Está en la página 1de 2

Paz y no Guerra… en todo tiempo

Gabriela Marcial Santos|

En muchas partes del mundo se lesionan continuamente los derechos humanos, en este
mundo globalizado en el que vivimos, que debería acercarnos más a los demás, es todo lo
contrario. Vivimos en un momento en donde pareciera que estamos mas alejados, incluso
de los más cercanos, de aquellos con quienes convivimos, se habla de inclusión, de
igualdad, sin embargo, nos estamos convirtiendo en habitantes de un mundo que se vuelve
cada vez mas egoísta.

Voltear a vernos
Esta pandemia debería habernos puesto en esta realidad de voltear a vernos, de acompañar
al otro, de preocuparnos por el otro, sin embargo, las noticias con la que nos levantamos
dicen todo lo contrario, trata de personas, secuestros, aborto en jóvenes sin medir las
consecuencias que esto puede tener más adelante, y ahora ya hasta hablamos de una tercera
guerra. Enfrentamientos por el poder, el campo financiero y económico, la violencia en
cualquiera de sus formas siempre dejará una pesada carga de dolor, hemos perdido la
capacidad de ver en el otro a un hermano.

Reconocernos hermanos
Necesitamos redescubrirnos, ver que con quienes tenemos un conflicto por muy pequeño
que este sea, son nuestros hermanos. Y qué importante es Jesús en este punto de encuentro,
de reconocernos como hijos de Dios, quien tiene amor en su corazón difícilmente puede
pensar en hacer daño al otro, porque sabe que el otro es reflejo del amor, pero no olvidemos
que el amor que nos enseña Cristo no es un amor egoísta, sino aquel que implica ponerse en
camino con el otro, perdonar y reconciliarse.

En este mes, nos encontramos viviendo otra semana santa que nos encamina a la pascua,
pero ¿cómo la estamos viviendo? Que diferencia existe entre ésta y las anteriores, ¿qué
tiene de nuevo?, en verdad quiero resucitar con Cristo, dejándome ser un hombre nuevo,
porque incluso Jesús sabiendo lo que le esperaba, nos invitó a ser hombres de paz, nos
llamó a la paz, aquel que estaba apunto de ser flagelado, humillado y crucificado, cuando
les dijo a sus discípulos: “La paz os dejo, mi paz os doy; yo no os la doy como el mundo la
da. No se turbe vuestro corazón ni tengan miedo” (Juan 14,26–27). Y vivimos esta
invitación de paz cada vez que asistimos a la eucaristía. Pero como lo menciona no es una
paz cualquiera.
Un corazón abierto a la paz
Esta paz nos invita a la fraternidad, pero tambien reconocer a Cristo en nuestra vida, para
que en medio de las dificultades que vamos teniendo en la vida, experimentemos su paz,
esa paz que viene despues de reconciliarse con uno mismo, con los demas y con Dios. La
paz que uno experimenta cuando se responde con amor a quien le odia, con perdon a quien
le ofende, con serenidad a quien le violenta. Cuando mi corazón se turba es porque no estoy
abierto a esta invitación, que importante es preguntarse si vivo en paz o en guerra conmigo
y los demas, porque desde ahí seremos lo que reflejaremos.
Que Jesus que nos enseñe esa paz, no la del mundo tan frágil y limitada. Pidamosle en esta
semana santa que convierta nuestros corazones, para que podamos estar abiertos al perdon
y al amor que Cristo nos invita.

También podría gustarte