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Poliamor o Polideseo

En resumidas cuentas, el deseo se presenta como el tormento del hombre.

Lacan, J, Seminario 6: El deseo y su interpretación (pág. 397)

Lic. Leda Martyniuk

Psicólogo

“Gente en construcción”, decía un cartel de ruta uruguaya y no pude evitar pensar en la


alteridad de los tiempos que corren. Hay que deconstruirse, es la bandera de los jóvenes (y los
no tanto). Construcción y deconstrucción. ¿No es que todo el tiempo nos deconstruímos? Este
significante Derrideano pisa fuerte y nos obliga a revisar viejas creencias, a dejar atrás las
imposiciones de la iglesia como institución y los mandatos socio-históricos. La monogamia
pasó de moda. El amor también se encuentra en construcción constante. ¿y el deseo? ¿qué
hay del deseo? ¿Cuando hablamos de “poliamor” en realidad no queremos decir “polideseo”?

Lo que nos mueve es el deseo, lo que jode, lo que perturba. La fórmula lacaniana “el deseo es
el deseo del otro” tiene el propósito de ubicar que el deseo no se define a partir de su objeto
o, dicho de otra manera, no es deseo de “algo”, no es intencional. Se vivieron unos meses
intensos frente a la lucha por la legalización del aborto, lucha por el derecho a decidir sobre el
propio cuerpo, lucha por la mujer sin tabúes. No es casual que se plantee ahora el fin de la
monogamia con sus cánticos a favor del amor libre. Los pañuelos se multiplican, los colores
también.

Todo el mundo habla de poliamor a raíz de la confesión que realizó la actriz Florencia Peña,
mucho se dice, mucho se critica, mucho se juzga pero, ¿ alguien se puso a analizar su
concepto?¿ sabemos de qué hablamos cuando hablamos de poliamor? ¿Acaso sabemos de
qué hablamos cuando hablamos de amor?

De los griegos aprendimos que al amor se lo puede nombrar de muchas maneras, pero a pesar
de tanta tinta derramada en estas cuestiones, hoy se sigue insistiendo a través del imaginario
social, en una posición “romántica”, a tal punto que se pretende que en la pareja matrimonial
ese tipo de amor la sostenga y la renueve. El psicoanálisis lo que hace es desmitificar esta
noción de amor romántico (platónico) como el único posible. Muchas veces, insistimos en
buscar “al indicado”, al que nos complete, pero no hay nada más alienante que la fusión con
otro cuerpo ¿que nos devolvería el amado en esa reciprocidad sino lo mismo que no le damos?
Simplemente un “yo también te amo”, lo cual no nos asegura nada, simplemente sostiene la
ilusión (de completud). La metáfora del amor es, en definitiva, esa escena de encuentros y
desencuentros. Por un lado, tenemos a erastés (el amante) que aparece como aquel que ama
lo que el Otro posee sin tener idea de que se trata eso y, por el otro tenemos a erómenos (el
amado) que es quién posee el agalma, el objeto precioso, aunque no sepa que lo tiene.
Entonces, nos encontramos frente a esos dos no saberes y justamente, la significación del
amor se produce en la medida en que la función del erastés, como sujeto de la falta, se
sustituye a la función del erómenos, el objeto amado. Tanto el amor como el deseo son la
puesta en juego de una falta, de una carencia, incluso de una privación y en esta circunstancia
lo que pasa a dominar la escena es lo que Lacan llama agalma. Lo que realmente se demanda
en el amor es que el otro confiese su falta.

Ahora bien, si amar es dar lo que no se tiene a quién no es como afirma Lacan, ¿poliamar sería
lo mismo pero en plural? Si nos guiamos por su término, podemos decir que se alude a la
repartición del amor. Como se dijo, líneas anteriores, EL amor completo y en mayúsculas no
existe, él mismo se bifurca y se desplaza.

El sitio AmorLibre.org lo define como la capacidad para mantener más de una relación íntima,
amorosa, que puede o no ser sexual y duradera de manera simultánea con varias personas,
con el pleno consentimiento y conocimiento de todos los involucrados.

Sabemos que dentro de una relación de pareja se ponen en juego distintos pactos, acuerdos y
contratos implícitos pero que en una “relación abierta” resulta de vital importancia ponerle
voz y voto a estos acuerdos. “El que avisa no traiciona” dice el dicho ¿no?. Si bien hay una
multiplicidad de formas posibles de ser poliamoroso (hay personas que mantienen relaciones
sexoafectivas múltiples a la vez sin jerarquizar los vínculos, hay otros que poseen un vínculo
primario central y relaciones amorosas o sexuales simultáneas pero el eje está puesto en la
pareja principal, etc) el contrato establecido inicialmente es de vital importancia para que esto
prospere.

Acá el término “infidelidad” no tiene la misma impronta que en una pareja tradicional, es infiel
quien mantiene relaciones por fuera de la pareja “principal” sin avisar. He escuchado a varios
pacientes que mantienen este tipo de vinculación decir que ponen fin a la relación cuando el
engaño procede del ocultamiento o la mentira. “Está todo bien si queres cogerte a otro pero
en casa no”, suele ser una de las reglas.

Él mantenía este tipo de relación hace varios años pero un dìa encuentra a su pareja con otro
tipo, en su casa, en su cama y además este muchacho era conocido de ambos con lo cual el
engaño resulta más “imperdonable”. Había sentimientos de por medio, la intimidad era aún
màs intensa. Se entera que habìan mantenido relaciones sexuales en secreto hace un año. Eso
es la traiciòn del amor libre, a escondidas. A mi contamelo todo. ¿Qué te molesta más que tu
pareja tenga relaciones sexuales por calentura o que se enamore?

La gente prefiere creer que no hay nada como el amor, que cuando existe todo marcha bien
pero la realidad es que lo propio del amor armónico es esconder la desarmonìa que en
realidad reina en todo lazo de amor, por eso es engañoso, porque parte de su función de
esconder, ocultar, hacer como que está todo en su lugar. El “como si” amoroso, armonioso, el
amor tranquilo que de tranquilo no tiene nada porque atrás viene el huracán.

Pero como nos va a ser fácil derribar la monogamia si aprendimos de amor con Adán y Eva o
con Romeo y Julieta. Drama y tragedia, si no hay manzana prohibida de por medio no es
divertido, pareciera. Sobre lo prohibido reace el deseo y la atracción.

“Yo estuve mucho tiempo en pareja hasta que me di cuenta de que tenía ganas de cogerme a
otras mujeres”, me contaba un amigo en medio de una fiesta. Esa frase explica claramente la
división existente entre el amor y el deseo. Justamente es la prohibición lo que permite que
algo en relación al deseo pueda darse, por eso es que el poliamor es la demostración más
concreta que tenemos de que ese deseo es lo que menos une a la pareja. Hay que seguir
buscando, nos inventamos deseos, nos aburrimos, tenemos hijos, nos separamos.

Tomó mucho tiempo dejar de comprender a la homosexulidad como una enfermedad


alienante, como aquello desviado y antisocial pero lo cierto es que aún nos falta mucho como
sociedad para poder aceptar a aquellas (otras) formas de gozar con un cuerpo (o de un
cuerpo).

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