Los cristianos somos procesados como el diamante. Todos somos
carbón, piedra sucia cuando llegamos a las manos de Dios.
Un carbón alejado del resto pierde su calor y paulatinamente se
apaga. Como creyentes es necesario congregarnos y no solo eso, convivir con otros creyentes para mantener avivado el fuego que hay en nosotros.
Ilustración: Era la pena del pastor. En vano le hablaba con amor
para ayudarlo a ser más fiel a los cultos. Pero todo parecía en vano.
Un día, al visitarlo, lo halló sentado ante el fuego del hogar,
calentándose. El pastor, después de saludarlo, se sentó junto a él; y tomando las tenazas se dedicó a tomar todas las ascuas de la hoguera para ponerlas todas separadas unas de otras. El miembro de la iglesia dejó que el pastor hiciera eso y no le dijo nada.
El pastor preguntó: —¿Qué les sucederá ahora, separadas cómo
están? —Se apagarán, —contestó el miembro.
Siguió un momento de silencio. Al fin el hombre habló: —Soy una
de estas ascuas, ¿verdad, pastor?
—Exactamente —respondió el pastor.
Entonces aquel hermano dijo: —Vamos a orar a Dios, pastor, para
que no lo sea más desde este día. Y desde aquel día este miembro negligente se mostró más fiel a su pastor, a su iglesia, y a su Señor. 500 Ilustraciones, 118. El Miembro Negligente.
La Palabra de Dios nos anima, aconseja:
“Por lo cual te aconsejo que avives el fuego del don de Dios que está en ti”. 2 Timoteo 1:6. Reina-Valera 1960.
“Y no dejemos de congregarnos, como lo hacen algunos, sino
animémonos unos a otros, sobre todo ahora que el día de su regreso se acerca”. Hebreos 10:25, Nueva Traducción Viviente.
“¡Mirad cuán bueno y cuán delicioso es habitar los hermanos juntos
en armonía!” Salmo 133:1, RVR60.
“Yo me alegré con los que me decían: A la casa de Jehová iremos.
Por amor a la casa de Jehová nuestro Dios Buscaré tu bien”. Salmos 122:1, 9 RVR1960
El congregarnos con otros hermanos tanto en los tiempos de
servicio como fuera de los tiempos de servicio es motivo para que Dios nos bendiga.