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TEMA REAVIVA FUEAGO

TEXTO
Lucas 3:15 Como el pueblo estaba en expectativa,
preguntándose todos en sus corazones si acaso Juan sería
el Cristo, 
3:16 respondió Juan, diciendo a todos: Yo a la verdad os
bautizo en agua; pero viene uno más poderoso que yo, de
quien no soy digno de desatar la correa de su calzado; él os
bautizará en Espíritu Santo y fuego
Introducción: muchos hombres se encontraron con el fuego
y el fuego cambio sus vidas LO IMPORTANTE no e s
encontrarme con el fuego es saber que clase de fuego es el
que voy a experimentar
En las Escrituras se habla de muchas clases de fuego, pero
uno de ellos, el fuego de Dios en los creyentes, debe ser
atendido y avivado en estos días de apostasía
Lucas 12:49 Fuego vine a echar en la tierra; ¿y qué quiero,
si ya se ha encendido?
Esta es una promesa de Jesús para estos tiempos
Palabras de nuestro Señor Jesucristo: “Fuego vine a echar
en la tierra”. Esto dijo nuestro Señor, son sus palabras.
¡Bendito Jesús!
estas palabras de nuestro Señor nos inspiren esta mañana.
Él dijo que había venido a la tierra a echar fuego sobre la
tierra. El fuego está asociado con el Señor, está asociado
con Dios de distintas maneras en la Escritura.
Todos conocemos la historia de la zarza. Cuando la zarza
ardía y Moisés se acercó y Dios le habló desde la zarza
ardiendo, la zarza no se consumía. Pero desde ese lugar
habló en llama de fuego el Dios de Abraham, de Isaac y de
Jacob para enviar a su siervo Moisés
El profeta Ezequiel, cuando ve la visión del trono de Dios en
el cap. 1, dice que era como una semejanza de fuego en
derredor de ese trono establecido en el cielo. También
Isaías, vio cómo, con un carbón encendido sacado del altar
que estaba delante del trono de Dios, viene un ángel, un
serafín hacia él, porque hay fuego delante de Dios.
El profeta Habacuc lo dice con estas palabras, con respecto
también al trono de Dios: “Su gloria cubrió los cielos, Y la
tierra se llenó de su alabanza. Y el resplandor fue como la
luz; Rayos brillantes salían de su mano, Y allí estaba
escondido su poder. Delante de su rostro iba mortandad, Y
a sus pies salían carbones encendidos. Se levantó, y midió la
tierra; Miró, e hizo temblar las gentes…” (Hab. 3:3-6).
Cuando hablamos de fuego : El fuego está asociado con el
poder, con la majestad, con la autoridad de nuestro Dios.
Juan, cuando vio al Señor Jesús en la isla de Patmos, dice
que los ojos del Señor eran como llama de fuego. Cuando
uno ve a una persona no se fija primero en su ropa, ni en
sus pies, ni en su cabeza. Lo que más llama la atención es la
mirada. Si alguien nos mira con amor, lo sabemos; si alguien
nos mira enojado, lo sabemos. Los ojos del Señor
impresionaron a Juan y cayó como muerto a sus pies. Sus
ojos eran como llama de fuego
Y cuando uno estudia acerca del fuego uno se encuentra
con diferentes fuegos
1. Fuego de la prueba
El fuego en la Escritura también está asociado con la
prueba. En Isaías dice: “Cuando pases por el fuego, no te
quemarás … cuando pases por las aguas, yo estaré contigo”
(Is. 43:2). “Cuando pases por el fuego, no te quemarás”,
porque cuando el Señor está con nosotros, ni el fuego
puede arder en nosotros. Hay fuegos de prueba.
“Amados –1 de perdo 4:12 dice el apóstol Pedro – no os
sorprendáis del fuego de prueba que os ha sobrevenido,
como si alguna cosa extraña os aconteciese” …
Esto ocurre en el mundo entero: hay una prueba
permanente sobre todos los hijos de Dios. Y en el primer
siglo, una prueba de fuego y de persecución había sobre la
iglesia de Dios.
Pero también nuestra fe es probada. Así como el oro se
prueba con fuego, así también nuestra fe ha de ser probada
por fuego.
En el libro de Daniel se registra el caso de tres varones,
Sadrac, Mesac y Abed-nego. Ellos declararon: “El Dios a
quien servimos puede librarnos del horno de fuego
ardiendo”. Ellos pasaron por el fuego,
pero no se quemaron, ni olor a humo salió en ellos.
También en Corintios dice que la obra de cada uno, el fuego
la probará. El fuego de prueba revelará la realidad de la
obra de cada uno, de la fe de cada creyente. El fuego de
Dios, el fuego de la prueba viene sobre cada creyente
1 corintios 3:13 la obra de cada uno se hará manifiesta;
porque el día la declarará, pues por el fuego será revelada;
y la obra de cada uno cuál sea, el fuego la probará.

2. El fuego de aprobación

con fuego, ése fuera Dios. Ustedes conocen la historia,


todos los artificios que hicieron los falsos profetas y no hubo
respuesta. ¡Cómo iba a haber respuesta, si Baal no es Dios!
Sin embargo Elías, cuando le tocó su turno, puso el altar, lo
edificó, puso la leña, puso el buey descuartizado, hizo una
zanja alrededor, la llenó con agua. Cuando Elías oró, fuego
del cielo descendió y consumió el holocausto, porque
nuestro Dios responde. Nuestro Dios es real, vivo,
verdadero. ¡Bendito sea su nombre!
Veamos cuando Moisés consagró a los sacerdotes. Esto lo
voy a leer brevemente. Esto es una cita de
Levítico 9. Cuando fue consagrado Aarón y hubo una
reunión solemne. Dice: “Y entraron Moisés y Aarón en el
tabernáculo de reunión, y salieron y bendijeron al pueblo;
y la gloria de Jehová se apareció a todo el pueblo. Y salió
fuego de delante de Jehová, y consumió el holocausto con
las grosuras sobre el altar; y viéndolo todo el pueblo,
alabaron, y se postraron sobre sus rostros” (Lv. 9:23-24).
Oh hermanos, díganle a un hebreo de hebreos, díganle a un
descendiente de Abraham, de Moisés, de Jacob, díganle a
uno que tiene a Moisés entre sus antepasados que no hay
Dios. Ellos saben por la historia, ellos lo vieron de verdad,
porque el Señor con fuego del cielo quemaba el holocausto
y todo el pueblo se postraba y alababa a su Dios.
El fuego de aprobación, en Crónicas. Cuando Salomón acabó
de orar -cuando inauguraron el templo de Salomón, ese
templo lleno de oro, tan precioso-, cuando Salomón acabó
de orar, descendió fuego de los cielos y la gloria de Dios
llenó la casa de Jehová, y los sacerdotes no podían entrar a
causa de la gloria de Dios. Nuestro Dios es “fuego
consumidor”, dice Hebreos. El fuego está asociado con el
Señor, el fuego de aprobación. Cuando Dios aprueba,
responde con fuego desde el cielo.
3. el fuego del juicio de Dios
Hay otro fuego que también está muy cercano en nuestro
conocimiento del Señor. Todos hemos leído o alguna vez
escuchado en los días de Abraham, cuando fuego del cielo
cayó sobre las ciudades impenitentes, sobre las ciudades
pecadoras, Sodoma y Gomorra. Fuego descendió, y en un
instante fueron consumidas, y el humo de la ciudad subió
como el humo de un gran horno. Cada vez que muestran
imágenes en la televisión o en películas, acerca de las
bombas atómicas en Hiroshima y Nagasaki al final de la
segunda guerra mundial, y sube ese hongo, me parece que
así debe haber sido algo parecido lo que vio Abraham
cuando vio subir el humo como el humo de un gran horno.
Si usted destapa un horno, sube un humo así que se
transforma como en un hongo, porque el fuego del juicio de
Dios se dejó caer en aquel tiempo.
Hebreos 10:27 sino una horrenda expectación de juicio, y
de hervor de fuego que ha de devorar a los adversarios.
4. fuego eterno
El Señor Jesús habló también del fuego eterno. Pero no es el
fuego del juicio nuestro tema, sólo lo menciono. Porque hay
un fuego eterno preparado para Satanás y todos sus
ángeles. Hay un lago de fuego donde la muerte y el Hades
irán a parar; hay un lago de fuego donde irán todos aquellos
que no están inscritos en el libro de la vida del Cordero.
Todos los soberbios, todos los altivos, todos aquellos
inteligentes, los filósofos de nuestros días, irán a parar allí,
todos los que no se arrepintieron. Aun la venida del Señor
será en llama de fuego, en retribución para castigar a los
rebeldes, a los que no han recibido el evangelio

5 El fuego de Dios en los creyentes

Si alguien tiene la Biblia, abra Jeremías 20:9. ¡Ayúdanos,


Señor! Hemos leído muchas veces esta palabra que
comienza en realidad en
el versículo 7: “7Me sedujiste, oh Jehová, y fui seducido;
más fuerte fuiste que yo, y me venciste; cada día he sido
escarnecido, cada cual se burla de mí. 8Porque cuantas
veces hablo, doy voces, grito: Violencia y destrucción;
porque la palabra de Jehová me ha sido para afrenta y
escarnio cada día. 9Y dije: No me acordaré más de él, ni
hablaré más en su nombre; no obstante, había en mi
corazón como un fuego ardiente metido en mis huesos;
traté de sufrirlo, y no pude”.

Hermanos, recordemos la palabra que leímos al principio:


“Fuego vine a echar en la tierra; ¿y qué quiero, si ya se ha
encendido?”. El fuego del Señor se mete en lo más
profundo de nosotros. Cuando está de verdad el fuego de
Dios en una persona, no está solamente tocado en la parte
externa suya, no es sólo un entusiasmo emocional que dura
como un suspiro. Es algo mucho más profundo: ¡a los
huesos mismos! Nosotros lo primero que vemos es la piel
de una persona, sabemos que después de la piel viene la
carne, vienen nuestros músculos, las arterias y todo lo
demás. Pero todo eso es como más frágil, eso se consume
más rápidamente. Lo último que se consume, si es que se
consume, son los huesos. Después de los huesos está la
médula, los tuétanos.

Pero, amados hermanos, el fuego del Señor se mete dentro


de nosotros. Este fuego es capaz de prevalecer por sobre la
depresión del profeta. Él, al ver que el mundo se le venía
encima, al ver que había que había vergüenza y había
afrenta por causa de la palabra que había recibido. Él tenía
una encomienda; el proclamar lo que proclamaba le
significaba dolor, le significaba burla, le significaba
persecuciones. Él quiso escapar de eso, la prueba era
demasiado grande para él, se desanimó tremendamente.
Pero cuando quiso callar, fue imposible callar, porque se
encontró que había un fuego metido en sus huesos. ¡Gloria
al Señor, hermanos!
¡Bendito sea el nombre del Señor, porque este fuego de
Dios está presente en todos los creyentes, los que hemos
recibido al Señor en nuestros corazones! ¿Cuántos tienen al
Señor en su corazón? (¡Amén!). ¿Cuántos han recibido el
Espíritu del Dios vivo dentro de ellos? (¡Amén!).
Hay un fuego metido en tus huesos, hermano, y aunque tú
quisieras callar, no lo puedes hacer. Este fuego es superior,
porque más poderoso es el que está en nosotros que el que
está en el mundo. No es el fuego del entusiasmo humano:
es el fuego del cielo metido en el corazón de un creyente.
¿es verdad o no es verdad? ¡Aleluya, es un fuego que
prevalece, es un fuego que nos hace vencedores!
El profeta también decía que las palabras, la palabra de Dios
había venido a ser como un fuego en su boca. Claro, porque
de la abundancia del corazón habla la boca, de lo que está
claro y firmemente arraigado en lo más profundo. Eso es lo
que sale a la luz. Si en lo más profundo de tu corazón tú
tienes frustración y amargura, aunque tengas la apariencia
más grande, tarde o temprano saldrá a luz la herida, la
amargura, el dolor. Mas, si tienes un fuego metido adentro,
aunque todo el mundo te quisiera apagar, ese fuego va a
prevalecer, ¡y tú vas a salir confesando que Jesucristo es el
Señor! ¡Confesémoslo, porque él es el Señor! ¡Jesucristo es
el Señor!

¡Aleluya! Que arda ese fuego, hermanos, porque no es el


entusiasmo nuestro. No es algo humano, es el Señor en
nosotros.

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