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…Aquí hay algo tan hermoso, que debemos tomar nota. Si alguna vez lo
necesitamos, es hoy: el amor "no hace nada indebido" (v.S). Desearía poder
hacerles entender esto a los miles de personas que están hablando del amor,
que llevan pancartas que hablan del amor, que tie nen miles de palabras que
decir sobre el amor, que hacen grandes concentraciones tratando de
demostrarle al mundo que ellos aman.
Una expresión muy común en estos días es "ojo por ojo y diente por diente",
sea lo que fuera que quiera de cir. Pero el amor nunca dice eso. El amor no
hace esas cosas.
Mi tía Belle siempre tenía algo que decir de mí. Yo tenía un primo, Howard,
que era un poco mayor que yo, y era muy peleador. ¡Siempre me estaba
golpeando! Un día me paré sobre mis piernecitas y lo miré directamente a los
ojos, y le dije (aunque mi vocabulario no era muy amplio en ese entonces):
"Si me golpeas, yo te golpearé a ti." Y eso fue antes de que yo supiera qué
quería decir "gol pear".
Sabes, todos están hablando del amor, pero son sólo palabras. En lo profundo
de nuestro corazón decimos:"Si tú me golpeas, yo te golpearé a ti". ¿Y cuál es
el resulta do? Odio. La atmósfera en que vivimos no es una atmósfera de
amor. Es una atmósfera de odio. El odio nos rodea por todos lados. El amor es
sólo una palabra. Pero la Palabra de Dios dice que el amor "no hace nada
indebido".
Ahora resalta esto: el amor no busca lo suyo (v.5b). Quizá esa es una
profunda palabra sobre la capacidad de vaciarse uno mismo que da el amor. El
amor siempre piensa en el otro. Hoy, naturalmente, todo se basa en: "¿Qué
consigo yo de esto? ¿Qué hay para mí? ¿Qué re cibo a cambio?"
Algunas veces creo que si después de todos estos años papá pudiera volver a
la carne, querría volver a morirse enseguida, porque la vida de hoy es tan
diferente de lo que era cuando él era joven...
Cuando era joven, mi padre era granjero. Y recuerdo que lo escuchaba contar
cuando esos buenos granjeros de Misuri se reunían (para ayudarse unos a
otros). No tenían las maquinarias modernas que hay ahora, pero iban a la casa
(de alguien) y las mujeres cocinaban (hacían tortas, bizcochos, cocinaban la
carne). En esa época no se compraba el pan en la panadería. Horneaban literal
mente docenas y docenas de panes, y los hombres traba jaban afuera.
Todos los vecinos se reunían. Nadie decía: "Bueno, Joe, ¿cuánto me pagarás?
Quiero tanto por hora, y trabajaré sólo durante tantas horas." En esa época
nadie le pagaba a un vecino para que vi niera a ayudarlo a levantar la
cosecha. No era cuestión de:"Trabajé cinco horas", o "Trabajé seis horas".
Apenas salía el sol, los vecinos estaban ahí, y trabajaban hasta el anochecer, y
nadie se quejaba; nadie decía ni una palabra. Si un vecino estaba enfermo...
bueno, yo he visto a mi madre dejar de lavar la ropa un lunes por la tarde (y
eso era casi el mayor sacrificio que mi madre podía hacer, porque lavar era lo
más importante en su vida. Los lunes, mamá se dedicaba a lavar). He visto a
mi madre dejar de lavar cuando alguien venía y le decía: "Señora Kuhlman,
Sofía está enferma. ¿Podría venir enseguida?"
y supe que mi madre se quedaba toda la noche, quizá todo el día siguiente
también. Nosotros nos las arreglá bamos lo mejor que podíamos sin mamá,
quizá por un par de días, y ella volvía a casa habiendo dormido muy poco,
porque una vecina estaba enferma.
¿Hacemos eso ahora? Pero, claro, pensamos que somos una generación de
gente inteligente, y constantemente hablamos de amor. Pero nunca hubo una
generación o una época en que hubiera tanto odio como en la actuali dad.
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