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Según Sheila McNamee: “Las preguntas circulares se construyen sobre la idea del
lenguaje relacional. (…) Las descripciones múltiples que surgen en el proceso de las
preguntas circulares proporcionan las fuentes para nuevas conexiones (relaciones). Los
“datos” recogidos con este método de plantear preguntas se convierten rápidamente en
informaciones sobre conexiones entre personas, ideas, relaciones y tiempo. De esta
manera, en este contexto surgen informaciones sobre las pautas y el proceso (no sobre los
productos o resultados). Dado que las preguntas circulares no obligan al individuo a
sostener su propia versión del mundo (incluso la privilegiada, profesional o psicológica),
permiten una separación respecto de las historias o de la lógica que las personas suelen
vivir o actuar cotidianamente. Proporcionan una apertura hacia descripciones alternativas
que a menudo comprenden las opiniones múltiples que antes entraban en competencia en
el discurso.
Karl Tomm, tomando la intencionalidad del terapeuta al plantear la pregunta, ha dividido
las preguntas circulares en: informativas y reflexivas. Las informativas, tienen el objetivo
de recoger informaciones; las reflexivas, el de suscitar cambios (estos objetivos no son
excluyentes, y las preguntas a menudo tienen un carácter mixto). La distinción entre
ambas, se basa no tanto en la formulación como en el momento en que se plantean, en el
timing del diálogo: una misma pregunta , de acuerdo con el momento en que se formula,
puede asumir un carácter informativo o reflexivo.
Otra distinción posible, es entre preguntas de alternativas finitas (“¿A quién siente más
cercano: a su madre o a su padre?”), preguntas de alternativas infinitas (“¿Qué cree que
haría su mujer si se divorciaran?”) y preguntas sí/no, que admiten una simple respuesta
afirmativa o negativa.
Algunas preguntas circulares requieren del interlocutor declaraciones, o sea, dar
referencias sobre hechos concretos; otras requieren atribuciones, o sea, atribuir actitudes
o estados de ánimo a un tercero. Las preguntas del primer tipo se ocupan de
comportamientos y las del segundo tipo, entran en el juego de los significados.
En las preguntas circulares, se advierten 3 tipos de niveles de la comunicación.
Descripción, experiencia y explicación. El uso de esos niveles en las preguntas circulares,
abre amplias perspectivas en la conexión de los hechos, las emociones y los significados,
que enriquecen la visión del mundo del paciente, ayudándolo a salir de la rigidez de la
que ha llegado a ser prisionero.
La primera pregunta circular, podemos denominarla “pregunta tema”, porque introduce
un tema básico, y a ésta le siguen otras que tienden a obtener mayor precisión y permiten
al terapeuta definir cada vez más el tema e insertarlo en el juego de las relaciones.