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TEMA 6
ÍNDICE
1. INTRODUCCIÓN ...................................................................................2
1.1.- LOGSE – LOCE- LOE ..............................................................................................3
1.2.- PRINCIPIOS REGULADORES DE LA EDUCACIÓN ESPECIAL .......................................4
1.3.- ATENCIÓN A LA DIVERSIDAD ..................................................................................5
1.4.- DIFICULTADES DEL APRENDIZAJE ...........................................................................7
2.- ADAPTACIONES CURRICULARES Y EDUCACIÓN FÍSICA. ...........8
2.1.- ADAPTACIONES CURRICULARES .............................................................................8
2.2.- EDUCACIÓN FÍSICA E INTEGRACIÓN ......................................................................11
2.3.- EDUCACIÓN FÍSICA ESPECIAL ...............................................................................11
2.4.- EDUCACIÓN FÍSICA ADAPTADA .............................................................................13
2.5.- JUEGOS Y DEPORTES PARA DISCAPACITADOS .......................................................15
2.6.- PSICOPEDAGOGIA DE LA MOTRICIDAD Y DISCAPACIDAD .........................................16
3.- ATENCIÓN Y TRATAMIENTO DE LAS NECESIDADES EDUCATIVAS
ESPECIALES EN LOS ELEMENTOS DE ACCESO AL CURRÍCULO...17
3.1.- ADAPTACIONES EN LOS ELEMENTOS PERSONALES ................................................17
3.2.- ADAPTACIONES EN LOS ELEMENTOS MATERIALES Y SU ORGANIZACIÓN....................17
4.- ATENCIÓN Y TRATAMIENTO DE LAS NECESIDADES EDUCATIVAS
ESPECIALES EN LOS ELEMENTOS BÁSICOS DEL CURRÍCULO .....18
4.1.- TIPOS DE ADAPTACIONES ....................................................................................18
4.2.- ESTRATEGIA DE ACTUACIÓN DOCENTE..................................................................20
5.- CONCLUSIÓN..................................................................................27
EDUCACIÓN FÍSICA 1
EQUIPO DOCENTE TEMA 6
1. INTRODUCCIÓN
Las cuestiones Qué, Cómo y Cuándo Enseñar y Evaluar, a las que responde el
currículo, siempre llevan implícitas la pregunta ¿a quién? El currículo en su función social,
establece las intenciones educativas para con sus alumnos.
Actualmente, la concepción constructivista del aprendizaje, relaciona el proceso de
enseñanza y del aprendizaje. El aprendizaje depende tanto de la actividad del alumnado,
concepción tradicional; como de la adecuada mediación del profesor a la hora de ajustar la
tarea.
Es evidente que si un alumno no sabe sumar, poco aprenderá en clases dedicadas a la
multiplicación. Por ser específicos, si no tiene una mínima educación del ritmo, no puede
realizar danzas o coreografías musicales.
Si existen estos dos elementos, ajuste al alumno por parte del profesor e implicación
en la actividad por parte del alumno, éste progresará a partir de su nivel actual. De lo
contrario, se producirá una detención en la progresión del aprendizaje.
Tradicionalmente, los sistemas educativos explicaban la detención en el aprendizaje
del alumno con argumentaciones referentes al propio alumno: dificultades de aprendizaje,
deficiencias o discapacidades propias del alumno. Afortunadamente, el enfoque actual de los
sistemas educativos –que no todos los profesores- considera, cuando menos, las
responsabilidades de la institución, profesores, medios,..., como causa que justifique la no
consecución de los objetivos propuestos.
Enseñar, al menos en España, conlleva la responsabilidad de hacer todo lo que éste al
alcance de uno para promover el máximo progreso posible de todos y cada uno de nuestros
alumnos. Y esto implica cuando menos la propuesta de actividades adecuadas al nivel actual
del alumno. Lo cual, sólo es posible con el conocimiento de la materia y del propio alumno.
Esta responsabilidad es especialmente importante con aquellos alumnos cuyas
dificultades de aprendizaje son debidas a alguna discapacidad. La sensibilidad hacia estas
personas, que ya tienen un problema de por sí, es fundamental y prioritaria. No podemos
permitir que, además de las dificultades que sufren, deban soportar la presión marginadora
de la escuela.
En las conclusiones de su tesis doctoral, Suárez Llorca resume este concepto: Los
niños con necesidades educativas especiales, como cualquier otro niño, presenta muchas
capacidades y posibilidades educativas que son necesario desarrollar y potenciar. Para poder
desarrollar una adecuada intervención, es fundamental olvidarse de lo que no pueden hacer, y
centrarse en sus posibilidades y en la idea que ante todo son niños.
Desde los tiempos de la clásica Grecia, donde estas personas eran arrojadas al río,
pasando por la Reforma –no educativa- donde los epilépticos eran considerados endemoniados,
a nuestros días la humanidad ha avanzado mucho. El principio de segregación, aislarlos en
centros especializados, guetos, es considerado “políticamente incorrecto” y nadie se
manifiesta públicamente a favor de la misma. La cuestión política está en el grado de
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educativas especiales de estos alumnos se realizará por equipos integrados por profesionales
de distintas cualificaciones (art. 45. 2). Sin embargo, en la L.O.C.E. (2002) se hace alusión a la
realización de planes de actuación en relación con las necesidades educativas de cada alumno
(art. 45.2), así como de las adaptaciones precisas en dicho plan de actuación (art. 45.3), no
hablándose explícitamente de adaptaciones ni diversificaciones curriculares como en la
L.O.G.S.E. (1990).
Por su parte La LOE y la LEA establecen que las administraciones educativas
regularán las diferentes medidas de atención a la diversidad. Entre estas medidas se
contemplan: los agrupamientos flexibles, al apoyo en grupos ordinarios, los desdoblamientos
de grupo, la oferta de materias optativas, las medidas de refuerzo, la adaptación del
currículo, la integración de materias en ámbitos, los programas de diversificación curricular, y
otros programas de tratamiento personalizado para el alumnado con necesidad de apoyo
específico que son: alumnado con necesidades educativas especiales (NEE), alumnos que se
incorporan tardíamente al sistema educativo, alumnos con necesidad de compensación
educativa y los alumnos con altas capacidades intelectuales.
o Individualización didáctica.
o Clima cooperativo (tanto entre los profesores y profesionales como entre
profesores y alumnos).
o Actividad y globalización (centros de interés).
o Ratio: profesor / alumnos (1:20/25); profesor / ACNEE (1/10).
3.- Principio de individualización en la Educación Especial:
Tenemos que atender a los alumnos en función de sus aspiraciones y necesidades
personales. De modo que cuanto más se aplica el principio de individualización es menos
necesario la especificidad de la Educación Especial. Así, para atender a esta individualización
es necesario: Equipos de Apoyo, Aulas de Apoyo, Programas combinados, criterios no
estereotipados.
4.- Principio de sectorización en la Educación Especial:
La atención dedicada a los alumnos debe ser los más próxima al hogar familiar, si es
posible dentro del propio hogar (proximidad geográfica).
o Funciones del sector: (Sector: unidad geográfica y de población en la que se pueden
evaluar las necesidades, programar los servicios, coordinar las competencias, prestar las
atenciones requeridas y estar sujetos a control de calidad).
o Despistaje y selección.
o Valoración, orientación y seguimiento. Atención personalizada. Refuerzo
pedagógico (Adaptaciones Curriculares Individuales).
o Estimulación precoz (prevención).
o Equipos multiprofesionales: Médicos, asistentes sociales, pedagogos y psicólogos.
discapacidades:
• de la conducta
• de la comunicación
• del cuidado personal
• de la locomoción
• de la destreza
• ...
Minusvalía es una situación desventajosa para una persona, consecuencia social de una
deficiencia o de una discapacidad, que limita o impide el desempeño de un rol que es normal en
su grupo (en función de la edad, sexo, factores sociales y culturales). Las minusvalías pueden
ser:
• de orientación
• de independencia física
• de movilidad
• ocupacional
• de integración social
• de autosuficiencia económica
• ...
Desde la óptica educativa, durante mucho tiempo la atención ha estado basada en la
deficiencia, que es lo que genuinamente pertenece al individuo.
Ahora se comienza a postular que el punto de mira debe estar en la respuesta que la
sociedad y el sistema educativo dan a las deficiencias. La discapacidad y la minusvalía son
añadidos sociales que serán más o menos relevantes y discriminatorios en función de la
respuesta social. En palabras de R. Borghi "el handicap es la consecuencia del impacto y del
encuentro entre el individuo con un déficit y el ambiente con sus componentes físicos,
históricos, culturales y sociales".
alumnos con necesidades educativas especiales que no son necesarias para el resto de los
alumnos.
Niveles de concreción
Especial utilizará todos los medios de la educación física con la finalidad de normalizar y
mejorar el comportamiento, cubrir las necesidades de juegos, recreación y actividad social,
que son muy necesarias en las personas con deficiencias.
En 1973, la Asociación Americana de Salud, Educación Física y Recreación (AAPHER),
acuña el término de Educación Física Especial, la cual comprende:
• Educación Correctiva: Trata las deficiencias posturales y desviaciones ortopédicas
de pequeño grado, por medio de programas individualizados de actividades específicas.
• Educación Terapéutica: Desarrolla tratamientos individuales de actividad motriz con
fines concretos.
• Educación Reeducativa o Rehabilitativa: Trata de mejorar una función o estructura a
través de actividades físicas motoras específicas.
• Educación Adaptada: Modifica deportes y juegos de forma que permitan a las
personas con deficiencias participar en las actividades, y proporcionar medios para que cada
persona desarrolle las destrezas suficientes en varias actividades, de forma que pueda
participar conjuntamente con los compañeros.
• Desarrollo: Aumentar la tolerancia de los débiles y enfermos al ejercicio a través de
su participación en programas individuales progresivamente más vigorosos, y prevenir o
mejorar los niveles bajos de desarrollo y realización motriz.
• Educación Especial: Dar respuesta a las necesidades y habilidades específicas de las
poblaciones especiales, a través de actividades correctivas, de desarrollo, terapéuticas,
reeducativas o adaptadas.
Características de la Educación Especial.
Según Linares, la Educación Física par los alumnos con necesidades educativas
especiales, debe consistir en programas diversificados de ejercicios generales de educación
física de base, actividad psicomotriz, juegos y deportes adaptados a las limitaciones que
presenten los alumnos.
Suárez: Es necesario además ayudar al niño a conocer y comprender su impedimento
(lo que le permite hacer y lo que no), a lograr la adaptación psicológica que necesita su
deficiencia, y a adaptarse a sus limitaciones para poder compensarlas. A la persona con
deficiencias, como una persona más, hay que proporcionarle la oportunidad de desarrollar al
máximo sus capacidades potenciales en todas las áreas.
Se distinguen tres tipos de programas de Educación Física Especial:
1. Educación Física Adaptada: Consiste en juegos, deportes y actividades recreativas
adaptadas a cada tipo de minusvalía o deficiencia, siendo los objetivos los mismos que en la
educación física ordinaria.
2. Educación Física correctiva: Está dirigida a corregir deficiencias físicas, posturales
y de destrezas, con un programa de ejercicios encaminados a mejorar la postura, desarrollar
habilidades para el trabajo, y conseguir una mayor destreza para el deporte.
3. Educación Física perfectiva o progresiva: busca perfeccionar las condiciones físicas
y las habilidades motrices en niños, normalmente de infantil, de forma que la progresión se
realizará de la misma forma que a los sujetos normales, pero con adaptaciones a sus
necesidades y grado de minusvalía.
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Siguiendo las directrices del Centro Nacional de Recursos de Educación Especial, los
diferentes tipos de adaptaciones de acceso al currículum que se pueden realizar son:
TIPOS DE ADAPTACIONES Y
ORDEN EN EL PROCESO DE ADAPTACIÓN
Adaptaciones en la evaluación
(procedimientos y/o instrumentos)
Adaptaciones metodológicas
componentes o requisitos más elementales, pero que son indispensables para esos
aprendizajes.
La primera condición para responder a las dificultades de aprendizaje es profundizar
en el conocimiento sobre cuál es la secuencia razonable de adquisición de ese contenido, qué
procesos o conocimientos previos son relevantes y necesarios y qué contenidos ayudan, aunque
no sean, tal vez, imprescindibles. Ello permitirá concretar las preocupaciones y, por tanto, los
objetivos de cada intervención.
El conocimiento de la lógica interna de los contenidos (estructura, secuencia de
aprendizaje más apropiada, requisitos…) no es suficiente. Es necesario adaptarse al estilo y a
las características del alumno, e incluso puede ser necesario modificar la propia secuencia en
función de las experiencias educativas previas del alumno . Y en este punto entra también el
segundo factor a considerar a la hora de establecer un objetivo para la intervención. No
basta con ser precisos: también es una cuestión de prioridades.
Las dificultades de aprendizaje nunca vienen solas, y en general los alumnos que las
experimentan muestran un desfase entre ellos y sus compañeros que puede afectar a varios
contenidos de una misma área curricular o a varias áreas distintas. Por lo general, el
profesorado se encontrará, por tanto, frente a varias tareas u objetivos distintos (¡y seguro
que importantes!), que le gustaría alcanzar con este o aquel alumno que está teniendo
dificultades para aprender. Priorizar un objetivo frente a otro dependerá sobre todo del
conocimiento del alumno en cuestión, de lo que se considera que puede serle más beneficioso.
Tampoco aquí hay criterios absolutos. Un criterio razonable en un momento determinado
puede ser que lo que hace el alumno no se diferencie sustancialmente de lo que hace el resto
de sus compañeros. Pero para otro lo importante puede ser que aprenda suficientemente
algunos contenidos instrumentales básicos o específicos, sin los cuales posteriormente no
podría participar en ninguna actividad con sus compañeros.
La elección de un objetivo tampoco estará influida solamente por el conocimiento de
los bagajes, carencias y necesidades prioritarias del alumno, sino también por el conocimiento
de los recursos que estén accesibles. Si una escuela tiene buenos recursos para el trabajo
que se propone hacer, es más probable que su profesorado se anime a seguir adelante con más
facilidad, que si no los tuviera. La elección de un objetivo debe ser realista desde el punto de
vista de las propias posibilidades como enseñante y de los recursos del centro escolar.
En algunas ocasiones, por ejemplo en el caso de alumnos con dificultades más
permanentes, es recomendable además implicar a los padres a la hora de establecer tales
prioridades. Ellos podrán compartir con el profesorado las dudas y ansiedades a la hora de
decidir lo más conveniente. Hacerlo así permitirá trabajar en un clima de confianza que será
imprescindible en momentos de duda o incertidumbre.
Los criterios que se deben manejar a la hora de determinar el objetivo de la
intervención - precisión, prioridad, realismo y colaboración- llevan irremediablemente al
segundo y decisivo paso de la estrategia, que no es otro que el de realizar una evaluación lo
más rigurosa y precisa posible, tanto del alumno como del contexto educativo, que permita
dilucidar cuál es el punto de partida para la ayuda que aquél precisa.
alumno podrá construir con seguridad nuevos aprendizajes. Éste es uno de los principios más
importantes de la enseñanza efectiva, y, sin embargo, se descuida una y otra vez.
Todo proceso de construcción se inicia y reinicia siempre desde el punto donde se
dejó, desde lo que ya se tiene construido con garantía. Debe iniciarse partiendo de lo que el
alumno ya es capaz de hacer. Se necesita, por tanto, saber dónde están los alumnos, cuál es
su base de conocimientos, respecto a los contenidos y objetivos que se quieren enseñar, antes
de programar las acciones a emprender: secuencia y orden de los contenidos, formas de
organización y de enseñanza, tiempos que se van a invertir, etc.
Como se habla de lo que el alumno o alumna es capaz de hacer con respecto a los
contenidos de enseñanza que se recogen en el currículo oficial y no en términos generales o
con respecto a capacidades más básicas, es por lo que en ocasiones se ha llamado a esta
actividad evaluación curricular o evaluación de la competencia curricular.
La evaluación de la competencia curricular implica, por tanto, determinar lo que es
capaz de hacer el alumno en relación a los objetivos y contenidos de las áreas del currículo. Si
como tal es necesaria como paso previo en todos los procesos de enseñanza, resulta
imprescindible cuando se trata de alumnos o alumnas con dificultades de aprendizaje.
Esta evaluación es la que debe servir para responder a la pregunta: "De las destrezas,
conocimientos o de la comprensión necesaria para alcanzar el objetivo propuesto, ¿cuáles
tiene ya el alumno?".
La experiencia profesional resulta de gran utilidad a la hora de conocer dónde se sitúa
el alumno en el continuo de los aprendizajes que debe ir adquiriendo para llegar a tal o cual
objetivo. También serán de utilidad los criterios de evaluación del currículo oficial. Aunque no
están organizados secuencialmente, servirán sobre todo en el caso de objetivos a medio
plazo, como podrían ser objetivos que se planteen para conseguir en un ciclo.
A la hora de evaluar lo que el alumno o alumna ya es capaz de hacer conviene tener
presente que el aprendizaje se produce gradualmente, no es algo de "todo o nada". Por eso en
el camino hacia ser capaz de hacer o conocer algo, por sí solo, se pasa por el ser capaz de
hacerlo con algún tipo de ayuda. Precisamente ese espacio (es decir, esos contenidos y
situaciones intermedias) entre lo que el alumno es capaz de hacer por sí solo y lo que es capaz
de hacer con ayuda de otro (el profesor u otro compañero) debe constituir el objetivo
prioritario de toda intervención. Si cuando se le propone una tarea u objetivo a un alumno,
éste no fuera capaz de hacerlo ni tan siquiera con ayuda, es muy probable que se le esté
proponiendo una actividad demasiado lejos de sus posibilidades, y en ese caso lo razonable
sería volver un paso más atrás o buscar una tarea más sencilla.
Ahora bien, para determinar el punto de partida se necesita saber no sólo lo que el
alumno o alumna en cuestión es capaz de hacer, sino también cómo lo hace, es decir, aquellas
características individuales con las que el alumno se enfrenta a las tareas escolares, su propia
perspectiva ante el aprendizaje; dicho de otro modo: el sentido que da a lo que se le enseña,
su manera de afrontar y responder a los contenidos y tareas escolares, sus preferencias y
motivaciones... Se trata lógicamente de un complejísimo entramado de procesos cognitivos,
motivacionales, afectivos... que a modo descriptivo se podrían llamar estilo de aprendizaje y
que a efectos de la estrategia que se está comentando resulta útil denominar así.
Lo que se propone es indagar todo lo posible sobre una serie de factores que la
experiencia de muchos profesores y la investigación educativa han demostrado que juegan un
papel relevante a la hora de favorecer o interferir en las posibilidades de aprendizaje de los
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alumnos.
Esta lista de factores (autoconcepto, motivación, atención...), constitutiva de eso que
se ha venido en llamar "estilo de aprendizaje", no es en absoluto exhaustiva. Las propias
intuiciones, la observación de los alumnos y el contacto con los compañeros que también
conocen a esos alumnos, deben servir en cada caso para determinar cuáles de estos factores
son más relevantes o si existen otros factores a considerar.
Por supuesto, en algunos casos, en los más complejos o graves se precisará –es el caso
de los alumnos con necesidades educativas especiales - y se hará necesaria la ayuda de
especialistas, a quienes habrá que acudir para completar el análisis o para desarrollarlo de
manera más pormenorizada y rigurosa.
En cualquiera de los casos, toda la información que se haya acumulado hasta aquí será
de vital importancia para decidir el siguiente paso en la estrategia que se está desarrollando.
¿Cuál es el primer paso en la secuencia de los aprendizajes?
La estrategia que se ofrece intenta ayudar a elaborar planes de actuación con alumnos
que tienen dificultades para aprender. Hasta aquí se ha sugerido que, basados en el
conocimiento que se tiene del área en la que el alumno o alumna está experimentando
dificultades y en el conocimiento de su "estilo de aprendizaje", se hayan tomado dos
decisiones: decidir cuál es el objetivo que se quiere alcanzar a corto o medio plazo y averiguar
qué es lo que ya sabe o es capaz de hacer con relación a él. Lo que se está asumiendo es que
entre ambos puntos, lo que ya es capaz de hacer y aquello nuevo que se pretende conseguir,
hay una serie de pasos u objetivos intermedios, que dependerán lógicamente del objetivo
elegido, su complejidad, dificultad, etc. Se abren, por tanto, una serie de opciones y
decisiones de suma importancia. Para que se produzcan progresos hacia el objetivo deseado,
el siguiente paso debe estar al alcance del alumno desde el punto en que se encuentra en este
momento. También debe estar suficientemente claro, tanto para el alumno como para el
profesor, de modo que ambos puedan comprobar fácilmente cuándo se están produciendo
progresos. Veamos con algún detalle estas condiciones.
Para el análisis que nos preocupa vale la pena considerar el aprendizaje como una
capacidad que el profesor debe llegar a "compartir" con el alumno. El profesor conoce o es
capaz de hacer algo que el alumno desconoce o es incapaz de realizar. La enseñanza viene a
ser el proceso mediante el cual el profesor consigue "compartir" ese conocimiento con el
alumno. Como ya se ha comentado, no se debe entender ese proceso como algo de "todo o
nada", como algo que se entrega ya acabado ni como un proceso instantáneo y definitivo, de
una vez por todas, sino como un proceso gradual.
En este sentido se podría conceptualizar al alumno como alguien que está adquiriendo
un conjunto creciente de procedimientos y conceptos que puede emplear por sí solo, sin
ayudas. Pero además hay otro conjunto de procedimientos y conceptos, mayor que el anterior,
que puede emplear con ayuda. Y, por último, hay muchos aspectos de esos conocimientos y
habilidades que el alumno aún no puede adquirir ni con ayuda. La tarea del profesor consiste
en ampliar el número de los elementos del conjunto de lo que el alumno puede usar
autónomamente. Para ello, y si siguiéramos con el símil, el proceso de "compartir" debería
empezar en el límite de lo que el alumno puede hacer con ayuda. Haciéndolo así, estamos
"construyendo" sobre lo que conoce y llevándolo hacia algo nuevo.
Esto, que en apariencia resulta abstracto y difícil, en la práctica no lo es tanto, a poco
que se esté atento a las respuestas del alumno. Será él el primero en informarnos, directa o
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que cada aprendiz es diferente, tiene su propio "estilo de aprendizaje", como se señala
anteriormente. Cada alumno tiene sus puntos fuertes y débiles, su base de conocimientos y
destrezas puede ser distinta, se motiva por cuestiones diferentes y es capaz de
concentrarse en unas tareas con más facilidad que en otras.
A tenor de lo dicho, las mejores metodologías de enseñanza son las que se ajustan a lo
que se sabe de cómo aprenden los alumnos y a las características de cada aprendiz y como
resultado de ello le hace progresar. El currículo oficial no ha prescrito ningún método de
enseñanza, aunque sí ha señalado los principios básicos a los que debe ajustarse toda opción
metodológica, y en ese sentido trata de estimular la autonomía del profesorado, para que
dentro de los medios a su alcance elija aquellas opciones que considere convenientes para sus
alumnos.
Si la metodología debe respetar lo que sabemos sobre el aprendizaje y ajustarse al
estilo de cada alumno, es bueno entonces que se tengan presentes las características
metodológicas que hacen posible esta doble adecuación. Así, y en primer lugar, es muy positiva
la globalización, sobre todo en las primeras etapas educativas. La globalización facilita la
relación entre los contenidos, que es precisamente uno de los obstáculos con el que se
encuentran muchos alumnos con dificultades para aprender.
La metodología elegida ha de favorecer siempre la participación activa del alumno. El
acento no puede estar ya en el aprendizaje memorístico de hechos o conceptos, sino en la
creación de un entorno que estimule al alumno a construir su propio conocimiento, y dentro del
cual el profesorado pueda conducir al alumno hacia cotas más altas de independencia y de
capacidad para aprender a aprender.
La metodología debe contribuir a motivar a los alumnos para que quieran y sientan la
necesidad de aprender. En este sentido debe servir para despertar por sí misma la curiosidad
y el interés del alumnado, pero almismo tiempo hay que evitar que sea una ocasión para que el
alumno o alumna con dificultades se sienta rechazado, comparado indebidamente con otros o
herido en su autoestima personal. Con sumo acierto se ha dicho que "para que un niño
encuentre sentido a lo que debe hacer es necesario que conozca lo que debe hacer, que sienta
que él puede hacerlo y que encuentre interesante hacerlo".
La metodología debe servir para promover en el mayor grado posible la comunicación e
interacción entre profesores y alumnos, y alumnos entre sí.
Las opciones metodológicas "unidireccionales", en las que sólo es el profesor el que
habla y los alumnos únicamente escuchan, resultan claramente insuficientes. Han de
favorecerse opciones y organizaciones escolares en las que el profesor pueda hacer eso, pero
también trabajar con pequeños grupos de alumnos o con uno individualmente, aunque sea en
pequeños períodos de tiempo. Y sobre todo es fundamental que los alumnos puedan
interaccionar entre sí y trabajar cooperativamente, ayudándose mutuamente, tutorándose o
buscando de forma conjunta la resolución de problemas o tareas escolares.
La enseñanza es vista cada vez menos como una acción solitaria del profesor, y cada
vez más como una acción colectiva en la que los equipos de profesores del ciclo o etapa, junto
con el profesorado de apoyo y los especialistas, deben colaborar entre sí en beneficio de
todos los alumnos. En este sentido también es bueno pensar en las opciones metodológicas de
forma que faciliten la incorporación de otros profesores, en especial la del profesorado de
apoyo. La existencia de este profesorado en muchos centros va a facilitar enormemente la
respuesta educativa a los alumnos con dificultades de aprendizaje. Pero esa respuesta no
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puede ser siempre la de sacar a este alumnado fuera del aula. Una gran cantidad de ayuda
puede prestársele al alumno dentro del aula, para la cual es imprescindible, sin embargo, que
la metodología adoptada lo permita.
Por último, la elección de un método ha de hacerse también con visión realista y de
forma equilibrada, en el sentido de que sea positiva no sólo para los alumnos que en un
momento u otro experimentan dificultades para aprender, sino para la globalidad del grupo-
clase. Se habla de realismo en el sentido de elegir alternativas que estén al alcance de los
recursos del propio centro educativo, así como de los propios conocimientos y habilidades
para desarrollar tales metodologías con garantías de éxito.
El rechazo a una opción metodológica "monolítica" no es incompatible con la necesidad
de una cierta continuidad metodológica a lo largo de los sucesivos ciclos y etapas. Las
dificultades de muchos alumnos se ven precisamente acentuadas por la ausencia de esta
continuidad en la forma de enseñar, tan decisiva en algunos contenidos instrumentales
básicos, o para fomentar en los alumnos determinados hábitos y valores (autonomía, cuidado
por las cosas, trabajo en grupo...). Esta continuidad es la que debe ser considerada en el
Proyecto curricular de etapa como un factor fundamental para facilitar la enseñanza de todos
los alumnos en general y la de los alumnos con dificultades de aprendizaje en particular.
En definitiva, la opción por un método u otro debe estar presidida por un criterio de
flexibilidad y diversidad, lejos, por tanto, de las concepciones homogeneizadoras en las que
todos los alumnos hacen lo mismo, al mismo tiempo y de la misma forma.
Las decisiones tomadas hasta aquí con respecto a los puntos anteriores de la
estrategia determinarán cuándo es el momento de hacerse la última pregunta de la misma.
¿La ayuda que se le ha dado al alumno, le ha capacitado para dar el primer paso hacia el
objetivo previsto?
El ciclo de preguntas que constituyen esta estrategia llega momentáneamente a su fin.
La respuesta a esta última será tanto más fácil cuanto más clara y precisa haya sido la
definición del "siguiente paso" que se proponía en la tercera pregunta.
Si la respuesta es afirmativa, esto es, el alumno ha progresado en la dirección del
objetivo propuesto, el ciclo vuelve a la tercera pregunta, es decir, a escoger un nuevo paso
entre lo que el alumno ya es capaz de hacer y la meta más a medio o largo plazo que se quiere
alcanzar.
Si la respuesta es negativa, o sea, que el alumno no ha progresado como se esperaba -
y ésta es una conclusión a la que ha de llegarse rápidamente para evitar frustraciones tanto
en el alumno como en el profesor- , lo más probable es que la respuesta a alguna de las
preguntas anteriores haya sido errónea. El profesor necesitará preguntarse a sí mismo:
* ¿Fue correcto el punto de partida?
* ¿Era muy difícil el siguiente paso?
* ¿El tiempo y el método elegidos se ajustaban al estilo de aprendizaje del alumno?
* ¿Elegimos el objetivo de trabajo adecuado para el alumno en este momento?
Recuérdese de nuevo que el orden en este proceso de revisión no debe ser arbitrario,
y que sólo debe plantearse modificar el objetivo de la enseñanza cuando se han agotado
razonablemente todas las otras posibles adaptaciones.
Mientras permanezca en el profesor la actitud de indagación que se señalaba como
básica a la hora de enfrentarse a las dificultades de aprendizaje, éstas y otras preguntas
similares le servirán para buscar un nuevo método, realizar más a fondo la evaluación de la
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competencia curricular del alumno o precisar más el peso de alguno de los factores que
condicionan su estilo de aprendizaje.
Como se señalaba en su momento, tan importante como el repaso de estas preguntas es
el hecho de que el profesor esté preparado para reconocer cuándo requiere más información
o asesoramiento. Esto es lo que suele ser necesario en el caso de los alumnos con necesidades
educativas especiales, quienes, además de toda la ayuda extra que pueda proporcionarles el
profesorado por sí solo a través de esta estrategia, pueden necesitar unos recursos muy
específicos o que se modifique significativamente la oferta curricular que se les hace.
5.- CONCLUSIÓN.
6.- BIBLIOGRAFÍA.
▪ SUÁREZ LLORCA, C.(2003): “Los alumnos con espina bífida en el contexto escolar: un programa de
intervención psicopedagógica en el área de Educación Física”. Tesis de Doctorado, Universidad
Alicante.
▪ C.N.E.E. (1992). “Alumnos con necesidades educativas especiales y adaptaciones curriculares”.
M.E.C.: Madrid.
▪ WARNOCK REPORT (1978). “Special educational needs”. Report of the Comnittee of Inquiry
into Education of Handicapped Children an Young People. HMSO: London.
Normativa Legal
▪ Real Decreto 1.631/2006, de 29 de diciembre, por el que se establecen las enseñanzas mínimas
correspondientes a la Educación Secundaria Obligatoria.
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