FACULTAD DE DERECHO Y CIENCIAS SOCIALES Y POLÍTICAS.
MATERIA: DERECHO PENAL, PARTE GENERAL. CÁTEDRA “B” COMISIÓN: B 9 PROFESOR: DR. ISIDORO SASSÓN. ADSCRIPTO: MG. MARIANO DA VILA. COLABORACIÓN: AGUSTINA DRAGELL. ALUMNO/A:
Tema: Ámbito temporal de validez de la ley penal.
Actividades: Analice los casos y responda las preguntas que se formulan. 1. “El caso premonitorio”. “La hostería del sur” (Sancinetti, Marcelo A., Casos de Derecho Penal, Parte General, T.1, 3º ed. reelaborada y ampliada, Hammurabi, Buenos Aires, 2005, p. 150 y sgtes.). Durante los años 80, en la cátedra a cargo del autor de esta obra en la Universidad de Buenos Aires, se discutió un caso que había sido elaborado como “caso del futuro”, en la segunda edición de este libro. Se hallaba allí, en 1986, de una ley que se sancionaría en 1987 (¡Ley 42.000!) en pos de la Imprescriptibilidad de los Crímenes de Guerra y de los Crímenes de Lesa Humanidad, a propuestas de la Asociación Madres de Plaza de Mayo. Se trataba por entonces de un caso hipotético, destinado a discutir la posibilidad de modificar retroactivamente las reglas atinentes al plazo de la prescripción –a punto que, para ciertos delitos, la prescripción de la acción decaía como tal (déjese ahora de lado la cuestión de que para la visión del Derecho Penal Internacional, por vía del llamado ius cogens, esa fuera la regla pretendidamente vigente ya con antelación al hecho). Al poco tiempo fueron sancionadas en la Argentina, en circunstancias muy oscuras, las así llamadas leyes de “Punto Final” (ley 23.492 [B.O.29/12/1986], esp. Art. 1) y de “Obediencia Debida”, (ley 23.521 [B.O. 9/6/1987], esp. Art. 1), a las que el autor de este libro dedicó más de una publicación, demostrando que eran leyes que violaban la Constitución Nacional y que lo eran también conforme a la jurisprudencia que la Corte Suprema de la Nación había formulado en tiempos en que convalidó la ley 23.040 (B.O. 19/12/1983), que había anulado, por ser “insanablemente nula”, la ley 22.924 del gobierno militar (la llamada Ley de Autoamnistía) y las sentencias absolutorias fundadas en ésta; uno de los argumentos capitales de la Corte de entonces giraba en torno a la inamnistiabilidad de los hechos cometidos como ejercicio de la “suma del poder público” (art. 29, Const. Nacional), lo que presuponía que tal “anulación” podría volver a ocurrir después, en mi concepto, respecto de las leyes de impunidad del gobierno del Alfonsín. De aquí derivó que, para las clases universitarias, el autor ideara otro “caso del futuro” – visto por él en su inicio prácticamente como irónico-, que, sin embargo, devino en premonitorio, porque las leyes mencionadas fueron “declaradas insanablemente nulas” años más tarde, por el art. 1 de la ley 25.779 (B.O. 3/9/2003) A efectos de recordar y documentar tal “premonición”, se incluye aquí la situación de hecho del caso que discutíamos como “imaginario” a mediados de los años ’90, con estudiantes de la Universidad de Buenos Aires y de la Universidad Torcuato Di Tella, para pasar después a la transcripción de una sentencia judicial atinente a la materia y su anotación. Además de la cuestión de fondo de la alteración retroactiva del plazo de la prescripción y de la “anulación” de leyes por parte del Congreso Nacional, el caso que sigue es útil, asimismo, para preguntarse sobre problemas de Legitimación del castigo estatal. Por lo demás, no es preciso que el estudiante agote todos los problemas implicados en el caso, sería alentador, con todo, que pudiera identificarlos. Seguidamente se transcribe el caso “La hostería del Sur: la Ley 50.000”, tal como fue ideado en esa segunda versión: La hostería del sur: la Ley 50.000. El General Malaparte resulta imputado en 1984, por haber cometido graves violaciones a los derechos humanos durante los años de la dictadura militar. Entre otros hechos, sería responsable, concretamente, de diversos homicidios calificados, torturas, violaciones, secuestros y robos, ocurridos entre abril de 1976 y mayo de 1977. El mismo día en que había prestado “declaración indagatoria”, el 15/8/1984, logra huir del instituto donde se hallaba detenido durante el trámite de la causa penal y se refugia en una localidad montañosa del sur argentino. Allí vive pacíficamente con su familia en una modesta cabaña, ocupándose del cuidado y atención de una hostería. Al día siguiente de su fuga, se había librado “orden de captura” contra él, más no había sido hallado. Ha cambiado su aspecto exterior y no es fácilmente reconocible. Su mujer y su único hijo ayudan en la atención de la hostería, por la que el grupo familiar recibe una retribución suficiente para el sustento. Malaparte destina buena parte de sus ingresos a emitir giros anónimos en favor de instituciones defensoras de derechos humanos, como modo de reparar la carga que siente por aquellos hechos horrorosos. Al poco tiempo, su hijo se suicida. Ninguno de sus colegas militares, ni sus amigos civiles, saben acerca de su paradero actual, sólo su esposa. Su búsqueda resulta infructuosa. En la causa penal que se seguí contra él no se ha realizado ningún trámite desde la orden de captura. Tras las elecciones de 1999, ganadas por la coalición denominada “Frente Grande”, el poder ejecutivo manda un proyecto al Congreso Nacional, aprobado como Ley Nº 50.000, con apretada mayoría, que establece la imprescriptibilidad de las acciones emergentes de los crímenes de guerra y de lesa humanidad, califica especialmente de crímenes de lesa humanidad a los cometidos durante la dictadura militar con la finalidad alegada de combatir facciones subversivas, y declara insanablemente nulas la leyes de punto final y obediencia debida sancionadas durante el gobierno del expresidente Alfonsín y los decretos de indulto dictados por el expresidente Menem; también anula los autos de sobreseimiento o sentencias absolutorias que se hubieran fundado en aquellas leyes. Ambos expresidentes, en una declaración conjunta suscripta en Olivos, apoyada en su reconocida solvencia jurídica, manifiestan que la Ley 50.000 afecta derechos adquiridos a la impunidad, ora por vía de aquellas leyes, ora por vía de los decretos de indulto para quienes no habían sido beneficiados por aquellas. La opinión pública está muy dividida. Entretanto, el 1 de enero del año 2000, Malaparte, profundamente apesadumbrado por su pasado, se presenta ante el juez de instrucción a cargo del juzgado en que había tramitado antiguamente su causa –la cual, en razón de su rebeldía, había quedado traspapelada en algún archivo- y solicita que continúe su procedimiento. Malaparte tiene ya 82 años. El defensor oficial, Juan de Estacalle, plantea la inconstitucionalidad de la ley 50.000 y solicita el sobreseimiento en virtud de la ley punto final y, subsidiariamente, por la obediencia debida; en un plano aún más subsidiario, por prescripción de la acción penal”. Como ejercitación, se pregunta: a) ¿tiene razón el defensor oficial? b) ¿Cómo resolvería Ud. la petición? c) Más allá de los aspectos normativos referidos a la validez o invalidez de la ley penal, ¿qué consideraciones de “teoría de la pena” merece el caso? Variante del caso: A las circunstancias del caso base, agregue ahora la existencia de un sobreseimiento anterior en virtud de la llamada Ley de “Obediencia Debida”. 2. Caso: “Casado dos veces” (Sancinetti, Marcelo A., Casos de Derecho Penal, 2º ed., 1ª reimpresión, Hammurabi, Buenos Aires, 1991, p. 17). Claudio y Ángela contraen matrimonio, a pesar de que Claudio estaba ya casado. El matrimonio es declarado nulo civilmente con mala fe de ambos contrayentes, que resultan procesados. Llegado el momento de dictar la sentencia, el juez penal se halla ante la situación de que, después de la comisión del hecho, ha sido sancionado un nuevo Código Penal que, en lo que interesa al caso, contiene estas modificaciones: a) Unifica la pena privativa de libertad, bajo la denominación de pena de “prisión” (deroga así la pena de reclusión); b) Establece, sin embargo, que el encarcelamiento preventivo será computado, en todos los casos, a razón de un día de prisión por cada dos días de encarcelamiento preventivo; c) Reduce el mínimo de la escala penal del art. 134, Cód. Penal, a 6 meses de prisión. Por otra parte, el juez ha decidido aplicar el mínimo de la pena que corresponde para el delito y sucede que los procesados han estado encarcelados preventivamente durante 6 meses. Preguntas: ¿Cómo debe resolver el juez el punto atinente a la aplicación y ejecución de la pena? ¿Es aplicable la ley que regía al momento del hecho o la vigente al tiempo de la sentencia? Normal legales a consultar. Además del artículo citado en el texto, lea los primeros 25 artículos del Código Penal e identifique las normas aplicables.
3. La irretroactividad de la ley penal. Penas que agravan la situación del acusado.
Finalidad de las sanciones penales. (Elbert, Carlos A. – Gullco, Hernán V., Ejercicios de Derecho Penal (y Derecho Procesal Penal), Depalma, Buenos Aires, 1992, p. 159 y sgtes.) Fallo: “Cimac”, Corte Suprema de la Nación, sentencia del 22/6/82, Fallos: 304:892, y “Doctrina Penal”, Nº 21, enero-marzo 1983, ps. 108 y ss. “Buenos Aires, 22 de junio de 1982. Vistos los autos “Cimac S.C.A. c. Estado nacional (A.N.A.), s. nulidad de resolución”. Considerando: 1) Que la sala 4 de la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Contencioso Administrativo Federal, al revocar el procedimiento de la anterior instancia, declaró la inconstitucionalidad del art. 9 de la ley 21.898, mandando pagar a la firma Cimac Sociedad de Comandita por Acciones la suma establecida en el fallo 1359/78 de la Administración Nacional de Aduanas, con más sus intereses y la actualización monetaria prevista en el art. 97 de la ley de materia (t. o. 1982 y sus modificaciones). 2) Que contra esa sentencia la representación fiscal interpuso recurso extraordinario, remedio a través del cual se impugna la decisión del a quo de declarar la inconstitucionalidad del precepto mencionado y acerca de cuya procedencia dictaminó el señor procurador general a f. 85, en términos que esta Corte comparte y da por reproducidos en homenaje a la brevedad. 3) Que como lo tiene decidido reiteradamente este tribunal, la declaración de inconstitucionalidad de las leyes constituye un acto de suma gravedad institucional, de manera que debe ser considerada como última ratio del orden jurídico (“Fallos”, 260-153; 286-76; 294-183; 295-455 y 850; 296-117; 299-393; 300-1087; 301-962; 302- 457, 487 y 1149). 4) Que el art. 9 de la ley 21.898 impugnado, en lo pertinente, dispone: “I. Los importes de las multas por ilícitos aduaneros impuestos por la resolución de primera instancia administrativa o, en caso de tratarse de delito de contrabando o su encubrimiento, por sentencia de primera instancia jurídica, dictada con anterioridad a la fecha de entrada en vigencia la ley 21.281, o la presente ley que, al momento de entrar en vigor esta última, aún no hubieran sido pagados, serán actualizados de acuerdo con la variación del índice de precios al por mayor (nivel general), elaborado por el Instituto Nacional de Estadísticas y Censos o el organismo fiscal que cumpliere sus funciones, desde el mes correspondiente a la fecha en que se cometió el ilícito y, en caso de que ésta no se hubiera precisado, a la de su constatación, hasta el penúltimo mes anterior a aquel en que se efectuare el pago…” . 5) Que en la nota elevada al Poder Ejecutivo acompañando el proyecto de ley, se señala: “Los arts. 9 y 10 prevén los supuestos de ilícitos aduaneros, cometidos con vigencia de ley que aquí se propicia, con dos modalidades: una contempla la de los supuestos en que aún no hubiese recaído decisión. Se procura, en ambos supuestos, mantener la significación que debe tener el régimen punitivo para cumplir su función, al mismo tiempo, desalentar la utilización de los procedimientos o recursos legales que hubieren sido interpuestos al solo efecto de dilatar temporalmente la decisión final especulando con la indirecta atenuación extralegal que en el ínterin la depreciación monetaria produce en el quantum de la pena. Con esa finalidad, se otorga un plazo para que el infractor se allane al pago del importe de la multa en cuestión con más sus accesorios y actualización si corresponde, prevista en las leyes 21.281 y 21.369, beneficiándose, en tal caso, con la inaplicabilidad de la actualización dispuesta por esta ley. Se considera que, de esta manera, por una parte, se va a cumplir con su verdadero imperativo ético al impedir que el infractor se vea beneficiado, en algunos casos, con una cuasi impunidad, como si se tratare de un premio a la dilación procesal por él mismo provocada, y por otra parte, con una eficaz medida de saneamiento administrativo y judicial al eliminarse un significativo número de trámites que entorpecen y recargan innecesariamente la normal gestión de la actividad jurisdiccional. En la redacción de estos supuestos se ha tenido presente de que la actualización de los importes de las multas impuestas cuando aún no regía el sistema, no altera el principio de las cosa juzgada, sino que, por el contrario, la afianza al restablecer el real contenido punitivo tenido en mira por el juzgador, evitando así una verdadera burla a la justicia. En este orden de ideas, se ha tenido también en cuenta que la actualización prevista tampoco altera el principio de la ley más benigna, ya que no se trata en la especie de una agravación de las sanciones en los trámites o procesos en curso, sino de simple mantenimiento de la significación económica prevista por la ley a la fecha de comisión del ilícito, y por los tanto aquel principio no podría ser invocado ni aplicado en orden a las razones que motivan las previsiones de los artículos que se comentan”. 6) Que las leyes deben interpretarse evaluando la totalidad de sus preceptos y los propósitos finales que las informan, de manera que armonicen con el ordenamiento jurídico restante y con los principios y garantías de la Constitución nacional (“fallos”,225-192; 263-63; 267-478; 285-60; 296-22: 297-142; 299-93; 302- 1600) 7) Que la multa aplicada en el caso tiene su origen en la infracción cometida por el actor según surge del informe-denuncia de fs. 1 y demás documentación agregada al sumario administrativo instruido y su aplicación, de acuerdo con reiterada jurisprudencia del tribunal, no posee carácter retributivo del posible daño causado, sino que tiende a prevenir y reprimir la violación de las pertinentes disposiciones legales, por lo que no es dudoso su carácter represivo, que no se altera por la existencia de un interés fiscal accesorio en su percepción. Por eso, el carácter de infracción, no de delito, no obsta a la aplicación de las disposiciones generales del Código Penal (“Fallos”, 287- 79; 288-356; 290-202; 293-670; 297-215). Conforme a lo expuesto, resulta que no es de aplicación al sub lite la jurisprudencia del tribunal que ha admitido el reajuste de los créditos en caso de mora del deudor. 8) Que, al decidir la cuestión, el tribunal a quo hizo mérito de la doctrina de “Fallos”, 287-76, según –reconocido el carácter punitorio de las multas aduaneras- la incidencia a su respecto, de leyes que implican empeorar las condiciones de los infractores, transgrede el principio constitucional de retroactividad de la ley penal en cuyo concepto incluye al régimen de actualización monetaria contenido en la ley 21.898. 9) Que tal interpretación reconoce como sustento reiterada jurisprudencia de la Corte Suprema que ha declarado que el objeto del art. 18 de la Constitución nacional ha sido precisamente la de proscribir en esta materia las leyes ex post facto. 10) Que también por el art. 18 de la Constitución nacional la de que ningún habitante de la Nación pueda ser penado sin juicio previo fundado en ley anterior al hecho del proceso (“Fallos”, 136-200; 237-636; 275-89; 298-717). De allí nace la necesidad de que haya una ley que mande o prohíba una cosa, para que una persona pueda incurrir en falta por haber obrado u omitido obrar un determinado sentido y que además se determinen las penas a aplicar. 11) Que, a la luz de la doctrina reseñada, el art. 9 de la ley 21.898 aparece, en el caso, objetable desde el punto de vista constitucional. En efecto, sus disposiciones – a las que corresponde incluir dentro del concepto de ley penal- al disponer la actualización monetaria de los importes de las multas impuestas por ilícitos aduaneros, modificaron el régimen de penalidades, incorporando el mencionado reajuste que no se encontraba completado por las normas vigentes a la fecha de la comisión de la infracción y conforme al cual fue juzgado y condenado al accionante; sin que pueda entenderse configurado, por los demás, un supuesto de retroactividad benigna de la nueva ley, considerando tan justo por reiterada jurisprudencia de esta Corte como la regla general de la retroactividad de la cual forma excepción. 12) Que la conclusión precedente, acerca del carácter penal de las disposiciones controvertidas, encuentra sustento además en los propios términos del mensaje de elevación del proyecto de ley, transcrito en el considerando 5, que demuestran la estricta finalidad punitiva que inspiró la instauración del régimen impugnado. 13) Que, en tales condiciones, corresponde declarar la inconstitucionalidad –en su aplicación al caso de autos- del art. 9 de la ley 21.898, en cuanto manda actualizar el importe de las multas por ilícitos aduaneros impuestas por resolución de primera instancia administrativa, dictada con anterioridad a la vigencia de sus disposiciones o de la ley 21.898 que, al momento de entrar en vigor aquélla, aún no hubieran sido pagadas. 14) Que con ello va dicho que resulta innecesario el análisis de los agravios del organismo recaudador referidos a la arbitrariedad que se imputa al pronunciamiento recurrido. Por ello, de conformidad a lo dictaminado por el señor procurador general sobre la procedencia del remedio intentado, se confirma la sentencia de fs. 56/58, con costas.- Adolfo R. Gabrielli.- Abelardo F. Rossi.- Elías P. Gustavino.- César Black.- Carlos A. Renom. Preguntas y Notas: 1. ¿Qué establecía el art. 9 de la Ley 21.898, cuya constitucionalidad había sido impugnada? ¿Cuál era el fundamento de esa disposición, conforme lo que expresaba la nota elevada por el Poder Ejecutivo que acompañaba el proyecto de ley? 2. ¿Por qué razón se le había aplicado una multa a la empresa “Cimac”? ¿Cuál era, según la Corte, la naturaleza de esa multa? ¿Por qué no era aplicable al caso la jurisprudencia de este tribunal que había admitido el reajuste de los créditos en caso de mora del deudor? 3. ¿Por qué afirma la Corte que el art. 9 de la Ley 21.898 es contrario al principio constitucional de irretroactividad de la ley penal? ¿Qué establece dicho principio? ¿En qué lugar del art. 18 de la Constitución Nacional está consagrado? 4. Al comentar aprobatoriamente este fallo, Marcelo Sancinetti señaló que no era posible equiparar las multas penales a las obligaciones civiles, pues a diferencia de lo que ocurría con estas últimas, “en un Estado de derecho de corte liberal nadie puede estar verdaderamente “obligado” a cumplir con una pena impuesta, como tampoco lo está declarar contra sí mismo, ni a someterse espontáneamente a la reacción penal, etc. De allí se sigue que, si no está Obligado a cumplir, no puede haber sanción “extra” por no cumplir, pues esta supondría aquella obligación” (Doctrina Penal, número citado, ps. 101/105; en la bastardilla en el original). ¿Cree Ud. que la aplicación de una multa “indexada” agrava la situación del acusado o que constituye una sanción extra para aquel? ¿Cuál es la finalidad de la indexación? 5. En definitiva, ¿Cómo resolvió la Corte Suprema el caso? 6. Si bien la doctrina del caso “Cima” fue ratificada por la Corte Suprema en casos posteriores (ver, en tal sentido, la sentencia de la causa “Cruz Alta S.A.”, del 22/10/87), no todos los jueces de este tribunal coinciden con dicha solución, tal como se observa en el voto en disidencia del juez Petracchi: “Tampoco cabe admitir la impugnación del fallo en cuanto hace lugar a la actualización de la multa impuesta por la Dirección Nacional de Azúcar, pues ella no implica un agravamiento de la situación del infractor, sino el mantenimiento de la incidencia patrimonial de la sanción. Por el contrario, la no actualización de su monto sería violatoria de la igualdad que prescribe el art. 16 de la Constitución, ya que el sacrificio económico impuesto a quienes hubiesen cometido el mismo hecho ilícito en la misma época, variaría en relación con las oscilaciones del valor de la moneda según el tiempo de cumplimiento de la sanción (doctrina de los votos de los doctores Belluscio y Petracchi en la causa “Peyrú, Osvaldo Jorge, s/ apelación”, p. 7, XXI, del 2 de julio de 1987) (causa “Cruz Alta”, cit.). ¿Le parece convincente el argumento del Juez Petracchi? Fundamente su respuesta.