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Desde la edad antigua la idea de museo se daba por ciertas características como:
atesorar o guardar reliquias muy valiosas con el fin de demostrar poder, claro
está que en esta época hasta la edad media e inicios de la edad renacentista se
demostró el intento de tener algo público pero no se realizó en su totalidad, ya
que con el paso del tiempo en la edad moderna hasta la contemporánea se logró
establecer una definición clara de museo, la cual permitía dejar lo privado en el
pasado y lo publicó en el presente. De acuerdo a esta innovación el museo se
logró categorizar según la ICOM (consejo internacional de museos) como una
institución de carácter permanente que adquiere, conserva, investiga, comunica
y exhibe para fines de estudio, educación y contemplación conjuntos y
colecciones de valor histórico, artístico, científico y técnico o de cualquier otra
naturaleza cultural.
Con estas ideas frente a la problemática el museo tiene como objetivo seguir
estando presente en la mente de los ciudadanos como referencia artística y
cultural. Las puertas físicas están cerradas, pero la tecnología y sobre todo la
voluntad de seguir construyendo en torno a la cultura siguen intactas. A medio
plazo, hay que ver cómo se va a reorganizar todo el entramado de museos del
mundo, con los préstamos, los proyectos conjuntos y el calendario de
exposiciones; por otro lado a largo plazo Falomir director del museo del prado
no alberga dudas pues el mismo establece que: “El arte nunca ha sido una isla,
sino un refugio, y estamos sometidos a la incertidumbre. Al final, este siempre ha
prevalecido porque es valioso en sí mismo y esa es la percepción que
seguramente esta crisis fortalecerá. En el siglo XXI el arte seguirá siendo el
espejo en el que las sociedades buscarán su reflejo y su identidad; seguramente
debamos reforzar la idea de valores compartidos que superan las fronteras entre
países”.
Uno de los principales retos en estos momentos es, por un lado, planificar
cuándo y cómo se reanudará la programación, y de qué manera se va a producir
esa vuelta a la normalidad que, intuimos, será de forma progresiva. El
confinamiento va a suponer un revulsivo en las prácticas museísticas. Se tendrá
que recapacitar sobre las repercusiones que esta gran crisis está teniendo y va a
tener en el sector. Quizá habrá que plantear las exposiciones de otra manera,
centrar más las cosas en otros aspectos en los que no se ha reparado hasta ahora
y entender la visita del público y su experiencia estética de forma muy distinta.
Probablemente, deberemos afrontar otros modelos museísticos buscando
nuevas sinergias y nuevos canales de colaboración entre las diferentes
instituciones, tal vez la unión de varios museos que realicen una gran exposición
ayudaría a que las personas se integren directamente en estos espacios y así
seguirán viviendo los museos.