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[TOMADO DE CARLOS A. SACHERI, EL ORDEN NATURAL, CAP.

43, VARIAS EDICIONES]

LOS GRUPOS INTERMEDIOS

Una visión panorámica de las sociedades políticas contemporáneas evidencia la enorme


complejidad de las relaciones sociales que se dan en cada una de ellas. Característica de la vida
moderna, tal complejidad de vínculos sociales concretos -en todas las áreas y todos los niveles
del cuerpo social- suele recibir los más diversos calificativos. Algunos afirman que el incremento
de tales vínculos constituye un factor negativo, alienante o masificador, pues desintegra al
hombre y lo asfixia en una red de “presiones” varias. Otros, en cambio, creen ver en dicho
fenómeno un signo positivo para el individuo, puesto que le permite disponer de bienes y
servicios, tanto materiales como espirituales, que antes eran inalcanzables para muchos.

Por otra parte, las recientes formulaciones de la teoría política replantean el tema de los
grupos y sociedades intermedias a través de las cuales se crean y canalizan los vínculos sociales
antes mencionados. De ahí la necesidad de clarificar el concepto de “grupos intermedios”,
determinar su naturaleza y sus funciones propias dentro de la sociedad.

En la vida social

La vida humana se desarrolla en el marco de la sociedad política, como medio necesario


en el cual los hombres se perfeccionan. Pero su incorporación a la sociedad política propiamente
dicha no se produce de golpe; por el contrario, el individuo se va insertando desde su nacimiento
en un plexo de grupos humanos de variada índole y funciones para, a través de ellos, acceder a
la vida política del Estado.

De este modo comprobamos que la vida humana parte del seno mismo de una primera
institución, la familia, y no de una individualidad abstracta como afirmaban los liberales. Pero
entre la familia y el Estado se dan diferentes niveles y grados de sociabilidad. A estos grupos o
asociaciones intermedias entre la familia y la sociedad política, los denominamos grupos
intermedios.

La importancia de este concepto es capital para una recta comprensión del orden social
natural. Tanto el liberalismo rousseauniano como el marxismo y el socialismo han coincidido en
negar la realidad misma de estas sociedades intermedias; los liberales, por cuanto veían en toda
asociación una limitación efectiva de la libertad individual absoluta; los socialistas, reaccionando
contra los efectos del individualismo, remitían al Estado todas las funciones sociales, y creían
ver en estos grupos intermedios otros tantos obstáculos al control estatal sobre las acciones del
individuo.

No obstante las posiciones mencionadas, la realidad y vitalidad propia de tales grupos


resultan incuestionables a la luz de la experiencia cotidiana. Del mismo modo que el ser humano
no es una mera aglomeración de átomos o moléculas independientes, sino que éstas existen
agrupadas en tejidos, órganos y aparatos o sistemas biológicos, así también el cuerpo social no
consiste en la mera adición de individuos, sino que éstos existen incorporados a distintas
sociedades parciales, con fines y medios propios. Estas agrupaciones se articulan entre sí en
razón de los fines que persiguen, los recursos humanos y materiales con que cuentan, etc.,
configurando así una trama o plexo social en permanente actividad y en permanente adaptación
a las cambiantes condiciones del cuerpo social en su conjunto.

Diversidad de grupos

Las comunidades humanas se articulan en una gradación espontánea según su afinidad,


complementariedad, etc. El individuo se va incorporando -a medida que evoluciona hacia su
madurez- a diversos medios sociales. En primer lugar, la vida familiar transcurre en una aldea,
pueblo o barrio urbano. Los niños asisten a instituciones escolares y de recreación, mientras los
adultos trabajan en empresas o comercios y se vinculan a una serie de actividades e instituciones
de todo tipo.

Los grupos intermedios son de diferente naturaleza, según la función social que están
llamados a desempeñar. Las distintas unidades geográficas en las cuales se asientan y
desarrollan las aldeas, pueblos y ciudades, se insertan a su vez en unidades más vastas
denominadas municipios y departamentos. Éstos, a su vez, se incorporan a las provincias y
regiones, el conjunto de las cuales configura la sociedad política nacional. Vemos así que las
sociedades van constituyendo espontáneamente un orden jerárquico que va de las más simples
y limitadas a las más complejas y amplias.

En el orden socio-económico, comprobamos la existencia de una articulación semejante.


Los individuos desempeñan diversos oficios en el seno de las empresas. A su vez las empresas
se vinculan entre sí por afinidad de tareas conformando las profesiones o ramas de producción.
Por su parte, también se organizan asociaciones paralelas para la defensa de los intereses
sectoriales, como ser los sindicatos obreros, las uniones patronales, las mutuales, cooperativas,
etc. También aquí constatamos el ordenamiento de los grupos más pequeños y limitados a los
más poderosos y perfectos. Por último, algunos países cuentan con asociaciones
interprofesionales, que se dan en los niveles local, regional y nacional.

También en lo que respecta a las actividades educativas y culturales, recreativas, etc.,


observamos una gradación entre las instituciones o centros más pequeños hasta las
universidades, ateneos, grandes clubes deportivos.

Hemos esbozado apenas la enorme diversidad de agrupaciones de toda índole que


existen en las sociedades modernas. La trama o tejido constituido por las mismas reviste una
enorme importancia para el buen funcionamiento del cuerpo social. De ahí la necesidad
imperiosa de proteger y favorecer su existencia, multiplicación y vitalidad.

Función
Resulta fácil descubrir en cada caso particular cuál es la función que cada uno de los
grupos asume dentro del conjunto. Lo que no suele considerarse, en cambio, es el carácter
“educativo” que revisten, carácter que traduce la importancia de su papel.

En efecto, el ser humano desarrolla su capacidad de iniciativa y su sentido de


responsabilidad a través de los distintos cargos a que tiene acceso en cada grupo. Los diversos
medios sociales desarrollan hábitos mentales y morales, tradiciones, usos, etc., que completan
la personalidad de cada miembro. La gradación y variedad de los grupos permite a todos los
ciudadanos el aprendizaje de sus capacidades y vocación propias, así como el ir adquiriendo
diversas competencias. Su capacitación habrá de ser la mejor medida de su buen desempeño en
responsabilidades sociales más importantes. Por último, la existencia de los cuerpos intermedios
constituye un eficaz medio de protección de los intereses de sus miembros frente a los posibles
abusos de sociedades más poderosas o del mismo Estado nacional, riesgo muy frecuente hoy.

Autonomía

El arraigo social que tales agrupamientos humanos brindan requiere ser protegido de
todo abuso de los entes poderosos, para no comprometer su funcionamiento normal. Por eso
resulta importantísimo reconocerles una autonomía real especialmente frente al poder público,
en defensa de sus intereses legítimos.

Para ello es necesario que las sociedades más fuertes dejen a los grupos más reducidos
un amplio margen de iniciativa y de acción. Tal es la condición fundamental para que una
sociedad política evolucione vigorosamente en la realización cotidiana del bien común nacional
(he allí el sentido del “principio de subsidiaridad” ).

La contribución de los grupos intermedios al bien común es inestimable, pues es a través


de ellos que se canalizan las grandes decisiones políticas de uní país. Al mismo tiempo, los
responsables sociales de los diferentes grupos brindan a la nación las élites dirigentes que, con
competencia y una experiencia decantada, aseguran su destino.

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