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Fundación Universitaria Unicervantes

Curso: Agustín y la Vida Consagrada


Docente: Enrique Eguiarte
Estudiante: Oscar Fernando Rivas Quintero.

Lectura 7. De Sancta Virginitate 18-20

Resaltando que exhorta tanto a las vírgenes consagradas, como a las casadas que no
deseen otra cosa que el estado en que ya se encuentran, Agustín expresa que ni una ni la otra
deben menospreciarse entre sí. Ninguna es mejor que la otra en tanto que sigan la verdad
revelada en las Sagradas Escrituras para que su virginidad sea tanto corporal como espiritual
y sin mancha de corrupción por la mentira. En ese seguimiento de la verdad se revela que la
virginidad por medio de la continencia es un bien mayor, que el matrimonio sin despreciarlo
como algo malo que se debe huir y ni equipararlo con ella (la virginidad).

En la vía matrimonial, las viudas pueden alcanzar la continencia huyendo de os


pretendientes que le separen de esa montaña (la continencia). El deber de la viuda al igual
que la virgen por medio de la continencia es la de servir a Dios y solo a Él.
El matrimonio se ha entendido como un bien menor hasta ahora, sin embargo, para alejar
toda malinterpretación de la Sagrada Escritura sobre el tema en cuestión, expresa Agustín
que Pablo por medio de la continencia perpetua se defiende la bondad del matrimonio el cual
no es considerado una condena merecedora de la pena máxima, la ausencia de Dios en la
vida de los casados.

La virgen que se ha casado, si lo ha hecho desde el seguimiento de la Verdad de la


Escritura no es rea de muerte o de castigo perpetuo, puesto que Pablo no condenó tampoco
está acción (cf. 1 Cor 7, 28 en De Sanc. Virg. 16. 19-20)

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