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-í.a EPOCA. D omingo iO de J u lio d e 1S59. iO .

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LEYÍSTA LYnIYEIISAL. CONTEY^EORANEA.
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)iBO no COT^ A B C H A D O S E S .
s. que Sta.D.* Margarita P. de Celia. Sr. D. Antonio Negrote Sr. D. Joiiquiii Fiol.
F ra n - Sf. I). Joaquín Martínez.
,, María.). Zapata. ,, Domingo de la Vega. „ 3-.ea llarlnrelo. Unberlo Roberl.
Rosa Marina. „ Federico Ferredoii. ,, Josá Francisc.) Uomiialdo Lafuente.
ís n a - Sr. D. Aiilfinio 1. Cervera. „ Federico Uellrao. ,, Jnaó -Moreno Fuentes.
lalidad „ Andrés lía^il'i<l. ,, l'crniiiido Guriido. „ Mamiel Jimeiifz. Sixto Cámara.
r que, ,, Aolonio Quiles. ,, Francisco de P. Puente. „ Naiciso Müului'i’vl. Francisco de S. Brandan.
Joaquín María da Silva.
uia del
perdó- gero; Tros meses, I9 rs.—Sois, 65—Un año, too.
)nra da CONDICIONES MATERi.aES Dlí LA PUlU-li'.-ACION.—Kt I'KN-
eiL DE Ibf.ru se reparte los dias lO, 20 y so de cada mes, y Se snsLMibe en Cáiliz, en la Administración, calle det Sacra—
consta de cuatro pUejios de esmerada impre^iOll. monto, níim. 33, (t donde se itiriiirán toda clase de reclamacio­
a mi es PRECIOS DE SUSCKICION, p*r,vnx adflant.vü.x. - E ii Cádiz: Un nes): on la I.iltreria ilo la R>'%ista .M6.:ica; en la encuadernación de
acia la mes, 3 rs.—Tres, 8.—Sei.s. is .—Un año,SE.—En provincias: Un mes, Fábregas, ralle de la Verónica; y en el despacho de! Cruia del Co-,
* rs.—Tres, lo.—Seis, 19.—Un año, 33.—En Ultramar y el estran- mercio. Ancha, l.= E n provind-is, en las principales librerías.
, veia-
1 de la
1 el Se*
SUMARIO.—Los Dramas invisibles de la nilla socii'dad, (conlicua­ permitidme que tome yo también vuestra comparación
■io. ción.)—La Libertad (poesia).—El Caballo, el Mulo y el Asiio, por ejemplo. V. ha comparado su desgracia á esas enfer­
(cotinuacion)-—Revista de Sevdla.-^Cualro meses en París
—Puntos de suscricion.
medades sordas y crueles que escapan á la acción de la
medicina; ¿pero quiénes son las personas atacadas por esas
enfermedades? Son las de temperamento nervioso y deli­
cado; pues bien, Valdés y su querida padecen una enfer­
LOS D IU M A S IN V IS IB LES medad moral, que nace de su carácter mas que de su
falsa posición. Supongamos que sean dos naturalezas vi­
DE LA CULTA SOCIEDAD.
gorosas, rudas y IVias, física y inoralineiUe, y ya no sen­
tirán los alfilerazos con que la sociedad los mortifica aho­
I con el . (CONTINÜACIOiN.) ra; porque la exaltada imaginación los transforma en cor­
tantes espadas. Ved si nó á Matilde, nuestra vecina; ¿hay
eclama en el mundo historia mas sorprciulenle que lasuya? ¿quién
reoiiti- . .\ los dolores de tan trisle existencia se agregan los
celos; á la pena oculta, silenciosa y sombría, se mezclan mas desgraciada? Ella ha sufrido mucho paganilo bien ca­
stá des por intérvaíos los gritos, la desesperación, las amenazas de ra (le antemano la'felicidad alcanzada mas tarde; pero al
:go 12 fin y al cabo ha tlegádo á ser feliz.
uos ha- suicidarse, el odio de la vida; sin etubargo, se aman, se
indo, y perdonan, y Itacen juranienlo de no ceder ni uno ni otro Empezó por mendingar en calles y plazas, cantando
) de un ante las exigencias dcl mundo, (juc los aplasta con su in­ villancicos y copla.s obscenas, viviendo de la pública cari­
eciable diferencia, ó su desden. Valdés, cediendo á las exigencias dad. Cuando volvía á su miserable albergue sin el dine­
. G ..a de su amada, vuelve á presentarse en la sociedad. ro que necesitaban jura emborracharse los saltimbanquis
fallen. Pero mientras que se le recibe como á un viajante, con quienes vivía, la hartaban de puntapiés. La desnudez,
. á que
ron el cual ya nadie contaba, ¿qué hace la pobre mugor? la miseria, el hambre, un csccslvo trabajo y un constante
Ella espera, sufre, va d ‘ un ludo á otro llena de inquie­ terror, tales han sido las condiciones de ,su vida, hasta
tud, y le parecen eternas las horas, c insopurtable la so­ que una casualidad le proporcionó los medios de mostrar
ledad de su casa. Pregunladle en esas iioras de disgusto en el teatro sus grandes dotes artísticos, el génio que ger­
y desaliento, si noqucrri.i mejor esta desmantelada bohar­ minaba en su alma.
leí S a- dilla y la pobreza, pero coa una posición menos falsa, en El primor día que pisó las tablas fué aplaudida y
,• calle cambio de la opulencia y de las nparioncias ile feliciilad cambió su existencia; la furlitna y la gloria lian reempla­
i de la
Imería,
que la rodean. V:;ldé.s vuelve temprano y la encuentiu zado en jiocos años, á r,n anterior envilecimiento; y para
-Al«e- llorando; vuelve tarde y la eiicnenira encolerizada. No ha que no falte nada al li iimfo y á la venganza de su orgu­
. Fran- ido á cumplir un deber; ha ido á gozar, y se olvida de llo, irrihida por las humillaciones que antes sufriera, ha
mez.— que yo sufro en su aasnicia, que sin él no b y placer pa­ visto á sus pies, ofreciéndola su amor y su fortuna, á los
ra mí. hombres mas ricos y elegantes de la éjioca. Scgiin cuen­
De todas las desgracias esta es la mas terrible, no es ta h crónica, los ha probado, eswgiendo entre sus adora-
un golpe de la fortuna que trastorna una existencia, que dor(», aipael cuya mano so disputaban las mas aristócratas
mata á un hijo querido, que arruina una familia: no es un y las mas bellas. El la adora, eso es claro, y lejos de
desastre que hiere y pasa; no, es un sufrimiento de todas ocultarlo como Valdés, lo ostenta á la faz dcl mundo con
las horas, de todos los minulosi el mismo oipdlo que sus blasones. Y como Matilde no se
— Concedo qr.o sean desgiviciados, dijo Picolin; pero acostumbró desde su infancia á l.is delicadezas qué tanto

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influyen en la deshacía de la amada de Valdés, como en una cena en el Cisne, en que las picaras lucieron gastar
su posición de'arlísla el amor no solo es disculpable, si­ á mi amigo ochenta duros para cuatro personas, entre es­
no poco menos que de derecho, como no creo que sienta párragos, fresas y otras cosas por el estilo, cuyo mérito
remordimientos por sus debilidades, no sé qué clase de consistía en no ser de la estación.
discfiistos pueden turbar tan perfecta felicidad, qué digo, —^¿Y no fué mas que eso?
perfecta felicidad, su triunfo, su victoria con lodos sus go­ — ('.ómo puedo yo acordarme de todos los accesorios,
ces y satisfacciones. De la última entre los últimos, de la vinos y licores que embaularon aquellas diablas!
miserable entre los miserables, de la ignorada entre los — ¿Y no recuerda Y. si en medio de tan suntuosos
desconocidas, Matilde ha pasado á una opulencia, á im manjares, no seles ocurrió pedir alguna cosa impropia, in­
renombre, á una felicidad, que llama la atención pública, digna de tal mesa?
que resuena en las mil trompetas de la prensa, en los sil­ — S i , por Dios, figúrese Y., cuánto nos reiríamos
lones de la aristocracia y en la queri- mi compañero y yo, cuando después de probar maryares
i]n r '-‘- ““íuos de !o que debería ser; por lo tan­ tan esquisitos, una de ellas pidió sardinas fritas y la otra
to se concibe que sufra: pero Matilde lia llegado ú ser mu­ buñuelos.
cho mas de lo que nunca pudo imaginarse; ¿quién seria — Ihics bien, querido vecino; esta encantadora ycc-
íüliz si ella no lo fuera? Icbrc Matilde, se encuentra pi ecisamenle en la posición
— Nadie probablemente, respondió el viejo: puesto do las chicas que cenaron con Y. en el Cisne. Sn gloria,
que V. mismo, que tiene para ser feliz mas motivos que su fortuna, su amor, son los espárragos y las fresas, son
nadie, no lo es. Apesar del brillante cuadro en cuyo seno los-fiMOs licores y el espumoso champagn; con tales ali­
aparece la deslumbradora existencia de Matilde, la infeliz mentos aquellas Icniaii hambre y necesitaban sardinas pa­
sufre como la amada de Yaldés, torturas mas horribles ra ajilacarla, y esta con sus magníficas ventajas y su des­
que las dd infierno. lumhrante posición, se muere de aburrimiento, se cncucn.“
— ¿Está celosa de su amante? Ira esclava del mundo y de la gloria.
— No. — Dalí, (fué tontci-ia, csrlamó Dicolin.
— ¿Tiene celos do sus compañeras dcTcalro? ¿Envi­ Y después añadió riéndose de antemano de su ocur­
dia sus triunfos? rencia:
— No. — En todo caso, si no está contenta, fácil le es pedir
— ¿No está satisfecha de la admiración que el públi­ sardinas y buñuelos.
co manifiesta por su talento? — Aquí es donde empieza la diferencia, donde se cn-
— Está satisfecha. cunitra la vaiiedad oslraña y pn funda que existe entro
.t* — Ihics coníieso que no lo entiendo. Matilde y las imigiucs de quienes balilábamos. No es
— No es lácil que V. lo comprenda, querido' vecino; una lucha entre ella y el mundo, como la que sostiene la
dijo el viejo con sorna. vecina del según 'o piso, os una guerra que sostienen por
Desj ues de una pequeña pausa, continuó: una parte su inleligencia y por otra sus antiguas costum­
— ¿l!a sido ó es V. artista? bres. Un combate entre los resabios de su infancia mise­
— No. rable y su po>icion actual. Para obtenerla pública acepta­
— ¿Nunca ha sido V. mas que escribiente? ción romo Matilde ha 11 gado á alcanzarla, se necesita un
— No. gran talenti) una imaginación privilegiada, capaz de asi­
— ¿Algina vez ha derrochado V. el dinero? milarse todas las gr.mdes ideas, un corazón para sentirlas
— Jamás. y facultades para espresarlas.
— 'fiene V. algún amigo que sea rico ó que tire el — E -0 os incontestable.
dinero por la ventana como si lo fuera? — l’cro no vive una niña en la mi^’cria, en la men­
— Si. dicidad, gn la grosería y bajeza que la mendicidad lleva
— Gracias á Dios, puedo que encuentre aqui una consigo, sin adquirir cosliinibrcs de hipocresia, que cuando
puerta por la que pueda V. peneli ar, donde pueda ver en el mendigo concluye su comedia se cambian en pelulan-
toda sil hediondez el gusano roedor que consume á esa tes alegrías, en Inulas g'oseras dcl bienhechor á quien
pobre Matilde, que ci'eeis tan venturosa. Dígame V. con han engañ;;do con sus sú{»!icas lúpócritas y falsas.
franqueza: ¿alguna vez lia cumiilo V. en compaiiia de su — Dien puede ser, vecino.
amigo el pród^o, con mugares del mundo?... — Cuando Matldc c.slá sobre las tablas, sus ideas,
— Cierto ijiic si, mas de una vez. su alma, se elevan á la altura dcl papel que representa;
— Muy bien. Las muchachas con qu'cn se han encer­ goza en los juegos del teatro, porque son, aunque en ma­
rado ustedes en ungabinctcparticulardelapaslcleria Suiza yor CSC.la, farsas á que está acostumbrada; ella dá a ! pú­
ó Española, ío mismo da, han lomado la !i^la y han en­ blico por dinero lo que el público lo pide. Pero cuando se
cargado ellas mismas la comida. ¿No es verdad que en tal despoja de su co: ona de reina ó de su túnica de peniten­
i; I caso la regla es el que miren la lista por el lado derecho, te, la pobre no vufdve á su antigua libertad, á sus gritos,
es decir, por donde están los precios, y que pidan, no lo á sus risas y alegrías desenfrenadas, tiene que seguir rc-
que mas les guste, sino lo que cucsia mas caro, suponien­ prí sentando otra comedia; porque para ella, hablar liicn,
do que por tal razón ha de ser mijor? )>rodu<'irsc con finura, manifestar sentimientos delicados,
— Tan cierto es eso, que nunca podré olvidarme de no es natural, es rcprcscnlar un papel cuya continuidad la

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— 3—

abruma. Su salón está abierto y en él tiene que recibir á existencia, que no puede encontrarse satisfecha en ningu­
los hombres mas elegantes de la sociedad y á inugeres na de las dos situaciones en que la imperfección social
finas en palabras y en maneras. Matilde es orgulloso y contemporánea la obliga á vivir.
quiere probar que ella vale mas que lodos y todos junios, — De todo lo cual resulta, respondió Picolin, que si
üespues de liaber representado en el lealro el papel de yo no comprendo la desgracia, V. ignora lo que es la fe­
nos, reina, representa en su casa el de gran señora, hasta qiic licidad sobre la tierra, y no es cslraiio, puesto que la creo
llega un raomcnio, que fatigada de su papel y de su pú­ im|)osÍble.
osos blico, se escapa para encerrarse en una habitación aparta­ — Yo sé por el contrario, dijo el viejo con tono yade-
,in -
da, en la que la soberana á quien todo el mundo resjic- man solemnes, que algún dia será posible la felicidiid; hoy
taba y adulaba, grita á su amante que la sigue: sé que solo se encuentran bien, quenada sienten, niainan...
imos — Me rebienta esa gente. "— ¿Quiénes?
larcs
El se enfada. — ¡Los muertos!
otra Ella se pone furiosa; pero no con uno de esos fu­ Picolin tuvo miedo; y á la tcrrilile palabra del an­
rores políticos que apenas rasgan la lúiiiea de la educa­ ciano sucedió un profundo silencio, (iracias á él, oyeron
ycc- ción; jura y perjura, reniega de Dios y del (liablo, manda al través del tabique un ruido como el de un cuerpo quo
icion á su anjanle á tirar de una carreta, rompe los muebles y cae, y después gemidos ahogados y profundos.
Oria, si una criada importuna se le pone pordclanle, lo larga un — Escuclie Y., es la vecina, esclamó Picou'n.
son bofelon y la ocha á rodar. Al hombre mas eleganie de — Si, dijo el vecino encogiéndose de hombros, pare­
ali- Madrid le llama mostrenco y alma de cántaro, ti'ansfur- ce que llora.
> pa­ mando en voz de carretero la misma voz melodiosa y — Algo estraordinario le sucede; ¿qué será?
je s- dulce con que encanta al público en el teatro; él se aflige — Yo la conozco bien, respondió el vecino con indife­
uen- de verla en tal estado, ella le arroja de casa y desalioga rencia.
sil furiosa irritación, por ja farsa tan contraria á sus anti­ — Algo malo le eslá pasando.
guas costumbres qpe su nueva posición le obliga á repre­ — No lo crea Y.
cur- sentar, cenando con su cochero ó emborrachándose con — ¿No huele V. á carbón? ¡se suicidará! *
sus criailos. - “ Parece que sí.
icdir — Parece imposible. — ¡Ah! corlamos á salvarla.
— Al dia siguiente viene el arrepentimiento, porque — Déjela Y., mas sabe el loco en su casa que el cuer­
ama de veras á su querido, y sabe cuánto vale mejor do en U agena. Cuando ella se quita la vida, sus razones
que nadie; porque ha aprendido en la escuela de la mi­ tendrá para ello.
seria y del infortunio, cuán poco valen los otros, y se en­ Ihculin lanzó al viejo vecino una furiosa mirada lle­
cuentra innoble, indigna do él, y siente que la asalten los na de indignación; pero el viejo volvió á encojase do
recuerdos de su vida pasadiy y las tendencias á reprodu­ hombros, miró con descaro al joven escribiente y se rió
cirla. Entonces s*' cree capaz de ser lodo lo que quiera sardónicamenie como si quisiera dcch le con su risa: es Y,
su amante; le suplica que vuelva, le pide perdón y em­ un pobre hombre. IMcolin corrió sin hacerle caso á la
pieza de nuevo su comedia en que también representa el puerta de Juana la vecina, abrióla de una palada, y pe­
papel de l.i muger dislmgitida, fina y seductora que él netró en una atmósfera de asficia que á poro no le so­
‘ ama tanto. Pero al hilo vuelve al fm á romperse de nue­ foca. La vecina estaba en el suelo sin sentido: cogerla en
vo y se reproducen las escenas violentas, que concluyen brazos, trasporiarla á su bohardilla y colocarla en su ca­
por una escapada á la antigua sociedad en que pasó su ma, fué obra de un instante.
infancia; en su seno se desahoga de la violencia que su­ ¡Qué liermosa estaba, apesar deque cubría sus faccio­
men- fre, representando en el mundo, cuyas puertas le abrió nes la' palidez de la muerte!
licva su talento, un carácter elevado que la miseria y la gro­ F. G,
lando sería de su infancia no le permitieron desarrollar. fSe continuará)
¡dan- — Permita V. vecino, que le diga, que esas son pe­
juien nas imaginarias.
— Acaba Y-. de decir una solemne barbaridad, que­
rido vecino. Escoplo las físicas producidas por heridas LA LIBEBTAD. (1)
deas, ó enfermedades, todas nuestras penas son obra de la ima­
enla; ginación. ('.laro eslá que se pone V. en lugar de la queri­
I ma- da de Valdés, muger espiritual y sensible; una muger Libre se-mira el ave en los espacios,
Ip ú - grosera, de seguro que no sentirá los dolores que aniqui­ Libre el bruto en los témpanos del polo»
[lü se lan á nuestra vecina. En lugar de Matilde, ponga V. una Libre el pez en sus líquidos palacios.
litcn- manóla, sin ambición ni inteligencia y concluirá la lucha El insecto en la flor:— ¿Y al hombre solo
rilos, que sufre la infeliz ai’tista, lucha terrible que procede del No le es dado decir:— Lióre naciéra
ir rc- antagonismo de id^as, costumbres y maneras de la socie­ Y puedo libre ser hasta que muera!
liicn, dad enique se lia criado y d eja en que aliora vive, y pa­
ados, ra la que sin duda nació. La desgracia está en la lucha y (l) Esta poesia fuó leída por su autor en el Ateneo
ad la es lau profunda y tau activa que abrasa y consume esta cieDlifico, arlistíco y literario de Cádiz.

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Libertad querida, Unas veces gime y llora!
Tu níiido albor, Y otras con vértigo airado,
En iris luciente Quiere romper las cadenas
Dimana de Dios! Que atan sus débiles manos!
. I’or ti es la existencia Y al hallar es imposible.
Dulcísimo don!— De ciegas iras armado,
Aquel que te pierde Blasfemas imprecaciones
Su dicha perdió! Brotan los trémulos labios!—
V' Entonce es la vida Mas siempre sus fieros calma
Parásita flor! Del llorar el dulce bálsamo!
Es muerta esperanza íBenéfico lenitivo
De pOra ilusión! Cuando el seno sufre tanto!
'\ Es ave que espira Entonces el infelice,
A impulso traidor! Transido en dolor, con vago
Es valle desierío! Y sordo acento, murmura
E s.... mundo sin sol! Tristes palabras:— Oigamos.

Ved un triste calabozo


De muros gruesos y altos, • Con cuánta lentitud huyen las horas
Cuya bóveda se oculta Si aciaga pena el corazón agita!
De negra sombra en un cáosl Si en insomnio letal la mente lucha!
A llí comanda la muerte, Si un recuerdo feliz nos mortifica!
Siendo ios minutos, años, La existencia es entonce don maldito!
Dó se agosta la esperanza Páramo triste donde el sol no brilla!
Cual lirio que seca el austro! Donde la pura flor fle la esperanza
Solo allí el niinor se escucha Apenas nace se la vé mai chila!—
De la humedad, que horadando ¡Cuán felice en mi patria fuera un tiempo.
El espesor de la piedra, De un qneruli las angélicas caricias,
Mana en son acompasado! Cual néctar de los Dioses, embriagaran
A llí, soledad, esparce El corazón amante en puras dichas.
De su imperio el mudo pasmo! Que no eiilulára con funéreo manto
Solo informes sabandijas Agudo torcedor! Do quier la vida
Bullen en fétido fango! Era á mis ojos un poisil celeste,
A llí la atmósfera mata, Alfombrado de amores y delicias,
Que el ambiciUe condensado Do alternaban rn nítido concento
De miasmas corrompidas, Alegres danzas, bulliciosas risas!
Envenena aquel espacio! Y mi encanto lornárase en delirio,
Del sol allí no penetra Si el corazón de la muger querida
Jamás el vivido ravo!u
Sintiera palpitar cabe mis sienes,-
Que eterna noche allí csliende Cual arrullo amoroso de la brisa!
De la sombra el negro manto! Que el contado no mas de sus cabellos.
A llí en el dolor no hay tregua! Acreciera el ardor de mis mejillas
A llí el lamentar es vano! En eléctrico impulso, que agitara
A llí mora el infortunio, Del pecho juvenil todas las fibras!
Pues es la estancia del llanto! Y aspirar de su seno el casto aroma,
Y libar en sus lábios la sonrisa,
Y abrasarme cual leda mariposa
Un farol ennegrecido, En la flama voraz de sus pupilas,
Que contara luengos añOvS, Y admirar de la garganta ebúrnea
Con llama trémula y triste El rosicler de trasparencia nivea,
Despide fulgor opaco. Eran ¡ob ciclos! la ventura inmensa
Ceñido de duros liierros Que ansiaba un corazón ageno á cuitas!
Y en heno pútiido cebado. Dulce ensueño de plácidos instantes!
Ved un mortal, presa noble De encanlaila iliisicn puras delicias.
De políticos amaños! Cuan presto os agostái a cierzo impuro
Sus febles dedos sostienen Truncando los albores de la vida!
La torva faz, lamentando Que fiera la inaldad rasgó su velo
De su estrella, la injusticia! Solemnizando mi instantánea ruma!
De humanos goces, lo falso! Y de júbilo trepida lanzóme

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En d golfo lelal de las desdichas!—
Almo sueño una noche me embargara,
S i iñsm 'D » S i a i i!) 3 Si
Guando aliuyenló su influjo, turba ijiicua
De salclites viles, que en feroce
E imponderable encono, de la vista (CONTINUACION.)
Y de los brazos, á la esposa arroncaní
Y aherrojado después, ñeros, me intiman
Marche con el^os por razón de estado!— El camello es el emblema de la esclavitud, y ya se
Traspuse el mar, y entre ignotos climas, sabe que toda aristocracia, todo poder tiránico tiene por
Diéranme por mausion aquesta tumba, base la opresión y el desprecio de los trabajadores.
Porque muriendo en esperanzas, viva! ¡Qué soberbio volúmen no podría escribirse sobre es­
tas dos solas palabras: antipatía^ y sim patía!
Itazon de Estado fué, y há cinco años
La amada libertad miro perdida! En no sé que íábula he leído, que para espantar á un
oso hambriento, no había mas que locar una marcha cual­
Olvidado de lodos, muerto al mundo! quiera en un tambor de piel de caballo.
Sin honor, sin amigos, sin familia.
Sigamos la fortuna de este feliz animal en sus varias
Sin un punto de alivio ó de esperanza!
fases, y los cuadros sucesivos de las diversas épocas de la
Todo lo robas, sociedad inicua!
humanidad se desarrollarán ante nosotros.
Todo lo agosta tu beleño impuro!
El caballo es la primera conípiisía del perro, una de
Porque piedad en tí jamás anida!
las bases fundamentales de la lrl])u patriarcal.
Porque alimentas corazón de tigre!
La tribu poseedora de! caballo adquiere con él los
Porque tu raza espuria está malJilal olementós de la conquista, y abandonando la tienda, con­
Oh! te aborrece con vehemencia tanta cluye por hacerse dueña de los palacios de Babilonia.
El volcan escondido de mis iras,
Esta es la transición del estado patriarcal al bárbaro.
Que en átomos sutiles deshiciera
Laliorda victoriosa ha sentido en seguida'la necesi­
Lo inmundo de tu ser, raza maldita!
dad de organizarse para conservar la domiiiacinn del pais
Triste! su razón embarga, conqntislado, y empieza por ccnobleccr el servicio del
Lo intenso de su quebranto! caballo, á quien debe la victoria.
De él los ojos apartemos El ennoblecimiento del caballo no es otra cosa, ha­
Su desgracia lamentando! blando propiamente, que la constilucion del régimen feudal.
lloras son de fiera angustia El primer funcionario del Estado, después del B ey,
Las que cercan al cuitado! es el condestable (gefe de la cuadra;) viene en seguida el
Horas, que parece aumentan mariscal (médico dcl caballo,) despv.es el gran escudero,
De su duración el radio! (primer criado del caballo;) y después los simjiles escude­
lloras, que sufre tan solo ros, palafreneros, &.
El que se viera privado El apojeo, el esplendor dcl caballo dice los buenos
De libertad, que es el mundo tiempos de la feudulidaíl nobiliaria y de hi caballería er­
Para él siniestro páraipo!— rante, mejor que lodos los cronicones antiguos.
Libertad, tu prez es tanta El caballo ha tenido su nombre y su gloria en los
Cuanto al perderte lloramos! cantos de los poetas, al lado de los mas nobles héroes.
Que es sin tu amor en la tierra ¿Qué quedaría del Cid, si suprimiésemos á Babieca?
Triste huésped el humano! ün.dia declinó lafortnna dcltaballo:el braboBallanlo
(hablo dcl héroe francés, ynodesu caballo;) cayó herido por
Libertad querida, una bala, y la pólvora del cañón maló con él al caballo
Tu nítido albor. y al feudalismo de un mismo tiro.
En iris luciente E! espíritu de libre examen se despertó al sentir el
Dimana de Dios! estruendo i!e la caida, y la aurora de las libertades popu­
Por ü es la existencia lares asomó en el horizonte.
Dulcísimo don! De! mismo modo que el caballo de guerra nos ha
Aquel que te pierde referido el por qué de la.s viejas tradiciones de la barbarie
Su dicha perdió! y del patriarcado, de Abraain y de Seniíramis, de Roma y
Entonce es la vida Atenas, él nos dirá los tiempos presentes, y puede que si
Parásita flor! se lo pedimos con instancia nos revele los del porvenir.
Es ipuerla esperanza Guónlcnos entre tanto lo presente, y digamos el por
De pura ilusión! qué de la Inglaterra y de la Francia.
Es ave que espira ¿Cuál es el pais de Europa en que el caballo desan­
A impulso traidor! gre representa todavía ei papelm a s brillante? En ínglr-
Es valle desierto! terra. ¿Y por qué? Porque Inglaterra os un pais esplota( o
E s.... mundo sin sol! odiosamente por un |iar de millares de familias de sangi e
JOSÉ MORENO DE FUENTES. bárbara.

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En Inglaterra la raza conquistadora es todavía todo,
el pueblo trabajador nada. H E V IS T A 'D E S E V I L L A .
El Lord inglés estima su caballo en proporción de!
desprecio que le inspiran el Irlandés y el Sajón, razas que Párrafo de actualidad.—Fiesta religiosa.—F M as.---
cree inferiores, y que conquistó de cuenta y mitad con sus A cróha tas. - -Conciertos.
normandos corceles.
Guardaos bien de ofender ni una sola crin del noble I.
corcel en los estados británicos, si queréis conservar
o vuestro dinero y vuestra libertad; porque el caballo es el En medio de la liíánica ludia que el mundo con hor­
ídolo del Lo¿'d; y el Lord ha hecho declarar por la ley ror contempla, á través de ese sordo rumor que da for­
que su caballo es inviolable y sagrado. En el imperio mas á los acontecimientos, qiic hace nacer las mas bellas
británico podéis matar á un hombre de un puñetazo. Po­ esperanzas sobre el ser de un pueblo, que nutre á la fan­
ner á vuestra muger una cuerda al cuello y'venderla en tasía confundida entre los presagios, los sucesos que pue­
el mercado, y arrastrar en el fango del arroyo á la des­ den formar la crónica de do que pasa en una ciudad, son
graciada prostituta, pobre hija del pueblo trabajador, ar­ pálidos, insignificantes.
rastrada á 1) infamia por la miseria: las leyes de la Gr.an Y sin embargo, esta especie de oefaviana paz que los
Bretaña toleran esos pccaiüllos; si queréis ser inviolable, moradores provincianos saborean, suele ser turbada por
es preciso ser caballo, pertenecer á la raza aristocrática este ú otro hecho de esos que llaman de actualidad.
y conquisladoiM. l ’cro lo actual ofrece laii;l)ien dos muy diversas faces.
L:i plebe inglesa, que en .su vida ha tenido caballo, El actnalisino, como diría <iampoamor, negación
se ennorgtiilecc con la filanlropia de sus feudales señores, completa de lo que en el mundo visible existe y de lo
que se esliende hasta los animales domésticos.... La es­ qnc se vé y no se vé en el otro mundo de la política,
tirpe civil zada es la misma en (odas partes. gravita ya sobradamente subrcel pensamiento y hasta so­
La inviolabilidad del caballo inglés dice mas sob:c bre el corazón de esos seres ncgaíiv'^s, para quienes la
las instituciones aristocráticas de lííglalcrra que lodos los fé e su n a señora ciega, d amor patrio, el individualismo
volúmenes de lílackslone y de Mr. Guizot. en todo y para lodo.
La simple inspección del animal va á revelarnos las De. graciadamenle, pocos son los que no marchan
costumbres mas intimas, el carácter, las arles y la fiso-' por esa senda. Las aflicciones y felicidades que atraviesan
nomia del puebla brilánico. nuestros días, hacen perder la memoria, porque la vida
Si ya no supiéramos que el desorilcnado amor por viene á ser como un libro, cuyas hojas desgarrames asi
la linea vertical y el amor de la Elipse, son los dos ras­ que las hemos Icido.
gos mas palieiites del carácter inglés, su conducta con el No hago una Revista política. .
carácter del caballo árabe bastaría para probárnoslo. ¿De qué hablar?....
El caballo árabe, tal cual salió de las manos de Dios, Las miradas i'slán fijas en la lontananza dcl niañana.
era un tipo admirable y armonioso de ligereza, de vigor, El lolégrafo trasmite su déclrica cliispa á los lábios
[’l '* . . y de gracia. El cai)allo llegó inmediatamente después de de la imiUitiiil. Hasta la niña casadera se ocupa de laac-
la muger y de la gala en el órden de las creaciones gra­ tualidad. También tienen corazón que late por un derecho,
ciosas. Las eurbas de su cuello y de su grupa rivalizan y con el mapa en la mano, analizan el modo de atacar una
en pureza y delicadeza, con las mas suaves eurbas feme­ plaza fuerte, aunque esta plaza se llame Pavía, y se halle
ninas. Sil cuello había sido plegado en forma de arco pa­ encajada en el cuadrilátero de sus amores.
ra que el ginele fuera dueño absoluto de los movimientos — No se canse V., mamá: no quiero, ni estucho á
de su montura por medio de la brida, cuerda del arco, F .... porque es....
que permite refrenar iodo acto de rebelión del corcel, for­ — ¿Qué es? pregunta la guardiana dcl tesoro sitiado.
zando la. cabeza dcl animal á pegarse de pelral á la menor — Austro-tito!
presión. Esto respondía la bella niña á la curiosa mamá, y
En esta postura, el bocado lleva sobre las barras la esto escuchaba yo, anoche en la Pinza Nueva.
parte mas sensible de la boca del caballo, y un niño pue­ La niña estaba en pura actu alidad..
de guiarlo con una hebra de seda.
Este sistema de eurbas elásticas sucediéndose y cor­
respondiéndose en toda la ostensión dcl cuerpo del ani­
Junio!.... lie aqui el mes de las ferias, de las verbe­
mal, desde encima de la cabeza hasta las últimas estremi-
nas y de las fiestas religiosas en la capital andaluza.
dades de sus miembros, no había sido imajinado mas que
‘ <1 Ha pasado dejando impresa la huella de tanto placer,
para dulcificar al ginete la violencia de las sacudidas, con- de tanto misticismo.
virtiendo el movimienta del galope en un dulce balanceo.
La curiosidad es como el mar agitado, cuyas ondas
Tal era el secreto de la infinita dulzura de los movi­ rápidas se suceden para desplegarse en la playa.
mientos del caballo Arabe, de la gracia de su paso y de
Será Sevilla, la tan cantada por propios y cstraños
la seguridad de su pié.
bates; será, pregunto, la mansión donde disfrutarse pueda
G de una existencia dichosa?... Si la dicha emana de esos
(Continuará.) momentos variados, donde el espíritu cae fascinado, ea-

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toncos no hay que dudar.... Pero en E^lío es una dicha También ha ofrecido sn apoteosis nocturno á la poesía.
bajo un calor africano. El Teatro era el templo consagrado entonces al culto
Como el romano de César, el andaluz tiene sus fies­ de la Diosa.
tas y su circo. La cortesana pública, la romana Flora ha vuelto á
Después de haber humillado la fíenle ante nuestro ser adorada.
Dios, va á batir palmas ante las catástrofes de una corrida El templo se hallaba cuajado de espectadores.... Un
de toros. Iribiinal, formado por el bellosccso, ilistrihuia lus premios
Son los sacrificios y las libacioiies de la mísera hu­ entre los vencedores. Se recitaron varias coinposicioncs,
manidad. algunas escritas con fuego y con elevado cstiio. Diz, quo
Mi mente ha sido asaltada por un recuerdo. en estos juegos florales la justicia no ha sido hecha.
Los siglos XYII y XVIU háiisc encarnado en el que
IV.
atravesamos.
La solemnidad del Córpus-Crisfi se ha celebrado. Se respira bajo una atmósfera do fuego, lo que hace
Creía volver á ver a! Padre Pondo, á la madi'e que el espirilu de emigración se apodere de esa parle de
Papa-Huevos, á los Pandillos. Pero, ¿qué digo?. . En­ la sociedad acomodada.
tonces tocaríamos acaso aquellos escándalos (pie dieron Emigrar á nuestros puertos, es el desiderátum de
lugar á que el pueblo católico por escclencia, viese des­ la moda.
aparecer aquellas mogigaiigas, allá por los afus de 1 7 0 5 En verdad que no se goza de la vidi, .«iino cuando
y 1 7 8 0 por mandato Papal. nuestros sudosos rostios son acariciados por ta brisa, tan
Nuestro municipio actual quiso que la festividad del luego como el ardiente astro se hunde en la cumbre del
Señor escitase la curiosidad. cerrillo de Sta. Drigida. Entonces ia andaluza so ostenta
Se elevaron arcos triunfales en varios puntos de la ataviada en ta Plaza Nueva, cuyo ambiento está perfuma­
estación que hace la proces'on. do por los naranjos, ó impregnado de las armonías de
Al contemplar aquellos monumcnlos de papel y de una música militar.
ramage, creí hallarme en el pleno tiempo de Cliurrigue- Por demás está decir que el Teatro ha cerrado ya
ra. Tal era el gusto artístico que se descubría en los im­ sus puertas.
provisados mamotretos. Los Sres. Franklin Nice, acróliatas anglo-america-
Las corporaciones que fueron invitadas, ora para nos, han airaido grande concurrcnc a cnlaséric deftincio-
lucir sus uniformes, ora para elevar á sus espensas edi­ nes que han dado. Sus trabajos han admirado. Dilicilcs
ficios tcalralcs, las mas se quedaron en casa. egcrcicios, egeciilados con precisión y arrojo, han demos­
El pensamiento aristocrático fracasó ante el espíritu trado que los mencionados acróbatas, sobrepujan á cuan­
de la rivalidad. tos, antes que ellos se habían presentado en ia escena se­
La buosocracia mística tiene lambícn su papel en h villana.
alza y baja. V.
Cuán rápidos ¡ay! corren los dias, (liria yo, como di­ Las arles, decía en mi anterior Hevista, se Iiallan
jo Horacio al hablar de la rapidez de la vida. siempre al servicio d(5 todas las aspiraciones ILsla la re­
ligión busca su inílueneia.
III. El comnerto dado últimamente en el srdon de la 5 o -
¡Qué panorama tan encantador se ofrece á la vista dedad Filarmónico, á beneficio de las misiones para el
del que se dirige por ia via-férrea á la ciudad de la mez­ Africa, prueban mi aserto.
quita de Abdcrramen Primero! Como en el anterior, la cendesa do Vernay, se pre­
Es un viage de verdadero placer. sentó á cgeciitar en su Stradirnrio, preciosos recuerdos
Feraces campiñas que van á perderse en la falda de de Lucía, de esc idilio de Donizelti.La noble ooncerlisla,
Sierra-Morena.... pueblecitos aseiiíad<)s en las cumbres juzgada como miiger, es toda una notabilidad. La simpá­
de aquellos montes bordados de olivos; tul es el cuadro tica Si ta, (le Cortina lomó ])arlc también en el sarao mu­
que se desarrolla. sical, caiilaiulo eon el espirilualisino (pie la dislingne. Un
Las ferias de Lora, villa, cuyo moi’iscn castillo se di­ incidente, cuyo mislcno ignoro, iiizo que la señora de
buja en el Guadalquivii*, y de Córdoba, fueron los remlcz- Lujan, cuyo nombre figuraba en el priíspcdo, no dejara
voiis de los que buscaban la alegría en esos (lias de bulli­ oir los acentos de su voz.
cio. Los wagones que (;1 vapor arrastraba, iban ahislados Los misioneros se.han llevado catorce mil reales,
de pasageros; no parecía sino que una ciudad se traspor­ producto del concierto.
taba á otra. , El Sr. Pompei, cantante y tocador de oboe, famliíen
La via-férrca ha estrechado eon fuerte lazo á dos pue­ lia ofrecido sn tic.- la mus'cal en el local que la Sociedad
blos liermanos. ¡Qué brillante destino se ofrece en el fu­ de Emulación y Fomento ocupa en el ex-(;onvcnto del
turo!.... los pueblos tienen (!scrilo en el libro de esc fulii- A n gel... yieio el Sr. Pompei ha liccho un solemne fasco.
ro, la misi(ín que lian de cumplir, que es la de! verdade­ UerordamJo al español Soler, muerto en París, siendo
ro progreso malerial y social. primer oboe del teatro italiano, se concibe que el que
lióme en Córdoba recorriendo el vasto Real de su ahora se ha escuchado, es una vulgaridad en el arte.
/■¿i-ia. MANUEL JIMENEZ.

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CUATRO M ESES EN PARIS. conquistadora, el monumento del Egipto usurpado, v el
nioDumenio de la segunda Francia imperial: uu triunfo
una usurpación y uu misterio: el arco, el obelisco v las
fContinuacidn.J iu lie n a s
Eran casi las ocho, y apenas podía distinguir e! nombre
No e¡> una vista piutorfisca v espresiva, como las de de los generales y batallas del imperio, batallas v nombres
Géoova, cofrio lasdn Nepotes, como las de Roma, como las escritos en las alias paredes de aquella pirámide.
tJeGraodda, Córdoba ó Sevilla; no es una belleza italiana, No soy tan enlu.'iasta de Napoleón como otros muchos.
í<riega, española: do es una naturaleza a iiíslica , pordp'Cir- Le admiro mas por sus desafueros y sus vicios que por sus
Jo asi; un arte iiaíuralmeníe mnnuiiieala!, pero es una be­ virlude.s y .sus glorias; si viviera, le apostrofaría vigorosa­
lleza grandiosa. mente en estas páginas. Estando muerto, siendo historia,
Avanzaiíio.s hasta el principio de la plaza, y el espec­ lo acato. Bajo estas bóbedas colosales, bajo esta colosal
táculo cobró mayores dimeoí-ioneá,— lié aquí el boceto. msfuracion do un pueiilo heiNíico, porque heróico es todo
Dos fuentes riquísimas cti escultura y ü” Uü, circuidas pueblo enuisiasla, lo venero. Su evocación es aquí una
por una especie de cclage de polvo, ponjae tal es la impe­ sombra que me conmueye, que me ilustra, que me m-ora-
tuosidad con que.el agua brota: en imulio de las í'ueoies, bza, que hace hervir nii alma bajo la iunicusa idea del
UD obelisco egipcio colosal, en toruo á la plaza, grandes hombre. S i, venero á Napoleón bajo este arco, bajo este
pedestales con las eslálu.is de las principales ciudadí^s del mausoleo de su ceniza hislnrica, como no puede menos de
reino, sembradas todas las dU ancias por grupsas farolas venerarse la meinoriu de los Faraones tiranos en presencia
de bronce; hacia adelante, el I'aris do hi. otra orilla d ‘l de las Pirámides egipcias. S i, lo venero; y el que quiera
Sena, con su aspecto feudal, sus palacios que [uirccen cas­ saber cuán (loderoso es el genio artíslico embelleciendo la
tillos, sus casas y sus árboles corpulentos y verdes; hacia historia social, un génio embelleciendo á otro genio, un s i­
atrás, los dos palacios que limitan laleralmcnle la calle glo emhciledeudo áo!ro.«ig!o, ia humanidad embelleciendo
Real, y en un fouiio el gran tempio d éla Magdalena, cir­ al hombre: el que quiera saber de qué modo una piedra
cuido do suiiluopas columnas estnad.is; á la izquierda, el halla el camino de nuestro corazón, que venga v contem­
jard io de. las Tullerias, dividido por una berja, coronada ple este arco.
á intervalos de águilas doradas, entre dos pede.sialos que Era n ya la.s nueve cuando nos dirigi.amos hácia la Pla­
sostienen ca!)ados de mármol; luego ;m surtidor del jardin za de la Concordia, con el ohjelo de seguir la calle de I l i -
íjue arroja el agua á la altura de.mi cuarto ó quinto piso, voli, basta la casa de la ciudad ú Hotel de ville.
formando mil ondulaciones caprichosas á iuipulsos del vien­ Antes de penetrar en la tglle, quisimos ver la perspec­
to; después varias calles de arboles simétricos,á través de tiva (jue preseiitahan los Campos Elíseos iluminados, asi
otras fuentes, hasta cerrarse el horizonte con la fachada como la Plaza déla Concordia.
del palacio imperial, corrienilo una csteDíioii de novecien­ Espectáculo magiiíPico por cierto. Desde dentro del
tos a mi! pasos: á la derecha, los campos lüliseo.-?, por en­ jardín de lasTulIei ias, alcanzábamos á ver en dos lilas s i­
tre cuya hilera de árboles so íid ra la vista, basta dete­ métricas, los iiiuclios faroles de gas que alumbraban los
nerse en el arco iriunfül du Napoleón, creación enorme de Campos Elíseos, hasia el mismo Arco de la Eslrtdia, pre­
• Ja riqueza y del entusiasmo. sentándose á nuestros ojos aquellas dn? Pías como dosco-
Luego que luihimos satisfecho lo? primeros conatos de lumnas floianlesde fuego. A la izquierda, por entre los
, admiradora curiosidml, paseando los ojos lardiamenlc so­ amóles, asomaban furlivainenle centenares y centenares
Ki't: bro aquel grandioso panorama del arte liurnano, no de! a r ­ de luces, II las fbnyamlo pórticos y fachadas otras sem­
le Irancé.s, digimos á nuesiro « i . c e s a i u o p u c k b que nos bradas por entre l'os árboles del paseo, luces que ilum ina­
llevara al arco de la L s lrd la . ban uno de los cafes canlaoles dcl verano A la derecha se
Uu coche es aquí un personage-de primera categoria, descubrían tres grupos brillantes, que eran otros tantos
la gran carta de recomeodáciou y el grau amigo dcl ps- cafés de canto, en cuyas fachadas había juegos de gas que
Irangero. represeutaban varias caprichos, entre otros un águila con
K í buen fíacre cogió el trole camino dcl arco, á través las alas abiertas y caídas, como si remedara un Itoron.
de! aristocrático palacio ele la Industria, del aristocrático ROQUE BARCIA.
palacio de la dcnioiTscia, {'a democracia tieiic un palacio
casi en frente de! palariodel im perador;) á través tam-
fS i conümiard.J
bieo. de ¡os c a f e s c a m t v n t e s d k c.sno, dcl grarioáo castillo
de las flores; dei jar-lin Mahilie, dol jardín do invierno,
del Círculo de U Em pc-ralrizy de casas modernas que son
PUNTOS DE SUSCRICION.
las mas bellas que be visto.
Después de correr un espacio ile cuatrocientas ó q u i­
nientas varas, ^lension aprovimaliva do los Campos íili- En C.ádiz, en la R daccion ilel nPensil de theria, calle del Sh-
seos, nos encorw,ICIOS bajólo bobeda central d e ‘ aquella cr-imeiilo. nüin. 33, en el Despacho del «Guia del Comercio,» calle
apoteosis espíciidida de Napoleón,el arco del irinufo. Desde Ancha ntim. i y en la librería de FAbregus hermanos, calle de la
aquel arco ilesciibrimos, á una distancia de un cuarto de Verónica.—Alicante, D, José Maicili.'ciiüfl dol Mar.—Almería.
legua, el bosque de nolonia,cujo camino aparece semhra- D. Diego Mayoral.-rAlmendralejo, U. Juan Alvarez l'eijóo.—Alge-
i!o de árlfoies y elegantes quintas, que le comunican un círas, D. Yiceiile García, I). Rafael di? Muro.—Almadén, D. Fran­
aspecto muy grato, aunque no Ifatiaiile pintoresco, porque cisco I’onee, D. Julián de la ? ría.—Alcañiz, D. Felipe Ibañez—
T' . p. >0 entiendo [mr piiUoresco lo que es variado, capricho­
Antequera, I). DiegQGaibaa.
(k , so, y sobre ledo caprichoso de uu modo agre.<te..
V’^emosá la vez el Arco dcl Triunfo, el dilatado bos.jue
EDITOR RESPONSABLE,
de Boiouia, el Obelisco de la Plvaza, mientras que nadan­
do sobre la copa d« los árboles, que pueblan el jardin de D. PEDRO LUIS CARNIAGO.
las Tullerias, allá, como uüu iiulw medio pi^rdidaen e! ho-
^ ^ ..Ú z o n te , como el amago de uaa borrasca, como la a¡)arir4 on
^3écisa de una sombra, .se Icvaalaha trémulamente, su- CÁDIZ: 1 8 5 9 .
^y^Ta^usiou óptica, la Im rs ücgrá del palacio i nprrial. ilf^l CiriBÍ2% <lel onsercio^,
i ^ / q u e mirábamos, casi .^iimiiláucaraenle, el mo- A cargo (le. I).'Virginio Ramos,
>« levantado á la Fraucia revoliik'ioiiaria v calle dcl Sacramento, núm.SG.

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