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ALGUNAS CONSIDERACIONES SOBRE EL ABORTO:

ALCANCES, IMPLICACIONES Y DESPENALIZACIÓN.

Gabriel F. Álvarez M. Universidad de Antioquia

Consideraciones introductorias

El aborto ha sido un tópico de interés y una temática que habitualmente visible en el debate,
tanto de las Ciencias Biomédicas como del Derecho y la Juridicidad. Es precisamente,
desde estas perspectivas, donde se depura información científica, que es la que finalmente
sustenta la legislación y normas conexas, así como el compendio de políticas públicas
relacionadas con el aborto, con sus alcances e implicaciones, que pueden variar
notablemente según el contexto social, político, cultural y sobre todo jurídico, donde este se
analice (Robertson, 1849). Entretanto, el aborto es catalogado como una de las causas
principales de morbilidad, discapacidad y mortalidad materna (Ministerio de Salud de
Colombia, 2014). El presente ensayo tiene como propósito fundamental poner a
consideración del lector, algunas reflexiones sobre la Despenalización del aborto, que se
sustentan en la revisión bibliográfica y documental de la literatura relacionada con el tema.

El aborto ha transitado la historia de la humanidad desde tiempos inmemorables,


aunque su vigencia y notoriedad en el debate sea una tendencia contemporánea. Los
estudios antropológicos de Devereux (1955) revelaron que el aborto se presentaba en más
de trecientas sociedades contemporáneas no industriales; asimismo, fue posible evidenciar
que las mujeres se han practicado abortos a sí mismas o en manos de otros durante miles
de años (Potts et al, 1977).

Una aproximación con el alcance y propósito indicado resulta pertinente


considerando la magnitud y multiplicidad de factores asociados con la practica del aborto,
tanto desde el punto de vista social, cultural, económico, como epidemiológico y legal. En la
actualidad colombiana, resulta especialmente conveniente girar la atención a un fenómeno
que, como bien se indicó, aunque de vieja data, continúa ocurriendo en la actualidad, en
sociedades no industriales bajo condiciones médicamente primitivas; considerando que,
tanto la tecnología moderna, como el cambio social, han paulatinamente transformado al
aborto como un componente fundamental en el ámbito de la atención médica moderna, sin
olvidar los matices y connotaciones políticas, ideológicas y religiosas que se encuentran
subyacentes.
Para una aproximación conceptual del aborto

En la literatura académica es posible reconocer diversas definiciones del aborto; aunque por
convención, se asuma como la pérdida del embarazo antes del periodo de viabilidad (Silver
et al, 2011) cuyo desarrollo esta relacionado estrechamente con los recursos disponibles en
los contextos socioculturales; es así como, en muchos entornos de escasos recursos, la
mayoría de los bebés nacidos a la edad gestacional de 28 semanas o más pueden llegar a
sobrevivir (Farquharson et al, 2005). Así las cosas, según el Colegio Real de Obstetricia y
Ginecología, en los mejores recursos partes del mundo, fetos que pesan 500 g o más o una
edad gestacional superior a 24 semanas puede sobrevivir, aunque pueden ser minusválidos
(Royal College of Obstetricians and Gynaecologists, 2006)..

Lo cierto, es que el aborto se asocia con múltiples connotaciones de orden


emocional, especialmente para las mujeres y sus familias cuando deben asumir la pérdida
de un embarazo; esta situación se complejiza en ciertos contextos sociales donde la
interrupción del embarazo es una conducta punible, incluso tipificada sin graduaciones o
excepciones.

Según las causas que lo originan, el aborto se clasifica en (i) aborto espontaneo o
natural que corresponde a la muerte embrionaria o fetal no inducida antes de las 20
semanas de gestación, lo que se confirma con diagnóstico y criterios clínicos. En (ii) aborto
provocado que se asume como aquel que es inducido por maniobras que se prácticas de
forma deliberada en función de la interrupción del embarazo, que bien pueden ser
ejecutadas por la propia embarazada o por otra persona. Y el (iii) aborto terapéutico que
según la OMS (Organización Mundial de la Salud) corresponde a la interrupción voluntaria
de un embarazo antes de la viabilidad fetal (22 semanas o menos de 500 g), por razones de
salud materna (Ortiz, 1973).

Para una aproximación conceptual del aborto resulta necesario acudir a la noción de
persona humana que se define jurídicamente hablando, como el sujeto de derechos y
obligaciones, en términos de su capacidad para ejercer derechos y contraer obligaciones.
En términos filosóficos, la concepción contemporánea del concepto de persona, desde el
punto de vista fenomenológico y existencialista-hermenéutico, se sustenta en el significado
de la relación, pero no en el sentido de auto relación sino de hetero-relación, y en particular,
de relación que se establece con el mundo y con los demás (Sgreccia, 2013).
En este sentido, conviene precisar que ordenamiento jurídico la valoración y
protección que se concede al nasciturus, es diferente en grado e intensidad que la que se
dirige a la persona humana. Evidencia de ello se encuentra en las legislaciones donde se
aplica una mayor sanción penal para el infanticidio o el homicidio que para el aborto.

Como bien se ha expresado la Corte Constitucional al considerar que, en la persona


humana, el bien jurídico tutelado es diferente y, por ello, en relación con el aborto, la
trascendencia jurídica de la ofensa social determina un grado de reproche diferente y una
pena proporcionalmente distinta. Por eso, el mimo Tribunal ha instado al Estado colombiano
en varias ocasiones, a la fijación de políticas públicas en materia de aborto, siempre en
función del respeto de los derechos de las mujeres (Sentencia C-355/06).

En este aspecto, debe considerarse que la Constitución Política de Colombia no


establece la existencia legal de la persona como una derivación del momento de la
concepción. Así las cosas, “desde el momento de su nacimiento, el hombre es persona,
tiene personalidad jurídica. Tiene un estado civil, atributo de la personalidad” (Sentencia No.
C-591/95). Por ello, la suspensión de derechos que le corresponderían si hubiese nacido,
obedece en términos generales, a razones de orden moral, político y económico que el
legislador sopesa a partir de las costumbres y normativas vigentes en determinado momento
histórico.

Una mirada al contexto global y nacional del aborto

Conviene contextualizar las consideraciones que anteceden en el contexto mundial y


nacional. En primer lugar, en el orden mundial, según información suministrada por la OMS
(Organización Mundial de la Salud) cada año se provocan cerca de 73 millones de abortos
en todo el mundo; donde el 61% corresponde a los embarazos no deseados; y en
consideración del conjunto de embarazos, el 29% del total se interrumpen voluntariamente
(Bearak et al, 2020). Por esta razón, se considera que la atención integral para el aborto
constituye una de las intervenciones fundamentales en la atención de salud a nivel mundial
(Organización Mundial de la Salud, 2021).

Ahora bien, en el contexto nacional, según estadísticas del DANE (Departamento


Administrativo Nacional de Estadística, los embarazos que terminan en aborto corresponden
al 16,0% de las causas de muerte materna. También se ha evidenciado que, en Colombia,
el 22,9%, entre 15 y 55 años, de las mujeres han indicado haber tenido por lo menos una
experiencia de aborto inducido. Según el mismo estudio, una joven de menos de 19 años
embarazada tiene el doble de riesgo de aborto que una mujer mayor de 40 años: casi la
mitad de estas jóvenes menores de 19 años embarazadas ha tenido una experiencia de
aborto (González, 2005).

Entretanto, debemos precisar que durante años se ha dicho que en Colombia se


practican 400 mil abortos clandestinos anuales; sin embargo, algunos estudios, han
considerado esta estimación como una inferencia que no tiene justificación y que se ha
formulado contra toda evidencia; generado por un cálculo apresurado realizado en 1992
(Rubio, 2015).

Algunas reflexiones sobre la despenalización del aborto en Colombia

Desde la Sentencia C-355 del 2006, ya la Corte Constitucional de Colombia había


constituido un importante precedente en función de la garantía y ejercicio de los derechos
sexuales y reproductivos de las mujeres en Colombia; recientemente, mediante Sentencia
C-055-22 del 21 de febrero del 2022, la misma entidad, reconoce el poder de decisión de las
mujeres en términos de la posibilidad de decidir y optar autónomamente sobre la posibilidad
de interrumpir el embarazo, que como lo indico el honorable Tribunal, debe ser hasta la
semana 24, sin que por ello sean castigadas legalmente.

En esta sentencia se precisa el alcance del Artículo 122 de la Ley 599 de 2000 o
Código Penal Colombiano, considerando que la conducta de abortar solo será punible
cuando se realice después de la vigésimo cuarta (24) semana de gestación y, en todo caso,
este límite temporal no será aplicable a los tres supuestos en los que la Sentencia C-355 de
2006 dispuso que no se incurre en delito de aborto. Estos supuestos son: (i) Cuando la
continuación del embarazo constituya peligro para la vida o la salud de la mujer, certificada
por un médico; (ii) Cuando exista grave malformación del feto que haga inviable su vida,
certificada por un médico; y, (iii) Cuando el embarazo sea el resultado de una conducta,
debidamente denunciada, constitutiva de acceso carnal o acto sexual sin consentimiento,
abusivo o de inseminación artificial o transferencia de óvulo fecundado no consentidas, o de
incesto.

Conviene precisar en este punto, que, mediante esta sentencia, se despenalizó el


aborto en tres condiciones, a saber: (i) cuando peligra la vida o la salud de la madre; (ii)
cuando se presenta malformación del feto incompatible con la vida y (iii) cuando el
embarazo es producto de abuso, violación, incesto, transferencia de óvulo o inseminación
no consentida. En este mismo sentido, este alto tribunal a oficiado en varias sentencias
(Sentencias T-171/07, T-988/07, T-209/08, T-946/08, T-009/2009, T-388/09, T-585/10, T-
636/11 y T-841/11 ) en función del reconocimiento del derecho de las mujeres a decidir
sobre la IVE (Interrupción Voluntaria del Embarazo) en los casos referidos anteriormente
(Ministerio de Salud de Colombia, 2022).

El fallo de la Corte corresponde a la demanda interpuesta por el movimiento Causa


Justa para la eliminación del delito de aborto en el Código Penal colombiano; lo que derivó
en el reconocimiento de la autonomía de las personas gestantes en términos del poder de
decisión sobre su maternidad. La despenalización del aborto deriva en la gestión adecuada
del procedimiento, que así catalogado, no se hace desde la clandestinidad, como lo hacían
miles de mujeres en Colombia por la tipificación de la conducta como delito, poniendo en
riesgo su vida y su integridad, lo que se ha transformado paulatinamente en un problema de
salud pública. En este orden de ideas, se provee de un marco de protección para las
mujeres, para no morir por abortar, en función del ejercicio del derecho a la salud con
autonomía y calidad. En el mismo fallo, se delimita la responsabilidad del Estado en
términos de protección de la vida, la integridad y las libertades de las mujeres. Porque la
penalización del aborto contiene implícita una intromisión y tutelaje exagerado sobre el
cuerpo de las mujeres, que opera incluso como una intervención indebida en sus libertades
para decidir sobre la interrupción del embarazo. La despenalización del aborto en el
contexto colombiano apunta a la protección y garantía de los derechos de las mujeres y
confronta y depura los códigos culturales que han sido utilizados para reforzar el mandato
de la maternidad, el poder sobre el cuerpo de las mujeres, y la subsecuente naturalización
de las violencias basadas en género.

Lo cierto es que el aborto, bien sea farmacológico o bien sea quirúrgico, constituye
una intervención sencilla que puede ser aplicada por distintos profesionales de la salud. En
todo caso, este procedimiento deberá gestionarse proporcionando información precisa, así
como medicamentos de calidad y apoyo profesional y calificado durante todo el proceso
(Organización Mundial de la Salud, 2021).

El aborto es un asunto multifactorial, así lo han mostrado estudios realizados en Rumania,


donde se evidencio que después de la aprobación del aborto, subsecuentemente se
presentó una reducción significativa en la violencia callejera común, acompañada de un
aumento en las tasas de escolaridad de las mujeres (Universidad Lasalle, 2022).

Apuntes para una reflexión critica

El aborto es un asunto de autonomía del cuerpo de la mujer; pues son finalmente las
mujeres las que deben afrontar las condiciones adversas que supone, tanto la concepción,
como la misma interrupción, pues es su cuerpo el que asume la carga fisiológica y
anatómica en ambos casos. Con la despenalización del aborto se puede incidir en la
disminución de las complicaciones que se presentan con la realización de interrupciones
clandestinas, que generalmente ponen en riesgo la vida de las mujeres que se someten a
este procedimiento.

Así las cosas, casi todos los abortos tienen lugar en el primer trimestre cuando la
placenta y el cordón umbilical unen al feto a la madre. Como tal, su salud depende de la
salud de ella y no puede considerarse una entidad separada, ya que no puede existir fuera
de su vientre (Solinis, 2015). De esta forma, el concepto de persona es diferente del
concepto de vida humana. La vida humana ocurre en el momento de la concepción, pero los
óvulos fertilizados utilizados para la fertilización in vitro también son vidas humanas y los
que no se implantan se desechan de forma rutinaria. ¿Esto es asesinato, y si no, entonces
cómo es el aborto un asesinato? (Herreros et al, 2015).

La valoración tradicional del aborto ha estado viciada por posturas e ideas religiosas
que se entremezclan con preceptos; es por ello por lo que el aborto y la anticoncepción,
prohibidos por los estrictos mandatos divinos, no podían formar parte de la práctica médica
(Jonsen, 2000).

Como bien lo ha expresado Vélez (XXXX) algunos conceptos fundamentales y


enfoques de la ética medica requieren de cierto aclaramiento y profundización filosófica,
alejado de las contradicciones y oscuridades ideológicas y políticas (Vélez, 2003) que
históricamente se han apoderado del cuerpo de las mujeres hasta el punto de dirigir
mandatos sobre la concepción y, en consecuencia, sobre el cuerpo y su vida. Los matices
religiosos que continuamente han definido las posturas y los lentes de valoración de las
conductas deben reconsiderase, aun mas si se piensa que, en la actualidad, el mundo se
encuentra inmerso en cierta racionalidad secular donde la religión, como bien lo expresa el
mismo autor, ya no otorga el fundamento al discurso moral, más bien sustentado en el
pensamiento filosófico y liberal.

A guisa de conclusiones

Las reflexiones y disquisiciones desarrolladas hasta este punto nos permiten formular
algunas conclusiones generales y recomendaciones:

La atención que requiere el aborto debe ser en todo sentido integral, lo que debe
incluir, no solo la prestación de la información suficiente, sino también, la práctica del
procedimiento y la atención posterior a la intervención. Asimismo, debe incluir el caso de
aborto espontáneo o retenido, el aborto provocado, o lo que es lo mismo, la interrupción
voluntaria del embarazo por medios farmacológicos o quirúrgicos, el aborto incompleto y la
muerte fetal intrauterina.

La despenalización del aborto es un asunto estrechamente relacionado con la


libertad, con la capacidad de decidir procrear como un asunto personalísimo, individual e
intransferible que a su vez se relaciona con el ejercicio de los derechos o la autonomía
reproductivos, en la que ni el Estado, ni otro particular, debe interferir.

Una vez que nos ponemos manos a la obra para desentrañar la posición pro-vida
moderada, vemos que apela al significado moral de la autonomía corporal. Crucialmente,
hace esto al intentar explicar por qué el acto de violación excusa la ponderación ordinaria de
la vida sobre la autonomía. Pero esto es incoherente. Dice que la vida es más importante
que la autonomía, excepto cuando la autonomía es más importante que la vida.

Cuando alguien permite una excepción al aborto en casos de violación, está


reconociendo que hay violaciones a la autonomía que pueden justificar el aborto. Y si
algunas violaciones de la autonomía son motivos apropiados, entonces no puede ser cierto
que un derecho a la vida sea moralmente más importante que un derecho a la autonomía
corporal.

Algunos podrían pensar que darse cuenta de esta inconsistencia debería empujar a
los pro-vida moderados a una posición más extrema. Pero creo que lo difícil es convencer a
alguien de que las consideraciones de autonomía tienen alguna relevancia con respecto a la
ética reproductiva. Las personas que aceptan la posición pro-vida moderada ya simpatizan
con este punto. Creo que pueden llegar a pensar que la ley debería respetar la importancia
de la autonomía de manera más amplia.
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