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Scholar Bullying and Ciberbullying - Intimidación y Ciberintimidación

Escolar: Una mirada hacia la víctima.

Sugerencias para los estudiantes intimidados


Reacciones de los niños a la "ciber-intimidación"
Recomendaciones para padres
Bibliografía de consulta

Todos los días los docentes, los directores, consejeros escolares, padres y amigos de
muchos jóvenes se acercan a la escuela buscando respuestas al sufrimiento y miedo que
tiene una víctima de la intimidación. Muchos casos se solucionan con intervenciones
sencillas, en otros casos hay que recurrir a otros recursos externos, que incluyen a la
Justicia y en otros, sencillamente la gravedad termina por dañar irreversiblemente a un
niño o a un joven. La intimidación es un problema que afecta a estudiantes de todas las
etnias y clases sociales, y es motivo de preocupación para múltiples actores de la
sociedad, prácticamente todos los que tienen contacto con una víctima de este flagelo.
También es cierto que muchas veces por ser la intimidación un problema oculto a los
padres, docentes y otros adultos, no se logra dimensionar la gravedad de este problema o
incluso se llega a minimizar los hechos vinculados a la intimidación.
Las principales causas que involucran a la intimidación son la apariencia personal, el
estatus socioeconómico, la etnia, la religión o la condición de género (por ej. Sexualidad).

El acto de molestar o de intimidar (bullying), es todo comportamiento agresivo que sea


intencional y que implique un desequilibrio de poder o de fuerzas. Con frecuencia, los
actos de molestar o de intimidar (bullying) se hacen repetitivos.

La intimidación raras veces es monotípica, es decir, de un estilo: verbal, psicológica,


física, cibernética, etc. La mayoría de las ocasiones el intimidador utiliza una mezcla de
ellas, lo que amedrenta aún más a la víctima.
Recordemos que la intimidación no sólo es dolorosa para la víctima y su entorno, sino que
el intimidador es implacable y su víctima simplemente puede llegar al aislamiento social
por el temor, a no producir adecuadamente en la escuela, presentar cuadros
psicosomáticos, e incluso, suicidarse.
Los intimidadores también son víctimas, en muchos casos ellos también han sido víctimas
de la intimidación de adultos, abusados, maltratados psicofísicamente, sin embargo la
carrera de los intimidadores, en más del 50% termina con la cárcel, o la muerte por
integrar grupos delictivos organizados como las pandillas. Los intimidadores generalmente
fracasan a nivel académico tempranamente, y tampoco logran relaciones saludables y
positivas con otros grupos sociales. La violencia aumenta en ellos y realimenta al
intimidador.

Algo importante es que no existe un estereotipo del intimidador, si bien hay características
más frecuentes. Pueden ser varones o mujeres, extrovertidos o manipuladores, aparentar
ser generosos, etc pero en general todos ellos les gusta dominar a los demás, son
egoístas, suelen equivocarse en la toma de decisiones, no son reflexivos, no suelen
compadecerse y ser empáticos, son menospreciativos de los otros, su baja autoestima los
lleva al complejo de superioridad e incluso la megalomanía.
En ocasiones, el niño que desarrolla conductas de hostigamiento hacia otros busca,
mediante el método de «ensayo-error», obtener el reconocimiento y la atención de los
demás, de los que carece, llegando a aprender un modelo de relación basado en la
exclusión y el menosprecio de otros.
Con mucha frecuencia el intimidador/a que acosa a otro compañero/a suele estar rodeado
muy rápidamente de una banda o grupo de acosadores que se suman de manera
unánime y gregaria al comportamiento de hostigamiento contra la víctima. La violencia
encuentra una forma de canalizarse socialmente, materializándose en un mecanismo
conocido de regulación de grupos en crisis: el mecanismo del chivo expiatorio.

Los profesores Piñuel y Zabala y Araceli Oñate han descrito hasta 8 modalidades de
acoso escolar, con la siguiente incidencia entre las víctimas.2
 Bloqueo social (29,3%)
 Hostigamiento (20,9%)
 Manipulación (19,9%)
 Coacciones (17,4%)
 Exclusión social (16,0%)
 Intimidación (14,2%)
 Agresiones (13,0%)
 Amenazas (9,1%)

No todos los niños o jóvenes comunican a sus padres o maestros que son víctimas de
intimidación o acoso en la escuela. Por ello es muy importante prestarle atención a los
siguiente signos (tener en cuenta que su presencia no necesariamente es consecuencia
de la intimidación):
No querer ir a la escuela, no querer usar el autobús escolar, no querer caminar hasta el
colegio.
Evidenciar miedo, angustia, depresión, ansiedad o autoestima baja.
Regresar de la escuela con contusiones, daños físicos de cualquier índole y grado, con la
mochila rota o pintada, con los libros dañados, etc.
Falta de apetito, evadir preguntas comprometidas, no querer atender el teléfono, no
querer atender a la puerta, evadir las reuniones sociales.
Cansancio físico, somnolencia, etc.

Sugerencias para los estudiantes intimidados

1. Evitar estar sólo, en especial si el intimidador comparte los mismos espacios


sociales, en especial que le acompañen amigos, presencia de un adulto, etc.
2. Regresar a la casa acompañado por amigos o con un grupo de conocidos, pues es
uno de los momentos donde suele intimidarse preferentemente por los agresores.
3. Ignorar al intimidador y alejarse lo más pronto posible, pues la situación
intimidatoria se volverá temporalmente más intensa. Muchos creen que esto es un
acto de cobardía, pero la valentía está en no enojarse, no perder el control y en
especial no realimentar a los intimidadores con esas reacciones, que son las
buscadas y estimulan a los agresores. El lenguaje corporal debe acompañar tu
decisión de no dejarte intimidar, por eso caminar erguido, mirando con confianza el
entorno y demostrando la seguridad en las convicciones que se defienden.
Recordar aquella maravillosa frase de la Odisea, cuando Héctor es perseguido por
Aquiles, ambos guerreros de gran valentía, reconocidos en todo el mundo antiguo,
"mientras un valiente corría, otro más valiente lo perseguía", si bien aquí el que
busca "perseguir" no es el valiente, sino el que no ha logrado vivir la vida con
valentía.
4. Evitar el enojo, es la primera reacción deseada por el intimidador. A veces la
reacción inesperada desconcierta al intimidador, en especial si la situación es
tomada con humor. Es importante que se canalice la ira haciendo deportes, teatro,
escribiendo, etc incluso lo que se escribe puede ser importante a la hora de
establecer el procesos intimidatorio.
5. No recurrir a la agresión física, pues no sabemos cuál será la reacción del
intimidador, quienes en ocasiones portan armas o forman parte de grupos con
comportamientos similares. Esto es muy importante, en especial porque en el
mundo adulto, muchas veces se cree que la violencia física templa el carácter, ello
no es así. Los orígenes de estos conceptos son tan antiguos como la humanidad,
pero su anclaje racional está en la formación militar de los ejércitos de la
antigüedad hasta la fecha, y ello responde esencialmente a la típica respuesta de
marcación territorial de los animales, sobre todo en Mamíferos machos. Muchas
veces la víctima termina hospitalizada, en incluso con secuelas permanentes por
haber intentado usar la fuerza física como defensa.
6. Tomar las riendas de nuestras vidas, haciéndonos cargo y proyectándonos en el
futuro, en lo que queremos lograr en nuestras vidas. Mirar más allá del presente.
Para ello practicar deportes, tomar clases de yoga y meditación, aprender a tocar
un instrumento o cantar, practicar juegos que requieren de pensamiento estratégico
como el Ajedrez o Magic pueden ayudar a enfocarse en una vida donde el agresor
de hoy, es sólo un grano de arena en la playa de lo que vendrá.
7. Conversar y dialogar sobre lo que ocurre, sobre los motivos, el proceso y su
posible resolución con un adulto, si es en la escuela, hablar con un consejero
escolar, con un maestro de confianza o con un amigo puede permitirte analizar las
situaciones, comprender los hechos y encontrar soluciones. Nunca debe quedar
sólo en la víctima lo que ocurre con él y el intimidador, pues ahí es cuando se
complica la situación.
8. Confiar en los amigos auténticos, ya que ellos serán el termómetro de múltiples
situaciones presentes en la intimidación, como las mentiras, que suelen circular
rápidamente en las escuelas, o los rumores sobre una situación o hecho
determinado que involucra al intimidado. Serán estos amigos los que ratificarán la
falsedad de los mismos, y esto traerá alivio y paz a la víctima, pues en ocasiones
siente que nadie cree en él/ella. Alentará su visión optimista y madura de las
relaciones interpersonales, complejas y dinámicas ciento por ciento.
9. Recurrir a los padres, explicándoles cabalmente lo ocurre, tratando de no omitir
detalles. Contarles si ya han buscado ayuda en adultos de la escuela o en amigos,
y cuáles han sido sus respuestas. Seguramente los padres recurrirán a meditar y a
decidir cabalmente los pasos a seguir.
10. Si la situación se sale de control, o no se encuentran las respuestas buscadas, se
puede recurrir siempre al 911 o ingresar al website www.stopbullyingnow.hrsa.gov o
www.GobiernoUSA.gov donde se encuentra mucha información al respecto y se
puede denunciar la situación.

Otras veces los padres, por desconocimiento o desesperación pueden tomar medidas o
ejecutar acciones contraproducentes contra el hijo/a intimidado. He aquí algunas de las
sugerencias más sencillas de llevar a cabo:

No tener reacciones exageradas, melodramáticas e impulsivas de la situación. Ello


simplemente incrementa la inseguridad y el temor en la víctima, otras veces evitará decir
lo que ocurre por temor a las reacciones desmedidas de los padres.
Generar el ambiente confortable, seguro y afectuoso que permita dialogar sobre lo que
ocurre con él, intentar descubrir e identificar los componentes del proceso intimidatorio.
Evitar la reacción casi natural de sobreprotección hacia el hijo o hija, ya que esto también
es un obstáculo a la hora de compartir la vivencia del niño o joven. La racionalidad debe
estar al servicio de la situación y no la pasión.
Es muy importante que los padres asuman su rol y compromiso con lo que pasa con sus
hijos, y por eso debe reportarse a la escuela lo que acontece, confiando en que los
técnicos del colegio encontrarán la mejor forma de solucionar o mitigar el problema. Tener
reuniones frecuentes con los consejeros escolares, con la dirección, los docentes es otra
forma de mirar más allá de lo evidente.
Nunca culpar o responsabilizar al estudiante por ser la víctima, sino todo lo contrario. Es
como encontrar a una mujer violada responsable de lo que le ocurrió por llevar una falda
muy corta.
No contactar a los padres del estudiante del hijo/a, y de querer advertir de lo que
acontece, previamente habiendo hablado en la escuela, hacerlo por escrito, pues muchas
veces las reacciones de los padres del intimidador explican los comportamientos del
agresor.

La ciberintimidación, ha sido definida como "un acto agresivo e intencional encabezado


por un grupo o individuo usando formas electrónicas de contacto, en forma repetida y en
el tiempo contra una víctima que no puede defenderse fácilmente" (Smith et al.)
Más del 60% de los ciberintimidados han sido intimidados y más del 60% de los
ciberintimidadores ha intimidado.
Los niños y jóvenes pueden ciberintimidar a través de:

 Correos electrónicos,
 Mensajes instantáneos,
 Mensajes de texto o imágenes digitales enviadas a través de teléfonos celulares,
 Sitios de redes sociales
 Páginas Web,
 Web logs (blogs),
 Salas de charla (chat) o foros de debate, y
 Otras tecnologías electrónicas.
El molestar o intimidar (bullying) a través de mensajería instantánea parece ser
particularmente predominante (Dehue et al., 2008; Kowalski et al., 2008).
El 45% de los pre-adolescentes y el 30% de los adolescentes que habían sido "ciber-
intimidados" recibieron los mensajes estando en la escuela.
El 44% de los pre-adolescentes y el 70% de los adolescentes que habían sido "ciber-
intimidados" recibieron los mensajes estando en casa.
El 34% de los pre-adolescentes y el 25% de los adolescentes que habían sido "ciber-
intimidados" recibieron los mensajes estando en la casa de un amigo(a).

Reacciones de los niños a la "ciber-intimidación"

La mayoría de los adolescentes (el 60% de los varones y el 70% de las niñas) considera a
las molestias o intimidaciones electrónicas como un problema grave y sienten que
deberían existir reglas más estrictas sobre el tema (el 70% de los varones y el 80% de las
niñas) (Cox Communications, 2009).
Un estudiante de la escuela 52%
Un amigo 36%
Hermano/a 13%
No saber quién 48%

Pubertad Adolescencia
Informaron a los padres 51% 35%
Informaron a algún docente 27% 9%
Informaron a un amigo 44% 72%
Informaron a un/a hermano/a 31% 35%
No informaron a nadie 16% 17%

Según una encuesta telefónica entre pre-adolescentes y adolescentes (Fight Crime:


Invest in Kids, 2006):

Los efectos de la ciberintimidación en niños no ha sido aún estudio de investigaciones


profundas, más allá de ello, se evidencia que aquellos niños ciberintimidades no quieren ir
a la escuela y se muestran preocupados y tristes, en ocasiones lloran por alteraciones
sencillas del ambiente socioemocional.
En contraste, los estudios más profusos realizados en la educación media, demostraron
que los estudiantes ciberintimidades tienen los índices más bajos de rendimiento escolar,
los índices más altos de fracaso escolar, de inasistencias, de ansiedad y depresión.
A diferencia de la intimidación escolar, esta forma no diferencia entre el día y la noche,
como tampoco los espacios sociales (casa, escuela, etc.), a su vez, como consisten en
mensajes de texto o imágenes en las diferentes redes sociales (Facebook, twitter,
myspace, etc.), se dispersan rápidamente en la red, no olvidemos que en general son
anónimos e incluso difíciles de identificar su procedencia.

Recomendaciones para padres:


1. Mantener las computadores con acceso a internet fuera de los dormitorios.
2. Dialogar permanentemente con sus hijos sobre las actividades y vínculos que
desarrollan en internet.
3. Analice con ellos distintos tipos de ciberintimidación, comente sobre cómo los
ciberintimidadores actúan y cómo se sienten las víctimas, en especial el temor que
les genera o la vergüenza por lo que no quieren hablar con otros.
4. No los amenace con quitarles el acceso a internet o las computadoras o los
teléfonos celulares, pues esto simplemente hace que se recluyan en su problema.
5. Converse sobre si conoce otros estudiantes que estén siendo ciberintimidados,
para que pueda hablar con sus compañeros o pedir la participación de un
consejero escolar o incluso que Ud pueda hablar con el niño/a cibertintimidado/a
para luego concertar una reunión con los padres de la víctima.
6. Instale programas de filtro y de rastreo para revisar las comunicaciones de sus
hijos, dialogando con ellos que si bien la privacidad de ellos es muy importante,
más lo es su seguridad.

En caso de que su hijo esté siendo ciberintimidado/a:

1. Recuérdele no responder al ciberintimidador.


2. No borre los mensajes o imágenes, son pruebas para ser usadas en la corte.
3. Procure rastrear al ciberintimidador, pues cada computadora o dispositivo que usa
internet tiene un ISP (proveedor de servicios de internet) que puede identificar la
fuente de procedencia.
4. Recurra a la policía para que pueda rastrear al ciberintimidador.
5. Comuníquese con su escuela. Si la ciberintimidación está ocurriendo a través del
sistema de Internet de su distrito escolar, los administradores escolares tienen la
obligación de intervenir. Aún cuando la ciberintimidación esté ocurriendo fuera del
campus, informe a sus administradores escolares del problema.
6. Si usted decide comunicarse con los padres del/a ciberintimidador/a, hágalo por
escrito, ya que en ocasiones estos padres pueden reaccionar mal, recuerde
presentar una prueba.
7. Considere contactar a un abogado en casos de ciberintimidación grave. En algunas
circunstancias, el derecho civil les permite a las víctimas demandar a una persona
que molesta o intimida y a sus padres a fin de recuperar los daños.

El acoso escolar es una realidad presente en nuestros centros escolares que


contamina la convivencia, produciendo efectos negativos no sólo en aquellos
implicados directamente, sino en la totalidad del alumnado y profesorado. El clima
escolar se deteriora gravemente, hasta el punto, que para muchos acudir,
diariamente, al centro supone una tortura. Todo esto, unido al papel sensacionalista
que los medios de comunicación conceden a esta problemática, contribuye a
desatar la angustia general en los padres, quienes hasta hace poco consideraban
las escuelas como lugares de paz, seguridad y bienestar para el desarrollo
madurativo de sus hijos.

Se visualizó un mayor nivel de implicación de los varones como víctimas y


agresores victimizados, en cuanto a la edad, los estudiantes de 12 a 15 años
pertenecientes al octavo, noveno y décimo año presentaron un mayor grado de
implicación como ciberagresores victimizados. En conclusión, se puede evidenciar
que existe una mayor presencia del acoso escolar tradicional y una menor
incidencia del cyberbullying, no obstante, parecería presentarse una relación
directa entre las dos modalidades de acoso escolar.

Algunos autores señalan que en los últimos años hemos asistido, tal y como se
viene razonando hasta ahora, a un incremento en el número de episodios de
acoso, humillación y violencia protagonizados por escolares haciendo uso de las
nuevas tecnologías (Mora-Merchán et al., 2010). Si se profundiza en el análisis de
los estudios que tratan de explicar la problemática de ciberbullying se observa que
no son muy numerosos y, en algunos casos, simplemente recogen una o dos
cuestiones en las que se pregunta si, dentro de situaciones de maltrato y acoso, se
han utilizado medios electrónicos. Por este motivo estos resultados hay que
tomarlos con cautela. A pesar de este inconveniente, a continuación se expondrán
las principales conclusiones de los estudios revisados en este trabajo al respecto
de la prevalencia de los fenómenos de agresión y acoso entre jóvenes en el
ciberespacio.
(Jesús Redondo, 2016)
Uno de los focos de interés en el estudio del bullying y el cyberbullying es el
establecimiento de su prevalencia en diferentes regiones del mundo, con el fin de
establecer similitudes y diferencias de carácter cultural. En esta línea, un trabajo
sobre bullying con datos de cuarenta países (Craig et al., 2009) reconoció valores
que oscilan entre 8.6 a 45.2% para hombres y de 4.8 a 35.5% para mujeres; años
más tarde, tras un meta-análisis realizado con ochenta estudios se propuso una
prevalencia de 36% para victimización y de 35% para agresión (Modecki, Minchin,
Harbaugh, Guerra y Runions, 2014). Este último estudio en particular orientó el
desarrollo de la presente investigación, no obstante fue un meta-análisis
principalmente encaminado a calcular los tamaños de los efectos medios
ponderados, incorporando las características de medición como moderadores para
explicar la variación en las tasas de prevalencia y en las correlaciones de los
fenómenos; mientras que nuestro estudio fue de corte bibliométrico y, a diferencia
del primero, se delimitó en la región latinoamericana, presentando además valores
de prevalencia a través del análisis de datos agrupados.

En cuanto a las consecuencias del ciberbullying, en estudios realizados por Patchin


e Hinduja (2010) por un lado, así como, Schenk, Fremouw y Keelan (2013)
encontraron que los acosadores cibernéticos universitarios obtuvieron
puntuaciones más altas que los participantes pertenecientes al grupo control en
malestar general, sensibilidad interpersonal, depresión, hostilidad, ansiedad,
paranoia y síntomas psicóticos. Estos hallazgos indican una disparidad en el
funcionamiento psicológico entre las personas que participan en ciberbullying en
comparación con sus compañeros no implicados. Entre las manifestaciones se
evidenciaron baja autoestima, baja motivación, miedo al rechazo y la necesidad de
confirmación por parte de los demás, todo esto relacionado con el uso frecuente de
internet. Dado que los individuos deprimidos, con frecuencia se sienten indefensos,
pueden sentirse ansiosos o impotentes cuando se enfrentan a un evento de
ciberbullying. Además, aquellos que manifiestan síntomas de hostilidad tienden a
tener ataques de ira y a estar irritables (Schenk, & Fremouw, 2012), lo que podría
conducir a respuestas extremas ante la provocación, afectando su participación en
los incidentes de ciberbullying.
Bibliografía
García, A. G. (2015). El ciberbullying o acoso juvenil a través de. Barcelona, España.

Hernández Prados, M. Á. (6 de diciembre de 2020). CIBERBULLYING, UN PROBLEMA DE


ACOSO ESCOLAR. Madrid, España. Obtenido de https://www.redalyc.org/comocitar.oa?
id=331427206002

HERRERA-LOPEZ, M., & ROMERA, E. M.-R. (6 de Diciembre de 2020). Bullying y


Cyberbullying en Latinoamérica. Un estudio bibliométrico. . Mexico.

Jesús Redondo, M. L.-L. (27 de Junio de 2016). IMPACTO PSICOLÓGICO DEL


CIBERBULLYING EN ESTUDIANTES UNIVERSITARIOS: UN ESTUDIO
EXPLORATORIO. Bucaramanga, Colombia.

Ordóñez, M. &.-C. (10 de Febreso de 2004). Bullying y cyberbullying escolar en niños y jóvenes
adolescentes: un estudio de caso. Cuenca, Ecuador.

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