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EL ADOLESCENTE Y SU FAMILIA

PROBLEMAS
Problemas que pueden atravesar los adolescentes
Escrito por Edith Beatriz Burgos

“CAMBIA…TODO CAMBIA…”
Adolescencia, momento de la vida donde se pueden sentir tormentos y fuertes emociones así
como frecuentes enfrentamientos entre las generaciones jóvenes y la de los adultos.
Los cambios físicos aparecen a partir de los diez u once años en las mujeres y un poco después
en los varones. Debido a la velocidad de la transformación del cuerpo, muchos adolescentes están
preocupados por su apariencia y necesitan ser tranquilizados. Todo este crecimiento, utiliza gran
cantidad de energía, lo cuál podría tener que ver con la necesidad que tienen de dormir más. El
levantarse tarde de los adolescentes irrita a los padres pero no es producto de la pereza de sus hijos,
sino de causas hormonales y físicas.
Es importante tener en cuenta que cada sujeto se desarrolla a un ritmo diferente.
Además del rápido desarrollo físico, se producen grandes cambios emocionales que aunque son
positivos, a veces pueden ser confusos e incómodos para los adultos y para el propio sujeto.
Para construir una nueva forma de ser en el mundo… los adolescentes deben salir de sus casas.
El grupo de amigos es lo más importante en este momento de la vida, y es el lugar donde ellos van a
construir su nueva subjetividad. Los padres se hacen menos imprescindibles. Los jóvenes pasan mucho
tiempo hablando por teléfono, al frente de la computadora, escuchando música o fuera de casa, lo que
irrita a los padres y produce conflictos.
Los conflictos y discusiones, aunque sean frecuentes, no tienen que ver con la personalidad de
los padres ni con el que ellos. No es que no nos aprecien o no nos quieran más, sino que está
relacionado con la necesidad de los adolescentes de independizarse y construir su propio proyecto de
vida.
A la vez que se esfuerzan por ser más independientes, intentan nuevos caminos; pero si se
enfrentan con dificultades, suelen enfurecerse, estar mal humorados y perder la confianza en sí mismo;
lo que los lleva a refugiarse en sus familias.
Los problemas más frecuentes que pueden atravesar los adolescentes son:
Problemas emocionales:
Que adolescente no se ha sentido tan triste que ha llorado y deseado alejarse de todo y de
todos; pensando que lo vida no merece la pena vivirla. Estos sentimientos pueden dar lugar a un estado
depresivo que puede esconderse bajo excesos alimenticios, problemas para dormir y preocupaciones
excesivas sobre su apariencia física. También pueden expresarse estos trastornos en forma de miedos o
ataques de pánico.
Problemas de conducta:
Por un lado los adolescentes desean que sus padres sean claros y les suministren límites
precisos pero cuándo esto se realiza, ellos sienten que le quitan la libertad y no le permiten tomar sus
propias decisiones. Se producen desacuerdos y muchas veces los padres pierden el control no sabiendo
que les está pasando a sus hijos, ni donde están.
Por lo tanto, es importante que los padres pregunten y conozcan donde están sus hijos, con
quién están y adonde van. Y los hijos informen a sus mayores.
Problemas escolares:
Muchas veces los adolescentes rechazan ir al colegio expresando así una dificultad en separarse
de sus padres. Esto se puede expresar en forma de “dolores de cabeza” o “estómago”.
Otros de los problemas puede ser la dificultad de integración al grupo de pares o conflictos con
algún alumno, puede estar siendo acosado por algún compañero. Todas estas situaciones pueden hacer
que concurrir al colegio se convierta en una experiencia solitaria y amenazadora.
Otros problemas pueden estar asociados a estados depresivos, ansiosos y a la falta de confianza
en sí mismos para encarar los desafíos del aprendizaje escolar y el de hacerse de amigos.
Estos problemas emocionales afectan al rendimiento escolar, pues es difícil poder concentrarse
en la tarea cuando se está preocupado por uno mismo, los problemas familiares o de amistades.
Problemas sexuales:
A veces los adolescentes son tímidos y están preocupados por su físico y esto lleva a que no
hagan preguntas acerca del sexo a sus mayores. En otras oportunidades pueden recibir información
errónea de sus amigos y compañeros.
En otras ocasiones, puede ocurrir que sus experiencias sexuales las realicen en situaciones de
riesgo de embarazos no deseados o de posibles contagios de enfermedades de transmisión sexual. El
frecuentar situaciones de riesgo puede indicar problemas emocionales o reflejar una necesidad de vivir al
límite.
Para prevenir dichos problemas sexuales es importante que los padres, docentes, médicos de
cabecera o centros de orientación familiar, ofrezcan a nuestros jóvenes la adecuada información y
orientación sexual.
Problemas de alimentación:
Pueden sufrir de anorexia o bulimia nerviosa. Con respecto a la primera enfermedad, el sujeto se
niega a comer y se ve con sobrepeso aunque realmente esté muy delgado. Con respecto a la bulimia,
pueden tener sobrepeso o no pero ellos canalizan sus problemas a través de la ingesta inadecuada de
alimentos, esto los deprime y hace que deseen superar este estado de ánimo a través de la comida
produciéndose un círculo vicioso difícil de controlar si no se los pone en tratamiento.
Problemas con el uso de alcohol, drogas y pegamento:
El alcohol es la droga que mayor frecuencia causa problemas en los adolescentes. Los padres
deben estar atentos a cualquier cambio repentino y grave de conducta de sus hijos.
La mayoría de las dificultades en la adolescencia no son ni graves ni duraderas, pero el
adolescente tiene que pasar por alguna de ellas para constituirse en un ser libre e independiente con un
proyecto de vida.
Los padres todavía cumplen un papel importante brindando una base segura a sus hijos. Para
ello tienen que ponerse de acuerdo entre sí sobre como están manejando las cosas y apoyarse el uno al
otro. No hay que realizar alianzas con el hijo, contra el otro progenitor.
Los padres son los que mantienen a sus hijos, por eso ellos tienen que decidir cuáles son las
reglas del juego aunque a veces puedan ser negociadas y acordadas entre padres e hijos. Dichas reglas
deben ser razonables y serán menos restrictivas cuándo el adolescente se haga más responsable.
Se debe mantener un diálogo fluido y permanente con los hijos así ellos podrán acudir a nuestro
encuentro cuándo lo necesiten. Para ello es preciso que se sientan escuchados, no criticados y no
avasallados.
Diálogo y escucha, dos principios fundamentales para afrontar todos los cambios que se suceden
en este maravilloso momento de la vida de nuestros hijos.
Lic. Edith Beatriz Burgos
DRAMATIZACION

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“LA AUTORIDAD CUESTIONADA”

Relator:
Vivimos una época en que los hijos desafían, con más éxito que nunca, a padres inseguros o
temerosos.
María tiene 15 años. Para estar a tono con sus amigas quiso hacerse un piercing. El pendiente en el
ombligo fue tema de discusión en casa una y otra vez. Y la decisión de sus padres, terminante: ¡No!
Indignada, María juntó valor y a escondidas de los progenitores se hizo colocar su deseado pendiente
plateado. Sus padres se enteraron por casualidad, y tarde, con el hecho consumado.
Facundo tiene 4 años y cada vez que pasa por una tienda quiere una golosina distinta. Se planta en la
acera y la exige a gritos. Su mamá, que le sigue el paso cargada con las bolsas de la compra, intenta
adelantar un "no", pero Facundo insiste. La mamá explica, elabora los motivos de su negativa, pero no
logra disuadirlo. Desplegando toda su estrategia, Facundo se tira al suelo, grita, llora y patalea.
Sordos y enmascarados. O taladrantes y persistentes. El permanente desafío de los chicos (y no tan
chicos) a la autoridad es moneda corriente para los padres de hoy.
"Los chicos ya no son lo que eran". "Antes éramos más respetuosos". "Yo nunca me hubiera atrevido".
"Antes, estas cosas no pasaban". ¿Quién no ha escuchado lamentos como éstos últimamente?
Tal vez sea necesario analizar la dinámica que se produce en cada casa, colegio o situación en la que
conviven adultos y menores. Una necesaria relación de poder en la que unos deberían construir una
sana imagen de autoridad y los otros, respetarla.
Cuando alguien (chico o grande) se atreve a desafiar a otro, es porque cree que tiene posibilidades de
ganar en esa especie de pulseada imaginaria que se da en la relación. Y si hablamos de chicos
desafiantes e hiperestimulados, por un lado, y de adultos agotados (por su pareja, su trabajo, su aspecto
físico, sus proyectos personales y el poco tiempo disponible), por el otro, las posibilidades de que los
primeros ganen serán muchas.
"No creo que los chicos sean más desafiantes que antes. Cuando yo era chico pataleaba. Y mis amigos
también. Pero si un chico se pasaba, recibía una reprimenda (a veces, con cachetazo incluido) que no
olvidaba jamás", sostiene el doctor Marcelo Viñar, médico, psicoanalista, ex presidente de la Federación
Psicoanalítica de América Latina (Fepal) y ex presidente de la Asociación Psicoanalítica del Uruguay. Y,
si bien aclara que no propone volver a la violencia física, deja entrever una idea que también suscribe la
licenciada Elvira Giménez de Abad, psicopedagoga,y orientadora familiar: "Antes era «no» y no se
discutía. Tampoco eso era bueno… Pero ahora nos fuimos del otro lado".
En una época en que los mayores no se hacen de tiempo suficiente para dedicarse a sus hijos,
acompañarlos en su crecimiento, buscar nuevas estrategias y reflexionar sobre el vínculo, algo está
funcionando mal en la relación con los chicos.
Confrontación saludable
"Los hombres se parecen más a su tiempo que a sus padres", afirmó el sociólogo Max Weber. Y los
tiempos actuales parecen condicionar más que nunca las relaciones familiares. "Las familias no viven
encapsuladas en una burbuja –dice Viñar–. Viven abiertas a los medios, con una mayor interpenetración
entre el espacio público y el privado. Hoy, si un padre trata de decir algo, ese discurso será avalado o
contrarrestado por lo que aparece en los medios."
Entonces, la confrontación no sólo es necesaria, sino deseable. "Cuando hay hostigamiento y
descalificación, la confrontación puede ser destructiva; pero las diferencias pueden ser tratadas de modo
respetuoso", reflexiona Viñar.
Los momentos de enfrentamiento dentro de una familia –que existen y son saludables– no son episodios
únicos, como cuando uno enciende una cerilla, que se apaga enseguida, sino que refieren a una historia:
hay un momento de irritación que forma parte de una secuencia. Y es en la secuencia donde el
enfrentamiento puede ser fecundo, cuando hay esclarecimiento y cambio de actitudes.
Claro, el resultado puede ser nefasto cuando todo termina en una ruptura o en un silencio. "La vida
siempre es chisporroteante y contradictoria; en general, hay que tomar las zonas de malestar como
zonas para trabajar, para pensar en conjunto, para hablar una, dos, diez veces. Porque lo que no se
entiende el primer día o el primer mes, a veces se entiende al año siguiente. Hay conflictos que parecen
insufribles y, al tiempo, han desaparecido", concluye Viñar.
Pero a menudo vemos padres incapaces de imponer límites. "La autoridad de los padres muestra
fragilidad porque también las instituciones están frágiles. Un ejemplo: antes, el maestro siempre tenía
razón; ahora está continuamente cuestionado", sostiene Giménez de Abad.
Ese cuestionamiento ya no es sólo de palabra. Situaciones como festejar el fin de curso cometiendo
desmanes en el colegio, hechos de violencia física contra los docentes y desautorización de directivos ya
no sorprenden a nadie.
La especialista en educación María Paula Pierella bucea en los modos en que la institución escolar
intentó establecer un modelo más democrático y participativo después de la dictadura que finalizó en
Argentina en 1983. Según su visión, en esta búsqueda los docentes abandonaron el lugar "del que sabe"
para ocupar un rol secundario, de acompañante o facilitador del aprendizaje. Así, se comenzó a dudar
del maestro, a denunciarlo como coartador de la libertad del alumno. Y su autoridad se desdibujó.
Para Diana Mindlis, psicoanalista, el problema es que los adultos –padres, docentes o familiares– han
perdido su lugar: "En este tiempo, las diferencias entre menores y mayores se han desdibujado. En los
medios, los chicos aparecen como grandes en miniatura. Y en la calle, el modo de vestir es
prácticamente el mismo. Como adultos, nuestra responsabilidad es volver al sentido de los límites. Y los
límites se logran cuando el adulto rescata su función crítica y orientadora a través de la palabra y abre un
espacio de reflexión, de pregunta y de relato posible. Si el adulto toma su lugar, el niño y el adolescente
retomarán el suyo".
Viñar prefiere presentar esta idea con una imagen. "El chico, para salir al mundo, traspasa ciertas
puertas que deben estar cerradas y custodiadas por el adulto y que deben presentar alguna resistencia.
Porque si la pasa sin esfuerzo, el envión que toma previendo la resistencia le puede provocar serias
heridas." En síntesis: es tarea del chico desafiar y es tarea del adulto resistir.
Ahora, así como la provocación se presenta para los chicos como un acto instintivo, para los adultos la
autoridad se debe ejercer de un modo consciente y con esmero.
"Los papás necesitan reflexionar sobre las cosas a las que dirán no siempre y sobre aquellas a las que
siempre dirán sí. Porque al chico le perturba esa falta de seguridad –explica Giménez de Abad–. El
hábito de decir que sí para sacárselo de encima y después, cuando se lo piensa mejor, cambiar de idea y
decir no, es perjudicial. Lo que el chico necesita son pautas claras."
Los especialistas coinciden: es normal que un chico intente vulnerar la voluntad del adulto. Pero el adulto
que mantiene su postura brinda seguridad, protege y ofrece un marco adecuado para el crecimiento.
El miedo a los hijos
Probablemente sea, para muchos, el temor a viejos fantasmas –gobiernos autoritarios, padres
represores– lo que impide tomar las riendas de la educación de los hijos.
"No es bueno mezclar todo en la misma bolsa", matiza Viviana Martínez, ex docente y mamá de una
adolescente. "Las dictaduras nos dejaron el miedo al autoritarismo, a la arbitrariedad, a la impunidad.
Pero la autoridad no es mala, sino necesaria y ordenadora. En una familia, las reglas las ponen los
adultos y los menores las cumplen. Porque la familia, aunque tenga diálogo, es un sistema jerárquico, no
democrático. Los hijos y los padres no somos iguales, y eso no significa ser autoritarios, sino reconocer
las responsabilidades de cada uno."
Uno de los efectos más comunes cuando se intenta evitar el autoritarismo es que los padres justifican
cada negativa.
"Explicar, sí. Abundar, no –previene de Abad–. Es mejor decir «esto no porque te hace mal» y no dar una
explicación que dure tres horas. Pasado el momento de crisis, los chicos terminan abandonando la lucha.
No habrá pelea si no hay contra quién pelear."
Tanto tiempo de flexibilidad parece haber hecho mella en los padres. "No queremos hacer de malos,
queremos que todo fluya… y la verdad es que lo único que se consigue es confundir a los chicos",
reconoce Martínez.
Y si de confusión hablamos, los padres del nuevo siglo parecen tanto o más confundidos que los propios
hijos. La inseguridad sobre el propio rol y el temor a no ser respetado es hoy un rasgo común.
"Llegué a casa y encontré a mi hija junto a dos amigas, tomando alcohol", cuenta una mamá, que pide
reserva de identidad. "Tenían una fiesta, pero, francamente, no estaban en condiciones de salir en ese
estado. Lo primero que sentí fue inseguridad sobre qué pasos debía dar. Sólo cuando consulté con las
otras madres decidí prohibirles salir. Fue duro darme cuenta de que no me animaba a imponerme a tres
chicas de 17 años y a decirles lo que el sentido común indicaba. Creo que tenía miedo de que no me
hicieran caso."
Claro, nada garantiza que no habrá una pulseada por el poder. "Cuando Federica se dio cuenta de que
nosotros, sus padres, podíamos tener ganas de salir solos o con amigos, comenzó a empeñarse
sistemáticamente en evitarlo –cuenta Viviana Susena, madre de Federica, de 8 años, y de un varón de
3–. Sus recursos fueron varios: dolores inventados, ilusión de una comida «especial» para tres, lágrimas
conmovedoras... Más de una vez tuvimos que interrumpir una cena para atender sus llamadas: en una
de ellas nos dijo que estaba llorando, abrazada a una foto nuestra."
Acuerdos
Los chicos siempre encuentran la estrategia adecuada para vulnerar la voluntad de sus padres, parece.
"El niño siempre empujará el límite para ver si lo puede desplazar un poquito –explica Giménez de
Abad–. Y habrá momentos en que lo logrará. Pero ese comportamiento no puede convertirse en regla."
A medida que el tiempo pase, habrá que revisar los acuerdos. Será en esos momentos (por lo general,
dados por el crecimiento o por cambios externos) en que se impondrá la necesidad de actualizar los
compromisos mutuos. Y para detectar cuándo es necesario corregir el rumbo, la primera instancia será
aprender a escuchar. Los padres suelen decir: "Yo siempre hablo con mi hijo". Pero no se trata sólo de
hablar: lo ideal es conversar, haciendo especial esfuerzo en escuchar de manera atenta. Como bien
marca Giménez de Abad, lo llamativo de esta época no es que los jóvenes no quieran escuchar a sus
padres –cosa que siempre ha ocurrido–, sino que los padres no se hagan un tiempo para escuchar a sus
hijos.
El pendiente en el ombligo está ahí, frente a ellos. Padre y madre, que lo habían prohibido, se indignan.
Pero el piercing es un hecho. ¿Qué hacer? Después de consultar a una especialista, quien les recuerda
que ellos son la autoridad, el papá y la mamá de María la llevan a la consulta del pediatra y se lo hacen
quitar.
La mamá de Facundo también duda. Ella no tiene una especialista a quien consultar. Sólo se encuentra
con otros adultos que la miran con vergüenza ajena. ¿Qué hacer? ¿Puede uno dejarse ganar por el
berrinche de un chico de 4 años? Tres bolsas en una mano, cartera y mochila colgando del hombro, la
abuela esperando en casa… "Ma sí, comprate lo que quieras." Facundo reabsorbe sus lágrimas y se
lleva, con sonrisa triunfante, una bolsa de patatas fritas, una chocolatina y dos caramelos.
Establecer límites, contener, y a la vez imponerse. Una tarea trabajosa, que requiere esfuerzo, reflexión,
paciencia, amor y constancia. Es bueno recordar que los límites que no se impongan en casa se
recibirán desde afuera (la maestra, el profesor, el celador, la policía) y por lo general, de un modo más
violento.
Hacer lo que ellos quieren o hacer lo que se debe… ésa es la cuestión. "No queda otra salida que
hamacarse con los recursos de a bordo y navegar –remata Marcelo Viñar–. No hay que renunciar a
navegar. Hacerse cargo es la única respuesta posible para los adultos."
Hacia una independencia sana: normas y límites. Rabietas
¿qué hacer?

1. Hola Lolita. Mi hija Julia tiene 13 meses. Cuando debo empezar a poner normas, limites etc? Siendo
tan pequeña, no se si entiende que la estoy riñendo o que le estoy diciendo que no a algo. Gracias.
Patricia

» Hola Patricia, El gran reto de los padres y madres es alimentar la pasión y la implicación de nuestros
hijos e hijas en el mundo, así como enseñarles a adaptarse a las normas de la sociedad. Y lo más
efectivo es ser padres y madres firmes y amorosos; para poder acompañar adecuadamente a nuestros
hijos e hijas. En este sentido, es fundamental saber decir "no", cuando corresponda; siempre desde el
amor y el respeto; con voz firme y segura. Tu hija de 13 meses, poco a poco irá comprendiendo la
intención de sus padres, y valorará vuestras emociones. Actualmente es una exploradora, está
empezando a investigar y descubrir el mundo que le rodea. Es el momento de crear un entorno seguro
en casa (libre de peligros: proteger enchufes, quitar de su alcance productos de limpieza, proteger
bordes y picos de muebles...). Es la edad en la que empezamos a establecer los LIMITES DE
SEGURIDAD, que permitirán proteger la salud de vuestra hija. Tranquilamente, cuando tengas que decir
"no" a tu hija, hazlo ("no se toca el enchufe", con cara seria, y voz contundente y la apartas del peligro).
Desde la tranquilidad, sin ponernos nerviosos. Y luego, seguiremos con lo que estábamos haciendo,
como si nada hubiera pasado. gracias por tu pregunta! Lolita.

2. Mi hijo tiene 2 años y 4 meses y queremos que empiece a dejar de utilizar pañales. Le animamos
cuando siente ganas de hacer caca, que no se esconda y que vaya al baño a hacerlo en el orinal o en el
adaptador, pero se niega. ¿Cómo podemos ayudarlo?

» Aprender a controlar esfínteres depende de la madurez del niño, más que de normas y límites. Si el
niño está preparado física y emocionalmente, empezaremos el proceso de "retirar los pañales", PERO si
no está preparado, tendremos paciencia y esperaremos el momento adecuado. Indicadores para saber si
tu hijo está preparado para retirarle los pañales: 1.Le llama la atención cuando le cambian el pañal a otro
niño/a. 2.Le gusta estar presente y mirar cómo papá/mamá van al aseo. 3.Está varias horas sin mojar el
pañal. 4.Sabe cuándo tiene ganas de hacer pipí o caca. 5.Intenta controlar su entorno: por ejemplo, sin
querer quitarse una camiseta que lleva puesta. 6.Le gusta jugar con agua, abrir y cerrar los grifos... Si tu
hijo cumple con estos requisitos, está preparado para empezar a quitarle el pañal y, entonces sí, podéis
establecer unas normas al respecto: 1.El orinal se utiliza en el aseo (nada de ir colocándolo en cualquier
habitación de la casa, como si fuera un juguete más). 2.Cuando tengas ganas de pipí o caca, avisa a
mamá o papá y te acompañaremos al aseo. --al principio, es una sugerencia, para que vaya cogiendo el
hábito-- CON MUCHA PACIENCIA Y AMOR. (por lo que comentas, actualmente se niega a hacerlo: no
se le puede obligar. PODEÍS LEERLE EL CUENTO titulado "TENGO PIS"; que le ayudará a coger la
rutina de ir al aseo) 3.Le explicaremos los pasos para hacer pipí/caca, y serán una norma a cumplir poco
a poco (bajarse la ropa, hacer pipí/cada, limpiarse con papel, subirse la ropa, tirar de la cadena y lavarse
las manos). REPETIREMOS ESTOS PASOS UNA Y OTRA VEZ hasta que el niño los vaya aprendiendo.
INSISTO: CON MUCHA PACIENCIA Y AMOR. ¡Animo!

3. Muy buenas, soy Laura y tengo una nena de 6 meses, que se despierta por la noche casi siempre a la
misma hora gritando como si le doliese algo, la cojo en brazos y sigue durmiendo, la gente me dice que
es bracitis pero no se que puedo hacer. Gracias

» Hola Laura, a los 6 meses recomiendo que atiendas a tu hija todas las veces que sea necesario, sin
miedo a que se malacostumbre. Es muy pequeña para empezar con normas y límites. Tu hija te
necesita, te llama, y tú le respondes adecuadamente cogiéndola. Si te parece que le duele algo, mira a
ver si tiene gases, si está estreñida (quizás un masaje en la barriguita antes de dormir le vendría bien) -
si necesitas más información sobre masaje infantil puedes ver nuestra web (www.centroandares.com) o
enviarme un mail: lterol@centroandares.com Animo! Lolita.

4. Cuando voy de compras con mi hijo, y no le dejo tocar las cosas de las tiendas, termina tirándose por
el suelo, montando el escándalo y me toca irme corriendo para que no moleste más.... ¿cómo puedo
solucionarlo? Gracias.

» Hola. Por la descripción que haces de la situación, parece que estamos hablando de una rabieta
¿verdad? (pérdida de control, desbordado por sus propias emociones, y puede ir acompañado de
pataletas, lloriqueos, gritos, llantos...) Las rabietas suelen aparecer alrededor de los 2 años y pueden
durar hasta los 4 o 5... poco a poco irán desapareciendo. Se trata de una etapa de "crisis" del
crecimiento infantil. Forman parte del desarrollo de nuestros hijos ,y es importante cómo reaccionamos
los adultos ante las rabietas. En la situación que comentas, tu hijo se revela contra el límite que le has
puesto de "no tocar las cosas de las tiendas". Y puede que influya también si tu hijo se encuentra
cansado o tiene hambre (en estas condiciones tanto adultos como niños estamos más irascibles
¿verdad?) Está bien que le pongas este límite de "no tocar las cosas". PERO ¿qué tal si motivas a tu hijo
con algún juego para que no llegue al límite y se desencadene la rabieta? POR EJEMPLO: puedes
proponerle que sea tu ayudante, y que se encargue de... algo que le resulte interesante y sea
proporcionado a su edad (no sé qué edad tiene) -ayudarte a llevar un artículo que vas a comprar, buscar
dónde está algún producto que tienes que comprar, etc...- dale una meta, un propósito... para él será un
juego divertido y a ti te ayuda a hacer más llevadero el momento de la compra. ¡animo!
5. Cual consideras que es la mejor edad para comenzar a ir a la guarderia?

» Antes de los 8 meses, o después de los 18 meses. Evitaremos el inicio de la escuela infantil entre los 8
y los 18 meses, que es cuando se produce -aproximadamente- la etapa de separación de mamá (o
adulto de referencia). Te remito a nuestro foro, donde puedes encontrar PAUTAS PARA FACILITAR
UNA BUENA INCORPORACIÓN A LA ESCUELA INFANTIL. Animo!

6. Hola Lolita. Tengo una hija de 5 meses que a menudo se pone a berrear como una loca y no sabemos
a qué se debe. Gracias

» Hola! Como he comentado antes sobre un bebé de 6 meses. A estas edades no tienen sentido las
normas y límites, y, por supuesto, el llanto de tu bebé de 5 meses no es una rabieta. Lo único que puedo
decirte, al no tener más datos sobre vosotros y vuestra hija, es que acudáis a su llanto, la cojáis en
brazos, le déis todo vuestro amor y tratéis de ir identificando qué quiere deciros con su llanto. Y en caso
de dudas, podeis consultar con vuestro pediatra. Estamos a vuestra disposición en
www.centroandares.com gracias.

7. Hay alguna forma para que aprenda acomer de todo sin ser tan selectivos. Ya sabe con 15 meses lo
que le gusta y lo demas me dice que no...en especial los pures. Gracias

» El "mundo de las comidas" también debe ir acompañado de ciertas normas. Te recomiendo que desde
el principio (es decir, desde YA) dejes claro que se come lo que se ha cocinado. Nada de menús a la
carta (siendo flexibles, por supuesto en ocasiones especiales, por ejemplo, si nuestro hijo/a está
enfermo, etc.) Para llevar esto a la práctica: 1.Prepara poca cantidad de lo que le gusta menos, para que
tenga la satisfacción de terminarse su ración. Y la felicitas por eso. 2.Mezcla alimentos que le gustan,
con aquellos que le gustan menos y que tenga que comérselos a la vez. Por ejemplo: puré con trocitos
de pan, o trocitos de algo que le guste. ánimo!

8. Por las mañanas, mi hija de 3 años -que es muy cabezota- se empeña en elegir ella la ropa, y
terminamos discutiendo, me pongo nerviosa por las prisas para llegar al cole y termina manipulándome.
¿cómo puedo solucionarlo?
» A los 3 años de edad, los niños y niñas tienen mayor sentido de sí mismos como individuos y están en
plena etapa de rivalidad y egoísmo (intentan imponer su voluntad); les gusta afirmar su independencia.
Ahora entiendes mejor porqué tu hija "es muy cabezota", como tú dices ¿verdad? ¿Cómo puedes actuar
tú en la situación que comentas? Por ejemplo: podrías darle a elegir los calcetines y las braguitas y tú
eliges el resto de la ropa. Establece esa norma "Mamá decide qué ropa te pones, y tú eliges tus
calcetines y las braguitas"... y se la recuerdas por la mañana, antes de que surja el conflicto: "a ver
¿quién es la encargada de buscar los calcetines y las braguitas?" -ella se sentirá responsable,
independiente, ... y animada- y tú mientras tanto coges la ropa que se tiene que poner. Es un ejemplo.
Utiliza tu ingenio para transformar las situaciones conflictivas en juegos y retos divertidos. Animo!

9. Mi hijo tiene 3 años y siempre que ve en alguna tienda algo que le gusta y no se lo compro se pone a
llorar ¿Que puedo hacer al respecto?

» Tu hijo llora porque no le gusta recibir un "no" por respuesta a algo que desea. Es normal. Lo que
tienes que ver es cómo te sientes tú ante ese llanto, y cómo reaccionas en consecuencia. Nuestro
trabajo como madres y padres es enseñar a nuestros hijos e hijas a canalizar esa frustración que sienten
ante una negativa. Por eso, debemos actuar desde el cariño, el respeto y el amor. Aceptaremos su llanto,
sin molestarnos, y desde la tranquilidad, le repetiremos cuál es nuestra decisión (un NO). Y ya está. (Sé
que controlar nuestras propias emociones es complicado: pero es un buen reto ¿te parece?) Así estás
ayudando a tu hijo a ubicarse en el mundo. Las normas y límites son necesarios para que tengan un
punto de referencia, un punto de partida, y se sientan seguros. Debemos aprender a decir NO, con
firmeza y amor. Y sé que cuando estamos en la calle es más complicado que en casa, porque es
frecuente sentirnos avergonzados cuando los demás nos miran porque nuestro hijo está llorando... Te
recomiendo hacer el ejercicio de "pasar de los demás" y centrar tu energía en relajarte tú y atender a tu
hijo (recordándole, desde la tranquilidad, que has decidido No comprarle lo que te ha pedido). Animo!

10. Tengo un niño de 23 meses y muchas veces pretender imponer su voluntad con lloros incontrolables,
que postura debemos adoptar los padres ??

» Un niño de dos años está en plena etapa de "oposición" (un "no" sistemático a todo lo que se le
propone). Es normal: forma parte de su crecimiento. Como padres: no cederemos a sus rabietas, y
cuando el niño llore y grite con rabia, le diremos (desde el amor, la tranquilidad y el respeto)
"COMPRENDO que estés enfadado, PERO eso NO se puede hacer". Ánimo!
11. Mi nena tiene 17 meses y me preocupa que todavía no hable. A lo más dice Ohh. de vez en cuando y
señana con el dedo o hace grititos. ¿Cómo puedo estimularla para comienzar las primeras palabras?

» Aunque no tiene relación con normas, límites y rabietas, te respondo: Hablar a tu hija es la mejor forma
de estimularla. Explicarle las cosas que le despiertan curiosidad (y señala con su dedito), hablarle,
hablarle y hablarle... también puedes jugar con ella a hacer ritmos diciendo "PA-PA", "MA-MA", "TA-TA",
y luego con más sílabas "PA-PA-PA", ETC. (al mismo tiempo que dáis palmas con cada sílaba, o
golpeando algún objeto sonoro, etc...) Así le ayudas a adquirir el ritmo del habla. Animo! te animo a
visitar nuestra web: www.centroandares.com

12. Me cuesta mucho trabajo conseguir salir de casa con mi hijo de 5 años, porque no quiere dejar de
jugar y tengo que terminar siempre gritándole y enfadándome. ¿hay algún truco para convencerle sin
tener que ponerme así?

» A la edad de tu hijo, es recomendable utilizar el tiempo como límite natural. Esto quiere decir que
daremos un tiempo para todo: para jugar, para comer, para dormir, para estar solo con mamá... Y,
además, es importante anticipar a los niños los cambios en su rutina, para que esté preparado y la
situación no le pille por sorpresa. Por ejemplo: "Ve terminando tu juego, porque cuando mamá termine de
arreglarse y peinarse vamos a salir de casa para ir a... (DONDE TENGÁIS QUE IR). Y, sobre todo:
mucha calma, paciencia y comprensión, que es lo que tu hijo necesita en estos momentos. (Sé que no es
fácil en determinadas situaciones, pero te animo a tomártelo como un reto). un abrazo y mucho ánimo!

13. Tenemos un niño de 3 años y medio y el caso es que no entiende un NO por respuesta, de forma
inmediata su reacción es el llanto y la rabieta, no da pie a que le podamos explicar el porque de la
negación. Llega a tal extremo que a veces entra en una espiral a la que no sabe poner fin y se puede
tirar hasta más de media hora con llantos y gritos. ¿Cómo debemos actuar ante este comportamiento?

» Es normal, por su edad -como ya he comentado en otras preguntas- que no acepte un No por
respuesta. Trataremos de evitar las negativas directas: pensar un momento antes de salir con un "no"
rotundo. Ejemplo: "déjame ver, lo tendría que pensar mejor". Así suavizamos el "no". Podéis reflejar los
deseos del niño "quieres quitar todos los libros de la estantería... sé que te divierte, pero los libros deben
estar colocados en la estantería" Y también dar razones en lugar de un "no": "Los libros de mamá no son
para jugar porque se estropean". A pesar de tener en cuenta estas pautas, tu hijo seguirá teniendo
rabietas, porque forma parte de su desarrollo. Una vez ha estallado la rabieta: debemos acompañar a
nuestro hijo: hay niños a los que les gusta el contacto físico (abrazos, besos...) y niños que prefieren que
les dejen tranquilos (en este caso, desde la tranquilidad, le acompañaremos estando a su lado,
diciéndole de vez en cuando que le queremos mucho y que estamos ahí para ayudarle). La rabieta es un
"mal trago" para los niños y pueden incluso asustarse. Por eso necesitan comprensión y sentirse
acompañados por sus padres. Eso les dará seguridad. Una vez que ha pasado la rabieta, no hablaremos
sobre lo ocurrido: y nos pondremos a jugar a algo divertido. animo!

14. Nuestra otra hija también de 3 años y medio, son mellizos, es una niña a veces desafiante, sabe que
hay cosas que están mal hechas y eso parece gratificarle, es como si quisiera tener protagonismo no
sólo por las cosas bien hechas sino también por las cosas que sabe que están mal hechas. Qué pautas
son las más adecuadas ante este tipo de comportamiento?. Gracias.

» Esa conducta desafiante está relacionada con la etapa de desarrollo en la que se encuentra: de
rivalidad, egoismo y afirmación de su independencia. La forma de actuar ante este tipo de
comportamiento es la misma que para vuestro otro hijo. Dejando claros los límites, y decir No cuando
corresponda; siempre -insisto- desde el amor y el respeto y con firmeza. Así conseguiremos tener
AUTORIDAD sin ser AUTORITARIOS. ANIMO!
Prevención de la violencia familiar
PARA QUE NO AGREDAN NI AL PADRE NI A LA MADRE

PROBLEMA
Oigo por la radio que han aumentado las denuncias por menores que agreden a sus padres.
Y esto es muy grave. Por algo se decía antes aquello de que "es peor que pegar a un
padre". Mal pronóstico tiene esa familia en las que los padres sufren las agresiones de uno o
varios hijos/as -agresiones físicas, psíquicas o verbales, que de todo hay y todo duele-,
sean de los que denuncian o de los que lo callan y simplemente lo sufren de puertas hacia
adentro.
Si quieren salir del embrollo en que se han visto metidos por los años vividos juntos
deberán echar mano de un/a buen/a profesional de la psicología y muchas ganas de que
todo cambie. Con todo el esfuerzo que pongan será difícil, pero deberán intentarlo o
renunciar a la relación m/paterno-filial, reconvirtiéndola en otra cosa.

PREVENIR ANTES DE CURAR


Lo que hay que conseguir es que los menores que ahora tienen 1, 2, 3 o 7 años no lleguen
a agredir a sus padres cuando tengan 12 o 14. ¿Y eso como se consigue? Pues muy sencillo,
dejar bien claro desde el principio quien manda en casa. Y debe quedar claro que en casa
mandan el padre y la madre, que son los que tienen esa responsabilidad. Y eso debe
notarse desde bien pronto, desde que los niños son capaces de manipular a los mayores,
que es desde que nacen.
Las cosas se hacen porque la madre y el padre así lo deciden -o uno de los dos, es es una
familia monoparental, en la que hay más riesgo de perder el control de la situación-.A los
hijos se les pide opinión, se les conceden caprichos, pero se hace lo que quieren los padres,
desde el principio, y poruqe lo quieren los padres. Una familia no es una sociedad
democrática. y quien lo crea así ya no hace falta que siga leyendo. No son "pobrecito/a,
total qué más da..." Y da, vaya si da. Si no, que se lo pregunten a los p/madres agredidos.
No sirve acceder a sus caprichos para que callen y no lloren o no den la lata, en casa o en el
supermercado. Ni concederles privilegios porque los tienen los amigos, amigas o
compañero/as. Es la peor de todas las razones, permitirles algo porque dicen que se lo
permiten a los demás.
Otra cosa importante es poner reglas, dejar que se cumplan y si no se cumplen que les
cueste algo. Porque en la vida hay reglas y hay que aprender a cumplirlas. Eso no se
aprende en la escuela. Reglas para levantarse y acostarse, comer, hacer los deberes, jugar,
leer, salir... Reglas que ayudan a la convivencia doméstica y les sirven a su educación.
Y si las reglas no se cumplen o se saltan los límites (horarios, volumen, suciedad, dinero,
consumo...) el padre o/y la madre debe hacer que les cueste algo. Porque si no les cuesta
nada nunca aprenderan a cumlir las reglas.

APRENDER PARA QUE APRENDAN A VIVIR


Así, poco a poco desde el primer día de vida, los hijos e hijas aprenden a vivir en familia y
consigo mismos, sujetos a una autoridad p/materna que debe evolucionar al tiempo que los
niños/as van creciendo.
Y junto a las reglas y los límites mucho amor, que se manifiesta en respeto mutuo. Los hijos
deben saberse queridos y aceptados, desde pequeños, aunque se les esté confrontando con

su mal comportamiento.
No se les deja de querer porque se porten mal, ni se hace como si se les dejara de querer.
Se les quiere y se les demuestra con la coherencia p/materna y con besos, caricias, muchas
palabras y mucho tiempo compartido. ¿Es difícil? Durante muchas generaciones no ha sido
difícil. Ahora, cuando el capitalismo consumista aprovecha todos los resquicios de la
educación, "moderna" para atacar, hay que esforzarse más y no ceder ni un palmo. Si no se
tiene muy claro habrá que hablarlo con otros padres y madres o, ¿por qué no? ir a aprender
a un sitio donde enseñen como deben comportarse los padres y madres.
Todo para que cuando tengan 11, 12 o 14 años no sean unos agresores de padres y madres
y, cundo tengan 25 o 30 años puedan ser buenos padres o madres.
Me comentan responsables de Guarderías/Escuelas Infantiles que están
alarmadas por la manera en que algunas madres están aprendiendo a relacionarse con sus
bebés. Y viceversa, cómo los/las bebés aprenden a relacionarse con ellas. Llegan a plantear
la necesidad de que en el tiempo del embarazo, especialmente en las clases de preparación
al parto, las matronas les expliquen que, además de lo maravilloso que es tener un hijo y
cómo hay que hacer para que salga de la mejor manera posible, el parto es también el inicio
de una serie de preocupaciones y problemas para el padre y la madre.

Los/las bebés lloran, se manchan, se despiertan por la noche, hay que darles el pecho o el
biberón, luego la papilla y después hay que conseguir que empiece a comer comida de
mayores. Y tienen fiebre, vomitan, tienen diarreas, hay que llevarlos al médico y hay que
ponerles vacunas.

La fantasía de una maternidad maravillosa y sin problemas, en la que todo es alegria,


felicidad y amor lleva a que algunas madres se derrumben y claudiquen desde los primeros
meses en gran parte de su responsabilidad educadora. Especialmente, si el padre no está a
su lado compartiendo la responsabilidad de la crianza del/la bebé. Los meses siguientes al
parto son duros, aunque la recompensa de los también duros meses del embarazo ya está
presente en esa nueva criatura llena de ojos, de boca y de piel que acariciar.

Me comentan las educadoras de las escuelas infantiles que hay algunas madres de bebés de
un año que se quejan repetidamente de que sus hijos/as les muerden... No saben cómo
evitarlo ni cómo reponder. No saben cómo hacer para que esa pequeña criatura vaya
aprendiendo a vivir y a crecer como persona, paso a paso, dia a día: a comer, a dormir, a
jugar, a hablar, o a callar. Y en demasiadas ocasiones piensan que tener hijos/as les ha
complicado demasiado la vida.

Ahora son madres y padres jóvenes pero antes fueron adolescentes, niños y bebés. De una
generación a la que no se les ha exigido demasiado y que han aprendido a vivir de una
forma muy cómoda, sin demasiadas responsabilidades propias ni en su familia de origen;
que aprendieron que lo más importante es cada uno/a mismo/a, por lo que les cuesta ir
perdiendo toda esa libertad conseguida a cambio de nada desde su nacimiento.

Si un bebé aprende a morder y gritar y llorar y, con ello, a controlar a sus padres y al resto
de adultos, mal comienzo de vida tiene. La responsabilidad de sus padres está en
enseñarles que la vida no puede ser así y les tendrán que poner límites claros, reforzarles
las conductas adecuadas y eliminar las inadecuades, dándoles amor incondicional y no
consintiéndolo todo.

La educación de cada hijo o hija es responsabilidad de los padres. Por eso estaban
alarmadas las educadoras de las escuelas infantiles, porque ven como esos padres y madres
no son capaces de asumir esa importante reesponsabilidad. Y la guardería, la escuela o el
instituto nunca pueden sustituir a la madre y al padre en su tarea de educar. Pueden ayudar
y colaborar en la instrucción, en la socialización y en aspectos educativos de su vida, pero la
responsabilidad es parental.

Por eso, desde las instituciones públicas, habría que plantear acciones dirigidas a las madres
y padres jóvenes para diagnosticar sus capacidades educadoras y ofrecerles medios para
que aprendan a cuidar y tratar a sus hijos/as. Y que el paso del tiempo no agrave las
situaciones que ahora se van adivinando, cuando estos niños que empiezan a agredir de
pequeños lo sigan haciendo de mayores.
Lo que los adolescentes esperan escuchar
A veces, intentar comunicarse con un adolescente en crisis es una de las tareas más difíciles.
Cinco mensajes que quieren oír ¿Los pronunciamos alguna vez?

¿De qué hablamos con nuestro hijo adolescente? Quizá, lo primero que se nos venga a la cabeza sean

los gritos a causa de las notas o porque el fin de semana ha llegado más tarde de lo habitual a casa. A

veces, intentar comunicarse con un adolescente en crisis es una de las tareas más difíciles.

Si nos descuidamos, nuestra relación puede reducirse peligrosamente a reconvenciones y críticas...

Y, sin embargo, nuestro hijo tiene unas necesidades especiales de comunicación: espera que tomemos

la iniciativa.

A lo largo de las siguientes páginas describiremos en detalle los cinco mensajes que la mayoría de los

adolescentes - nuestro hijo también - están deseando oír de nuestros labios. Sus necesidades

especiales de comunicación requieren de nuestra parte una postura más activa.

ORGULLO

MENSAJE PRIMERO: "Estoy orgulloso de ti".

Con esta frase tan simple, ayudamos a construir la autoestima de nuestro hijo. Es probable que se la

digamos cuando consigue algún éxito, pero un adolescente la necesita especialmente cuando falla.

Estamos orgullosos de él porque es nuestro hijo... y no hacen falta más motivos. Y, sin embargo,

muchos adolescentes de hoy en día pueden no tener la suerte de escuchar este mensaje a menudo.

Deberíamos estar orgullosos de nuestro hijo y reconocerle por lo que es y por los esfuerzos sinceros

que hace por mejorar, sin compararle con otros y sin establecer metas arbitrarias como sacar todo

sobresaliente, por ejemplo. Sentirse orgulloso de un hijo no debería de los puntos anotados en un

partido de baloncesto, por ejemplo, ni de las notas conseguidas.


Puede que resulte difícil estar orgulloso de un hijo cuando toma decisiones equivocadas o cuando falla.

Sin embargo, nunca, nunca, debemos permitir que se esfume el cariño. Cuando falle, no diremos: "no

llegarás nunca a ninguna parte". Un simple descuido y cuatro o cinco palabras pueden llegar a herirle

profundamente. En nuestro hijo adolescente hacen el efecto de: "estoy disgustado contigo como ser

humano".

AQUÍ ESTOY

MENSAJE SEGUNDO.

"Puedes acudir a mi para que te haga falta; siempre estaré aquí para escucharte".

Un adolescente da mucha importancia a poder acudir a sus padres cuando existen problemas; aunque

exista rebeldía, en los momentos difíciles necesita tener una seguridad: "mis padres están ahí". Sin

embargo, si no le prestamos atención cuando lo está pasando mal, le estaremos dando una buena

razón para que se las apañe por sí solo y busque consejo y ayuda en otros lugares.

Hay que escucharles, sin querer hablar y pontificar continuamente. Así, dejamos claro a nuestro hijo

que: "Eres importante para mi", "me preocupo de las cosas en las que tú estás interesado", "me gusta

escuchar tus ideas y opiniones". Escuchar con atención también estimula el deseo de hablar de los

hijos. Se construye un ambiente de respeto y afecto mutuo.

COMPRENSIÓN

MENSAJE TERCERO: "Quiero comprenderte"

A veces, es frustrante ser padre. Continuamente oyendo los prejuicios de los quinceañeros que

afirman que somos una generación antigua y que no les comprendemos... No hay duda; es difícil

comunicarse con los adolescentes.

Muchas veces, cuando nuestro hijo nos acusa de que no le comprendemos es tan sólo una manera de

defenderse.

Confunde "no comprender" con "no estar de acuerdo", por lo que no hemos de dejar que nos

manipule. Si nos acusa de que no le comprendemos, hemos de decir a nuestro hijo que nos ayude:

"Quiero comprenderte, cuéntame más, que sientes...".

Si tenemos la sospecha de que lo único que ocurre es que simplemente no estamos de acuerdo con él,

podemos repetir lo que nos dice, sus argumentos, sus ideas, hasta que se dé por satisfecho y

entonces: "Ves que comprendo lo que quieres decir y por qué; si no es así, quiero llegar a

comprenderlo. Pero me parece que nuestro problema no es de falta de comprensión sino de falta de

acuerdo".

CONFIANZA

MENSAJE CUARTO: "Confío en ti".


Contar con la confianza de sus padres es importante para un adolescente. "Lo más dañino que me han

dicho mis padres en mi vida fue que nunca podrían volver a confiar en mí".

Nuestro hijo necesita que le digamos que nuestra confianza en él se desarrollará gradualmente en la

medida que adquiera nuevos conocimientos y experiencias en esas situaciones que requieran la

confianza. No podemos pretender que nuestro hijo de quince años conduzca un coche - aparte de que

es ilegal - porque no tiene la experiencia necesaria que nos permita confiar en su buen juicio.

Pero hay otra razón por la que nos cuesta tanto a los padres confiar en nuestros hijos. Nos conocemos

bien a nosotros mismos y, seguramente, hemos experimentado de primera mano todos los riesgos,

situaciones y peligros de esta etapa. Sabemos qué fácil es ceder a las presiones del ambiente cuando

no se está preparado. Esto nos previene de dar a nuestros hijos una confianza sin límites.

De hecho, no estaríamos haciendo bien nuestro trabajo de padres si permitimos que nuestros hijos se

encuentren en situaciones donde el grado de riesgo es más elevado que su nivel de madurez.

CARIÑO

MENSAJE QUINTO: "Te quiero".

A veces, podemos perder muchas oportunidades de expresar amor y cariño - y de recibirlo - sólo

porque no nos lo hemos propuestos como un objetivo consciente. Y, sin embargo, es el mensaje más

importante que chicos y chicas quieren oír de sus padres.

El amor es el ingrediente esencial de una familia sana. Un "te quiero", dicho en voz alta y a menudo,

nos ayuda a saber quiénes somos y por qué hemos nacido. Cuando un adolescente no está seguro del

amor de sus padres, los otros cuatro mensajes anteriores no significan nada. Necesitan que le digan

que les quieren y que se lo demuestren. ¿Cómo pueden estar seguros de que les quieren si nunca se

lo han dicho? ¿Cómo pueden estar seguros si sus padres nunca pasan el tiempo con él?

La manera de demostrar el amor a un hijo se deletrea con estas letras: T - I - E - M - P - O. Darle

regalos, proveerle de comida y ropa, mostrarle cariño de otras maneras está bien, pero también hay

que estar dispuesto a perder tiempo con nuestro hijo adolescente: ir de pesca, ir de tiendas juntos...

Relacionarse, comunicarse, cuesta trabajo. Esto ocurre en el matrimonio, en la amistad... y en la

relación entre padres e hijos. Con un adolescente cuesta más, porque crece y gana más

independencia constantemente, y por eso puede llegar a frustrarnos. No dejemos que ocurra en

nuestra familia.

PARA PENSAR

- ¿Habéis dicho alguna vez a vuestro hijo: "Hijo, ¿sabes que estoy orgulloso de ti, y no me importa

nada más?" La palabra orgullo en este contexto se relaciona cercanamente con la de amor. Así,

vuestro hijo sabrá que queréis decirle que estáis felices porque él es vuestro hijo.

- Cuando mejoréis vuestro modo de escuchar, vuestro hijo también aprenderá a escuchar mejor.

Imaginad el impacto positivo que tendrá en la calidad de la conversación en vuestro hogar.


- Vuestro hijo adolescente necesita abrir una cuenta personal de autoestima basada en lo que es como

persona, no por sus actuaciones diarias. Así, cuando falle, puede retirar de esa cuenta la cantidad

necesaria. Si no tiene ese reconocimiento, puede acudir a lugares equivocados en su busca.

- No se trata de decir: "Comprendo exactamente cómo te sientes". Suena a querer desmarcarse de

sus sentimientos y querer buscar una solución rápida al problema.

- Existe el peligro de poner un nivel demasiado alto a los hijos. Si los adolescentes llegan a creer que

necesitan sacar todo sobresalientes para que sus padres les acepten, pueden deducir que a sus padres

sólo les importa los éxitos... no las personas. Y así, como resultado, no intentarán hacer lo mejor que

puedan.

- Es importante que le ayudéis a tener esta distinción clara en la cabeza: se puede aceptar a la

persona aunque no se apruebe el comportamiento. Estáis orgullosos de él, porque en vuestro hijo,

pero no de lo que ha hecho, dejándole claro que vuestro enfado se refiere sólo a sus acciones, no a él

como persona.

... Y ACTUAR

Podemos ser tan despistados, ocupados en tantas cosas intrascendentes, que nos olvidemos de las

necesidades comunicativas de nuestros hijos. Si disponemos de una agenda de trabajo, o un

calendario que veamos todos los días, podemos hacer alguna señal para recordar: "Ojo, en esta

semana no he hablado con mi hijo ni una sola vez".


ADOLESCENTES: PREGUNTAS Y RESPUESTAS
¿Quien son adolescentes?
Ni niños ni adultos en medio de una nada confusa y ambigua. La edad de inicio estaría
alrededor de 9-12 años, variando según el niño y el sexo. Y suele durar alrededor de 10
años, también en función de la sociedad en que se encuentre. Por ejemplo en algunas
tribus, el paso de la infancia al adulto se hace de golpe, no hay un período de paso
como el de adolescencia.
¿Los adolescentes son conflictivos?
Tal vez sí, pero también es cierto que estudios muy recientes contradicen la idea de
que la tensión y el malestar psíquico sean una parte normal y necesaria de la
adolescencia. No tendría que ocurrir que los adolescentes, por el hecho de serlo, sean
conflictivos. Los adolescentes que atraviesan por conflictos serios y crisis de identidad,
necesitan ayuda por estos problemas, no por pasar por un período de crecimiento
determinado. Como período de crecimiento es diferente a otro.

¿Adolescentes, rebeldes o amigos?


Es un poco como una caricatura de la adolescencia: un grupo de amigos
inconformistas y que se rebelan contra casi todo.
El adolescente, que ya no es un niño ni una niña, va construyendo poco a poco lo
que al final será un adulto, con una identidad propia y formada y la necesaria
autonomía personal. Para llegar a esto, los jóvenes empiezan apensar en criterios
propios, a ensayar conductas diferentes y a querer hacerlas valer delante de la familia.
Los padres y madres empiezan a tener miedo del ansia de libertad de estos hijos e
hijas, de sus discrepancias, de los enfrentamientos casi diarios, de la oposición
sistemática.
No son unos niños pero los padres siguen estando preocupados por ellos como antes,
cuando eran unos niños. La obediencia que el hijo tenía cuando era niño ahora es
imposible y le resulta a él mismo molesta e insoportable. La niña a la que le gustaba ir
con los padres ahora quiere ir con su grupo de amigos. Y los padres pueden no
entenderlo a la primera, porque es difícil para las madres y padres percatarse que las
hijas e hijos se hacen mayores.
Y de aquí que empiecen las disputas familiares, donde el adolescente estirará hacia
fuera y la familia hacia adentro. Él, queriendo defender el que piensa que son sus
derechos y los padres queriendo imponer su autoridad.
¿Es negativa esta rebeldía de los adolescentes?
Habría que preguntarse antes que nada qué personas queremos que sean nuestros
hijos de adultos: unas personas que digan sí a todo, que no sepan defender sus
intereses, que sean sumisas en sus relaciones interpersonales, o unos adultos que
sepan defender sus opiniones y que digan lo que quieren y sienten e intenten conseguir
lo que desean? Las madres y padres estamos ayudando a los nuestros hijos a crecer, y
crecer quiere decir hacerse personas adultas.
Es por eso que si los adolescentes están aprendiendo a ser adultos, es normal que
vayan ensayando conductas de adulto, de autonomía y de independencia, en una
actitud alejada del conformismo. Serán inconformistas y rebeldes e irán aprendiendo a
ser mayores.
Un joven incapaz de dar la cara ante nadie, de defender lo que piensa, de hacer valer
sus derechos, supone un problema más grave que un joven inconformista y rebelde.
Los padres debemos saber discernir entre aquellas conductas de chapuzaría infantil a
aquellas otros de inconformismo adolescente. Y sus actitudes agresivas, insolentes y
descaradas no deberíamos tomarlas como ofensas imperdonables, sino como errores
en su sistema de aprender a ser adultos en libertad.

A veces los padres toman mal estas actitudes, porque sus hijos e
hijas adolescentes les hacen ver las contradicciones entre lo que los mismos padres
dicen que hay que hacer y el que ellos hacen. Porque en estas edades también son
idealistas y desinteresados, siendo un buen momento por iniciar actividades
solidarías, de ayuda o acodamiento a actividades sociales.
¿Y cuando se alejan de los padres, se acercan a los amigos...?
El adolescente tiene una necesidad de comunicación, de relación con personas
semejantes a ellos, que estén en un momento de su crecimiento semejante. Y de aquí
que se junte en grupos de amigas y amigos. En estas cuadrillas inicia el aprendizaje de
un contacto interpersonal más maduro que el que tenía antes con los amiguitos de la
escuela. Necesita un calor afectivo, intimidad y profundidad en las relaciones, y va
aprendiendo en que tan importante es dar afecto como recibir.
Y en la familia no se puede encontrar esto?
En la familia puede encontrar amor, seguridad, confianza... pero de sus padres y
hermanos. No de unas personas con las que ha elegido ir y estar.
Muchas veces las madres y padres tienen celos de los amigos de los hijos. "A ellos se
lo cuenta todo y a mí no". "Prefiere ir con sus amigos que con nosotros" 0 "yo zueco
amiga de mi hija". Cabe pensar que ser padre o madre no es el mismo que ser amigo:
Los padres y madres no deben ser amigos de sus hijos. Un amigo o amiga es alguien
al quien hemos elegido y un padre o madre no se puede elegir sino que nos viene
impuesto, y no podemos dejarlos cuando nos enfadamos con ellos. Los padres y
madres deben intentar ser eso, buenos padres y madres, con todo lo que eso significa.
Como podrían definirse esas relaciones de amistad de los adolescentes?
La amistad del adolescente suele ser selectiva y exclusiva, desinteresada y no
calculada. Les gusta estar juntos, les gusta compartir experiencias y sentimientos con
estas personas que son como ellos.
Con sus amigos y amigas el adolescente llega a conocerse a si mismo. La situación
del amigo o amiga le explica su propia situación y la ayuda a modificarla.
También buscan y encuentran seguridad y apoyo en la amistad, pudiendo expresar lo
que piensan y lo que sienten sin miedo a ser rechazados o apartado por ello.
Hay quien entiende esa amistad del adolescente como un sucedáneo del amor, o como
una forma de aprender el amor de pareja. En ocasiones, sin que haya relaciones de
pareja, suelen aparecer situaciones de celos entre amigos y amigas. Debemos pensar
que en estas edades se está aprendiendo todo, y también las relaciones entre las
personas y los sexos.
El adolescente va dejando de ser un niño?
Si, y por eso que lo más importante es que el adolescente va aprendiendo a ser mayor desde la
familia, de donde viene y con quien está, y con unos amigos que va escogiendo. Y los padres les
debemos facilitar este crecimiento, porque es nuestra responsabilidad.
Y esto a veces cuesta, porque si los hijos se hacen mayores los padres se percatan de que ellos mismos
van haciéndose más mayores también.
TEMAS
- Identidad personal
- Embarazos no deseados, por falta de información y prevension
- Adicción a internet, mal uso y redes sociales
- Jóvenes que sufren maltratos generalmente menores de 20 años
- Inicio de las drogas
- Jóvenes de 14 a 2 años consumen alchol y fuman.
- Preocupación por la figura (trastorno de alimentación) bulimia y anorexia
- Depreson falta de entusiasmo por las actividades usuales
http://psicopedagogiamateriales.blogspot.com.es/2012/06/cien-juegos-y-dinamicas-grupales.html

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