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Repensar el imperialismo en 2022

Creo que para pensar el imperialismo en 2022, lo que hace falta es –primero-
desplegar una serie de herramientas de análisis. La herramienta base son las
tesis de Lenin sobre el imperialismo y sus cinco puntos. Como punto de
arranque hay que tener esa referencia, que es como tener un instrumento de
medición que permita comparar si lo que en 1916 tenía un valor, todavía hoy lo
mantiene. El objetivo no es poner en cuestión esas definiciones, sino ver qué
elementos están contenidos dentro de esas definiciones y qué elementos están
afuera. Esta premisa de inclusión/exclusión, tiene que servir para tener una
primera aproximación cuantitativa, si se quiere, y retener lo máximo posible la
tentación de aplicar o cerrar una definición.
El segundo elemento es trabajar a partir de la percepción/caracterización de
sistema mundial y de inserción de un país dentro de ese sistema que le permite
a Trotsky elaborar la teoría del desarrollo desigual y combinado y, a partir de
ella, la teoría de la revolución permanente.
Cuando Lenin titula su trabajo como “El imperialismo, etapa superior del
capitalismo”, sin seguir la misma línea de análisis de Trotsky, plantea el mismo
contexto de referencia: se piensa a partir de un sistema mundial. No de
cualquier sistema, sino del sistema capitalista en particular.
En ese sistema mundo se ha alcanzado un grado de desarrollo y de integración
mundial. El grado de desarrollo involucra y combina un desarrollo capitalista
nacional y su vinculación internacional. Por una parte hay un desarrollo
asociado al aspecto tecnológico en cuanto a la forma de producción. Ese
desarrollo tecnológico aplicado a la producción establece diferencias en una
primera etapa sobre cómo se consolida el capitalismo como sistema en cada país
o región en particular, y en cómo se proyecta en la construcción internacional
como mercado sistema. Parte de esa etapa de desarrollo combina el aspecto
tecnológico del sistema de producción con el de la extracción de baja o nula
tecnología en los territorios coloniales. Ese aspecto combinado que se relaciona
con la etapa temprana de acumulación primitiva capitalista, también involucra
el desarrollo de los aspectos financieros que permitía proveer el capital con el
cual sostener el desarrollo tecnológico interno y la expansión colonizadora
externa. Estos aspectos maduran, se desarrollan y se combinan a lo largo de los
años, y el alcance y penetración del sistema capitalista como sistema mundial
está determinado por la evolución combinada de esos aspectos.
En esa etapa primaria de desarrollo, surgen y compiten distintas potencias
regionales. Obvio es decir que no todas las que surgen y/o superan a las
anteriores, son las que continúan funcionando como potencias competitivas a
medida que el capitalismo como sistema mundo se desarrolla. Esto lo que
implica, en un punto, es que el desarrollo en determinadas naciones-imperios
aborta y son sustituidas por otras con mayor capacidad para seguir
desarrollándose tanto interior como internacionalmente.
Lo que Lenin contempla en 1914 es que la guerra inter imperialista refleja, en
uno de sus aspectos, un pico dentro del sistema capitalista. El sistema ha
madurado y se ha integrado de tal manera, que dificulta la posibilidad de
desarrollo de una nación particular en el contexto de naciones capitalistas.
Extenuadas las posibilidades de desarrollo e inserción, los países empiezan a
determinar su relación con el sistema capitalista desde el lugar en que sus
capacidades de desarrollo o expansión se estancan.
Uno de los procesos que se marca en el análisis de Lenin hace hincapié en la
tendencia del capitalismo al monopolio frente a la percepción anterior de un
capitalismo competitivo. Aquí se puede establecer algún paralelo respecto de lo
que sucede no ya en el sistema de producción y distribución capitalista, sino en
la posibilidad de ganar los nuevos mercados. Ganar nuevos mercados puede
estar asociado a dos alternativas no excluyentes. Una es la apertura de mercados
nuevos donde antes no los había (el capitalismo se expande a lugares que
todavía no explotaba), y la sustitución de una potencia por otra en un mercado
ya existente por medio de la guerra.
Si uno contempla las dos guerras mundiales, las disputas entre las potencias
imperialistas se van resolviendo en función de una concentración de poder en
un polo. En la I Guerra esto determina la caída de varios imperios que se
fragmentan en naciones más pequeñas y en la II Guerra en la concentración del
poder capitalista en EEUU y Gran Bretaña, tomando en cuenta que aun siendo
triunfadores en la guerra y manteniéndose asociados a EEUU, los británicos no
pueden sostener la dinámica del imperio, abriendo un período de surgimiento
de nuevas naciones independientes. El proceso de descolonización que empieza
luego de la II Guerra es también un indicativo de los espacios que las potencias
triunfadoras de la I Guerra (Gran Bretaña, EEUU y Francia) empiezan a ocupar
con otra forma de vínculo.
Me adelanto a los tiempos en que Lenin concibe su definición de imperialismo,
porque es importante ver que luego del fin de la I Guerra, las formas de
reagrupamiento geopolítico en función de la manutención y desarrollo del
sistema capitalista continúa transformándose. En ese sentido es y será
importante ver en qué consisten esas transformaciones para las potencias en
general y para las distintas naciones en particular. El sistema mundo capitalista
continúa en movimiento y evolución de ciertos aspectos que pre 1914 ya estaban
maduros. La noción de madurez es clave en los análisis de Lenin y por el mismo
aspecto en los de Trotsky. Enuncian de manera distinta una misma
problemática que es la de maduración dentro del sistema capitalista, dentro de
los marcos de un espacio nacional o metropolitano, y a la vez remite a los
conceptos de dominancia geopolítica. La dominancia geopolítica es la condición
necesaria para poder ejercer la integración dentro del mercado mundial. O,
mejor, para definir el tipo de integración posible y admisible dentro del mercado
mundial.
Es por esto que más allá de poder realizar una comparación entre los cinco
puntos clave que define Lenin en 1916 y la situación del imperialismo hoy,
habría que empezar por un análisis de lo que propone el título de su obra:
Imperialismo, etapa superior del capitalismo.
Si en efecto de lo que hablamos es de una etapa superior, podríamos especificar
dos aspectos en relación a la cuestión de maduración: uno es el que se refiere al
sistema mundo (el capitalismo funciona como un sistema mundial integrado); y
el otro se refiere al punto de maduración tecnológica y productiva capitalista de
las naciones que disputan el espacio geopolítico de ese sistema mundo.
Cuando Trotsky plantea su tesis del Desarrollo desigual y combinado para
sustentar el análisis que permitió avanzar a la Revolución Rusa en un camino de
transición al socialismo, insistió en este aspecto de maduración. Si Rusia era un
país con una burguesía poco desarrollada como clase (en relación a la existente
en otras potencias) y tenía un proletariado más desarrollado de acuerdo a la
industrialización que existía en ese momento, la posibilidad de pasar a una
revolución socialista sin pasar por una burguesa era muy real.
El salto de etapas que consideraba Trotsky estaba basado en que el sistema
capitalista mundial estaba maduro y permitía que se produjera ese salto y que
fuera el proletariado quien fuera cubriendo las necesidades de desarrollo
democrático y productivo faltantes, lo cual incluía el hecho de que la burguesía
rusa no podría “madurar” para poder consumar esas tareas.
Este punto alrededor de la maduración es clave y lo seguirá siendo a lo largo de
la historia de la URSS y luego Rusia, porque plantea los problemas que se
pueden resolver y los que no se pudieron resolver luego de la revolución.
Es importante en este aspecto la discusión que mantendrá Trotsky respecto de
la colectivización forzosa del campo que llevó adelante Stalin. En lo que insiste
Trotsky es en que el proceso de desarrollo del campo no puede ser acelerado
porque determinados tipos de desarrollo no sustituyen la maduración social
necesaria para sostenerlos. Y esto no implica que necesariamente desarrollar los
aspectos capitalistas dentro de un estado socialista, resuelva todos los aspectos
pendientes que otras naciones ya habían resuelto históricamente.
Probablemente una de las cuestiones más complejas sea la del desarrollo
industrial a nivel corporativo o el aspecto financiero del capitalismo, que no
deberían ocurrir en un país con la propiedad estatizada y nacionalizada. Pero sí
que elementos fundacionales como el desarrollo y la tecnificación agrícola se
puedan completar, o que las etapas de desarrollo industrial en metalurgia y
siderurgia (y hoy en tecnología electrónica) se completen.
La cuestión tiene un punto trampa que es que una sociedad autoabastecida, tipo
socialismo en un solo país, plantea todo el tiempo un límite real al desarrollo
porque siempre hay una serie de aspectos que el mercado mundial determina y
que no pueden ser sustituidos de manera compulsiva. Esto es: se puede
considerar la posibilidad de madurar desde cierto punto de arranque a partir de
las necesidades específicas de un país, donde no es lo mismo la URSS, que Cuba,
que Alemania Oriental o Rumania, que China o Vietnam.
Esas diferencias son importantes porque implican no solo un nivel de
desarrollo/maduración particular, sino un contexto de inserción posible dentro
del mercado mundial. En un sentido grueso, lleva a pensar qué necesita un país
para abastecerse y qué exporta a otros países. Este mecanismo plantea distintos
niveles de dependencia respecto del mercado mundial, que es una forma
abstracta pero realista de representar lo que se necesita de cada lugar del
mundo, qué es lo que se provee y quién lo provee.
Tenemos que entender que en un sistema capitalista dominado por naciones
capitalistas hiper desarrolladas, el intercambio de lo necesario para otros lo
determina la lógica capitalista del mercado y no la de las capacidades de
autoabastecimiento. Un país X puede tener muchos elementos a favor para
autoabastecerse, pero en un cierto plazo se enfrentará con carencias. De esto se
desprende que un país socialista puede capear mejor o peor su situación dentro
del sistema capitalista mundial, y que esta capacidad depende de una relación
con el lapso de tiempo en que puede quedar fuera del mercado internacional.
Todas estas problemáticas respecto al desarrollo de un país en particular,
plantea cuál es el grado de maduración de ese país respecto del contexto global y
qué lugar ocupa en él, o puede aspirar a ocupar.
Estas cuestiones son las que hay que tener en cuenta para pensar si un país que
antes era socialista (Rusia) o uno que está gobernado por un partido comunista
en medio de un desarrollo capitalista nacional y global importante (China), han
resuelto las cuestiones de maduración para equipararse con las naciones
europeas que definieron los estándares de desarrollo y maduración del sistema
capitalista hasta la I Guerra mundial.
Una de las cuestiones más complejas de definir puede ser la de China, donde
hay una inserción muy fuerte en el mercado mundial, al tiempo que muchas
cuestiones del desarrollo básico no han sido realizadas. Específicamente las que
corresponden a la tecnificación del campo.
Hay varias visiones respecto a las cuestiones de desarrollo en China que
apuntan a que cuando se llega a un momento de evaluación más “severa”, China
no deja de ser un país de estructura atrasada. Estas cuestiones atinentes al
desarrollo interno son tan importantes (si tenemos en vista el sistema como un
todo) como las que se refieren a la inserción en el mercado global.
Y la más compleja es ver cómo desacoplar los elementos geopolíticos de las
cuestiones relacionadas con el desarrollo capitalista. Es posible que parte del
desarrollo desigual y combinado, así como permitió el salto de una Rusia
atrasada a un país más desarrollado en el marco de un estado socialista, sea lo
que permite que una sociedad previamente atrasada pueda pegar también un
salto de ser periférica a central en el marco del mercado y la geopolítica
mundial. Pero de la misma manera que los elementos de aislamiento y
desarrollo limitado se convirtieron en el problema que la URSS no consiguió
resolver en sus 75 años de existencia, es posible que para China ciertos arrastres
de los desarrollos no realizados puedan influir en un futuro no tan lejano.
Por ejemplo, las discusiones actuales respecto al ritmo del crecimiento chino
que recomiendan desacoplar el aspecto inmobiliario (más especulativo) a las
mediciones de crecimiento del PBI, indican que hay cuestiones que no terminan
de saldarse. En el marco de un capitalismo que intensifica sus signos recesivos,
sobre todo en los países centrales (o históricamente centrales), es poco probable
que China pueda sustituir esos roles. No al menos con un perfil básicamente
comercial.
Es cierto que en esta etapa de globalización el aspecto comercial se ha
manifestado como el más importante, a la par que el financiero y el tecnológico.
Estos dos últimos siguen siendo el recurso más importante de los países
centrales y es en su imbricación (en las conexiones tejidas históricamente por el
capitalismo como sistema mundial) que siguen haciendo notar su relevancia.
Pero a pesar de que China ha conseguido una presencia comercial más grande
en el mundo y ha elevado su influencia en el continente africano, esas
conexiones capitalistas que maduraron históricamente no son sustituibles (al
menos en un plazo visible) por lo que pueda hacer China.
Por eso pensar en términos de imperialismo en función de Rusia o China,
requiere ver no los elementos de presencia en el mercado mundial (China),
influencia regional en un espacio del mercado que sigue siendo periférico en
relación con EEUU y Europa que siguen siendo centrales; ni tampoco los
elementos militares heredados de la época de la Guerra Fría que posee Rusia.
Este aspecto de Rusia es interesante porque más allá de todos los repliegues
estratégicos que tuvo y retrocesos económicos, no ha perdido por completo una
red de influencia en el mundo. Rusia tiene una contemporaneidad con el mundo
que fue conectado por la URSS y eso se traduce en moneda geoestratégica. Que
si se suma al aspecto militar, aumenta su valor. Pero geoestrategia y poder
militar no reemplazan los problemas de atraso de Rusia. Los que no se
resolvieron durante el tiempo de la URSS, y aquellos en los que se retrocedió
durante el período Post-URSS. El rol del petróleo como monocultivo, la
conformación de una red de clase burguesa más numerosa que no refleja un
desarrollo en la producción industrial, sino una redistribución cleptocrática de
los excedentes nacionales, plantea un límite muy importante. Distinto, por
ejemplo, al de Alemania que aun habiendo sigo derrotada en la I Guerra, logra
restituirse como nación capitalista avanzada hasta la II Guerra y con la ayuda
del Plan Marshall en la posguerra, vuelve a convertirse en potencia económica
otra vez.
Esta diferencia marca que el lugar de cada nación y su reinserción histórica en el
contexto del mercado mundial, es cualitativa. En una prima la tendencia al
atraso y desplazamiento hacia la periferia (donde en realidad ya estaba) y en la
otra la tendencia a ocupar un lugar central. Estos elementos son muy
importantes porque si no es muy difícil evaluar qué define a cada país. Rusia es
una potencia regional con gran fuerza militar y Alemania es una potencia
regional con preeminencia económica. El aspecto militar de Alemania está
desplazado a la estructura de la OTAN en la que puede descansar para ejercitar
su propia agenda. Lejanamente este es el caso de Rusia, y aun con las mejores
perspectivas, tampoco lo es para China.
Percibir estas diferencias es nodal, ya que no es el elemento geopolítico el que
define el rol imperialista de un país, sino una combinación de su
espacio/contextual geopolítico, su inserción en el mercado mundial y su
desarrollo capitalista específico.
A todas esas cosas hay que prestar atención a la hora de empezar a pensar.

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