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“Todo lo que no puedo cambiar y me desespera”
Los 12 pasos de adicciones caminados con JESUS
UNDECIMO PASO
Oración inicial
“Señor dame la serenidad para aceptar las cosas que no puedo cambiar, valor para cambiar a
las que puedo y sabiduría para reconocer la diferencia”
“Hágase tu voluntad y no la mía” “Sin Dios no puedo, Sin mi, Dios no hará nada!!!
ENSEÑANZA
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examen del cuarto paso, admito quien soy me confieso y pido ser liberado de mis obsesiones y mis
defectos, recurro a Dios en vez de recurrir al ego. Y la enmienda a los que había ofendido, y con los
que me había enemistado, me permitió restaurar la unión con Dios.
Cada acto de negación y compulsión iba aumentando la gravedad de la enfermedad. Nada podía
quitarme la culpa. Necesite dejar de huir y enfrentarme con mi pasado con los daños causados y
quitarle poder autodestructivo a ese dolor. Así puedo sentir libertad interior….
Cuando mi ser se escurría por el agujero (pozo-escondrijo) en mi interior, ocasionando daño a
otros y a mí mismo; ese dolor de vacío, solo puede ser llenado con el Amor de Dios y su Palabra.
¿Cómo sucede esto?
Necesito dedicarle un tiempo concreto, un espacio físico, en pensamientos, sentimientos y
espíritu.
Necesito descansar en El.
Necesito salir de la idea falsa de Dios (imágenes falsas) para que El se pueda comunicar
conmigo.
Necesito dejar de regatear y manipular a Dios.
Necesito descubrir cuanto Dios me quiere ayudar, salvar y liberar.
Necesito entregar mi querer, para ajustarme a su voluntad y no al mío.
Necesito una actitud de confianza total, abriendo la puerta de ese pozo oscuro, pidiendo su
dirección para mi vida y fuerza para seguir.
Necesito de la oración diaria, como un espacio para dialogar con Dios, el fruto de esto es
una recompensa y asombro por los resultados obtenidos.
Necesito llenar el vacío de mi alma y crecer en la Fe.
Necesito recurrir al alimento de los Sacramentos y Adoración.
Necesito también nutrirme de la oración en grupo, en comunidad.
También este paso me lleva a pedir conocimiento de la voluntad de Dios, si quiero desarrollar una
relación vital con El, me adhiero a Su voluntad. A medida de que me voy recuperando descubro
que tengo recursos para comunicarme con Él, aun cuando me sienta enojado, sus respuestas me
llegan y me van dando dirección.
Cuando las preocupaciones o disgustos me distraen, traigo a mi mente las verdades de Dios y su
Palabra, mi mente se alimenta y descansa. Durante el comportamiento compulsivo
“la relajación” se daba durante el consumo adictivo, ahora es mediante la oración en
contemplación, donde encuentro que mi mente se aquieta y de a poco se llena de paz.
Por ejemplo: Le entrego mi lista de personas que por las que siento que me “deben algo”, que me
provocan sentimientos negativos.
Me doy cuenta que tengo asuntos pendientes (sin resolver) y que con El los puedo tratar.
Si como fruto del tiempo dedicado a la oración me siento más sano, más amoroso, con más valor,
más fuerte, puedo estar seguro que Dios me hablo y que lo escuche.
Habrá momentos de decisiones importantes en el que deseare conocer la voluntad de Dios. Necesito
aprender sobre discernimiento: puedo pedirle que me lleve a la acción si es bueno para mí, o que
disminuya mi deseo de actuar si no debo hacerlo, después de orar algunos días de esta manera ,
esperare un tiempo y observare lo sucedido descubriendo un panorama mucho más amplio de la
situación. Es a través de estas experiencias que me vuelvo más apto para reconocer la voluntad de
Dios en el futuro.
Nuestra conciencia psicológica ordinaria se opone al silencio, y hoy en día hay muchas personas que
nunca han experimentado el silencio. Hace falta práctica, una disciplina, una rutina o repetición
constante, semejante a la que uno tiene que imponerse físicamente cuando está tratando de
aprender alguna habilidad corporal. Esto vale también para la mente. Tenemos que aprender a tener
conciencia de lo que pensamos y disciplina para correr esos pensamientos.
Este modo de oración, es una de las herramientas importantes para crear nuevos hábitos. Los
hábitos se forjan cuando se hace algo de la misma manera una y otra vez.
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La oración es esencialmente una relación con Dios. Esto significa que va creciendo, en un proceso
va desde la cordialidad y la naturalidad en la relación con El, hasta llegar a un momento de
compromiso que podríamos llamar amistad. La amistad abre la puerta a otras formas de unión, que
podrían llevar al matrimonio o amistad espiritual. En otras palabras, resultan posibles diferentes
niveles de unión, de crecimiento y de comunión con Dios.
Puedo usar las oraciones vocales o las oraciones que la Iglesia me ofrece en la liturgia, porque no
se qué otra cosa decir. No sé por dónde empezar.
Dios no escucha solo mis palabras sino mi corazón, en la disposición más interior. Esta relación
puede hacerse cada vez mas intima, entonces el Espíritu Santo, empieza a usar todas mis
facultades.
Contemplación significa estar en comunión, descansar en la presencia de Dios más allá de los
sentimientos, actos particulares de la voluntad y conceptos. (Thomas Keating).
En la tradición espiritual cristiana “contemplación” ha significado normalmente, la meditación
discursiva, el uso de la imaginación, la inteligencia y las facultades afectivas.
Hay un silencio interior imprescindible, en esta nueva capacidad para estar presentes con Dios y
entrar en comunión con El.
Dios, más que hablamos en la contemplación, nos abraza en la contemplación. En otras palabras,
la oración contemplativa se parece más a un beso o un abrazo. Ejemplo: En un beso apasionado,
los enamorados expresan su deseo de darse el uno en el otro y de unirse mutuamente, hasta llegar
cada uno de ellos incluso a convertirse en el otro.
En la vida espiritual el fruto que surge, a partir de los movimientos de gran amor y la relación con la
vida diaria, recibe el nombre de matrimonio espiritual en la tradición cristiana. Es un estado en el
que el alma y Dios se funden como en una sola esencia, como si fueran una misma cosa. El alma se
une a las divinas personas por medio de la humanidad de Jesús. Y, a partir de ese momento, la
presencia de la humanidad de Jesús en el alma es permanente, no pasajera, como en la comunión;
es como si el alma llevara siempre consigo a Jesús sacramentado. En la Biblia hebrea hay un
poema magnifico, el Cantar de los cantares, que habla de la unión de Dios con el alma humana de
una manera bastante erótica. El Amado expresa el afecto más intenso y apasionado hacia la belleza
y la presencia de la Amada.
Enamorarme de Dios es el objetivo total de los pasos, llegar a tener plena conciencia de la
presencia de El, como su hijo, en la vida diaria.
Como también ir tomando cierta conciencia de mi sistema de creencias y valores culturales,
familiares y personales. Así tengo la oportunidad de cambiar mi actitud y estar alerta a los
movimientos negativos y a mis desordenes. De lo contrario, puedo echar a perder mis relaciones
con los demás y con Dios.
Porque puedo incluso entablar una relación disfuncional con Dios y, peor aun, tratar de
manipularlo.
Entrar en el silencio es lo que me hace más capaz de oír a Dios.
Esto me dará el valor para afrontar la cara oscura de mi personalidad y procesar gradualmente, el
material emocional no digerido en mi vida, permitiendo que aflore a la conciencia. Incluidas las
emociones reprimidas
Solamente tengo que aceptarlas, sentirlas, percibir donde se encuentran en el cuerpo y después
presentárselas a Dios para que las sane, y me libere de mis defectos.
San Juan de la Cruz dice: ≪La salud humana consiste en la experiencia consciente de la
presencia de Dios≫.
Modelo sugerido de oración: Dialogo con Dios - meditar su Palabra contemplar y hacer
Silencio.
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Oración: “Espíritu Santo de Dios, creo en Tu presencia en mi. Úngeme con Tus dones,
atráeme interiormente hacia Tu presencia. Sana las heridas de mi vida y permíteme entrar en
la plenitud de Tu presencia divina, que es vida, luz y Amor sin límites.
Mateo 26(39) “Y adelantándose un poco, cayó con el rostro en tierra, orando así: «Padre mío,
si es posible, que pase lejos de mí este cáliz, pero no se haga mi voluntad, sino la tuya”.
Mateo 6(6) “Tú, en cambio, cuando ores, retírate a tu habitación, cierra la puerta y ora a tu
Padre que está en lo secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará”.
Lucas 11(9-10) “También les aseguro: pidan y se les dará, busquen y encontrarán, llamen y se
les abrirá. Porque el que pide, recibe; el que busca, encuentra; y al que llama, se le abre”.
Juan 4 (13-14) “Jesús le respondió: «El que beba de esta agua tendrá nuevamente sed, pero el
que beba del agua que yo le daré, nunca más volverá a tener sed. El agua que yo le daré se
convertirá en él en manantial que brotará hasta la Vida eterna”.
Romanos 8(26-28) “Por eso, los que viven de acuerdo con la carne no pueden agradar a Dios.
Pero ustedes no están animados por la carne sino por el espíritu, dado que el Espíritu de Dios
habita en ustedes. El que no tiene el Espíritu de Cristo no puede ser de Cristo”.
Tito 3(4-6), “Pero cuando se manifestó la bondad de Dios, nuestro Salvador, y su amor a los
hombres, no por las obras de justicia que habíamos realizado, sino solamente por su
misericordia, él nos salvó, haciéndonos renacer por el bautismo y renovándonos por el
Espíritu Santo. Y derramó abundantemente ese Espíritu sobre nosotros por medio de
Jesucristo, nuestro Salvador”.
Resumen.
Es un proceso : corporal, elijo el lugar, que me sienta cómodo, de ser posible con silencio exterior;
de actitud y disposición interior, voy a conversar con Dios (disponer el corazón); saludo a Dios,
con actitud y recogimiento, me sitúo ante su persona, su presencia; busco la conexión, pido a El la
conexión, doy gracias por este encuentro. Para llegar a Adorar necesito conectarme con El…
escuchar mi respiración, sentir mi cuerpo liviano,
mis pensamientos centrados en la Palabra Sagrada, en el silencio aparece entonces ese momento
de consolación donde mi alma descansa en El.
Comienza por elegir una cita de las anteriores, o del Evangelio. Toma, por ejemplo, el relato que
hace San Marcos 2 (1-12) de la curación del paralítico. En este maravilloso episodio, los amigos del
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paralítico abren un hueco en el techo de la casa en la que Jesús está predicando. Luego hacen bajar
a su amigo frente al Señor con la esperanza de que lo cure. Si imaginamos la escena.
Leemos 4 veces
1) Primera lectura Como en cualquier oración, primero le pido a Dios que esté conmigo. Pido la
presencia de Dios. Pido su gracia, su Espíritu Santo. Después, leo el pasaje y uso la imaginación
para ir construyendo poco a poco la escena en mi mente; como lo diría San Ignacio, “composición
de lugar”.
¿Qué veo? puedo imaginar cómo luce la casa, cuál es la expresión del rostro de Jesús, o
qué dicen las miradas de los numerosos presentes.
2) Segunda lectura VER LAS PERSONAS… (Cómo si estuviese presente) Releo el pasaje
evangélico que quiero contemplar y miro la persona de Jesús, miro a los que le rodean.
¿Quién soy yo en este relato del Evangelio? ¿Soy uno de los que forman el gentío que
se ha reunido para ver a Jesús? ¿Soy el dueño de la casa, que se enoja porque le han
destrozado el techo de su casa? ¿Soy uno de los amigos del paralítico, que se
han subido a la azotea y temo perder el equilibrio y caerme? ¿O soy el paralítico
mismo, que espera ser curado con desesperación, pero sin saber qué puede hacer
realmente este carpintero de Nazaret?
quiénes son: Jesús, María y José, ángeles, apóstoles, otros personajes de cada hecho.
3) Tercera lectura OIR LAS PALABRAS… (Cómo si estuviese presente). Hago que las palabras que
se dicen entren en mí. Escucho las palabras que están escritas. Pienso en otras palabras que
pueden decir y lo que quiere expresar. Escucho el tono de voz, pues en él se manifiestan los
sentimientos de sus corazones. Especialmente las palabras de Jesús.
¿Qué oigo? El Evangelio dice que había mucha gente en la casa: Cuando ellos escuchan a
Jesús, ¿reaccionan con entusiasmo y en voz alta o guardan un silencio respetuoso? ¿Hay
ruidos que vienen desde el patio exterior? ¿Puedo imaginar el sonido de la voz de Jesús?
a quienes hablan y cómo hablan: con prudencia, oportunidad…
qué hablan: qué dicen, el sentido de sus palabras, qué está queriendo expresar.
Elijo una palabra sagrada, que es la que me hace “rhema” en el corazón como el
símbolo de mi consentimiento a la presencia y la acción de Dios en mi interior. Jesús dijo:
“Escrito [logos] está: No con sólo el pan vivirá el hombre,
mas con toda palabra [rhema] que sale de la boca de
Dios” Mateo 4(4).
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Una palabra rhema, es usualmente una comunicación de Dios diseñada y revestida de poder para su
aplicación a una situación específica. Cuando estamos leyendo la Biblia y un cierto versículo nos inunda
repentinamente con poder, estamos recibiendo una rhema (palabra viva) para nuestra necesidad personal.
Oración Auxilio: Invoco la presencia divina cuando necesito ayuda, cuando caigo en
resentimientos, cuando me siento en tensión o en situación de tentación, cuando siento vacío en mi
interior: “Señor te pido que acudas a mi”
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La duración mínima de esta oración es de 20 minutos. Con la práctica, este tiempo puede
extenderse a 30 minutos o más.
Los frutos principales de la oración se experimentan en la vida diaria