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Al sureste del Estado de México, a menos de dos horas desde Cuernavaca, Cuautla, Puebla o la Ciudad
de México, la Región de los Volcanes tiene todo para hacer de un paseo una experiencia completa:
naturaleza, gastronomía, cultura, deporte y entretenimiento para todas las edades y todos los bolsillos.
El majestuoso paisaje de la Sierra Nevada alberga el Parque Nacional Iztacíhuatl Popocatépetl
Zoquiapan, ya considerado a nivel internacional como Reserva de la Biósfera (UNESCO 2010).
Es un paisaje que ha propiciado una diversidad sorprendente de microclimas en una tierra fértil, llena
de historia, color y sabores, inspiración de artistas, intelectuales, expedicionarios y amantes de la
naturaleza desde tiempos inmemoriales. Además de todas las actividades que se pueden realizar en
sus bellísimos entornos naturales, la ruta de Sor Juana, la de conventos e iglesias y la de haciendas, así
como los tianguis y mercados, nos ofrecen excelentes posibilidades de recreación que pueden ser muy
económicas y, a la vez, plenamente satisfactorias.
Tengamos muy presente que las festividades religiosas de cada pueblo son muy importantes, pues, van
en concordancia con los ritmos del ciclo agrícola, tan presente en todos los municipios de esta región:
Tlalmanalco, Amecameca, Ayapango, Tenango del Aire, Juchitepec, Tepetlixpa, Ozumba, Atlautla y
Ecatzingo. Vale mucho la pena adentrarse en el simbolismo original de cada una, pues, en esta tierra
donde la historia se ha desarrollado sin interrupción a lo largo de 3000 años, detrás de cada santo, hay
un fenómeno celeste o de la naturaleza que corresponde a algún momento de la siembra, florecimiento
y cosecha de alimentos, en especial del maíz y la milpa. Así que cada festividad es una oportunidad de
adentrarse en colores, sabores, historia y leyendas. Otra celebración que cobra especial relevancia en
toda la región, es, sin duda, la de Día de Muertos; prácticamente en cada población, especialmente las
cabeceras municipales, son una romería, con actividades artísticas, comparsas, desfiles, gastronomía y
ferias. El 2 de noviembre es muy emotivo ver cómo los panteones se llenan de vida, música, flores y
convivencia, otro recorrido que vale la pena hacer.
Y otra celebración infaltable es la del Grito de Independencia, la noche del 15 de septiembre, en todas
las cabeceras municipales se cuenta con festival cultural, jolgorio y mucha buena comida.
Se trata de un Pueblo con Encanto, que, en efecto, es encantador. Merecen una visita las casonas, el
ancestral fresno y su artesanía. En el centro de este pequeño pueblo se distingue con claridad el enorme
fresno que sobresale entre los techos de teja, tiene aproximadamente 500 años y guarda historias y
leyendas que datan de la revolución mexicana; más de un zapatista o carrancista fue colgado en ese
árbol. Los lugareños cuentan que en las noches oscuras aparecen soldados en ropas de manta y
sombreros anchos gastados que permanecen sentados bajo el fresno viendo hacia los manantiales de
Cuautla; o bien, militares federales con roídos uniformes que dirigen su mirada hacia el lago de Texcoco.
Pasear por la plaza es estar en un remanso pintoresco: su kiosco y su teatro al aire libre, la vista de las
casonas del siglo XIX de 2 y 4 aguas, con ese aire afrancesado y, por supuesto, la Iglesia de Santiago
Apóstol, que data de siglos XVI y XVII, con ese atrio que resguarda un gran jardín.
La Casa de Cultura Aquiauhtzin Cuauhquiyahuacatzintli (nombre poeta nacido en 1430), con ventanales
y detalles góticos que contrastan con la arquitectura tradicional del pueblo, es otro lugar obligado; en
su interior, se alberga una colección de figurillas y restos prehispánicos que han sido encontrados en
las inmediaciones de Ayapango y que hoy son patrimonio del pueblo.
También se pueden visitar las ruinas de El Calvario, una construcción franciscana del siglo XVII, situada
a dos km al sur de la cabecera. Los vestigios pueden apreciarse desde la carretera, a treinta metros del
camino, y desde ahí, la vista del Iztaccíhuatl es envidiable.
Tanto el mercado, como numerosos locales en pequeño ofrecen deliciosa comida tradicional: conejo,
mixiotes, tlacoyos, quesadillas, gorditas, caldos, pulque, café y postres, todo hecho con materias primas
de primera, obtenidas casi todas de los productores locales, no se diga el maíz! Tierra de origen de este
grano fundamental y sagrado, que todavía se encuentra en muchas variedades y colores.
También podemos encontrar algunas artesanías, en especial las que se encuentran en la Casa
Tehualixpa: figuras de hoja de maíz y de madera tallada, diminutas pinturas en granos de maíz o velas
decorativas.
El Templo Evangélico Príncipe de Paz, frente de la casa de cultura, es otrorecinto para admirar, ambos
edificios datan de 1880 y fueron diseñados con reminiscencia gótica por el mismo arquitecto.
Para quienes quieran una experiencia con lujo y gran confort, la Hacienda San Andrés, a escasos 5
kilómetros, lo tiene todo: en medio de una hermosa hacienda flanqueada por un paisaje sin igual,
cuentan con servicio de hospedaje, comida gourmet y orgánica, spa, jardines y un ambiente ideal para
gozar y tener descanso.
Hacienda San Andrés.
Ayapango y Poxtla, una de sus delegaciones, hace ya dos décadas que sobresalen en la región por su gran
cantidad y calidad de producción en lácteos: quesos muy diversos, crema, nata, repostería y hasta artesanía, se
puede adquirir en muchos establecimientos disperso a lo largo de estos pueblos, sobre todo Poxtla, vale la pena
hacer el recorrido de los lácteos.
Casa Tehualixpa: Abierto viernes, sábado y domingo de 9 a 20:00 horas.Ramos Millán 5, Centro Teléfono: 01
(597) 982 4126.
Casa de Cultura Cuauhquiyahuacatzintli. 20 de Noviembre y Jaime Nunó. Teléfono: 01 (597) 982 4128.
Hacienda San Andrés www.sanandreshacienda.com (previa reservación).
Hotel Campestre Ayapango Av. Nacional esq Camino Real s/n. Se encuentra en Buscadores
“Fue una de las risueñas tierras de transición entre los rumbos fríos del Valle de México y los cálidos
del Valle de Cuautla donde Sor Juana Inés de la Cruz nació hace más de tres y medio siglos”.
Además de ser un pueblo cargado de historia, Tepetlixpa es uno de los poblados con más ofertas
gastronómicas para degustar. A pie de carretera hay innumerables restaurantes, grandes y pequeños
con cecina, longaniza, quesadillas, tlacoyos, tamales, pancita, sopa de médula, y para completar, hay
también nata y pan dulce de variadas clases que puede acompañarse con ella, aunque lo clásico son los
cocoles.
Por su parte, los lugares para visitar dentro del pueblo se encuentran dispersos en toda la zona centro.
La Parroquia de San Esteban Protomártir, en lo alto del cerro, es particularmente bella, con su retablo
barroco y sus espacios al aire libre que ofrecen una vista espectacular del Popocatépetl. A una cuadra
se encuentra la Casa de Cultura Rosario de la Peña, un edificio del siglo XIX que lleva el nombre a la
poetisa y amiga de famosos poetas Manuel Acuña, Ignacio Ramírez y José Martí, entre otros.
El colorido Santuario del Dulce Nombre de Jesús, cerca de la Plaza Cívica, es otro recinto que sorprende
por la belleza de sus interiores; desde 1830 comenzó a construirse y el Cristo crucificado que aloja se
ha convertido en el santo patrono de Tepetlixpa, dando lugar a una festividad, a finales de enero,
ampliamente conocida en toda la región. Ya caminando por ahí, hay que hacer un descanso en el café-
pizzería El Convento, un lugar muy querido por los locales.
El otro polo de atracción turística en este municipio es San Miguel Nepantla, 7 km al sur. Ya con un
clima más cálido, es notable el cambio de paisaje, más cercano a los que se miran en los valles de
Morelos, donde abundan brillantes bugambilias.
De suyo, el pueblo es muy bonito, pequeño y pintoresco. Pero, además, alberga el Centro de Cultura
Sor Juana Inés de la Cruz, un complejo del Instituto Mexiquense de Cultura que cuenta con museo, foro
al aire libre, biblioteca, talleres, salas para música, danza y conferencias y unos jardines de ensueño,
dignos de la autora del Primero Sueño, que rinden tributo al lugar que la vio nacer.
Casi enfrente de este centro cultural, también podemos visitar El Museo de Serpientes Vivas El Teutle.
Uno de los pocos herpetarios que hay en nuestro país fuera de los zoológicos. Cuenta con unos 70
reptiles, la mayoría serpientes de origen mexicano. Su especialidad son las víboras de cascabel:
diamantadas, neotropicales y serranas o de cola negra, aunque también cuentan con ejemplares de
serpientes constrictoras, lagartos, escorpiones, tarántulas, Mazacuata, Coralillo, Boa, Monitor de
Savannah y Cincuate.
Pizzería La Capilla, Av. Sor Juana Inés de La Cruz 53, Granera, Tepetlixpa, Méx.
Horario de cierre: 22:30. Teléfono: 597 975 0106
Restaurante Español
Restaurante Tepozán
Tlalmanalco
Este municipio, el segundo más poblado de la región (sólo después de Amecameca) guarda un legado histórico
muy importante, que se refleja en múltiples monumentos y vestigios arqueológicos, algunos, incluso, exhibidos
en los principales museos de nuestro país. Además, el 65% de su territorio son bosques, y en el pueblo de San
Rafael se encuentran las edificaciones de la antigua papelera, que fuera una de las 2 más importantes del país
en el siglo XX; así que se trata de un destino turístico obligado.
Para caminar en la cabecera, considerada Pueblo con encanto, se pueden visitar monumentos emblemáticos
como el Convento y la Capilla Abierta -de excepcional belleza- un tesoro de la arquitectura colonial y la más
famosa del Estado de México, construida entre 1536-1560. Justo enfrente, la Plaza de Armas con su
kiosco, portales y el edifico municipal (el Ex-Hospital betlemita), que alberga al Museo Nonoalca, hacen de este
paseo una placentera experiencia.
Tlalmanalco cuenta con una importante tradición de danzas ceremoniales y religiosas: Danza Azteca y de
Concheros, Chinelos y los Doce Pares de Francia, son característicos de las fiestas patronales. El otro polo
turístico de gran relevancia, como ya mencionamos, es San Rafael, con su entrada de casitas con techos de dos
aguas que anuncian la arquitectura de los edificios que se fueron anexando a la fábrica de San Rafael mientras
estuvo en su apogeo: la tienda grande, el casino, el cine, la escuela, los edificios de administrativos y, en
general, todo el complejo arquitectónico al que se suma la vía del tren.
San Rafael también es un pueblo cargado de historia; a lo largo de un siglo pasó por múltiples procesos, desde
una economía emergente, a mediados del siglo XIX, que vio su mejor momento en la primera mitad del XX, por
su capacidad productiva y el estado de bienestar social del que llegaron a gozar los trabajadores de la papelera,
hasta los difíciles procesos sociales y económicos que ha tenido que sobrellevar desde la década de los 90,
cuando la fábrica cerró. Sin embargo, han sabido reinventarse y un aspecto notable es la efervescencia de la
actividad cultural que se respira, tanto ahí como en Tlalmanalco, donde abundan artistas y promotores
culturales, así como ambientales, impulsando las grandes vocaciones de sus comunidades.
Ex casino en San Rafael El Faro Interior de la fábrica
Y en ese sentido, Tlalmanalco se pinta solo para disfrutar de la naturaleza. Hay opciones para todos los gustos y
posibilidades, en el silencio de la naturaleza silvestre para hacer campismo, ciclismo de montaña o, incluso,
ascensión a la cumbre del Iztacíhuatl, o bien, parques de diversiones con naturaleza, para quienes gustan de más
servicios. En el primer caso, el parque ecoturístico Dos Aguas es un Santuario magnífico para hacer senderismo,
rapel, escalada, montañismo, camping, tirolesa, educación ambiental y deportes recreativos, como reza en su
definición: “todo en un marco de belleza escénica incomparable. Relatos fantásticos y leyendas entrañables
forman parte de la historia natural de este parque, el cual es un ser vivo que ofrece aventura, paz, relajación,
emoción y mucha, pero ¡mucha diversión!!!” Cuenta con servicios de Aventura extrema, Área infantil, visitas
guiadas, restaurante, una granja de animales acariciables, área de palapas con asadores, cancha de básquetbol,
voleibol playero y zona de campamento.
En el otro sentido, lugares como el Rancho La Mesa ofrecen diversiones menos extremas pero igualmente
divertidas, con un pequeño zoológico de animales de granja, gotcha, tiro al arco, paseos a caballo, hotel y
restaurante, entre otros atractivos.
Y de la gastronomía ¡qué decir!: Mixiotes de pollo y carnero, tlacoyos, cecina de Yecapixtla, mole y pipianes,
tamales de capulín y elote, mole de guajolote, chiles en nogada, puerco en chile mulato, guisados y sopas de
hongos silvestres en temporada, en fin, cada comunidad tiene su especialidad, pero a lo largo y ancho de este
municipio y de la región en general, siempre habrá una delicia para probar.
Como en casi todos los municipios de esta región, Ozumba de Alzate, la cabecera, también es Pueblo con
Encanto, y no es para menos. A la milenaria tradición de Atzompan, como se le nombraba en tiempos antiguos,
se añade, en la última década, un esfuerzo local por restaurar y embellecer el centro histórico y alrededores.
Esta población es la tercera más grande después de Amecameca y Tlalmanalco.
Quien visite Ozumba tiene la oportunidad de ir tanto a la cabecera como a Chimalhuacán, precioso poblado
con quintas floridas con huertos y bellos jardines. En la parroquia de San Vicente Ferrer fue bautizada Juana de
Asbaje, se trata de una sobria construcción del siglo XVI realizada por los frailes dominicos. Sin duda, los
jardines, cascadas y cuevas de Chimalhuacán son sus principales atractivos turísticos.
Pero volviendo a la cabecera, además del zócalo y los monumentos como el exconvento y parroquia de la
Purísima Concepción o la Capilla San Francisco de Asís, Ozumba tiene el tianguis tradicional más grande de toda
la región y, probablemente, de todo el Estado de México. Cada martes y viernes (en menor medida), desde
muy temprana hora, es un agasajo adentrarse entre la infinidad de puestos con todo tipo de semillas,
hortalizas, frutas, legumbres, chiles, hierbas medicinales y aromáticas, flores, barro, cestería, pan, animalitos
de corral… lo imaginable y lo sorprendente. Este maravilloso tianguis, al que llegan pequeños productores de
todas partes de la región, incluso de Morelos, surte muchos mercados y restaurantes de la ciudad de México y
los productos suelen ser de un precio muy accesible. Este enorme tianguis “está lleno de historias y de
cultura, con sus montoncitos de frutas y verduras por el suelo, es uno de los más antiguos y grandes
de México” (Janet Ochoa, México Desconocido, 21/06/2019). Por si fuera poco, la oferta para deleitarnos el gusto
es más que abundante, vale la pena llegar a desayunar y con mucha hambre, pues habrá para todos los
paladares, desde un atolito de masa con cocol y nata, hasta un delicioso consomé de borrego acompañado de
taquitos de barbacoa y un buen pulque. ¡El tianguis es una fiesta de colores, olores y sabores!
En cuanto a celebraciones, los ozumbenses se pintan solos para la fiesta: las de de mayor participación en todo
el municipio son Año Nuevo, Día de la Candelaria, Miércoles de Ceniza, Semana Santa, San Francisco, la Asunción
de la Virgen María, Día de Muertos, La Purísima Concepción, La Virgen de Guadalupe, las posadas, Noche buena
y Navidad. Pero cada barrio y cada pueblo tiene sus propias fiestas patronales, así que a lo largo del año es común
encontrar manifestaciones de la cultura local que combinan las devociones religiosas con el entretenimiento y
la diversión. En las fiestas patronales destacan la danza de Los Concheros, de Los Moros y Cristianos y la de Las
Marotas.
Finalmente, no hay que olvidar la visita a los cascos de las haciendas Atempa y Actopan en Tecalco, si bien son
ya ruinas, siempre evocan con aire nostálgico de un pasado lleno de esplendor, como el que caracterizó a esta
región de ricas haciendas.
Xochitépetl, Cerro de las flores, o Cerro florido, es un pueblo fundado hacia 1321, que cuenta con categoría de
Pueblo con Encanto. Si bien su historia es nutrida desde su fundación, mucho se ha documentado sobre su papel
durante la Revolución Mexicana, pues tuvo un papel relevante y de ahí salieron generales, capitanes y soldados
zapatistas de renombre.
El centro histórico es muy hermoso, se le han hecho restauraciones en los últimos años para rescatar y resaltar
la belleza de sus históricas edificaciones, y con el arreglo de las calles, caminar por toda la zona centro se vuelve
un recorrido de aire provincial y pintoresco.
Tanto Juchitepec como Cuijingo, su única delegación, casi tan grande como la cabecera, están conformadas por
una población muy industriosa, dedicada a la producción primaria, ganadería y comercio, principalmente.
Cuijingo, por ejemplo, es el segundo productor a nivel nacional de manzanilla, producto que exporta, mientras
surte también de hoja de tamal a muchos mercados de la ciudad de México y de toda esta región.
Pero así como son de trabajadores, también son de buenos para la fiesta y el jolgorio, en ambas comunidades la
explosión de color y creatividad en cada una de sus festividades -sobre todo las patronales- se manifiesta en las
representaciones con retablos de semillas, una sofisticada y muy vistosa pirotecnia, de los carnavales más
coloridos en la región, comparsas de chinelos y otras danzas, como las originarias de Moros y Cristianos o las
danzas azteca y de concheros, impulsadas desde mediados de siglo XX y que arraigaron rápidamente.
Una tradición que se ha visto varias comunidades de la Región de los Volcanes, incluso del otro lado, en
Huamantla, Tlaxcala, es la de los tapetes de aserrín coloreado para engalanar la procesión de las imágenes
sagradas en su festividad. En Juchitepec y Amecameca es notable esta tradición. Incluso hay competencias para
disputarse los mejores diseños, pues, además de agradar al santo patrono, también da prestigio a las familias
que destacan, incluso se vuelve un servicio que se contrata. En una tierra tan pródiga y dedicada a la agricultura,
se dice que en la antigüedad, los tapetes se hacían con semillas y flores, lo cuál no sería descabellado, y deben
haber tenido una belleza sin igual: Finalmente esa misma semilla se ponía en caminos de tierra y podía reusarse
para sembrar…
Y si de comer se trata, Juchitepec y Cuijingo también tienen con qué agasajar al visitante: mole, barbacoa, ixiote
de pollo o becerro y menudo, carnitas, esquites, tamales de queso, rajas, elote y tlacoyos de haba. Es también
sobresaliente la elaboración de platillos con hongos, desde el caldo de jolote simple o con pollo criollo y su
epazote, chile macho, con carne de puerco y hongo, chile verde con escobetas, zuchirillos con carne de cerdo,
pollo con milpa en salsa verde, las quesadillas de chinanacas con tlales, que también se comen en tacos,
acompañados con un jarro de sabroso tecuí; elaborada a base de alcohol puro y agua, que se elabora mediante
la evaporación, que contiene fruta del tiempo sin que falte caña, piña o guayaba, pasa, canela, azúcar, es
adicional colocarle tamarindo, ciruela pasa, perón, plátano, manzana y tejocote. Por supuesto, no debe faltar la
rica panadería, pulques y curados… En fin, para todos los gustos y paladares.
Y para quien quiera hacer un día de campo, el Parque Los Jagüeyes tiene lo necesario: cabañas y juegos
recreativos para un día de asado y descanso, o el centro llamado Volcán Cuatépetl, donde se puede hacer
actividades de campismo, bicicleta de montaña y caminatas sobre su sendero.
A Juchitepec se puede ir un fin de semana completo o sólo de entrada por salida, hay algunos servicios de
hospedaje y diferentes lugares para comer.
La Familia García lleva desde 1912 Producción de maíz en Cuixinco Producción de mercadela en
Celebrando a la Santa Cruz. (lugar de cuixin-gavilanes) Cuijingo
(Imagen del Periódico Amaqueme)
Hablamos del centro financiero de esta región. Amecameca es una pequeña ciudad, pero es la más poblada de
esta zona, sólo menor a Chalco, que consideramos en otra categoría, pues ya está integrada al cinturón
metropolitano del Valle de México. Amecameca, a pesar de ser ya un centro urbano en sus primeros cuadros,
sigue manteniendo muchos encantos derivados de sus prácticas rurales y su cultura milenaria.
Es la cabecera que ofrece más diversidad de servicios para el turista y el visitante; incluso, puede ser punto de
partida para pernoctar y desde aquí pasear por los municipios aledaños y sus comunidades.
La primera parada obligada es subir al Santuario en el Sacromonte, con su vista panorámica, su cuevita, la capilla,
y el enigmático Cristo negro en reposo de sólo 4 kg de peso, que se guarda ahí desde el Siglo XVI, como símbolo
reconvertido del antiguo culto al Señor Tezcatlipoca (negro), el del Espejo humeante. Un poco más arriba, la
capilla de Gualupita (ahora casi en ruinas por el sismo de 2017) nos recuerda la veneración del
Chalchiuhmomozco, los altares del agua, que desde ahí se rendían a los grandes colosos Popocatépetl e
Iztacíhuatl.
Calzada de Sta Elena, Sacromonte. Cristo Negro en la capilla Fachada del Santuario
La Parroquia de la Asunción, en la plaza principal, guarda una sobria belleza. Fue terminada a finales del Siglo
XVII, después de 130 años de construcción. En el patio del exconvento puede apreciarse la estética de transición
entre la cosmovisión amaqueme y la hispana, tanto en el tallado en piedra de las columnas, como en la
mampostería que todavía se alcanza a apreciar.
Así se miran las luciérnagas en los diferentes santuarios que ofrecen visitas guiadas.
En menor medida, el Parque Teporingos y el Santuario de Chalma ofrecen servicios similares, es cuestión de
recorrerlos uno a uno para disfrutar de los diferentes paisajes y ofertas en cada caso. Cabe resaltar que los 3
tienen en común una visión de Turismo Justo, Sostenible y Responsable, así que vale la pena apoyar su esfuerzo
permacultural, ¡y no nos costará ningún trabajo! Pues hay mucho para disfrutar.
Otro centro ecoturístico similar, de hecho el más antiguo de la región, es el Centro Comunitario Apatlaco. Si bien
ya no se encuentra dentro del municipio de Amecameca, sino a mucho mayor altura (dentro del Parque Nacional
Izta-Popo), desde el Estado de México se accede por una estrecha carretera que inicia en la salida sur de la
cabecera municipal y sube a Tlamacaxco, nombre original del paraje hoy conocido como Paso de Cortés (desde
el Estado de Puebla también hay camino para acceder). Por cierto, en el camino no dejen de pararse en algún
“Puerto Tlacoyo”, pequeñas cabañas que ofrecen ¡un almuerzo de altura!, tlacoyos, gorditas y quesadillas con
hongo silvestre en temporada y otros suculentos guisaditos en maíz de primera, pero primera calidad. Recién
hechos, calientitos, suaves y esponjados… mmmh…. Pura producción local de los habitantes del pequeño pueblo
de San Pedro Nexapa.
En el caso de la Hacienda Panoaya, ésta se ubica dentro de la zona urbana, es más bien un parque de diversiones,
aunque tiene la virtud particular de contar con el casco de hacienda donde Juana Inés Ramírez de Santillana, Sor
Juana, vivió su infancia y primera juventud; el inmueble está convertido en un museo de sitio que bien vale la
pena visitar.
Cascada de Apatlaco Vista invernal en Apatlaco Casco de la Hacienda Panoaya
Otros lugares encantadores para visitar en este municipio son los pueblitos de Zoyatzingo y Santiago Cuauhtenco;
con su aire provinciano suspendido en el tiempo, ofrecen un ambiente ideal para relajarse. En el caso de
Zoyatzingo hay muchos pequeños restaurantes a pie de carretera y otros localitos para comprar miel, frutas en
almíbar y frutos de temporada. Y entre Chalma y Cuauhtenco también hay restaurantes y el Rancho Del Valle,
con unas lindas cabañas para pasar la noche. Mención aparte merecen los centros de retiro espiritual como IZTAC
Centro Multidiversidad y Agua Viva, y el Temazcal Corazón de Colibrí.
Finalmente, en Amecameca, Primer Viento de la Danza, es un espectáculo ver la cantidad de danzantes y
artesanos venidos de toda la zona centro del país, que se congregan en la semana de carnaval y el Miércoles de
Ceniza, la fiesta mayor de esta cabecera, así como la procesión del Cristo Negro ese mismo día y el sábado de
Pascua sobre calles engalanadas con tapetes de coloridos tapetes de aserrín.
En fin, Amecameca concentra una gran cantidad de posibilidades para el visitante. Su gastronomía es rica y
variada, encontrándose los mejores lugares no en el primer cuadro, sino en el segundo círculo alrededor del
centro, sobre la calle Rosario, Relox, Reforma, Cuauhtémoc, Hidalgo y Fray Martín de Valencia. De cualquier
manera, la visita al mercado también es obligada, y por cantidad y variedad no hay limitantes. Aquí ponemos
solamente algunos de los múltiples lugares para comer que vale la pena visitar, así como ofertas de hospedaje.
Centros recreativos:
Parque Ecoturístico Chalma Tetlalcolulco (cuenta con servicio de alimentos y área de campamento).
Otros hoteles
Bistro. Cocina de inspiración. Plaza Del’Art, Hidalgo 37. Tel. 597 978 5071
El Rosarito Mercadito con diferentes ofertas. Rosario 14, Centro. Tel. 597 115 0331
El Itacate Fonda y a la carta. Soledad 15, esq. con Ocampo, Barrio San Juan. Tel 597 978 1774
La Estación Restaurante Café Peña. Nuevo México 60, Barrio Panohaya. Tel 597 978 0586
www.laestacionamecameca.com
Tiburón Silva Mariscos. Nuevo México 50, entre Victoria e Insurgentes. Barrio Panohaya.
Tradicionales Tlacoyeras en varios puntos cerca del centro: Independencia esq. con Rosario; Reforma
esq. con San Francisco; Rosario entre Relox y Ocampo; San Francisco casi esq. con Insurgentes, Nvo.
México casi esq. con Victoria y muchos más.