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TERESA GISBERT ESQUEMA DE LA literatura virreinal en bolivia UNIVERSIDAD MAYOR DE SAN ANDRES FACULTAD DE FILOSOFIA Y LETRAS CENTRO DE ESTUDIANTES ESQUEMA DE LITERATURA VIRREINAL EN BOLIVIA Por TERESA GISBERT en colaboracién con JOSE DE MESA FACULTAD DE FILOSOFIA Y LETRAS CENTRO DE ESTUDIANTES 1968 Impreso DERECHOS RESERVADOS POR LOS AUTORES SEGUNDA EDICION La Paz, 1968 Edit. Universitaria. Universidad Mayor de San André Impreso en Bolivia ADVERTENCIA La segunda edicién del “Esquema de la Literatura Virrei- nal” se ha hecho aitadiendo al trabajo primitivo, que fue pu- blicado en 1963, tres capitulos sobre teatro que originalmente se publicaron en folleto aparte, asi mismo se le ha aitadido el capitulo “Literatura cientifica”, que al igual que el Teatro se publicé independientemente. Nuestro deseo es poner en un solo volumen todos nuestros estudios sobre el desarrollo de la Literatura Virreinal en la Audiencia de Charcas, hoy Bolivia, a fin de facilitar a los estudiantes el conocimiento de este pe- riodo. El trabajo ha sido corregido en lo fundamental pero no se ha ampliado en la forma que merecia. Después de du- darlo mucho nos hemos animado a darlo a la esiampa a re- querimiento de los alumnos del curso de Cultura Boliviana de la Facultad de Filosofia de la Universidad de San Andrés, posponiendo para mds adelante el completar y ampliar debida- mente este estudio. Una introduccion, y bibliografia por capt- tulos, completa este trabajo que tan solo pretende ser un esque- ma que guie a estudiantes en el conocimiento de las letras vi- rreinales. INDICE Pagina Tritroduversae teehee MRM BMIEN, Ut. oR ONION, Ts ul (Capitnlo y= Te poeeiateme ener ke arent v. nahi ee 7 Capitulo IT El teatro: locales y comediantes .. 27 Capitulo IIT,— El teatro en lengua indigena. La tragedia dew Atahuallpa Wacueei sy, eae MiE tae eae Pe Capitulo IV.— El teatro en lengua espafiola. Diego de Oca- fia. Los dramaturgos espafioles en los teatros de Charcas Capitulo V.— La historia. Los cronistas religiosos ....... Capitulo VI— Bartolomé Arsanz y Vela y la Historia de Potosi. Otros historiadores de Potosi. ........... Capitulo VII.— Las relaciones de viajes .............-.- Capitulo VIII— Los estudios sociales y econémicos . Capitulo IX,— El estudio de las lenguas ......... Capitulo X.— La literatura cientifica. Quimica y metalur- gia: el Padre Barba. Un cientifico tradicionalista: Pe- dro Nolasco Crespo. Ciencias naturales, Ciencias fisico matematicas 35, 113 INTRODUCCION Fuera del algunos estudios realizados en libros generales, como la Historia de la Literatura Boliviana de Enrique Finot, no se habia hecho hasta ahora un estudio especifico de la li- teratura virreinal en nuestro pais. A ello han contribuido va- rios factores. En primer lugar lo escaso y raro de las fuentes, pues nadie ha realizado una investigacién a fondo sobre los posibles manuseritos inéditos o libros raros que contienen to- tal o parcialmente obras literarias. En segundo lugar, con la literatura de la época virreinal, ha sucedido como con otras manifestaciones de la cultura durante los siglos XVI, XVII y XVIII, no han sido tomados en cuenta por los bolivianos, por considerarse que estas manifestaciones son un epigono de la literatura espafiola, ni por los estudiosos espafioles por creer éstos que es patrimonio americano. Asi vemos que en Antolo- gias y otros estudios, sobre literatura boliviana las obras y au- tores consignados arrancan de 1825, fecha de proclamacién de la repablica. En obras espafiolas la literatura americana cons- tituye un apéndice con noticias generales que no dan una idea completa sobre las realidades literarias de este continente y menos sobre los problemas regionales 0 nacionales especificos. Como consecuencia de lo anterior, la literatura virreinal americana, realidad existente e indiscutible y en muchos casos con obras de valor, permanece olvidada o preterida por la fal- ta de preocupacién de los estudiosos e historiadores de este in- teresante tema. El presente estudio que pretende abarcar en forma some- ra y resumida la produccién literaria en la época virreinal, en lo referente a Bolivia, trata de Ienar el vacio actualmente exis- 12) Literatura Virreinal en Bolivia tente sobre el tema. Es un primer alcance en que indudable- mente habrén muchas lagunas, imperfecciones y omisiones y a veces solo juicios parciales, sin embargo creemos de utilidad presentarlo al pablico y en especial a los estudiantes universita- rios, como una primera aproximacién a lo que fue la literatu- ra virreinal en Bolivia. Tratemos de analizar a continuacién, los factores que in- tervinieron en la formacién de los autores y de las obras pro- ducidas durante los tres siglos del dominio espafiol en lo que hoy es Bolivia. Por razones mismas del medio la creacién li- teraria en América ofrece notable diferencia en relacién a la europea. En América y especialmente en el caso del virreina- to del Pera, la produccién es mayor, en cuanto a nimero, en el género de la historia. El teatro y la poesia ocupan un lugar de menor importacia, en cuanto a produccién numérica, sien- do sin embargo el primero de aceptacién y extension popular en medio de las masas mestiza e indigena. La novela no exis- te y el relato en general se refugia en los libros de historia creando yerdaderas obras maestras del género. Abundan las relaciones geograficas y etnograficas obra de los misioneros, siendo euriosa y sorprendente la produccién cientifica. La li- teratura virreinal es fiel reflejo de una sociedad cuyo centro es la vida religiosa, de ahi que gran parte de la poesia por ejem- plo, esté dedicada a temas de este tipo o a la consideracién de Ja vida como una realidad teleolégica. El teatro conformado en su mayor parte por autos sacramentales muestra el mismo caracter. Quizé la aportacién més importante de la literatura virreinal boliviana sea el teatro en lenguas indigenas que cons- tituye un verdadero mestizaje entre una forma que al parecer es de origen europeo y la vision indigena de la vida y de la historia. La historia en sus diversas especialidades: crénica iosa, historia local, historias generales, etc., manifiesta el punto mas alto de la produccién literaria de nuestro pats; obras como la Crénica Moralizada del agustino Antonio de la Calancha y la Historia de la Villa Imperial de Potosi, por Bar- tolomé de Arzans de Orzita y Vela, constituyen verdaderos mo- numentos que trascienden del mero campo histérico para con- vertirse en libros complejos donde aparte de la simple narra- Introduccion 13 cién del acontecer histérico, aparece el relato corto, la ficcién, cl apélogo moral, el discurso religioso, la descripcién geogré- fica, ete. Es pues la historia, en nuestra literatura, el género principal, compendio de varios otros y tiene en América cali- dades insospechadas que positivamente no alcanzé en paises curopeos. En este aspecto la historia en la literatura america- na es original y aportacién extraordinaria del genio local. Forma similar alcanzan aunque en tono menor, las relaciones de viajes y geograficas de fundamental importancia, no solo para el conocimiento del pais en sus puntos ms alejados, sino para darnos la vision que europeos y americanos tuvieron de la realidad de América durante el periodo resefiado. La literatura cientifica, la lingiifstica y lo relacionado con la sociologia y economia, muestran curiosas y desconocidas fa- cetas de la acuciosa preocupacién de gente universitaria. En torno al gran centro intelectual que fue la Universidad Mayor y Pontificia de San Francisco Xavier de los Charcas, se for- ma un complejo grupo de personas que ademas de las espe- culaciones de filosofia pura, incursionan en los campos de las ciencias fisicas y naturales. En este aspecto obras como la del Capitan Aguilar, Pedro Nolasco Crespo, Melchor Fernandez, relativas a la fisica, astronomia y ciencias naturales, nos hacen ver que la sociedad virreinal trascendi6 el estricto campo de las bellas letras preocupandose también de los conocimientos cientificos. Buena muestra de este espiritu es Aguilar defensor de Galileo en Charcas. No se pueden negar los influjos generales que nuestra li- teratura virreinal recihe de Europa y especialmente de Espa- fia. Las formas y los géneros han venido de la peninsula, el manierismo y el barroco estén ampliamente expresados en la poesia y en el teatro. El lenguaje que es importantisimo ex- ponente del aporte espafiol a nuestra cultura, adquiere aqui formas y giros de especial alambicamiento, sobre todo en el género histérico y en la oratoria sagrada, baste citar el caso de algunos cronistas religiosos como Antonio de la Calancha cuyo manierismo, mezcla culturana y conceptista excede mu- chas veces los limites de lo producido en la peninsula durante el siglo XVII. 4 Literatura Virreinal en Bolivia Fuera del interés desmedido que muestran los escritores americanos por el medio geografico y las realidades étnicas y neiales, puede verse en ellos la concepcién de un mundo es- piritual e intelectual distinto al europeo, mundo que se expre- sa a veces a través de los espafoles trasplantados cuya dimen- sién intelectual cambia al contacto del nuevo continente, de sus exdticas tierras, de las nuevas razas y del distinto medio social. Criollos y mestizos, creadores junto con los indigenas y los peninsulares trasplantados de una nueva cultura, apor- ian interesantes puntos de vista, diferentes muchas veces a los europeos. En este campo se puede citar la utopia del Inca Garcilaso de la Vega expuesta en sus Comentarios Reales, que rivaliza con las contemporaneas de Tomas Moro y Campanella. No menos importante es la obra histérico critica de los indi- genas que ya a fines del siglo XVI, alcanzan la madurez su- ficiente como para expresar en la Crénica de Guaman Poma de Ayala o en la relacién de Santa Cruz Pachacuti, puntos de vista peculiares. Su narracién, pronto se hace apologia y eri- tica social. El mismo lenguaje “mestizo” por ellos creado ién lena de novedad y de ingenio constituye colorista aportac frescor. En la Audiencia de Charcas se gestaron muchas obras que luego fueron publicadas en Lima y Espafia. Muchos escrito- res pasaron buena parte de su vida en estas tierras, algunos de ellos como soldados, otros como funcionarios y otros como catedraticos de la Universidad de Chuquisaca, los mas relevan- tes, luego de probar sus méritos, pasaron a ocupar elevados cargos en la capital del virreinato y en otras sedes y todo el conocimiento que habia madurado en los Colegios y Univer- sidad Charquense iban a formar parte del acerbo cultural del virreinato primero y de América después. Se pueden citar muchos nombres de oriundos de Chareas o de gente que ha- ciendo sus primeras armas intelectuales aqui, pasaron luego a otras tierras, entre ellos esté Calancha, catedratico de la Uni- versidad de San Marcos, el mercedario Francisco de Salaman- ca, orurefio, mas conocido hoy como pintor que como tedlogo y asceta, catedratico de la Universidad de Huamanga. Entre los escritores que vivieron en Charcas esté Alonso Barba y el Introduccién 15 mercedario Moréa, autor de la tan discutida Historia de los Incas, él pasé buena parte de su vida en el pueblo de Hua- rina, a orillas del lago y la aprobacién de su obra fue dada en Charcas. Familias de intelectuales connotados como la Le6n Pinelo y la Blanco Encalada, que respectivamente traba- jaron por la cultura limefia y chilena, se formaron en estas lierras. Charcas era tierra de paso donde solian probarse los hombres, muchos eran los que Iegaban y algunos de estos partian, difundiendo el resultado de experiencias duramente conseguidas. El aluvién de forasteros era extraordinario y con ellos venia toda una corriente de intelectuales que trafan cl pensamiento europeo, a medida que estos hombres vivian aqui y alternaban con un medio, sobre todo social y econémi- co, tan diferente, sus conocimientos tomaban un nuevo giro pues forzosamente debian adaptarse a la realidad de América. Caso notable es el de Juan de Matienzo, Oidor de Charcas a quien se debe en gran parte la estructuracién juridica del Pe ri. Matienzo, fue con otros, asesor de Toledo, y desde Chuqu' saca escribié sus obras que fueron el norte de las disposicio- nes del Virrey. Entre los espafioles ilustres que vivieron en estas tierras esta Acosta, que estuvo mucho tiempo en el cole- cio jesuita de Potosi y cuya obra no puede ser mas americana. En Copacabana estuvieron los agustinos Ramos y Valderde, pudiendo citarse por filtimo al jesuita José Aguilar, limefio que dicté cAtedra en Charcas para pasar nuevamente a San Mar- cos, comentarista de Santo Tomas y famoso como orador sa- grado, es uno de los hombres més interesantes del perfodo Virreinal. Charcas era un alambique a donde Iegaban las corrientes europeas y de donde salian bastante transformadas, para constituir el acerbo cultural americano. Su integracién al Virreinato Peruano, del cual formé parte hasta 1776 y nue- vamente desde 1811 impide establecer lo que es propio de Charcas dentro de esa unidad que fue el Virreinato Peruano, sin embargo se puede ver que aqui se escribieron algunas obras que son pilares fundamentales de la cultura virreinal, como la Crénica Moralizada de Calancha, la Historia de Potosi de Arzans, el Gobierno del Peri de Juan de Matienzo y el Arte de los Metales de Alonso Barba; aqui cobré extraordinario vi- 16 Literatura Virreinal en Bolivia gor el teatro en lenguas nativas, que es la forma popular de la literatura, hecha para indigenas y muchas veces por indigenas. Entre los afios de 1776 y 1811 la Audiencia de Charcas pas6 a formar parte de la jurisdiccién del Virreinato de La Plata. Los hombres de este periodo se muestran sumamente liberales. Es entonces cuando la Universidad de Chuquisaca comienza a influir en los intelectuales, que con sus ideas con- tribuyeron a que estas tierras se emanciparan de la Metrépoli, hecho politico que forzé a una reestructuracién total del que habia sido el Virreinato Peruano y que quedé dividido en dos paises: Pera y Bolivia. La integracién de Charcas al Virrei- nato de La Plata, fue efimera, pues solo duré 35 afios, el cam- bio radical que tuvieron las ideas en este corto lapso es Ja puer- ta que nos lleva al periodo republicano. Si politicamente nos debemos a los pensadores del ultimo tercio del siglo XVIII, culturalmente somos los herederos de la tradicién virreinal, culterana y conceptista que se ensefioreé de Charcas desde 1580 hasta 1750. CAPITULO I LA POESIA Muy pocas muestras de poesia virreinal quedan en Bo- livia, citcunstancia un tanto extrafia, ya que en los siglos XVII y XVIII solian pulular los poetas en las ciudades. La poesia que se conserva se puede dividir en dos grupos: poesia en lengua quechua y poesia castellana; considerando todo lo que se ha escrito en la Audiencia de Chareas, ya sea por peninsulares, ya por nativos. Para Ia poesia quechua tenemos que referirnos a la obra » Jestis Lara, que es quién mejor ha estudiado el tema. Se- n él la poesia quechua persiste en la colonia, no sélo com- puesta por indigenas, sino por los mismos espafioles, clérigos por lo general, que la escriben con fines evangélicos, Las formas de poesia quechua son varias, citaremos dos de las principales: el jailli y el haravi o yaravi. Esta son las formas que mas se usan en el perfodo que estudiamos. El jai- li es un himno religioso destinado a rendir homenaje a los dioses, la mayor parte de estos himnos, durante el incario, fueron compuestos en honor a Viracocha, aunque los hay de- dicados a todos los dioses. Los sacerdotes catélicos, en los primeros afios de la conquista, compusieron algunos jaillis con letra cristiana. Lara dice poseer algunos dedicados a la Vir- wen Maria, que proceden del valle de Cliza. El arawi o yaravi, viene del verbo arawy que significa versificar, es por lo tanto la poesia lirica por excelencia. El yaravi es el verso compuesto para ser cantado, designandose 18 Literatura Virreinal en Bolivia en general con este nombre una forma especial de la poesia: la poesia amorosa. Los ejemplos que se conocen tienen me- tro castellano, aunque estan escritos en quechua. Guaman Po- ma transcribe algunos yaravis considerados como precolombi- nos. Se puede concluir diciendo que la poesia quechua no pa- rece tener durante el virreinato la fuerza y el brillo que ad- quirié el teatro en lengua nativa. En cuanto a la poesia virreinal altoperuana escrita en len- gua espafiola, conocemos algunos poetas recogidos por Menén- dez y Pelayo en la “Antologia de Poetas Hispanoamericanos” y los trozos de Juan Sobrino que copia Arzans en su Historia, ademas de algunos versos anénimos que recoge Fray Diego de Ocafia en un manuscrito suyo. Finalmente Finot incluye en su Literatura una no muy feliz composicién de Calancha. En general, lo que se conoce de poesia virreinal boliviana es muy poco, siendo muy dificil dar ningtin juicio al respecto, en tan- to no se cuente con material més abundante. En puntos ge- nerales debemos adscribir la lirica altoperuana a la poética espafiola. Casi nunca se aparta de las normas que ésta traza e pueden estudiar las figuras cultivadas en los Charcas com- pardndolas con las espafiolas contempordneas. Aqui nos referimos muy especialmente a la Kinea barro- ca, pues todos los ejemplos que conocemos y que aqui pode- mos presentar, abarcan un periodo muy limitado que va del afio 1600 al afio 1650; fechas que abrazan los dias de oro de la poesia harroca espafiola. De los otros poctas que quedan fuera de este limite, y de cuya obra casi no existen ejemplos, haremos tan solo una referencia. La poesia barroca, tanto en América como en Espafia, se nos presenta con sus frases alambicadas, llenas de metaforas, arrollando con su fuerza y su ex6tica belleza, todo cénon. Los barrocos construyen sobre las formas clasicas un verso leno de exuberancia, La poesia espafiola del XVII busca frases com- plicadas, con las que juega, adornando y encubriendo el asun- lo principal. Nuestros poetas, menos geniales que los de la Poesia 19 peninsula, pero barrocos al fin, también supieron sentir y ha~ cer sentir el vértigo de la frase culterana y alambicada, donde el sentido de la frase mas que comprenderse se adivina, mis- tificado por el hipérbaton y la metafora. Todos los poetas que conocemos son culteranos 0 siguen de cerca esa linea. Nuestra poesia virreinal, corta como es, sigue en todas sus formas, més 0 menos de cerca a Géngora. Buen ejemplo de ésto es la glosa popular que en el afo de 1657 se repite en Potosi, parafraseando la copla. “Aprended flores de mi...” En la ciudad imperial florecieron, a principios del siglo XVII, dos poetas: Duarte Fernandez y Luis de Ribera. Este Gltimo, sevillano de nacimiento (1555-1620) es uno de los mejores, si no el mejor poeta que pisé el Alto Pera. Siendo atm muy joven se embarca para México, mas tarde pasa al Pera, concretamente a Chuquisaca, donde desempefia el car- eo de Teniente Mayor. Frases muy elogiosas tienen para él Menéndez y Pelayo, y Sainz de Robles nos dice de él que “es uno de los mejores poetas religiosos que ha tenido Espafia, en ocasiones comparable al mismo Fray Luis de Leén”... Luis de Ribera dedica sus poesias sagradas a su hermana Constan- za Maria de Ribera, monja profesa de la Concepcién. Estin fechados estos versos en Potosi, el afio de 1612. El soneto que a continuacién copiamos es buena muestra del gusto severo de Ribera, dentro de un estilo totalmente barroco, tanto en Ia for- ma como en el asunto: De la muerte, horrible al pecador, agradable el justo: Ultima raya de las cosas nuestras eres, hora terrible y despechada, embeleso fatal en sombra helada de figuras horribles y siniestras: {Qué osadas son tus flechas y qué diestras para abrir la herida acelerada! De sangre, amarillez, hedor manchada, asi en tus trances con pavor te muestras. 20 Literatura Virreinal en Bolivia Més a ti tan aleve y tan temida el justo te desprecia, y en paz santa recibe ese tu abrazo deseado. Porque para ser que seas vencida, el vigor con que a si propio quebranta en inmortal ardor lo ha transformado. Entre los poetas no incorporados aun a la poesia bolivia- na podemos citar un grupo, segin parece bastante numeroso, gue escribe a principios del siglo XVII en la ciudad de La Plata. El pintor Fray Diego de Ocafia, recoge, con motivo de la entronizacién de la Virgen de Guadalupe que él habia pintado, varias obras poéticas, entre ellas seis sonetos de los que desgraciadamente no sefiala autores. Estas obras las re- cogié Ocafia el afio de 1603, de entre muchisimas que se hi- cieron en honor de la Virgen. Copiamos un soneto de los seis que guarda Ocafia en su manuscrito, aquel que nos ha parecido el mas representativo y mas bello. Esta dedicado al artifice de la venerada imagen; el soneto del autor chuqui- saquefio dice asi: Cuando el humano artifice piadoso tan bella os pinta con pincel hamano, gcémo estaréis de la divina mano de Aquel Pintor eterno y poderoso? Alma gloriosa, cuerpo milagroso, que asiste en aquel trono soberano, si vuestra sombra asombra al temor vano, viva, seréis de Dios un cielo hermoso, Y ti, pintor artifice y maestro que con arte y espiritu divino, tal retrato nos das, el pincel quiebra. Pues con primor extrafio y peregrino espiritu, arte, mano y pincel diestro sefalan el ovillo y dan la hebra. Poesia 21 También en la poética debemos incluir a Fray Diego de Ocafia, aunque su tnica obra conocida sea una comedia a lo divino. Esta obra escrita en verso tiene trozos acabados que merecen citarse en la lirica, Escritos en 1601, tienen resa- bios renacentistas, y no se pueden Hamar barrocos. Copiamos un trozo de la citada comedia, en el que Ocafia describe el paisaje de Guadalupe en Caceres: {Fresco rio, alegre valle! Criselio, no ves las muchas arboledas que se ofrecen, las montaiias que (a) parecen, del agua, el rumor no escuchas? Por el ciprés empinado que al cielo quiere Uegar, ¢no ves la yedra trepar y el dlamo plateado? Mira la robusta encina, el roble, el sauce, el nogal, y entre el amargo jaral, el jazmin, la clavellina. También por el manuscrito de este fraile conocemos al poeta Sebastian de Mendoza, natural de la Plata, el cual com- puso unas “canciones castellanas” en honor de la Virgen de Guadalupe. Son estas canciones de lo mejor de nuestra poe- sia virreinal, y pertenecen al pleno periodo barroco, siendo algunos de sus versos sumamente culteranos. Transcribimos a continuacién algunos trozos: También, Virgen en vos se verifica ser morena y hermosa con extremo, que es epiteto que la Iglesia os canta; que esa color triguena, hermosa y rica, quiso escoger el Hacedor Supremo por mostrar que a la blanca se adelanta. 22 Literatura Virreinal en Bolivia Ved si admira, si espanta que en el vergel del suelo, elija el Rey del Cielo no el aleli ni roja clavellina, _ no el lirio ni mosqueta peregrina, blanca azucena, rosa colorada, ni la violeta fina; pues la color irigueta a Dios agrada Si huerto, ciprés, cedro, lirio y rosa, estrella, luna, sol, norte y lucero, esmeralda, rubi, diamante y perla, no aleanzan a decir, Morena hermosa, la gracia de ese cielo verdadero, ni pueden dignamente comprenderla; no es mucho que mi musa caiga en falta, pues, para encarecerla, falta el ingenio y el estilo falta. De estas canciones, que son veintiuna en total, la iltima es la mejor. Sus versos Ilenos de comparaciones inspiradas en el Cantar de los Cantares, tienen la soltura y la gracia pro- pia de un buen poeta. Arzans de Orzua y Vela en el afio de 1620, nos habla del poeta Juan Sobrino, natural de Potosi, quién habia com- puesto en décimas la muerte de Francisco de Rocha, célebre por sus fabulosas riquezas y tragica muerte. De estas déci- mas se ha hecho clsica Ja que dice asi: Vasallos de Potosi, los mas nobles y leales, considerad estos males que hoy han pasado por mi. El Capitén Rocha fui, que con aplausos y honores, gocé fiestas y favores; pero fortuna voltaria, que es inconstante y varia me los convirtid en dolores: Poesia 23 De la vida de este poeta poco sabemos, por los datos que de él da Arzans, podemos deducir que vivié hacia el afio de 1620, siendo como la mayoria de los potosinos, del bando de los vicufias. Precisamente, en su obra poética dedica a estas guerras (entre vicufias y vascongados) una tercera parte del canto primero. Sobrino participé en forma activa en las famosas reyer- tas potosinas, en una coartada maté a dos vascongados, reci- biendo a su vez una grave herida. Junto a este poeta cita Orziia y Vela a don Pedro Gui- léstigui del cual dice: “que escribié en verso”, y a Bartolo- mé Duefias. Con estos poetas cita a un anénimo vate, autor de un poema sobre las hazafias del general Felipe Manrique; es un romance culterano, que describe al héroe tendido sobre el célebre empedrado, en tanto que sus victimadores, los vi- cufas, apenas se dejan ver a la luz de la luna: De su refulgente asiento derrama plata en la tierra la que falténdole el dia su rostro inconstante muestra. Aurora venia en su carro tachonado de planetas, y en medio del empedrado recogié toda la rienda. Parése a ver cémo salen de sus vengativas cuevas doce vicuftas que pueden ser tigres de Ircania fiera Para concluir citaremos a Ventura Blanco Encalada, bo- liviano de nacimiento, aunque fue educado en Espafia y resi- dente en Chile la mayor parte de su vida. Nace en la ciudad de La Plata el afio de 1782, vive los tltimos afios virreinales y los primeros de la independencia. Fue hijo de un magistrado de la Audiencia de Charcas. 24 Literatura Virreinal en Bolivia Blanco Encalada fue amigo intimo del literato José Joa- quin de Mora a quién dedica una epistola plenamente clasi- cista en su estilo, alusiva a la reciente independencia y a la ti- ania espafiola; se puede apreciar su forma por el siguiente trozo: Huyé el falso saber, y derrocadas yacen por siempre bdrbaras doctrinas, funesto don que al colombiano suelo hizo la Espaia barbara. La aurora brillé de la razén; rompié la venda al error engafoso..... ‘Antes de concluir debemos citar algéin ejemplo de poe- sia épica, el més singular y mejor de todos es “El Santua- rio de Nuestra Sefiora de Copacabana” escrito por el limefio Fray Fernando de Valverde, es una bellisima obra alegérica cuya trama se desarrolla integramente en lo que hoy es Boli- via. También entre la poesia épica hay que consignar el poe- ma “La Argentina’, escrito por Martin del Barco Centenera e impreso en Lisboa el afio de 1602. Centenera residié en Chu- quisaca, Porco y Cochabamba a fines del siglo XVI. Tenemos por iltimo, un poema anénimo, el dltimo de la literatura virreinal, titulado “Testamento de Potosi”. Su gé- nero satirico jocoso, no es usual en nuestro medio, aunque estuvo muy en boga en el Bajo Pera. Tiene novedad y cierta gracia aunque su versificacién es mediana y de ningiin modo equiparable a otras muestras poéticas del Alto Pera. Parece que fue escrito en los primeros afios de siglo XIX. BIBLIOGRAFIA ANONIMO. Testamento de Potosi, Potosi. 1954. ARZANS Y VELA, BARTOLOME. Historia de la Villa Impe- rial de Potosi. 3 tomos. Providence, Rhode Island, 1965. PINOT, ENRIQUE. Historia de la Literatura boliviana. La Paz. Poesia 25 MENENDEZ Y PELAYO, MARCELINO. Antologia de poetas Hispanoamericanos. T. III. Madrid. 1928, SANCHEZ, LUIS ALBERTO, La Literatura Peruana. Tomo IIT. Edit. Guarania, 1951, VILLACAMPA, CARLOS. La Virgen de la Hispanidad. Sevi- Ma, 1942, 28 Literatura Virreinal en Bolivia na Prat, al comentar este aspecto de la obra del gran drama- turgo, selecciona trozos de las obras de Calderén, en los que se indica, ademas del decorado cémo debian de ir colocados los coros, etc. Anotaciones sobre escena, como las que don Pedro hace en su auto “Hay Suefios que Verdades Son’, debie- ron ser frecuentes en el teatro del XVII tanto en Espaia co- mo en América. Cuando estas comedias se hacian en plaza piiblica y sobre un tablado, como ocurria con los Autos Sacramentales, el apa- rato era mucho mayor, pues las diferentes escenas iban legan- do en carros, en cada uno de los cuales iba montada una per- fecta tramoya. Al tanto ya de los antecedentes del teatro peninsular, no hos parecer tan exageradas las aparatosas descripciones de Orzita y Vela, en las que con todo detalle relata inntimeras fies- tas, con sus carros y mAscaras y los versos que en ellas se de- cian y representaban. Mas atm si tenemos en cuenta la riqueza de Potosi y el lujo que se gastaba; debieron hacer un derroche grande en las fiestas multitud de azogueros, comerciantes y aventureros que sofiaban con trasladar a su populosa ciudad, el boato, no solo de Lima, sino de la corte misma. Una descripcién hecha por Orziia y Vela, de la fiesta preparada en 1716, para la llegada del Virrey Morcillo, puede ilustrar esta afirmacién; en ella se relata la “mascara”, (des- file nocturno) con representaciones histéricas, alegéricas y de mitologia que tienen por motivo central un carro de misi- cos y otro, que a la manera de tablado, sirve de escenario pa- ra una representaci6n teatral. La obra que alli se desarrolla es muy corta, y en este caso recibe el titulo de “loa”. Esta “mascarada” se realizé como se describe a continua- cién: “(venian) los doce héroes, que celebra la fama, en- trando en este nimero el César Carlos V, D. Juan de Austria, y el Cid, todos armados... Luego se seguian las doce Sibylas con trajes de riquisimas telas... Seguianse luego algunos de la casa Otomana con riquisimos turvantes, almalatas y de- mas trajes apropiados sobre caballos... Luego seguian se- El Teatro: Locales y Comediantes 29 fialados Héroes de la Illa. casa de Austria... Seguian des- pués los Etiopes con su Rey coronado con muy preciosas ga- las y jaeses. Tras ellos venian muchas otras Ninfas, Galanes y Damas con muy ricos vestidos y tras ello un Carro triunfal con agradable Masica de varios instrumentos. (En este pun- to describe Orztia y Vela, otro carro y la pieza teatral que en @ se representa)... tornd a caminar el carro luego se si- guieron otros papeles como el Sol, Luna y otros Planetas to- dos en caballos con ricos aderezos y galas; y tras estos muchas y varias figuras de mascara, ya ridiculas; ya graciosas, ya misteriosas, en gran niimero; y cada uno con seis, con ocho, © diez pajes con hachas de cera; y por tiltimo va en unas an- das uno de los Ingas, o Rey del Pera, con sus Coyas, que es lo mismo que Princesas.....”. En estas fiestas 0 mascaradas se daban “representacio- nes”, parece que con este nombre se conocian pequefias pie- zas, de asunto preferentemente histérico o alegérico, que ten- dremos que diferenciar de las comedias propiamente dichas Notamos ya esta diferenciacién en el mismo Arzans, quien en su historia manifiesta cémo el afio de 1608 “por Junio; hubo seis dias de Comedias... asi mismo seis noches de mascaras, con variedad de representaciones”. También aparece que se hi- zo costumbre de dar las comedias por la tarde, mientras que estas otras piezas pequefias, a veces llamadas “loas” y a veces “representaciones”, estaban reservadas para la noche saliendo en carros durante las mascaradas. Es necesario advertir también que entre las comedias pro- fanas se distingue una forma especial de ellas que se Jama de “invencién”. Asi Arzans el afio 1600 nos dice que con motivo de las fiestas que se hicieron en Potosi para celebrar la subida al trono de Felipe III, hubo “seis dias de Comedias, cuatro de representaciones que Iaman de invencién”. Qui- sal decir “de invencién” se refiera al teatro mitolgico 0 histérico-fantastico del cual Calderén tiene no pocos ejem- plos. Para la representacin de obras teatrales de cardcter pro- fano se construyeron en todo el virreinato “Corrales de Come- 30 Literatura Virreinal en Bolivia dias” y “Coliseos”. Potosi contaba con uno de los mas an- tiguos “Corrales de Comedias”, que segiin parece funcionaba ya el afio de 1572. Este “Corral’’ fue sustituido por el “Co- liseo” que se fundé en 1616, nueve afios mas tarde que el de Lima. Lo fundé Juan Nufies de Anaya y costé 35.000 pesos incluyendo Ia fabrica 0 construccién propiamente dicha que costé 12.000 pesos. El de Cuzco es algo posterior, en los Anales de dicha ciudad se dice como “acordé el Cabildo, pa- ra recreo y diversion de la repdblica y para evitar ofensas a Dios era conveniente se hiciese un Corral de Comedias 0 Co- liseo... y se fabricé el Coliseo. Duré mas de 20 afios, si bien (al contrario que en Potosi) se representaron en él muy po- cas comedias y sirve solo para otros juegos” Este teatro se construy6 exactamente el afio 1622. Antes que se construyesen estos coliseos en las ciudades y en pueblos que por carecer de importancia no habia teatros, representaban por lo general en los cementerios, hasta que una orden real lo prohibi6, por eso en el texto de los citados “Anales” se dice que se construy6, un Corral de Comedias pa- ra evitar ofensas a Dios. Desacatos, frases ligeras, bailes etc., son propios del teatro mundano, por ello el interés de que es- tas obras dejasen de representarse en los atrios de los templos. Sin embargo las obras de caracter religioso se siguieron re- resentando en los atrios, asi cuenta que se hacia en Potosi, donde habiendo “Corral de Comedias” se representaron en 1608 varias de ellas frente a la Iglesia Mayor. EI texto del historiador potosino dice: “Y después de haberse celebrado la fiesta de Corpus a lo divino... en Potosi, dieron principio a los regocijos humanos con seis dias de bien representadas Comedias; cuyo teatro se hizo en el cementerio de la Iglesia Mayor”. Todos los corrales y coliseos del virreinato estaban des- tinados a fines de beneficencia; dependian de algiin hospital y de la hermandad que lo regentaba. El Coliseo de Potosi dependia del Hospital de la Vera Cruz, creado por el Virrey Toledo para la curacién gratuita de los indios que trabaja- ban en las minas y en los ingenios. Por el arrendamiento Fl Teatro: Locales y Comediantes 31 anual de este local se pagaba entre 9 y 12 mil pesos, ademas cl hospital percibia un derecho por cada comedia nueva que se estrenaba y por todos los asientos que no eran la “entrada general” como balcones, cazuela, reservados, etc. Los come- diantes cobraban la entrada general que solia ascender a 3.000 o 4,000 pesos, hacia 1656. El gusto por el teatro fue decayendo pasado el primer tercio del siglo XVII, lo que hizo que el hospital vendiera su teatro en 1687, junto con una pulperia, por el precio de 7.600 pesos. Lo compré Juan Padilla. Las iltimas noticias referentes a las compafiias y los co- mediantes se han dado a conocer por contratos recientemente publicados donde se indican las obligaciones del conjunto y de cada una de las partes. Se contrataban hombres solteros y matrimonios, estos a veces también con sus nifios. Por uno de estos contratos, realizado en Potosi, sabemos que los “representantes” se obligaban a estudiar cinco come- dias por mes y a trabajar todos los dias, su incumplimiento era sancionado con multas. Cobraban un sueldo mensual que oscilaban entre 700 y 1850 pesos. Los actores no solo eran habiles para interpretar los per- sonajes de las comedias sino que algunos se comprometian a bailar, cantar y tafier, cosas indispensables para la repre- sentacién de una comedia en aquellos afios, sobre todo las re- ligiosas que tenian varios niimeros de musica y danza. Los actores potosinos como sus colegas espafioles, eran gente vagabunda y turbulenta, asf los califica Mlle. Helmer en vista de que un concierto normalmente considera que un comediante sea apresado por “alzamiento” en cuyo caso tie- ne derecho a seguir cobrando su sueldo durante los dias de reclusién, siempre que estos no pasen de quince. Esta mis- ma investigadora analiza también la aficién de los “cémicos” a jugar a los naipes; esto no es raro ya que el juego era la pasién dominante en Potosi y en toda Ja Audiencia de Char- 32 Literatura Virreinal en Bolivia cas, las casas de “trucos” y las reuniones destinadas a! juego en casas particulares, eran corrientisimas. Las compafifas compuestas mediante contratos meticulosa- mente especificados eran gobernadas por un “autor de come- dias” que no es ciertamente el que las escribia, ya que éste re- cibia el nombre de “oficial de hacer comedias”. El “autor de comedias” era el director que administraba, seleccionaba las obras y se encargaba de la escenificacién de la obra. Con éi contrataban los diferentes actores que trabajaban a sueldo. En cuanto a la actividad de los comediantes en Charcas son muy interesantes los datos que proporciona Mlle. Helmer quien demuestra que gran parte de las compaiifas eran las mis- mas que actuaban en Lima las que por temporadas venian a las tierras altas, Esto fue asi por lo menos hasta mediados del siglo XVII, en que Arzans nos dice que en la Villa “ha- bia cuatro compafiias de farsantes; y representaban en su Gran Coliseo lucidas comedias todos los domingos y dias de fiesta” Esto indica que el teatro potosino habia llegado entonces a su apogeo ya que actuaban en la ciudad cuatro compaiiias, que era el maximo permitido por real licencia. No posefan mas ni Madrid ni Toledo. La actividad teatral hasta 1620 gira en torno a Gabriel del Rio “autor de comedias” que estuvo en Charcas no menos de seis veces. Su actividad por estas tierras esta documenta- do en los afios 1602, 1605, 1618, 1619 y 1620. Su compa- fifa fue la mejor reputada en todo el virreinato, en ella actua- ba la “cémica” Ana Morillo que era mujer del director; el marido de Camila Lucinda, la amante de Lope; Jacome Lelio quien mas tarde formé su propia compafiia; Ana Oviedo y otros. Si bien la vida de los actores estaba por lo general lena de estrecheces econémicas la de los directores era mas desaho- gada, no precisamente por los beneficios que percibian en su actividad teatral, sino porque solian dedicarse a asuntos di- versos como comercio, empresas mineras,etc. Otro tanto in- tentaron hacer, con suerte varia, algunos artistas, que por es- LL Teatro: Locales y Comediantes 33 tos mismos afios estaban en los Chareas como Toribio Alcaraz, y los Galvan. Asi el afio de 1612 Gabriel del Rio se dedica- ba a transportar mercaderia desde la costa hasta la cordillera vendiéndola a su paso en los asientos mineros; era su socio Alonso de Merlo, un mercader de Potosi. Transportaba jo- yas, armas, especies, y sedas procedentes de la China que Ile- gaban a Lima desde México. Del Rio compré en Potosi una esclava negra lo que muestra su prosperidad econémica. Tampoco carecia de excelentes relaciones, asi_sabemos que el notable vicufia Lorenzo Remon, familiar del Santo Ofi- cio, trajo especialmente para Gabriel del Rio desde Espafia, 31 piezas dramaticas. Asi mismo el capitan Luis de Valdivieso, también vicufia, confiesa en su testamento deber a nuestro “au- tor de comedias” quinientos pesos que éste le habia prestado “en su casa para jugar”. Ambas noticias nos hablan de que del Rio y su elenco simpatizaban con los Vicufias, en la en- conada y sangrienta lucha entre éstos y los Vascongados. Por iiltimo podemos decir que Gabriel del Rio era hom- bre de buen corazén ya que en momentos de desgracia ayud6 a Alonso de Avila su colega y rival quien habiendo fracasa- do en Lima con el Corral de San Andrés se habia trasladado a Potosi; alli trabajaba cuando legé del Rio a convencerle para que volviese a la Ciudad de los Reyes alquilando el Co- rral de Santo Domingo que estaba mejor ubicado, esto ocu- rrié el afio de 1606. La noticia sirve ademis para consta- tar en determinado momento la existencia de dos compafias de teatro en la Villa Imperial. Después de la muerte de Gabriel del Rio, acaecida en Lima el afio 1625, actué en Potosi el “autor de comedias” Manuel Rivera quién el afio 1633 regresaba a la Capital del Virreinato para la fiesta de Corpus procedente de la Villa Im- perial. Antes de 1657 actuaba en Potosi la Compafiia de Juan Ruiz de Lara, este cémico y cinco faranduleros mas fueron con- tratados por la Hermandad de San Andrés de Lima, para sus- lituir a varios actores que habian abandonado la capital del Literatura Virreinal en Bolivia Virreinato. La compafifa de Ruiz de Lara Ilegé a ser la mis importante del Pera en la segunda mitad del siglo XVII, su repertorio principalmente de obras religiosas, es bastante ¢o- nocido. Lara trabajé en Lima por lo menos hasta 1669, no sabemos si después de 1657 regresé a Charcas aunque es muy probable que lo hiciera. BIBLIOGRAFIA ARROM, JUAN JO! El teatro en Hispanoamérica en la épo- ea colonial. La Habana, 1956. ARZANS Y VELA, BARTOLOME, Historia de la Villa Imperial de Potosi 3 tomos. Providence, Rhode Island 1965. BALBUENA PRAT, ANGEL. Historia de la Literatura Espa- fiola, Barcelona 1946, GARCILASO DE LA VEGA INCA, Comentarios Reales. Ma- drid, 1723. GISBERT, TERESA, Teatro Virreinal en Bolivia, La Paz. 1963. HELMER, MARIE. Apuntes sobre el teatro en la Villa Imperial de Potosi (572-1636), Potosi. 1960. LOHMANN VILLENA, GUILLERMO, El arte dramatico en Li- ma durante el Virreinato. Sevilla 1945, MESA, JOSE DE Y GISBERT, TERESA. Iglesias con atrio y posas en Bolivia. La Paz. 1961. TRENTI ROCAMORA, LUIS. El teatro en América Colonial. Buenos Aires. 1947. VALERA, BLAS, Relacién de las costumbres de los naturales del PerG. Paraguay. 1950. CAPITULO Til TEATRO EN LENGUA INDIGENA. La descripcién que tenemos del Coliseo de Potosi, la re- lacién de las fiestas mascaradas, junto con el relato que hace Ocafia de las comedias que se representaron el afio 1603 en Sucre en honor de la Virgen, nos hablan muy al vivo, dei entusiasmo con que en el Alto Pera se Ilevaron a las tablas no solo obras espafiolas, sino muchas escritas en el mismo Pe- ra; algunas en Ienguas nativas como el aimara. Para mayor facilidad trataremos primero de _aquellas obras que estan, escritas, ya sea en parte o en su totalidad, en quechua, y que segiin parece conservan elementos precolom- binos. Sin embargo a fin de poder hablar de la antigiiedad de estas obras, o de poder entrever por lo menos, Ja parte de in- fluencia indigena que hay en ellas conviene conocer algunos antecedentes. Garcilaso nos dice en sus comentarios como: “No les fal- t6 habilidad a los Amautas, que eran los filésofos, para com- poner Comedias y Tragedias, que en dias de Fiestas Solem- nes representavan delante de sus Reyes y de los Sefiores que asistian en la Corte. Los representantes no eran viles, sino Incas, y Gente noble. Hijos de Curacas, y Jos mismos Cura- cas y Capitanes, hasta Maeses de Campo; porque los Autos de las Tragedias, se represetasen al propio; cuyos Argumen- tos siempre eran de Hechos Militares, de Triunfos, y Victo- rias, de las Hazafias, y Grandezas de los Reyes pasados y de otros Heroicos Varones. Los Argumentos de las Comedias 36 Literatura Virreinal en Bolivia eran de Agricultura, de Hacienda, de cosas caseras, y fami- liares. Los representantes luego que se acababa la Comedia, se sentavan en sus lugares, conforme a su calidad y oficios. No hacian entremeses deshonestos, viles y bajos: todo era de las cosas graves y honestas, con Sentencias, y Donayres, per- mitidos en tal lugar”. También en una relacién anénima del siglo XVI atribut- da al jesuita Blas Valera se lee, como en “los dias de los triun- fos que llaman el hailli... habia grandes bailes y danzas, grandes representaciones de batallas, de comedias, tragedias y otras cosas semejantes. ..”. Claro que a pesar de estas citas se mantiene en pie la dificultad, de que al igual que los versos, debieron ser piczas cortisimas; pués de otro modo se habria hecho imposible el retenerlas en la memoria, ayudados quizas y tan solo por los quipus. Pero la aficién de los incas por las representaciones teatrales es innegable, ya que mas adelante en los dias virrei- nales, seguian los indios nobles haciendo esta clase de repre- sentaciones, que se daban en forma de comedias, alternado con obras espafioles, 0 por lo menos con obras escritas en cas- tellano. Los jesuitas conociendo esta aficién compusieron va- tias obras tanto en quechua como aymara; todas eran de asun- to religioso, y tendientes a conseguir la conversién de los in- dios. Entrando ya en el teatro virreinal, tendremos que comen- zar con este grupo de obras dedicadas a la evangelizacion, que tendrian, segtin se colige de la breve referencia que de ellas hace Garcilaso, todo el sabor de los Autos Sacramentales que se representaban en la peninsula. Nos dice este cronista que: “algunos curiosos Religiosos de diversas Religiones, prin- cipalmente de la Compajiia de Jesiis, por aficionar a los in- dios a los Misterios de Nuestra Redencién, han compuesto Comedias para que las representasen los indios, porque su pieron que las representaban en el tiempo de sus Reyes In- cas, y porque vieron que tenian habilidad.....”. Teutro en Lengua Indigena 37 Se representaron muchas en lengua quechua y varias com- binando esta lengua con el espafiol, entre ellas “en Potosi se recité un Didlogo de la Fe al cual se hallaron presentes mas de doce mil indios. En el Cuzco se represent6 otro Didlogo del Nifio Jestis, donde se hall6é toda la Grandeza de aquella ciudad. Otro se representé en la ciudad de los Reyes, delante de la Cancilleria y de toda la Nobleza de la Ciudad, y de in- numerables indios; cuyo argumento fue el Santisimo Sacra- mento, compuesto a pedazos en dos lenguas, en la Espafiola y en la General del Pert”. De las varias obras en lengua in- digena quizds sea la més interesante, por la lengua en ella usada, la comedia compuesta por un padre de la Compaiiia en Loor de Nuestra Sefiora Virgen Maria, escrita toda en ayma- ra. EI argumento segin dice Garcilaso “era sobre aquellas palabras del libro tercero del Génesis: Pondré enemistades en- tre ti, y entre la Mujer, y ella misma quebrantara tu cabeza. Representaron la indios muchachos y mozos, en un Pueblo llamado Sulli (Juli)”. En este grupo de obras tenemos que incluir otras cuatro, representadas también por indios, y cuyo relato hace el histo- iador potosino Orziia y Vela en su obrae Pertenecen también al siglo XVII y son como sigue: “Dieron principio con ocho comedias: las cuatro prime- ras representaron con singular aplauso los nobles indios. Fue la una el origen de los monarcas Incas del Pera; en que muy al vivo se present6 el modo y manera con que los sefiores y sabios del Cuzco introdujeron al felicisimo Manco-Capac [° ala silla regia; como fue recibido por Inca de las diez provin- cias que con las armas sujet6 a su dominio; y la gran fiesta que hizo al Sol en agradecimiento a sus victorias. La segunda jue los triunfos de Huaina-Capac, undécimo inca del Pera, los cuales consiguié de las tres naciones, Changas, Chunchos, Montafieses, y del sefior de los Collas; a quien una piedra despedida del brazo poderoso de este monarca, por la violen- cia de una honda, metida en las sienes, le quit6 la corona, el reino y la vidas hatalla que se dio de poder a poder, en los campos de Hatun Colla, estando el Inca Huaina Capac enci- ma de unas andas de oro fino, desde las cuales le hizo el tiro. 38 Literatura Virreinal en Bolivia Fue la tercera las tragedias de Cusihuascar, duodécimo Inca del Perf: representandose en ellas las fiestas de su corona- cién; la gran cadena de oro que en su tiempo se acabé de obrar, y de que tomé este monarca el nombre; porque Huas- car es lo mismo en castellano que soga del contento; (fue la cuarta) el levantamiento de Atahuallpa, hermano suyo aun- que bastardo; la memorable batalla que estos dos hermanos dieron en Quipaypan; en la cual, y de ambas partes, murie- ron ciento y cincuenta mil hombres; prisién e indignos tra- tamientos que al infeliz Cusihuascar le hicieron: tiranias que el usurpador hizo en el Cuzco, quitando la vida a cuarenta y tres hermanos que alli tenia y muerte lastimosa que hizo dar a Cusihuascar, en su prisién: representése en ella la entrada de los espafioles en el Peri; prisién injusta que hicieron a Ata- huallpa, décimo tercio Inca de esta monarquia; los presagios y admirables sefiales que en el cielo y aire se vieron antes que le quitasen la vida; tiranias y lastimas que ejecutaron los es- pafioles con los indios; la maquina de oro y plata que ofrecié porque le quitasen la vida y muerte que le dieron en Caja- marca. Fueron estas comedias (a quienes el capitan Pedro Méndez y Bartolomé de Duefias les dan titulos de solo repre- sentaciones) muy especiales y famosas; no solo por lo costo- so de sus tramoyas, propiedad de trajes y novedad de histo- rias, sino también por la elegancia del verso mixto del idioma castellano con el indiano”. Las fltimas noticias que tenemos de esta clase de teatro, datan del XVIII, asi el viajero francés Freizer, vio represen- tar en el Alto Pert a principios de ese siglo “la muerte del Inca” y Boudin, dice que se representaba en La Paz, el afio 1781 un drama quechua que luego se prohibié. Es dificil, con solo el conocimiento de los nombres de las obras, y el de alguno de sus argumentos, enjuiciar lo que fue y representé para nuestra historia literaria esta clase de teatro mixto. Claro, que gracias a los datos de Garcilaso por un lado, y los de Orzta y Vela por otro, podemos hacer una division de este teatro escrito en lenguas nativas a fin de ob- tener mayor claridad y comprensién. Teatro en Lengua Indigena 39 Habra que dividir este teatro que podemos llamar indi- gena (pues si bien no consta fuese escrito por indios, para ellos se escribié) en primer lugar, segiin la lengua empleada que es por lo que hasta hoy se conoce: 1) quechua: en la que se escribié un “Didlogo de la Fe” representado en el Al- to Pera. 2) aymara; en esta lengua se conoce una obra en loor de la Virgen 3) Teatro mixto en espafiol y quechua, asi esta compuesta una obra sobre el origen de los Incas; otra sobre las hazafias de Huina Capac, y por ultimo otras dos, so- bre la tragedia de Huascar y Atahuallpa. En cuanto al asunto podremos dividir este teatro indi- gena, en dramas religiosos, (mas propiamente autos), y en obras que tenian caracter histérico. De estos dos grupos se- guramente el primero, es el que mayores concomitancias guar- daba con el: teatro espafiol, pues salvo excepciones, como la de Espinoza que era natural de Cuzco, estaba escrito en su mayor parte por peninsulares con fines de evangeliza- cién. Tienen gran interés estos Autos Sacramentales, forma esencialmente espafiola y barroca, representados por indige- nas americanos en su propia lengua. Al otro grupo, que hemos dado en Hamar histérico, per- tenecen aquellas representaciones hechas por los indios, y al parecer dirigidas por ellos mismos, repitiendo quiz los mis- mos asuntos precolombinos, aunque alterados por la influen- cia espafiola. Los mismos asuntos incaicos debieron ampliar- se en el teatro virreinal, ya que estaba obviada, por lo menos en parte, la dificultad que tenian de retenerlo en la memoria por falta de escritura. El verso o prosa de estos dramas, del mismo modo como ocurrié en la poesia (yaravis) tomé metro y formas espafio- las y castellanizadas, pero parece que el asinto leg a con- servarse con bastante pureza, como lo demuestran los argu- mentos de las comedias citadas por Orziia y Vela. Notamos Ja introduccién de temas referentes a la conquista, alternando con otros mas antiguos, propios de la historia incaica. Nos referimos a la iiltima comedia citada por el historiador potosi- no, en la que se habla de la muerte del inca Atahuallpa. A 10 Literatura Virreinal en Bolivia primera vista extrafia que se permitiese tan libremente, la re- presentacién de este hecho, pero ante la evidencia de las pa- labras de Orzia y Vela y otros testimonios de espafioles, mas la neutralidad con que el potosino relata el argumento de la comedia, no cabe sino reconocer, la liberalidad con que los espafioles permitian y atin aplaudian las representaciones que hacian los indios nobles, sobre la historia de sus antepasados y los percances, muchas veces dolorosos de la conquista. En general podemos decir, que estas comedias, por lo me- nos en su parte formal, pertenecen a la colonia; ya que es imposible se conservasen a través de los tres siglos las formas primitivas del lenguaje, que eran simplisimas debido a la fal- ta de escritura. Los dramas y tragedias incaicos, compuestos para ser memorizados, tuvieron que verse arrollados por la pujante literatura hispana. No se puede negar sin embargo, el gran mérito de haberse conservado las lenguas nativas en estas obras, a pesar de que hayan tomado giros y modos peninsulares. También es evidente que los argumentos se conservaron desde los tiempos precolombinos con poca alte- racién; salvo las nuevas comedias compuestas a raiz de la conquista, También se conservé, por lo menos hasta el XVII, la tradicional costumbre de que fuesen indios nobles los ac- tores de dichas comedias. El que se haya conservando esta costumbre y los argu- mentos, ha sido causa de muchas confusiones, queriendo llevar muy lejos, hasta tiempos del incario, obras que han sido fun- damentalmente escritas, y hasta podriamos decir compuestas en tiempos virreinales. LA TRAGEDIA DE ATAHUALLPA. Merece un estudio aparte la obra recientemente publicada por Jesis Lara so- bre la muerte de Atahuallpa. Desde Arzans que da noticia de esta obra como representada en Potosi, hasta nues- tros dias en que se ha conservado la tradicién de su re- presentacion, nadie habia intentado buscar y recoger los manuscritos, hasta que el citado estudioso de nuestra lite- La tragedia de Atahuallpa 4 ratura quechua ha reumido varias versiones de la misma es- tudiindolos comparativamente. Los manuscritos son cuatro: los textos de San Pedro y Santa Lucia, el texto de Chayanta y el de Toco. En los dos primeros textos, que parecen deri- var de un original comin, los personajes se expresaban en castellano y quechua. Los de Chayanta y Toco estan solamen- te en quechua. El de Chayanta, cuyo manuscrito esta fecha- do en 1871, aunque es naturalmente copia de otro anterior, esta integramente en quechua y segiin el autor citado en que- chua antiguo del Cuzco, por lo que Lara reputa éste co- mo auténtico. Indicando que auténtico es para él, aquel que se representé en Potosi hacia 1600. El texto de Toco repu- tado superior a los tres anteriores no se conoce directamente sino a través de la novela “Valle” de Mario Unzneta donde lo analiza y da su argumento. Por esto resulta deficiente para este capitulo y nos atendremos sélo a los tres anteriores. El argumento de las cuatro copias, con poca diferencia, es el descrito por el historiador (Arzans y Vela) su forma li- teraria es pobre en los dos primeros y excelente en el de Cha- yanta a decir de Lara. Obra segin cree el citado autor, lle- gada hasta nosotros sin interpolaciones y escrita por un amau- ta de los primeros afios de la conquista. Sin embargo el his- toriador potosino dice: “Fueron estas comedias (a quienes el Capitan Méndez y Bartolomé de Duefias les dan titulo de solo representaciones): muy especiales y famosas; no solo por lo costoso de su tramoya etc.... sino por la elegancia del ver- so mixto del idioma castellano con el indiano”. De modo que cl manuscrito de Chayanta 0 no corresponde a la obra descri- ia por Arzans, o se le ha quitado la parte castellana, que es lo que nosotros presumimos. No hay dificultad en admitir la copia de Chayanta, por la pureza del quechua que usa, como la de mayor autencidad, pero tenemos que explicar en ella el silencio de los espafioles que marca una gran diferencia entre la obra que publica Lara y la que menciona Arzans y otros historiadores de Potosi. Pensamos que “La Tragedia de Atahuallpa” de Chayan- ta conserva de los primeros afios de la conquista la parte lite- A2 Literatura Virreinal en Bolivia raria, arreglada en el siglo XVIII. En este siglo ocurrié la gran eclosion indigena que cumina con la revuelta de Tupac Amaru; el indigenismo legé a ser una verdadera corriente nacionalista con expresiones culturales propias, ya puramente indigenas, ya mestizas, como en las artes plasticas. Entre las expresiones indigenas esta la representacién teatral de come- dias quechuas que se hacia a menudo y con el entusiasmo de todo el pueblo. El manuscrito de Chayanta nos presenta a los personajes viviendo el XVIII y decimos esto porque hay anacronismos que los delatan claramente, asi en uno de los pasajes los in- dios exclaman refiriéndose a los espafioles. llevan tres cuernos puntiagudos igual que las tarukas y tienen los cabellos con blanca harina polvoreados, y en las mandibulas ostentan barbas del todo rojas..... La descripcién corresponde al tricornio y peluca empol- vada, propia del siglo XVIII, Lara interpreta este pasaje co- mo la expresién de horror de un indio que por primera vez ve aunespafol. Otra sefial que puede indicar que la obra fue arreglada en el siglo XVIII es el mutismo de los espaiioles. Cuando este tipo de obras se representaron en el citado siglo, se hacia en parte como propaganda anti-hispana, y se daban ante un auditorio exclusivamente indigena, por esto la nece- sidad de silenciar a los espafioles y sustituirlos con Felipi- Ilo, el intérprete. La relacién de estas representaciones con Ja sublevacién de 1781, se confirma en el texto de S. Lucia donde Atahuallpa resulta hermano de Tupac Amaru y Tupac Katari. Esto indica claramente que eran obras de propagan- da politica. Hay que anotar otro punto mas, el desenlace tam- bién parece alterado. Las palabras de Arzans son: se repre- sentaban en estas comedias “las tiranias y lastimas que los espafioles ejecutaban con los indios”, pero esto no nos permite suponer que los espafoles cerraban los ojos, a desenlaces co- mo el que nos presenta el manuscrito de Chayanta, donde Es- La tragedia de Atahuallpa 43 pafia, no solo recrimina a Pizarro sino que éste muere instan- taneamente y sus restos son quemados por Almagro. El texto dice: Almagro— Mi noble y inico senor ciertamente estdé muerto ya. Espaita— Llevéoslo si es asi Id a entregarlo al fuego y que perezca y con él su descendencia toda. Y haced que destruyan su casa. De este guerrero infame no debe quedar nada. Esto es cuanto yo ordeno. Este pedazo también parece pertenecer al XVIII 0 des- pués, pues no es propio de espafioles tan cuidadosos en lo to- tocante a religién y en lo referente a la otra vida, incinerar el cuerpo de un difunto. Se puede ser cruel, pero ellos siem- pre buscaron la salvacién y la cristiana sepultura de sus ene- migos y victimas, por esto no permitirian referencia tal. El siglo XVIII habia trastocado mucho las cosas y se puede es- perar mayor arrojo, aunque quiz tengamos que recurrir_ a tiempos republicanos para explicar la dureza de este pasaje. Por otra parte la ideologia de este trozo es netamente deicio- chesca, nos recuerda el “Viva el Rey muera el mal gobierno”, pues es Espafia la que castiga el mal procedimiento de uno de sus stbditos. Para los indios era extendida la opinion de que el rey es bueno y que haria justicia de conocer Ja mal- dad y desvengiienza de corregidores y otras autoridades, que los explotaban. La recriminacién tiene también un origen le- jano en la invectiva de Felipe II a Toledo por la muerte cruel de Tupac Amaru. En resumen podemos colocar esta obra como escrita en el XVI en lengua mixta (espafiol y quechua) fundamentalmente transformada en el siglo XVIII, cuando se la adapté a un au- ditorio indigena y se la puso al servicio de la rebelién. 44. Literatura Virreinal en Bolivia En cuanto al quechua usado no podemos omitir la au- torizada opinién de Lara que dice que esta obra fue primiti- vamente escrita en el quechua del Chinchasuyo de donde era rey Atahuallpa. Trasladada mas tarde al cuzquefio, que con ya pocas enmiendas nos llega a través de la copia de Chayanta. En cuanto a la obra misma, la creemos inapreciable por ser la primera de este género que se encuentra en Bolivia. Para definir su expresividad y pureza nos atenemos al alto juicio que de ella tiene Lara. Su verso no parece seguir el metro castellano y la forma teatral es bien diferente de la espafiola, sobre todo por el activo papel del coro, que es de clara ascendencia inca. (No podemos decir otro tanto de las formas musicales, usuales también en las comedias peninsula- res). También es de origen indio la reiteracién extrema de ciertos pasajes, que no serfan fundamentales a la mente de un occidental, tal como la interpretacién del papel escrito que presentaban los espafioles y que se repite una y otra vez hasta el cansancio. Asi mismo la sobriedad de la trama con ausen- cia de idilio y asunto amoroso nos ayudan a pensar que su autor es un indio. Para muestra de la forma literaria transcribimos unos versos, donde se describe Ia escritura con metiforas de extre- ma novedad y belleza. Waylla Wisa (refiriéndose al papel escrito) Quién sabe que dird esta chala. Es posible que nunca legue a saberlo yo. Vista de este costado Es un hervidero de hormigas La miro de este otro costado y se me antojan las huellas que dejan las patas de los pdjaros en las lodosas orillas del rio. Vista asi, se parece a las tarukes puestas con la cabeza abajo y las patas arriba. La tragedia de Atahuallpa 45 Y si solo asi la miramos es semejante a Uamas cabizbajas y cuernos de taruka. Quien comprender esto pudiera. No, no, me es imposible mi sefior penetrarlo. Antes de concluir con las diferentes versiones del drama de Atahuallpa, hay que consignar una mas: la versién del i Juan Sobrino, representada el afio de 1641 bajo el titu- “Prosperidad y Ruina de los Incas del Pert”. La noticia i da el historiador potosino con estas palabras: “Represen- tdéronse cuatro comedias, siendo la iltima de ellas, nueva, y y muy digna de representarse en los mejores teatros del mun- do. Fue su autor nuestro poeta historiador, Juan Sobrino in- titulandola “Prosperidad y Ruina de los Incas del Peri”. Re- presentése en ella, su origen cuando como cuentan las histo- rias, lo tuvieron en el Cuzco, y de alli aquellos poderosos mo- nareas se fueron ensefioreando de la mayor parte de estos di- latados reinos... Representose también la entrada y descu- brimiento del Pera por el Marques D. Francisco Pizarro y el motivo de las guerras civiles; que fueron por aquella merced que la Magestad Cesarea de Carlos V hizo a D. Diego de Al- magro... y Ultimamente la ruyna y acabamiento de estos mo- narcas los incas, con la venida del Virrey D. Francisco de Toledo... en compafiia del Santo Obispo de Popayan D. Fr. Agustin de Coruiia, el que pidié por la vida del rey Tupac Amaru... Fue muy aplaudida esta comedia por lo nuevo de- Hla, cuanto por los verdaderos ¢ inauditos sucesos que en ella se representaron. Para los indios fue el mucho sentimiento, levantando grandes alaridos conforme se declaraban”. Lo nuevo de la comedia, a nuestro juicio, esta en la in- clusién del Virrey Toledo quien no aparece en las primitivas versiones. La tetralogia que se presenta a fines del siglo XVII coneluye con Ja muerte de Atahuallpa. Sobrino también va- ria la forma, pues reduce a una las cuatro comedias primitivas. Las diferentes versiones del drama de Atahuallpa el que aun hoy se represente con éxito, muestran elocuentemente su 46 Literatura Virreinal en Bolivia popularidad y su permanencia por encima de los cambios po- liticos y sociales. Esta obra es sin duda algo asi como la épi- ca nacional. BIBLIOGRAFIA ARROM, JUAN JOSE, El teatro en Hispanoamérica en la épo- ca colonial La Habana. 1956. ARZANS Y VELA, BARTOLOME. Historia de la Villa Imperial de Potosi, 3 tomos. Providence, Rhode Island 1965, BELTRAN, AUGUSTO. Carnaval de Oruro. Oruro, 1956, FINOT, ERNIQUE. Historia de la Literatura Boliviana. La Paz. 1955. GARCILASO DE LA VEGA. Comentarios Reales. Madrid. 1723. GISBERT, TERESA, Teatro Virreinal en Bolivia, La Paz. 1962. LARA, JESUS, Tragedia del Fin de Atahuallpa. Cochabamba. 1957. MENENDEZ Y PHLAYO. Antologia de Poetas Hispanoameri- canos. T. TIT. Madrid 1928. QUEZADA, VICENTE. Cronicas Potosinas. Potosi. 1950. PABON, LUIS ALBERTO. Bosquejo para una historia del tea- tro pacefio. “La Paz, en su IV Centenario”, Tomo IIt. Buenos Aires, 1948. CAPITULO IV EL TEATRO EN LENGUA ESPANOLA DIEGO DE OCANA. Hemos analizado aquellas obras tea- trales escritas ya total, ya parcialmente en idioma nativo, nos cabe ver aqui, aquellas otras, sin duda mas numerosas, escri- tas en espafiol. Siguiendo un orden cronolégico tendremos que comenzar por Fray Diego de Ocafia autor de una come- dia divina, que fue escrita en la ciudad de Potosi el afio 1601. La obra del padre Ocafia es altamente interesante, por ser una de las poquisimas obras teatrales altoperuanas del tiempo del virreynato que se conserva. Su temprana fecha coloca al autor como contemporaneo de Lope, Cervantes, y del mejicano Ruiz de Alareén. La vida andariega de Ocafia, nos muestra a un infati- gable apéstol, que mas tomé la pluma en forma ocasional y llevado de celo religioso, que por amor a las letras. Mientras no se encuentren otras obras suyas, y solo conozcamos su co- media y su manuscrito, describiendo las tierras americanas por él recorridas, tendremos que juzgar la comedia de Gua- dalupe, como una obra esporadica, que muestra una de las milltiples facetas de este hombre, pronto a pintar, a hacer cré- nica y hacer verso. Humanista tardfo se nos muestra con una personalidad rica, ya que su comedia, no por ser su tinica obra literaria conocida, podemos decir que sea mediana, muy al contrario, es una obra que esta a la altura de muchos autores espafioles contemporaneos suyos. 48 Literatura Virreinal en Bolivia Nace Fray Diego, de Juan de la Huerta y Maria Salce- do, en Ocafia (Toledo), de su nacimiento y los afios anterio- res a su vida religiosa nada se sabe. Parece que muy joven ingresé a la orden jerénima, en 1588 estaba ya en el Monas- terio de Guadalupe en Caceres. Después de 11 afios partié para América, llegando al puerto de Payta, el 11 de Septiembre de 1599. Alli fallecié su compafiero el padre Martin de Po- sada, Desde alli se dirigié a la ciudad de Lima, deteniéndose antes en Piura y Sajfia, sitio éste que conserva una curiosa iglesia, toda ella cubierta de crucerias. Otra similar hay en el vecino sitio de Guadalupe, donde también estuvo Ocafia. Después de hacer este recorrido lleg6 el fraile jerénimo a la Ciudad de los Reyes donde permanecié hasta el prés mo afio de 1600, entonces embared en el Callao rumbo a Co- quimbo, recorriendo en este viaje todo Chile. Ese afio hubo un gran levantamiento de los araucanos, lo que le impidio ve- gresar por la misma ruta, viéndose forzado a cruzar los An- des pasando por Tucumén al Alto Pera. De este modo lo encontramos en Potosi en julio de 1600. Alli escribe su comedia de “Nuestra Seftora de Guadalupe y sus Milagros”, que es representada por primera vez en 1601, pasa de alli a Sucre donde se queda hasta 1603. Para ambas ciudades pinta la imagen de la Virgen de Guadalupe, la de Suere se ha hecho muy famosa; la de Potosi que en un prin- Mipsis er tlie cteponde Sanco, por dis dencias entre la cofradia y los franciscanos, ha sido trasladada a la parroquia de San Juan, donde atin se conserva. Este afio sale Ocafia hacia el norte, haciendo escala en las ciudades de Chuquiabo, Copacabana, Chucuito, Arequipa y Cuzco, legando nuevamente a Lima, donde permanece ape- has unos meses, pues este mismo afio de 1603 parte rumbo a México, donde muere el aio 1608. El Teatro en Lengua Espaftola 49 De su recorrido ha dejado una extensa relacién, cuyo manuserito se conserva en poder de Don Roque Pidal, en Madrid. Esta obra atin esté inédita a pesar de su indiscu tible valor, ya que toda la relacién se halla ilustrada por di- bujos iluminados de mano de Ocafia, todos ellos referentes a los trajes, costumbres, fauna etc. de las tierras visitadas. Este manuscrito forma un volumen de 360 folios. En este manuscrito afirma Fray Diego ser el autor de la dicha comedia y describe al mismo tiempo los detalles, harto interesantes, de su representacion. Asi nos dice: “Lle- vose la imagen a la plaza donde estaba un teatro, y alli se re- presenté una comedia de la misma historia de Nuestra Sefio- ra y de sus milagros; la cual representaron unos faranduleros, y mily bien representada, con que la gente qued6 con més de- yocién. Esta comedia también fue propio trabajo mio; esta puesta delante en las fiestas que se hicieron después en Chu- quisaca, porque también la volvieron a representar allé otra vez, de la misma suerte que en Potosi. El que tuviere gusto de verso la podra leer”. Relata Inego la procesién que hace un alto en la plaza, a fin de que se represente la comedia, finalizada la cual se lleva la imagen de la Virgen hasta la catedral, y continta: “Con buena orden y mucha devocién, vino la imagen a la Plaza, donde estaba un teatro suntuosisimo, hecho con mu- chos Arboles y frescuras, y un sitial y altar con dosel, donde se puso la imagen... soné la misica de ministriles y acaba- da, salieron al teatro las guitarras y se comenz6 con riqui- simos trajes, libreas y apariencias, una comedia de la misma historia de Nuestra Sefiora de Guadalupe, la cual yo trabajé, aunque estaba ocupado en tan urgentes y graves ocupaciones: la cual se oy6 con mucho gusto y se representé bien porque eran faranduleros los que la representaron. Y acabada que fue la comedia, prosiguié Ja procesién a la iglesia”. Interesa tratar con detencién esta obra de Ocafia, ya que es una de las pocas comedias completas del virreinato, que consta se ha escrito en y para el Alto Pera. Su asunto funda- mentalmente religioso la coloca en un género, no bien deter- 50 Literatura Virreinal en Bolivia minado que podriamos llamar de comedia a lo divino, ya que no posee las caracteristicas de alegoria para que la podamos calificar de auto. Su argumento basado en la leyenda del Rey Rodrigo y la dominacién musulmana de Espafia esta en- lazado con los milagros de una Virgen de Caceres, que luego se convertira en la famosisima de Guadalupe. Sus escenas van hilvanando ambas historias en la forma siguiente: Se narra en la primera escena un milagro acaecido en Ro- ma el afio 750, comentan el suceso el Papa y San Isidro (her- mano de San Leandro obispo de Sevilla). Parte éste para su tierra Ievando la nueva. La segunda escena se sucede en Toledo, se ve la corte del Rey Don Rodrigo y cémo éste toma a Florinda (més conocida en la tradicién popular por la Caba) por la fuerza. Una tercera escena, sin relacién con la ante- rior, muestra una capilla con la imagen de la Virgen, alli se realizan dos milagros, Vemos luego al Conde Don Julian que por carta de su hija se entera de su deshonra, jurar ante el moro Taric su venganza. La quinta escena sucede también en la corte: huyen el Rey y sus corltesanos, perseguidos por el Conde y Taric. En la dltima escena de esta primera parte, unos aldeanos esconden la sagrada imagen para librarla del furor de los sarracenos que a raiz del suceso de la Caba se iban apoderando de toda Espafia. La segunda parte se desarrolla 700 afios después: comien- za con una reunidn de alcaldes que hacen justicia en un pueblo castellano, ante ellos, pasa Gil, un pastor que sale al campo en busca de tma vaca que habia perdido. La halla muerta, y alli se le aparece la Virgen a quién habia invocado, resucita el ani- mal, y vuelve el pastor con la noticia. Obrase en el pueblo otro milagro que testifica al anterior. Después de estas esce- nas aparece Sevilla, donde Alfonso XI se ve acosado por Al- mohacen, se entera del milagro, invoca a la Virgen y vence. Con ocasién de esto se eleva el famoso monasterio donde se su- ceden las tiltimas escenas, alli llega un capitan con los trofeos y un cautivo que da fin a la comedia con un verso dedicado a Po- tosi, donde se representé la obra por vez primera en 1601. En este verso se elude al tesoro que adquirio la ciudad con la imagen de la Virgen y dice asi: El Teatro en Lengua Espafiola ”Y wit, Villa Imperial de Potosi, con razén puedes en esta ocasion juzgar tu ventura igual a Espaita, pues también tienes el tesoro que ella alcanza; de quien ten cierta esperanza que te vendrdn grandes bienes, Las escenas de esta comedia, dispersas, distantes unas de otras hasta en mas de 700 afios, nos muestran a un escritor con poco manejo de la escena. Sus personajes son miltiples y no guardan unidad, aunque las escenas consideradas en for- ma aislada estan muy bien compuestas. El consejo de los alcaldes de pueblo, tomado de la realidad como lo pudiera ha- ber hecho un Lope, es una escena Ilena de realismo y amable naturalidad. El lenguaje empleado en este trozo, tomado del pueblo mismo, con sus deliciosos arcaismos e ingenuas expre- siones, recuerda los entremeses de Lope de Rueda. Otras escenas como la del rey Don Rodrigo y Florinda, revelan el modo de la época, haciendo en brillantes versos gi- ros que hablan del amor, de honor y del rey; puntos Algidos, estos tres, en la comedia espafiola del XVII. Ocafia da a este diélogo uma fuerza extraordinaria, pintando muy al vivo las pasiones humanas. Nos retrata a los cortesanas taimados que adulan a su sefior, incitandole a que use de su poder para sa- tisfacer su apetito; nos muestra también al viejo, harto ya de escenas cortesanas y espectador indiferente al drama que pre- sencia. La figura del loco grandiosa aunque breve, moraliza, podriamos decir “extra Comedia” aprovechando su condicién para decir, mas que verdades, sentencias. Florinda es una dama discreta que responde a modelos comunes del teatro ba- ‘oco espafiol. En cambio la figura del rey, en contraposi- cién a la corriente de la época se nos muestra ingrata y nada justiciera reflejando el caracter de un hombre débil, un rey que en beneficio propio abusa de su poder. Quiz esto se de- ba a la fidelidad que ha querido guardar Ocaiia a la leyenda del Rey Rodrigo, figura poco grata al pueblo espafiol. Trans- cribimos a continuacién algunos trozos de esta escena: 52 Literatura Virreinal en Bolivia Loco— Que no hay mentir Dios bendijo las verdades y yo las he de decir. gSabéis qué dice aquél viejo? Que no osa daros consejo para que bueno seais; que teme, si os enojdis, le quitareis el pellejo. Rey.— Soy muy malo? Loco.— ASE res de Pee por lo que haceis, lo saco. gSabeis qué dicen en corte? que sois tan grande bellaco que no hay quién os soporte. Didlogo entre el Rey y Florinda: Rey— ;Ay!, que es remedio imposible, y el mal que tengo insufrible. y he llegado a tanto extremo que con tw hielo me quemo. Florinda.— Por cierto caso terrible; qué culpa tiene Florinda de que sus hielos te abrasen? Rey.— Hacerte el cielo tan linda darte esos ojos que hacen que el mismo amor se te rinda; darte una belleza tal, que no se hallaré igual desde aqueste al otro polo; envidiar tu rostro Apolo y yo aclararte mi mal; Al salic Florinda quedan los cortesanos con el rey y se entabla la siguiente conversacin: El Teatro en Lengua Espatiola 53 Crisanio.— Adérasla con razén, que es por todo extremo bella. calva pintan la ocasién; no dejes, seitor, perdella. Rey — Con qué traza? Crisanto.— Ecucha, advierte: tu estrella, tu hado o tu suerte te inclina solo a querer a Florinda que es mujer; ti rey la cosa mas fuerte, Ella te desdefta a ti, como yo lo he visto aqui; tw la adoras; pues, por fuerza ve y haz que su gusto tuerza. Pues eres rey, pese a mi, en caso justo o injusto, con raz6n o contra ley, enderezando a tu gusto, puede hacer, sefior un rey que sea a todos muy justo. Sin desligarnos del mismo suceso, y ya en su desenlace, dos escenas mas adelante, podemos citar los sentidos versos del conde Don Julian al conocer la deshonra de su hija y las palabras de Crisanto, haciendo referencia a las mujeres y al terrible lance precipitado por la pasion que inspiré Florinda al rey. Conde— Este es el papel do viene de mi deshonra el aviso, por quién Uorar me conviene, y por quién lorarse tiene lo que un rey mirar no quiso. 54 Literatura Virreinal en Bolivia Crisanto— Ah fortuna ingrata, fiera! 7Ah cielo cruel, tirano! jOh campo espafiol cristiano, quien te vio y te considera! {Quién en la sangrienta guerra pudiera volverte a ver! 7Ah Florinda, al fin mujer, destruccién de aquesta tierra! Las demas escenas menos brillantes que las antes cita- das, guardan una unidad de estilo, intercalandose en ellas algunos versos muy bellos, como la citada deseripcién del pai- saje de Caceres, Similar al consejo de alcaldes en lenguaje y naturalidad es la escena de la capilla donde unos aldeanos contemplando a la Virgen dicen: Teresa jQué linda es su jamestad! Ge iMés relumbra que la prata! jPardiobre!, si lo sopiera jQué lindo es el Chicotillo! Teresa, que le trogiera al chicote un cabritillo. Cabe hacer notar también, que la peniiltima escena, donde aparece Alfonso XI, es algo artificiosa, por lo que se resiente el conjunto en favor de respetar la veracidad de esta historia. A pesar de ello, es esta comedia una de las mejores virreina- les, con ella se pone Ocafia a la altura de sus contemporéneos de la peninsula. Las escenas violentamente contrapuestas, no desmedran al estilo y prestan en cierto modo una extrafia vivacidad al conjunto. Un autor dramético del XVIL, cuya obra se relaciona con cl Alto Peri, es el sevillano Diego Mexia de Fernangil, poeta famoso y miembro de la Academia Antartida. Escribié una 6gloga con ocasién del establecimiento de la Hermandad de El Teatro en Lengua Espafiola 55 Esclavos del Santisimo Sacramento en Ja Villa Potosi. Algu- nos versos de esta pieza indican con claridad que toda la es- cena se desarrolla en la Imperial Villa o en la ciudad de Chu- quisaca, pues su autor por dos veces repite la palabra “argen- tina” refiriéndose a la villa del suceso. Se trate de una u otra ciudad la pieza teatral que aqui estudiamos est4 intimamente relacionada con el Alto Pert, no por el solo hecho accidental de que alli fuera compuesta, sino que paso a paso se vive a través de ella el ambiente cindada- no en sus mas intimos detalies. Trasciende en los versos el bullicio callejero, la misica de atabales y chirimfas, las dan- zas y cantos, los altares costosos que hacian del Corpus la fies- ta mas espléndida del afio en las ciudades de nuestro virreinato. El apuntar del barroco en los tempranos afios del XVII en una de las ciudades bolivianas fluye en todo instante. En esta obra de Fernangil vence el afin descriptivo al cuidado li- terario; pues el verso pierde fluidez en algunos trozos, por no querer su autor despegarse de la descripcién que tiene entre manos, Lo que muchos pinceles muestran y miltiples relaciones de festejos exponen con estilo largo y pesado, se describe en forma Agil en este auto, que es una verdadera estampa poé tica que nos hace saborear el Potosi del XVII, donde la mun- danal y simbélica tarasca atropella al encandilado pablico que contempla, entre admirado y devoto, la singular procesién. Me- xia de Fernangil intercala en su obra impresiones vividas, pues entre los afios de 1608 a 1621 se avecina en Potosi, pasando no pocas veces a la antigua ciudad de La Plata. Va este Auto Sacramental precedido de una epistola y dedicatoria que Fernangil dirige a don Diego de Portugal, Presidente de la Audiencia de Charcas, escrita en la serrania de Andamarca. En esta dedicatoria el autor habla del Pera en tono elegiaco, lamentandose de los males que le sobrevienen. En este sentido esta pieza es precursora de una modalidad muy usada en nuestro barroco: la lamentacién constante de males reales 0 forjados que se relacionan con la providencia y sobre todo con los pecados de los hombres. Comienza en 56 Literatura Virreinal en Bolivia la sociedad criolla la obsesionante preocupacién por la otra vida, idea que preside todos los actos tanto individuales co- mo colectivos de los personajes que viven en al escena de nues- tro virreinato. La obra de Diego Mexia se titula: “El Dios Pan” como alusi6n mitolégica de la Eucaristia. Es un Auto Sacramen- tal, en un solo acto donde intervienen tres personajes, todos ellos pastores: Damén, gentil e idélatra; Melibeo, pastor cris- tiano y un zagalejo llamado Titiro. La trama se desarrolla en una ciudad cristina del Pert: Potosi o Chuquisaca. Ambos pastores, Damén y Melibeo, acuden a la fiesta del Corpus, el primero ante la magnificencia de la misma y las razones de su amigo Melibeo se convierte a nuestra fe. La actuacién de Titiro es corta y accidental. En cuanto a la referencia concreta a la “argentina ciu- dad” son interesantes los siguientes trozos: Damén— ....... = Por ver deste argentino pueblo, un rato, la pompa y aparato y fiesta rara, Damén— _ Suspenso y asombrado, 0 Melibeo, estoy, pues lo que veo, con mis ojos me parecen antojos o ilusiones; ventanas y balcones y terrados estén glorificados con presencias de raras excelencias. Para sombras ai velas ai alfombras ai Cairinos tapetes; granadinos tafetanes; tapizes alemanes, ai dozeles de divinos pinceles, obras vivas con raras perspectivas: tanto veo que se ahita el deseo: pues el oro perlas plata y tesoro que esparcido columbro y repartido en la ancha plaza, me ofusca, turba y embaraza o Argentina, si agora fueras digna que un apeles, Xeuxis o Praxiteles te pintaran. El Teatro en Lengua Espafiola 57 En este segundo trozo se hace una rica descripcién de las colgaduras que adornaban las calles y las pinturas que junto a éstas se solian colocar en los balcones, como se puede ver en algunos cuadros del siglo XVII. El ambiente ciudadano viene dado por trozos sencillos, donde se describe el tumulto con viveza y agilidad extraordi- Damén— Si os place, atravesemos por esta turba i iremos do camina la gente i remolina con que prueba que ve gran cosa y nueva. Melibeo-— En los cantones ai arcos, invenciones i ai altares. Damén.— Vamos donde gustares. La apretura es grande i la estrechura en sumo grado Ya avemos legado. Bueno, cierto admirame el concierto que hay en todo. Era costumbre muy difundida en Espafia y por tanto en Indias, la curiosa figura de la Tarasca que acompaiiaba todos los afios la procesién de Corpus hasta muy entrado el siglo XVIII en que se prohibié. Era la Tarasca una armazén que representaba un drag6n o mas propiamente una serpiente, sim- bolo de lo diabélico y lo infernal. Esta “maquina” iba inser- ta en la procesion y como elemento de valoracién de los con- trarios leg a hacerse imprescindible en toda representacién religiosa del barroco. Contra la continua participacién del demonio en los Au- tos Sacramentales hablé Quevedo y con él otros ingenios, sin embargo esta forma llegaba vivamente al pueblo y no fue po- sible suprimirla. Deleito y Pifiuela que ha estudiado en for- ma exhaustiva la Espafia de Felipe IV, nos dice que la Taras- ca solia evar como elementos constitutivo una mujer de vida 58 Literatura Virreinal en Bolivia ligera, rememoracién quizé de la que acompafia a la Bestia del Apocalipsis, Salia luciendo la moda que habia de impo- nerse en ese afio. Esta costumbre tan propia de la Espafia del harroco esta pintada por Fernangil en el siguiente trozo: Damén— Pues camina; mira la serpentina y cruel figura como sigue y apura y embarbasca la gente. Melibeo— Es la Tarasca! es sabandija fingida, y regocija y entretiene al vulgo. La mifsica y danzantes, costumbre que atin pervive en nuestras procesiones (no ya en la de Corpus) vienen descritos en los siguientes parrafos: Melibeo— Los danzantes oi son estudiantes; i sus danzas tienen sus semejanzas con las fiestas. Damén— Bravata rueda es esta de cohetes. Damén.— Mads me es] tanto blandén y tanta blanca cera sin la que agora fuera y un alumbrado; y vienen retumbando las trompetas, ya las corvas cornetas, chirimias, flautas y sinfonias y atambores muestran con sus clamores que ha tornado la procesién, y entrado. En otras partes de este auto estén los versos conceptuosos sobre el misterio de la Kucaristia, van insertos en villancicos. Mexia de Fernangil escribié en Potosi otra égloga, “El Buen Pastor” dedicada a la chuquisaquefia Dofia Inés de Ri- vera que entré en el Convento de la Concepcién. El Teatro en Lengua Espaiiola 59 Entre las comedias escritas en castellano, que se represen- taron en el Alto Pera durante el Virreinato, tenemos que citar una comedia sobre Santa Clara, que se representé en Potosi el afio 1661. La noticia de Orzia y Vela, es tan escueta, que de ella. no podemos decir absolutamente nada. Tan solo co- nocemos el nombre o sobrenombre de la actriz principal; el cronista nos dice: “Este afio haciendo la comedia de Santa Clara, se convirtié Dfia. Inés llamada la Acicalada”. Al relatar las mascaradas y fiestas nocturnas, hemos ha- blado de pequefias representaciones teatrales que en ella se hacian, Buen ejemplo de esto es la obra del padre Fray Juan de la Torre prior de San Agustin, evada a las tablas el aio 1716 con ocasién de la entrada del Virrey Morcillo a Potosi. Oraiia y Vela,.fiel guia para conocer Ia historia y costumbres de nuestra patria en afios virreinales, es fuente imprescindible en este caso. En su obra nos habla no solo del padre de la Torre, sino que nos relata con bastante puntualidad en que consistia dicha obra. Gracias a lo cual podemos formarnos una idea de este género chico, al que sus contemporancos de- nominaban “didlogos”, “representaciones” y “loas’”. El relato del historiador. potosino es como sigue: “... se detuvo aquel hermoso Carro y entoné la miisica con gran des- treza y melodia;... y luego representaron dos nifios que ha- cian a Europa y América: la una manifiesta haberle dado su Oriente, y dadole su cuna, y la otra sus Dignidades Episco- pales, y gobierno; como alla en el pueblo Israclitico lo fueron Moysen y Aaaron; todo en verso elegantisimo; obra del R. P. M. F. Juan de la Torre, Prior de San Agustin, que tuvo gran- des aplausos de estas excelentes obras. A la mitad de aquella Loa Cantada, y representada, salié de la boca de una mina de aquel cerro (armado sobre el carro para este propésito) un Indiecillo vestido a la propiedad de cuando labran las mi- thas2f ty No fue esta loa la tnica obra de Juan de la Torre, pues segiin el mismo Orztia, escribié también para la misma oca- sion, versos en honor del Virrey, que se recitaron en la calle asu paso, El texto dice: “...la urbanidad y liberalidad que 60 Literatura Virreinal en Bolivia representaban, como ya dije, aquellos dos nifios, en verso muy clegante —dijeron alabanzas al Virrey— compuesto todo in- geniosamente por Fray Juan de la Torre”. Afiade... que a peticién de la Villa escribié —también este agustino— la re- lacién de esta entrada, “recibimiento y fiestas de su Exca. pa- ra la Ciudad de los Reyes; que quisiera mi corta pluma del colmo de la suya para adorno de estos renglones”. No nos es posible juzgar la obra de Juan de la Torre pues salvo esta narracién que nada dice del estilo literario de la loa no tenemos otra referencia. Sin embargo podemos suponer, que pertenecid a ese género pesado y artificioso, grandielo- cuente y vacio, propio de lineas destinadas a una alabanza desmedida y circunstancial. Las comparaciones biblicas, pe- dantes, mas que eruditas, nos hablan de una época decadente para las letras. Vargas Ugarte al hablar del teatro jesuitico dice que en a se puede distinguir un género de composicién menor Ia- mado “Decuria”. Las Decurias son, segiin este autor “piezas cortas destinadas a ejercitar a los jévenes en la declamacién y el arte escénico y solo de una manera indirecta para solaz del auditorio”. El nombre de Decuria viene de la costumbre que tienen los jesuitas de dividir a sus alumnos en grupos de diez y poner a la cabeza de ellos un decurién, Estas re- presentaciones eran dadas por uno de estos grupos y sus personajes por tanto no pasaban de diez. Ugarte publica una de estas Decurias, que es de interés para la historia de nues- tro teatro ya que su autor es nacido en Charcas. La obra que se puso en escena en 1723, titula “Efectos que causa en el al- ma el que recibe el Santisimo Sacramento”. En ella intervie- nen 4 personajes; dos jesuitas, un pecador y su criado. La pieza es cortisima y no nos parece muy sefialada ni por el ver- so, ni por la composicién general; no deja por ello de ser interesante. Su autor es el padre Salvador de Vega de la Compafiia de Jestis, nacido en Cochabamba el 4 de enero de 1682. Ingresé a la Compafiia en 1697 y profesé en 1715. Na- da més sabemos de su vida y de su obra. El Teatro en Lengua Espaitola 61 En 1781, tenemos que colocar una loa escrita para glori- ficar al defensor de La Paz y que fue publicada por Rosendo Gutiérrez afio 1878. Es una pieza escrita en verso, que per- tence a ese género de teatro chico al que tanto se ha recurri- do durante todo el coloniaje. Es el tltimo ejemplo que cono- cemos, no haciendo més que coronar la larguisima trayecto- ria de estas “loas”, tanto castellanas como quechuas, que fue- ron representadas en tablados ad hoc, en sitios y fiestas pi- blicas. Rosendo Gutiérrez supone que esta pieza es el primer ensayo de drama en La Paz, esto no es exacto ya que el tea- tro por aquellos afios era un género maduro en el Alto Pera, pudiendo decirse incluso que el teatro fue mucho mis cultiva- do en los dias virreinales que en la republica. El titulo de la citada loa es: “Loa que al mérito del Bri- gadier don Sebastién de Segurola, compuso por via de epitala- mio don Pedro Nolasco Crespo”.. Fue puesta en escena en la Plaza Mayor; y en ella intervienen los siguientes personajes. El Mérito, el Partido de Larecaja, el de Chulumani, el de Si- ca-sica, el de Pacajes, el de Omasuyos y el de Caupolican alias Apolobamba. También interviene un coro de musica, rem1- nicencia éste de las més antiguas representaciones teatrales. Su estilo, algo pesado, siendo las primeras estrofas las mas li- getas y mejor compuestas. Mérito— Moradores de La Paz sus partidos y aledaiios atended; yo soy el mérito que en lo comin desairado me quejo de todo el orbe de la fortuna y del hado Yo soy el que corre triste tras el premio mal hallado, pocas veces atendido, muchas veces despreciado. EI autor, Pedro Nolasco Crespo, era abogado y habia co- menzado en Lima un curso de medicina que por motivos fa- 62 Literatura Virreinal en Bolivia miliares tuvo que abandonar, Escribié mucho pero todo lo que de él conocemos, salvo la “loa” citada, es de cardcter cien- tifico. Crespo nacié en la ciudad de La Paz, se educé en Li- ma, fue catedrético en Charcas y pas6 varios afios de su vida en Espafia. Es una de las mas relevantes figuras de los dlti- mos afios virreinales. Citaremos por dltimo al chuquisaquefio Ventura Blanco Encalada, quién si bien no compuso nada de teatro tradujo al castellano la Mérope de Voltaire, representada en el teatro de Santiago de Chile en 1828 y la Marquesa de Senneterre, co- media de Mellesvile y Duveyrier. LOS DRAMATURGOS ESPANOLES EN LOS TEA. TROS DE CHARCAS.— No son pocas las obras teatrales que se escribieron en Charcas durante el virreinato, pese a ello todo parece indicar que en los “Corrales de Comedias”, se representaban preferentemente las producciones peninsulares, entendiendo por tales las escritas en Espafia. Consideramos como obras americanas las que los espafioles escribieron en Indias, como las citadas de Ocafia y Fernagil. El teatro “pro- fesional”? estaba copado por dramaturgos como Lope, Tirso y Calderén, quedando para los autores locales las obras religio sas de tipo misional, y las loas y representaciones, estas ilti- mas forzosamente ligadas al momento y lugar donde se repre- sentaban. Si repasamos el repertorio de compaiiias tan afamadas como la de del Rio veremos confirmado nuestro aserto. Del Rio recibe en Potosi de Lorenzo Remén, el 9 de agosto de 1619, 31 comedias que le habia traido de Espafia para que su. compafiia las represente. Del Rio pag6 por ellas, obligén- dose a no darlas a nadie ni a copiarlas. La mayor parte de estas obras aun no se han identificado, pero podemos citar entre las conocidas las siguientes: “Fuente ovejuna de Lo- pe de Vega, “La Magdalena” de Tirso de Molina y el “Prin cipe Don Carlos” de Jiménez de Enciso. Los autores espafioles no se contetaron con remitir sus obras a Indias sino que escribieron algunas con temas ame- Dramaturgos Espafioles en Charcas 63 ricanos, asi tenemos la “Trilogia de los Pizarros” y “Amazo- nas de las Indias” de Tirso y la “Aurora en Copacabana” de Calderén. Esta ultima de gran interés para nosotros ya que la trama se desarrolla en el actual territorio de Bolivia. La “Aurora en Copacabana” fue publicada en Madrid junto a otras varias, el 21 de julio de 1672. La comedia esta escrita con toda propiedad, tanto, que no se puede dudar que Calderén se informo en los cronistas Su fuente parece haber sido Ja obra de Ramos Gavilan: “His- toria del Célebre Santuario de Nuestra Sra. de Copocabana y sus Milagros”, pues es el tinico que pone completa la historia del escultor Tito Yupanqui. Las descripciones de lugar son fieles y los didlogos responden a situaciones minuciosamente descritas por el escritor agustino. El dialogo entre el dorador y Yupanqui es buena, muestra de lo dicho, tampoco ha exclui- do Calderén sucesos locales como la lucha entre Anansayas y Urinsayas, lo que dice del extremo cuidado que puso el dra maturgo en respetar la veracidad de la historia. Pese a los elementos estrictamente locales los personajes atafien a todo el Pera y el argumento sirve para demostrar el triunfo del cristianismo sobre la idolatria, es una obra de sen- tido americano. Actian en ella, fuera de Yupanqui, perso- naje histérico que en la comedia hace de indio galan, los si- guientes: el Inca Huascar, Pizarro, Almagro y Diego de Can- dia. Entre las mujeres Guacolda, sacerdotisa india; Glauca india graciosa y la Idolatria. La accién se desarrolla en Tum- bez, Cuzco, Copacabana y la ciudad de La Paz. El argumen- to de esta comedia a lo divino o comedia hagiografica gira en torno a la conquista del Pert, (con la exclusién total de Atahuallpa) y la historia de la imagen de Copacabana. Los trozos que a continuacién copiamos muestran lo fide- digno de las descripciones y los diélogos. Virrey-- Es Copacabana un pueblo que casi igualmente dista, en la provincia que Waman Chueuito, las propias millas

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