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Debemos recordar que la violencia ocurre cuando hay poca interacción entre los

individuos y el entorno en el que se desarrollan y conviven. Por ello, es muy


importante que los alumnos adquieran habilidades que les ayuden a afrontar
situaciones difíciles y conflictivas de forma pacífica y no violenta, tanto en el
ámbito escolar como en otros ámbitos sociales. Como muestran Viguer y Avià
(2009), los miembros de una sociedad a veces están expuestos a una violencia
persistente de forma indirecta a través de creencias, costumbres y actitudes; esto
tiene que cambiar y hay que ofrecer alternativas adecuadas para la resolución de
conflictos.

Está documentado que los niños inmersos en entornos familiares, escolares y


comunitarios violentos tienden a reproducir actos violentos (Ortega, Ramírez y
Castellán, 2005, p. 1 9).

Además, Roland y Galloway (2002) encontraron que los hijos de padres agresivos
que se comportan con negligencia y muestran poco apoyo hacia ellos tienden a
adoptar conductas abusivas y agresivas hacia sus compañeros, ya que junto con
la escuela, el hogar tiene un gran impacto en los sujetos. 'personalidad,
especialmente agresividad, por lo que si el comportamiento violento no se detiene
desde la infancia, puede tener efectos mucho más graves y agresivos en la edad
adulta.

Según Viscardi (2011) los factores que influyen en el desarrollo de conductas


agresivas en los estudiantes son:
1) en el hogar: falta de afecto y atención, comportamiento violento, excesiva
libertad, etc.
2) en la escuela: reglas muy estrictas, castigos degradantes, mala supervisión,
falta de estrategias motivacionales, educación pobremente positiva, etc.
3) otros factores sociales (violencia en películas, televisión, revistas, videojuegos,
entre otros).

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