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El medallón de las brujas-

un cuento de Halloween de Paul P.Ehrlich


Se hacía oscuro, cuando Moni y Waldo apresuraban el paso para llegar a la
casa de Zoey, antes de que empezaran los preparativos propios de la noche
previa a Halloween. Waldo conocía mejor las calles y los atajos, así que sin
decir nada, giró bruscamente a la derecha, lo que hizo que Moni se quedara
unos pasos atrás.

- ¡Oye, Waldo, que tal si me esperas!- gritó Moni.


- ¡Llegamos tarde, apúrate!- le contestó Waldo sin mirar atrás.
- Los otros nos van a esperar, siempre lo hacen.
- Sí, pero Halloween no espera, Moni. ¡Dale!
-
Después de cruzar la vía del tren, ya se encontraban en el otro lado del pueblo,
lo que indicaba que faltaba menos para llegar a la casa de Zoey.

- ¡Para, Waldo!- gritó Moni.


- ¿Y ahora qué pasa?- preguntó Waldo, visiblemente molesto.
- Te tengo que decir una cosa.
- ¡Dímelo!
- ¿Tú estás seguro que van a estar todos?
- ¡Claro que estoy seguro! Ayer les avisé yo mismo, y todos me dijeron
que vendrían. Como todos los años. ¿Por qué preguntas?
- Porque esta mañana estuve con Rita, y no estaba muy segura de que ella
y sus hermanas pudieran venir.
- ¿Por qué?- preguntó Waldo, mirándola a Moni de cerca.
- Porque ahora en su casa pusieron unas ventanas especiales que son muy
difíciles de abrir- contestó Moni.
- Rita…siempre Rita- murmuró Waldo- ¿Y la ventana de la cocina? ¿No
pueden salir por la ventana de la cocina?
- Es que como está haciendo un poco más frío, la cierran más temprano-
dijo Moni.
- Este Halloween tienen que estar todos, Moni. Para que esto funcione,
tenemos que estar todos- repitió Waldo con aire de preocupación-
acuérdate de lo que nos dijo la señora esa la última vez: “Este
Halloween, es muy importante que vengan todos. Será un Halloween
especial”, eso dijo.
- Pero….-empezó a decir Moni.
- Pero nada, Moni, vas a ver que van a venir. ¡Ahora apúrate!
La casa de Zoey era grande, de madera, con la fachada cubierta por una
enredadera, que ahora en otoño, había perdido todas las hojas. El ante jardín
estaba precedido por un gran portón de metal forjado que permanecía
siempre cerrado con un candado. Pero eso no era ningún obstáculo para Moni
y Waldo, que se colaron entre los barrotes, se subieron a la higuera que estaba
frente a la casa, y llegaron a la ventana del segundo piso. Era una de las
ventajas de ser gatos.

La ventana estaba como siempre entreabierta, y ambos saltaron dentro de la


habitación donde se encontraron con Zoey, y otros tres gatos repartidos entre
la cama y unos sillones con la tapicería visiblemente dañada a causa de las
uñas de los gatos.

- ¿Dónde están Rita y sus hermanas?- preguntó Zoey.


- Creo que no vienen- le contestó Moni.
- ¡No digas eso, Moni, todavía no sabemos!- le reclamó Waldo.
- Bueno- dijo Moni dirigiéndose a Zoey- es que esta mañana….

En ese momento, Moni fue interrumpida por la llegada de tres gatas siamesas
que entraron por la ventana. Rita y sus hermanas tenían una gracia particular,
propia de las de su raza. A Moni no le molestaba que fueran un poco
engreídas, después de todo ella era una gatita “cálico”, que no son muy
comunes.

- Son un poco engreídas ¿No?- dijo un gato gris rayado que estaba en uno
de los sillones, a otro blanco y negro sentado a su lado.
- Una vez que las conoces, son bastante simpáticas- le contesto el bicolor.
- Sí, pero….

Waldo saltó al medio de la habitación, se rascó una oreja, y dijo: “Les voy a
decir porqué la noche de Halloween de mañana es tan importante” Eso
capturó la atención de los gatos.

- ¿Quién lo nombró jefe a Waldo ¿Eh?- susurró el gato gris en la oreja del
blanco y negro.
- ¡Shhh, que no te oiga- dijo entre dientes el bicolor- los gatos rayados
amarillos son muy quisquillosos.
- ¡Desde cuando tener rayas te da el derecho de ser jefe!- reclamó el gato
gris,
- Sí, pero Waldo es Waldo, además, tú estás gordo….
- ¡Oye, yo no estoy gordo, estoy con un poco de sobrepeso….!

Waldo, que había escuchado el intercambio, los miró de reojo, y continuó: “Los
cité todos aquí, porque anoche, me visitó Antira, y me contó algo muy grave,
algo que sucederá mañana a la noche, la noche de Halloween. Hace algunos
días, el brujo Galdor, realizó un hechizo sobre un humano viejo que vive en las
cuevas y que visita a las brujas para pedirles comida, y lo hizo robar el
medallón de las Cuatro Rosas…”

- ¿ Y eso qué es?- preguntó Moni.


- Ese es el medallón con el que las brujas pueden realizar hechizos
buenos- contestó Waldo-pero debe ser ungido cada Halloween con el
polvo de cuatro rosas que las brujas recogen en la primavera de su
propio jardín.
- No entiendo nada- le susurró el gato gris al gato blanco y negro.
- Tú nunca entiendes nada, Tomy- le contestó el gato bicolor. Cállate y
escucha.

Waldo volvió a mirar a los dos gatos con cara de enojo, y prosiguió:

“El medallón tiene que ser recuperado antes de la media noche de Halloween,
eso es mañana a la noche. Galdor tiene escondido el medallón en una de las
viejas casas al lado de la mina, y todo lo que tiene que hacer es mantenerlo
escondido hasta después de Halloween. Después de eso, el medallón podrá ser
usado para el mal… Antira nos ha pedido nuestra ayuda, y nosotros somos los
nueve de Antira”. Waldo hizo referencia a los nueve gatos que siempre servían
a la bruja principal.

- ¡Pero ella es una bruja!- exclamó Zoey, abriendo sus brillantes ojos
azules enmarcados por su pelaje blanco- Si ella no puede…!
- Pero las brujas sólo pueden hacer magia si tienen el medallón, Zoey-
le respondió Waldo.
- ¿Y nosotros acaso podemos hacer magia?- preguntó el gato gris.
- Claro que no, pero para esto no vamos a necesitar magia- continuó
Waldo- vamos a necesitar a Tito.
- ¡¿A Tito?!- exclamaron todos los gatos al unísono.
- Sí, a Tito- dijo Waldo con autoridad.
- ¡Pero Tito es un ratón!- exclamó el gato gris.
- ¿Puedo decir algo?-dijo una voz que salió de lo alto de un viejo librero.

La voz era la de un gran gato negro que tenía la habilidad de hablar y lamerse
una pata al mismo tiempo. Todos lo conocían como Mishi, pero él odiaba el
nombre que le habían puesto los humanos, y se hacía llamar Zak.

- ¿Desde cuándo estás allá arriba?- le preguntó Waldo.


- Desde ayer, desde hace un rato, toda la vida ¿Qué importancia tiene?-
dijo el gato Zak con aire de suficiencia.
- No te habíamos visto- dijeron las hermanas siamesas al unísono.

Zak saltó de la repisa a una mesita, presumiendo de agilidad al no tocar ni con


su cola una lámpara que la adornaba , y de allí pasó al centro de la habitación
para sentarse al lado de Waldo.

- Pensé que ya no venías- le dijo Waldo.


- ¿No venir? No me perdería una reunión como esta…¡Están las gatitas
más lindas del pueblo!- dijo Zak dando un vistazo a su alrededor-
Además, somos “los nueve” ¿O no?
- Así es- le dijo Waldo- ¿Escuchaste lo que dije?
- Lo escuché todo- dijo con suficiencia el gato llamado Mishi que se hacía
llamar Zak - y tienes razón. Tito es esencial para esto. Es más, creo que
también hay que pedirle ayuda a Misty.
- ¡A Misty!- exclamó el gato blanco y negro- ¡Es una perra, una Chitz-zu!
- No es una Chitz-zu pura- aclaró Zak- es mestiza, como todos nosotros,
bueno, como casi todos- y miró de reojo a Rita y a sus hermanas-
Sabemos que el mago Galdor siempre está acompañado por mastines, y
Misty tiene , digamos, “mucha Influencia” sobre los perros.
- Y Tito y sus amigos ratones nos puede ayudar a encontrar el lugar donde
está Galdor- agregó Waldo- ¿Quién lo puede encontrar a Tito?

Un gato blanco con una mancha beige en el lomo , que hasta ese momento
no había dicho nada, dijo: “Yo lo puedo encontrar a Tito, pero como no
confía en los gatos, le tenemos que asegurar que ningún gato va a tratar de
comérselo, y tampoco a sus amigos”

- ¡Yo se lo puedo asegurar!- dijo Waldo, con autoridad- estas dos noches
ningún gato caza ratones, y al que lo haga, ¡Se las tendrá que ver
conmigo!
- ¿Ni siquiera a los que viven del otro lado del arroyo?- preguntó el gato
gris.
- ¡Ninguno!- exclamó Waldo- Y ahora, a trabajar. Zak , tu puedes ir a
encontrar a Misty- y dirigiéndose al gato blanco con la mancha, dijo- Y
tu, Nito, ve a buscar a Tito, y nos volvemos a encontrar todos en la
puerta de la carnicería, mañana a esta misma hora. Espero que para
entonces, Tito y sus amigos hayan encontrado la casa. Todo depende de
eso.

Aunque es de conocimiento público que los gatos no saben de horas, ni de


días, más que ayer, mañana y “el otro día”, los gatos se encontraron
puntualmente a las siete de la tarde en la puerta de la carnicería.

Con ellos estaba Tito, un pequeño ratón gris de cola larga, visiblemente
nervioso en la presencia de tantos gatos, por lo que no se apartaba del lado de
su amigo, el gato blanco con la mancha beige. Misty, la perrita “con algo” de
Shitz-zu, parecía divertida con la presencia de tantos gatos, y no dejaba de
mover la cola.

La ayuda de Tito y sus amigos ratones había funcionado. Escurridizos como


son, los ratones pueden entrar y salir de todas partes si ser vistos, y después de
una intensa búsqueda, habían dado con el escondite del brujo Galdor. La
antigua mansión abandonada de un millonario que había dejado demasiados
descendientes que no se ponían de acuerdo que hacer con ella.

La entrada a la propiedad, estaba protegida por un gran muro, cuyo acceso era
un pórtico con barrotes de hierro. Los gatos hubiesen podido pasar por los
barrotes, pero dos inmensos mastines negros se mantenían alertas para evitar
intrusos, y otros dos se paseaban por el perímetro. Los ratones habían hecho
su trabajo, pero los gatos no lo tenían muy fácil.

- El medallón está en una habitación del piso de arriba- dijo Tito- y está
cuidado por un…
- Me imagino, un mastín- interrumpió Waldo- ¿Y Galdor, lo vieron a
Galdor?
- El brujo está casi siempre en un salón grande en el `piso de abajo donde
hay una chimenea, y una mesa con mucha comida, y está acompañado
por dos mujeres….
- ¡Las magas!- dijo Zak- las brujas que se pasaron al otro lado.
- Somos los nueve gatos- dijo Waldo- podemos hacerlo. Tenemos que
hacerlo.
- Pero tiene que ser rápido- dijo Nito- antes de que el brujo o las magas
nos hagan un hechizo de esos.
- Es verdad- dijo Zak- tenemos que aprovecharnos de que para hacer un
hechizo, necesitan tiempo para leer esas cosas que leen.
- Conjuros, les dicen- aclaró Moni.
- Eso, conjuros- reafirmó Waldo.

El ratón dirigió a los nueve gatos y a la perrita a la vieja mansión. Se


escondieron detrás de unos árboles, a pocos metros del pórtico de donde
podían ver a los dos mastines vigilantes. Había llegado el momento de que
actuara Misty.

La perrita salió de su escondite, y con mucho desparpajo, se acercó a los


barrotes. Enseguida llamó la atención de los perros, encantados con su
presencia. “Hola, chicos- dijo con toda naturalidad- ¿Están muy ocupados?”

Los perros empezaron a empujarse entre ellos para ver quién iba a ser el
afortunado que lograra captar la atención de esa belleza, y no pasó mucho
tiempo para que los otros dos mastines que vigilaban el perímetro del muro,
también se acercaran a competir.

Mientras Misty entretenía a los mastines, los gatos se fueron subiendo uno a
uno al árbol más cercano al muro, y saltando hacia la propiedad, corrieron a
toda velocidad hasta llegar hasta la mansión. La primera parte del plan, estaba
cumplida. Ahora había que entrar.

Los ratones también habían detectado, que como es común en todas las casas
antiguas, hay un recinto donde se descargaban los víveres que allí llegaban, y
el recinto estaba conectado a la cocina de la casa por una puerta. Esa puerta
estaba gastada por el tiempo, y sus maderas fácilmente cederían ante la más
leve presión. Y así fue. Los nueve gatos pasaron sin problema, y enseguida
subieron por la gran escalera de madera hasta el piso de arriba. Y tal como les
había dicho Tito, en la puerta de la habitación, había otro mastín…pero ahora
no tenían a Misty, que seguía entreteniendo a los perros de afuera.

Los gatos se agazaparon en el último peldaño de la escalera sin saber cual sería
el próximo paso del plan. Waldo y Zak se miraron, y fue el gato negro el que
tomó la iniciativa. Subió el último escalón, y con todo desparpajo, se puso a
pocos metros del mastín y se erizó. En cuando el mastín vio al gato, se
abalanzó hacia él, y Zak corrió escalera abajo a toda velocidad perseguido por
el perro. Momento que aprovecharon los otros gatos para correr hacia la
habitación.

La puerta tenía una gran manija de bronce, y fue el gato gris, que
aprovechando que tenía “un poco de sobrepeso”, se colgó de él, y la abrió. ¡Y
ahí estaba el medallón encima de una gran mesa, puesto sobre un almohadón
de terciopelo negro! Waldo rápidamente saltó encima de la mesa, agarró el
medallón con la boca, y dijo:

- ¡Ahadj dj thsg!
- ¡¿Qué!?- gritaron las siamesas.
-
Waldo se sacó el medallón de la boca apoyándolo en el piso, y repitió:

- ¡A la puerta de atrás!

Los ocho gatos bajaron la escalera a toda velocidad, y cuando estaban a punto
de girar hacia la cocina, se encontraron con las dos magas cerrándoles el paso.
Y entonces escucharon la inconfundible voz de Galdor que provenía de la sala:
“Vaya, vaya, si no son los ridículos ayudantes de Antira. Vengan, vengan, los
invito a pasar a mi sala. Debo reconocer que tienen ingenio para haber llegado
hasta aquí”

Los gatos estaban acorralados por las magas, y por el mastín que había
perseguido a Zak, y fueron forzados a entrar en la gran sala. (“¿Yqué habrá
pasado con Zak?” pensó Waldo).

Galdor, de larga melena blanca, vestido con una túnica negra y envuelto en
una capa roja, dio unos pasos, y arrancó el medallón de la boca de Waldo,
limpiándolo con su túnica.

- Ahora que hemos solucionado este pequeño contratiempo- dijo el brujo


con aire de superioridad- veamos que hago con ustedes. Seguro que mis
chicas tienen alguna buena idea.
- ¡Nos los podemos comer!- dijo una de las magas, relamiéndose.
- O se los podemos dar a los chicos- dijo la otra mirando al mastín, que
ahora montaba guardia en la puerta.
- Creo que yo tengo una idea mejor- dijo Galdor, llevándose la mano al
mentón- ¿Qué tal si preparamos un conjuro y los transformamos en…a
ver…¡Ratones! O mejor ¡Murciélagos! O todavía mejor…¡Cucarachas!
- ¡Sí, sí, en cucarachas!- gritaron al unísono las magas.
- ¡Manos a la obra!- gritó el brujo.

Mientras el mastín mantenía acorralados a los gatos, las magas agarraron una
gran marmita con agua, y la pusieron en el fuego de la chimenea. Le fueron
echando todo tipo de cosas que los gatos no podía distinguir. Algunas parecían
hierbas, otras, pedazos de animales secos, y muchos, muchos polvos. Galdor
puso un gran libro sobre la mesa, lo abrió, y empezó a leer de él: “Convoco a
todos los espíritus y seres del mundo oscuro, venid a esta fiesta y traed toda la
fuerza que…”

Los gatos miraban y escuchaban aterrados. Sabían que Antira no podría venir a
rescatarlos.

- Le fallamos a Antira- le susurró Moni a Waldo- no tendrá su medallón


para Halloween.
- Y nosotros seremos cucarachas- completó Waldo- el pobre Zak por lo
menos no tuvo que pasar por esto.
- Nunca te lo dije, Waldo- dijo Moni- pero siempre fuiste mi gato favorito.
- ¿De verdad?- dijo Waldo sorprendido- Yo siempre pensé que te gustaba
el gato del panadero.
- ¡No, ¿Ese engreído?!- dijo Moni- solo habla de que es un gato persa, y
no sé que otras tonterías.
- Me alegro, Moni, pero ¿Cómo será la vida de las cucarachas?
- En mi casa las matan, así que….
- Oye, Moni, quiero que sepas que…- empezó a decirle Waldo a Moni,
cuando….

Una de las magas se apartó de la marmita, y caminó hasta el gato gris, que
estaba paralizado del miedo. La maga se agachó, y agarró al gato por la parte
de atrás del cuello, y dijo: “Este para empezar, no está mal. Está gordito”. El
gato gris reaccionó y empezó a dar pateadas en el aire, pero la maga lo sujetó
con fuerza, dirigiéndose hacia la marmita que ya echaba un humo oscuro y
maloliente.

De improviso, por la puerta del salón que había quedado abierta, empezaron a
entrar cientos, ¡No, miles! de ratones y ratas que corrían y saltaban por todas
partes. Se treparon encima del brujo y de las magas que daban chirridos de
disgusto. Una de ellas se cayó dentro de la marmita, mientras la otra soltó al
gato gris y trataba frenéticamente de sacarse de encima a los roedores que
tenía por todo su cuerpo. Galdor sólo se preocupaba de proteger su cara,
mientras que docenas de ratones le mordían las manos y subían por su
espalda. Por más que el mastín trataba de sacudirse a los ratones dando
tarascones, ellos se le escurrían al tiempo que más y más ratones le daban
mordiscos en las patas.

Los gatos estaban tan desconcertados como Galdor y las magas, hasta que
escucharon la vocecita de Tito: “¡Vamos, Waldo, agarra el medallón y salgamos
de aquí!” Waldo saltó sobre la mesa, agarró el medallón con una garra y se lo
puso en la boca, y gritó “¡VGSSJMASN!”, Y todos entendieron que era
“¡Vámonos!”.

Y los ocho gatos salieron corriendo por el camino que habían hecho para
entrar. Los mastines seguían embobados con Misty, y solo corrieron hacia la
mansión cuando escucharon los aullidos del otro mastín y el grito desaforado
de Galdor: “¡Mi medallón, se llevaron mi medallón!”. Para entonces, los gatos
y Tito ya habían pasado al otro lado del muro.

EPÍLOGO

La noche de Halloween de ese año fue muy especial. No solo pudieron las
brujas renovar su poder para hacer cosas buenas gracias al medallón, si no que
Antira les regaló a sus nueve gatos un hechizo especial: ser los únicos con el
poder de ver el aura de personas y de animales. Sí, a los nueve, porque Zak no
sólo había logrado distraer al mastín de la habitación de arriba, si no que había
sido él quien fue a buscar a Tito para pedirle ayuda.

Otro hecho hizo especial a esa noche de Halloween. Los ratones, y algunas
ratas, fueron invitados a la ceremonia, y ahí mismo, gatos y ratones hicieron un
pacto: Los gatos del pueblo, y sus descendientes, nunca cazarían ni se
comerían a los ratones, y los ratones…bueno, los ratones podían hacer lo que
quisieran.

Ah, una cosa más sucedió esa noche mágica: Como las gatitas “cálico” son casi
siempre estériles ,las brujas le concedieron a Moni la posibilidad de tener
gatitos, cosa que tanto ella como Waldo, agradecieron mucho.
…………….
NOTA DEL AUTOR: Los hechos aquí narrados los escuché de primera mano una
noche de Halloween, muchos años después de que hubiesen sucedido. El gato
que me los contó, es un atigrado amarillo que dice ser descendiente de Waldo.
No sé si todo es exactamente tal y cómo sucedió, ni siquiera si es verdad ( los
gatos son dados a exagera)r, pero algo me llama la atención, este gato, no
caza ratones.

PROHIBIDA SU REPRODUCCIÓN SIN EL CONSENTIMIENTO EXPRESO DEL


AUTOR.

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