actora realizó el viaje a San Antonio,

Texas, con la finalidad de vacunarse contra la COVID-19.

En tercer lugar, la publicación cumple con el requisito de la imparcialidad. La

demandada realizó, a través de la nota periodística, un intercambio libre de información, en

las que expresa una noticia relevante. Además, la demandada en todo momento actuó con

profesionalismo y dio, de la misma forma, un tratamiento profesional a la información

plasmada en la nota. Asimismo, del ejercicio de investigación previo a la publicación del

artículo y de la respuesta que dio la demandada a las réplicas surgidas, se obtiene que en

ningún momento la demandada buscaba la difusión intencional de una inexactitud que

estuviera sesgada en contra de la actora.

Por todo lo anterior, se acredita que los hechos contenidos en la nota se expresaron

con apego a la veracidad, imparcialidad, y son de interés público, por lo que no pueden

ser motivo de afectación al patrimonio moral de la actora.

28

iii) El nexo causal entre el hecho antijurídico y la afectación al patrimonio moral

Siguiendo la estructura del precedente 1a. LI/2014 (10a.) previamente citado, este apartado se

enfoca en el tercer elemento que configura el hecho ilícito: la existencia de un nexo causal

entre el hecho antijurídico y la afectación al patrimonio moral. Como se mencionó

anteriormente, el artículo 36 de la Ley de Responsabilidad Civil establece que, para que se

produzca un daño al patrimonio moral de la persona, se requiere que exista una relación de

causa y efecto entre la afectación y el hecho ilícito (el cual se ha estudiado a la luz de la

antijuricidad)
32

En su demanda, la parte actora no sólo no prueba que los hechos objetados sean

antijurídicos, sino que tampoco acredita que se haya realizado una afectación a su patrimonio

moral como consecuencia de dichos hechos. Mucho menos el escrito de demanda prueba

que exista un nexo causal entre ambos, para que se le pueda atribuir posteriormente la

responsabilidad civil extracontractual a la parte demandada.

A diferencia del escrito de la parte contraria, en los dos apartados anteriores de esta

contestación de demanda se ha dejado claro que los hechos que la parte actora objeta están

protegidos constitucionalmente y legalmente, por lo que no constituyen un hecho

antijurídico y, además, que los hechos cumplen con los requisitos de la Ley para

considerarse como aquellos que no generan una afectación moral a la actora (es decir, no

se ha probado el daño moral). Por lo tanto, indudablemente no existe un nexo causal del

cual hablar, pues aquello que “une" dicho nexo tampoco existe.

iv) La real malicia de la demandada en relación con el supuesto hecho ilícito

Como se mencionó anteriormente, la real malicia de la demandada en relación con el

supuesto hecho ilícito, constituye el cuarto y último elemento para acreditar la

32 “Artículo 36. Para que se produzca el daño al patrimonio moral se requiere:

I.- Que exista afectación en la persona, de los bienes tutelados en la presente ley;

II.- Que esa afectación sea a consecuencia de un acto ilícito; y

III.- Que haya una relación de causa-efecto entre ambos acontecimientos”.

29

responsabilidad civil por daño moral a la actora. La real malicia se estudia como el elemento

de culpa del hecho ilícito al que hace referencia la Suprema Corte (tesis 1a. LI/2014 (10a.)),

elevado a un estándar mucho más exigente como una estrategia para evitar las restricciones

indirectas al ejercicio del derecho a la información.

En vista de los razonamientos jurídicos y lógicos que a continuación se desarrollarán,

quedará acreditado que dicho elemento tampoco se configura en el presente caso.

En primer lugar, como se mencionó anteriormente, por lo que respecta a la materia de


la presente controversia el ordenamiento jurídico aplicable es la “Ley de Responsabilidad

Civil para la Protección del Derecho a la Vida Privada, el Honor y la Propia Imagen en el

Distrito Federal. Esto es así porque, de conformidad con el Artículo 1 de la propia Ley de

Responsabilidad Civil para la Protección del Derecho a la Vida Privada, el Honor y la Propia

Imagen en el Distrito Federal, la misma se trata de una “ley especial” que regula de manera

específica el daño al patrimonio moral derivado del abuso del derecho de la información y de

la libertad de expresión, mientras que el daño al patrimonio moral diverso a éste se regirá

conforme al Artículo 1916 del Código Civil para el Distrito Federal (hoy Ciudad de México).

Una vez hecha esta aclaración, cabe mencionar que los preceptos aplicables a la

presente controversia por cuanto hace al elemento de la malicia efectiva son los Artículos 28,

29, 30, 31, 32, 33 y 34 de la Ley de Responsabilidad Civil para la Protección del Derecho a la

Vida Privada, el Honor y la Propia Imagen en el Distrito Federal que, a la letra, establecen lo

siguiente:

Artículo 28.- La malicia efectiva se configura en los casos en que el

demandante sea un servidor público y se sujetará a los términos y

condiciones del presente capítulo.

Artículo 29.- Se prohíbe la reparación del daño a los servidores públicos

que se encuentren contenidos en los supuestos del presente título, a no

ser prueben que el acto ilícito se realizó con malicia efectiva.

Artículo 30.- Los servidores públicos afectados en su patrimonio moral por

opiniones y/o informaciones, conforme al artículo 33 de la ley, difundidas

30

a través de los medios de comunicación e información, deberán probar la

existencia de la malicia efectiva demostrando:

I. Que la información fue difundida a sabiendas de su falsedad;

II. Que la información fue difundida con total despreocupación

sobre si era falsa o no; y

III. Que se hizo con el único propósito de dañar.

Artículo 31.- En el caso de las figuras públicas, la acción procederásiempre


y cuando se pruebe la fracción I del artículo anterior.

Artículo 32.- En los demás casos bastaráque se demuestre la negligencia

inexcusable del demandado.

Artículo 33.- Los servidores públicos tendrán limitado su derecho al

honor, a la vida privada y a su propia imagen como consecuencia del

ejercicio de sus funciones sometidas al escrutinio público.

Artículo 34.- Para efectos de este apartado. Se reputarán informaciones de

interés público:

I. Los datos y hechos sobre el desempeño, en el sentido más

amplio, de los servidores públicos, la administración pública y

organismos privados que ejerzan gasto público o cumplan

funciones de autoridad.

II. Los datos sobre acontecimientos naturales, sociales, políticos,

económicos y culturales que pueden afectar, en sentido positivo o

negativo a la sociedad en su conjunto.

III. Aquella información que sea útil para la toma de decisiones de

las personas, para ejercer derechos y cumplir obligaciones en una

sociedad democrática.

[Énfasis añadido]

Ahora bien, cabe resaltar que, de conformidad con el Artículo 7 de la propia Ley, se

considera Servidor Público a “[…] los miembros del Poder Judicial del Distrito Federal […]”,

por lo que, con base en una interpretación exegética de dicho precepto y con base de que la

actora es una funcionaria del Poder Judicial Federal y no una funcionaria del Poder Judicial

Local, parecería ser que el precepto jurídico aplicable por cuanto hace a los elementos que se

31

deben acreditar para acreditar el daño moral es el Artículo 32 de la propia Ley, de forma que

únicamente se debería acreditar o desacreditar la negligencia inexcusable (o culpa) de la

demandada. No obstante, de conformidad con la tesis 11a. CCXXIII/201233

(10a.), recaída al
amparo directo 8/2012:

“[…]. La evolución de la doctrina de este alto tribunal respecto a la

libertad de información nos permite atender, en casos de interés público y

sobre figuras públicas, a la principal consecuencia del sistema de

protección dual, es decir, al estándar de la real malicia. Esta doctrina se

traduce en la imposición de sanciones civiles en supuestos muy

específicos: (i) respecto a servidores públicos, cuando se difunda

información falsa -a sabiendas de su falsedad y con total despreocupación

sobre si era o no falsa- y con la clara intención de dañar; y (ii) por lo que

hace a personas privadas con proyección pública, cuando se difunda

información a sabiendas de su falsedad.”

[Énfasis añadido]

Es decir, el estándar de real malicia aplica para todo servidor público independientemente

de si se trata de un servidor público de ámbito local o un servidor público del ámbito

federal. Por lo tanto, armonizando la interpretación del mencionado Artículo 7 de la Ley con

los Artículos 28 y 30 de la Ley, así como con el mencionado criterio de la Primera Sala de la

Suprema Corte de Justicia de la Nación, 1) el precepto jurídico aplicable por cuanto hace a

los elementos que se deben acreditar para acreditar el daño moral es el Artículo 30 de la

propia Ley, 2) de forma que se debería acreditar o desacreditar la real malicia de la

demandada que, a su vez, implica que se deben acreditar que (i) se difundió información

falsa a sabiendas de su falsedad, ó (ii) la información fue difundida con total

despreocupación sobre si era falsa o no y (iii) la información fue difundida con el único

propósito de dañar. Lo anterior coincide con lo expresado en la demanda de la actora, quien

33 Primera Sala de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, en tesis aislada constitucional. Tesis:
1a.

CCXXIII/2012 (10a.), Semanario judicial de la Federación y su Gaceta, Décima Época, Libro XII,
Tomo 1,

Septiembre de 2012, p. 512, Reg. digital 2001677.

32

en todo momento hace referencia a la real malicia y no a la negligencia inexcusable de la


demandada34

Se aprecia que, en la demanda, la parte actora en ningún momento aporta

elementos probatorios relacionados con los elementos de la real malicia, sino que solo se

remite a explicarla, por lo que no acredita la existencia de la real malicia. A pesar de no

tener la carga de hacerlo, el presente apartado expone que para este caso no se configura el

estándar de real malicia con respecto a la información que fue difundida, por los siguientes

motivos:

- No se difundió información falsa a sabiendas de su falsedad

Contrario a lo que afirma la actora, la información no es falsa. Como lo afirmó la demandada

en la nota periodística de su autoría, fueron funcionarios locales del propio Consulado de

México en San Antonio los que fungieron como fuentes confiables y testigos de primera

mano, quienes, a pesar de solicitar a la demandada no ser identificados por temor a las

represalias que pudieran sufrir en el ámbito de sus labores, afirmaron a la demandada que la

Ministra Yasmín Esquivel Mossa, junto con su marido José María Riobóo, viajaron a la

ciudad de San Antonio, Texas, en Estados Unidos, con el propósito de vacunarse contra el

Covid-19. Asimismo, dichas personas afirmaron a la demandada que la pareja fue escoltada

por el señor Franco Fabbri Vázquez, quien funge como coordinador de Administración y

Finanzas de la Guardia Nacional –y quien también se habría vacunado junto con familiares

mexicanos que le acompañaron- y que dichas personas pidieron prestada la dirección de la

señora Fiorella Fabbri Vázquez, hermana del señor Franco Fabbri Vázquez, quien es

empleada local en el Consulado mexicano en San Antonio y portadora de pasaporte

estadounidense, pues en algunos módulos de vacunación se pide verificación de domicilio

para poder administrar la vacuna. Asimismo, comentaron a la demandada que las matrículas

consulares que les entregó el Departamento de Documentación del Consulado mexicano en

San Antonio, con el propósito de continuar con el trámite administrativo para solicitar la

vacuna, fueron firmadas por el Cónsul General Rubén Minutti Zanatta y no por el Jefe de

Documentación que es quien se acostumbra que las firme, debido a la presunta irregularidad
34 La actora establece que “[e]n este sentido, la figura del sistema dual de protección establece
que, cuando se

realice una opinión, idea, declaración o manifestación respecto a una funcionaria pública,
solamente se

impondrán sanciones civiles en aquellos casos en que exista información falsa y producida con
“real malicia””.

33

del trámite. De este modo, uno de los testigos de primera mano relató a la demandada lo

siguiente:

“Según el propio titular, viajaron en avión privado y uno de los fines fue

vacunarse contra el Covid-19. Ese día, el Cónsul no estuvo disponible para

nadie más. Más de un jefe de sección estuvo esperando para tener acuerdo

con él todo el día, sin éxito. Únicamente Susana Monreal (hermana del

Senador Ricardo Monreal), bajó a la oficina del Cónsul para saludar a la

Ministra Esquivel y mostrarle, en su calidad de encargada del Departamento

de Comunidades, que habían nombrado la sala de lactancia del Consulado en

su honor. El caso de la Ministra y la familia Fabbri fue muy incómodo para

todo el personal, […] porque fue muy notorio, descarado me atrevería a

decir. Minutti no ha podido hacer nada para vacunar al personal del

Consulado, pero se desvivió para atender a Esquivel y su comitiva. La

situación causó molestias. No sólo llegaron en una camioneta que bloqueaba

la entrada del garage del titular, sino que no tuvieron que esperar, cuando la

instrucción expresa del titular es que no hay excepciones.”

[Énfasis añadido]

Por su parte, el Cónsul General Rubén Minutti Zanatta, se negó a hablar

telefónicamente con la demandada, con lo cual pudo haber desmentido o confirmado

personalmente dicha información; en su lugar, le solicitó a la demandada que le enviara un

correo con sus preguntas. El Cónsul General, más allá, en lugar de responder directamente a

ellas, únicamente instruyó a Alexia Bautista Aguirre, consejera de medios del Consulado, que

le remitiera una declaración escrita, en la cual no corrobora, pero tampoco niega su apoyo a la
Ministra Esquivel, sino que únicamente declara que “El Consulado General de México en

San Antonio no ha proporcionado apoyos individualizados para acceder a las vacunas contra

el Covid-19. […] La expedición de la matrícula consular se rige por el Reglamento de

Matrícula Consular, publicado en el Diario Oficial el doce de mayo de dos mil cinco. Este

documento se expide a todo mexicano que acredite su nacionalidad e identidad, así como un

domicilio en la circunscripción consular.” Fue hasta unos días después, el dos de marzo de

dos mil veintiuno, que el Cónsul General Rubén Minutti Zanatta envió a Alejandro Páez,

Director General de SinEmbargo.mx, un comunicado, en el cual declara que “[…] este

34

consulado no ha brindado ni brinda apoyos individualizados o realiza gestiones ante

autoridades locales para la vacunación de ninguna persona en lo específico. Es, por lo tanto,

completamente falso e infundado que esta representación haya asistido o gestionado a favor

de la vacunación de los servidores públicos mencionados en [la nota periodística “Con apoyo

de Cónsul, los ministros de la SCJN van a vacunarse a San Antonio”].”, y que “[l]o que sí es

verdad es que la Ministra Yasmín Esquivel acudió a estas instalaciones, el pasado 1º de

febrero del presente año, a conocer la Sala de Lactancia que lleva su nombre.

Categóricamente se rechaza que la ministra Esquivel […] haya realizado ante este consulado

consulta, trámite o petición alguna relacionada con temas de vacunación.”

Por último, cabe resaltar que la Ministra Esquivel no respondió a la petición de

comentario de la demandada consistente en un correo electrónico de fecha veintiséis de

febrero del dos mil veintiuno (incluido en el apartado de “Anexos” como ANEXO 1[…]),

con lo cual pudo haber desmentido o confirmado personalmente dicha información. Fue hasta

unos días después que el Licenciado Luis Manuel Acuña Olvera, Secretario Particular de la

Ministra Esquivel, envió una carta a Alejandro Páez, Director General de SinEmbargo.mx, en

la que afirma que “[…]. La Ministra Yasmín Esquivel asistió al Consulado de San Antonio el

primero de febrero [del dos mil veintiuno] a invitación del Cónsul Rubén Minutti […] a

conocer el lactario que lleva su nombre. Falso como asegura la periodista que se haya ido a

vacunar, cosa que hasta la fecha no ha hecho ni en la [Ciudad de México]. Falso que la

periodista haya enviado un correo solicitando verificar la información. Finalmente se precisa


que su esposo el [Ingeniero] José [María] Riobóo de ochenta años de edad tampoco se

vacunó. […].” Asimismo, la Ministra Esquivel publicó un “tuit”35 en su cuenta de la red

social Twitter en el que afirma que “[N]i en [Estados Unidos] ni en México me he vacunado

[contra] el Covid-19.”

Así, a pesar de que tanto las respuestas obtenidas por parte del Cónsul General, Rubén

Minutti Zanatta, del Secretario Particular de la Ministra Esquivel, Manuel Acuña Olvera, y de

la propia Ministra Esquivel36 negaban los hechos vertidos en la columna periodística de la

demandada relacionados con la Ministra Esquivel, la demandada emitió sus respuestas al

Secretario Particular de la Ministra Esquivel y al Cónsul General, en las cuales reiteró la

36 No así la de la consejera de medios del Consulado, Alexia Bautista Aguirre, dado que no
corrobora, pero

tampoco niega el apoyo del Cónsul General, Rubén Minutti Zanatta a la Ministra Esquivel.

35 https://twitter.com/YasminEsquivel_/status/1366796905460555782?s=20

35

veracidad de la información publicada en su artículo periodístico en el sentido de que la

Ministra Yazmín Esquivel Mossa y su marido José María Riobóo volaron a San Antonio,

Texas, en jet privado el primero de febrero de dos mil veintiuno con el fin de vacunarse

contra el Covid-19, debido a que dicha información proviene de testigos oculares y

fuentes confiables y confidenciales dignas de crédito, pues son funcionarios locales del

propio Consulado de México en San Antonio, dirigido por el Cónsul General Rubén

Minutti Zanatta.

Por todo lo anterior, es posible concluir que la información difundida no es falsa y,

por lo tanto, no se difundió a sabiendas de su falsedad.

- La información no fue difundida con total despreocupación sobre si era falsa o

no

De conformidad con la tesis 1a./J. 80/2019 (10a.)37

, recaída al amparo directo en Revisión

3111/2013:

“[…]. [L]a doctrina de la "real malicia" requiere no sólo que se demuestre


que la información difundida es falsa sino, además, que se publicó a

sabiendas de su falsedad, o con total despreocupación sobre si era o no

falsa, pues ello revelaría que se publicó con la intención de dañar. Cabe

agregar que, en torno al nivel de diligencia o negligencia del informador, la

doctrina de la "malicia efectiva" señala que la mera negligencia o descuido

no es suficiente para actualizarla, pues para ello se requiere un grado

mayor de negligencia, una negligencia inexcusable, o una "temeraria

despreocupación", referida a un dolo eventual, lo que presupone la

existencia de elementos objetivos que permiten acreditar que el autor, si

bien no tenía conocimiento directo sobre la inexactitud de los datos

aportados […] disponía de los recursos que le permitían verificar, de

manera inmediata y sin mayor esfuerzo, aquella inexactitud, y a pesar de

ese estado de conciencia y de contar con los medios idóneos para

37 Primera Sala de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, Jurisprudencia constitucional. Tesis:


1a./J.

80/2019 (10a.), Semanario judicial de la Federación y su Gaceta, Décima Época, Libro 71, Tomo 1,
Octubre de

2019, p. 874. Reg. digital 2020798

36

corroborar la información, prescinde de ellos y decide exteriorizar los

datos. […]”

[Énfasis añadido]

Es decir, para que se actualice el estándar de real malicia bajo el elemento de

“información publicada con total despreocupación sobre si era falsa o no”, se requiere que

una temeraria despreocupación, equivalente a un dolo eventual, lo que presupone que el

autor, si bien no tenía conocimiento directo sobre la inexactitud de los datos aportados,

disponía de los recursos que le permitían verificar aquella inexactitud, y a pesar de ese estado

de conciencia y de contar con los medios idóneos para corroborar la información, prescinde

de ellos y decide exteriorizar los datos.

Ahora bien, la demandada, como autora de la nota periodística “Con apoyo de


Cónsul, los ministros de la SCJN van a vacunarse a San Antonio” no tenía conocimiento

directo sobre la inexactitud de los datos aportados, en tanto que ella no fue testigo ocular de

los hechos vertidos en la nota periodística de su autoría, y tampoco pudo percibir mediante

ninguno de sus otros sentidos dichos hechos. No obstante, la demandada sí disponía de los

recursos que le permitieran verificar la exactitud o inexactitud de dichos hechos en tanto que,

como periodista en ejercicio de sus funciones, podía mantener contacto tanto con los testigos

como con las autoridades involucradas. Por lo demás, la demandada no decidió prescindir de

dichos recursos (es decir, de las comunicaciones que podía entablar) y exteriorizar los datos,

sino que, antes de publicar la nota periodística de su autoría, se dedicó a realizar una

verificación exhaustiva de la exactitud o inexactitud de los hechos de su conocimiento.

Así, como consta en el apartado anterior, la demandada tuvo conocimiento

indirectamente de dichos hechos ya que sostuvo reiteradas comunicaciones con los testigos

oculares y fuentes confiables y confidenciales dignas de crédito que sí pudieron percibir

directamente mediante sus sentidos dichos hechos, pues se trataba de funcionarios locales

del propio Consulado de México en San Antonio; además, todos los testimonios que se

rindieron a la demandada eran coincidentes y se dirigían a afirmar los hechos referidos en la

nota periodística de autoría de la demandada. Inclusive, como también consta en el apartado

anterior, la demandada sostuvo comunicaciones directamente con ciertos funcionarios

tanto del Consulado de México en San Antonio como de la oficina de la Ministra

37

Esquivel, e incluso intentó, aunque sin éxito, abrir una comunicación con los

funcionarios involucrados en los hechos mencionados en dicha nota periodística; dichas

comunicaciones tenían la intención de desmentir los hechos referidos en la dicha nota

periodística. Para evitar repeticiones innecesarias, se sugiere remitirse al apartado anterior

(“No se difundió información falsa a sabiendas de su falsedad”) con el fin de recordar

cuales fueron todas y cada una de dichas comunicaciones, tanto las dirigidas a afirmar los

hechos, como las dirigidas a desmentirlos.

En suma, es posible concluir que la información no fue publicada con total

despreocupación sobre si era falsa o no.


- La información no fue difundida con el propósito de dañar

De conformidad con la tesis 1a./J. 80/2019 (10a.)38

, anteriormente mencionada:

“[…]. [L]a intención de dañar no se acredita mediante la prueba de cierta

negligencia, un error o la realización de una investigación elemental sin

resultados satisfactorios, sino que se requiere acreditar que el informador

tenía conocimiento de que la información era inexacta, o al menos duda

sobre su veracidad, y una total despreocupación por verificarla, pues

sólo así puede acreditarse la intención de dañar.”

[Énfasis añadido]

Por su parte, de acuerdo con la tesis 1a./J. 38/2013 (10a.)39

, recaída al amparo directo

28/2010:

“Para el análisis de los límites a la libertad de expresión, esta Suprema Corte de

Justicia de la Nación ha adoptado el denominado "sistema dual de protección",

según el cual los límites de crítica son más amplios cuando ésta se refiere a

39 Primera Sala de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, Jurisprudencia constitucional. Tesis:


1a./J.

38/2013 (10a.), Semanario judicial de la Federación y su Gaceta, Décima Época, Libro XIX, Tomo 1,
Abril de

2013, p. 538. Reg. digital 2003303

38 Primera Sala de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, Jurisprudencia constitucional. Tesis:


1a./J.

80/2019 (10a.), Semanario judicial de la Federación y su Gaceta, Décima Época, Libro 71, Tomo 1,
Octubre de

2019, p. 874. Reg. digital 2020798

38

personas que, por dedicarse a actividades públicas o por el rol que desempeñan en

una sociedad democrática, están expuestas a un control más riguroso de sus

actividades y manifestaciones que aquellos particulares sin proyección pública


alguna, pues en un sistema inspirado en los valores democráticos, la sujeción a esa

crítica es inseparable de todo cargo de relevancia pública. El estándar de "real

malicia" requiere, para la existencia de una condena por daño moral por la emisión

de opiniones, ideas o juicios, que hayan sido expresados con la intención de dañar,

para lo cual, la nota publicada y su contexto constituyen las pruebas idóneas para

acreditar dicha intención.”

[Énfasis añadido]

Contrario a lo que afirma la actora, la intención de la demandada al publicar la nota

periodística de su autoría “Con apoyo de Cónsul, los ministros de la SCJN van a vacunarse a

San Antonio” no fue en ningún momento dañar el honor o la reputación de la Ministra

Esquivel; por el contrario, su intención era única y exclusivamente dar a conocer al

público información que es precisamente del interés público.

Ello es así toda vez que, como ya ha quedado corroborado en el apartado anterior, la

demandada en ningún momento tuvo una despreocupación por corroborar la exactitud o

inexactitud de los hechos vertidos en la nota periodística de su autoría. Por el contrario, la

demandada realizó constantes y exhaustivos esfuerzos para mantener comunicación tanto

con los funcionarios locales del Consulado de México en San Antonio, que fungieron como

fuentes confiables y testigos oculares de primera mano sobre esos hechos, así como con los

funcionarios involucrados directamente en los hechos vertidos en la nota –incluso con la

propia Ministra Esquivel-. Dichas comunicaciones estaban orientadas, precisamente a

corroborar la exactitud o inexactitud de los hechos vertidos en la nota periodística de

referencia. Nuevamente, para evitar repeticiones innecesarias, se sugiere remitirse al

apartado “No se difundió información falsa a sabiendas de su falsedad” con el fin de

recordar cuales fueron todas y cada una de dichas comunicaciones.

Además, la información vertida en la nota periodística de referencia no consiste en

opiniones, ideas o juicios, ya que ello implicaría que se trata de “comentarios subjetivos

basados en la propia apreciación de la demandada”. Por el contrario, el contenido de la nota

39

consiste en hechos que fueron del conocimiento de la demandada gracias a funcionarios


locales del propio Consulado de México en San Antonio, que fungieron como fuentes

confiables y testigos oculares de primera mano sobre esos hechos. Así, el objetivo de la

demandada al realizar la publicación de dicha nota periodística no fue en ningún momento

divulgar alguna opinión, ideas o juicios de valor que la propia demandada tuviera en relación

a la persona de la Ministra Esquivel, o incluso a su actuar en relación a los hechos sobre los

que versa la nota periodística. Por el contrario, y en apego a uno de los objetivos centrales

del sistema de protección dual a la libertad de expresión y al derecho a la información, la

intención de la demandada al realizar la publicación de dicha nota periodística fue

única y exclusivamente dar a conocer al público hechos que son de relevancia pública,

en virtud de que se trata de información de interés público.

Ahora bien, el Artículo 34 de la Ley de Responsabilidad Civil para la Protección del

Derecho a la Vida Privada, el Honor y la Propia Imagen en el Distrito Federal, se

reputará como información de interés público (i) aquélla información sobre el

desempeño, en el sentido más amplio, de los servidores públicos y (ii) aquélla

información que sea útil para la toma de decisiones de las personas, para ejercer derechos

y cumplir obligaciones en una sociedad democrática.

En primer lugar, cabe resaltar que “el desempeño, en el sentido más amplio, de los

servidores públicos” incluye no sólo información acerca del ejercicio de su cargo, sino

también información que pudiera versar sobre aspectos de su vida privada, toda vez

que, por dedicarse a actividades públicas, están expuestos a un control más riguroso de

sus actividades que aquellos particulares sin proyección pública alguna debido a que la

crítica es inseparable de todo cargo público. De este modo, en tanto que la Ministra

Esquivel se desempeña como Ministra Presidenta de la Segunda Sala de la Suprema Corte de

Justicia de la Nación, la misma debe sujetarse a control más riguroso de sus actividades que

aquellos particulares sin proyección pública alguna, control que incluso puede versar sobre

aspectos de su vida privada tal y como los hechos a los que se refieren la nota periodística de

autoría de la demandada.

40

En segundo lugar, cabe mencionar que en el contexto de la Pandemia por Covid-19,


decretada como tal por la Organización Mundial de Salud desde marzo del año pasado, toda

información que tenga que ver con el proceso de vacunación en contra de dicho virus es útil

para ejercer derechos y cumplir obligaciones en una sociedad democrática. Ahora bien, es

claro que los hechos sobre los que versa la nota periodística de la demandada tiene que ver,

por un lado, con el ejercicio del derecho a la salud de las personas en calidad de adquirir la

vacuna contra el Covid-19 y, por otro lado, con el cumplimiento de la obligación de los

funcionarios públicos de no ejercer su cargo de forma abusiva o antiética, es decir, para

obtener algún beneficio o exención al cumplimiento de la ley, sino de acuerdo con un

apego estricto a la ley. Ahora bien, con respecto al primer aspecto, como lo afirmó a la

demandada el Congresista Eddie Morales, Jr., de la Casa de Representantes de Texas, con

motivo de los hechos vertidos en la nota periodística de referencia, no existía el abasto

suficiente de vacunas contra el Covid-19 en el estado de Texas, Estados Unidos, a la fecha de

los hechos referidos en la nota. Si, a pesar de ello, la Ministra Esquivel Mossa acudió a

Texas, Estados Unidos, como parte del mencionado “turismo de vacunación”, es decir, con la

finalidad de adquirir la vacuna contra el Covid-19, es evidente que con tales hechos se afecta

el derecho a la salud de los ciudadanos Texanos y de los nacionales estadounidenses en tanto

que, por el limitado abasto de vacunas en Texas, Estados Unidos, y por el “turismo de

vacunación”, no tendrán acceso pronto u oportuno a dicha vacuna, lo cual es de interés

público. Por otro lado, con respecto al segundo aspecto, como lo afirmó a la demandada el

Congresista mencionado, “[t]omar ventaja de los recursos de vacunación destinados a

texanos es exactamente el tipo de conducta que debe ser prohibida. Es abusivo e injusto que

vengan a usar las vacunas que pertenecen al personal médico, maestros y policías en Texas.

Están explotando el sistema. Se están aprovechando. En mis condados tengo a mucha gente

necesitada esperando vacunación.” Si, a pesar de ello, la Ministra Esquivel Mossa acudió

a Texas, Estados Unidos, y con ayuda tanto del coordinador de Administración y

Finanzas de la Guardia Nacional, Franco Fabbri Vázquez, y del Cónsul General,

Rubén Minutti Zanatta, obtuvo una matrícula consular con un domicilio en Texas para

obtener la vacuna contra el Covid-19, es evidente que la Ministra Esquivel ejerció su

cargo de modo que pudo obtener un beneficio o exención al cumplimiento de la ley


estadounidense, tanto de la regulación en materia consultar como de la normativa o

41

criterios vigentes en aquel entonces para determinar quiénes se les suministraba la

vacuna contra el Covid-19, lo cual es de interés público. Por lo tanto, es posible concluir

que la información no fue difundida con el propósito de dañar.

Por todo lo anterior, se prueba que la demandada no publicó el artículo con real

malicia.

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