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EL NACIONALISMO 157 sentido de delimitar el uso de la libertad. En cualquier caso, su preocupacién cen- tral radicaba en cémo hacer compatible la libertad de la persona, su autodetermi- naci6n, con el necesario gobierno de la colectividad en la cual se integraba. II. LA NACION POLITICA Y LA NACION CULTURAL En este sentido, la pregunta sobre cual debe ser la identidad de la colectividad moderna en la que tiene que desarrollarse y protegerse Ia libertad de los individuos contintia sin respuesta. {Cudles son las razones que justifican unas delimitaciones y no otras de una colectividad organizada en un Estado independiente? La historia Como anilisis de los cambios en las relaciones econdmicas, en la divisién social del trabajo, en las relaciones de propiedad, en la producci6n y distribucién de mercan- cfas, nos explican las causas que originan las sociedades modernas, pero no las «ra- zones» que las justifican (Gellner, 1980). EI principio basico que debe tenerse en cuenta en el momento de definir las co- lectividades modernas es el principio que establecieron los autores mencionados: la centralidad del individuo en la sociedad. La definicién y delimitacién de las nacio- nes en las que el individuo se integra deberia partir de esta premis: EI pensamiento politico ha utilizado dos vias para relacionar individuo y colec- tividad: la voluntad y la identidad. Vinculada al pensamiento revolucionario inglés, norteamericano y francés, la teorfa de la voluntad politica fue la que aparecié pri- mero. El fundamento de la nacién radicaria en la voluntad de los individuos que la integran. Esta concepcién se originé en el punto de inflexi6n politica entre absolu- tismo y liberalismo. Sin embargo, la voluntad tal como se concebia entonces era to- davia representativa y no democratica, y estaba determinada por el individualismo posesivo y la libertad econémica como pilares esenciales para el desarrollo de la sociedad industrial (Macpherson, 1970). Nos encontramos, asi, ante la voluntad de los propietarios, que no se planteaban otra cosa que la limitacién y el control del gobierno representativo. La Revolucién inglesa y la Declaracién de Independencia norteamericana no necesitaban ir mas alla del self-government como garantia de los derechos y como legitimacién del poder ptblico. Pero no cerraban la puerta a su universalizacién, un paso que dio posteriormente la Revoluci6n francesa al otorgar a la igualdad el mis- mo valor que a la libertad, exceso que provocaria la reaccién de Burke y que pre- ludiaba las contradicciones que supondrfa la extensién democratica de la voluntad politica como fundamento del gobierno representativo. Desde Sieyés hasta Renan, el pensamiento politico francés fue el que sintié una necesidad mas acuciante de delimitar el sujeto de la soberania. La extensién socio- légica y territorial de los principios revolucionarios de 1789 dificultaba cualquier definicién empirica de cardcter homogéneo. La homogeneidad sdlo era posible a partir del racionalismo ideal de los principios liberales y de una definicion artifi- ciosa del sujeto de la soberanfa, la nacién politica. Sieyés identificé Tercer Estado y nacién y defini6 la nacién como «un cuerpo de asociados que viven sujetos a una ley comin y representados por la misma legislatura» [Sieyés, 1973 (1789): 30]. La identidad de los asociados vendria dada por su vinculacién obligatoria a la ley co- min, que seria expresién final de su voluntad politica por medio de 1a legislatura

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