A partir de los siglos XVI, XVII y XVIII, los derechos humanos han ido reconociéndose y han sido proclamados a través de un lento proceso histórico en el cual pueden distinguirse, tres grandes fases: las tras generaciones de los derechos humanos. 1. Derechos de primera generación: Los derechos de la libertad 1.1. Aproximación al concepto de derechos de libertad Para catalogar los derechos humanos debemos tomar como base y fundamento los bines por ellos protegidos y el modo de participación de los sujetos en el orden jurídico. Desde esta perspectiva los derechos de libertad pueden establecerse en dos grandes grupos: Derechos civiles, privados o individuales: que intentan proteger la esfera más íntima y personal del hombre en cuanto individuo. Son los derechos individuales en cuanto persona. Derechos políticos son derechos naturales de carácter público, que protegen los derechos del hombre en cuanto ser social. Son los derechos personales del hombre en cuanto a ciudadano. Tanto los derechos civiles como los políticos deben ser considerados como dos subgrupos de los derechos de libertad y han de ser incluidos en la primera generación de derechos humanos que surgen precisamente en el estado liberal del derecho. 1.2. Rasgos o caracteres diferenciales de los derechos de libertad Para identificar y delimitar adecuadamente los derechos de libertad es imprescindible conocer los rasgos y caracteres que nos permiten responder al siguiente interrogante: ¿Qué y cuáles son los derechos de libertad? 1. Los derechos de libertad se caracterizan por ser los primeros que aparecen en la historia, dirigidos a cubrir las necesidades y aspiraciones básicas del ser humano. 2. Afectan al ámbito individual. Con la expresión derecho de libertad estamos refiriéndonos a aquellos que afectan a los aspectos más íntimos del ser humano en cuanto persona individual, es decir, todos aquellos que protegen la vida, la seguridad y la libertad personal, así como los que se refieren a la dignidad y la intimidad del individuo. Son derechos personales o individuales frente a la perspectiva de colectividad que presentan los derechos económicos sociales y culturales. 3. Afectan a todos los hombres, es decir, son universales. Son derechos de todos los seres humanos, aunque su ejercicio se lleve a cabo en el ámbito individual de las personas. 4. Si atendemos al contenido, se centran en la protección y garantía de la libertad en todas las dimensiones y ámbitos de la vida humana y se caracterizan por otorgar a los individuos un ámbito de libertad, un señorío o autonomía de la voluntad que no puede ser perturbada ni por el poder público, ni por otros grupos, ni por los particulares. 5. El sujeto titular de los derechos civiles y políticos es el hombre-individuo en su razón de ser abstracta, universal e inmutable. El titular del deber correlativo al derecho es indeterminado pues se ejercen “erga omnes”, frente a todos, porque cualquiera es presunto infractor del deber jurídico de respeto Son derechos de libertad todos aquellos que otorgan a sus titulares un ámbito de libertad o autonomía para exigir a los obligados, bien una conducta de abstención y de no impedimento, bien una actuación positiva o una prestación concreta. 1. Los derechos civiles: consisten en el deber de abstención puesto que impone un deber de carácter negativo que supone un no actuar o la exigencia de un deber de prestación o actuación positiva. Los derechos civiles pueden ser: a. Derechos de autonomía: derechos de libertad cuyo contenido consiste en la abstención por parte de los individuos, la abstención de conductas atentatorias con la libertad personal Están orientados a garantizar la conservación de la vida de los individuos en su plenitud. A su vez, se manifiestan en una doble vertiente: unos actúan en el ámbito puramente biológico, otros se centran en el plano moral, por lo que podemos diferenciarlos para su estudio, estableciendo dos subgrupos: i. Derechos referidos a la integridad física: cabe destacar el derecho a la vida y a la integridad física. ii. Derechos de integridad moral: cuya misión es garantizar una vida auténticamente digna como vida humana. Existen necesidades, dimensiones y manifestaciones del ser humano que, en su conjunto, constituyen la personalidad integral del hombre, por lo que el derecho a la vida no se agota en la mera conservación de esta. Junto a la integridad física, se debe garantizar la defensa de la dignidad o integridad moral. Podemos incluir dentro de este apartado las siguientes: Derecho al nombre, a la integridad moral, a la rectificación o al respeto entre otras. b. Derechos individuales de créditos o derechos prestacionales. Dentro del ámbito de los Derechos Civiles se encuentra un subgrupo de derechos cuyo contenido se manifiesta en la exigencia de un deber de actuación positiva, lo cual hace que le titular del derecho pueda exigir del estado, de los grupos sociales o de los individuos, determinadas prestaciones o créditos en el ámbito jurídico 2. Los Derechos Políticos o de Participación. Poseen características comunes con los derechos civiles, algunas connotaciones diferenciales. Estamos refiriéndonos a un grupo de derechos cuya función es posibilitar el desarrollo personal del hombre como ciudadano, como miembro de una colectividad política. Los derechos políticos obligan al Estado a una actuación positiva que facilite y garantice la participación política de todos los ciudadanos y hacen del individuo un agente activo en el espacio del poder. Los derechos políticos implican una obligación que consiste en una actuación positiva. Permiten participar en la formación de la voluntad del Estado como miembro de la comunidad política. Manifestaciones destacables de los derechos políticos: pueden incluirse los derechos políticos, el derecho de participación política o a intervenir en el gobierno del país, al sufragio; a participar en la elaboración de las leyes; a la verificación y control de los impuestos etc. Estos derechos están reconocidos en las primeras declaraciones de los derechos, presentes en la Declaración Universal de los Derechos Humanos de 1948 y garantizados ya por la mayoría de las Constituciones.
2. Derechos de segunda generación: Los derechos de igualdad (económicos, sociales y culturales)
Desde mediados del siglo XIX y principios del siguiente el proletariado planteó nuevas reivindicaciones, logrando el reconocimiento de los derechos del hombre en cuanto miembro de una sociedad. Los nuevos derechos son conocidos como los derechos de segunda generación. Este tipo de exigencias fue abriendo el camino a una nueva mentalidad según la cual se hacía necesario que el Estado no se limitara a respetar la libertad, sino que debía intervenir realizando prestaciones sociales y servicios públicos que contribuyeran a plasmar la justicia social. Constituye un conjunto de exigencias de la igualdad. Los derechos sociales en sentido estricto son aquellos que manifiestan una dimensión prioritariamente asistencial. Se trata de garantizar la asistencia en aquellos aspectos de la vida en que el individuo se muestra especialmente débil y que son considerados imprescindibles para el desarrollo personal de una vida digna en condiciones de igualdad con el resto de los ciudadanos. Tienen un marcado carácter prestacional porque exigen para su realización efectiva la intervención de los poderes del Estado, a través de prestaciones y servicios públicos, y pretenden plasmar el valor igualdad. Tratan de corregir las desigualdades existentes en la sociedad: pretenden garantizar el derecho a la alimentación, la vivienda digna, las pretensiones sanitarias, las prestaciones por desempleo, por enfermedad, por viudedad, jubilación discapacidad, dependencia. Los derechos económicos están vinculados a las relaciones económicas, referidas al ámbito de la producción y su pretensión es la consecución de una igualdad material, más justa y equilibrada en las relaciones de trabajo de los asalariados. Se añadieron tardíamente los derechos culturales que constituyen el medio para garantizar a todos los ciudadanos el acceso en igualdad a la educación y la cultura. El derecho a la educación, a la gratuidad de la enseñanza elemental, a participar libremente en la vida cultural, a la conservación y desarrollo de la propia cultura. 3. Derechos de tercera generación. Los derechos de la solidaridad En los últimos años del siglo XX, se han producido una serie de cambios que tienen una incidencia innegable en la dotación de derechos fundamentales y hacen que las circunstancias en que tuvo lugar el alumbramiento de la Declaración Universal de Derechos Humanos hayan cambiado sustancialmente. Ello ha supuesto que muchos estudiosos hayan denunciado un grave anacronismo en el enunciado de los derechos humanos de la Declaración Universal, resaltando lagunas de algunos derechos fundamentales. Por la misma razón, desde todos los ámbitos (político, jurídico, ético, social, cultural y religioso) de las relaciones humanas, se han levantado voces autorizadas que intervienen reclamando el reconocimiento de nuevos derechos humanos, capaces de proteger determinados bienes y valores que en los tiempos actuales han calado de manera extraordinaria, adquiriendo una importancia vital a nivel planetario. Se trata de la tercera generación de Derechos Humanos. 3.1. Las razones que avalan el reconocimiento formal de nuevos derechos La necesidad de reconocimiento de una nueva generación de derechos surge de la concurrencia de un amplio número de circunstancias coyunturales vinculadas a los avances científicos y tecnológicos y a las nuevas transformaciones históricas del modo de vida de los individuos y de los pueblos. Ante las nuevas circunstancias se hace necesario avanzar por el camino del reconocimiento de nuevos derechos que sean capaces de satisfacer las nuevas necesidades y aspiraciones vitales de los ciudadanos. 3.2. ¿Cuáles serían los derechos humanos de la tercera generación? Con derechos humanos de tercera generación nos referimos a una serie heterogénea de derechos, algunos de los cuales han sido invocados con ocasión de las guerras de emancipación de los pueblos colonizados por Europa y América. Otros plantean reivindicaciones de protección y garantía frente a los riesgos que surgen de la aplicación de las nuevas tecnologías al transporte, a la industria armamentista, a las comunicaciones, a la medicina, a la reproducción, etc. Y hay otros que responden a reivindicaciones referidas a viejas necesidades que todavía permanecen y que son objeto de nuevos planteamientos. Los derechos de tercera generación pueden ser agrupados en los siguientes bloques. Los derechos de los pueblos o derechos de autodeterminación o control de sus recursos naturales o derecho de disfrute de su patrimonio histórico y cultural o derecho al desarrollo económico, social y cultural o derecho a la paz o derecho a un medioambiente saludable Los derechos derivados de las nuevas tecnologías o derecho de la libertad informática o derecho de propiedad intelectual o derechos relativos a la intimidad y al honor amenazados ahora por la invasión de las nuevas tecnologías y las redes sociales o derecho a la identidad personal o derecho a la conversación del patrimonio genético o derecho a la individualización o diferenciación o derechos a la privacidad del propio historial clínico Los derechos de las dos primeras generaciones reclamados ahora desde perspectivas nuevas. o Derechos de integridad física y psíquica o Derechos al libre desarrollo de la personalidad o Derecho a la protección de la salud o Derecho a la calidad de vida o Derechos de los grupos sociales La importancia de los nuevos ámbitos de protección de estos antiguos derechos sigue creciendo, espoleada por la aparición constante de nuevos fenómenos (globalización o transnacionalización de la economía) que reclaman nuevas formas de protección de la dignidad humana. 3.3. ¿Puede hablarse de una nueva generación de derechos humanos? Hay muchos autores que entienden que los derechos humanos invocados de tercera generación no son en realidad derechos nuevos sino simples formas nuevas de manifestarse los derechos de la primera o de la segunda generación. Lo cierto es, que las reivindicaciones de los derechos humanos se presentan hoy con rasgos inequívocamente novedosos. No parece haber ningún inconveniente serio par aceptar una opción que está más arraigada cada día y admitir la existencia de la llamada tercera generación de derechos humanos. II. LA RECEPCIÓN DE LSO DERCHOS HUMANOS EN LOS ORDENAMIENOTS JURÍDICOS: LOS DERECHOS FUNDAMENTALES Y EL ESTADO DE DERECHO 1. Derechos Humanos y Derechos Fundamentales. No podemos caer en el error de confundir estos dos términos. 1. Los derechos humanos son aquellos derechos que poseen todos los hombres por ser consustanciales a la naturaleza humana y por tanto todos los seres humanos son titulares de ellos no por concesión de las normas positivas, sino por anterioridad e independencia de ellas, por el mero hecho de ser hombres y de participar de la naturaleza humana. Se trata de aquellas facultades inherentes a la persona, previas al derecho positivo, que deben ser reconocidas y garantizadas por el Estado. En su reconocimiento y garantía el propio Estado se legitima como autentico Estado de Derecho 2. Los derechos fundamentales: son entendidos como aquellos derechos humanos legalizados, positivizados en las constituciones nacionales. Constituyen un sector de los ordenamientos jurídicos positivos democráticos, dada su función fundamentadora del orden jurídico de los Estados de Derecho, sería preferible denominarlos derechos fundamentales de los que son titulares todos los seres humanos. Esta concepción sólo tiene cabida desde una postura legalista, si bien algunos defensores distinguen los que denominan derechos fundamentales que son aquellos ya reconocidos por la legislación interna de los derechos humanos, considerados como valores deseables, pero sin valor jurídico alguno, cayendo en una posición claramente dualista. 2. La recepción de los Derechos Humanos en los Ordenamientos Jurídicos Aunque han existido diferentes instancias con capacidad para formalizar derechos y libertades, es sin duda, la Constitución el medio específico más adecuado para reconocer y garantizar los derechos humanos. A partir de la segunda guerra mundial, un gran número de estados proceden a reformar sus constituciones con la intención prioritaria de garantizar no sólo los derechos individuales, sino también los derechos económicos, sociales y culturales. La última declaración constitucional de derechos del siglo XX importante es la Human Right Act, Ley británica de derecho fundamentales de 1998, modificada y actualizada en abril de 2017. 3. Los Derechos Fundamentales 3.1. La relación de los derechos fundamentales con el Estado Liberal del Derecho Cada una de las tres generaciones de derechos humanos se corresponde con uno de los tres modelos de Estado de Derecho. La primera generación de derechos humanos en la que aparecen, se desarrolla y se garantizan los derecho de libertad coincide en el tiempo y se asocia siempre al Estado Liberal de Derecho. El Estado Liberal de Derecho es el modelo de Estado que, inspirado en las concepciones iusnaturalistas del racionalismo ilustrado surge tras las revoluciones de los siglos XVII y XVIII y se caracteriza por la afirmación de la soberanía popular y el ejercicio del poder por representación, lo que confiere al Estado una estructura democrática. El pensamiento liberal la principal finalidad del Estado, consistía en la demanda de las libertades fundamentales, por lo que éstas debían proclamarse expresamente en las normas de mayor rango que son las Constituciones. Las constituciones liberales recogieron aquellos derechos humanos o derechos naturales. A estos derechos que colmaron la primera etapa en el proceso de reconocimiento de los derechos humanos, se les ha calificados como derechos humanos de primera generación. Nacieron como reivindicación frente al Estado y su papel es la exigencia del respeto a la libertad individual. Son derechos propios del Estado Liberal del Derecho y están inspirados en el valor moral básico que les sirve de guía: la libertad. 3.2. La relación de los derechos fundamentales con el Estado Social del Derecho Al Estado Social del Derecho se asocian los Derechos de segunda generación es decir los económicos con participación activa en los procesos productivos y en la redistribución de la riqueza, la atención activa en los procesos productivos y en la redistribución de la riqueza, la atención a las demandas y derechos sociales convirtiéndose en un Estado providencia. En esta etapa se abandonó la defensa de los derechos de libertad individual, pasando a defender prioritariamente los derechos económicos y sociales (asistenciales) de la colectividad. 3.3. La relación de los derechos fundamentales con el estado constitucional. A partir de los años 70 del siglo XX, se produce un cambio de rumbo en las teorías sobre la concepción del Estado, el modelo del Estado Social del Derecho da paso al llamado Estado Constitucional, que asume y expresa las transformaciones actuales de las sociedades democráticas. Pero en las últimas décadas tal concepción se a desvanecido hasta el punto de que la supremacía de la ley ha dejado su puesto a la supremacía de la Constitución. Los contenidos materiales de la Constitución no tenían operatividad jurídica en tanto en cuanto no fueran trasladados a la ley. Sin embargo, el constitucionalismo de la Europa occidental ha caminado hacia un esquema en el que el Tribunal constitucional tiene competencia para decidir si el legislador ha infringido la Constitución. La fórmula política en la que la constitución en su totalidad se sitúa por encima de la ley como fuente del derecho es la que ha dado en llamarse Estado Constitucional. Esto supone afirmar la supremacía normativa de la Constitución sobre todas las normas del ordenamiento jurídico. En las democracias actuales se ha experimentado jurídico. En las democracias actuales se ha experimentado un giro importante, defendiendo la eficacia directa de las normas constitucionales, especialmente aquellas cuyo contenido se refiere a lo derechos fundamentales. Las actuaciones derivadas de tales normas estarán sometidas al control jurisdiccional de la Constitución. Debemos afirmar que el Estado Constitucional se presenta como la alternativa más justa, eficaz y democrática al Estado de Derecho, ya que ahora la garantía de los derechos se hace real a través de la exigibilidad constitucional de los mismos y el control constitucional de las actuaciones de la Administración. Por todo ello, el Estado se vuelve más democrático y la justicia social más realizable.
III. EJERCICIO Y PROTECCIÓN DE LOS DERECHOS HUMANOS
El problema de los derechos humanos hoy no es tanto ya un problema de reconocimiento como de eficacia real de los mismos, de garantías. Las garantías de los derechos han ido consolidándose y perfeccionándose durante la segunda mitad del siglo XX y los años transcurridos del XXI, especialmente a partir de la Declaración Universal de Derechos Humanos, cuando, a través de la internalización, se ha hecho posible que los derechos fundamentales se vean garantizados y no queden reducidos a pura teoría, a una ilusión quimérica. Garantías generales: Nos referimos a todos aquellos factores que facilitan, desde las estructuras institucionales del Estado, un eficaz disfrute de las libertades. Son imprescindibles para que el ejercicio de los derechos fundamentales sea posible y que están integradas por los presupuestos básicos de toda sociedad democrática. Se trata de condiciones mínimas e imprescindibles, para que pueda hablarse de efectividad de los derechos fundamentales. Mas importantes son las garantías específicas o garantías procedimentales. 1. Garantías nacionales Entre las garantías de ámbito estatal se cuentan todo los procedimientos legales y jurisdiccionales establecidos por las Constituciones de cada Estado. A través de la Constitución, los Estados democráticos contemporáneos establecen normas y tribunales (ordinarios y especiales), comisiones, organismos y procedimientos que protegen y garantizan el ejercicio de los derechos fundamentales. Algunos procedimientos de protección y garantía de los derechos humanos establecidos en nuestra Constitución. La Constitución española establece normas específicas destinadas a la garantía procesal de los derechos fundamentales. De acuerdo con los artículos 53 y 54, y los artículos 161 y 162, nuestro ordenamiento jurídico actual ofrece una serie de garantías para el ejercicio de los derechos humanos que básicamente son los siguientes: 1. Protección de los derechos fundamentales por los tribunales ordinarios: El artículo 53.2 de la Constitución establece que cualquier ciudadano podrá recabar la tutela de las libertades y derechos reconocidos en el artículo 14 y la Sección primera del Capítulo segundo nate los tribunales ordinarios por un procedimiento basado en los principios de preferencia y sumariedad. 2. Protección ante el Tribunal Constitucional: La protección jurisdiccional que, según la constitución, puede otorgar a los ciudadanos el Tribunal constitucional es de dos tipos: a. Protección directa a través del recurso de amparo (contemplado en los artículos 53.2, 161.1b y 162.1b). esta segunda vía presenta un carácter de subsidiariedad en relación con la protección específica de los tribunales ordinarios, frente a las violaciones originadas pro los poderes públicos. Por consiguiente, sólo pueden ser recurridos en amparo los actos de los poderes públicos. b. Protección jurisdiccional indirecta: el recurso de inconstitucionalidad y la cuestión de inconstitucionalidad. La tutela que proporcionan a los ciudadanos el recurso de inconstitucionalidad y la cuestión de inconstitucionalidad frente a las violaciones de sus derechos es de carácter indirecto lo cual no debe conducirnos a minusvalorar estas vías para que en ocasiones han significado una efectiva y valiosa protección de los derechos fundamentales. 3. La tutela del Defensor del Pueblo: el artículo 54 de la Constitución crea la figura del Defensor del Pueblo quien regulo el ámbito de actuación novedoso en el constitucionalismo español, cuyos antecedentes podemos encontrarlos en el Ombusman escandinavo. Es un alto comisionado de las Cortes Generales para la defensa de los derechos fundamentales. Su misión consiste en sustituir o representar a las Cortes Generales en el ejercicio de la vigilancia directa de la Administración Pública, vigilar a los poderes públicos para que respeten los derechos humanos y cumplan su obligación de garantizarlos. 2. Garantías internacionales 1. Garantías en el ámbito universal: es necesarios que existan por encima de los propios Estados otro tipo de garantías. Garantías de ámbito supraestatal, las cuales pueden ser de dos tipos: Unas de ámbito supraestatal universal, o garantías de ámbito internacional universal que se atribuyen a la ONU. Aunque este Tribunal rara vez se ocupa directamente de las cuestiones de derechos humanos. La Declaración Universal en sus orígenes no tenía un valor legal sino puramente declarativo. Por ello, ante la falta de un Órgano Judicial de carácter internacional, el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos de 1966, estableció un comité de Derechos Humanos, y el Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales – también de 1966 – estableció el Comité de Derechos Económicos, Sociales y Culturales No podemos hablar de garantías reales de los derechos, podemos afirmar que las Naciones Unidas no han logrado crear aún un mecanismo eficaz para garantizar la realización efectiva de los derechos fundamentales. En la Conferencia de Roma de 1998 se aprobó la creación de una Corte Penal Internacional para perseguir las violaciones de los derechos humanos por delitos de genocidio, los crímenes de lesa humanidad y los crímenes de guerra. 2. Garantías supraestatales de ámbito regional: fue el Consejo de Europa el que creó, por primera vez, un mecanismo regional internacional eficaz para la protección de los derechos humanos, en el que los Estados miembros se compromete a asumir determinadas obligaciones y a reconocer que los individuos poseen derechos que derivan de una legislación internacional. Y aprobó en Roma de 1950 la Convención de Salvaguarda de los Derechos del Hombre y las Libertades Fundamentales. La Convención ha sido modificada por sucesivos Protocolos adicionales, el más importante entró en vigor el 11/11/1998 e introdujo cambios sustanciales, tanto en la estructura de la composición del Tribunal como en el procedimiento, con el fin de ganar en agilidad y eficacia.