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Desde pequeños, una vez que ingresamos a una escuela, nos encontramos con una
serie de conmemoraciones acerca de fechas importantes de nuestra historia. Para las
mismas se preparan actos en donde, luego del desfile de las banderas (nacional y
provincial), realizamos distintos tipos de actividades como palabras alusivas, lectura de
poesías y bailes tradicionales.
Una vez que llegamos a la secundaria, la dinámica de los actos sigue siendo similar;
no obstante cuando nos preguntan sobre estas fechas, muchas veces, no sabemos
responder con claridad y, pese a que todos los años acumulados entre preescolar y
primaria, solemos repetir los que nos quedó en nuestra memoria: ¿Qué pasó el 25 de
Mayo?, respondemos “la Revolución”; ¿Quién fue Belgrano? “El que creó la bandera”
¿San Martín? “El que cruzó los Andes” y así con las demás conmemoraciones patrias.
Sin embargo, con la llegada a la secundaria y con la división de las distintas materias,
nos encontramos con Historia y es aquí donde quiero detenerme.
La disciplina histórica implica un abordaje del pasado de manera más crítica y conocer
el significado de las fechas conlleva a analizar los procesos históricos de manera más
compleja.
¿Qué celebramos el 9 de Julio?, bueno, en principio la declaración de la
Independencia que tuvo lugar en 1816 pero ¿En qué se diferencia del 25 de mayo de
1810? ¿Por qué hay tanta distancia entre La Revolución y la Independencia? ¿Por qué se
demoró 6 años en dar el gran paso que nos convirtió en una patria independiente? ¿Qué
pasó en esos años? Bueno, lo que sigue es una breve síntesis de esos años.
Ignacio Leonardelli