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DE BOGOTA A VILLETA Por JOSE MARIA CORDOVEZ MOURE, ERMINADAS las tareas escolares de los muchachos, se daba principio ala obligada salida al campo o alas poblaciones de terra caliente, con el objeto de que crecieran y aprendieran a nadar. cosa menos que imposible en Bogota. Si hasta ahora hemos considerado a las matronas santaferefias como castellanas en el castillo urbano, vamos a verlas ejerciendo urbi et Corbi su complicado magisterio de jefe de Estado Mayor General y Casta ™metacién, en todo lo que sea conducente al mantenimiento, forraje, equipo “y bagajes de! numeroso personal que habia de viajar. Mucho tienen que agradecer los bogotanos a los empresarios que les proporcionan medios de locomocion, aunque apenas se extiende su bene- ficio a una parte de la altplanicie. En la actualdad se cisfruta de los ferrocarriles, que parten de esta ciudad y nos ponen en répida comunica- cion con Facatativa, Zipaquiré y Sibaté; hay un tranvia que conduce pasajeros y carga entre Bogota y Chapinero; se puede vialar en ruedas hasta cerca de Tunja, y pr otras veredas que tienen ettulo jomposo de amino eal uneiona unalancha devapo’ ene Puette Grande ylasinmediaciones dé ~“Zipacuia,y acaba de crganizerse una compatia do carruales uvanos, ue principio dando a servicio del p 5 Len'ssv0| Baan, pues, domenesreabvanenteeimoson inaue cae, oa lita La pluma de don José Manuel Groot describié con admirable realismo el viaje a Ubaque; nosotros emprenderemos camino por via opuesta, entre otras cosas, para evitar-un encontrén con aquella eminencia lteraria, que nos abrumaria. Iremos a Villeta. Una vez hecha la eleccién del lugar indicado se daba principio a las tareas del caso, por proveerse de ropa de telas delgadas y articulos de bucdlica, en cuyo numero figuraban en primera linea las pastillas de chocolate, los bocadillos de guayaba, el bizcocho calao y demas comestibles, en cantidad suficiente para alimentar una numerosa familia durante e! tiempo que duraralamudada de famperamonto, pues eo bueno ave oe tanga precente que eta ofa cast GasconOGdS rnuestras pequerias poblaciones ol servicio de fondas, hoteles 0 cosa parecida, y que, en conse- cuencia, era de imperiosa necesidad que el viajero llevara todo, desde la sal hasta el agua, en materia de viveres, y los enseres y demas menaje para procurarse lo estrictamente necesario en cuanto a comodidad personal Era la plaza de mercado el lugar de provision de bagajes: se encontraban alli vivanderos, con quienes se conseguian las mulas a razon de doce reales desde Santa Fe hasta Villeta, después que 65 habian prestado el servicio de cargar viveres, siendo de cargo del mulero la alimentacion de las ccabalgaduras durante el viaey el salario de los arrieros. Con facilidad se conseguia casa, que erade bahareque y palmicha, sin cieiosrasos ni enlacrilados, y por loregular se componia de un cuerpo de cetifcio, con salita, que servia de comedor durante el dia y de alcoba por la noche, de dos piezas laterales y estrechas; al interior, un patio en que habia arboles y algunas flores; y cocina con fogén formado por piedras que se amoldaban a las ollas que sostenian, cuyo combustibié era, y atin es,1a {ona acabade de Gorlar en el monte: En cuanto al mobiiaro, lo constiuian poyos de adobe para sentarse y estacas en las paredes para colgar la ropa; en algunas se llevaba el lujo hasta poner arafies de carrizo y candilejas de lo mismo; y como el duefio de la casa no vivia en ella o no tenia el habito del aseo, la preparada para recibir alos forasteros eran espectaculo de insectos, tales como chinches,pitos, arafas, alacranes y demas congéneres, suficientes para colmar las exigencias del mas desaforado naturalista. : Obtenida la casa, aseguradas las bestias y preparado el fiambre, se entraba en la faena de conseguir monturas y aperos para ensillar las mulas; pero como la familia era del orden pedestre o, lo que es lo mismo, no tenia costumbre de montar, carecia de todo, para supliro cual se distribuia, ‘como-en tiempo de revolucién, comparto de monturas entre amigos y relacionados. Y como no era posible que cada hijo de vecino tuviera talabarteria en su casa, se salia del compromiso enviando lo {ue podian, de donde resultaba que los aperos y demas tremotiies de la familia viajera era el Conjunto mas heterogéneo imaginable dé objefos que no volvian nunca. al poder de su legiimo duefo, por la sencilla razdn de que era punto algo menos que imposible adivinar entre tanta “qurupera, cincha, freno, sudadero, jaquima y montura, quienes eran sus duefios, después que tales ariiculos habian prestado el servicio. ay Iglesia y plaza de Facatativs Dibyjo de Riou Empacado el equipaje y metida en él la ropa de as sivientas, fin de que las muy ladinas no se_ arrepintieran de ir a tierra caliente, llegaba el dia deseado de emprender | la marcha a divertirse a sus nchas para sala conocer nuevos horizontes y dejar ars ala aburrida ciudad. Lahora fiada para famarcha era la de las seis de la mafiana, afin de legar con luz a Facatativa, que era la dormida bligada cuando no habia dficultades en el viale; pero después que se alzaba a Sanctus en la Catedral se aparecian los arrieros con las bestias, porque hasta a esa hora no parecié la mula o ‘mulas que se salieron del potrero. Este primer contratiempo, de que se imponia el vecindaio porta petmanencia en el balcén de los futuros viajeros, apostrofando y maldiciendo de los arrieros y del intempestivo y no presupuesto almuerzo, del que no podia ya prescindirse sin exponerse a compro- meter el éxito de la jomiada, constituian el primer goce del suspirado paseo. 66 | | Las muchachas viajeras se habian forjado la ilusi6n de que las vieran salir en briosos y hermosos corceles, en que lucirian sus elegantes trajes de montar, como entonces se llamaban: joual seria su cruel desengafo al ver la esqueletada brigada de animales presentes, entre los que ‘era raro el que tuviera completas las orejas onto caréciera de un ojo, con espinazos que erauna sola y asquerosa llaga desde la cruz hasta la fecha, como suele decirse! Y era sobre esas mecitabundas cabalgaduras con el labio caldo de tristeza y hambre como debian los vijeros atravesar la ciudad al emprender camino, seguidos de las sirvientas encarama- das sobre desvenciados sillones del tiempo de los encomenderos, 0 en cualquier fuste visio, Nlevando debajo el tendido de la cama y pendientes del arz6n los objetos recogidos a ultima hora, que 8e olvidaron 0 no cupieron en las cargas del equipaje, con la mirada en la cola del bagaje a finde no desvanecerse con el movimiento siguiondo el consejo que les dio una conocida planchadora experimentada en achaques de viajes a tierra caliente; mezcladas con los peones que, montados a horcajadas sobre cuadripedos enjalmados, conducian por delante los nifios envueltos en sébanas y sentados sobre las almohadas en que debian reciinar la cabeza en la posada; precedidas del cargamento de petacas, batles y almofre] sobre el cual hacian las funciones de cencerros las bacinillas de hierro al golpearse contra fa olleta de cabre de hacer el chocolate, y cuyo molinillo se introducia indistintamente en una u otra vasija, en obedecimiento a las sacudidas que le imprimia el movimiento de fa mula; y por timo, oyendo en las calles que alborotaban con aque! tren el gito de _jse.acab6 la guerra, lanzado por dondequiera que habia chinos que vieran ese peloton informe, compues Dios crid, que avanzaba lentamente, sin mas ruido que el constante vapuleo, ‘acompafiado del consiguiente arre y el chupar de los impacientes jinetes, ansiosos de salir de aquella que bien podia.llamarse verguienza'publica._ A retaguardia de aquello que parecia destile de carnaval iban: el pater familias, gravementé montado en su acémila, debajo de colosal sombrero enfundado, cubierto con gran ruana pastosa fomada de beyets oj, hee dots do eelfechay arvaroe 0 lel degre, cakradea gage de plata, ocupandd la silla chocontana cubierta con el tradicional pell6n rojo, como defensa contra ‘Tas duras corazas de la montura, y provisto del encauchado que debia protegerio de las aguas lluvias, legado el caso. Seguta la matrona de la familia, sentada con apostura regia sobre el gran sillon tapizado con pafo color de granayy cantoneras de plata, que soportaba unahacanea, con freno recamado con conchitas blancas y guarniciones de plata Ts Lacaravana marchaba sin novedad hasia la primera venta que encontrara en elcamino: pero al ‘aproximarse a e505 sitios de arribo obligado de los arrieros, era de todo punto imposible impedir que las resabiadas cabalgaduras se allegaran de rondén a la enramada que se destina en las posadas para guarecerse de la intemperie. Sila suerte favorecia alos viajeros llegaban bien entrada lanoche ala posada de Facatatva, donde comian maly, dormian peor; pues entre los ratones que pululaban, Jas pulgas que hormigueaban, el adrar de los perros y el estropeo del camino, no quedaba resquicio por donde cupiera el avo del suefo — Muy de mafiana continuaban su marcha los viajeros, no sin lamentarse de la mala situacién corporal en que se hallaban, y deseando el imposible de ir sentados sobre las nifias de los ojos, mas bien que en la posicién que les producia e! quebranto, no obstante que en la noche anterior habian agotado la provision de velas de sebo. Alllegar al Alto del Roble y contemplar la peligrosa escalera de caracol por donde debian bajar aquellos raizales, a quienes por primera vez salian de la Sabana se les juntaba el cielo con latierra, y si estuviera en su mano, de seguro que se volverian para su casa; pero la cosa no tenia remedio, y era imprescindible seguir adelante, después de santiquarse y agarrarse bien de la baticola como. prenda de seguridad para dar un volantin por encima de las Ofejas de las béstias. El Patio de las Brujas era otro mal paso que habia después del Aserradero, formado de un piélago de lodo color de siena, sombreado por bosque tupido, de donde no podia salir, sino con auxlio extrafio, quien alli se atollaba, Fue precisamente en esa localidad donde tuvo origen la siguiente anécdota Enel afo de 1853 se publicé en la Gaceta Oficial uninforme en que se aseguraba que el camino de Bogoté a Honda estaba en perfecto buen estado, merced a las reparaciones hechas por el ‘espetable Cuerpo de Ingenieros, encargado de componerio. En esa epoca corria et negocio dé ‘caminos a cargo de la Secretaria de Hacienda, habilmente desempeniada por don José Maria Pata, quiéh Rizo un viaje por esos lados én compania del doctor Vicente Lombana, de caracter burlon y 67 ‘sarcéstico. Alllegar al Patio de /as Brujas caminaba adelante el doctor Plata buscando con dificultad ar, y, como no encontraba vado, le pregunt6 al doctor Lombana su parecer, alo cual Contest6 este, con el gracejo que lo caracterizaba: *jEchese por donde dice la Gaceta!”. Empezaba luego la cuesta de EI Sale, que era un gredal negruzco en donde se quedaban prendidas las cabalgaduras, lo mismo que las moscas en miol espesa; ese lugar se hizo celebre ‘Borqu all quads pegado, con mula y todo, monsefor Lorenzo Baril, nuncio del Papa, en el ano de 1857, asuregresoa Roma. Sila mala estrella deos caminantes hacia que les cayera uno de aquellos aguaceros como solo se usan en nuestatierra, no tenian otro remedio sino dejarlo caer, y.encargar al uerpo eluidado de ‘carla ropa, pues era muy raro encontrar donde guarecerse No haremos cuenta de las montadas, desmontadas, caidas, levantadas y demas contratiempos ‘anexos a los viajes que se-emprenden entre nosotros con numerosa familia; solo diremos que, sino se presentaban mas graves inconvenientes, llegaban los veraneadores a la poblacion a la caida de la tarde, sofocados por el calor y sedientos como si vinieran del desierto de Sahara, porque a los, ssantaferefios, lo mismo que a los bogotanos, les hacia mucha impresion el calor la primera vez que 58 aventuraban a bajar de su nido de Aguila, en el que solo imperaban los cierzos del Cruz-Verde. El atrasado y deseado equipaje, que en esos instantes tenia excepcionalisima importancia, llegaba bien entradala noche, siera que llegaba, y mientras tanto permanecian los aflgidos viajeros recostados en lo que podian, porque ya hemos dicho que, en la habitacién destinada a que se desmontaran y pasaran la temporada, faltaba hasta lo més indispensable para la comodidad de la familia, Entre reniegos, maldiciones y un diluvio de vizcainos, entregaban las cargas los arrieros, y mucho era si se dignaban, por compasién, destripar al almotrej y desliar las petacas para que se proveyeran los forasteros de lecho en qué tenderse, del chocolate, panacea para entretener el hambre hasta el dia siguiente, en que amanecian los malaventurados paseantes con aspecto de lazarilos, porque ac last jas de que estaba atestada la casa. A nadie conocian en el pueblo ni tenian a quien volver los ojos; al aco “no mas la tarea de barrer los aposentos encontraban alacranes dondequiera e indicios claros de que, sin gran cuidado y prevencion, seria mas que probable una desgracia ocasionada por la mordedura de algtin animal venenoso. E1 negociado de la cocina tomaba las proporciones de catastrofe domestica: la cocinera se resistia a cocinar en el suelo, con lefia verde, y las sirvientas xigian su pronto regreso ala Sabana, porque no se resignaban a trabajar en los ofcios de acarrear ‘agua desde el rio, ni a cargar ninguna cosa, en razén a que apenas podian con su propio cuerpo. Quedaban, pues, de hecho convertidas en amas de llaves, encargadas del servicio doméstico, la madre y las hijas, que debian atender a las necesidades de la familia, desde ol arreglo de las “piezas del rancho que habitaban, hasta ocuparse personalmente en los oficios de cocina, reposteria y dems atenciones que reciama la marcha regular de todo hogar bien ordenado. J ‘et sueloo de cualquier objeto extraro producia ef alarma consiquionte al ue se experimenta ante el terrible rept que puede matar al encontrarle; el bafio disminuia el aliciente apetecido, porque las ‘amedentadas familias veian por todas partes peligros yfieras prontas a devorarlas; no gozaban de suefo tranquilo, por la constante zozobra que las atormentaba con el temor de que los murciéagos les chuparan la sangre o les cayeran alacranes del empajado; cada dedo de los pies de los viajantes éfa un panal de niguas, que, en opinion de nuestro amigo Diego Fallon, deben dejarse entrar tranquilamente para gozar la imponderable delicia de rascarse contra ol colchon deta cama; las ronchascausadas pola padres de los mosquitos yzancudosproducian fi ‘no calmaban las unas de los diez dedos de las manos; y para colmo de males, dabalach ligera indisposicion que sufren los habitantes de las tieras altas cuando entran en Las muchachas perdian sus sonrosados colores para tomar el aspecto de clorétice bebian guarapo sin término, comian frutas en toda ocasién, se bafiabafi tres Veces en cada dia y dormian la mayor parte de las veinticuatro horas, pronto les sucedia lo que accierto inglés que bebia mucho brandy. tomaba aii y otros picantes, y que. sin embargo, no adivinaba el porqué de la ittacion cronica que lo aquejaba; pronto caian aquellas en tal postracion de fuerzas, que hacia imperiosa su vuelta a respirar los aires nativos para recuperar la salud que perdian a paso de gigante — 68 Afi legaba el término fjado para regresar a Santa Fe, adonde volvian os paseantes cargados de calabazos, cocuyos, pericos y toches, de los que daba cuenta en paco tiempo el gato de la casa; y.como del paseo a veranear a tierra caliente solo traian recuerdos enfadosos, pocos eran los qué {uedaban con ganas de repetiro. Razon tenian los santaferefios en prefer estarse quioT0s en sus Harada onvez or apssar fabeos y sur loda dase deporcencas onloqu enattse llamabair_ a mudar temperamento. ed Viletatuvo importancia desde su fundacion, porque esté situada en la mitad del camino que era inmeciaciones se mont6 el primer trapiche de hierro miovido por agua que se conoci6 en Colombi debido al dstinguido caballaroingtés don Guitermo Wis, ee afiode 1640, enlahicienda de Cune, Poseia un buen establecimiento de fundicion de cobr@, drigido por don Timoteo Roman; estaba rodeado de plantaciones de cana de azdcar y pasto de guinea; la principal ocupacién de sus ‘moradores era el acarreo de mercancias de importacién y exportacion, y el comercio de miel, azucar Y aguerdionts; ests exffesda ons centru del vale que rienin al io Bima v ta Quebrad, apts ‘aguas no son potables porque contienen bastante azutre y sullato de hierro; pero son muy medicina- ‘es. especialmente para curar el reumalismo y las afecciones cuténeas; con una temperatura media ‘de 25° centigrados, morigerada por los vientog que soplan del Aserradero y del Alto del Trigo, en_ ‘medio de lujosa y variada vegetacion, todo lo cual contribuia a que ese fuera, y aun sea, buen lugar para salir a temperar los habitantes de la attplanici. Apincpios de este siglo se establec6 al una respetabe colonia de socorranos -que asi se llamaba entonces a los hoy oriundos del Departamento de Santander-, enire los cuales sobresalia don Juan Vargas, caballero cumpldo, rico, emprendedor, que oretendia, como César y Bolvar dictar tres carlas a un mismo tempo, aunque se equivocara al dita, por lo cual Te resullaban monstU0s0s adefesios, entre los que recordamos la misiva que dirigié a Honda para que le enviaran por el Correo quinientas piedras grandes para molerlas antes que se pasara|la cafa. En puntuacién ‘bservaba una regia tan sencla como fac, no conocida de Marroquin 6 que ode Inct en Su tralad sobrela materia, Después de dcar el texto, paseéndose en cuerpo de camisa en eleorredor | dela casa, frmaba y ordenaba asus atontos oserbentes que clean a disbuclén de unos y “comias para que no quedaran desalifiadas las cartas. Construyé Vargas la primera casa alta que se conocid en el lugar. al costado occidental de la plaza; piso bajo lo reser paras, ye alo era ol refugio que encont aban los vajoros en 2qv0 | “enforces inhospitalario pueblo, porque don Juan era aficionado a of relaciones de viajes y amigo de servir al forastero; su casa era la de todo el mundo. El departamento destinado a los ranseuntes se ‘componia de una sala y dos alcobas laterales, con puertas a un balcon que daba alla plaza; en una de las alcobas habia gran cama de caoba de estilo inglés, con columnas y cielo raso semejante aun baldaquino. €n ela Garmigron, ens cas muchas notabiidades, el Sabio Wats, el baron de “Humboldt, los vireyes Antonio Amar y Juan Sémano, elLibertador cuando iba a morir a Santa Marta, ‘Santander cuando se le condujo a las bovedas de Cartagena, el santo arzobispo Mosquera al pati para su inicuo ostracismo en el ano de 1852, don Mariano Ospina al emprender la campafa de Occidente en el aro de 1861, y los generales Mosquera y Obando cuando venian en dicho afo hacia la Sabana. En el afo de 1844 se establecio en Villeta la distinguida sefiora doha Juana Sanchez de Moure enbusca de salud, obtenida la cual resoivio quedarse a vivir aly constituirse en providencia para Ie wajero y menosiorouos GsTIuglr-POr Ta mers Tapenade don Juan habe de emvateoe la casa que pertenecio a este, viniendo a ser propiedad de la seriora Sanchez. Esta nobilsima anciana ‘no erarrica, pero vivia de su trabajo, cuyos productos empleaba en mantener aseaday paramentada’ Ia iglesia, en socorrer a los pobres y en proporcionar alos forasters lo que necesitaran, para lo “cuaitenter muebles de repuesto y muchos abjetos de reconocidatutlidad, que no es fcillevar de una parte a otra sin evidente riesgo de destruccion. Desde entonces se puso de moda Villeta para ir a temperar, y no hubo quién tratara a esa mairona que no se sintiera como subyugado por la 3 ondadosa influencia que ejercia su amable presencia, cultos modales y, mas que todo, su conversacién, que era fuente inagotable de agudezas o historias instructivas. Poseia en alto grado lo que se llama don de gentes. rT ee pee ee Mientras vivid dona Maria Ignacia Moure, hija de la sefiora Sanchez, mantuvo la tradicional i costumbre establecida por su santa madre de “dar posada al peregrino” en Vileta. Don Miguel Cané, ministro de la Argentina en Bogotd en los afios de 1881 y 1882, refiere en su interesante libro En viaje la acogida que le hizo la sefiora Moure del modo siguiente “Las autoridades locales de Villeta, con algunos amables vecinos que se habian unio, salieron arrecibienos y conducimnos al hotel. jAl hotel! Un bogotano se pone palido al oir mencionar el hotel de Villeta; qué seria de nosotros cuando contemplamos la realidad! Felizmente para mi, se me avis6 “que uni amigo me habia hecho preparar alojamiento en una casa particular. Fui all yrecibi la mas carifiosa acogida por parte dea sefiora Moure, que, junto con las aguas termales yn inmenso érbol de la plaza, constituye lo unico bueno que hay en Villeta, segin aseguran las malas lenguas de Bogots. Cue deciose mo parecié equal cuarlio,impio como un ampo, sereno slenciosol bla una camall iUna cama con almohada, s4banas y cobijas! Hacia un mes que no conocia ese Iujo asistico. La dulce anciana carifiosa, rodedndome de todas las imaginables atenciones, me tala la memoria el hogar lejano y otra cabeza, blanqueada como la suya, haciendo el bien sobre la tierra’ Nunca pudo resignarse la sefiora Sanchez con el destierro de Manuel José, que era como llamaba al arzobispo Mosquera, sobre quien tenia el ascendiente que le daba el haberlo amaman- ‘tado. Ellustre prelado la llamaba tia Juanita, y la obedecia como un nifio enlos dias que permaneci6 ‘enVilleta, en su casa, mientras daba algun respirola aguda enfermedad que suttia, para continuar el camino del extranjero, adonde lo lanzaban las aberraciones pollticas de ese tiempo, viaje del cual no habia de volver. En su carifio maternal liegaba la sefiora Sanchez hasta quitar el breviario de las. manos | istre enfermo, porque los médicos le habian prohibido la lectura. Al colocar al arzobispo ielGraice on qe debi sonaTareefs asia Handa lo atomodt Ta wafora como hace una madre ‘con su hijo al acostarle en lacuna, le beso en a frente, en seguida se arrodillé para recibir su postrera bendicion, contemplé por utima vez aquelrostro dulce y majestuoso, y con voz entrecortada por los sollozos que la ahogaban, le dijo: “/Manuel José, ruega mucho a Dios por los que te persiguent” Durante los pocos dias que permanecio el general Mosquera en casa dela sefora Sanchez, en el afo de 1861, le presentaba aquel a los diferentes jefes y oficiales que entraban a hablarle. Tomas ~le dio cuando se vio a solas con este-, te veo rodeado de gentes que te amarraran en ‘el momento que menos lo pienses. Seis afos después permitieron al general Mosquera que pernoctara en la misma casa, de paso para el Peru, adonde se le llevaba desterrado por consecuencia de la conjuracién del 23 de mayo de 1867, iA tia Juanita -exclam6 el proscrito al verla y abrazarla-, quién me hubiera dicho que se cumpliria la profecia que usted me hizo en esta misma casal | Elinfortunado general José Maria Obando, a su paso por Villeta en el afo de 1861, sehospedé en la morada de la sefiora Sanchez, y como eran antiquos conocidos y amigos, aquel la puso al cortiente de varias de las medidas que pensaba tomar al entrar a la capital Eso sera -le replicé la sefiora- si antes no lo matan, porque la guerra es guerra. | ‘Ocho dias después cala Obando alanceado en el campo de Tierranegra Después del 18 de julio del afo antes citado se conducia, siendo el escamio de las almasviles, a on Mariano Ospina y demas compaeros de infortunio para sepultaios en el castillo de Bocachica Alllegar a Vileta se les puso en el inmundo eaificio llamado carcel; y como la desgracia produce el vacio alrededor de quienes son sus victimas, nadie se atrevia a prestar el mas insignificante servicio ‘alos presos, que carecian de todo; pero esta ley no tocaba con la sefiora Sanchez. Se presents en| prision y obligé al oficial de la escolta a que permitiera que ella, tia de Tomas Mosquera proporcionara camas y alimentos a aquellos dstinguidos caballeros, mientras permanecieran en el lugar. ee eters En toda la comarca era conocida la sefora Sanchez con el distintivo carifioso de misia Juanita, y aunque muy querida y respetada, no le faltaba uno que otro malqueriente. Sucedio, pues, que un vvecino anciano le entabi6 pleito por una mediania que a die tocaba mantener. Citada la sefora al juzgado, pidié su contendor, con lujo de groserias, que se le nombrara curador, porque ya estaba 70 y no sabia lo que hacia. Dofla Juana, sin inmutarse ni darse por notiticada, contesté la andanada asi: Seftor juez, nombre usted al seftor don Gregorio Ramirez dos tutores; uno porque lo nec come jovenito menor de edad, y oto para que le ensene uibanidad =a Ante este escopetazo, salié despedido don Gregorio, desertando de la demanda. Tal era, a grandes rasgos, el cardcter de una de nuestras matronas colombianas, cuyo hogar era asilo obligado de los forasteros que iban a Villeta por cualquier causa, en donde encontraban las costumbres de la mejor sociedad. Alli murié la seftora Sanchez en el afo de 1871, después de ochenta y siete afos de abnegacién y sacrificio en favor de sus semejantes, llorada de todo un pueblo y admirada de cuantos la trataron. Aun viven muchas personas en Bogota que pueden abonar nuestro dicho, y, en la plaza de Villeta, la opulenta ceiba que semiré aquella anciana con su ‘propia mano, en el arto de 1848. ae

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