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LA ACCESIBILIDAD DE LOS DERECHOS HUMANOS

COMO CUARTO PILAR DE LOS PRINCIPIOS RECTORES


SOBRE EMPRESAS Y DERECHOS HUMANOS

Descripción: principios de proteger, respetar, acceder y remediar


Fuente: Elaboración Propia (2022)

Por César Reyna Ugarriza


Consultor en temas económicos y sociales

En el presente trabajo de investigación se postula la necesidad de incorporar el acceso


a los derechos humanos como cuarto principio general para complementar y efectivizar
el cumplimiento y ejercicio de los derechos humanos. Desde nuestra perspectiva,
creemos que las exigencias de <<proteger1>>, que recae exclusivamente en el Estado,
<<respetar2>> y <<remediar3>>, estas dos vinculadas particularmente con las empresas,
resultan insuficientes para tratar de garantizar el pleno disfrute y goce de los derechos
si es que no se encuentran acompañadas del deber de facultar el acceso efectivo y real
al ejercicio de los derechos.

Por el <<acceso>> a derechos o acceder a los mismos, no nos referimos al acceso a


información relevante que solicitan o demandan las partes interesadas en casos de
impactos sobre derechos humanos, ni al acceso a mecanismos de debida diligencia o
reparación que deben habilitar las empresas como parte del cumplimiento de sus

1 Los Estados deben proteger frente a los impactos negativos que causen las empresas en los derechos humanos.
2 Las empresas deben respetar los derechos humanos identificando y gestionando apropiadamente sus impactos.
3 Se debe garantizar el acceso a remedio frente a los impactos que se generen sobre los derechos humanos.

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obligaciones en dicha materia, sino al ejercicio cabal de un cúmulo de derechos
fundamentales o esenciales para el individuo.

En el caso del empleo, por ejemplo, las empresas son las principales generadoras de
fuentes y plazas de trabajo calificado y no calificado en las economías desarrolladas.
Este dato, indudablemente, es mucho menor en países en vías de desarrollo debido a la
alta prevalencia de la informalidad laboral, pero aún en dichos lugares los mejores
empleos son ofrecidos por empresas formales de todo tamaño. De modo que la forma
más común o regular de garantizar el acceso real del derecho al trabajo –poder
ejercerlo- se presenta mediante los procesos de selección y contratación de personal
que realizan las empresas.

El sector privado de la economía es a todas luces el más dinámico para contratar


personal y proveedores, siendo estos últimos quienes a su vez demandan más mano de
obra para poder cumplir con las obligaciones contractuales derivadas de sus relaciones
comerciales con otras empresas. Así, se genera un círculo virtuoso en el que las
empresas se encargan en la práctica de hacer posible el trabajo en occidente y la mayor
parte del mundo. Es decir, las empresas, al ser las principales empleadoras a nivel
global, se convierten automáticamente en las causantes de que las personas accedan a
puestos de trabajo. Naturalmente, para que este argumento tenga validez, las
empresas no pueden contratar por debajo de ciertos estándares legales o prácticas
laborales. De ahí que deben ofrecer empleos dignos con salarios justos, en igualdad de
condiciones entre hombres y mujeres, y acorde a la productividad y capacidad del
trabajador. Si se cumplen esas mínimas condiciones, las empresas estarán cumpliendo
o garantizando el ejercicio efectivo del derecho al trabajo.

En síntesis, las funciones que cumpliría, de ser incorporado, el postulado principio de


acceso a los derechos humanos, son las siguientes:

a) Habilitar el ejercicio efectivo de un conjunto de derechos humanos.


b) Promover o garantizar el acceso bajo estándares mínimos que permitan
el disfrute real de los derechos.

I. El acceso a los derechos humanos. -


Asegurar o facilitar el acceso a los derechos humanos no solo es una tarea u obligación
que recae en las empresas, sino también -y principalmente- en el Estado, además de
otras instituciones y organizaciones de la sociedad. Al Estado le compete –por mandato
constitucional- normar o legislar sobre la materia y regular o supervisar el desempeño
de las empresas que operan en sus territorios. El resto de entidades o grupos de la
sociedad asume un papel promotor, vigilante y habilitador de derechos en función a
sus propias competencias y capacidades.

Los Estados deben diseñar marcos de política y normativos idóneos, razonables y


necesarios para velar que el acceso real a los derechos, esto es, su goce o disfrute, sea
total y no solamente parcial o deficitario, adicionalmente, deben verificar que la calidad

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del uso o ejercicio de los derechos no decaiga en el transcurso del tiempo, ya que ello
podría deteriorar estándares de calidad de vida y generar desamparo y vulnerabilidad.

En el caso específico de las empresas, si estas no pueden constituirse o crearse, ni desa-


rrollarse estable y sanamente, un país, cualquiera que este sea, no puede garantizar casi
ningún derecho en la práctica. Entonces, el acceso eficaz de los derechos humanos no
puede desligarse de la creación, crecimiento, evolución y sofisticación de las empresas,
toda vez que son estas las que establecen las condiciones para que las personas, como
titulares de derechos, tengan la posibilidad de disfrutarlos y ejercerlos no solo en el
ámbito del trabajo (laboral), sino también en el plano económico-comercial
(patrimonial), sanitario (salud), educación (formación y capacitación), alimentación, etc.

La posibilidad de que las empresas puedan operar permite que las personas tengan la
oportunidad de disfrutar y ejercer derechos. Esto ocurre porque las empresas están
orientadas a atender necesidades e intereses universales. Las empresas producen
bienes y servicios de todo tipo, características, precio, etc., con la intención de satisfacer
a clientes o consumidores locales o internacionales. Las necesidades que atienden son
la alimentación, salud (medicinas, servicios médicos, emergencias), educativas (nivel
escolar, técnico y universitario), de vivienda (propiedad individual o familiar), pensiona-
rias (fondo de pensiones), patrimoniales (seguros y coberturas), crediticias (financia-
miento), recreativas (esparcimiento y entretenimiento), informativas (medios de prensa,
agencias de noticias, etc.), comunicativas (redes sociales, telefonía móvil, etc.), de
sostenibilidad (ecoeficiencia, tecnología para reducir huella de carbono, etc.), seguridad
(servicio de vigilancia, sistemas, etc.).

Resulta obvio que la satisfacción de las necesidades antes mencionadas y otras más
reportan bienestar a los individuos y no son nada gratuitas en la gran mayoría de casos,
ya que las empresas exigen por lo general una contraprestación dineraria, esto es, un
pago o retribución económica en las condiciones fijadas en los contratos, de ser el
caso. Pero la provisión de servicios y la atención de necesidades humanas siempre son
onerosas ya que alguien siempre debe pagar o asumir el costo que demanda su
satisfacción. Incluso si los Estados cubrieran integralmente las necesidades de sus
ciudadanos deben obtener recursos de terceros llamados contribuyentes, tanto sujetos
individuales como personas jurídicas, para financiar el presupuesto público y sus
respectivas partidas para solventar los gastos derivados de la provisión de servicios y
bienes públicos.

Estamos hablado de todo el gasto estatal que requieren los servicios públicos que
brinda el Estado, sea en salud, educación, seguridad ciudadana, telecomunicaciones,
infraestructura, saneamiento básico, etc. De modo que solo una economía próspera en
la que funcionen empresas innovadoras, eficientes y responsables puede asegurar el
cumplimiento de los derechos fundamentales.

En ese sentido, un mercado libre posibilita que las personas puedan alcanzar y desa-
rrollar todo su potencial. Y el requisito esencial para ingresar a este –al mercado- es
una buena educación. Una buena educación es la clave para aprovechar las oportuni-
dades laborales y de emprendimiento colectivo o individual que se presentan. Pero las

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oportunidades no son brindadas por el Estado en la mayoría de países en desarrollo, de
ahí que gran parte de las desigualdades sociales se mantengan vigentes a la fecha.

Ello revela que el Estado, pese a su deber inexorable de proteger, promover y


consagrar los derechos humanos, debido a sus fallas, como son la ineficiencia,
corrupción e inestabilidad, es el gran generador y perpetuador de desigualdades en el
mundo, así como de la pobreza asociada a la persistencia de un pésimo sistema
educativo y la falta de libertades económicas.

Siendo esto así, la accesibilidad que se le exige o demanda a las empresas y al mercado
solo será real cuando el Estado brinde las condiciones necesarias para generar suficien-
te capital humano, esto es, individuos realmente calificados a nivel técnico, profesional
y académico para acceder a las plazas laborales que se ofertan en el sector privado y
para expandir el propio mercado con una base mayor de trabajadores, consumidores y
emprendedores formales que, a partir de sus actividades productivas, dinamicen la
economía, aumenten los ingresos del Estado y generen más desarrollo sostenibles.
Esto es lo que todos los países avanzados han logrado para mantener estándares
óptimos de calidad de vida a largo plazo, lo que implica garantizar el acceso efectivo a
los derechos humanos.

II. ¿Qué entendemos por eficacia de los derechos? –

Para tratar de definir el concepto de eficacia jurídica recurrimos al cientista político


italiano Norberto Bobbio (2000, 20), quien afirma que la eficacia consiste en precisar si
una norma jurídica es cumplida o no por las personas a quienes se dirige. En este caso
los destinatarios de la norma jurídica serían las personas naturales o jurídicas (sujetos
de derechos en general). Bajo dicha sentencia, el reconocido autor italiano refiere que
toda norma jurídica debe poseer tres criterios de valoración para que forme parte de
un marco legal u ordenamiento jurídico; estos criterios son, a saber:

i) determinar si la norma en cuestión es justa o injusta,


ii) analizar si el precepto legal si es válido o inválido, y, finalmente,
iii) precisar si es eficaz o ineficaz.

Bobbio señala que estas reglas o criterios son independientes entre sí, ya que ninguno
necesita del otro para existir. Para Bobbio, “el problema de la aplicación de la norma
(esto es, su eficacia) consiste en determinar si esta es cumplida o no por las personas a
quienes se dirigen y en el caso de ser violada, que se le haga valer con medios
coercitivos por la autoridad que la ha impuesto”.

Por su parte, para el notable filósofo alemán Jürgen Habermas, no es suficiente con que
la norma legal exista formalmente y llegue a ser exigida a sus destinatarios (los sujetos
obligados a cumplirla), sino que cumpla con los objetivos o funciones para las que fue
creada en un primer momento. Entonces, es indispensable que las normas puedan ser
real o materialmente aplicadas, y esto implica que, para que los derechos humanos
existan y se garanticen, no basta que el Estado cuente instituciones, procedimientos y

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medidas que sancionen los incumplimientos, violaciones o afectaciones (impactos),
sino que ofrezca o genere las condiciones para que las empresas puedan realizar sus
actividades con responsabilidad y de manera sostenible.

Para Kelsen (1958, 46), “la eficacia del derecho quiere decir que los hombres se com-
portan en la forma en que, de acuerdo con las normas jurídicas deben comportarse, o
sea, que las normas son realmente aplicadas y obedecidas. Decir que un orden jurídico
es ‘eficaz’ significa simplemente que la conducta de la gente se ajusta a dicho orden.
Con ello nada se afirma acerca de los motivos de tal conducta ni, en particular, sobre la
‘compulsión psíquica’ que pueda emanar del orden jurídico”.

Al respecto, consideramos que los derechos humanos, sin su realización social, no son
otra cosa que normas o prescripciones ineficaces porque no cumplirían con las situa-
ciones para las cuales fueron formal e inicialmente creadas. En resumen, se necesita
que los derechos humanos tengan o posean eficacia, entendida esta característica
como utilidad real de las normas jurídicas en la sociedad. La efectividad normativa de
los derechos humanos implica correlación real entre los preceptos jurídicamente
exigibles y el hecho social que conlleva.

La eficacia de los derechos humanos aquí postulada es de tipo funcional, lo que final-
mente permite su realización. La eficacia se intenta asegurar por medio del cumpli-
miento legal de determinadas obligaciones legales y voluntarias de las empresas.
Por ello <<respetar>> los derechos humanos de las personas tampoco basta, porque el
respeto impone el deber de abstenerse de producir daños o infringir disposiciones que
protegen y reconocen derechos humanos. Se trata pues de inducir a realizar una
conducta pasiva y no una proactiva en materia de derechos, como lo es la disposición
de promover o asegurar el acceso a los derechos humanos.

Con el deber de <<acceder>> se busca la observancia jurídica y voluntaria de condicio-


nes ideales que permitan la existencia de medios institucionales capaces de propiciar la
realización de los derechos y deberes que derivan de la obligación de promover y ase-
gurar el acceso a los primeros. Es decir que la función relevante de la eficacia, como
concepto jurídico, es el salto de los derechos humanos a la escena del mundo real
donde deben germinar, practicarse y materializarse para producir la sensación de
justicia entre los individuos y la sociedad.

La teoría del derecho analiza el concepto de eficacia como parte integral del concepto
de cumplimiento. Se entiende que por medio del cumplimiento de la norma jurídica se
obtienen resultados y consecuencias interpretados como valiosos para la sociedad; o
bien, en una situación de incumplimiento, la aplicación de la norma legal por parte de
los órganos judiciales (jueces) trata de conseguir resultados equivalentes a la restitu-
ción o restablecimiento del derecho. La eficacia puntualmente se refiere al hecho de
que las normas jurídicas logren sus objetivos esenciales y sean efectivamente cumpli-
das y aplicadas por sus destinatarios, o al menos que en caso de ser infringidas, se
establezca una sanción ejemplar a su infractor.

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III. Fases de Creación, Obligación y Accesión de los derechos. –

En el curso de esta investigación hemos identificado tres fases o etapas por las que
atraviesan los derechos humanos sin importar su nombre, jerarquía, importancia,
condición o descripción. Nos referimos concretamente a i) la fase de creación o
reconocimiento del derecho, ii) la de exigibilidad u obligación y, finalmente, iii) la de
accesión o accesibilidad. Estas tres fases se encuentran interrelacionadas entre sí y
establecen una secuencia lógica.

A continuación, se presenta la siguiente figura para ejemplificar las fases antes


mencionadas:

En esta fase se crea o A partir de esta etapa el La fase de accesión o


Creación

Accesión
Obligación

reconoce el derecho derecho no solo es váli- accesibilidad determina


humano, sea de alcance do sino exigible, por lo que el derecho humano
general o para un deter- que se puede demandar en cuestión se pueda
minado grupo o colecti- su cumplimiento a realizar o ser eficaz,
vo social. terceros (deber de posible, cobre vigencia
El derecho se encuentra proteger, respetar, real y produzca los
contenido y consagrado remediar, por ejemplo). efectos para los que fue
principalmente en Entre la creación y creado o reconocido por
instrumentos jurídicos obligación del derecho el ordanamiento legal.
como constituciones, no suele mediar periodo
leyes y tratados o de tiempo, por lo que es En esta etapa el papel de
convenios internaciona- casi automático el paso la empresa cobra
les. de una a otra fase. especial relevancia pues
habilita el acceso al goce
de distintos derechos.

Fuente: elaboración propia (2022)

Con respecto a la fase de obligación o exigibilidad cabe precisar que dentro de esta se
generan o imponen deberes a los demás, los que no son titulares del derecho protegi-
do (Estado, empresas, sociedad en general), de hacer o no hacer. Respetar, por
ejemplo, supone no vulnerar ni trasgredir normas que crean o reconocen derechos
humanos.

Cuando los derechos humanos no llegan a la fase de accesión o accesibilidad se


truncan, esto es, se interfiere con su desarrollo y finalidad, por lo que se encuentran
incompletos y son inejecutables por sus titulares. Si no se realizan socialmente no se
materializan en la práctica, es decir, no se viabilizan.

Ahora bien, el hecho de alcanzar la fase de accesión no conduce inicial o inevitable-


mente al disfrute total, cabal o integral de los derechos humanos pues dentro de esta
fase existen grados o niveles de acceso, es decir, categorías o límites acerca de su
efectividad. En un primer momento una persona puede que no disfrute plenamente de
un determinado derecho humano por varios factores, entre los que se encuentran los
siguientes:

i) La persona aún no cumple con los requisitos para acceder a él, así, por
ejemplo, para postular a un puesto de trabajo muchas veces se necesita

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tener determinada edad, experiencia, recomendaciones y acreditar
ciertos estudios y habilidades que las personas más jóvenes todavía no
han adquirido o desarrollado.

ii) Existe una restricción importante o significativa en términos económicos


o monetarios que no permite el disfrute o acceso total del derecho. Por
ejemplo, en el terreno de la salud muchas personas o sus familiares no
pueden atenderse en el sector privado si no aseguran la cobertura de los
gastos que demanda dicha atención.

iii) Limitaciones físicas o mentales que impiden que la persona pueda tener
una mejor calidad de vida. Los sujetos que presentan más dificultades
para disfrutar del ejercicio de sus derechos son las personas con habili-
dades diferentes, mujeres embarazadas, personas de la tercera edad, etc.

iv) Las personas pertenecientes al grupo LGTBQ+ también perciben grandes


limitaciones para poder ejercer sus derechos en la sociedad debido a
estereotipos, prejuicios y conductas antisociales (homofobia, transfobia)
ampliamente difundidas y practicadas.

v) La situación de pobreza o pobreza extrema que afecta a los sectores


socioeconómicos más vulnerables de la sociedad ubica a este grupo en
una condición crítica, ya que no solo no puede disfrutar de uno o más
derechos humanos fundamentales, sino que su precariedad e indefen-
sión muchas veces no le permite conseguir lo más necesario o indispen-
sable para sobrevivir. En otras palabras, su universo de derechos se
reduce a lo más elemental como la alimentación, vivienda y transporte,
descuidando por imperiosa necesidad factores como la educación, que
le permitiría salir adelante y alcanzar un mayor nivel de ingresos y
bienestar. La no realización de este derecho es lo que perpetúa o
mantiene muchas de las desigualdades existentes.

vi) La incapacidad de los Estados, particularmente los menos desarrollados,


para efectivizar o habilitar el acceso a los derechos humanos representa
uno de los factores principales que contribuye el goce y disfrute resulte
bastante limitado o inexistente en algunos casos. El incumplimiento de
su función primordial, la de generar bienestar, no es lo único preocupan-
te ya que en muchos casos puede agravar el ejercicio de los derechos al
diseñar y ejecutar malas políticas públicas, no realizar cambios ni
reformas sustantivas, incurrir en graves ineficiencias que perjudican su
desempeño, permitir que se posicionen flagelos dentro de su aparato o
estructura como la corrupción e informalidad, etc. El Estado es el gran
responsable de prolongación de las inequidades y grandes brechas
sociales al no facilitar ni asegurar el acceso a los derechos humanos.

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Cabe precisar que una vez habilitado el acceso a uno o varios derechos por parte de la
empresa, este no puede ser menoscabado, recortado o limitado salvo por razones
estrictamente justifica-das y válidas. Las empresas, en ese sentido, no solo son
responsables de que el ejerci-cio del derecho se mantenga, sino que el nivel de
bienestar que proporciona a su titular se incremente de manera progresiva. Esto quiere
decir que las empresas no pueden desmantelar de la noche a la mañana el beneficio
que genera o reporta un derecho reconocido u otorgado bajo disposición legal o de
manera voluntaria entre las partes (empresa y titular del derecho), excepto que medie
consenso con su personal, sindicato, clientes, consumidores, proveedores, partes
interesadas, etc.

IV. Conclusiones. –

 Necesitamos una disposición expresa que cuyo contenido señale que el acceso
a los derechos humanos constituye un principio general o base dentro de los
Principios Rectores sobre Empresas y Derechos Humanos de Naciones Unidas
como proteger, respetar y remediar.

 Debemos considerar a la empresa y el mercado como medios necesarios para la


realización de una serie de derechos humanos que el propio Estado y otros
agentes no pueden atender o satisfacer de la misma manera o alcance.

 Las empresas deben comprometerse explícitamente a facilitar, habilitar y garan-


tizar el acceso al goce efectivo y real de los derechos humanos. Estas no solo
deben respetarlos y remediarlos, sino tratar de que más individuos puedan
ejercerlos y disfrutarlos mediante el desarrollo de sus actividades de manera
responsable y sostenible.

 El hecho de tener acceso a derechos humanos, sea que el grupo o individuo


pueda solventar o asumir el costo de su disfrute o los brinde “gratuitamente” el
Estado, coloca a la persona en una condición o grado superior a la situación
anterior a su goce o disfrute.

 Acceder o ejercitar cabalmente un derecho cuesta, y no solo en términos


económicos o materiales, sino en términos de esfuerzo individual, privaciones,
sacrificios, resilencia necesarios, etc. De modo que para llegar a ejercerlos de la
manera que uno tiene previsto se requiere reunir ciertas condiciones
elementales.

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Fuentes:

 Alexy, Robert (1993). Teoría de los derechos fundamentales. 1ª edición. Madrid:


Centro de Estudios Constitucionales.

 Bobbio, Norberto (2000). Teoría General del Derecho. Bogotá: Temis.

 Habermas, Jürgen. s. f. Validez, eficacia y legitimidad de la norma jurídica: ¿Qué


la hace exigible? Revista Barco de papel II etapa III (2), diciembre.

 Kelsen, Hans (1958). Teoría General del Derecho y del Estado. Kelsen, Hans &
Reine, Rechtslehre. 1979. Teoría pura del Derecho. 2ª y definitiva edición,
revisada y ampliada. Viena. Trad. del original en alemán por R. J. Vernengo.
1960. México: UNAM (Universidad Nacional Autónoma de México).

 Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos
Humanos (ACNUDH). La responsabilidad de las empresas de respetar los
derechos humanos: Guía para la interpretación (2012). Disponible en:
https://www.ohchr.org/sites/default/files/Documents/Publications/HR.PUB.12.2_
sp.pdf

 Principios Rectores sobre las Empresas y los Derechos Humanos (2011)


Naciones Unidas. Disponible en:
https://www.ohchr.org/sites/default/files/documents/publications/guidingprinci
plesbusinesshr_sp.pdf

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