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Comisión de práctico: 5
¿Hay un poder que decide sobre la vida? ¿Quién debe vivir y quien morir?
Tomando como marco teórico las conceptualizaciones propuestas por Michel Foucault
en el capítulo V “Derecho de muerte y poder sobre la vida” de su libro Historia de la
sexualidad I. (1976) y Roberto Esposito en su conferencia realizada en el año 2006,
sobre biopolotica y filosofía, se intentará comprender que implicancias tiene esta
categoría y como se relaciona con el poder y con los cuerpos.
Desarrollo
Antes de profundizar en las perspectivas de los mencionados autores, cabe aclarar que
no fue Michel Foucault quien acuño este término. Ya en 1920, el Autor Rudolph
Kjellen, quien entendía al Estado como un organismo vivo, utilizó el termino para
definir al sistema que se ocupa de la vida de las sociedades y la incidencia amenazante
de la lucha de clases dentro de las mismas.
Esta última conceptualización es más cercana al enfoque que pretende este trabajo, sin
embargo, lo planteado por Kjellen podría poseer puntos de encuentro con la óptica que
ofrece Michel Foucault, prueba de esto Edgardo Castro señala:
“Un gesto teórico, sin embargo, emparenta la empresa foucaulteana con la tarea vital de
Kjellén: para ambos se trata de abordar la realidad política del Estado poniendo entre
paréntesis las categorías jurídicas. Para ambos, la realidad del Estado es, aunque de
diferentes maneras, una forma viviente”. (Castro Edgardo, 2011, p 7)
Y por último es importante mencionar que todos estos términos se utilizan de forma
metafórica, permitiendo un acercamiento necesario para entender lo abstracto del
pensamiento político.
“Las metáforas siempre han desempeñado un papel de primer orden en el campo del
pensamiento político. No se trata en efecto simplemente de formas expresivas de
carácter literario ellas desempeñan más bien una función constitutiva del pensamiento
político y del objeto mismo que en él es pensado” (Castro Edgardo, 2011, p 6)
Se mencionará de manera breve el recorrido que el autor francés realiza para explicar
esta transformación, que cambia por completo la forma de concebir a la política misma.
En la antigüedad el soberano como figura de autoridad absoluta, era aquel que podía
decidir sobre la muerte de sus súbditos, en pos de mantener su dominio o ante la
amenaza de su propia existencia. La soberanía aquí se ejercía bajo el amparo jurídico,
utilizando al derecho como herramienta de poder. Así como el padre romano decidía
sobre la vida de sus esclavos o de sus hijos; el soberano captaba, tomaba la vida de sus
súbditos y hasta si fuera necesario (si alguno de ellos se pusiera en su contra) podía
exterminarla.
“El poder era ante todo derecho de captación: de las cosas, del tiempo, los cuerpos y
finalmente la vida; culminaba en el privilegio de apoderarse de ésta para suprimirla”.
(Foucault, Michel, 1976, p 128).
Sin embargo, no era sobre la vida y la muerte entendida en términos biológicos que este
poder se desplegaba, sino en tanto atributos de un sujeto jurídicamente categorizado.
Este tipo de ejercicio del poder en occidente sufrió una trasformación hacia la segunda
mitad del siglo XIII, y aquí es donde Foucault utiliza la concepción de biopolitica como
forma disciplinar que no necesita el resguardo jurídico para ejercerse, ya que se aplica
directamente sobre la vida o sobre la muerte entendidas como fenómenos naturales.
“Se refiere a la implicación cada vez más intensa y directa que a partir de una cierta fase
ubicable en la segunda modernidad viene a determinarse entre las dinámicas políticas y
la vida humana, entendida en su dimensión específicamente biológica” (Esposito, 2006,
p7)
“cuando yo hablo de relaciones de poder, me refiero a las relaciones humanas, sean cual
fueren, el poder está siempre presente; me refiero a cualquier tipo de relación en la que
uno intenta dirigir la conducta del otro. Estas relaciones son por lo tanto relaciones que
se pueden encontrar en situaciones distintas y bajo diferentes formas; estas relaciones de
poder son relaciones móviles, es decir, pueden modificarse, no están determinadas de
una vez por todas” (Foucault,1982, p 125)
“Se trata del hecho de que, mientras que en la primera modernidad, la relación entre
política y conservación de la vida, (…),todavía era indirecta, estaba filtrada por un
paradigma de orden que precisamente se articuló a través de los conceptos de soberanía,
de representación, de derechos individuales que mencionábamos antes; en la segunda
fase, que llega hasta nosotros de maneras diferentes al tiempo que discontinuas, la
mediación va progresivamente desapareciendo a favor de una superposición mucho más
inmediata entre política y bíos.” (Esposito, 2006, p 9)
Ya hacia mediados del siglo XVIII, ese poder que planteaba a los cuerpos como piezas
funcionales integradas a un sistema, paso a considerarlos más bien como elementos
propagadores de vida, cuerpos para los cuales ahora, es importante someterse a
controles médicos, dietas saludables, ejercicios, es decir, llevar un estricto control sobre
ellos como aparatos biológicos. Este control ejercido, implica un “mejoramiento” de la
especie, sin que estos cuerpos dejen de ser dóciles.
“El hombre occidental aprende poco a poco en qué consiste ser una especie viviente en
un mundo viviente, tener un cuerpo, condiciones de existencia, probabilidades de vida,
salud individual o colectiva, fuerzas que es posible modificar y un espacio donde
repartirlas de manera óptima” (Foucault Michel, 1976, p 172)
(…) hacia mediados del siglo XVIII, fue centrado en el cuerpo-especie, en el cuerpo
transido por la mecánica de lo viviente y que sirve de soporte a los procesos biológicos:
la proliferación, los nacimientos y la mortalidad, el nivel de salud, la duración de la vida
y la longevidad (…); todos esos problemas los toma a su cargo una serie de
intervenciones y controles reguladores: una biopolítica de la población. (Foucault
Michel, 1976, p 168)
En este sentido esposito nos habla de la auto inmunización para explicar cómo a partir
de la modernidad, la sociedad debió encontrar nuevos elementos de control y soporte en
reemplazo de la teología o la metafísica. Libertad, orden, derechos humanos y seguridad
son ahora las categorías que brindan ese respaldo necesario para el bienestar del cuerpo
y a la vez funcionan como estrategias de autocontrol.
Siguiendo esta línea, el cuerpo erradicaría los males que lo acechan, como por ejemplo
las guerras civiles y las invasiones extranjeras, y así, de la misma forma que un cuerpo
biológico extermina los agentes nocivos que podrían perjudicarlo, ese conjunto de
disciplinas controladoras y protectoras propiciarían la auto conservación de la especie.
“En su conjunto, lo que llamamos modernidad, a fin de cuentas, podría no ser nada más
que el lenguaje que permitió dar la respuesta más eficaz a una serie de exigencias de
auto tutela que emanaron del fondo mismo de la sociedad” (Espósito, 2006, p 8)
Volviendo al concepto de auto inmunización otro aspecto importante tiene que ver con
la valorización de la vida, y aquí aparecen algunos de los interrogantes que se
mencionan al comienzo de este informe.
¿Hay un poder que decide sobre la vida?, ¿Quién debe vivir y quien morir?, ¿Vale más
la vida de unos que de otros?
Pero que sucede cuando lo mortífero es atravesado por ideologías como el nacionalismo
o el racismo, la categoría vida se vuelve relativa, se orienta a lo individual. Sobre esto
dice Foucault….
“(…), ¿cómo es posible que un poder político mate, reclame la muerte, la demande,
haga matar, dé la orden de hacerlo, exponga a la muerte no sólo a sus enemigos sino aun
a sus propios ciudadanos? ¿Cómo puede dejar morir ese poder que tiene el objetivo
esencial de hacer vivir? ¿Cómo ejercer el poder de la muerte, cómo ejercer la función de
la muerte, en un sistema político centrado en el biopoder? Ése es el punto, creo, en que
interviene el racismo. No quiero decir en absoluto que se haya inventado en esta época.
Existía desde mucho tiempo atrás. Pero creo que funcionaba en otra parte. Sin duda, fue
el surgimiento del biopoder lo que inscribió el racismo en los mecanismos del Estado”.
(Foucault, 1976, p 230)
Ese hacer vivir se instala y consolida de manera tal que justifica la muerte de unos por
la vida de otros.
“Es como si este léxico terminara ocultando detrás de la propia cortina semántica otra
cosa, otra escena, otra lógica que lleva sobre sus hombros desde hace tiempo, pero que
sólo recientemente está saliendo a la luz de manera incontenible. ¿De qué se trata?
¿Cuál es esa otra escena, esa otra lógica, ese otro objeto que la filosofía política
moderna no logra expresar y, más bien, tiende a oscurecer?” (Esposito, 2006, p 7)
Que es lo que empuja por detrás, soberanía estatal por un lado y derechos individuales
por el otro, ¿Qué pasa con el juego que se produce entre esas cláusulas que se
encuentran en el ámbito jurídico del derecho?, respecto a esto Esposito expresa:
(…)Más que ayudar a solucionar semejantes problemas, me parece que el entero plexo
de las categorías políticas modernas, basado sobre la bipolaridad entre derechos
individuales y soberanía estatal, contribuye a hacerlos cada vez más insolubles.
(Esposito, 2006, p 6)
La biopolitica opera sobre los cuerpos, pero también puede funcionar como una caja de
herramientas conceptual para comprender de una manera más lucida y clarificadora la
realidad política contemporánea
Bibliografía