Los yanaconas (yanakunas) o simplemente yanas, son un grupo poblacional difícil de
definir en tanto que eran poblaciones extraídas de su grupo étnico para labores específicas pero que en algunos casos tuvieron funciones gubernamentales importantes llegando, en algunos casos, a ser curacas y a tener inclusive «acllas» otorgadas por el inca. 29 Básicamente los «yanakuna» fueron población escogida por sus habilidades para prestar un servicio especial, se documentan grupos yanakuna llevados desde Chan Chan al Cuzco para sus servicios metalúrgicos, así como grupos Cañaris trasladados al valle de Yucay para el cultivo del maíz. En el caso de la producción maicera de los cañaris de Yucay, sirvió para la alimentación directa de las panacas cuzqueñas. 29 La institucionalización de este grupo poblacional está documentado a través de relatos recogidos por los cronistas europeos. Según algunos relatos los «yanas» fueron población que se rebeló y a la que se le perdonó su vida a cambio de servir perpetuamente al soberano incaico, esta rebelión sucedió en Yanayaco; según la leyenda, justo cuando iban a ser ejecutados Mama Ocllo intercedió por ellos y pidió que estuvieran a su servicio. Según Rostworowski el Inca entregaba población yana a la «coya» cuando al momento de casarse. La población «yana» también era entregada por el Inca a otros curacas para servicios especiales, en este caso hacían lo que ordenaba la persona a las que estaban a cargo. Los yanas estaban repartidos en casi todo el imperio, se documentan «yanas» al cuidado de las momias de los soberanos incaicos; asimismo el sol y las huacas tenían «yanas» a su servicio (Cieza de León describe a los yanas al cuidado de las huacas de «Huanacaure» y «Huarochirí»). Los primero europeos identificaron a los «yanas» como poblaciones sin derechos, comparándolos con la concepción de esclavos que existía en la Europa de aquellos años. Sin embargo existe información que descarta esta posibilidad que fue publicada por J. Murra; esta información señala que los «yanas» tenían derecho a recibir tierras para su sustento. Investigaciones de W. Espinoza señalan que el estatus de «yana» era algo común antes del imperio y su número fue aumentando a medida que el territorio se extendía.