Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
ESCUELA DE POSGRADO
UNIDAD DE POSGRADO EN CIENCIAS SOCIALES
TESIS
PARA OBTENER EL GRADO ACADÉMICO DE:
MAESTRO EN ARQUEOLOGÍA SUDAMERICANA
TRUJILLO – PERÚ
2019
JURADO DICTAMINADOR
_____________________________
Mg. ALEJANDRO YEPJÉN
PRESIDENTE
______________________________
Dr. CARLOS RENGIFO
SECRETARIO
______________________________
Dr. WADSON PINCHI
VOCAL
Gregorovius pensó que en alguna parte Chestov había hablado de peceras con un tabique
móvil que en un momento dado podía sacarse sin que el pez habituado al compartimento se
decidiera jamás a pasar al otro lado. Llegar hasta un punto del agua, girar, volverse, sin saber
que ya no hay obstáculo, que bastaría seguir avanzando…
Julio Cortázar “Rayuela”
A mi madre Pilar Cusi
y a mi padre
Vicitación Rojas
que en la medida de sus posibilidades
hicieron mucho por mí
AGRADECIMIENTOS
En primera instancia quiero dar las gracias al Consejo Nacional de Ciencia, Tecnología e
Innovación Tecnológica (CONCYTEC), por el apoyo financiero en el desarrollo de mi
investigación y formación profesional. Del mismo modo, mi gratitud sincera a los
coordinadores de la maestría Arqueología Sudamericana, al Dr. Santiago E. Uceda, por
su eterna perspectiva visionaria en el campo de la arqueología, que Dios lo guarde siempre
en su gloria, y al Dr. Carlos Rengifo por su apoyo y preocupación por el bienestar de
todos y cada uno de nosotros. Así también las gracias al Arqlogo. Moíses Tufinio por las
facilidades en el acceso al material y a todo el equipo del proyecto Huacas del Sol y de
La Luna.
De otra parte, agradezco al MsC. Víctor Vásquez y a la Dra. Teresa Rosales, quienes me
abrieron las puertas del laboratorio a cargo de su dirección (Centro de Investigaciones
Arqueobiológicas y Paleoecológicas Andinas – ARQUEOBIOS), cultivando en mí la
profesionalidad, hospitalidad y amabilidad que los caracteriza. En el mismo sentido, doy
las gracias a la alumna de la Escuela Profesional de Arqueología de la Universidad
Nacional de Trujillo Mercy Castro por su apoyo incondicional en las diferentes etapas de
la redacción de esta tesis.
El presente trabajo tiene como objetivo principal estudiar los cambios en la explotación
de los camélidos durante las fases Mochica III y IV en el Conjunto Arquitectónico 35.
Las investigaciones en el complejo arqueológico de las Huacas del Sol y de la Luna han
mostrado una importante ocupación desde la fase III, con el establecimiento de zonas de
explotación de recursos y el desarrollo de un núcleo urbano regido por un Estado
Teocrático. Durante la fase IV, los cambios en la organización tecnológica y
subsistencial generaron nuevas formas económicas que permitieron la emergencia de un
Estado Secular. En este sentido, los resultados han develado el uso de estrategias
diferenciales en la explotación de los camélidos. En cuanto a la producción, durante la
fase III las zonas de pastoreo involucraban parcelas agrícolas en el valle medio y
mosaicos arbóreos cuya presencia fue incrementándose en la dieta de los camélidos
durante la fase IV. Asimismo, en la fase III, se muestra la superposición de especies y
una alta variedad intraespecífica mientras que en la fase IV, los camélidos se orientan a
una continua diferenciación específica y estabilidad filogenética. Por otro lado, en el
consumo, los perfiles etarios sugieren el uso de camélidos adultos durante ambas fases,
denotando una explotación especializada desde la fase III dirigido al consumo de alpacas
alternadas por llamas cargueras. Del mismo modo, se muestra una preferencia por
unidades anatómicas con alto contenido de carne obtenidas mediante el procesamiento
diferencial de los camélidos, en adición, el valor simbólico de la carne de camélido y su
cocción son evaluados por trabajos etnográficos y experimentales. Por último, en ambas
fases, el desecho de los elementos óseos sigue una variedad de estrategias determinados
por la ocupación temporal y la renovación de los pisos en el CA 35.
1
Abstract
The main objective of this research work is to study the changes in the exploitation of
camelids during the Mochica III and IV phases in the Architectural Complex 35. The
investigations in the archaeological complex of the Huacas del Sol y La Luna have shown
an important occupation since phase III, with the establishment of zones of exploitation
of resources and the development of an urban nucleus governed by a Theocratic State.
During phase IV, the changes in the technological and subsistence organization
generated new economic forms that allowed the emergence of a Secular State. In this
sense, the results have revealed the use of differential strategies in the exploitation of
camelids. Regarding production, during phase III the grazing areas involved agricultural
plots in the middle valley and arboreal mosaics whose presence was increasing in the
diet of the camelids during phase IV. Likewise, in phase III, the overlap of species and a
high intraspecific variety are shown, while in phase IV, the camelids are oriented to a
continuous specific differentiation and phylogenetic stability. On the other hand, in the
consumption, the age profiles suggest the use of adult camelids during both phases,
denoting a specialized exploitation from phase III directed to the consumption of alpacas
alternating by freighter llamas. Likewise, a preference for anatomical units with a high
meat content obtained through the differential processing of camelids is shown, in
addition, the symbolic value of camelid meat and its cooking are evaluated by
ethnographic and experimental works. Finally, in both phases, the disposal of the bone
elements follows a variety of strategies determined by the temporary occupation and the
renovation of the floors in the CA 35.
2
Résumé
3
CONTENIDO
Resumen ........................................................................................................................... 1
Abstract............................................................................................................................. 2
Résumé ............................................................................................................................. 3
CONTENIDO ................................................................................................................... 4
INTRODUCCIÓN .......................................................................................................... 26
CAPÍTULO I. CONTEXTO DE LA INVESTIGACIÓN ......................................... 29
1.1. Antecedentes ........................................................................................................ 29
1.1.1. Estudios sobre camélidos en la costa norte antes del periodo Mochica ........ 29
1.1.2. Estudios sobre camélidos durante el periodo Mochica ................................. 31
1.1.3. Estudios sobre camélidos en el complejo arqueológico Huacas del Sol y de la
Luna ......................................................................................................................... 34
1.1.4. Estudios sobre camélidos en el Conjunto Arquitectónico 35 (CA 35) ......... 35
1.2. Base teórica .......................................................................................................... 37
1.2.1. Cambios socioeconómicos ............................................................................ 37
1.2.1.1. Cambios socioeconómicos durante las fases Mochica III y Mochica IV 37
1.2.1.2. Cambios socioeconómicos en el complejo arqueológico Huacas del Sol y
de la Luna durante las fases Mochica III y Mochica IV ...................................... 39
1.2.1.3. Cambios socioeconómicos en los espacios domésticos en la Zona Urbana
Moche (ZUM) durante las fases Mochica III y Mochica IV ............................... 40
1.2.2. Aspectos sobre la explotación de camélidos en sociedades complejas ......... 42
1.2.2.1. Producción .............................................................................................. 43
1.2.2.2. Consumo ................................................................................................. 44
1.2.2.3. Desecho .................................................................................................. 46
Desechos en contextos arqueológicos .............................................................. 46
Desechos en unidades domésticas ................................................................... 47
1.3. Problemática ........................................................................................................ 47
1.3.1. Problema general ........................................................................................... 48
1.3.2. Problemas específicos ................................................................................... 48
1.4. Hipótesis .............................................................................................................. 49
1.4.1. Hipótesis general ........................................................................................... 49
1.4.2. Hipótesis específicas ..................................................................................... 49
1.5. Justificación ......................................................................................................... 50
1.6. Objetivos .............................................................................................................. 51
1.6.1. Objetivo general ............................................................................................ 51
4
1.6.2. Objetivos específicos..................................................................................... 51
CAPÍTULO II. MATERIALES Y MÉTODOS ......................................................... 52
2.1. Zona de estudio: El Conjunto Arquitectónico 35 (CA 35) .................................. 52
2.2. Objeto de estudio y selección de la muestra ........................................................ 52
2.3. Métodos y técnicas............................................................................................... 53
2.3.1. Producción..................................................................................................... 53
2.3.1.1. Osteometría de las primeras falanges ..................................................... 53
2.3.1.2. Isótopos de δ13C colágeno y δ15N colágeno ........................................... 55
2.3.1.3. Análisis de microvestigios botánicos en placas dentales ........................ 57
2.3.1.4. Análisis de microvestigios botánicos en coprolitos ................................ 59
2.3.1.5. Paleopatologías óseas ............................................................................. 60
2.3.2. Consumo........................................................................................................ 60
2.3.2.1. Procesamiento ......................................................................................... 60
2.3.2.1.1. Técnicas de procesamiento .............................................................. 61
2.3.2.1.1.1. Marcas de corte ......................................................................... 61
2.3.2.1.1.2. Patrones de fractura ................................................................... 63
2.3.2.1.2. Etapas de procesamiento .............................................................. 67
2.3.2.2. Termoalteración: Indicadores de cocción ............................................... 69
2.3.2.3. Índices de consumo ................................................................................ 70
2.3.2.3.1. Identificación de especies ................................................................ 70
2.3.2.3.2. Perfiles etarios.................................................................................. 70
Análisis dental: secuencias de erupción, reemplazo y desgaste dentario ..... 70
Análisis de las fusiones óseas....................................................................... 71
2.3.2.3.3. Representación anatómica ............................................................... 72
Peso .............................................................................................................. 72
NISP (Número de especímenes identificados) ............................................. 72
Utilidad anatómica ....................................................................................... 72
MNE (Número minimo de elementos) ......................................................... 73
MAU% (Frecuencia anatómica porcentual) ................................................. 73
Aportación cárnica a partir del MUI (Índice de utilidad cárnica) ................ 74
MNI (Número mínimo de individuos) ......................................................... 74
2.3.3. Desecho ......................................................................................................... 74
2.3.3.1. Alteraciones naturales no biológicas ...................................................... 75
Meteorización .................................................................................................. 75
5
Concreción ....................................................................................................... 76
Abrasión ........................................................................................................... 76
Marcas de pisoteo ............................................................................................ 76
Disolución de manganeso ................................................................................ 76
2.3.3.2. Alteraciones biológicas........................................................................... 77
Marcas de raíces............................................................................................... 77
Marcas de carroñeros ....................................................................................... 77
Marcas de hongos y bacterias .......................................................................... 78
2.3.3.3. Termoalteración: uso de óseos como combustible ................................. 78
Ruborizado ....................................................................................................... 78
Quemado .......................................................................................................... 79
Carbonizado ..................................................................................................... 79
Parcialmente Calcinado ................................................................................... 79
Calcinado ......................................................................................................... 79
CAPÍTULO III. RESULTADOS ................................................................................ 80
3.1. Producción ........................................................................................................... 80
3.1.1. Osteometría de las primeras falanges ............................................................ 80
Aplicación de coeficientes de clasificación ......................................................... 80
Análisis bivariado ................................................................................................ 81
Análisis de conglomerados por UPGMA ............................................................ 81
Análisis Principal de Componentes (APC) ......................................................... 83
Análisis de Medias Geométricas (MG) ............................................................... 85
3.1.2. Isotópicos de δ13C colágeno y δ15N colágeno ............................................ 86
3.1.3. Microvestigios botánicos en placas dentales ................................................. 91
3.1.4. Análisis de microvestigios botánicos en coprolitos ...................................... 93
3.1.5. Paleopatologías óseas .................................................................................... 95
3.2. Consumo .............................................................................................................. 96
3.2.1. Procesamiento ............................................................................................... 96
3.2.1.1. Técnicas de procesamiento ..................................................................... 96
3.2.1.1.1. Marcas de corte ................................................................................ 96
Cortes primarios ........................................................................................... 96
Cortes secundarios........................................................................................ 97
3.1.1.1.2. Patrones de fractura.......................................................................... 98
Indicadores de fracturación .......................................................................... 98
6
IFF (Índice de Fractura Fresca) .................................................................. 101
Marcas de percusión ................................................................................... 102
Tipos de esquirlas ....................................................................................... 104
3.2.1.2. Etapas de procesamiento ...................................................................... 104
Sacrificio ........................................................................................................ 104
Degollamiento ................................................................................................ 105
Despellejamiento............................................................................................ 105
Evisceramiento ............................................................................................... 106
Desmembramiento ......................................................................................... 106
Destazamiento ................................................................................................ 107
Porcionamiento .............................................................................................. 108
Industria ósea ................................................................................................. 110
3.2.2. Termoalteración: Indicadores de cocción ................................................... 111
Hervido .............................................................................................................. 111
Exposición al fuego directo ............................................................................... 111
3.2.3. Índices de consumo ..................................................................................... 112
3.2.3.1. Identificación de especies ..................................................................... 112
3.2.3.2. Perfiles etarios ...................................................................................... 113
Análisis dental: secuencias de erupción, reemplazo y desgaste dentario ...... 113
Análisis de las fusiones óseas ........................................................................ 114
3.2.3.3. Representación anatómica .................................................................... 116
Peso ................................................................................................................ 116
NISP (Número de especímenes identificados) .............................................. 116
Utilidad anatómica ......................................................................................... 118
MNE (Número minimo de elementos) .......................................................... 119
MAU% (Frecuencia anatómica porcentual) .................................................. 121
Aportación cárnica a partir del MUI (Índice de utilidad cárnica) .................. 122
MNI (Número mínimo de individuos) ........................................................... 123
3.3. Desecho .............................................................................................................. 124
3.3.1. Alteraciones naturales no biológicas ........................................................... 124
Meteorización .................................................................................................... 124
Concreción ......................................................................................................... 126
Abrasión............................................................................................................. 126
Marcas de pisoteo .............................................................................................. 127
7
Disolución de manganeso .................................................................................. 128
3.3.2. Alteraciones biológicas ............................................................................... 130
Marcas de raíces ................................................................................................ 130
Marcas de carroñeros ......................................................................................... 130
Marcas de hongos y bacterias ............................................................................ 131
3.3.3. Termoalteración: uso de óseos como combustible ...................................... 131
CAPITULO IV. ESTUDIOS ETNOGRÁFICOS .................................................... 134
4.1. Viajes a los pueblos de Tuqsa y Oquenarca ...................................................... 134
El contexto alimenticio en la culinaria de los pastores de camélidos ................... 134
Cambios tafonómicos a partir del caldo y el asado ............................................... 135
4.1.1. Materiales y métodos .................................................................................. 136
4.1.2. Resultados ................................................................................................... 137
4.1.2.1. Resultados de las visitas etnográficas ................................................... 137
4.1.2.2. Resultados del análisis faunístico ......................................................... 138
Muestras de la comunidad de Tuqsa .............................................................. 138
Muestras del fundo Oquenarca ...................................................................... 140
4.1.3. Alcances sobre los viajes a los pueblos de Tuqsa y Oquenarca ................. 141
4.2. Viajes a los distritos de Layo y Sicuani ............................................................. 142
Los modos culinarios: el caldo .............................................................................. 142
El uso de unidades anatómicas .............................................................................. 143
4.2.1. Materiales y métodos .................................................................................. 144
4.2.2. Resultados ................................................................................................... 145
4.2.2.1. Resultados de la visita etnográfica ....................................................... 145
4.2.2.2. Resultados del análisis faunístico ......................................................... 147
Muestras del distrito de Layo ......................................................................... 147
Muestras del distrito de Sicuani ..................................................................... 148
4.2.3. Alcances sobre los viajes a los distritos de Layo y Sicuani ...................... 1492
CAPÍTULO V. ESTUDIOS EXPERIMENTALES ................................................ 151
5.1. Diferenciación de técnicas culinarias: caldo, asado y pachamanca .................. 151
5.1.1. Materiales y métodos .................................................................................. 152
5.1.2. Resultados ................................................................................................... 153
5.1.2.1. Resultados experimentales ................................................................... 153
Técnica culinaria: Hervido ............................................................................. 153
Técnica culinaria: Exposición al fuego .......................................................... 154
8
Técnica culinaria: Pachamanca ...................................................................... 155
5.1.2.2. Resultados del análisis macroscópico................................................... 156
Técnica culinaria: Hervido ............................................................................. 156
Técnica culinaria: Exposición al fuego .......................................................... 156
Técnica culinaria: Pachamanca ...................................................................... 157
5.1.2.3. Resultados del análisis microscópico ................................................... 157
Topografía ósea .............................................................................................. 157
Borde de la fractura ........................................................................................ 159
5.1.3. Alcances sobre la diferenciación de técnicas culinarias: caldo, asado y
pachamanca. ......................................................................................................... 161
5.2. Cambios en el tejido óseo por la aplicación de la técnica del hervido .............. 162
5.2.1. Materiales y métodos .................................................................................. 163
5.2.2. Resultados ................................................................................................... 165
1 hora de exposición .......................................................................................... 165
2 horas de exposición ........................................................................................ 165
3 horas de exposición ........................................................................................ 165
4 horas de exposición ........................................................................................ 166
5.2.3. Alcances sobre cambios en el tejido óseo por la aplicación de la técnica del
hervido ................................................................................................................... 166
5.3. Cambios en los valores isotópicos de δ13C colágeno y δ15N colágeno de
elementos óseos sometidos a diferentes técnicas de cocción .................................... 167
5.3.1. Materiales y métodos .................................................................................. 168
Muestra de control ............................................................................................. 169
Hervido .............................................................................................................. 169
Exposición directa al fuego ............................................................................... 169
Pachamanca ....................................................................................................... 170
5.3.2. Resultados ................................................................................................... 171
5.3.3. Alcances de los cambios en los valores isotópicos de δ 13C colágeno y δ15N
colágeno de elementos óseos sometidos a diferentes técnicas de cocción ............ 172
CAPÍTULO VI. DISCUSIÓN ................................................................................... 174
6.1. Producción ......................................................................................................... 174
6.1.1. Osteometría de las primeras falanges .......................................................... 174
6.1.2. Isotópicos de δ13C colágeno y δ15N colágeno .......................................... 178
6.1.3. Microvestigios botánicos en placas dentales y coprolitos ........................... 182
6.1.4. Paleopatologías óseas .................................................................................. 184
9
6.2. Consumo ............................................................................................................ 185
6.2.1. Procesamiento ............................................................................................. 185
6.2.2. Termoalteración: Indicadores de cocción ................................................... 187
6.2.3. Índices de consumo ..................................................................................... 188
6.2.4. Prácticas culinarias y explotación de camélidos ......................................... 190
6.2.5. Aproximaciones experimentales a las técnicas culinarias y la explotación de
camélidos............................................................................................................... 195
6.3. Desecho .............................................................................................................. 197
6.3.1. Alteraciones naturales no biológicas ........................................................... 197
6.3.2. Alteraciones biológicas ............................................................................... 198
6.3.3. Termoalteración: uso de óseos como combustible ...................................... 199
CAPÍTULO VII. CONCLUSIONES ........................................................................ 200
7.1. Producción ......................................................................................................... 200
7.2. Consumo ............................................................................................................ 201
7.3. Desecho .............................................................................................................. 204
CAPÍTULO VIII. RECOMENDACIONES............................................................. 205
8.1. Producción ......................................................................................................... 205
8.2. Consumo ............................................................................................................ 205
8.3. Desecho .............................................................................................................. 206
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS ..................................................................... 207
ANEXOS
TABLAS
10
Tabla 9. Estadísticas descriptivas y Coeficiente de Correlación de los valores isotópicos de
δ13C y δ15N de la fase Mochica III………………………………………………………….. 242
Tabla 10. Estadísticas descriptivas y Coeficiente de Correlación de los valores isotópicos de
δ13C y δ15N de la fase Mochica IV…………………………………………………………..
242
2
Tabla 11. Muestras utilizados en el análisis de microvestigios de vegetales. ...........................242
Tabla 12. Microvestigios aislados en la muestra O-2. Fase Mochica III. .................................243
Tabla 13. Microvestigios aislados en la muestra O-3. Fase Mochica IV. .................................243
Tabla 14. Microvestigios aislados en la muestra O-4. Fase Mochica IV. .................................243
Tabla 15. Microvestigios aislados en la muestra de coprolitos proveniente del CA 37. Fase
Mochica IV. .............................................................................................................................244
Tabla 16. Ubicación y cantidad de huellas relacionadas al destazamiento. Fase Mochica III...244
Tabla 17. Ubicación y cantidad de huellas relacionadas al destazamiento. Fase Mochica IV. .245
Tabla 18. Cantidad de porciones del esqueleto axial. Fase Mochica III. ..................................246
Tabla 19. Cantidad de porciones del esqueleto apendicular. Fase Mochica III.........................247
Tabla 20. Cantidad de porciones del esqueleto axial. Fase Mochica IV. ..................................248
Tabla 21. Cantidad de porciones del esqueleto apendicular. Fase Mochica IV. .......................249
Tabla 22. Distribución de frecuencias de los grupos etarios a partir del análisis dental del CA 35
y prueba de Kolmogorov-Smirnov (K-S). ................................................................................249
Tabla 23. Perfiles etarios del CA 35 a partir de la fusión ósea. (NF) no fusionado y (F)
fusionado. .................................................................................................................................250
Tabla 24. Cantidad de elementos del CA 35 óseos pesados y agrupados según el esqueleto axial
y apendicular para cada fase. ....................................................................................................250
Tabla 25. Representación del NISP (Número de especímenes identificados). Fase Mochica III.
.................................................................................................................................................251
Tabla 26. Representación del NISP (Número de especímenes identificados). Fase Mochica IV.
.................................................................................................................................................252
Tabla 27. Representación del rendimiento de las partes anatómicas. Fase Mochica III............253
Tabla 28. Representación del rendimiento de las partes anatómicas. Fase Mochica IV. ..........253
Tabla 29. Representación de los índices de secado de las partes anatómicas. Fase Mochica III.
.................................................................................................................................................253
Tabla 30. Representación de los índices de secado de las partes anatómicas. Fase Mochica IV.
.................................................................................................................................................253
Tabla 31. Representación del número mínimo de elementos anatómicos (MNE) del esqueleto
axial. Fase Mochica III. ............................................................................................................254
11
Tabla 32. Representación del número mínimo de elementos anatómicos (MNE) del esqueleto
apendicular. Fase Mochica III. .................................................................................................255
Tabla 33. Representación del número mínimo de elementos anatómicos (MNE) del esqueleto
axial. Fase Mochica IV.............................................................................................................256
Tabla 34. Representación del número mínimo de elementos anatómicos (MNE) del esqueleto
apendicular. Fase Mochica IV. .................................................................................................257
Tabla 35. Representación de la frecuencia anatómica porcentual (MAU%). Fase Mochica III.
.................................................................................................................................................258
Tabla 36. Representación de la frecuencia anatómica porcentual (MAU%). Fase Mochica IV.
.................................................................................................................................................259
Tabla 37. Representación de la aportación cárnica a partir del índice de utilidad cárnica (MUI)
propuesto por Mengoni (1991). Fase Mochica III. ...................................................................259
Tabla 38. Representación de la aportación cárnica a partir del índice de utilidad cárnica (MUI)
propuesto por Mengoni (1991). Fase Mochica IV. ...................................................................261
Tabla 39. Representación de los estadios de meteorización en el esqueleto axial del CA 35. ..261
Tabla 40. Representación de los estadios de meteorización en el esqueleto apendicular del CA
35. ............................................................................................................................................262
Tabla 41. Representación de los elementos óseos con concreción en el esqueleto axial del CA
35. ............................................................................................................................................262
Tabla 42. Representación de los elementos óseos con concreción en el esqueleto apendicular del
CA 35. ......................................................................................................................................263
Tabla 43. Representación de los elementos óseos con marcas de pisoteo correspondientes al CA
35. ............................................................................................................................................263
Tabla 44. Representación de los elementos óseos con marcas de pisoteo correspondientes al CA
35. ............................................................................................................................................264
Tabla 45. Representación elemental obtenida por Dispersión de energía de rayos X (EDS) de un
fémur izquierdo con huellas de disolución de manganeso. .......................................................264
Tabla 46. Representación de los elementos óseos con marcas de raíces correspondientes al CA
35. ............................................................................................................................................264
Tabla 47. Representación de los elementos óseos con de carroñeros correspondientes al CA 35.
.................................................................................................................................................265
Tabla 48. Representación de los elementos óseos con marcas de hongos y bacterias
correspondientes al CA 35. ......................................................................................................265
Tabla 49. Representación de los elementos óseos con termoalteraciones relacionadas al uso de
huesos como combustible correspondientes al CA 35. .............................................................265
Tabla 50. Clases de edades de los camélidos consumidos en la comunidad de Tuqsa. .............265
12
Tabla 51. Atributos de fracturación en huesos largos pertenecientes a la muestra de Tuqsa. ...266
Tabla 52. Atributos de fracturación en huesos largos pertenecientes a la muestra de Oquenarca.
.................................................................................................................................................266
Tabla 53. Clases de edades de los camélidos consumidos en el distrito de Layo. ....................266
Tabla 54. Atributos de fracturación en huesos largos pertenecientes a la muestra de Layo. .....267
Tabla 55. Clases de edades de los ovinos consumidos en el distrito de Sicuani. ......................267
Tabla 56. Valores de las temperaturas obtenidas en el preparación del caldo...........................268
Tabla 57. Valores de las temperaturas obtenidas en el preparación del asado. .........................268
Tabla 58. Valores de las temperaturas obtenidas del horno antes de la cocción de la
pachamanca. .............................................................................................................................268
Tabla 59. Atributos de fracturación en huesos largos pertenecientes a la muestra del caldo. ...269
Tabla 60. Zonas termoalteradas por unidad anatómica asociados al asado. ..............................269
Tabla 61. Atributos de fracturación en huesos largos pertenecientes a la muestra del asado. ...270
Tabla 62. Zonas termoalteradas por unidad anatómica asociados a la pachamanca. ................270
Tabla 63. Atributos de fracturación en huesos largos pertenecientes a la muestra de la
pachamanca. .............................................................................................................................270
Tabla 64. Muestras actuales con composición isotópica y elemental de δ13C y δ15N positivos.
.................................................................................................................................................270
Tabla 65. Estadísticas descriptivas y Coeficiente de Correlación de los valores isotópicos de
δ13C y δ15N correspondientes a la alpaca moderna. ...............................................................271
FIGURAS
Figura 1. Plano de ubicación del Complejo Arqueológico Huacas del Sol y de la Luna. Tomado:
Pozorski (1979). .......................................................................................................................273
Figura 2. Plano de ubicación del Conjunto Arquitectónico 35 (CA 35) en la zona urbana moche.
Tomado: Tello (2013). .............................................................................................................273
Figura 3. Plano de la última ocupación del Conjunto Arquitectónico 35. Tomado: Tello (2007).
.................................................................................................................................................274
Figura 4. Variables métricas de la primera falange. Tomado: Izeta et al. (2009). .....................274
Figura 5. Placa dental presente en el primer y segundo molar, vista labial. Nótese la película de
color marfil adherida a los dientes. ...........................................................................................275
Figura 6. Coprolitos de camélido. (A) Colección arqueológica y (B) colección comparativa. .275
Figura 7. Marcas de corte-desarticulación en el área distal de un húmero izquierdo, vista lateral.
.................................................................................................................................................275
Figura 8. Marca de corte-impacto en la diáfisis de una tibia derecha, vista craneal. ................276
13
Figura 9. Marca de corte-descarne en la diáfisis de un húmero izquierdo, vista medial. ..........276
Figura 10. Marcas de corte-sierra en la diáfisis de una tibia izquierda, vista caudal. ................276
Figura 11. Marcas de shoulders sobre el área proximal de un radio-ulna izquierdo, vista craneal.
.................................................................................................................................................277
Figura 12. Marcas de barbs sobre el área proximal de un humero izquierdo, vista craneal. .....277
Figura 13. Marcas de lenguetas sobre el área distal de un astrágalo derecho, vista medial. .....277
Figura 14. Marcas de splitting sobre el área distal de un húmero izquierdo, vista lateral. ........278
Figura 15. Marcas de microestrías sobre la diáfisis de una tibia derecha, vista ventral. Nótese la
microestría divergente a la incisión principal. ..........................................................................278
Figura 16. Marcas de impresiones en el extremo vertebral de una costilla derecha
indeterminada, vista dorsal-caudal. ..........................................................................................278
Figura 17. Contorno helicoidal de la diáfisis de un radio-ulna izquierdo fracturado, vista dorsal.
.................................................................................................................................................279
Figura 18. Contorno transversal de la diáfisis de un metatarso derecho fracturado, vista dorsal.
.................................................................................................................................................279
Figura 19. Contorno longitudinal de la diáfisis de una tibia izquierda fracturada, vista dorsal. 279
Figura 20. Contorno escalonado o columnar de la diáfisis de un radio-ulna derecha fracturado,
vista ventral. .............................................................................................................................280
Figura 21. Contorno diagonal de la diáfisis de un metatarso izquierdo fracturado, vista lateral.
.................................................................................................................................................280
Figura 22. Contorno diagonal escalonado de la diáfisis de un humero izquierdo fracturado, vista
ventral. .....................................................................................................................................280
Figura 23. Contorno diagonal escalonado de la diáfisis de un humero izquierdo fracturado, vista
ventral. .....................................................................................................................................281
Figura 24. Contorno festoneado de la cresta de un ilion derecho fracturado, vista medial. ......281
Figura 25. Ángulos de fractura: A) Agudo, B) Obtuso y C) Recto. Tomado y modificado:
Outram (2002). .........................................................................................................................281
Figura 26. Textura lisa de un metacarpo izquierdo fracturado, vista ventral-distal. .................282
Figura 27. Textura rugosa de una escapula fracturada, vista proximal. ....................................282
Figura 28. Lascas de diversos huesos largos fracturados. .........................................................282
Figura 29. Astillas de diversos huesos largos fracturados. .......................................................283
Figura 30. Cilindro de un humero fracturado, vista dorsal. ......................................................283
Figura 31. Lasca de humero fracturado con huellas de hervido. Nótese las tonalidades del color
superficial. ................................................................................................................................283
Figura 32. Calcáneo izquierdo con huellas de exposición directa al fuego, vista medial. Nótese
el chamuscado en la parte superior de la tuberosidad. ..............................................................284
14
Figura 33. Principales zonas con presencia de esmalte en los incisivos de camélidos. .............284
Figura 34. Concreciones presentes en la epífisis de un húmero izquierdo, vista dorsal. ...........284
Figura 35. Humero derecho con abrasión en la zona distal, vista lateral. Nótese la superficie el
desgaste de la superficie ósea. ..................................................................................................285
Figura 36. Marcas de pisoteo en un metapodio, vista dorsal. Nótese las estrías y hoyos. .........285
Figura 37. Huellas por disolución de manganeso en un metapodio, vista dorsal. Nótese la
disposición de las manchas negras. ..........................................................................................285
Figura 38. Huellas de raíces en un humero izquierdo, vista ventral. Nótese los patrones sinuosos
alrededor de la diáfisis..............................................................................................................286
Figura 39. Huellas de roído en la cavidad glenoidea de una escapula izquierda. ......................286
Figura 40. Perforaciones presentes en una rótula. Nótese el tejido esponjoso en los orificios. .286
Figura 41. Hoyos presentes en la rama de un isquion derecho. Nótese las depresiones en la
superficie cortical. ....................................................................................................................287
Figura 42. Acanaladuras presentes en la diáfisis de un metapodio, vista ventral. .....................287
Figura 43. Acanaladuras discontinuas presentes en el cuerpo de una 3 ° falange, vista lateral. 287
Figura 44. Cresta de escapula derecha festoneada, vista medial. Nótese la forma del borde con
algunas perforaciones presentes. ..............................................................................................288
Figura 45. Presencia de escoriaciones en una costilla por acción de microorganismos, vista
ventral. .....................................................................................................................................288
Figura 46. Grados distintos de termoalteración, vistos en la 7° vértebra cervical de camélido: A)
Ruborizado, B) Quemado, C) Carbonizado y D) Calcinado. ....................................................289
Figura 47. Gráfico de dispersión bivariado de la primera falange delantera. Fase Mochica III.
.................................................................................................................................................290
Figura 48. Gráfico de dispersión bivariado de la primera falange trasera. Fase Mochica III. ...290
Figura 49. Gráfico de dispersión bivariado de la primera falange delantera. Fase Mochica IV.
.................................................................................................................................................291
Figura 50. Gráfico de dispersión bivariado de la primera falange trasera. Fase Mochica IV. ...291
Figura 51. Dendrograma resultado del análisis de conglomerado de la primera falange delantera.
Fase Mochica III. Lgl (Lama glama), Vp (Vicugna pacos), Lg (Lama guanicoe), Vv (Vicugna
vicugna), Ca (Capra aegogrus). ................................................................................................292
Figura 52. Dendrograma resultado del análisis de conglomerado de la primera falange trasera.
Fase Mochica III. Lgl (Lama glama), Vp (Vicugna pacos), Lg (Lama guanicoe), Vv (Vicugna
vicugna), Ca (Capra aegogrus). ................................................................................................293
Figura 53. Dendrograma resultado del análisis de conglomerado de la primera falange delantera.
Fase Mochica IV. Lgl (Lama glama), Vp (Vicugna pacos), Lg (Lama guanicoe), Vv (Vicugna
vicugna), Ca (Capra aegogrus). ................................................................................................294
15
Figura 54. Dendrograma resultado del análisis de conglomerado de la primera falange trasera.
Fase Mochica IV. Lgl (Lama glama), Vp (Vicugna pacos), Lg (Lama guanicoe), Vv (Vicugna
vicugna), Ca (Capra aegogrus). ................................................................................................295
Figura 55. Diagrama de dispersión resultado del Análisis Principal de Componentes de la
primera falange delantera. Fase Mochica III. ...........................................................................296
Figura 56. Diagrama de dispersión resultado del Análisis Principal de Componentes de la
primera falange trasera. Fase Mochica III. ...............................................................................296
Figura 57. Diagrama de dispersión resultado del Análisis Principal de Componentes de la
primera falange delantera. Fase Mochica IV. ...........................................................................297
Figura 58. Diagrama de dispersión resultado del Análisis Principal de Componentes de la
primera falange trasera. Fase Mochica IV. ...............................................................................297
Figura 59. Diagrama de Caja y bigote de las Medias Geometricas de la primera falange
delantera. Lgl (Lama glama), Vp (Vicugna pacos), Lg (Lama guanicoe), Vv (Vicugna vicugna).
.................................................................................................................................................298
Figura 60. Diagrama de Caja y bigote de las Medias Geometricas de la primera falange trasera.
Lgl (Lama glama), Vp (Vicugna pacos), Lg (Lama guanicoe), Vv (Vicugna vicugna). ...........298
Figura 61. Diagrama de dispersión de los valores de δ13C y δ15N de los camélidos de la fase
Mochica III...............................................................................................................................299
Figura 62. Diagrama de dispersión de los valores de δ13C y δ15N de los camélidos de la fase
Mochica IV. .............................................................................................................................299
Figura 63. Diagrama de dispersión de los valores de δ13C y δ15N de los camélidos de la fase
Mochica III y Mochica IV. .......................................................................................................300
Figura 64. Diagrama de Caja y bigote de los valores de δ13C. Lgl (Lama glama), Vp (Vicugna
pacos), Lg (Lama guanicoe), Vv (Vicugna vicugna). ...............................................................300
Figura 65. Diagrama de Caja y bigote de los valores de δ15N. Lgl (Lama glama), Vp (Vicugna
pacos), Lg (Lama guanicoe), Vv (Vicugna vicugna). ...............................................................301
Figura 66. Almidones esféricos de Zea mays “maíz” a luz simple (A y C) y a luz polarizada (B y
D) a 400X de aumento. Muestra O-2. Fase Mochica III. ..........................................................301
Figura 67. Almidones poliédricos de Zea mays “maíz” a luz simple (A, C y E) y a luz
polarizada (B, D y F) a 400X de aumento. Muestra O-2. Fase Mochica III. ............................302
Figura 68. Almidones elípticos de Solanum tuberosum “papa” a luz simple (A) y a luz
polarizada (B) a 400X de aumento. Muestra O-2. Fase Mochica III. .......................................302
Figura 69. Fragmento de pericarpio de semilla de Zea mays “maíz” con luz simple a 400X de
aumento. Muestra O-2. Fase Mochica III. ................................................................................303
Figura 70. Almidones poliédricos de Zea mays “maíz” a luz simple (A y C) y a luz polarizada
(B y D) a 400X de aumento. Muestra O-3. Fase Mochica IV. ..................................................303
16
Figura 71. Almidones poliédricos de Zea mays “maíz” a luz simple (A y C) y a luz polarizada
(B y D) a 400X de aumento. Muestra O-4. Fase Mochica IV. ..................................................304
Figura 72. Fragmento de epidermis foliar de Capparis sp. “sapote” con luz simple a 400X de
aumento. Muestra O-4. Fase Mochica IV. ................................................................................304
Figura 73. Almidones poliédricos de Zea mays “maíz” a luz simple (A) y a luz polarizada (B) a
400X de aumento. Muestra O-5/C-1. Fase Mochica IV. ..........................................................305
Figura 74. Tricoma glandular a luz simple (A) y epidermis foliar (B) de Capparis sp. “sapote” a
luz simple (B). 400X de aumento. Muestra O-5/C-1. Fase Mochica IV. ..................................305
Figura 75. Palinomorfos no identificados (A y B) a luz simple. 400X de aumento. Muestra O-
5/C-2. Fase Mochica IV. ..........................................................................................................305
Figura 76. Epidermis foliar (A - B) de Capparis sp. “sapote” a luz simple. 400X de aumento.
Muestra O-5/C-2. Fase Mochica IV. ........................................................................................306
Figura 77. Tricoma glandular de Capparis sp. “sapote” a luz simple. 400X de aumento. Muestra
O-5/C-2. Fase Mochica IV. ......................................................................................................306
Figura 78. Granos de polen de Prosopis sp. “algarrobo” a luz simple. 400X de aumento. Muestra
O-5/C-3. Fase Mochica IV. ......................................................................................................306
Figura 79. Almidones poliédricos de Zea mays “maíz” a luz simple (A, C y E) y a luz
polarizada (B, D y F). 400X de aumento. Muestra O-5/C-3. Fase Mochica IV. .......................307
Figura 80. Granos de polen de Amaranthus sp. a luz simple. 400X de aumento. Muestra O-5/C-
3. Fase Mochica IV. .................................................................................................................307
Figura 81. Fitolito foliar de Zea mays “maíz” a luz simple. 400X de aumento. Muestra O-5/C-3.
Fase Mochica IV. .....................................................................................................................308
Figura 82. Epidermis foliar (abaxial) de Prosopis sp. “algarrobo” a luz simple. 400X de
aumento. Muestra O-5/C-3. Fase Mochica IV. .........................................................................308
Figura 83. Almidones de Prosopis sp. “algarrobo” a luz simple (A) y a luz polarizada (B). 400X
de aumento. Muestra O-5/C-4. Fase Mochica IV. ....................................................................308
Figura 84. Histograma con el número de patologías presentes en ambas fases. .......................309
Figura 85. Presencia de caries: (A) caries cervical en incisivo central derecho, vista lingual y (B)
caries oclusal en premolar 4, vista oclusal. ...............................................................................309
Figura 86. Pérdida del premolar 4 en mandíbula derecha, a causa de un absceso dental con
reabsorción parcial del tejido alveolar, vista medial. ................................................................309
Figura 87. Presencia de exostosis: (A) exostosis en la articulación proximal de la primera
falange delantera, vista posterior y (B) exostosis articulación proximal de tibia, vista anterior.
.................................................................................................................................................310
Figura 88. Desarrollo de carillas articulares en la zona metadiafisial del área articular distal del
Radio-ulna, vista anterior. Uso referencial de radio-ulna actual (izquierda). ............................310
17
Figura 89. 7° vértebra cervical con presencia de osteofitos en la zona articular posterior, vista
ventral. Uso referencial de 7° vértebra cervical actual (derecha). .............................................310
Figura 90. Presencia de infecciones: (A) metapodio con enconchamiento y porosidad presente
en la zona distal, vista anterior y (B) metapodio con enconchamiento y escoriación en la epífisis
distal, vista lateral.....................................................................................................................311
Figura 91. Histograma con el número de cortes primarios. Fase Mochica III. .........................311
Figura 92. Histograma con el número de cortes primarios. Fase Mochica IV. .........................311
Figura 93. Histograma con el número de cortes secundarios. Fase Mochica III. ......................312
Figura 94. Histograma con el número de cortes secundarios. Fase Mochica IV. ......................312
Figura 95. Marcas de corte primario con presencia de splitting, lenguetas y barbs sobre el
extremo vertebral de una costilla a 100X. Vista lateral, MEB. .................................................313
Figura 96. Marcas de corte sobre el extremo vertebral de una costilla a 100X. Vista lateral,
MEB. Nótese el corte secundario oblicuo a la incisión principal propio de instrumentos con
retoque. ....................................................................................................................................313
Figura 97. Histograma del color de la fractura. Fase Mochica III. ...........................................314
Figura 98. Histograma del color de la fractura. Fase Mochica IV. ...........................................314
Figura 99. Histograma del contorno de la fractura. Fase Mochica III.......................................315
Figura 100. Histograma del contorno de la fractura. Fase Mochica IV. ...................................315
Figura 101. Histograma del Índice de Fractura Fresca para ambas fases. .................................316
Figura 102. Histograma de las marcas de percusión de la fase Mochica III. ............................316
Figura 103. Histograma de las marcas de percusión de la fase Mochica IV. ............................317
Figura 104. Marcas de percusión (hoyos) en la diáfisis de un radio-ulna a 1000X. Vista caudal,
MEB. Nótese la variabilidad de las marcas y el grado de afectación. .......................................317
Figura 105. Marcas de percusión (estrías) en la diáfisis de un metapodio a 400X. Vista craneal,
MEB. Nótese los surcos y las hendiduras. ................................................................................318
Figura 106. Marcas de percusión (contragolpe) en la diáfisis de un fémur izquierdo. Vista latero-
caudal. ......................................................................................................................................318
Figura 107. Histograma de los atributos relacionados al punto de impacto. Fase Mochica III. 319
Figura 108. Histograma de los atributos relacionados al punto de impacto. Fase Mochica IV. 319
Figura 109. Punto de impacto, muesca en la diáfisis de un metapodio. Vista caudal. ..............320
Figura 110. Punto de impacto, escotadura en la diáfisis de un húmero derecho. Vista lateral. .320
Figura 111. Negativo de lascas y lasca adherida en la diáfisis de una tibia derecha. Vista craneal.
.................................................................................................................................................320
Figura 112. Fisuras asociadas a la fractura aserrada en la diáfisis de una tibia derecha. Vista
craneal. .....................................................................................................................................320
18
Figura 113. Huella de instrumento (percutor): (A) vértebra cervical, vista dorsal y (B) 1°
vertebra sacral, vista dorso-caudal. Nótese el patrón ovalado y las estrías asociadas. ..............321
Figura 114. Estrías (ondas de fractura) en el borde de la fractura de una tibia. Vista latero-
craneal. .....................................................................................................................................321
Figura 115. Costilla con evidencia de peeling. Vista dorsal. ....................................................322
Figura 116. Histograma de los tipos de esquirla del CA 35. .....................................................322
Figura 117. Histograma con las etapas de procesamiento del CA 35. ......................................323
Figura 118. Marcas de corte en la cara ventral del atlas asociadas al sacrificio. Vista ventral.
Fase Mochica IV. .....................................................................................................................323
Figura 119. Marcas de corte en el arco dorsal del atlas asociadas al degollamiento. Vista dorsal.
Fase Mochica III. .....................................................................................................................324
Figura 120. Marcas de corte en los cóndilos occipitales asociadas al degollamiento. Vista
caudal. Fase Mochica IV. .........................................................................................................324
Figura 121. Marcas de corte relacionadas al despellejamiento: (A) astrágalo derecho con cortes
en el cuerpo, vista dorsal y (B) ulnar derecho con cortes en el cuerpo, vista palmar. ...............325
Figura 122. Marcas de corte en la cara ventral de una costilla relacionada a la evisceración.
Vista ventral. ............................................................................................................................325
Figura 123. Marcas de corte y fractura de una 2° costilla derecha relacionadas a la separación
del miembro anterior. Vista ventral. .........................................................................................325
Figura 124. Sacro con huellas de fractura relacionadas a la separación del miembro posterior.
Vista dorsal. .............................................................................................................................326
Figura 125. Marcas relacionadas a la separación de la región cervical: (A) 7° vértebra cervical
con huellas de fractura en la faceta articular anterior, vista dorsal y (B) 7° vértebra cervical con
marcas de corte en la faceta articular anterior y el cuerpo, vista. ..............................................326
Figura 126. Costilla derecha con marcas de corte en el tubérculo relacionadas al destazamiento.
Vista cráneo-dorsal...................................................................................................................326
Figura 127. Vértebra dorsal con marcas de corte en el proceso articular caudal relacionadas al
destazamiento. Vista lateral. .....................................................................................................327
Figura 128. Radio-ulna derecha con marcas de corte en la incisura troclear y fractura del
olécranon relacionadas al destazamiento. Vista lateral. ............................................................327
Figura 129. Pelvis (ilion-isquion) izquierda con marcas de corte en el borde acetabular
relacionadas al destazamiento. Vista ventral. ...........................................................................328
Figura 130. Cuerpos y arcadas dentales del maxilar y fragmento de palatino obtenidos en el
porcionamiento del cráneo. Fase Mochica III. Uso referencial de cráneo actual (superior
izquierda). ................................................................................................................................328
19
Figura 131. Cuerpo, sínfisis y arcadas dentales de la mandíbula relacionadas al porcionamiento
Fase Mochica IV. .....................................................................................................................329
Figura 132. Cuerpos anteriores y posteriores de las vértebras cervicales relacionadas al
porcionamiento. Fase Mochica IV. Uso referencial de vértebra cervical actual (izquierda). ....329
Figura 133. Cuerpos y áreas distales de escápulas relacionadas al porcionamiento. Fase Mochica
III. ............................................................................................................................................329
Figura 134. Áreas proximales y distales de húmero relacionadas al porcionamiento. Fase
Mochica III...............................................................................................................................330
Figura 135. Áreas proximales y distales de radio-ulna relacionadas al porcionamiento. Fase
Mochica III...............................................................................................................................330
Figura 136. Áreas proximales y distales del metacarpo relacionadas al porcionamiento. Fase
Mochica III. Uso referencial de metacarpo actual (derecha). ...................................................330
Figura 137. Áreas proximal y distal, metadiáfisis y diáfisis del fémur relacionadas al
porcionamiento. Fase Mochica III. Uso referencial de fémur actual (izquierda). .....................331
Figura 138. Áreas proximal y distal de la tibia relacionadas al porcionamiento. Fase Mochica
IV. Uso referencial de tibia actual (izquierda). .........................................................................331
Figura 139. Áreas proximal y distal del metatarso relacionadas al porcionamiento. Fase
Mochica IV. .............................................................................................................................331
Figura 140. Cresta, rama y cuerpo del ilion relacionadas al porcionamiento. Fase Mochica III.
.................................................................................................................................................332
Figura 141. Áreas distales de la 1° falange relacionadas al porcionamiento. Fase Mochica IV.
Uso referencial de 1° falange actual (izquierda). ......................................................................332
Figura 142. Histograma con la cantidad de piezas tecnológicas identificadas. ...........................33
Figura 143. Piezas tecnológicas obtenidas a partir de las áreas proximales y distales de la tibia.
Vista caudal. Fase Mochica III. ................................................................................................333
Figura 144. Histograma con la cantidad de punzones con base articular identificados.............334
Figura 145. Punzones con base articular: (A y B) objetos elaborados a partir del área proximal
del metacarpo, (C y D) objetos elaborados a partir del área distal del metapodio. Vista caudal.
.................................................................................................................................................334
Figura 146. Punzón con base articular elaborado a partir de una 1° costilla izquierda. Vista
dorsal. Fase Mochica IV. ..........................................................................................................334
Figura 147. Histograma con la cantidad de escapulas perforadas identificadas. .......................335
Figura 148. Escapulas perforadas: (A) escapula con perforación en el proceso coracoides-fase
Mochica III, vista lateral y (B) escapula con perforación en la tuberosidad escapular-fase
Mochica IV, vista medial. ........................................................................................................335
20
Figura 149. Histograma de la cantidad de elementos del esqueleto axial con huellas de hervido.
.................................................................................................................................................336
Figura 150. Histograma de la cantidad de elementos del esqueleto apendicular con huellas de
hervido. ....................................................................................................................................336
Figura 151. Histograma de la cantidad de elementos del esqueleto axial con huellas de
exposición al fuego. .................................................................................................................337
Figura 152. Histograma de la cantidad de elementos del esqueleto apendicular con huellas de
exposición al fuego. .................................................................................................................337
Figura 153. Histograma de las especies identificas a partir del análisis osteométrico de la 1°
falange delantera. .....................................................................................................................338
Figura 154. Histograma de las especies identificas a partir del análisis osteométrico de la 1°
falange trasera. .........................................................................................................................338
Figura 155. Histograma de los géneros identificados a partir del análisis de la presencia de
esmalte en los incisivos. ...........................................................................................................339
Figura 156. Histograma de los géneros identificados a partir del análisis de la presencia de
esmalte en los incisivos. ...........................................................................................................339
Figura 157. Distribuciones acumuladas del perfil etario a partir del análisis dental del CA 35.
Nótese la divergencia de las líneas de tendencia en el grupo juvenil de ambas fases. ..............340
Figura 158. Figura 158. Histograma del perfil etario a partir del análisis de las fusiones óseas.
Fase Mochica III. .....................................................................................................................340
Figura 159. Histograma del perfil etario a partir del análisis de las fusiones óseas. Fase Mochica
IV. ............................................................................................................................................341
Figura 160. Histograma con el peso de los elementos óseos del CA 35. ..................................341
Figura 161. Histograma de la representación del NISP (Número de especímenes identificados)
del CA 35. ................................................................................................................................342
Figura 162. Histograma del rendimiento de las partes anatómicas del CA 35. .........................343
Figura 163. Histograma con los índices de secado de las partes anatómicas del CA 35. ..........343
Figura 164. Gráfico lineal con la representación del número mínimo de elementos anatómicos
(MNE) del CA 35. ....................................................................................................................344
Figura 165. Gráfico lineal de la frecuencia anatómica porcentual (MAU%) del CA 35. ..........344
Figura 166. Gráfico lineal de la aportación cárnica a partir del índice de utilidad cárnica (MUI)
propuesto por Mengoni (1991) correspondiente al CA 35. .......................................................345
Figura 167. Histograma con la representación de los estadios de meteorización del esqueleto
axial del CA 35. .......................................................................................................................345
Figura 168. Histograma con la representación de los estadios de meteorización del esqueleto
apendicular del CA 35. .............................................................................................................346
21
Figura 169. Mandíbula izquierda meteorizada (estadio 1). Vista medial. Fase Mochica III. ....346
Figura 170. Radio-ulna derecha meteorizado (estadio 3). Vista anterior. Fase Mochica IV. ....347
Figura 171. Histograma con la representación de los elementos óseos con concreción del CA 35.
.................................................................................................................................................347
Figura 172. Histograma de los elementos óseos con abrasión en el esqueleto axial del CA 35.
.................................................................................................................................................348
Figura 173. Histograma de los elementos óseos con abrasión en el esqueleto apendicular del CA
35. ............................................................................................................................................348
Figura 174. Histograma de los elementos óseos con marcas de pisoteo correspondientes al CA
35. ............................................................................................................................................349
Figura 175. Histograma de los elementos óseos con huellas de disolución de manganeso
correspondientes al CA 35. ......................................................................................................349
Figura 176. Espectro de composición elemental por Dispersión de energía de rayos X (EDS) de
un fémur izquierdo con huellas de disolución de manganeso. ..................................................350
Figura 177. Precipitación de manganeso de un fémur izquierdo a 200X. Vista medial, MEB.
Nótese la afectación variable de la precipitación del manganeso en la superficie compacta del
hueso por los conductos haversianos. .......................................................................................350
Figura 178. Dendrograma de la formación tafonómica de los agentes naturales no biológicos
correspondientes al CA 35 distribuidos por estratos. ................................................................351
Figura 179. Histograma de los elementos óseos con marcas de raíces correspondientes al CA 35.
.................................................................................................................................................352
Figura 180. Histograma de los elementos óseos con marcas de carroñeros correspondientes al
CA 35. ......................................................................................................................................352
Figura 181. Histograma de los elementos óseos con marcas de hongos y bacterias
correspondientes al CA 35. ......................................................................................................353
Figura 182. Histograma de los elementos óseos con termoalteraciones relacionadas al uso de
huesos como combustible correspondientes al CA 35. .............................................................353
Figura 183. Diáfisis de radio-ulna izquierda con huellas de quemado a 1000X. Vista anterior,
MEB.........................................................................................................................................354
Figura 184. Cuerpo de costilla derecha con huellas de carbonizado a 1000X. Vista dorsal, MEB.
.................................................................................................................................................354
Figura 185. Fragmento de occipital con huellas de calcinado a 1000X. Vista caudal, MEB. ...355
Figura 186. Mapa de ubicación de las comunidades de Tuqsa y Oquenarca. ..........................356
Figura 187. Plato de caldo con carne de alpaca acompañado de fideos y Ch’uño. ...................356
Figura 188. Pobladores del Fundo Oquenarca y profesionales del CICAS, compartiendo el
asado de llama. .........................................................................................................................357
22
Figura 189. Mandíbulas afectadas con diferentes estadios de meteorización (1-4) de la muestra
de Tuqsa. ..................................................................................................................................357
Figura 190. Huesos largos con marcas de carroñeo pertenecientes a la muestra de Tuqsa. ......358
Figura 191. Porcentaje de elementos anatómicos pertenecientes a la muestra de Tuqsa. .........358
Figura 192. Representación de tipos de corte en el esqueleto axial y apendicular pertenecientes a
la muestra de Tuqsa. .................................................................................................................359
Figura 193. Textura lisa de un metapodio fracturado (a 40X de aumento) perteneciente a la
muestra de Tuqsa. ....................................................................................................................359
Figura 194. Nótese las cúspides asociadas al punto de impacto en el metapodio fracturado
perteneciente a la muestra de Tuqsa. ........................................................................................360
Figura 195. Fragmentos de cráneo porcionadas pertenecientes a la muestra de Tuqsa. ............360
Figura 196. Vértebras cervicales porcionadas pertenecientes a la muestra de Tuqsa. ..............360
Figura 197. Huesos largos fracturados post-cocción pertenecientes a la muestra de Tuqsa. .....361
Figura 198. Porcentaje de los elementos anatómicos pertenecientes a la muestra de Oquenarca.
.................................................................................................................................................361
Figura 199. Representación de tipos de corte-desarticulación pertenecientes a la muestra de
Oquenarca. ...............................................................................................................................362
Figura 200. Textura rugosa de un húmero fracturado (a 40X de aumento) perteneciente a la
muestra de Oquenarca. .............................................................................................................362
Figura 201. Vértebras atlas y axis pertenecientes a la muestra de Oquenarca. .........................363
Figura 202. Huesos largos fracturados post-cocción pertenecientes a la muestra de Oquenarca.
.................................................................................................................................................363
Figura 203. Mapa de ubicación de los distritos de Sicuani y Layo. ..........................................364
Figura 204. Olla con caldo de camélido en el mercado central de Layo. ..................................364
Figura 205. Plato de caldo de camélido en el mercado de Layo. ..............................................365
Figura 206. Pobladores de Layo consumiendo caldo de camélido en el mercado. ...................365
Figura 207. Vendedora de carne de camélido y ovino del mercado central de Sicuani. ...........365
Figura 208. Plato con caldo de ovino en el mercado de Sicuani. ..............................................366
Figura 209. Pobladores de Sicuani consumiendo caldo de ovino en el mercado central. .........366
Figura 210. Porcentaje de elementos anatómicos de camélidos pertenecientes a la muestra de
Layo. ........................................................................................................................................367
Figura 211. Representación de marcas de corte pertenecientes a la muestra de Layo. .............367
Figura 212. Porción de cráneo perteneciente a la muestra de Layo. Vista lateral. ....................368
Figura 213. Porciones proximales de metatarsos fracturados pre-cocción pertenecientes a la
muestra de Layo. Vista plantar. ................................................................................................368
23
Figura 214. Porciones distales de metapodios fracturados pre-cocción pertenecientes a la
muestra de Layo. Vista plantar. ................................................................................................368
Figura 215. Porcentaje de elementos anatómicos de ovinos pertenecientes a la muestra de
Sicuani. ....................................................................................................................................369
Figura 216. Representación de marcas de corte pertenecientes a la muestra de Sicuani. ..........369
Figura 217. Porción de cráneo perteneciente a la muestra de Sicuani. Vista lateral. ................370
Figura 218. Metapodios pertenecientes a la muestra de Sicuani. Vista plantar.........................370
Figura 219. Mapa de ubicación de la comunidad de Cavan, donde se obtuvo la alpaca. ..........371
Figura 220. Húmero de alpaca con fractura helicoidal asociada a carne. .................................371
Figura 221. Esquirlas angulosas de diáfisis de huesos largos, obtenidos en el porcionamiento.
.................................................................................................................................................372
Figura 222. Costillas con fracturas perpendiculares-irregulares. ..............................................372
Figura 223. Infraestructura para la preparación del caldo. Los números indican los puntos de
control de la temperatura. .........................................................................................................373
Figura 224. Temperaturas tomadas a la infraestructura asociada a la preparación del caldo. ...373
Figura 225. Cocción de las porciones anatómicas. Nótese el desprendimiento de la carne. .....374
Figura 226. Infraestructura para la preparación del asado. Los números indican los puntos de
control de la temperatura. .........................................................................................................374
Figura 227. Temperaturas tomadas a la infraestructura asociada a la preparación del asado. ...375
Figura 228. Infraestructura para la preparación de la pachamanca. Los números indican los
puntos de control de la temperatura. .........................................................................................375
Figura 229. Temperaturas tomadas a la infraestructura asociada a la preparación de la
pachamanca. .............................................................................................................................376
Figura 230. Paquetes anatómicos y papa cocidos a la pachamanca. .........................................376
Figura 231. Huesos largos fracturados pre-cocción pertenecientes al caldo. ............................377
Figura 232. Huesos largos fracturados post-cocción pertenecientes al asado. Nótese las zonas
chamuscadas en las epífisis proximales y distales. ...................................................................377
Figura 233. Huesos largos fracturados pre-cocción pertenecientes a la pachamanca. ..............377
Figura 234. Daños causados por hervido en la superficie ósea de la diáfisis de un húmero
derecho (muestra actual) a 2000X. Vista anterior, MEB. .........................................................378
Figura 235. Daños causados por hervido en la superficie ósea de la diáfisis de Ind. Hueso largo
(muestra arqueológica) a 2000X. Vista anterior, MEB.............................................................378
Figura 236. Daños causados por exposición directa al fuego en la superficie ósea de la diáfisis
de un húmero izquierdo (muestra actual) a 2000X. Vista anterior, MEB. ................................379
Figura 237. Daños causados por exposición directa al fuego en la superficie ósea de la diáfisis
de un radio-ulna izquierdo (muestra arqueológica) a 2000X. Vista lateral, MEB. ...................379
24
Figura 238. Daños causados por la pachamanca en la superficie ósea de la diáfisis de una tibia
derecha (muestra actual) a 2000X. Vista anterior, MEB. .........................................................380
Figura 239. Borde liso de la diáfisis de un hueso largo indeterminado relacionado a la técnica
del hervido (muestra actual) a 200X. MEB. .............................................................................380
Figura 240. Borde liso de la diáfisis de un hueso largo indeterminado (muestra arqueológica) a
200X. MEB. .............................................................................................................................381
Figura 241. Borde rugoso de la diáfisis de un húmero relacionado a la técnica de la exposición
directa al fuego (muestra actual) a 200X. MEB. ......................................................................381
Figura 242. Borde rugoso de la diáfisis de un hueso largo indeterminado (muestra arqueológica)
a 200X. MEB. ..........................................................................................................................382
Figura 243. Porciones de las unidades anatómicas expuestas a la técnica del hervido en
diferentes tiempos: A) Radio-ulna distal, B) Radio-ulna proximal, C) Húmero distales y D)
Húmero proximal. ....................................................................................................................382
Figura 244. Daños causados por la exposición a la técnica del hervido durante 1 hora a 1000X.
Diafisis de radio-ulna, porción distal, vista anterior. MEB.......................................................383
Figura 245. Daños causados por la exposición a la técnica del hervido durante 2 horas a 1000X.
Diafisis de radio-ulna, porción proximal, vista anterior. MEB. ................................................383
Figura 246. Daños causados por la exposición a la técnica del hervido durante 3 horas a 1000X.
Diafisis de humero, porción distal, vista anterior. MEB. ..........................................................384
Figura 247. Daños causados por la exposición a la técnica del hervido durante 4 horas a 1000X.
Diafisis de humero, porción proximal, vista anterior. MEB. ....................................................384
Figura 248. Diagrama de dispersión de los valores de δ13C y δ15N asociados a las técnicas
culinarias aplicadas a una alpaca actual. ...................................................................................385
25
INTRODUCCIÓN
26
Secular indujo la creación de un aparato burocrático especializado para negociar con los
señores de la ZUM.
Para tal efecto, el trabajo que aquí desarrollamos consta de 8 capítulos. En el capítulo 1,
se presenta de manera general el contexto de investigación que comprende los
antecedentes, el desarrollo de la base teórica y la problemática. El capítulo 2 está
relacionado a los materiales y métodos de análisis, explicando las principales estrategias
metodológicas aplicadas al estudio. El capítulo 3 se dedica a la presentación de los
resultados sobre las diferentes estrategias de explotación de camélidos seguidas en la fase
III y IV. En el capítulo 4, se muestran los trabajos etnográficos referidos a las modalidades
27
culinarias relacionadas al consumo de carne de camélido. El capítulo 5 está referido a las
simulaciones experimentales por la aplicación de distintas técnicas culinarias. En el
capítulo 6, se discute de manera transversal los principales resultados obtenidos. Por otro
lado en el capítulo 7, se desarrolla las conclusiones respectivas. Por último, en el capítulo
8 se plantean algunas recomendaciones con respecto al estudio de camélidos.
28
CAPÍTULO I. CONTEXTO DE LA INVESTIGACIÓN
1.1. Antecedentes
1.1.1. Estudios sobre camélidos en la costa norte antes del periodo Mochica
Antes de la llegada de los camélidos, las primeras ocupaciones en la costa (10 000-8000
años a.C.) basaron su subsistencia en los recursos marinos, principalmente moluscos,
crustáceos, gastrópodos, peces y eventualmente plantas estacionales como parte de las
actividades de recolección (Hastorf 2006; Lumbreras et al. 2010). Según los estudios
paleoecológicos (Sandweiss et al. 2007), entre el año 4000 a.C y 1500 a.C., las
condiciones climáticas fueron más estables y optimas permitiendo la ocupación de las
desembocaduras de los rios y los valles costeros, para el desarrollo de la agricultura y el
incremento progresivo de los estándares culturales a través de la antropogenización y
domesticación de la geografía costera.
A partir del 450 a.C. la presencia de camélidos comienza a ser más abundante en los sitios
costeños (Wing 1985). Se inicia el control de los rebaños localmente para ser utlizados
en el transporte, la alimentación y en el sistema religioso como ofrendas en los contextos
funerarios. El aumento en el consumo de camélidos en numerosos sitios costeros sugiere
una mayor dependencia de los productos provenientes de la sierra, los cuales, fueron
confirmados a partir del análisis de los restos orgánicos (Bonavia 1996). Como es el caso
30
de la mayoria de sitios, en la Huaca La Merced en el valle de La Leche, se ha evidenciado
concentraciones de restos óseos de camélidos en estratos relacionados a las etapas tardías
del Horizonte Temprano (Shimada y Shimada 1985).
Asimismo, las investigaciones de Szpak (2013) sobre isotopos estables de δ13C y δ15N del
colágeno óseo y la queratina del pelo, obtenidas de muestras relacionadas a entierros de
camélidos en La Huaca Santa Clara y Huaca Gallinazo en el valle de Virú asignadas al
grupo Gallinazo, revelaron una dieta predominante de plantas C4 provenientes de
productos y subproductos derivados del cultivo de maíz, lo cual, podría demostrar el uso
de estrategias diferenciales para el aprovisionamiento del forraje con el fin de mantener
a los camélidos cerca del valle.
Por su parte, Kent et al. (2009) han registrado elementos arquitectónicos cerrados
pertenecientes a corrales realizados a partir de pircas con evidencias de coprolitos en su
interior correspondientes al sitio de Santa Rita B en el valle medio de Chao. Asimismo,
se han identificado entierros de camélidos jóvenes, tiernos y neonatos de 3 meses de edad,
lo cual, sugiere una crianza y manejo de rebaños local durante el Intermedio temprano.
31
camélidos llevando hombres, parejas de animales copulando, crías con sus madres, entre
otras formas (Bonavia 1996).
Al respecto, Gumerman (1991) sugiere que el consumo de camélido estaba reservado para
la élite mochica a partir del análisis de los entierros humanos. Del mismo modo, Lockard
(2005) ha demostrado un alto porcentaje de restos de camélidos durante la ocupación
mochica en Galindo (600-800 años d.C.) asociada a las residencias de élite (León 2013).
Por otro lado, Dufour et al. (2014) realizaron análisis de isotopos estables de δ13C y δ15N
obtenidos del colágeno óseo y el carbonato estructural del esmalte dentario de muestras
pertenecientes a la plataforma Uhle de las Huacas de Moche y El brujo, en el valle de
Moche y Chicama respectivamente, con el fin de observar la dieta, los lugares de crianza
y la movilidad de los camélidos. Los resultados han mostrado que los camélidos fueron
criados en las partes bajas y medias de los valles a partir de los tres años de edad, donde
se implementaron una serie de estrategias para su mantenimiento, asimismo, los valores
muestran que el maíz jugó un papel importante en la dieta de los rebaños.
32
Igualmente, los trabajos de Szpak (2016) en el sitio de Huancaco localizado en el valle
de Virú asociados al Intermedio temprano (550-680 años d.C.), han demostrado, a través
del análisis isotópico de δ13C y δ15N de la queratina del pelo y del colágeno óseo, que los
camélidos sacrificados asociados al abandono del sitio, así como los camélidos
relacionados a la ocupación del lugar tienen un rango dietario atribuible a la
administración de individuos provenientes de diferentes rebaños que pastaban en el valle
y en hábitats de altura.
Con respecto a las actividades pecuarias, Strong y Evans (1952) han observado la
presencia de coprolitos de camélidos en las habitaciones y alrededor de la Huaca de la
Cruz en el valle de Virú. De la misma manera, se ha reportado la posible presencia de
concentraciones de coprolitos en las partes altas del valle de Moche, en el sitio de La Poza
(Bonavia 1996).
En el mismo sentido, Bonavia (1996) reporta que en la localidad de Los Paredones a 500
m aproximadamente del Conjunto El Brujo existe un osario de camélidos que alcanza
hasta 1 m de espesor que contiene alrededor de 50 individuos enterrados, el cual podría
pertenecer a un periodo Mochica tardío u Horizonte Medio.
33
En definitiva, se ha demostrado que en el periodo Mochica se han implementado
diferentes modalidades de crianza, con la finalidad de diferenciar las especies y
determinar su función social. De tal modo, que la importancia cada vez más relevante de
los camélidos en la costa peruana alcanza una mayor estabilidad y recurrencia a partir del
periodo Intermedio temprano (Shimada y Shimada 1985).
Las primeras investigaciones sobre la subsistencia de los pobladores del valle de Moche
fueron llevados a cabo por Pozorski (1979) sugiriendo que los habitantes de las Huacas
de Moche eran dependientes de la carne de camélido, el cual era controlada y distribuida
por el estado Mochica. El análisis de los restos orgánicos recuperados en los basureros de
los espacios domésticos y ceremoniales mostró una representación del 90% de elementos
óseos de camélidos.
Desde el año 1997 hasta la actualidad, Vásquez y Rosales realizan el estudio de los restos
orgánicos provenientes del Complejo Arqueológico Huacas del Sol y de La Luna,
proporcionando información sobre el aprovechamiento de camélidos en el periodo
Mochica a través del análisis del perfil biológico, marcadores tafonómicos y osteometría.
Los resultados alcanzados muestran la identificación de alpacas (Vicugna pacos)
predominantemente, seguido de llamas (Lama glama) y eventualmente vicuñas (Vicugna
vicugna) y guanacos (Lama guanicoe) demostrando el uso de rebaños mixtos.
34
las regiones vertebrales y ejemplares pertenecientes al cráneo en los contextos domésticos
pertenecientes a la Zona Urbana Moche (Vásquez et al. 2001).
Por otro lado, Vásquez et al. (2012) realizaron análisis isotópico de δ13C y δ15N obtenidas
de las primeras falanges de llama y alpaca de la Zona Urbana Moche. Los resultados
indican que el consumo se basó en plantas marinas, posiblemente algas, y plantas C 4 tales
como maíz y plantas propias de las lomas. Además, se discute sobre la existencia de
indicios isotópicos del consumo de plantas C3, de esta manera se fortalece la hipótesis de
una crianza local y mixta de rebaños de camélidos a disposición de la sociedad Mochica.
Por su parte, el análisis de la industria ósea realizado por Rosales (2015 y 2017) ha
definido 11 familias, 20 tipos y 31 subtipos, de los cuales, la familia de los apuntados es
el más representativo, seguido por la familia de los perforados y piezas tecnológicas. A
partir de los elementos óseos de camélidos se ha determinado la preferencia de diáfisis de
huesos largos (especialmente la tibia) y lascas como soportes para la elaboración de útiles
óseos, con una buena concentración en los CA 35, CA 17 y CA 12. La cantidad de piezas
tecnológicas en los contextos domésticos se asocian a la preparación de piezas óseas para
la fabricación de útiles, la mayoría de objetos apuntados habrían sido utilizados en el
tratamiento de cueros y los útiles perforados se destinaron principalmente al uso
ornamental.
La dieta de los residentes del CA 35 tenía un alto nivel de proteínas y calorías la cual se
encontraba conformada en su mayoría por recursos marinos y terrestres con una gran
variedad de especies (Tello, et al., 2001). La principal fuente de carne fue proporcionada
por los mamíferos (70.3%), peces (25.6 %) y aves (0.1%), según el Número de
Especímenes Identificados (Vásquez y Rosales 2012a). Los camélidos son los mamíferos
35
con mayor presencia en los diferentes estratos y contextos pertenecientes al CA 35
(Vásquez y Rosales 2008c, 2012a, 2013b).
El estudio de los patrones de edad realizados por Vásquez y Rosales (2012a, 2013b y
2016) muestran la presencia de individuos tiernos (entre 4,8% y 19.2%), juveniles (entre
28,9% y 57.1%) y adultos (entre 38,1% y 50.9%). Esta tendencia correspondería a un
perfil atricional donde los individuos juveniles y viejos estan mejor representados.
Asimismo, se considera un manejo pastoril que atiende a la necesidad de mantener el
equilibrio de los individuos de los diferentes sexos ofreciendo una alternativa rentable
para la obtención de carne.
En cuanto a la dieta, Vásquez et al. (2012) han realizado análisis de isotopos estables de
δ13C y δ15N tomando en cuenta tres muestras pertenecientes a la fase Mochica IV del CA
35, de los cuales 2 son de llama (muestras 321 y 444) y 1 es de alpaca (muestra 168). Los
resultados revelan que la muestra 321 tuvo una dieta basada en plantas C 4 en su mayoría,
por otro lado, la muestra 444 mostró una dieta mixta de plantas C 4 y C3, por su parte, la
muestra 168 ha demostrado valores intermedios que podrían corresponder al consumo de
plantas marinas. De esta manera, se discute la crianza local en habitats de baja elevación.
36
De otra parte, el análisis de la industría ósea realizado en el CA 35 ha demostrado la
presencia de piezas seccionadas, piezas tecnológicas, piezas escultóricas y piezas
perforadas, así como instrumentos con la parte activa aguda y roma siendo los más
representativos las agujas y las escápulas (Vásquez y Rosales 2012a, 2013b, 2016;
Rosales 2015, 2017). La preferencia de útiles realizados en base a soportes pertenecientes
a la diáfisis de huesos largos, se relacionaría a la importancia de los camélidos como un
recurso versátil en la ZUM.
El desarrollo de la cultura Mochica, muestra dos regiones, Sur (valles desde Piura a
Jequetepeque) y Norte (valles desde Chicama a Huarmey), separadas por la pampa de
Paiján con una ocupación diferenciada y presencia de cerámica con matices regionales
probablemente relacionados por la expansión de una gran entidad política (Castillo y
Donnan 1994). Los mochicas del Sur, denotan un desarrollo paralelo a la secuencia de
estilos cerámicos (I-V) propuesta sistemáticamente por Larco (1945), comportándose
como un estado unificado que se expandió durante las fases III y IV, y cuya capital se
encuentra en las huacas del valle de Moche, donde surgió el primer estado territorial en
la costa norte (Uceda y Meneses 2016).
Asimismo en esta fase, la división del territorio mochica en entidades locales sugiere el
desarrollo de políticas regionales centradas en valles individuales, cuya explotación de
recursos permitió un gran auge económico entre los distintos valles costeros dominados
por los principales productores. Según Rosas (2007) esta tendencia habría traído consigo
cierta libertad a la población así como problemas en la manutención de las instituciones
estatales, debido a la complejización sociopolítica que en muchos casos fueron
incontenibles para los líderes regionales, quienes habrían implementado diferentes
medidas tales como la inflexión en el control ideológico o la confrontación militar.
38
1.2.1.2. Cambios socioeconómicos en el complejo arqueológico Huacas del Sol y de
la Luna durante las fases Mochica III y Mochica IV
El colapso del Estado Teocrático se debió al debilitamiento de las élites que ostentaban
el poder por factores ambientales y presiones sociales externas como el posicionamiento
de grupos culturales que comenzaron a tomar importancia ganando adeptos y erigiendo
un enclaves urbanos en los distintos cuellos de valle (Castillo y Uceda 2008). En el valle
de Moche dichos cambios trajeron consigo el abandono del Templo Viejo y el desuso de
ciertos íconos en la temática religiosa, ejemplificados por el mural denominado “La
rebelión de los artefactos” que según Uceda (2005) marca el cambio de un periodo
sociocultural a otro.
39
Durante la fase Mochica IV (650-850 d.C.) ocurrieron grandes cambios en la
organización tecnológica que están vinculados a los procesos de cambio de subsistencia
y a la generación de nuevas formas económicas que permitieron la emergencia de un
Estado Secular (Uceda y Meneses 2016) con una práctica sociopolítica que incluye un
aparato burocrático especializado (Tantaleán 2005). De acuerdo con Uceda y Meneses
(2016) una expresión importante es el intento de construir el Templo Nuevo incorporando
elementos arquitectónicos utilizados en el Templo Viejo como respuesta a la reducida y
debilitada elite sacerdotal.
De esta forma, la falta de capacidad centralizadora emanada desde el valle de Moche para
hacer ejercicio del poder conllevó a un gradual desprestigio político y a una pérdida de
los territorios sureños anexados (Bawden 1994, 1995). Por su parte, los centros urbanos
muestran un mayor crecimiento espacial y producción artesanal con una marcada división
social. Asimismo, con el desarrollo de una ideología individualizadora, en ausencia de un
sistema administrativo complejo, la estructura social dependió de las acciones de
negociación a fin de evitar la tensión social y el conflicto de intereses por parte de los
líderes Mochica y la población base.
Los Sectores Urbanos y Conjuntos Residenciales cuenta con una extensión de 500 m de
ancho aproximadamente (Fig. 2). Limita con el Cerro Negro por el norte, al sur con la
calle 3 y al este con la calle 1, su límite oeste aún es desconocido (Uceda 1997, 2005).
Está conformado por plazas públicas, un espacio nuclear, barrios, espacios productivos y
estructuras habitacionales acondicionadas sobre plataformas divididas en 5 sectores: C,
D, E, F y G (Uceda 2005; Canziani 2009). La trama urbana exige ciertos niveles de
planificación, como la presencia de espacios públicos; un sistema de circulación por
medio de avenidas y callejones, que a su vez define ejes de articulación urbana y la posible
delimitación en sectores.
Los espacios domésticos probablemente fueron ocupados por grupos grandes, familias
extensas o familias nucleares asociados en grupos corporativos, permitiendo la creación
de unidades arquitectónicas discretas (van Gijseghem 2001). De tal modo que la co-
habitabilidad de los grupos familiares implicó una variedad y complejidad en la reducción
y distribución de recursos y roles de trabajo, lo cual permite adquirir y mantener un estatus
social (Nielsen 2001).
Durante la fase Mochica III, la vida de los pobladores del sector urbano estaba supeditada
a los intereses y necesidades del estado y la élite sacerdotal que legitimaba su poder
mediante la manipulación ideológica (Uceda y Meneses 2016). De modo que, la
formación y evolución de complejos hogares inter-generacionales es una estrategia
económica efectiva para lograr y mantener el estatus socioeconómico a largo plazo (van
Gijseghem 2001).
41
permitiendo el control de la producción en las residencias (Uceda 2005). En este sentido,
el poder adquisitivo y la emergencia de algunas elites en el sector urbano se deben a la
acumulación de mercancías, y por tanto, el enriquecimiento de los señores del núcleo
urbano (Uceda y Meneses 2016).
La domesticación de los camélidos en los Andes generó una fuente estable de suministros
tales como carne y fibra, así como el transporte de bienes por medio de caravanas
(Mengoni 1996; Wheeler 1999; Moore 2016). En un sentido biológico, las relaciones de
domesticación seguidas por las diferentes sociedades pueden caracterizarse en términos
de mutualismo y comensalismo (O'Connor 1997). En el primer caso, existe un beneficio
para ambas especies, generalmente, vinculados a una sociedad que depende del pastoreo
de animales para su subsistencia. Por otra parte, una relación de comensalismo, beneficia
sólo a los grupos humanos, sin beneficiar ni perjudicar a los animales, en este escenario
se ubican a las sociedades complejas que han desarrollado un control económico sobre
una gama de recursos naturales para su explotación.
42
Estas medidas permiten satisfacer la demanda de los diferentes segmentos particulares de
la sociedad con productos primarios como carne y fibra, para ser destinados a la
fabricación u obtención de ciertos bienes, tales como textiles o ch’arki. De esta manera,
la especialización económica de la explotación animal permite el aprovisionamiento de
diversos bienes para el consumo de los especialistas, burócratas y élites mediante el
desarrollo de sistemas directos e indirectos (Mengoni 2013; Capriles y Tripcevich 2016;
Hastorf 2017).
De tal forma que indagar específicamente sobre las prácticas asociadas con la explotación
de los recursos faunísticos, especialmente dentro del sistema de aprovechamiento de los
productos primarios derivados de los camélidos para el consumo, requiere la realización
de estudios zooarqueológicos y su conexión con el resto de factores que forman el sistema
de explotación y organización de recursos y los diferentes agentes tafonómicos que están
involucrados con la transformación de los animales en alimento y la formación del
registro arqueofaunístico (Díez-Fernández 1992; Lyman 1994).
1.2.2.1. Producción
43
zonas de alimentación y hacer prevalecer el derecho de propiedad individual y comunal
sobre los animales del rebaño y el territorio de pastoreo (Moore 2016; Hastorf 2017).
1.2.2.2. Consumo
Las prácticas relacionadas al consumo son uno de los comportamientos cotidianos a partir
de los cuales los grupos se distinguen y estructuran alrededor del centro del poder político
(D'Altroy y Hastorf 2002; Marschoff 2012b). La transformación de los animales en
productos consumibles, pueden ser comprendidos como procesos socieconómicos que
involucran personas, bienes y contextos de uso para adquirir el estatus de alimento (De
Garine y Vargas 2006; Mengoni 2013). En este sentido, el consumo es una experiencia
social que toma diferentes matices en los ámbitos públicos, privados, ceremoniales y
44
familiares dotando de un posicionamiento social de acuerdo a las jerarquías políticas que
definen a los distintos sectores de las sociedad y normalizan toda practica vinculada a su
ejercicio (Grant 2002; deFrance 2009; Fitzgerald 2015).
Por otro lado, uno de los principales agentes de transformación de los alimentos es la
cocina, la cual se asocia a la esfera familiar y a las actividades culinarias (Klarich 2010;
Ávido 2012). Con el uso de estructuras de combustión, las partes anatómicas ingresadas
como unidades de cocción son alteradas bajo la aplicación de calor directa o
indirectamente, de manera que sean agradables al paladar y permitan una digestión fácil
(De Garine 1995; Marschoff 2012a). Los cambios producidos pueden notarse en los
elementos óseos de manera diferencial bajo aspectos físicos y químicos. Desde un punto
de vista socioeconómico, la cocina permite vincular de manera específica la esfera
doméstica y las economías políticas regentes (Dietler y Hayden 2001).
Por ende, el acceso diferencial a grupos de camélidos de edad, sexo y especie distintos,
así como paquetes anatómicos, de mayor o menor valor cárnico, obedece a la práctica de
políticas económicas, los cuales, favorecen a segmentos sociales que ostentan el poder o
aseguran la permanencia de determinadas élites (Brumfield 1991; deFrance 2009;
Mengoni 2013). Asimismo, toda acción que se deriva de las diferencias en el consumo de
animales afecta el modo de procesamiento y preparación de los alimentos (Gumerman
1997; Klarich 2010).
45
1.2.2.3. Desecho
Los miembros de una sociedad no solo definen y producen desechos, también deciden
como disponer de ella, incorporando medios culturalmente definidos de deposición
frecuente que varían dentro de cada sociedad e incluso en un determinado tiempo y
espacio (Gumerman 1997; Montón-Subias 2005).
Los residuos orgánicos desechados, incluyendo los restos óseos, una vez acabada su
utilidad social, pueden generar desechos primarios y secundarios (Schiffer 1990, 1991,
2010). Los desechos primarios se ubican en el mismo lugar de uso o consumo, mientras
que los desechos secundarios se refieren a aquellos que fueron transportados a espacios
diferentes a su lugar de origen, generalmente asociados a la limpieza de los recintos. En
ambos casos, los desechos son susceptibles a cambios de carácter cultural y natural,
quienes se combinan para producir depósitos arqueológicos. Asimismo, bajo esta
perspectiva, la reutilización de restos óseos para la fabricación de útiles en la industria
ósea, puede ser entendida como una actividad de reciclaje (o desecho provisional) que
implica un cambio de uso social, tras la transformación formal del desecho.
Los cambios culturales y naturales, observados a partir de los restos óseos, pueden ser
abordados desde un punto de vista tafonómico, que involucra un estudio detallado de los
procesos de transición de organismos desde la biósfera (específicamente comunidades
vivas en el pasado) a la litósfera (restos de organismos en el contexto arqueológico de la
actualidad) (Lyman 1994; Yravedra 2006; Reitz y Wing 2008). Los principales agentes
tafonómicos que actúan en la transformación del registro óseo pueden ser clasificados
como antrópicos, biológicos y naturales de carácter no biológico (Yravedra 2006). Los
46
cuales, pueden actuar de manera diferencial en las acumulaciones de restos óseos
generando horizontes tafonómicos, delimitando regiones, zonas y depósitos con rasgos
de índole particular o general de acuerdo a la intensidad, redundancia o semejanza de las
afectaciones tafonómicas.
En este escenario, los restos orgánicos en las unidades domésticas provienen de las
actividades relacionadas a la alimentación, pasando por una serie de cambios que afectan
su estructura desde su obtención hasta su deposición (Yravedra 2006). Por esta razón, los
restos óseos desechados pueden ser gestionados en lugares espaciales específicos dentro
del área doméstica y sufrir una serie de alteraciones tafonómicas de forma individual o
colectiva, ofreciendo así, un soporte de rasgos que permiten caracterizar los depósitos
arqueológicos y su formación.
1.3. Problemática
Los programas arqueológicos adscritos al estudio del fenómeno Mochica han demostrado
cambios de orden espacial y temporal en cada esfera de desarrollo, ejemplificado por
47
distintos indicadores, tales como el crecimiento demográfico, la estratificación social, el
incremento en la producción de recursos, entre otros. De esta manera, las investigaciones
sobre el aprovechamiento de los camélidos en el periodo Mochica han destacado de un
modo cada vez más creciente, el reconocimiento de estrategias particulares en el manejo
de los rebaños para satisfacer una serie de necesidades en los ámbitos social, económico
y religioso.
En el valle de Moche, tales cambios se han mostrado de manera más intensa durante las
fases III y IV, asociada a la decadencia de un Estado Teocrático y la asunción de un
Estado Secular con un aparato burocrático especializado (Uceda y Meneses 2016). Por
consiguiente, los modelos de pastoreo propuestos sugieren la intervención del estado
Mochica en la asignación de pastos para la alimentación de los camélidos, el control de
especies con funciones específicas y la disposición de camélidos adultos y juveniles en el
consumo (Pozorski 1976; Vásquez y Rosales 2009).
Por ende, con el propósito de aportar en este marco de investigación mediante un caso de
estudio concreto, nos planteamos como problema de investigación:
¿Cuáles fueron las estrategias de explotación de camélidos durante las fases Mochica III
y Mochica IV en el Conjunto Arquitectónico 35?
¿Cuáles fueron las condiciones de producción de los camélidos durante las fases
Mochica III y Mochica IV en el Conjunto Arquitectónico 35?
48
¿Cuáles fueron las preferencias en el consumo de camélidos durante las fases
Mochica III y Mochica IV en el Conjunto Arquitectónico 35?
1.4. Hipótesis
Para la fase Mochica IV, los rebaños son establecidos en ecosistemas costeros,
especialmente valle medio para su disposición local, la proporción de alpacas es más
significativa atendiendo a las necesidades de fibra y carne, así también se incorporan
acciones con el fin de equilibrar los rebaños enfocándose en la explotación de camélidos
juveniles y adultos mostrando una predilección de partes anatómicas con mayor valor
cárnico, por otro lado, las prácticas de desecho obedecen a patrones más homogéneos en
los ambientes del CA 35 con indicios regulares de alteración tafonómica.
El desecho de los restos óseos en la fase Mochica III muestra una afectación
tafonómica de orden ambiental, biológico y antrópico variable debido al uso de
distintos espacios como depósitos de residuos de comida en el CA 35 obedeciendo
a los periodos de reocupación y preparación de pisos. Por otro lado, la
intensificación en el uso espacial del CA 35 en la fase Mochica IV se percibe en
el uso de espacios específicos como contenedores de desechos, asimismo, el
conjunto de agentes ambientales, biológicos y antrópicos se muestra de manera
más homogénea debido a una ocupación continua.
1.5. Justificación
Los aspectos que involucran la explotación de los camélidos desde una perspectiva
diacrónica son relevantes para observar el grado de incidencia de los procesos
socioeconómicos en las actividades de producción de un recurso específico. Por otra
parte, el estudio procura contribuir mediante el análisis de las variables de producción,
consumo y desecho al entendimiento de la formación de los depósitos culturales y
tafonómicos a fin de plantear una vía de integración de los contextos arqueológicos.
Asimismo, mediante la aplicación de diferentes técnicas especializadas caracterizar el
grado de información contenida en los elementos óseos.
1.6. Objetivos
Conocer las estrategias de explotación de camélidos durante las fases Mochica III y
Mochica IV en el Conjunto Arquitectónico 35
51
CAPÍTULO II. MATERIALES Y MÉTODOS
El CA 35, está constituido por áreas de actividad doméstica, contiene 17 ambientes con
un vestíbulo en común, el ambiente 35-8, agrupadas en 2 subconjuntos o unidades
arquitectónicas independientes unidas a través de una sola estructura (Fig. 3).
Su arquitectura está basada en adobes, barro, rellenos y piedra (Tello et al. 2002). Las
fases de ocupación más temprana esta representada por los pisos del 3 al 7 asociados a la
cerámica Mochica III y ocupaciones tardías para los pisos 1 y 2 asociados a cerámica
Mochica IV (Tello et al. 2004; Tello 2005). Ha sido ocupado intensamente durante la fase
Mochica IV, manteniendo la configuración arquitectónica de la fase Mochica III a través
de la transformación constante y continua de los espacios domésticos.
El presente trabajo tiene como objeto de estudio la explotación de los camélidos durante
las fases Mochica III y Mochica IV inferida a través del análisis cualitativo y cuantitativo
de los restos óseos del CA 35 del Complejo Arqueológico de las Huacas del Sol y de la
Luna.
Las fases Mochica III y Mochica IV muestran una serie de cambios socioeconómicos
evidenciada por diferentes líneas de investigación, tales como, la arquitectura
monumental y urbana, los patrones en la producción de cerámica, el acceso a los recursos
y la dieta, entre otros, que proveen de un marco de estudio histórico para el análisis
faunístico tomando como dimensiones la producción y el consumo animal, así como el
desecho de los restos óseos.
52
específico asociado a una fase cultural y representan a una población de restos óseos con
las mismas propiedades y significado estadístico.
2.3.1. Producción
La primera falange es uno de los elementos óseos con mayor abundancia debido a su
buena conservación en los contextos arqueológicos demostrando un alto potencial
resolutivo en la discriminación de los grupos de camélidos sudamericanos (grupo grande:
guanaco y llama, y grupo pequeño: vicuña y alpaca). Asimismo, su estudio goza de una
gran difusión en las investigaciones arqueológicas y permite la comparación de los datos
obtenidos (Kent 1982; Izeta et al. 2009; Vásquez y Rosales 2009; Gasco 2012).
La osteometría realizada para este hueso que está presente en las fases Mochica III y
Mochica IV se basa en las medidas de las cinco variables propuestas por Kent (1982) que
fueron aplicadas a las primeras falanges delanteras y traseras (Fig. 4).
53
conservación del elemento óseo y d) cualquier tipo de patología que pueda cambiar la
morfología ósea.
Los valores métricos fueron obtenidos con un calibrador con una precisión de ± 0.02 y
fueron procesadas en unidades milimétricas (mm) tomadas tres veces para obtener un
promedio y así evitar los sesgos y el solapamiento de los valores (Rosales 1998).
Los datos osteométricos obtenidos fueron ingresados en una hoja de cálculo Excel de
Microsoft Office 2013 y fueron diferenciadas mediante fórmulas de clasificación para
cada especie de acuerdo a los gradientes morfométricos que los caracterizan (Kent 1982).
Otra técnica a considerar fue el uso de las medidas de tendencia central, específicamente
las Medias Geométricas (L´Heureux 2005, 2007; Izeta 2010). Este análisis permite
comparar la predisposición general de los datos osteométricos obtenidos de las primeras
falanges en ambas fases. La MG puede tomarse como una medida general que representa
el tamaño de la falange, obtenida mediante el cálculo de la raíz enésima del producto de
“n” valores de un conjunto de “n” números positivos, bajo la fórmula:
𝑛
√(𝑋1 )(𝑋2 )(𝑋3 ) … (𝑋𝑛 ).
54
Los datos están representados en diagramas de cajas y bigotes para cada primera falange
construidos a partir de los cuartiles 1 (Q1) y 3 (Q3), que concentran los datos con respecto
a su media (Q2) y permiten apreciar la simetría y la equidistancia de los datos (Córdova
2008, Baxter 2016).
Los isótopos son versiones atómicas del mismo elemento químico que difieren en el
número de masa por la cantidad presente de protones (Brown y Brown 2011). Un mismo
elemento químico puede mostrar diferentes isótopos estables e inestables (radioactivos).
Los isótopos estables no experimentan deterioro radioactivo y son abundantes en la
naturaleza, sin embargo, pueden mostrar diferencias significativas asociados a procesos
bioquímicos y geoquímicos (Szpak 2013). Por lo general, los isótopos son absorbidos por
los sistemas biológicos permitiendo su fraccionamiento, primordialmente, por
actividades relacionados a la asimilación.
En el estudio isotópico, los valores del δ13C representan plantas con fotosíntesis que
utilizan el ciclo de tres carbonos (plantas C3), tales como, la mayoría de arbustos, árboles
y la mayoría de hierbas, aquellas que utilizan el ciclo de cuatro carbonos (plantas C4)
donde están plantas como el maíz y varias gramíneas silvestres que viven en bajas alturas,
y aquellas plantas que utilizan un metabolismo denominado CAM (Crassulacean acid
metabolism) que incluyen a las plantas suculentas (cactus, orquídeas y piñas). Por su
55
parte, los índices de nitrógeno elemental varían de acuerdo a la aridez, la altitud y el orden
en la cadena trófica.
Para el presente trabajo se ha elegido los isótopos estables de δ13C y δ15N obtenidas del
colágeno a partir de la diáfisis de la primera falange, teniendo en cuenta la identificación
interespecífica por el análisis discriminante (Kent 1982), con el fin de observar las
estrategias adoptadas en la producción de las distintas especies de camélidos durante las
fases Mochica III y Mochica IV.
56
analizador elemental Termo Flash 1112 acoplado en flujo continuo a un espectrómetro
de masas de relaciones isotópicas Termo Delta V Advantage (Bremen, Germany).
Por otra parte, se ha tomado en cuenta que las relaciones molares C:N del colágeno óseo
debe situarse en los rangos de 2.9 a 3.6 para considerar que el colágeno está bien
preservado y es válido para utilizarlo en estudios de paleodieta (DeNiro y Epstein 1981).
De igual forma, las muestras de colágeno bien preservadas deben presentar rangos de
contenido en carbono relativos al ±13 % y contenidos en nitrógeno relativos al ± 4.8 %
(Ambrosse 1990).
Con los valores obtenidos se procedió a realizar las estadísticas de las medidas de
tendencia central y medidas de dispersión, así como el coeficiente de correlación y a
estimarlos mediante un gráfico bivariado, utilizando los valores de δ 13C y δ15N para cada
especie según las fases Mochica III y Mochica IV. Asimismo, se hizo un diagrama de
cajas y bigotes para los valores de δ13C y δ15N con el fin de determinar la distribución y
la concentración de los datos.
Los camélidos son animales rumiantes que tienen una dieta dura y rica en fibra, por tanto,
necesitan de glándulas parótidas bien desarrolladas y una secreción acuosa permanente
(Fowler 2010). Sin embargo, los productos derivados de la masticación y la interacción
con la saliva pueden generar placas dentales o sustratos que encapsulan residuos de
alimentos, entre otros productos orgánicos e inorgánicos, que se adhieren a los dientes
(Al-Ahmad et al. 2007).
57
El análisis de los microvestigios vegetales en placas dentales forma parte del trabajo
realizado por Vásquez et al. (2018a). La selección de la muestra se realizó a partir de
dientes molares pertenecientes a las fases Mochica III y Mochica IV con el fin de observar
el conjunto de vegetales incorporados a la dieta y las zonas de pastoreo de camélidos,
asimismo, comparar las evidencias con los resultados del análisis isotópico.
Con el propósito de obtener los residuos vegetales en las placas dentales se utilizó un
cepillo de cerda suave para limpiar la zona de extracción, a continuación, se aplicó aire
presurizado para limpiar el polvo adherido. Todas las extracciones se realizaron con una
aguja hipodérmica estéril (una para cada caso) dentro de un tubo Eppendorf de 5 ml
estéril, alrededor de las áreas labial, lingual, mesial y distal del diente con el fin de abarcar
y obtener la mayor cantidad de muestra, esta procedimiento se realizó bajo un
microscopio estereoscópico LW Scientific Mi5 (USA) binocular a 10X de aumento.
En total, se obtuvieron tres tubos Eppendorf con las muestras de residuos vegetales, a los
cuales, se les añadió 3 ml de agua destilada y 1.5 ml de solución salina fisiológica al 5%
con el fin de recuperar la permeabilidad celular de los microvestigios vegetales. Las
soluciones obtenidas se mantuvieron en reposo por un periodo de 72 horas a temperatura
ambiente, con lapsos de 8 horas para realizar agitación mecánica y homogeneizar la
muestra.
En el montaje de las muestras se tomó entre dos y tres gotas de solución homogenizada
para transferirlas a un portaobjetos, al cual previamente se aplicó una gota de glicerina y
agua destilada 1:1 (v/v), la mezcla obtenida es homogeneizada y cubierta con un
cubreobjetos para su visualización microscópica.
58
2.3.1.4. Análisis de microvestigios botánicos en coprolitos
Los coprolitos son heces deshidratas, irreductibles con grados distintos de mineralización,
dependen de su composición y las condiciones de deposición para su conservación en el
registro arqueológico (Glendon 1988; Yagueddú y Arriaga 2010). Los coprolitos
contienen tejidos vegetales, microorganismos, fúngicos y minerales que permiten
aproximarse a la dieta de los animales (Badal y Atienza 2014).
Los camélidos son considerados como rumiantes avanzados con una digestión completa,
hecho que puede dificultar la conservación de algunos microvestigios vegetales para su
identificación (Bonavia et al. 2009). Al respecto, se ha tomado una estrategia de
redundancia en cada muestra para obtener el mayor espectro posible de los microvestigios
presentes.
El análisis microscópico de coprolitos de camélidos forma parte del trabajo realizado por
Vásquez et al. (2018b). Para el presente estudio, se ha seleccionado coprolitos de
camélidos provenientes de la fase Mochica IV atendiendo a su conservación, su
morfología y sus características internas. Para tal propósito, se ha utilizado coprolitos
actuales como material comparativo de la colección escatológica del Centro de
Investigaciones Arqueobiológicas y Paleoecológicas Andinas-ARQUEOBIOS para
permitir la identificación de la muestra (Fig. 6).
59
El análisis microscópico se realizó con un Microscopio Leica DM500 Multisyztem
(Wetzlar, Alemania). La visualización microscópica de granos de almidón, fitolitos,
tejidos foliares, tricomas y pelos, se hizo con luz simple y luz polarizada con aumentos
de 100X y 400X, según el microvestigio botánico. Los restos microbotánicos
identificados fueron medidos en micras con un retículo de medición insertado en uno de
los oculares para su caracterización. Las evidencias diagnósticas a nivel de morfología
vegetal e histológica fueron fotografiadas con una cámara SONY Cybershot de 12
megapixeles, las cuales posteriormente son transmitidas a un dispositivo de
almacenamiento masivo para su posterior identificación taxonómica, ecohistológica y
micrométrica.
El estudio de las paleopatologías óseas de una población animal doméstica reflejan las
estrategias en cuanto al control y cuidado de los rebaños (Chaix y Méniel 2005; Reitz y
Wing 2008). La función zootécnica, el grado de nutrición, la condición genética e incluso
el espacio donde han sido criados los animales pueden determinar alteraciones y
deformaciones en el esqueleto que en ocasiones se manifiesta de manera visible.
2.3.2. Consumo
2.3.2.1. Procesamiento
El procesamiento tiene como objetivo la reducción y modificación del cuerpo del animal
en partes consumibles (Lyman 1994; Yravedra 2006; Reitz y Wing 2008). El estudio de
las modificaciones en la topografía de los restos óseos permite inferir las estrategias
seguidas en la explotación de camélidos. A fin de observar y contrastar de mejor manera
los datos, se ha adoptado una perspectiva formal y funcional en nuestro trabajo.
60
2.3.2.1.1. Técnicas de procesamiento
Las marcas de corte han sido agrupadas según sus características morfológicas
macroscópicas, su ubicación en la topografía ósea, su cantidad y sus rasgos asociados en
cortes primarios y secundarios siguiendo los criterios de Mengoni (1999), Yravedra
(2006) Herrera y Götz (2014) y Fernández-Jalvo y Andrews (2016).
Cortes primarios
Son cortes realizados durante las acciones específicas en el procesamiento del animal.
Los cuales de acuerdo a su disposición y objetivo son divididos en:
Corte-desarticulación
Corte-impacto
Es un corte profundo producido por un golpe contundente de un objeto con filo (Mengoni
1999). Suelen mostrar surcos más anchos con microestrías internas y en algunos casos
desprendimientos de la superficie cortical del hueso (Fig. 8).
Corte-descarne
Está relacionado con la remoción de la carne y periostio, como resultado muestra surcos
irregulares o continuos sobre la superficie de los restos óseos (Fig. 9).
Corte-sierra
61
empleados para liberar la diáfisis para el uso en la industria ósea, aunque también se han
visto para ayudar en la fractura de los restos óseos (Fig. 10).
Cortes secundarios
Los cortes secundarios acompañan a los cortes primarios como acciones colaterales o
complementarias, y nos permiten inferir el tipo de instrumentación utilizado y su eficacia
(Yravedra 2006; Fernández-Jalvo y Andrews 2016). Entre ellos es posible distinguir:
Shoulders
Conocido como “el efecto hombro” son pequeñas estrías paralelas a la incisión principal,
realizadas por la irregularidad del instrumento (Fig. 11).
Barbs
Son estrías finas y cortas que divergen al comienzo o al final de la incisión principal (Fig.
12)
Lenguetas
Splitting
Conocidas como hendiduras, son trazos que salen de la incisión principal de manera
divergente o paralela (Fig. 14).
Microestrías
Son incisiones finas ubicadas en el interior de las marcas formadas por los cortes
principales (Fig. 15).
Impresiones
Es una huella ocasionada por la presión de un objeto punzante sobre la superficie (Fig.
16).
62
2.3.2.1.1.2. Patrones de fractura
Indicadores de fracturación
Color de la fractura
Contorno de la fractura
El contorno está compuesto por segmentos, planos o paños que se forman tras la fractura
del hueso, estos pueden tener diferentes direcciones, según su posición respecto al eje
63
longitudinal del hueso (Alcántara et al. 2006). El contorno ha sido siempre la
característica básica para la determinación morfológica de las fracturas.
Contorno helicoidal
Contorno transversal
Contorno longitudinal
El contorno es paralelo al eje longitudinal del hueso (Lyman 1994). Este tipo de contorno
es muy común en huesos fracturados al seco o fosilizados (Fig. 19).
Contorno diagonal
El contorno diagonal muestra un plano oblicuo con respecto al eje longitudinal del hueso
las dos fragmentos que se obtienen están en el mismo plano sin girar en espiral (Fig. 21).
Está compuesto de un plano oblicuo con respecto al eje longitudinal del hueso
interrumpido por un segmento longitudinal (Fig. 22).
Este contorno está compuesto de planos oblicuos discontinuos que forman picos de altura
variable a modo de dientes de una sierra (Fig. 23).
Contorno festoneado
Está compuesto por una serie de planos semicirculares o curvas a lo largo del contorno
que se superponen (Fig. 24).
64
Ángulo de la fractura
El ángulo de la fractura está formado por la intersección de una línea que parte de la
sección cortical y otra de la sección medular del paño de la fractura (Fig. 25). A partir de
los trabajos de Villa y Mahieu (1991), Lyman (1994), Outram (2002) y Yravedra (2006),
estos son clasificados en:
Ángulo agudo
Ángulo obtuso
Ángulo recto
Textura lisa
Muestra un aspecto suave, homogéneo y pulido (Johnson 1985; Villa y Mahieu 1991;
Lyman 1994; Yravedra 2006) muy parecido al borde de un plástico roto (Outram 2002).
Es resultado del contenido orgánico cuando se fractura un hueso en estado fresco (Fig.
26).
Textura rugosa
Tiene una apariencia áspera, rugosa, granular y heterogénea con áreas cóncavas y
convexas (Johnson 1985; Lyman 1994; Yravedra 2006) muy parecido al borde de un
fragmento de cerámica fragmentada o una galleta rota (Outram 2002), resulta de la falta
de contenido orgánico en los huesos en estado seco (Fig. 27).
65
IFF (Índice de Fractura Fresca)
En caso de la aplicación del IFF (Índice de Fractura Fresca), se han seleccionado las
fracturas en la diáfisis de los huesos largos y asignado un valor numérico a cada
combinación de atributos, de 0 a 2, siguiendo los criterios de Outram (2002). Si las
fracturas fueron producidos en estado fresco los valores se aproximan a 0, en caso la
fractura se produjo en estado seco se otorgan valores cercanos a 2.
Los valores obtenidos son sumados obteniendo valores entre 0 y 6, el primero denota la
fracturación de los elementos en estado fresco y el segundo es atribuido a los elementos
óseos fracturados en estado seco.
Marcas de percusión
Las marcas de percusión son todos aquellos atributos relacionados con la fractura
intencional de los elementos óseos. Para caracterizar las marcas relacionadas con el
percutor y el punto de impacto nos basamos en los trabajos de Johnson (1985), Lyman
(1994), Mengoni (1999), Yravedra (2006) y Fernández-Jalvo y Andrews (2016).
Las marcas relacionadas con el percutor dejan hoyos irregulares los cuales pueden estar
acompañados de hendiduras internas (Mengoni 1999). En caso se haya utilizado un
soporte para la fractura se pueden observar marcas de contragolpes en la superficie del
elemento óseo. Por otro lado, la irregularidad del percutor puede dejar marcas de estrías,
que se presentan de forma agrupada y direccionada.
66
impacto generan fisuras, que se desplazan al tejido esponjoso, dependiendo de su
contenido orgánico.
Con el fin de observar los daños producidos por la percusión se ha realizado la toma de
imágenes con el Microscopio Electrónico de Barrido (MEB).
Tipos de esquirlas
Las esquirlas son fragmentos del elemento óseo que se desprenden por acción de la
fractura intencional de los elementos óseos (Johnson 1985; Blumenschine 1986; Mengoni
1999).
Lascas
Son fragmentos óseos que presentan plataforma y bulbo de percusión (Fig. 28).
Astillas
En general son fragmentos óseos alargados provenientes de las diáfisis de los huesos
largos (Fig. 29).
Cilindros
Sacrificio
67
occipitales y cara dorsal del atlas con un instrumento en punta. No se ha considerado la
Ch’illa debido a que no deja marcas específicas en los huesos (Miller 1979).
Degollamiento
Despellejamiento
Evisceramiento
El evisceramiento consiste en retirar las vísceras del animal, esta etapa puede dejar marcas
en la cara ventral de las costillas y vértebras dorsales.
Desmembramiento
Destazamiento
Porcionamiento
Industria ósea
Este tipo de alteraciones son causadas por la aplicación de calor directa o indirectamente
sobre el elemento óseo. El grado variable de las termoalteraciones está relacionado con
las actividades de cocción de la carne (Russell 2012). En nuestra investigación se ha
considerado la caracterización de dos tipos de termoalteración:
Hervido
69
2.3.2.3. Índices de consumo
Debido al bajo margen de error obtenido en el análisis dentario, las edades fueron
agrupados de acuerdo a los diferentes estados de desarrollo de los camélidos: crías (0-1
año), juveniles (1 - 2.5 años), subadultos (2.5 - 3 años), adultos (3 - 7 años) y seniles (>
7años) siguiendo los criterios de Wheeler (1999) y Fernández (2017).
70
La fórmula aplicada se deriva de una distribución teórica específica obedeciendo al nivel
estadístico de 0.05 que permite evaluar la concordancia probabilística muestral. Para lo
cual, siguiendo a Shenan (1992) se debe proponer, en un nivel inferencial, una hipótesis
nula (H0) y una hipótesis alternativa (H1). En nuestro análisis se ha definido:
Por otra parte, se consideró el estudio de los periodos de fusión de los elementos óseos
basado en los cronogramas de Kent (1982), Wheeler (1999) y Miller (2003) agrupadas
bajo los criterios de Mengoni (2013) que compatibiliza las discrepancias de los
cronogramas propuestos por los distintos autores, los cuales se comprenden de fusiones
tempranas (<12-18 m), fusiones intermedias (<18-36 m) y fusiones tardías (<36-48 m).
Para tal efecto, las categorías utilizadas en los estados de fusión ósea fueron: sin fusión,
parcialmente fusionado y fusionado. En caso de que un elemento óseo mostrara dos
estados de fusión, se seleccionó el de menor intervalo posible. Por otra parte, se ha
considerado de manera especial a aquellos huesos que pertenecen a camélidos neonatos.
71
2.3.2.3.3. Representación anatómica
Peso
El NISP está compuesto por el número total de fragmentos reconocibles según los
atributos morfológicos de cada elemento, el cual permite una primera aproximación a la
explotación de elementos anatómicos dentro de un conjunto óseo (Grayson 1984; Lyman
2008).
Utilidad anatómica
Asimismo, el índice de secado de las partes anatómicas puede ser visto en terminos de un
consumo inmediato y diferido que se relacionan a la disponibilidad de los productos de
72
acuerdo al lapso transcurrido desde el sacrificio de los camélidos. Para tal efecto, se ha
tomado los ejemplares con asociación anatómica específica agrupados en razon del
agrupamiento anatómico propuesto en el trabajo de Mengoni (2013), el cual valora a los
elementos anatómicos en razón de su rendimiento productivo.
73
óseo por las veces que está representado en un esqueleto de camélido completo para
obtener el MAU (Número mínimo de unidades anatómicas), una vez normalizado, esta
medida es estandarizada con el MAU% en una escala que va de 1 a 100, respecto al
elemento óseo con el MAU más alto.
Para el presente estudio se ha tomado como referencia un camélido con un peso estandar
de 92 Kg, el cual es el peso promedio entre alpacas (55-65 kg) y llamas (90-155 kg)
actuales. Seguidamente, se obtuvo un valor de 55 kg que corresponde al peso de la carcasa
(cuerpo del animal sin cuero y visceras) que se aproxima al 60% del peso total.
2.3.3. Desecho
74
se ha identificado la recurrencia de agentes tafonómicos naturales, biológicos y antrópicos
no directos con el fin de generar grupos de afectación de carácter individual y general en
los elementos anatómicos de acuerdo a su disposición en el esqueleto axial y apendicular.
Para tal fin, se ha tomado en cuenta la disposición de los pisos y relleno de pisos del CA
35 durante las fases Mochica III y Mochica IV. De esta manera, es posible inferir los tipos
de acumulación deposicionales y postdeposicionales y evaluar su pertenencia a eventos
diferenciales de desecho.
Meteorización
La meteorización es la destrucción del elemento óseo por agentes físicos y químicos que
operan en la superficie y en la matriz del sedimento (Yravedra 2006). En nuestro trabajo
utilizaremos los estadios propuestos por Behrensmeyer (1978) y aplicados en esqueletos
de guanaco por Massigoge et al. (2008). Los estadios considerados son:
Estadio 1
Estadio 2
Aspecto fibroso y pérdida del tejido compacto con una profundidad relativa, con
agrietamientos de bordes redondeados.
Estadio 4
Estadio 5
Concreción
Abrasión
Marcas de pisoteo
El pisoteo es la consecuencia del arrastre o transporte del material óseo sobre la matriz
sedimentaria por dinámicas de movimiento vertical y horizontal (Yravedra 2006). Las
inclusiones de los sedimentos pueden dejar marcas en el elemento óseo y condicionar su
fragmentación (Lyman 1994). Las marcas típicas de este agente incluyen: Estrías
aleatorias, surcos, hoyos irregulares, fisuras y la fragmentación (Fig. 36).
Disolución de manganeso
76
para evaluar el grado de incidencia del manganeso se ha realizado un estudio de
Espectrometría de Dispersión de energía de rayos X (EDS) acoplada al Microscopio
Electrónico de Barrido.
Marcas de raíces
Las alteraciones por raíces muestran marcas de patrón dendrítico o vermicular (Lyman
1994; Yravedra 2006). Las marcas pueden ser desde superficiales hasta regularmente
profundas, en algunos casos el contacto con la acción de los ácidos vegetales, carbónicos
o cítricos, provocan surcos, coloraciones e incluso escoriaciones (Fig. 38).
Marcas de carroñeros
Después de las actividades de consumo los restos óseos son desechados diferencialmente
generando acumulaciones. Este hecho, permite que algunos animales accedan a los
residuos restantes dañando la integridad del elemento óseo con el desgaste del tejido
cortical, la remoción del periostio, el consumo de la grasa trabecular y la fracturación para
obtener médula ósea (Lyman 1994). Entre las principales marcas de carroñero tenemos:
Roído
Los roedores afectan el tejido cortical del hueso con el objetivo de desgastar sus incisivos
de crecimiento permanente (Reitz y Wing 2008). La disposición de las marcas muestra
marcas paralelas, juntas y superpuestas, es muy común, que los roedores dejen marcas en
lugares de difícil acceso como cavidades medulares y bordes de hueso (Fig. 39).
Perforaciones
Son depresiones profundas en forma de agujeros con el contorno redondeado (Fig. 40).
Por lo general estas marcas dejan una impresión clara en el hueso (Binford 1981). Son
provocadas por la presión de los dientes del carroñero que colapsan la resistencia del
tejido cortical.
Hoyos
77
Acanaladuras
Son hendiduras producidas por el arrastre de los dientes sobre el tejido duro (Chaix y
Méniel 2005). Estos suelen ser anchos, sinuosos y traslapados con una sección en “U” o
en “V” dependiendo de la presión (Yravedra 2006). Es posible confundirlos con marcas
de corte, diferenciándose por las estriaciones presentes en el lecho de la marca (Fig. 42).
Acanaladuras discontinuas
Festoneado
Ruborizado
Se trata del enrojecimiento de la superficie del elemento óseo por una exposición corta.
78
Quemado
Carbonizado
Parcialmente Calcinado
El óseo muestra una parte quemada y una parte calcinada; es decir cuando el hueso
comienza a oxidarse mostrando un color grisáceo.
Calcinado
El elemento óseo muestra una coloración blanca o blanca azulada por el cambio químico
de su estructura, asimismo se observa una superficie gredosa y grácil.
79
CAPÍTULO III. RESULTADOS
Se han analizado un total de 1436 restos óseos de camélidos (entre huesos y dientes)
pertenecientes al CA 35, de los cuales, 718 elementos corresponden a la fase Mochica III
y 718 elementos a la fase Mochica IV (Tabla 3). La sistematización de los datos se realizó
por medio del programa Access de Microsoft Office 2013, el cual permite el uso de tablas,
formularios y consultas de uso práctico con la posibilidad de importar las fichas de
análisis a otros programas de uso estadístico.
3.1. Producción
80
Los ejemplares clasificados como vicuñas podrían asociarse a un consumo eventual o a
fallas estructurales en su consistencia ósea debido a que estos camélidos comparten
características morfológicas muy cercanas a las alpacas (Vásquez y Rosales 2012). La
identificación de guanacos en ambas fases podría estar relacionado a la obtención de
camélidos en ecosistemas altoandinos próximos a la costa o de llamas cargueras que han
alcanzado un tamaño similar al guanaco en los gradientes morfométricos.
Análisis bivariado
El APC de la primera falange delantera de la fase Mochica III muestra dos grupos
divididos por el eje que representa el componente 1, un agrupamiento que muestra
ejemplares de alpaca, vicuña y llama moderna del lado izquierdo y un agrupamiento de
especímenes de llama, alpaca, guanaco, vicuña y alpaca moderna en el lado derecho (Fig.
55). El cuadrante superior izquierdo denota la dispersión de ejemplares de alpaca muy
cercanos a los límites del eje que forman un conjunto separado. El cuadrante inferior
izquierdo está conformado por un grupo concentrado de especímenes de alpaca, vicuña y
llama demostrando similitudes en sus medidas. El cuadrante superior derecho muestra
83
ejemplares de llama dispersos mientras que las dimensiones de alpacas y guanacos
alcanzan los límites de los ejes. Igualmente, el cuadrante inferior derecho muestra la
dispersión de los ejemplares de alpaca, llama, vicuña, guanaco y alpaca moderna.
Por otro lado, el APC de la primera falange trasera permite observar la agrupación de
alpacas en el lado izquierdo del eje que representa el componente 1, especialmente en el
84
cuadrante inferior izquierdo, en el lado derecho al eje se muestra la agrupación de llamas
con la superposición de algunos ejemplares de alpaca muy cercanos a cada lado del eje
que representa el componente 2 (Fig. 58). La disposición de los especímenes de llama en
el cuadrante superior derecho denota un patrón disperso relacionado a las dimensiones de
sus medidas, en comparación, los especímenes de llama en el cuadrante inferior derecho
muestran un grupo más concentrado rodeado de la dispersión de algunos ejemplares de
alpacas muy cercanos al eje del componente 2, demostrando la pertenencia a un grupo de
similitud morfométrica independiente.
El APC demuestra una gran capacidad resolutiva que permite la separación de camélidos
por medio de las gradientes morfométricas establecidos por el análisis de conglomerados.
En nuestro caso, el componente 1 ha demostrado poblaciones de camélidos diferenciables
por sus patrones de dispersión, concentración y superposición.
La MG puede tomarse como una medida general que representa el tamaño del elemento
óseo (L´Heureux 2005, 2007; Izeta 2010). En nuestro caso, se ha obtenido el MG de todas
las primeras falanges delanteras y traseras pertenecientes a las fases Mochica III y
Mochica IV. Los datos están representados en diagramas de cajas y bigotes para cada
primera falange construidos a partir de los cuartiles 1 (Q1) y 3 (Q3), que concentran los
datos con respecto a su media (Q2) y permiten apreciar la simetría y la equidistancia de
los datos (Córdova, 2008; Baxter, 2016).
85
conformadas por las alpacas, lo cual demuestra su proximidad en sus gradientes
morfométricos. Del mismo modo, en la fase Mochica III, la proyección de la media del
grupo de los guanacos es similar al grupo de las llamas.
La distribución de los datos en el grupo de las alpacas en la fase Mochica III denota un
patrón asimétrico, es decir, la línea media no se encuentra a la mitad de la caja y los
bigotes no muestran la misma extensión, en este sentido, la baja equidistancia de los datos
con respecto a su media demuestra una alta variabilidad de los datos que se concentran
en la caja, por el contrario, en la fase Mochica IV, las alpacas muestran un patrón
simétrico regular. En el caso de las cajas pertenecientes a las llamas el patrón asimétrico
se presenta en la fase Mochica III en oposición a la fase Mochica IV. Por otro lado, el
grupo de guanacos se muestra simétrico mientras que el grupo de las vicuñas es de
distribución asimétrica.
En el caso de las primeras falanges traseras la proyección de las medias para los grupos
de alpacas es similar en ambas fases, lo cual, no se replica en la proyección de la media
en los grupos de llamas, debido probablemente a la falta de ejemplares para su
comparación o a la heterogeneidad en las poblaciones (Fig. 60). El grupo de los guanacos
se muestra muy distante en su distribución, tratándose de un ejemplar divergente al grupo
de las llamas en ambas fases. Los grupos de alpacas indican un patrón asimétrico, en
contraposición, las llamas se muestran de manera más homogénea.
La selección de las muestras para el análisis isotópico de δ13C y δ15N colágeno se basó
en los criterios de clasificación de Kent (1982) con el fin de determinar la variabilidad
86
existente en el tipo de alimentación, las formas de pastoreo y el paisaje dominante de las
especies de camélidos identificadas.
Los valores isotópicos de δ13C y δ15N aplicados a nuestro estudio se basan en los criterios
descritos por Thornton et al (2011) y Szpak (2013) para los rangos de δ13C y δ15N
ejemplificados en partes por mil (‰). Las plantas C3 se encuentran entre -35 ‰ y -20 ‰
con un promedio de -27 ‰, en cambio, las plantas C4 tienen un rango de entre -15 ‰ y -
9 ‰ promediado en -12 ‰. Los valores de δ15N para herbívoros terrestres que viven a ≤
1000 msnm tienen valores entre 5 ‰ y 12 ‰ atendiendo a las condiciones salinas y áridas
de los paisajes costeros, estos valores pueden incrementarse en más de 12 ‰ por factores
biogeoquímicos como el uso de abono en el caso del maíz (Szpak 2013).
87
valores de plantas C3 y C4 (Fig. 61). Los índices de δ15N se encuentran entre 4 ‰ y 11‰
correspondiendo a hábitats de baja elevación (Thornton et al. 2011). Los valores de δ13C
y δ15N combinados sugieren el consumo de plantas C4 con un alto porcentaje de nitrógeno
(posiblemente maíz), asimismo plantas C 3 con elevados índices de nitrógeno que
denotarían el consumo de árboles u arbustos de zonas áridas, que repercuten en la
obtención de valores intermedios.
En la fase Mochica IV, el análisis isotópico muestra que los valores de δ 13C en los
camélidos están en un rango de entre -19.2 ‰ y -11.8 ‰ con una media de -14.9 ‰. Los
valores de δ15N se encuentran entre 4.6 ‰ y 10.8 ‰ con un promedio de 7.3 ‰ (Tabla
10). El coeficiente de correlación muestra un valor positivo de 0.28 demostrando una
relación directamente proporcional entre las variables de δ13C y δ15N indicando el uso de
zonas de pastoreo dentro parcelas específicas de ecosistemas costeros en la alimentación
de los rebaños de camélidos.
88
con metabolismo C4 (-15 ‰ y -9 ‰) y valores intermedios entre metabolismos C 4 y C3
(-15 ‰ y -20 ‰), asimismo, se observa el posicionamiento de los especímenes de alpaca
moderna en el rango de plantas C3 (-20 ‰ y -27 ‰).
Las alpacas que corresponden a la fase Mochica III responden a una distribución simétrica
de los datos, lo cual corresponde a un consumo homogéneo en parcelas con una
vegetación C4 predominantemente y plantas C3 específicas. Por otro lado, los ejemplares
de alpaca de la fase Mochica IV muestran una distribución asimétrica positiva, lo cual
indica una alta concentración de datos hacia el cuartil 3 (Q3) que se proyecta al rango de
plantas C4 al igual que su media y su valor máximo, asimismo se muestra una mayor
dispersión con respecto al cuartil (Q1) el cual se corresponde al rango entre plantas C 4 y
89
valores entre C3 y C4, lo cual muestra un consumo predominante de plantas C 4 con
algunas alternancias de plantas C3 diversas, cuyas señales tienen efectos en los valores
intermedios.
En el diagrama de cajas y bigotes que corresponde al δ15N se aprecia los niveles a los
especímenes de vicuña y guanaco pastando en niveles de ecosistemas costeros,
reforzando su origen doméstico (Fig. 65). Las alpacas de la fase Mochica III tienen una
dispersión más amplia en ecosistemas que pertenecen a la costa y con mínimas que
podrían pertenecer a ecosistemas serranos, en cambio, las alpacas en la fase Mochica IV
muestran un patrón simétrico en su distribución de zonas altitudinales con un ecosistema
costero similar.
Por su parte, las llamas de la fase Mochica III tienen una dispersión en ecosistemas
costeros con un patrón asimétrico positivo que concentra la mayor parte de datos en zonas
altitudinales de pluviometría más baja, en contraposición las llamas en la fase Mochica
IV muestran una dispersión más amplia con máximas y mínimas que oscilan en valores
que pertenecen a ecosistemas costeros y serranos con un patrón asimétrico que concentra
a especímenes en ecosistemas de regular pluviometría.
90
regular con plantas C4 y combinación C3 y C4 durante ambas fases, hecho que debe ser
resuelto y complementado con otros indicadores ambientales en el registro arqueológico.
Los resultados de este análisis forman parte del trabajo propuesto por Vásquez et al.
(2018a). Para el análisis de microvestigios a partir de las placas dentales se han
seleccionado los ejemplares tomando en cuenta la edad y la disposición anatómica de los
dientes (Tabla 11). De las 4 muestras seleccionadas, 3 de ellas permitieron aislar
microvestigios vegetales para su identificación, análisis e interpretación. Las muestras
corresponden a la fase Mochica III (O-2) y la fase Mochica IV (O-3 y O-4).
En la fase Mochica III, la muestra O-2 dio como resultado el aislamiento de 12 almidones
y un tejido vegetal (Tabla 12). De los cuales 11 pertenecen a maíz y 1 pertenece a papa.
Los almidones de maíz están representadas por: 3 almidones esféricos y 9 almidones
poliédricos.
Los granos poliédricos tienen medidas entre 23.4 µm y 15.6 µm con un promedio de 19.5
µm, por su parte los granos de almidón esféricos tienen medidas de 13 µm y 10.4 µm
promediadas en 11.7 µm (Fig. 66 y 67). El almidón de papa muestra una medida de 13 x
11.7 µm con una morfología elíptica (Fig. 68). Asimismo, se ha podido aislar el
microresto del pericarpio de una semilla de maíz (Fig. 69).
En la fase Mochica IV, la muestra O-3 está compuesto por 2 almidones de maíz (Tabla
13). Los granos de almidón de maíz tienen forma poliédrica cuyas medidas oscilan entre
23.4 µm y 15.6 µm con un promedio de 19.5 µm (Fig. 70).
Por su parte, la muestra O-4 se constituye por 2 almidones de maíz y 1 tejido vegetal
(Tabla 14). Los almidones de maíz muestran formas poliédricas teniendo como medidas
23.4 µm y 15.6 µm promediadas a 19.5 µm (Fig. 71). El tejido analizado corresponde a
la epidermis foliar de Capparis sp. (Fig. 72).
La proporción de almidones en la fase Mochica III sugiere que los camélidos tenían una
dieta basada principalmente en maíz con el aprovechamiento alternativo de otros
91
productos agrícolas como la papa. La presencia de almidones con forma esférica y
poliédrica demuestra el consumo de dos tipos de maíz distintos, asimismo, el fragmento
del pericarpio de la semilla de maíz se vincula a un acceso a mazorcas maduras cerca a
los campos de cultivo.
Al parecer, este tipo de dietas se presentaba de manera regular en los rebaños debido a la
edad de los camélidos a los cuales corresponden las muestras extraídas. Un camélido senil
(14 años aproximadamente) en caso de la fase Mochica III, así como, un camélido adulto
(4-6 años) y un camélido senil (8 años) correspondientes a la fase Mochica IV.
Las características de los gránulos con apariencia esférica están relacionados a maíces
con un endospermo harinoso que se vinculan con razas de maíz costero, mientras que, los
almidones con forma poliédrica están asociadas a almidones de un endospermo vítreo
propios de razas provenientes de la sierra (Vásquez y Rosales 2006b, 2013).
Desde una perspectiva tafonómica los gránulos de almidón presentan daños consistentes
a los ocasionados por la molienda o grinding (Babot 2004; Perry et al. 2006; Zarrillo et
al. 2008). Gran parte de los almidones muestra fisuras alargadas que se irradian desde el
hilum, además de depresiones en el contorno y la superficie externa producidos por las
acciones de masticación (Fig. 67A-C-E, 70C y 71A).
Por otro lado, el almidón como una sustancia ergástica sufre degradaciones enzimáticas
causadas por las amilasas secretadas en las glándulas salivales con el fin de permitir la
92
absorción de los carbohidratos (Okolo et al. 1995; Bernal y Martínez Barajas 2006). Este
proceso causa la pérdida de capas en el almidón dejando bordes facetados (Fig. 70C y
71C).
La evidencia de maíz en ambas fases demuestra la señal isotópica del consumo de plantas
con metabolismo C4 en gran medida, asimismo, la presencia de papa y sapote se vincula
a la señal isotópica de plantas con metabolismo C3, sólo el Capparis sp. presenta a su vez,
altas concentraciones de nitrogeno debido a su crecimiento en zonas de escasa
pluviosidad, derivados de los llanos costeños del semi-desierto del alto piedemonte
meridional (Delavaud 1984; Moutarde 2004; Vásquez y Rosales 2016).
Los resultados de este análisis forman parte del trabajo propuesto por Vásquez et al.
(2018b). Para el análisis correspondiente a los microvestigios en coprolitos se ha obtenido
4 ejemplares (O-5/C-1, O-5/C2, O-5/C-3 y O-5/C-4) pertenecientes al piso 1 del ambiente
9 en el Conjunto Arquitectónico 37 (CA 37), los cuales se asocian a la fase Mochica IV
(Fig. 2). Es preciso mencionar que no se ha podido recuperar muestras de coprolitos
fiables y en buen estado de conservación en el CA 35 para nuestro estudio.
Los coprolitos utilizados en el análisis miden entre 8.65 mm y 12.33 mm de altura con un
promedio de 10.62 mm, su anchura oscila entre 6.90 mm y 9.88 mm promediados en 8.59
mm. Tienen una apariencia orbicular con un peso entre 0.18 g a 0.26 g, con un promedio
de 0.22 g (Fig. 6).
93
constituida por 2 microrestos foliares de Capparis sp, 2 palinomorfos no identificados y
una grano de polen de Chenopodium sp. (Fig. 75, 76 y 77). Igualmente, la muestra O-
5/C-3 comprende 1 almidon y 1 microresto foliar de Prosopis sp., 2 almidones y 1 fitolito
de Zea mayz, asimismo, se muestra 1 grano de polen de Amaranthus sp. (Fig. 78, 79, 80,
81 y 82). En la muestra O-5/C-4 se ha podido evidenciar un grano de almidon de Prosopis
sp. (Fig. 83).
Las evidencias de Chenopodium sp. y Amaranthus sp. están vinculadas a las áreas de
cultivo, los cuales, por sus características silvestres, pueden haber comprendido pequeñas
parcelas destinadas a su crecimiento, así como, pudieron haber jugado el rol de plantas
invasivas que por lo general crecen en los bordes de los campos.
Po lo tanto, las zonas de pastoreo de los camélidos incluían valles medios, donde se
desarrolla el cultivo de maíz con la presencia eventual de plantas menores de la familia
Amaranthaceae (Chenopodium sp. y Amaranthus sp.). Asimismo, en alternancia, las
zonas de pastoreo se emplazaban a las partes llanas de los ecosistemas costeros con el fin
de aprovechar plantas de algarrobo y sapote, utilizados como materia prima en una gran
94
diversidad de actividades por parte de los habitantes de la Huaca de la Luna (Moutarde
2004; Vásquez y Rosales 2012, 2016).
Los indicadores perceptibles en los restos óseos pueden tener etiologías distintas para su
aparición y no necesariamente una causa unilateral (Baker y Brothwell 1980). Por lo
tanto, la identificación de paleopatologías se basó en la observación de enfermedades que
regularmente se presentan en poblaciones actuales de camélidos (Fowler 2010; Valliéres
2016).
Las paleopatologías dentales están representadas por las caries formadas en las piezas
dentales. Se han identificado la formación de caries cervical y oclusal producida en la
zona lingual de las mandíbulas por la acumulación de residuos (Fig. 85). De igual modo,
se ha evidenciado la pérdida de una pieza dentaria con signos de una infección dental,
posiblemente una periostitis alveolar, causada por un absceso dental asociado a una
complicación de un caso de caries (Fig. 86).
Por otro lado, la exostosis es la formación de un tumor benigno en el hueso que aparece
como una superficie resaltante en la topografía ósea (Baker y Brothwell 1980). Está
asociado al trabajo biomecánico que realizan algunos camélidos usados en las caravanas
para el transporte de productos, usualmente se presentan en las articulaciones de los
huesos del esqueleto apendicular (Fig. 87).
95
elemento óseo se adapte a las condiciones biomecánicas y desarrolle características para
superar la lesión (Fig. 88).
Las infecciones pueden tener diferentes causas, en los rebaños de camélidos es usual que
se traten de heridas que no han sido tratadas a tiempo y que habrían generado problemas
internos afectando el elemento óseo, es posible además que se hayan generado por
infecciones asociadas a otras enfermedades parasitarias o virales (Fig. 90).
3.2. Consumo
3.2.1. Procesamiento
Cortes primarios
En la fase Mochica III, el número de elementos anatómicos con marcas de corte primario
representa el 21.9% (157) del total de restos arqueofaunísticos analizados (718),
demostrado la posibilidad de un procesamiento fuera del CA 35 (Fig. 91). La
representación de cortes-desarticulación y cortes-descarne demuestra un rendimiento
similar en el aprovechamiento de elementos anatómicos correspondientes al esqueleto
axial y apendicular.
Cortes secundarios
Por otro lado, según Walker (1978), Shipman et al. (1984) y Yravedra (2006) el filo
conseguido en instrumentos realizados en rocas volcánicas se embota regularmente en las
actividades de procesamiento de carne, tendones y grasa, por lo que las acciones de
retoque son muy frecuentes e intensas. Estos instrumentos dejan marcas con secciones en
forma de “U” asociado a marcas secundarias en los elementos óseos y a la falta de
microestrías visibles en el lecho de la incisión (Fig. 96). Sin embargo, el uso de los
instrumentos líticos en el procesamiento animal requiere de estudios experimentales y
arqueométricos más específicos sobre las huellas de uso para su correcta correlación.
Indicadores de fracturación
Color de la fractura
En la fase Mochica III se han evaluado 403 elementos óseos con indicios de destrucción
ósea, de los cuales, 190 (47.2%) corresponden al esqueleto axial y 213 (52.8%)
pertenecen al esqueleto apendicular (Fig. 97). El 51,7% del esqueleto axial muestra
características homogéneas en el color de la fractura y el tejido cortical, los cuales,
pertenecen a fracturas ocasionadas por agentes antrópicos, el 32.1% presenta una parcial
homogeneidad en el color de la fractura, siendo fracturados por diversos factores en los
procesos postdeposicionales y el 16.3%, que se relaciona a rasgos heterogéneos en el
color de la fractura, fue fragmentado cuando los elementos óseos estaban mineralizados.
98
Asimismo, el 72.7% de los elementos óseos del esqueleto apendicular, asociado a rasgos
homogéneos en el color de la fractura, corresponde a acciones de procesamiento, el
20.7%, parcialmente homogéneo, está asociado a procesos postdeposicionales y el 6.6%
de la muestra, con características heterogéneas, corresponde a la fragmentación en seco.
Con respecto a la fase Mochica IV se han observado 391 ejemplares con rasgos de
fractura, 131 (33.5%) pertenecen al esqueleto axial y 260 (66.5%) al esqueleto
apendicular, este hecho, se relaciona a la densidad ósea de los elementos analizados (Fig.
98). En el esqueleto axial el 33% corresponde a fracturas realizadas por factores culturales
evidenciada por la homogeneidad en el color de la fractura, el 43.5% (parcialmente
homogéneo) fue fracturada por diferentes eventos en el proceso de mineralización y el
23% fue fragmentado en seco por la heterogeneidad en el color de la fractura.
Existe una mayor destrucción ósea por agentes no antrópicos durante la fase Mochica IV,
ejemplificados por el alto índice de fracturas en los procesos postdeposicionales, lo cual,
se relaciona a la fracturación producida en la remoción de capas de tierra y en la
renovación de pisos, las actividades de pisoteo por parte de humanos y animales asociados
a la capacidad de carga de los elementos óseos, asimismo, la exposición prolongada a
diversos factores tafonómicos antes de su deposición final, especialmente en el esqueleto
axial. En contraste, la fase Mochica III, a pesar de mostrar una mayor cantidad de
elementos óseos con indicios de destrucción ósea, el mayor porcentaje de fracturas
corresponde a las acciones de procesamiento en el esqueleto axial y apendicular.
Contorno de la fractura
En el fase Mochica III, se han analizado 298 elementos óseos, 135 (45%) pertenece al
esqueleto axial y 163 (55%) atañe al esqueleto apendicular (Fig. 99). El contorno
helicoidal se presenta en el 10% del esqueleto axial y en el 61% del esqueleto apendicular.
99
El contorno transversal está vigente en el 15% del axial y 6% del apendicular, asimismo,
el contorno longitudinal corresponde al 6% del axial y al 3% del apendicular.
100
de termoalteración que involucran la exposición directa al fuego antes de la fractura
(Outram 2002; Yravedra 2006). En otra instancia los contornos aserrado y festoneado se
han asociado a la mineralización ósea y a la combinación de distintos eventos
tafonómicos, los cuales, se observan en una buena cantidad para ambas fases.
El IFF fue obtenido de un total de 367 elementos óseos con fracturas en la zona de la
diáfisis de los huesos largos, de los cuales 172 (47%) corresponden a la fase Mochica III
y 195 (53%) a la fase Mochica IV (Fig. 101). La media del IFF en la fase Mochica III es
de 3.1 y en la fase Mochica IV es 2.7, ambos valores se aproximan a 3, siendo un indicador
de fracturas ocasionadas en estado fresco y seco. Sin embargo, se debe tener en cuenta
que los valores de la fractura obedecen a condiciones tafonómicas y culturales distintas
que afectan la proporción de los elementos óseos registrados para cada fase.
Se debe destacar que los atributos relacionados a fracturas en fresco y seco pueden
presentarse en un solo elemento óseo, por lo tanto, es muy probable la sucesión de eventos
de fracturación y fragmentación, lo cual se refleja en valores de entre 3 y 4. Del mismo
modo, se ha observado daños similares en el tratamiento de los óseos por alteraciones
térmicas obteniendo valores intermedios (Outram 2002). Los valores entre 5 y 6 se
corresponden a fracturas producidas en los procesos postdeposicionales y en condiciones
de alta mineralización del elemento óseo indicando el grado de conservación ósea.
La representación de los FFI correspondiente a las fracturas en estado fresco tiene una
proporción similar en la fracturación de las partes diafisarias en ambas fases. De igual
modo, la cantidad de elementos óseos con valores intermedios de FFI se debe a acciones
de fracturación seguidas por la fragmentación de los elementos óseos durante los procesos
postdeposicionales, en este sentido, el FFI de 4 en la fase Mochica IV, muestra una mayor
proporción, demostrando la exposición de los huesos a una serie de agentes tafonómicos
posteriores a su desecho. Los valores de FFI de 5 y 6 en la fase Mochica III denotan una
101
mayor correspondencia a la fragmentación de los elementos óseos mineralizados, es
posible que la capacidad de carga de los estratos inferiores correspondientes a esta fase
provocase una mayor destrucción ósea.
Marcas de percusión
La distribución del golpe sobre el tejido cortical se focaliza en una zona específica que
recibe la carga total, dependiendo de la presencia de tejido trabecular y contenido
orgánico, se produce una muesca en forma de media luna (Fig. 109). En consecuencia,
los golpes repetitivos sobre la superficie cortical generan cicatrices regulares a modo de
escotaduras en los elementos óseos (Fig. 110). El análisis muestra una mayor frecuencia
de muescas y escotaduras en el esqueleto apendicular durante ambas fases, lo cual se
asocia al rendimiento del contenido de grasa y médula en los elementos óseos.
102
Por otra parte, las fuerzas aplicadas sobre la superficie cortical del elemento óseo
producen el desprendimiento de secciones con características concoidales (Lyman 1994).
Este fenómeno, se evidencia por el registro de negativos de lascas y lascas adheridas o
parasitarias que no terminan por desprenderse del hueso (Fig. 111). En la fase Mochica
III, se muestra una mayor incidencia de negativos de lascas y lascas adheridas en el
esqueleto apendicular manteniéndose en el registro de la fase Mochica IV en una menor
cantidad.
Por su parte, las huellas de instrumentos pertenecen a percutores que fueron utilizados en
la fracturación de los elementos óseos. A diferencia de los cortes-impacto, estos pueden
mostrar patrones ovalados que se manifiestan en la superficie cortical de los huesos (Fig.
113). La presencia de estos atributos se manifiesta de manera similar en ambas fases,
mostrando un ligero incremento en el esqueleto apendicular de la fase Mochica IV.
103
en la fase Mochica III, lo cual se asocia a un mayor aprovechamiento de la grasa y médula
ósea de los elementos anatómicos. Es posible que la proporción de atributos en la fase
Mochica IV se deba a un cambio en las técnicas culinarias que impliquen una baja
destrucción ósea en el consumo de camélidos. Por otro lado, los patrones de daño en el
tejido cortical sugieren la utilización de elementos líticos como percutores en el
procesamiento animal. En otra instancia, se ha registrado dos indicadores de
procesamiento de huesos en fresco en la fase Mochica III, lo cual indica la reducción de
los elementos óseos antes de la aplicación de la cocción de la carne.
Tipos de esquirlas
Se han registrado 99 esquirlas obtenidas de los huesos largos del esqueleto apendicular,
45 pertenecientes al periodo Mochica III y 54 al periodo Mochica IV (Fig. 116). La
representación de astillas, lascas y cilindros es similar para ambas fases, lo cual indica la
continuidad de las acciones de aprovechamiento de grasa y médula de los elementos
óseos.
Sacrificio
Se han identificado 2 ejemplares de atlas pertenecientes a la fase Mochica IV, con huellas
de incisiones localizadas en la cara ventral realizadas con el objetivo de cortar la arteria
carótida y la vena yugular causando la muerte del camélido (Fig. 118). Esta práctica,
104
podría asociarse al puntillazo ventral registrado como técnica contemporánea de sacrificio
en pastores de camélidos por Miller (1979).
Degollamiento
En la fase Mochica III se ha observado 3 atlas con huellas de degollamiento: 1 con marcas
de corte en la zona articular posterior y 2 en la zona articular anterior (Fig. 119). Lo cual,
corresponde a técnicas de degollamiento que involucran la separación de la cabeza a partir
de la base del occipital y el área caudal del atlas.
Despellejamiento
Los metacarpos muestran marcas de cortes alrededor del área proximal y los huesos
accesorios de ambos miembros revelan incisiones en el cuerpo óseo y las caras articulares
(Fig. 121). Este tipo de cortes se realizan para separar los caños de los miembros
anteriores y posteriores en las acciones de despellejamiento (Miller 1979).
105
Los elementos óseos de los miembros posteriores tienen una mayor proporción en ambas
fases, este hecho puede asociarse al despellejamiento de algunos camélidos en el CA 35,
así como, la preferencia de miembros posteriores para el consumo.
Evisceramiento
Desmembramiento
Las acciones de desmembramiento incluyen cortes y fracturas de los elementos óseos con
el fin de separar regiones anatómicas para el consumo. En la fase Mochica III, se ha
identificado 10 elementos anatómicos, de los cuales, 5 corresponden a la 7° vértebra
cervical, 2 a la 1° costilla, 1 a la 2° costilla, 1 al sacro y 1 al ilion. En contraste, la fase
Mochica IV muestra 9 huesos con huellas de desmembramiento, 2 ejemplares de isquion
2 de ilion, 1 de pubis, 1 ejemplar de la 1° costilla, 1 de la escapula, 1 de la 12° vértebra
dorsal y 1 de la 1° vértebra sacral.
Por otro lado, la separación de regiones en el esqueleto axial fue evidenciada con las
huellas de corte y fracturas de las facetas articulares de la 7° vértebra cervical, en caso de
106
la obtención de la región cervical y dorsal y la 12° vértebra dorsal para separar la región
lumbar a través de incisiones (Fig. 125).
La fase Mochica III muestra una gran proporción de marcas de corte en la 7° vértebra
cervical, lo cual puede asociarse a la preferencia de la región cervical en el consumo, por
su parte, la fase Mochica IV muestra una mayor variabilidad de marcas relacionadas a
diferentes regiones anatómicas.
Destazamiento
107
han revelado una gran cantidad de cortes y fracturas en el olecranon y la fosa del húmero,
demostrando la resistencia articular en esta zona durante las prácticas de destazamiento
(Fig. 128).
Por su parte, las falanges muestran marcas de destazamiento en la zona articular proximal,
lo cual, se relaciona a un intensivo aprovechamiento de los paquetes anatómicos, puesto
que los caños no ofrecen un buen contenido cárnico y se han registrado por lo general
como ofrendas en los contextos funerarios (Tello 2013).
Porcionamiento
En la fase Mochica III, el esqueleto axial muestra 86 porciones identificadas, de los cuales
29 porciones pertenecen al cráneo, 42 porciones a las vértebras y 22 porciones a las
costillas (Tabla 18). En el esqueleto apendicular se tiene 152 ejemplares, 78 porciones
correspondientes al miembro anterior, 49 porciones del miembro posterior, 13 porciones
de la pelvis, 11 porciones del metapodio y 1 porción de falange (Tabla 19).
Por otro lado, la fase Mochica IV, el esqueleto axial tiene 55 ejemplares, 33 porciones
pertenecientes al cráneo, 15 porciones vertebrales y 5 porciones de costillas (Tabla 20).
El esqueleto apendicular revela 133 porciones obtenidas, 48 porciones del miembro
anterior, 43 porciones del miembro posterior, 15 porciones de la pelvis, 20 porciones del
metapodio y 7 porciones de falanges (Tabla 21).
108
Las porciones obtenidas del cráneo muestran cantidades similares durante ambas fases
los cuales pueden relacionarse a la extracción del contenido cerebral y el
aprovechamiento de grasa (Fig. 130). En este grupo, la mandíbula es el elemento óseo
con mayor índice de porcionamiento (Fig. 131). En la fase Mochica III se ha identificado
una mayor cantidad de porciones vertebrales, así como ejemplares completos, en lo que
corresponde a ambas fases, se ha demostrado la obtención de más de 4 porciones por
vértebra, siendo la porción del cuerpo, el ejemplar más representado (Fig. 132).
La porción del cuerpo que constituye a los elementos óseos de la pelvis muestra la mayor
cantidad representada, lo cual se asocia a una destrucción primaria en las prácticas de
109
desmembramiento antes de ser procesadas durante el porcionamiento (Fig. 140). El área
distal, la diáfisis y la metadiáfisis distal son las porciones que se han podido asociar al
metapodio en el análisis de los restos óseos. En otra instancia, las falanges tienen una
escasa representación, cuya cantidad, puede asociarse al consumo alternativo de grasa en
la preparación de alimentos (Fig. 141).
Industria ósea
Siguiendo la tipología propuesta por Rosales (2015, 2017) aplicada a la industria ósea
Mochica, se ha identificado 23 huesos trabajados a partir de los restos óseos de camélidos
para ambas fases.
Se han registrado 14 piezas tecnológicas, de los cuales 7 pertenecen a la fase Mochica III
y 7 a la fase Mochica IV (Fig. 142). La tibia es el elemento óseo con mayor representación
en ambas fases mostrando el desprendimiento de piezas residuales de áreas proximales y
distales (Fig. 143). Asimismo, se ha aprovechado las piezas de áreas distales de fémur y
radio-ulna para la obtención de matrices, cuya transformación a soportes de trabajo
dependió de las acciones de ranurado, aserrado y facetado (Rosales 2015).
Hervido
Las marcas asociadas a la cocción con la exposición directa al fuego se han mostrado de
forma focalizadas en los extremos articulares y en la topografía sobresaliente de algunos
huesos. Debido a que la carne ofrece una barrera entre el fuego y el hueso, se requiere de
una exposición prolongada para provocar la termoalteración que se muestra de manera
parcial e irregular.
Las huellas de exposición directa al fuego se han registrado en 60 elementos óseos, de los
cuales, 16 pertenecen al esqueleto axial y 44 al esqueleto apendicular. En ambas fases el
número de huesos afectados por la exposición al fuego se muestra de manera similar (Fig.
151 y 152)
111
En el esqueleto axial las marcas de exposición directa se muestran con mayor incidencia
en los huesos del cráneo, lo cual se asocia a las acciones de eliminación del pelo facial
para el aprovechamiento de la carne, grasa y contenido cerebral. Por su parte, las marcas
en las costillas se asocian a la técnica culinaria del asado practicado por pastores de
camélidos (Miller 1979).
El análisis osteométrico de la primera falange delantera para la fase Mochica III dio como
resultado un número de 21 especímenes de alpaca, 6 especímenes de llama, 3 especímenes
de guanaco y 2 especímenes de vicuña. Asimismo, en la fase Mochica IV se han
identificado 21 especímenes de alpaca, 6 especímenes de llama y 1 espécimen de vicuña
(Fig. 153). Por su parte, las falanges traseras en la fase Mochica III, muestra la
identificación de 13 especímenes de alpaca y 2 especímenes de llama, en cambio, la fase
Mochica IV revela 15 especímenes de alpaca, 8 especímenes de llama y 1 espécimen de
guanaco (Fig. 154).
Se ha registrado una mayor presencia del género Lama sp, donde están incluidos llamas
y guanacos para ambas fases con respecto al bajo número de ejemplares del género
Vicugna sp, cuya presencia, se mantiene en un porcentaje mayor en relación al análisis
112
osteométrico de las primeras falanges delanteras y traseras (Tablas 4, 5, 6 y 7). Esto podría
deberse a factores tafonómicos que habrían determinado la conservación de los incisivos
en el caso de los camélidos del género Vicugna sp en los contextos arqueológicos
excavados, por otra parte, cabe la posibilidad del uso preferencial de regiones anatómicas
que involucran el cráneo en el esqueleto axial de las llamas.
La clasificación de los perfiles etarios, se basó en el análisis de 148 elementos óseos, 103
restos de mandíbulas y 45 restos de maxilares, de los cuales 89 pertenecen a la fase
Mochica III y 59 a la fase Mochica IV (Tabla 22). En la fase III, se ha identificado 8
especímenes de crías, 18 juveniles, 5 subadultos, 35 adultos y 23 seniles, en el mismo
sentido, en la fase IV se tiene 1 cría, 6 juveniles, 5 subadultos, 33 adultos y 12 seniles
(Fig. 156).
Las estrategias de explotación de los camélidos en ambas fases muestran una cantidad
significativa de individuos en edad adulta, lo cual, revela estrategias especializadas para
el manejo de rebaños en el aprovechamiento primario de carne, grasa y médula, asimismo,
la selección de camélidos para cumplir diversos roles productivos, tales como transporte
de bienes y producción de fibra, son definidos en este grupo etario antes de su sacrificio.
Del mismo modo, la población de animales seniles se debe primordialmente al uso de
camélidos como animales reproductores y al manejo de rebaños con funciones
específicas.
De esta manera, es posible que las estrategias de control en el número de machos fértiles
por medio del sacrificio fue reducido y/o reemplazado por acciones que propiciaban la
obtención de camélidos en edad adulta para su explotación y selección de funciones
específicas.
El análisis de las fusiones óseas se basó en 696 elementos óseos, de los cuales 420
ejemplares se encuentran fusionados y 276 son ejemplares sin fusión o con una fusión
incompleta. En la fase Mochica III, se tiene 297 elementos óseos, 173 fusionados y 124
sin fusionar, en contraste, la fase Mochica IV cuenta con 399 especímenes, 247
fusionados y 152 sin fusionar (Tabla 23).
En cuanto a los rangos de edad en la fase Mochica III, las fusiones tempranas (<12-18 m)
muestran un 10.26% de camélidos que murieron antes de alcanzar la edad reproductiva,
114
por otro lado, existe un alto porcentaje (89.74%) de camélidos que fueron utilizados
después de alcanzar la edad fértil (Fig. 158). De la misma manera, en las fusiones
intermedias (<18-36 m), se muestra una alta supervivencia (62.91%) de camélidos entre
subadultos y adultos, en contraste con la mortandad (37.09%) de los camélidos antes de
llegar a los 3 años. Por su parte, las fusiones tardías (<36-48 m) muestran un gran número
de camélidos sacrificados en edad adulta (59.81%) antes de llegar a los 4 años, en
correspondencia a un 40.19% de individuos que pudieron llegar a una edad más avanzada.
En la fase Mochica IV, los rangos de edad relacionados a las fusiones tempranas (<12-18
m) muestran un alto porcentaje (72.41%) de supervivencia en individuos que superaron
la edad fértil, en cambio, la mortandad de los camélidos antes de alcanzar la edad
reproductiva se mantiene baja (27.59%). En las fusiones intermedias (<18-36 m), el
porcentaje de individuos supervivientes se muestra ligeramente incrementada (73.45%)
entre individuos susbadultos y adultos, en comparación con la baja cantidad de mortandad
(26.55%). En otro aspecto, las fusiones tardías (<36-48 m), muestran un incremento en el
número de camélidos adultos sacrificados antes de alcanzar los 4 años, asimismo el
33.91% de los individuos muestra una supervivencia mayor a los 4 años (Fig. 159).
115
3.2.3.3. Representación anatómica
Peso
El peso fue contabilizado en el total de los ejemplares muestreados, 718 elementos óseos
para cada fase, tomando en cuenta su asociación anatómica independientemente de los
factores tafonómicos que alteraron su integridad. En la fase Mochica III, se tiene 313
ejemplares pertenecientes al esqueleto axial y 405 correspondientes al esqueleto
apendicular, en el mismo orden, la fase Mochica IV cuenta con 235 restos relacionados
al esqueleto axial y 483 restos asociados al esqueleto apendicular (Tabla 24).
El peso para ambas fases se manifiesta de manera similar, tomando en cuenta las
divergencias en las densidades óseas de los conjuntos anatómicos que determinan el peso
de los elementos óseos, es posible observar un incremento parcial relacionado al ingreso
de paquetes anatómicos del conjunto axial en la fase III (Fig. 160). Por su parte, la
explotación de los elementos óseos del conjunto apendicular se mantiene de forma
continua debido a su rendimiento cárnico con una ligera diferencia en la fase IV.
La representación de los elementos óseos del esqueleto axial en la fase Mochica IV tiene
baja proporción en relación al esqueleto apendicular (Tabla 26). Los dientes sueltos
mantienen una buena cantidad en asociación a los factores tafonómicos que propician el
acarreamiento de los elementos óseos. La proporción de mandíbulas y maxilares se
asocian a la explotación del cráneo, de la misma forma, la región cervical es el paquete
anatómico con mayor representación en el esqueleto axial. El consumo del área costillar
tiene la misma proporción con las regiones dorsales y lumbares.
117
huesos accesorios se relaciona al procesamiento eventual de los camélidos en los
ambientes del CA 35. La presencia de elementos óseos tales como la pelvis y la escapula,
tienen una baja recurrencia debido a su densidad ósea durante ambas fases.
Utilidad anatómica
Rendimiento anatómico
En la fase Mochica IV, los huesos con presencia de contenido medular son los más
representativos, seguidos de aquellos elementos óseos que aportan solamente carne
(Tabla 28). Los huesos con poca carne y médula tienen una presencia significativa en la
muestra asociado al uso en la industria ósea. Por otro lado, la representación de los
elementos óseos con mayor aportación cárnica y medular tiene una baja presencia, así
como, aquellos huesos craneales que contienen sesos para el consumo.
118
procesamiento de camélidos dentro del CA 35, tales como los huesos craneales,
metapodios y estilopodios, obtenidos en la etapa del despellejamiento.
Índice de secado
El índice de secado de los elementos óseos en la fase Mochica III revela una preferencia
por aquellos elementos óseos con un bajo índice de secado, seguido de aquellas partes
anatómicas con un índice moderado-alto (Tabla 29). Asimismo, aquellos ejemplares con
un índice alto se manifiestan en bajas proporciones, de igual modo, la cantidad de
elementos con un índice moderado-bajo tiene poca recurrencia en la muestra.
En la fase Mochica IV, los ejemplares con un índice bajo mantienen una alta proporción
en el conjunto óseo, así también, los elementos óseos con un índice de secado moderado-
alto son recurrentes en el consumo (Tabla 30). Por otro lado, los especímenes con índices
moderado-bajo y alto tienen una presencia baja en el aprovechamiento de partes
anatómicas.
Es probable que las decisiones en el consumo de partes anatómicas se hallan definido por
la resistencia de algunos ejemplares, optando por un consumo diferido con la
implementación de técnicas de conservación de la carne como el salado y el secado, lo
cual, permite tener una dieta diversa y alterna a la carne de camélido.
La representación del MNE en el esqueleto axial de la fase Mochica III muestra un alto
número de costillas asociadas a las acciones de consumo y fragmentación, asimismo, la
119
cantidad de mandíbulas podría relacionarse a la explotación de la grasa existente en dicho
hueso (Tabla 31). La abundancia de vértebras dorsales y lumbares se muestra de manera
similar en la colección, seguido por las vértebras cervicales, lo cual, se asocia a la
explotación diferencial de los paquetes anatómicos. La suma de los elementos óseos
asociados a la bóveda craneal presenta una cifra relativamente baja en relación al resto de
los huesos del conjunto axial. La frecuencia de los elementos de bajo rendimiento tales
como el esternón y el sacro, posiblemente, dependió de la asociación de otros huesos con
mayor valor en el consumo.
En la fase Mochica IV, la representación de los elementos óseos axiales está dominado
por las áreas vertebrales, con una cantidad considerable de vértebras cervicales, seguido
por las vértebras lumbares y dorsales (Tabla 33). Los elementos mandibulares y maxilares
muestran una buena proporción en relación al aprovechamiento de la grasa, en contraste
los elementos asociados a la bóveda craneal se mantienen regularmente bajos, debido la
densidad ósea. La cantidad de costillas se muestra relativamente inferior en relación a la
fase III, por el contrario, el sacro revela un incremento en su consumo.
Por su parte, la primera falange se mantiene dominante en el registro del MNE del
esqueleto apendicular (Tabla 34). La representación del radio-ulna se nantiene
sobresaliente en comparación con la tibia, en el consumo de los zigopodios. Por otra parte,
los metapodios tienen un grado de representación alta en la muestra por su aportación
medular en el consumo. La preferencia en el consumo de elementos anatómicos con un
120
alto porcentaje de carne, tal como el húmero y el fémur, persiste dentro del MNE, de la
misma manera, es posible observar la homogeneidad en el consumo de los huesos
pélvicos. Por otro lado, los carpos, tarsos, rótulas y 2° falanges revelan un incremento en
la colección posiblemente relacionado a otros elementos anatómicos con mayor
concentración de productos.
Durante ambas fases, las pautas de consumo anatómico parecen seguir las mimas
estrategias de explotación con una ligera intensificación en la fase IV (Fig. 164). El área
craneal se mantiene homogéneo, así como el área pélvica asociada a la densidad ósea y
al grado de fragmentación. La representación de mandíbulas y maxilares parece
incrementarse en la fase IV, de la misma manera, el área vertebral posee un aumento en
su frecuencia anatómica. A pesar de la afectación identificada en las costillas, estas se
mantienen constantes en las preferencias anatómicas. Por otra parte, los huesos largos
tienen las mismas estrategias de consumo con una clara dominancia de la 1 ° falange.
Asimismo, los huesos accesorios muestran un excelente grado de conservación, lo cual
se repercute en el registro arqueológico.
En la fase Mochica III, los valores de MAU estandarizados muestran cantidades parciales
en los elementos anatómicos correspondientes a la bóveda craneal, en contraste, la
mandíbula es el elemento con mayor representación en el esqueleto axial seguido de la
región costillar, cervical, dorsal y lumbar (Tabla 35). Por su parte, el radio-ulna es el
zigopodio con el más alto MAU a diferencia de la tibia. Los elementos con mayor
rendimiento, tales como el fémur y el húmero, muestran una representación similar en el
esqueleto apendicular. Por otro lado, los metapodios y las falanges se corresponden en
cuanto a su representación anatómica, asociándose a una explotación medular. La
representación de los huesos accesorios, se debe al acompañamiento de elementos con
mayor biomasa, de acuerdo a su cercanía anatómica.
El MAU% fue tomado a partir del valor obtenido en la representación del radio-ulna. La
colección exhibe un alto porcentaje en cuanto a la frecuencia de occipitales y mandíbulas
relacionados al consumo de los productos craneales. De otra parte, se observa una
cantidad importante en la presencia de huesos largos con la predominancia del radio-ulna,
tibia, fémur y húmero, de la misma manera, los metapodios muestran un número relevante
121
en el consumo. Asimismo, los huesos compactos, entre ellos los elementos óseos
articulares, muestran un porcentaje regular debido a su densidad y conservación.
122
la grasa craneal tiene una representación mediana en la muestra. Asimismo, las regiones
vertebrales mantienen una baja aportación cárnica en contraste con los zigopodios que
muestran un rendimiento regular. Los huesos articulares por su parte, tienen una baja
frecuencia en el consumo cárnico.
En la fase Mochica III, el MNI fue tomado de los elementos más representativos del
esqueleto axial y apendicular. En el conjunto axial, la mandíbula mostró un conteo de 8
individuos distintos a partir de la representación de la arcada dental derecha e izquierda
(Tabla 31). Por otro lado, en el apendicular el radio-ulna evidenció la estimación de 13
individuos contabilizados en el área proximal izquierda, siendo este último el número de
estimación máxima (Tabla 32).
Por su parte, en la fase Mochica IV, la estimación de individuos en el esqueleto axial fue
calculada por la arcada dental derecha e izquierda pertenecientes a la mandíbula con un
número de 6 individuos (Tabla 33). Asimismo, en el esqueleto apendicular, el radio-ulna
123
registró 11 especímenes, el mayor número de individuos obtenidos por el conteo del área
proximal derecha, el cual ha sido tomado como cifra representativa (Tabla 34).
El MNI para ambas fases es muy similar, es posible que el ingreso de carcasas en el CA
35 para el consumo se realizó de manera eventual con la asignación de paquetes
anatómicos según la disposición de los animales en el núcleo urbano. Los camélidos como
animales dóciles pueden ser sacrificados en el lugar de consumo, lo cual, puede generar
una representación anatómica muy próxima a un animal íntegro. Sin embargo, la
representación de los elementos óseos está supeditada a una serie de eventos tafonómicos
que afectan la integridad total de la muestra. Por otro lado, cabe mencionar que la
contabilización de los animales depende de la muestra obtenida y es recalibrada con el
ingreso de nuevos elementos analizados. Por lo tanto, la asignación de individuos es muy
estimativa, no obstante, en nuestro caso, dicha medida se alinea con otras evidencias sobre
la mantención de preferencias en el consumo de camélidos durante ambas fases.
3.3. Desecho
El estudio de los agentes tafonómicos en la colección de restos óseos dependió del grado
de representatividad en los diferentes estratos correspondientes a las fases Mochica III y
IV del CA 35. En este sentido, se ha tomado en cuenta que la distribución de las
cantidades óseas en cada estrato no ha sido homogénea, determinando nuestro estudio al
análisis de las tendencias tafonómicas y sus posibles causas culturales en el desecho de
los restos óseos de camélidos después del consumo.
Meteorización
Para determinar los estadios de meteorización se han analizado un total de 308 restos
óseos, de los cuales, 147 pertenecen al esqueleto axial y 161 al esqueleto apendicular. En
el conjunto axial se ha registrado 139 elementos óseos relacionados al estadio 1, 7
elementos asociados al estadio 2 y 1 elemento asociado al estadio 3 (Tabla 39). Por su
parte, el conjunto apendicular muestra 139 ejemplares correspondientes al estadio 1, 21
ejemplares al estadio 2 y 1 ejemplar al estadio 3 (Tabla 40).
De otra forma, la baja cantidad de elementos óseos con estadios avanzados (2 y 3) están
relacionados a factores dinámicos como la densidad de los elementos óseos, el tiempo de
exposición, la naturaleza sedimentaria y los eventos postdeposicionales, los cuales,
afectaron diferencialmente a determinados conjuntos óseos (Fig. 170).
125
Concreción
Abrasión
La abrasión de los elementos óseos fue identificada en 197 elementos óseos, de los cuales
46 corresponden al esqueleto axial y 151 al esqueleto apendicular. En el esqueleto axial
40 ejemplares muestran los bordes redondeados y 6 tienen los bordes y la superficie
redondeada (Tabla 41). Por su parte, el esqueleto apendicular exhibe 114 especímenes
con los bordes redondeados y 37 con la superficie y bordes redondeados (Tabla 42).
Los elementos óseos con huellas de abrasión en el esqueleto axial muestran una
disposición heterogénea en la fase Mochica IV, con la predominancia de ejemplares en el
piso 1, seguido del relleno de piso 2, así como la ausencia de especímenes en el piso 2
(Fig. 172). De la misma manera, en los estratos que corresponden a la fase Mochica III,
el conjunto óseo tiene una distribución regular con una aglomeración importante en el
piso 5 y una alta variabilidad de estados en el relleno de piso 3, asimismo se tienen hiatos
en cuanto a la presencia ejemplares en el relleno de piso 5 y el piso 6.
Por otro lado, los huesos abradidos del esqueleto apendicular tienen una mayor
concentración en los estratos pertenecientes a la fase Mochica IV, con el dominio en la
representación del piso 1, seguido por el relleno del piso 1 y el relleno del piso 2 (Fig.
173). En comparación, la distribución de los ejemplares con huellas de abrasión en los
estratos correspondientes a la fase III, tienen una regular representación con ligeras
126
concentraciones en el relleno de piso 3, el piso 5 y el relleno del piso 6, así también se
observa la no presencia de elementos óseos abradidos en el piso 6.
Las marcas de abrasión son producidas por el arrastre y acarreo de los elementos óseos
debido al tránsito de humanos de los individuos que generan fuerzas verticales y
horizontales, así como eventos deposicionales y postdeposicionales que desgastan la
superficie ósea y eventualmente pueden llegar a pulirlas. En este sentido, la disposición
de huesos con abrasión tienen una importante representación en el piso 1, lo cual, indica
el uso intensivo de los ambientes correspondientes al CA 35 durante la fase Mochica IV,
por el contrario, la representación de los huesos abradidos tienen una distribución
parcialmente homogénea durante la fase III. Asimismo, se puede observar la uniformidad
y diversidad en la distribución de los elementos óseos abradidos en el relleno de piso 3,
considerado como un estrato de transición en el CA 35 (Tello et al. 2001).
Marcas de pisoteo
Se han identificado un total de 141 elementos óseos con marcas de pisoteo, 32 pertenecen
al esqueleto axial y 109 al esqueleto apendicular (Tabla 43). Es posible, que las acciones
de pisoteo hayan influido en el grado de conservación de los ejemplares del conjunto axial
provocando su fragmentación con repercusiones en su representación dentro de la
muestra estudiada.
Las marcas de pisoteo muestran una alta concentración en los estratos correspondientes a
la fase Mochica IV, con una cantidad elevada asociada al piso 1, seguida del relleno de
piso 1, piso 2 y relleno de piso 2 (Fig. 174). Por otra parte, la distribución de los huesos
con marcas de pisoteo en los estratos correspondientes a la fase III, se muestran de manera
regular con algunas intensificaciones en el relleno de piso 3, el relleno de piso 4, el piso
5 y el piso 6.
El pisoteo depende de las dinámicas generadas por el tránsito de humanos y animales así
como el contenido sedimentario y el grado de compacidad de los estratos, asimismo se
debe destacar el tratamiento cultural de los pisos, tales como la creación de pavimentos y
apisonados distribuidos de manera diferencial en los ambientes del CA 35. De esta forma,
se ha demostrado una alta densidad de elementos óseos asociados a la fase Mochica IV,
lo cual, podría relacionarse a la intensificación en el uso espacial y a la constante división
de los ambientes arquitectónicos. Por el contrario, en la fase Mochica III, las acciones
127
relacionadas al pisoteo mantienen una correspondencia con una ocupación continua,
probablemente con una baja densidad poblacional, que involucra además el tratamiento
de los pisos y los rellenos de piso.
Disolución de manganeso
Los elementos químicos interactúan por difusión a partir de la hidrolisis, el cual actúa
como agente separador rompiendo las proteínas en sus aminoácidos constituyentes para
128
alterar el enlace entre proteínas y minerales (Tjelldén et al. 2018). De esta manera, se
disuelve el Manganeso, infiltrándose además FO y MnO2 en contacto con el exterior para
luego precipitarse por los conductos haversianos y osteonas del tejido compacto, cuya
salida, degrada la superficie y aumenta el tamaño perimetral (Fig. 177). Este fenómeno,
es indicador de la primera línea destrucción generalizada del elemento óseo por acción de
la diagénesis a nivel histológico (Cukrowska et al. 2005).
En otro sentido, el primer subgrupo muestra la relación entre los dos rellenos de piso de
la fase Mochica IV, el relleno de piso 3 y el piso 5 mostrando características homogéneas
en la frecuencia de las variables tafonómicas con una presencia cuantitativa variable.
Asimismo, el segundo subgrupo aglutina la mayoría de substratos de la fase III
129
incluyendo el P2, lo cual, responde a una baja frecuencia de indicadores de formación del
registro tafonómico de forma regular.
Marcas de raíces
Por otro lado, la frecuencia de plantas se debe a periodos de abandono del CA 35 antes
de su ocupación, posiblemente en lapsos de tiempo que permitieron el crecimiento de
plantas en la superficie, cuyas raíces afectaron a los restos óseos depositados.
Marcas de carroñeros
Se han registrado un total de 80 elementos óseos con marcas de carroñeros, de los cuales
32 pertenecen a la fase Mochica III y 48 a la fase Mochica IV. Con un alto índice en la
representación de los elementos anatómicos correspondientes al esqueleto apendicular
(Tabla 47).
Las marcas de roído son los más frecuentes en la muestra analizada, con una alta cantidad
de especímenes en el conjunto apendicular asociado a una preferencia por los huesos más
densos, los cuales, permiten el desgaste de los incisivos de los roedores en constante
crecimiento (Fig. 180). Es posible que el lugar destinado para la deposición de los
elementos óseos hayan concentrado un gran número de restos orgánicos, indicando que
muchos roedores hicieron sus madrigueras en dichos depósitos. Asimismo, las marcas de
roído son más intensas durante la fase IV, probablemente por el uso de muchos ambientes
como depósitos de alimentos.
La representación de huesos con las otras marcas de carroñeros denota una baja
accesibilidad de animales tales como cánidos en la muestra durante ambas fases. Este
hecho puede asociarse a las restricciones de los espacios arquitectónicos a animales
domésticos, así como, un acceso secundario a los restos de carne, grase y médula ósea.
130
Marcas de hongos y bacterias
Se han registrado una cantidad de 142 elementos óseos, de los cuales 78 corresponden a
la fase Mochica III y 64 a la fase Mochica IV. Los diferentes estados de termoalteración
muestran 36 ejemplares ruborizados, 11 quemados, 25 carbonizados, 30 parcialmente
calcinados y 40 calcinados (Tabla 49).
131
indicadores de afectación integral dejando de lado los primeros estados y los estados
intermedios de termoalteración.
Las altas temperaturas alcanzadas se asocian al rendimiento del material óseo como
combustible y su importancia dentro de las actividades que implican el uso del fuego. Las
cantidades representadas demuestran que existe una preferencia por la incorporación de
los elementos óseos como material de combustión durante la fase Mochica IV, por la
proporción existente de elementos con huellas asociadas al calcinado. Por otro lado, es
posible observar una buena proporción de ejemplares en la fase Mochica III con huellas
variables de termoalteración, lo cual sugiere una utilización alternativa de los restos óseos
como combustible en las actividades que implican el uso del fuego.
132
Es posible que el uso de los óseos como material de combustión se haya destinado a
actividades específicas que involucran la disposición de altas temperaturas, debido a su
resistencia, cabe asimismo, la probabilidad de un uso alternativo junto a otros
combustibles de uso común.
133
CAPITULO IV. ESTUDIOS ETNOGRÁFICOS
El objetivo de este estudio es diferenciar los procesos asociados a los modos culinarios
del caldo y el asado, ambos implican la trasformación física de los elementos óseos por
medio de la aplicación de calor. Dichos platos son realizados eventualmente en las
comunidades de Tuqsa y Oquenarca localizados al sur del departamento de Cusco. Para
tal efecto, nos enfocamos en los cambios macroscópicos observados en la estructura ósea
siguiendo un enfoque tafonómico a fin de obtener un marco comparativo aplicable al
registro arqueofaunístico.
Por ejemplo, algunos camélidos son beneficiados cerca a la cosecha de papa en mayo,
después de la estación lluviosa, cuando los camélidos alcanzan su peso máximo con el fin
de evitar el estrés alimenticio que produce la estación seca (Flores-Ochoa 1988; Sandefur
2002; Stahl 1999; Kuznar 2016). En este mismo periodo, las noches frías y el intenso sol
permite frabricar el Ch’arki prolongando el consumo de la carne de camélido durante
todo el año.
134
Para los pastores de camélidos, la culinaria se desarrolla siguiendo principalmente pautas
estacionales. De esta manera, al termino de la estación lluviosa, los platos más comúnes
servidos en el hogar son los caldos acompañados con papas sancochadas, así como los
estofados (Fernández-Juarez 2002), es tiempo tambien en que se realizan la mayor parte
de actividades cívicas y religiosas, y en donde se come en abundancia (Allen 2008). En
otras fechas cercanas, las actividades más importantes incluyen carne asada, la cual es
alternada con caldos acompañados con otros productos, dependiendo a la asistencia de
las personas y la importancia de los distintos eventos, asi también el consumo puede
desarrollarse de manera inclusiva o exclusiva.
Por su parte, el asado como plato principal es un alimento poco común debido a la
utilización de especias y condimentos que no son muy comunes en las alturas (Fernández-
Juarez 2002; Allen 2008). Su consumo en el ámbito ceremonial se restringe a las personas
más importantes y en el ámbito familiar este alimento, puede incluso ser restringido al
consumo exclusivo del padre de familia, en celebraciones que involucran al ganado.
La cocción de los alimentos mejora algunos nutrientes y destruye otros, y hace que
muchos alimentos, incluida la carne, sean más fáciles de digerir (de Garine 2003; Russell
2012). En tal sentido, la preparación de los alimentos en la cocina sugiere la modificación
física de las partes anatómicas de los animales a través de la aplicación del calor
(termoalteraciones), acompañado de otras tecnologías alimenticias con el fin de mejorar
el sabor, el aroma y la textura.
135
(Coenders 1996; Cárdenas y Götz 2015). De acuerdo a los estudios realizados por
Colomer et al. (1996) y Götz (2014a) la superficie ósea con este modo de afectación
muestra un color amarillento o gris mate con una superficie grasienta.
Desde un punto de vista experimental, los ensayos realizados por Shipman y Foster
(1984) con la aplicación del fuego directamente han mostrado que existe una
modificación del color, la textura superficial, morfología microscópica y la estructura
cristalina de los huesos. En cuanto al hervido, Wansnider (1997) ha demostrado que el
movimiento molecular generado en la ebullición, transfiere calor produciendo la
extracción e hidrólisis de los lípidos y los tejidos incluyendo el periostio, así mismo, se
produce la gelatinización de los músculos incrementando la humedad presente en el
elemento óseo.
Las entrevistas y recolección del material óseo fueron realizadas en el pueblo de Tuqsa,
en el distrito de Sicuani y en el fundo Oquenarca en el distrito de Pitumarca, a más de 4
000 msnm (Fig. 186). Ambos localizados en la provincia de Canchis del departamento de
Cusco. Estas comunidades están compuestas por comunidades segregadas de hasta 20
familias, cada una de ellas, puede ser propietaria de tres terrenos que ocupan
intermitentemente dependiendo de la estacionalidad y la abundancia de los pastizales para
el forraje de sus animales, siendo la crianza de camélidos su principal actividad.
Para fines de nuestro estudio se realizaron entrevistas en cada lugar, bajo el criterio
semiestructurado, que permite partir de un modelo básico el cual se va configurando con
el dialogo establecido con los estrevistados (Murillo y Martínez-Garrido 2010; Guber
2011). Las preguntas estuvieron dirigidas a la obtención de datos acerca de: 1) los criterios
utilizados para selección de los camélidos en cada modo culinario, 2) la manera en la cual
son preparados y 3) el contexto social en el cual son consumidos.
136
El análisis de los restos óseos de camélidos recolectados está basado en la caracterización
del perfil biológico y en la evaluación de los agentes tafonómicos que han alterado la
muestra. El perfil biológico involucra la representación de las unidades anatómicas
dispuestas de acuerdo a los procesos culinarios. Las clases etarias de los camélidos
consumidos han sido identificados a partir de los periodos de fusión de los centros de
osificación (Miller 1979; Kent 1982; Wheeler 1999), así como las secuencias de desgaste
y erupción dentaria (Wheeler 1982; Kent 1982). Asimismo, la identificación de las
especies de camélidos se basó en los criterios propuestos por Wheeler (1982) aplicados a
la morfología y presencia de esmalte en los incisivos.
Por su parte, las alteraciones de origen antrópico incluyen las marcas de corte de acuerdo
a la intención y etapa de procesamiento (Miller 1977,1979; Gifford-Gonzalez 1989;
Frontini 2010). El estudio de las fracturas se ha enfocado en la diferenciación y presencia
del contorno de la fractura, el ángulo de la fractura y la textura del borde de la fractura
(Outram 2002; Alcántara et al. 2006; Yravedra 2006), así como los indicadores de
percusión (Mengoni 1999).
4.1.2. Resultados
137
El modo de preparación de los caldos sugiere el procesamiento constante de las presas,
con la fractura de los elementos anatómicos pre-cocción para obtener porciones para el
consumo (Fig. 187). Por lo general las fracturas post-cocción no son muy comunes ya
que por el tiempo de hervido prolongado la médula es agregada al caldo. Sólo los huesos
más duros son fracturados para acceder a la médula. Asimismo, el descarte de los restos
óseos se realiza de manera indistinta en los espacios dentro y fuera de las unidades
domésticas, es una práctica habitual darles los restos de comida a los perros para un
consumo secundario.
En la preparación del asado en el Fundo Oquenarca, se dispuso de una llama juvenil para
su consumo. Según los pobladores el individuo debe de ser tierno por la suavidad sus
componentes anatómicos y para lograr una buena cocción de la carne. El animal fue
dividido en paquetes anatómicos para lograr una cocción uniforme. Al momento de servir
los platos, los huesos fueron desarticulados y fracturados para conseguir porciones
individuales, siguiendo un porcionamiento post-cocción (Fig. 188).
Los atributos de fracturación fueron registrados en los huesos largos, debido a que dichos
elementos óseos han mostrado de manera más clara tales características (Tabla 51). En el
análisis se ha observado la asociación de algunos contornos de fractura, marcas de
percusión y ángulos a acciones de porcionamiento de los elementos óseos. La textura lisa
del borde de la fractura se ha mostrado recurrente en este modo culinario (Fig. 193).
En este sentido, las vértebras cervicales han sido fracturadas de forma longitudinal y
transversal a partir de la parte media del cuerpo vertebral conservando las porciones
anteriores y posteriores (Fig. 196). En cambio, algunos huesos largos han sido fracturados
post-cocción a partir de las metadiáfisis, obteniéndose fragmentos de diáfisis tales como
porciones distales y proximales, diáfisis parcialmente íntegras y esquirlas (Fig. 197).
Por su parte, la termoalteración de los restos óseos por hervido ha generado un color
blanco perlado así como la gracilidad de la superficie de los elementos óseos.
139
Muestras del fundo Oquenarca
Los atributos de la fracturación fueron registrados en los huesos largos para permitir su
comparación con otras muestras (Tabla 52). Se ha podido observar un alto porcentaje de
contornos diagonales en los huesos largos, asociados a ángulos rectos. La principal
característica es la aparición de una textura rugosa (Fig. 200), que en algunos casos está
acompañada de una textura lisa.
140
En cuanto a las termoalteraciones se ha observado un color marrón rojizo en los extremos
articulares como consecuencia de la exposición al fuego, que podría considerarse como
chamuscado (Fig. 202).
El procesamiento de las carcasas de los camélidos para ambos modos culinarios parece
seguir estrategias similares desde la obtención de los paquetes anatómicos hasta la etapa
del descuartizamiento. En el proceso de indivicualización de las presas para el consumo,
los procesos culinarios muestran estrategias divergentes, que afectan a la conservación de
los restos óseos de los camélidos.
141
anatomicamente los elementos óseos requiere de estudios intensivos para obtener un
cuadro de comparación efectivo.
Las prácticas culinarias están ligadas a las actividades cotidianas que articulan y
configuran tradiciones alimenticias que pueden mantenerse en el tiempo. Dichas
tradiciones pueden mostrarse como estructuras culturales que afianzan el conocimiento y
la identidad alimentaria de un grupo social (Appadurai 1981; Marschoff 2012b). Por lo
cual, los patrones alimenticios no sólo se reducen a los recursos disponibles y explotados,
sino también, a las transformaciones mediante las cuales las poblaciones agregan a su
función nutritiva una carga simbólica.
En las regiones sureñas del Perú, la modalidad del caldo ha adquirido popularidad y
especialización en la vida diaria de las ciudades que conservan tradiciones pecuarias
dentro de su economía. Actualmente, este alimento es muy apreciado por su sabor y
aroma, es preparado a partir de la carne de animales ganaderos y es consumida con
frecuencia por personas de distintas clases sociales, por lo general es servida en las
primeras horas de la mañana a fin de comenzar la jornada laboral o en eventos con gran
recurrencia de personas para celebrar determinadas fechas cívicas o religiosas. En el
Cusco, existen diversos establecimientos donde se ofrecen solamente caldo,
especialmente en espacios públicos tales como los mercados distritales, alcanzando cierta
industrialización.
Dentro de la culinaria del caldo en la región del Cusco, la cabeza y las patas, además de
ciertas vísceras son recolectadas a bajos costos en los diferentes lugares de matanza para
la preparación de este potaje. De esta manera, se trata de utilizar toda la anatomía de los
ovinos y los camélidos en el consumo, optimizando el rendimiento de estos animales. El
sabor que se consigue con estas unidades anatómicas no requiere del uso de muchas
especias y condimentos además que puede combinarse con una variedad considerable de
productos, lo cual facilita su producción en el ámbito familiar y comercial, permitiendo
la identificación social de las regiones sureñas con esta modalidad culinaria.
Las entrevistas y la recolección del material óseo fueron realizadas en los distritos de
Layo, perteneciente a la provincia de Canas y en el distrito de Sicuani que corresponde a
la provincia de Canchis, ambos localizados en el departamento de Cusco (Fig. 203). Entre
las principales actividades económicas desarrolladas en estos distritos se encuentra la
ganadería de camélidos, ovinos y vacunos. Cada lunes en el distrito de Layo se realiza
una feria de compra y venta de productos agrícolas y ganaderos, observándose una gran
demanda de animales que son acopiados para distintos lugares de Cusco y Puno, de la
misma manera, en el distrito de Sicuani, la feria se realiza cada jueves con una importante
cantidad de productores. Al parecer, en la zona sureste del Cusco y la zona del altiplano,
se ha implementado un tipo de mercado corporativo y rotativo que brinda la oportunidad
de ofrecer productos a los pobladores en distintos días de la semana.
Para fines de nuestro estudio se realizaron entrevistas en cada lugar, bajo el criterio
semiestructurado, que permite partir de un modelo básico el cual se va configurando con
el dialogo establecido con cada persona estrevistada (Murillo y Martínez-Garrido 2010;
Guber 2011). Las preguntas estuvieron dirigidas a la obtención de datos acerca de: 1) las
pautas utilizadas para la selección de animales y partes anatómicas 2) la forma de
preparación y 3) el contexto social en el cual son consumidos.
144
La muestra recolectada está compuesta por 80 elementos óseos, de los cuales 60
provienen del mercado central del distrito de Layo y corresponden a camélidos y 20 del
mercado central del distrito de Sicuani pertenecientes a ovinos.
4.2.2. Resultados
145
El modo de preparación del caldo sugiere la fracturación pre-cocción de los metapodios
a partir de la diáfisis para obtener 2 porciones (área proximal y distal), en algunas
ocasiones se ven asociados a huesos accesorios de las áreas articulares. En el mismo
sentido, el cráneo es dividido en 4 porciones a partir del área central de la bóveda con el
uso de una sierra, asimismo, la mandíbula se divide en 2 porciones desde la sínfisis con
cortes transversales.
Las unidades anatómicas se hierven por alrededor de 4 horas en una olla común y 45 min
en una olla a presión, con el objetivo de tener un sabor más concentrado (Fig. 204). Por
lo general, el caldo es servido junto a papa y una ensalada de tomate y cebolla, que en
ocasiones contiene rocoto (Fig. 205). Otro aspecto a resaltar, es el uso del contenido
cerebral o sesos como saborizante que se sirve encima de las presas de carne. El caldo es
consumido por personas que se dedican al comercio local en el mercado, incluyendo
personas de distintas edades y se consume en las primeras horas de la mañana (Fig. 206).
En el distrito de Sicuani, la preparación del caldo a partir del uso de ovinos no ha mostrado
muchas variables con respecto al caldo de camélido en Layo. Se tiene una preferencia de
animales juveniles y adultos, de los cuales se obtiene los autopodios (miembros distales)
y la región craneal (cabeza). Dichos animales son beneficiados a gran escala en los centros
de matanza de la ciudad para obtener carne y en ocasiones ch’arki (Fig. 207). A diferencia
de Layo, la ciudad de Sicuani, tiene un mayor acceso vehicular, lo cual, permite un mayor
comercio con la ciudad de Cusco y Puno.
146
4.2.2.2. Resultados del análisis faunístico
En cuanto a las clases de edad de los camélidos consumidos en el distrito de Layo, se han
analizado 10 mandíbulas (Tabla 53). Mostrando un consumo preferencial de individuos
juveniles con la presencia de un solo adulto. Asimismo, se ha hallado 3 incisivos con
presencia de esmalte, 2 pertenecientes a llama y 1 a alpaca.
Con respecto a las marcas de corte se han identificado 13 elementos óseos, de los cuales
12 muestran corte-desarticulación y 1 corte-sierra (Fig. 211). Las mandíbulas son la
muestra con mayor representación de corte-desarticulación relacionado a la separación
lateral alrededor de la sínfisis y corte-desarticulación en la rama para liberar la bóveda
craneal, por otro lado, el corte-sierra en el maxilar está asociada al porcionamiento con el
uso de una sierra de metal. Asimismo, las marcas de corte-desarticulación presentes en
los metapodios se corresponden al desprendimiento de los miembros distales en el
despellejamiento y a limpieza de la diáfisis para su posterior fractura.
147
Por ende, los indicadores más representativos demuestran fracturas asociadas a un estado
fresco.
Por su parte, la termoalteración de los restos óseos de camélidos por la técnica culinaria
del hervido, denotan colores con tonalidades que van de blanco a marfil, con una
apariencia perlada o vidriosa, lo cual debe ser evaluada con indicadores asociados a los
efectos deposicionales y postdeposicionales.
148
Las marcas de corte fueron identificados en 8 elementos óseos, de los cuales, 6 muestran
corte-sierra y 2 corte-desarticulación (Fig. 216). Los huesos de la bóveda craneal que
incluyen el maxilar tienen la representación total de corte-sierra, lo cual se asocia al
porcionamiento del cráneo (Fig. 217). Por otra parte, la mandíbula con marcas de corte-
desarticulación en la rama se asocia a la separación de la región craneal. Asimismo, el
metacarpo con corte-desarticulación se asocia al destazamiento a partir de la zona
proximal.
Con respecto a las fracturas, se ha contabilizado una mandíbula que presenta un contorno
longitudinal asociado a la separación lateral. Por su parte, cabe mencionar que los
metapodios no muestran fracturas debido al tamaño regular de los elementos óseos que
han sido tomados como porciones independientes (Fig. 218).
Asimismo, la termoalteración de los restos óseos de ovinos por la técnica culinaria del
hervido, muestran colores entre blanco y marfil, con una apariencia perlada o vidriosa.
La obtención de los elementos anatómicos para la preparación del caldo se deriva del
despellejamiento de los animales realizado en las zonas de matanza. Por lo general, la
cabeza y los miembros distales son dejados de lado cuando se preparan las carcasas de
los animales beneficiados junto con la piel, como subproductos en las primeras etapas de
procesamiento, por su bajo contenido muscular.
Asimismo, el uso de los miembros distales y la cabeza, en este tipo de platos, debió
establecerse como una estrategia sociocultural practicada en sociedades pretéritas que
incluían el ganado en su subsistencia a fin de aprovechar todas las partes anatómicas de
los animales. Una vez alcanzada su especialización, este dio paso a la emergencia de una
modalidad culinaria que permitió su soporte cultural y por tanto la configuracion de una
identidad culinaria con la preparación del caldo usando unidades anatómicas específicas.
150
CAPÍTULO V. ESTUDIOS EXPERIMENTALES
El presente trabajo procura recrear las condiciones en las cuales los paquetes anatómicos
son transformados con la aplicación de las tres técnicas culinarias (hervido, exposición
151
directa y pachamanca), basándose en simulaciones experimentales realistas (March et al.
2007), a fin de observar las dinámicas asociadas a los procesos culinarios del caldo, el
asado y la pachamanca. En tal sentido, el presente estudio busca:
Previo al análisis, la carne adherida fue limpiada con instrumentos metálicos y agua
caliente teniendo cuidado en no dejar marcas en la superficie del elemento óseo.
152
El estudio de las fracturas se ha enfocado en la diferenciación y presencia del contorno
de la fractura, el ángulo y la textura del borde de la fractura (Outram 2002; Alcántara et
al. 2006; Yravedra 2006). Por otro lado, la identificación de las termoalteraciones
dependió de las zonas afectadas (Yravedra 2006), y de la temperatura que determina su
transformación estructural (Shipman y Foster 1984; Colomer et al. 1996).
5.1.2. Resultados
-Materiales asociados: zanahoria, papa, yuca, poro, apio, orégano, pimienta entera y sal
-Preparación pre-cocción: Los huesos largos fueron fracturados en tres partes tomando
como referencia las metadiáfisis. Las escapulas fueron fracturados en dos, asimismo, las
costillas y vértebras fueron separadas con una herramienta de filo activo. Los vegetales
fueron puestos enteros, en caso de las especias se utilizó sólo ramas. La olla fue llenada
hasta alcanzar su máxima capacidad.
-Apariencia de los huesos pre-cocción: Los huesos largos muestran fracturas helicoidales,
con esquirlas angulosas (no mayores a 3 cm) y bordes afilados (Fig. 220 y 221). Las
costillas, la escápula y las vértebras muestran fracturas irregulares (Fig. 222).
-Modo de servir: Las diferentes porciones obtenidas pre-cocción son servidas en platos
de losa junto con los vegetales y el caldo.
153
-Medición de la temperatura: La medición de la temperatura se realizó en 5 puntos: el
borde, cuerpo y base de la olla (1-3), así como la estructura de combustión (4) y el agua
contenida (5) (Fig. 223). Las temperaturas correspondientes al borde de la olla y al agua
se han mantenido constantes alrededor de los 100 y 120° C, por otro lado, la base de la
olla y cuerpo muestran oscilaciones entre 100 y 500° C debido a los mecanismos de
transferencia de calor. Asimismo, la temperatura de la estructura de combustión se ha
mostrado parcialmente estable entre 280 y 360° C (Tabla 56 y Fig. 224)
-Modo de servir: Las unidades anatómicas son fracturadas post-cocción para obtener
porciones individuales. Los platos se sirven acompañado de vegetales y ensalada.
-Tiempo de cocción: 1 hora y 15 minutos (una vez enterrado junto a los escombros de la
estructura de combustión).
-Modo de servir: Las unidades anatómicas son fracturadas post-cocción para obtener
porciones individuales. La pachamanca se sirve acompañado de los vegetales que
también fueron cocidos con esta técnica, junto a ensalada y una salsa picante.
155
-Medición de la temperatura: La medición de la temperatura se realizó a la estructura de
combustión antes de la cocción de la carne, para lo cual se han considerado 4 puntos: el
domo del horno (1), el arco de piedras o boca (2), el lado derecho del horno (3) y el lado
izquierdo del horno (4) (Fig. 228). Las temperaturas obtenidas muestran el incremento
progresivo de la concentración de calor en el área de la boca, con una oscilación de 400°
C y 800° C, por otra parte, las temperaturas en ambos lados del horno denotan un parcial
incremento entre 300 y 500° C. Asimismo, la temperatura registrada en el domo muestra
un ligero incremento, oscilando entre 350 a 480° C (Tabla 58 y Fig. 229). La temperatura
alcanzada por los elementos líticos antes del ingreso de los paquetes anatómicos señala
una máxima de 275° C y una mínima de 221° C, con una media de 245° C.
-Observaciones: Los huesos asociados a la carne cocida han mostrado un color blanco y
marfil. Por su parte, algunas zonas musculares han mostrado indicios de chamuscado
(Fig. 230).
Termoalteraciones
Los elementos óseos en general han mostrado una coloración que va entre blanco a marfil
con apariencia perlada o vidriosa. Se ha observado además que algunas epífisis muestran
pequeñas áreas chamuscadas, debido al contacto con el recipiente de agua. Se debe
mencionar que estos indicadores pueden cambiar por los factores particulares de cada
depósito tafonómico en el registro arqueofaunístico.
Fracturas
Termoalteraciones
156
Los elementos óseos muestran marcas diferenciales obedeciendo al volumen de la
disposición muscular, el cual, ofrece una barrera frente a la exposición directa al fuego
(Tabla 60). Las unidades anatómicas con mayor volumen cárnico (húmero, escápula,
radio-ulna) muestran zonas chamuscadas en áreas asociadas a las articulaciones. Por otro
lado, las costillas muestran un área de afectación mayor que se desplaza al cuerpo.
Asimismo, se muestran algunas coloraciones diferenciales a modo de manchas de color
marrón rojizo y áreas con una coloración marfil o blanca, muy parecida a los huesos
hervidos (Fig. 232).
Fracturas
Termoalteraciones
Los elementos óseos muestran una superficie blanca o marfil con apariencia vidriosa,
muy parecida a los elementos óseos hervidos (Fig. 233). Por otro lado, se ha mostrado
indicadores de chamuscado asociados a las zonas articulares y cuerpos de elementos
óseos con un bajo volumen de carne (Tabla 62).
Fracturas
Topografía ósea
157
reconocidas y ser comparadas con la muestra arqueológica. En cuanto a la selección de
la muestra arqueológica para la comparación, nos basamos en las características
macroscópicas diferenciales. Sin embargo, las particularidades correspondientes al
hervido y a la pachamanca, en este sentido, no ofrecen un grado de diferenciación
objetiva en cuanto a la coloración y la apariencia, del mismo modo, gran parte de los
atributos de fracturación son compartidos con la técnica del asado. En cambio, los rasgos
correspondientes al asado ofrecen una mejor plataforma de indicadores diferenciales
frente a los elementos afectados por la técnica de la pachamanca.
-Muestra experimental: Para el análisis de ha seleccionado una tibia derecha con el fin de
caracterizar los daños ocasionados por la pachamanca (Fig. 238). La superficie muestra
erosión y microrestos asociados, así como la formación de fosas con porosidades y
microfracturas en su interior, de la misma manera, se aprecia crestas irregulares y
osteonas expuestas.
Borde de la fractura
Borde rugoso
160
5.1.3. Alcances sobre la diferenciación de técnicas culinarias: caldo, asado y
pachamanca.
Las técnicas culinarias estudiadas muestran formas distintas de transferencia de calor para
el cocimiento de la carne, los cuales, afectan de manera diferencial a los elementos óseos
relacionados a las unidades anatómicas utilizadas. En cuanto a las estructuras de
combustión y el uso de soportes para la transferencia de calor, la técnica del hervido
muestra un mayor dinamismo en cuanto a las temperaturas obtenidas debido a los
mecanismos de inducción-convección-irradiación del calor involucrados en la
trasformación de los alimentos, empero, debido al medio de cocción las huellas en los
elementos óseos se revelan de manera más homogénea. Por otro lado, la técnica de
exposición directa al fuego, muestra un incremento paulatino de la temperatura que se
concentra en las unidades anatómicas a medida que la carne se coce por mecanismos de
irradiación-inducción produciendo transformaciones estructurales en los elementos óseos
de forma diferencial. Asimismo, en la pachamanca, la transferencia de calor depende de
los elementos constructivos que componen la estructura de combustión (horno), debido a
que estos elementos una vez que alcanzan la temperatura ideal (que depende de la pericia
del cocinero) son utilizados como soporte para el cocimiento de los paquetes anatómicos,
generando un ambiente de cocción donde actúan mecanismos de irradiación-inducción
limitados por la temperatura que se alcanza al calentar la estructura que transferirá calor
a la carne.
161
Por su parte, los atributos asociados a la fracturación demuestran que las estrategias en el
porcionamiento pre-cocción son característicos de las fracturas en fresco, mostrando la
recurrencia de contornos helicoidales, ángulos agudos y obtusos, así como bordes lisos
(Johnson 1985; Outram 2002; Alcántara et al. 2006). De otra parte, los atributos de
fracturación relacionados a la exposición directa al fuego y la pachamanca demuestran
cambios estructurales en el tejido óseo que se reflejan en el porcionamiento post-cocción
con la aparición de contornos irregulares (dentado y festoneado) y rectos (transversal,
oblicuo y longitudinal), de la misma manera, se incrementan los bordes rugosos y los
ángulos rectos.
La transformación de los alimentos crudos por medio de la técnica culinaria del hervido
implica la mejora significativa de los nutrientes, la capacidad de digestibilidad y la
eliminación de toxinas, además afecta las propiedades sensitivas de los productos,
principalmente su sabor, su textura y su olor (Goody 1982; de Garine 2003). Por lo cual,
la técnica culinaria del hervido provee de un soporte versátil para la preparación de
distintos productos al mismo tiempo, asimismo, permite la estructuración de diversas
modalidades culinarias tomando importancia en la construcción social de la identidad
cultural por medio de la alimentación.
162
(Schiffer 2013). En el hervido, la conducción de energía es transmitida, en primer orden
por la irradiación de calor a la base y cuerpo del contenedor, las moléculas de agua más
próximas se calientan originando la convección de fluidos (por la diferencia de
temperaturas), haciendo que las moléculas calientes suban mientras chocan, agitan y
calientan a las moléculas frías (Coenders 1996; Dhir 1999). Este proceso cuenta con dos
interfaces vapor/gas y líquido, que al interactuar pueden transferir calor a cualquier
cuerpo dependiendo a su conductibilidad, en este sentido transforman a los productos
animales y vegetales en sustancias comestibles.
Esta serie de acciones ocasiona cambios en la carne y el hueso moderados por el entorno
líquido que eleva su temperatura de forma constante (Roberts et al. 2002). El hervido
produce la hidrólisis de los componentes orgánicos principalmente los lípidos, los tejidos
musculares y el colágeno, dependiendo del grado de exposición (Belitz y Grosch 1985;
Coenders 1996; Wansnider 1997). La grasa en los tejidos se dispersa contribuyendo a la
transferencia del calor en la unidad anatómica, a medida que la carne se cose el periostio
se desprende permitiendo la reducción de los músculos.
De este modo, el elemento óseo queda expuesto al flujo convectivo, el cual provoca
cambios en su estructura que resultan ser análogos a los procesos diagenéticos (Roberts
et al. 2002; Lander et al. 2014). Los elementos óseos pueden presentar la pérdida de
colágeno, el aumento de la cristalinidad y aumento de la porosidad los cuales pueden ser
intensos en proporción al tiempo de exposición, por otro lado, se ha observado que existe
un aumento parcial del tamaño de las matrices de Havers, así como la presencia de
microfisuras en el tejido óseo.
Por lo expuesto, nuestro ensayo experimental tiene como objetivo principal observar y
registrar los cambios sucedidos en el tejido cortical de los elementos óseos a diferentes
tiempos (1h-2h-3h-4h) asociada a las interaciones producidas por la transferencia de
calor. En tal sentido, se busca indicadores microscópicos que puedan caracterizar los
daños producidos durante la cocción de las unidades anatómicas por medio de la técnica
del hervido para obtener un marco comparativo con el registro arqueofaunístico.
163
años y medio comprada en la comunidad de pastores de Cavan a más de 4000 msnm,
perteneciente al pueblo de Patacancha, distrito de Ollantaytambo, provincia de Urubamba
en el departamento de Cusco (Fig. 219).
Los elementos anatómicos fueron cortados por la mitad junto a la carne desde la diáfisis
utilizando una sierra eléctrica, de este modo se obtuvieron porciones de las áreas proximal
y distal a fin de someterlas a distintos tiempos de exposición bajo la técnica del hervido.
Para el contenedor de agua se utilizó una olla de barro con una capacidad aproximada de
9 litros, como estructura de combustión tipo fogón se ha utilizado piedras (andesitas
canteadas) alineadas formando una “U” con una boca lo suficientemente grande para el
ingreso de combustible, en este caso ramas y troncos de eucalipto. De esta manera,
tratamos de basarnos en simulaciones experimentales realistas (March et al. 2007), a fin
de observar las dinámicas emergentes recreando situaciones similares a los contextos
históricos.
La correlación del tiempo de exposición por cada porción fue resuelta de acuerdo a su
disposición anatómica (Fig. 243). De tal modo que el tiempo de exposición de las
unidades anatómicas fue distribuido en el siguiente orden:
Las porciones fuera de la olla fueron liberadas de carne aún en caliente, con herramientas
de madera, cepillos y agua tibia con el fin de reducir en lo más mínimo el daño en la
superficie por la limpieza y de esta manera dejar áreas despejadas para la observación
164
microscópica (Fig. 243). Posteriormente, se ha seleccionado secciones limpias, de los
cuales se obtuvo muestras de 9 mm2 para pasarlas por el Microscopio Electrónico de
Barrido (MEB) a diferentes aumentos para la diferenciación de las afectaciones
superficiales en la topografía del hueso y tomar fotografías representativas.
5.2.2. Resultados
1 hora de exposición
2 horas de exposición
3 horas de exposición
El húmero distal expuesto a la transferencia de calor durante 3 horas a los procesos del
flujo convectivo, revela una baja acumulación de gránulos y microrestos sobre la
165
superficie ósea (Fig. 246). Cabe destacar, un incremento de los segmentos que reúnen a
las depresiones irregulares divididas por crestas de dirección sinuosa, así como su
concentración y tamaño. El daño en la topografía muestra hasta dos capas con los mismos
patrones de erosión superficial del tejido óseo.
4 horas de exposición
El húmero proximal, el cual fue expuesto durante 4 horas a las condicionas dadas por la
ebullición, ha demostrado una mayor concentración de microrestos dispuestos en
acumulaciones discretas sobre el tejido cortical (Fig. 247). Además se muestra la
continuidad de los paneles con depresiones irregulares con una mayor concentración y
disminución de tamaño. Por otro lado, observamos la presencia de algunas áreas llanas
que preceden a paneles más anchos con la formación de depresiones. Asimismo, es
posible observar la exposición de algunos orificios, en celdas oscuras, correspondientes
a las osteonas y parcialmente a los conductos de Havers.
5.2.3. Alcances sobre cambios en el tejido óseo por la aplicación de la técnica del
hervido
En las diferentes modalidades culinarias que involucran la técnica del hervido, los
productos alimenticios son dispuestos en distintos tiempos, por lo general, la carne es
agregada en el inicio de la preparación para obtener una mejor cocción, lo cual varía el
tiempo de exposición al flujo convectivo. Dependiendo a la escala gastronómica y a las
unidades anatómicas utilizadas, la preparación de la carne puede ser dispuesta por tiempos
muy variables. Por ejemplo, los pastores de camélidos en algunas comunidades de Cusco,
hacen hervir durante mucho tiempo las patas y la cabeza para suavizar los tendones para
166
la digestibilidad, tiempo que puede ser más corto en caso se prepare guisos con partes de
mayor contenido cárnico a la hora de hacer un guiso.
Por otro lado, se debe tomar en cuenta las variables tafonómicas surgidas en las fases
postdeposicionales, cuyas interacciones pueden afectar la topografía ósea. Se ha
demostrado que los daños ocasionados por hervido en los elementos óseos pueden llegar
a ser análogos a los producidos en la digénesis (Roberts et al. 2002). Razón por el cual,
se deben realizar experimentos y trabajos que involucren todas las alteraciones
posteriores a los procesos de cocción de las unidades anatómicas.
Los elementos óseos son tejidos conectivos especializados que se ajustan a las
condiciones biomecánicas y metabólicas de los vertebrados, están comprendidos por una
fracción inorgánica (70%), una fracción orgánica (20%) y agua (10%), estas proporciones
pueden variar de acuerdo a la estructuración tisular cortical o trabercular (Yuehuei y
Gruber 2003; Reidsma et al. 2016). La constitución orgánica de los elementos óseos esta
enlazada fundamentalmente por células correspondientes a osteoblastos, osteocitos y
osteoclastos, además contiene una abundante matriz extracelular de fibras de colágeno
(MacDougall y Javed, 2010). Las moléculas de colágeno forman una triple estructura
helicoidal compuestos por cadenas de aminoácidos (polipéptidos), otorgando a los huesos
elasticidad y flexibilidad.
167
En la aplicación de técnicas culinarias, tales como el hervido, la exposición al fuego y la
pachamanca, las unidades anatómicas conformadas por carne, tendones, médula y hueso
cambian su apariencia y su estructura por la transferencia de calor (Yravedra 2006; Götz
2014a). El aumento de temperatura permite la transformación de las proteínas contenidas
en los alimentos, incluyendo el colágeno óseo, en sustancias nutritivas, que son propias
del fenómeno de la cocción. De tal forma que son fácilmente digeribles por las enzimas
proteolíticas producidas por nuestro cuerpo, evitando enfermedades por el consumo de
alimentos no cocidos (Wansnider 1997; Lander et al. 2014).
Por lo tanto, los cambios físicos y químicos producidos en el colágeno del óseo pueden
afectar las proporciones isotópicos, especialmente en el análisis de 13C/12C y 15N/14N en
la reconstrucción de la dieta animal (DeNiro et al. 1985). Nuestro estudio propone un
análisis de los valores isotópicos de δ13C colágeno y δ15N colágeno, provenientes de un
mismo individuo, cuyas unidades anatómicas fueron expuestas a diferentes técnicas
culinarias: hervido, exposición al fuego y pachamanca. A fin de observar las alteraciones
de los ratios isotópicos producidas por la transferencia de calor al colágeno óseo.
168
al pueblo de Patacancha, distrito de Ollantaytambo, provincia de Urubamba en el
departamento de Cusco (Fig. 219).
Muestra de control
Para este caso se destinó una tibia izquierda, esta muestra no fue expuesta a ninguna
técnica culinaria.
Hervido
Para la preparación, la olla fue llenada con agua hasta alcanzar los tres cuartos de su
capacidad para ser dispuesto posteriormente sobre el fogón. El radio-ulna fue ingresado
antes de la ebullición, como usualmente se realiza en las distintas modalidades culinarias
tradicionales. Una vez que se inicio la corriente de convección, se dejo cocer a la unidad
anatómica por un lapso de 1h y 30 min para luego retirarlo.
Para la exposición directa al fuego, se dispuso de una parrilla de metal de 1.20 m de ancho
y 1.35 m de altura, el cual fue puesto sobre una estructura de combustión abierta
construido a partir de la alineación de ladrillos de forma paralela. El combustible
compuesto por ramas y troncos de eucalipto fue consumido hasta obtener partes de carbon
ardiente y de esta forma disponer de un foco de calor estable. Para esta técnica se usó un
169
radio-ulna izquierdo, el cual se colocó sobre la parrilla. El tiempo de cocción fue orientada
de acuerdo a la carne, cuyo cocimiento duró 45 min.
Pachamanca
La estructura de combustión fue derruida sobre la unidad anatómica para luego cubrir los
escombros con tierra y así maximizar la transferencia de calor y lograr una mejor cocción
de la carne. El elemento fue cocido durante 1 hora, para su liberación se retiró con sumo
cuidado la tierra, las lajas y la unidad anatómica.
Limpieza
La carne, los tendones y la médula para todos los casos fueron limpiados del elemento
óseo con herramientas de madera, cepillos y agua tibia para evitar mayores daños. Una
vez limpios se dejo secar bajo techo durante 2 dias antes de tomar las muestras
representativas.
Muestreo y análisis
170
analizador elemental Termo Flash 1112 acoplado en flujo continuo a un espectrómetro
de masas de relaciones isotópicas Termo Delta V Advantage (Bremen, Germany).
Los valores obtenidos fueron sometidos a análisis estadístico de las medidas de tendencia
central y medidas de dispersión, así como el coeficiente de correlación y a estimarlos
mediante un gráfico bivariado.
5.3.2. Resultados
Las muestras enviadas cumplen con los requisitos establecidos para relaciones molares
C:N del colágeno óseo, los cuales se sitúan en los rangos de 2.9 y 3.6 ‰ considerados
con una buena preservación del colágeno óseo y válidos para los estudios
correspondientes a la paleodieta de acuerdo a DeNiro y Epstein (1981)(Tabla 64). De
igual forma, las muestras presentan una relación positiva de rangos de contenido en
carbono relativos al ±13 % y contenidos en nitrógeno relativos al ± 4.8 % siguiendo los
criterios de Ambrosse (1990).
El análisis isotópico muestra que los valores de δ 13C tienen rango de entre -21.7 ‰ y -
22.1 ‰ con una media de -21.9 ‰. Los valores de δ15N se encuentran entre 5.3 ‰ y 4.9
‰ con un promedio de 5.1 ‰ (Tabla 65). El coeficiente de correlación muestra un valor
negativo de -0.57 demostrando una relación inversamente proporcional entre las variables
de δ13C y δ15N indicando el uso de zonas de pastoreo dentro de parcelas propias de
ecosistemas de altura, con una dieta predominantemente de plantas con fotosíntesis tipo
C3.
Tomando como referencia los valores de δ13C de la muestra de control (-21.7 ‰), existe
una diferencia de -0.1 ‰ con relación a los especímenes asociados al hervido y la
exposición directa al fuego, en cambio, el ejemplar relacionado a la pachamanca revela
una diferencia de -0.4 ‰. Por otro lado, los valores de δ15N de la muestra de control (5.2
‰) son similares al ejemplar expuesto directamente al fuego, el elemento óseo hervido
denota una diferencia de -0.3 ‰, en contraste el espécimen vinculado a la pachamanca
difiere en un 0.1 ‰.
En este sentido, las diferencias de los valores de δ13C y δ15N no son lo suficientemente
determinativos para inducir errores en la reconstrucción de indicadores dietéticos. Sin
embargo, se ha comprobado que elementos óseos carbonizados a más 400 °C producen
un aumento de 4 ‰ en los valores de δ13C y δ15N, siendo un criterio indiscutible para el
muestreo de ejemplares destinados al análisis isotópico.
5.3.3. Alcances de los cambios en los valores isotópicos de δ13C colágeno y δ15N
colágeno de elementos óseos sometidos a diferentes técnicas de cocción
172
Por otro lado, los modos de transferencia de calor relacionados a las técnicas culinarias,
han demostrado grados distintos de alteración físico-química de los valores de δ13C y
δ15N, especialmente asociado al tiempo de cocción y a la temperatura. La exposición
directa al fuego muestra proporciones cercanas al elemento de control, por el contrario,
la técnica del hervido y la técnica de la pachamanca, denotan cambios en los ratios de
δ15N y δ13C respectivamente. Es posible vincular los valores obtenidos a aspectos
culinarios distintos en correlación a otros tipos de análisis óseo a nivel macroscópico y
microscópico.
173
CAPÍTULO VI. DISCUSIÓN
6.1. Producción
Los grupos sociales conformados por alpacas tienden a establecer relaciones con una
poligamia preponderante, de acuerdo a los requerimientos de los pastores, los grupos de
rebaños pueden ser mixtos con un número mayoritario de hembras en convivencia con
machos jóvenes o machos castrados, así como hatos exclusivos de machos jóvenes,
dispuestos en parcelas limitadas al agua (Dransart 2002; Gasco 2012). En contraste, las
llamas se segregan en agrupaciones de machos reproductores dominantes, mostrando una
influencia territorial amplia, la designación de lugares para sus actividades cotidianas y
la expulsión de machos antes de cumplir el primer año. En tal sentido, el manejo de los
rebaños se enfoca en hatos compuestos por machos reproductores y grupos discretos de
hembras (Flores-Ochoa 1988; Flannery et al. 1989; Gasco 2012). Los machos restantes
son incorporados a las caravanas o son sacrificados para el consumo.
Desde otra perspectiva, las condiciones medioambientales de los valles costeros podrían
afectar la productividad de los bienes asociados a la crianza de camélidos. Por ejemplo,
la fibra de alpaca experimentaría un crecimiento reducido de 7.7 a 9.9 cm/año, lo que
corresponde a 1 cm de pelo por cada 20-50 días, dependiendo a la edad, el sexo y la
esquila, cuya práctica se limitaría de 2 a 3 veces durante 8 años, tiempo en el cual se
beneficia a los individuos antes de perder masa muscular (Flores-Ochoa 1988; McGregor
2002). En cambio, en zonas altiplánicas o hábitats altoandinos con fuentes de agua
permanente la calidad de la fibra suele ser superior, el vellón puede alcanzar de 10 a 13
174
cm/año, llegándose a esquilar hasta 4 veces durante 8 años (Dransart 2002). Asimismo,
la carne de alpaca en estos ambientes guarda una mejor conservación de su humedad
repercutiendo en la conservación de la musculatura y en el consumo prolongado. Por
ende, según Szpak et al. (2019) la actividad productiva de los camélidos en la costa debe
proveer de sistemas de selección y mejora continuas.
El comportamiento social de la alpaca genera una mejor adaptación de los rebaños a las
disposiciones de los pastores, además de ofrecer una mejor rentabilidad económica por
los productos obtenidos a partir de su crianza metódica. En este aspecto, la producción de
alpacas posibilita la implementación de estrategias de domesticación y difusión a gran
escala, siendo un recurso importante en el desarrollo de políticas económicas que
permiten la inflexión y legitimación del estado Mochica en acciones y mecanismos
concretos, tales como: su producción especializada, su distribución en los diversos
sectores sociales y el intercambio de los productos primarios o secundarios con otros
valles costeros o regiones andinas. Mientras que la llama, por su alcance territorial y
control reproductivo fue destinado a las labores de trasiego intravalle e intervalle, así
como el acceso a regiones altoandinas.
En la fase Mochica III, la expansión del Estado Teocrático a los territorios sureños desde
el valle de Moche, inició una red de comercio que implicaba la obtención y distribución
de recursos vegetales y animales a diferentes escalas, incluyendo a rebaños de camélidos
criados bajo estrategias distintas. De esta forma, los grupos establecidos a partir del
análisis de conglomerados sugieren el acceso de camélidos de distintos rebaños revelando
una baja relación de afinidad, lo cual, denota una mayor variabilidad intraespecífica
derivado del acopio de camélidos provenientes de distintos rebaños y zonas de pastoreo.
Del mismo modo, se ha mostrado una mayor superposición de especies o una intersección
interespecífica obedeciendo al cruce bidireccional o hibridación de especies de llamas y
alpacas con un bajo control de los rebaños acorde a una actividad pecuaria incipiente.
En cambio, durante la fase IV, la emergencia del Estado Secular permitió un mayor
control de las actividades de pastoreo acorde a una especialización económica y una
mayor demanda de los diversos sectores productivos. Los gradientes morfométricos
exponen de manera más clara la separación de especies mostrando un mejor manejo de
los rebaños haciendo inflexión sobre la reproducción con la selección constante de los
176
conjuntos de llamas y alpacas de acuerdo a sus productos derivados. El agrupamiento de
alpacas muestra una alta relación intraespecífica en la mayoría de casos, asimismo, se
mantienen indicadores de distancia intraespecífica en las alpacas y superposición
interespecífica. En consecuencia, es posible observar una mejor afinidad de los grupos de
camélidos que se agrupan en conglomerados con un alto nivel de parentesco.
177
6.1.2. Isotópicos de δ13C colágeno y δ15N colágeno
En este mismo sentido, los primeros análisis de δ13C y δ15N colágeno realizados por
Vásquez et al. (2012) en las Huacas del Sol y de La Luna sugieren que las señales C4
pertenecen a un consumo predominante de maíz, así como, plantas C3 provenientes de las
lomas y algas de origen marino cuya señal determinaría los rangos intermedios entre C4
y C3. De esta manera, las áreas de pastoreo implicarían zonas de cultivo en el valle medio,
zonas cercanas al mar y las lomas costeras. Asimismo, no se han encontrado camélidos
con una alimentación exclusivamente de plantas C3, indicando una explotación
concentrada en ecosistemas costeros, descartando así, la presencia de camélidos
pertenecientes a zonas altoandinas.
En cambio, las señales asociadas a la fase Mochica IV, han demostrado una concentración
y orientaciones más estables en cuanto a la dieta, lo cual se dirige al uso de zonas de
pastoreos más específicos y mejor implementados. De esta manera, la especialización del
pastoreo alcanzado en este periodo obedece al crecimiento económico y la autonomía
alcanzados en los territorios mochicas del sur (Shimada 1995). En cuanto a las señales
isotópicas de δ13C, estas se incrementan considerablemente para las plantas con
metabolismo C3 demostrando un consumo creciente y alternativo de mosaicos arbóreos,
con este tipo de señal, permitiendo desarrollar nuevas estrategias de pastoreo que
derivaron a una especialización pecuaria, que tomaba en cuenta la estacionalidad para el
aprovechamiento de los distintos ecosistemas costeros. En adición, los indicadores de
δ15N, muestran una alta variabilidad en cuanto a las llamas correspondientes al trasiego
sobre distintos ecosistemas, así como una concentración estable de las muestras
correspondientes a las alpacas denotando el uso de ecosistemas específicos.
Esta tendencia hacia una especialidad en las actividades de pastoreo durante las fases
Mochica III y Mochica IV, no fue replicada en otros valles costeños pertenecientes al
179
territorio sureño, debido a factores socioculturales y geográficos particulares. De acuerdo
a las investigaciones de δ13C y δ15N colágeno y queratina proveniente de la fibra de los
textiles en los sitios de Guadalupito y El Castillo en el valle de Santa, Szpak et al. (2019),
han demostrado que la crianza local de camélidos no fue sostenible a largo plazo debido
a las condiciones poco estables de los ecosistemas costeros, la limitada vegetación
silvestre para el forrajeo y el escaso abastecimiento de subproductos de maíz a pesar de
la expansión de la obras de irrigación en la fase IV. En una primera instancia, los
camélidos eran criados localmente hasta encontrarse con los altos costos de esta actividad,
obligando a importan camélidos de otros valles y ecosistemas para acceder a sus
productos, tales como la fibra o la carne.
Por otro lado, con respecto a nuestros datos siguiendo una perspectiva medioambiental,
los altos niveles de nitrógeno en camélidos de la fase Mochica III, se deben a eventos
climáticos de baja pluviosidad y desertificación al cual las plantas podrían haberse
adaptado durante esta fase. Este argumento podría ser correlacionado con los estudios
paleoambientales de Schaaf (1988) en el nevado Quelccaya, los cuales, demuestran un
periodo de desertificación entre el 450 y 650 d.C seguido de periodos intermitentes de
intensa pluviosidad (Shimada 1995). En este sentido, la crianza de camélidos habría
estado restringida a parcelas de cultivo en el valle medio y a mosaicos arbóreos que se
generan en zonas áridas, de tal forma que existía el manejo de distintos grupos de rebaños.
En oposición, en la fase IV, la estabilización climática permitió concentrar un mayor
número de camélidos en el valle medio. Por ende, a pesar de mostrar valores extremos, el
consumo de vegetación se muestra regular con plantas C 4 y combinación C3 y C4 durante
ambas fases, hecho que debe ser resuelto y complementado con otros indicadores
ambientales en el registro arqueológico.
180
y las estribaciones que rodean al valle de moche (Gamboa 2015). Debido a su carácter
estacional, las lomas pueden mostrar fragilidad a las actividades de deforestación y
sobrepastoreo, de modo que las actividades pecuarias no podrían llevarse a gran escala.
De otra parte, en las zonas cercanas al mar, los camélidos tenían acceso a gramíneas,
especialmente Distichlis spicata o grama salada que contiene un alto contenido de sílice
propicio para el desgaste dental, así también, se encontró epidermis foliares de
Sporobolus virginicus, una gramínea que crece cerca de la playa (Vasquéz et al. 2012, p.
30). Estas gramíneas forman grupos perennes adaptados a la aridez y salinidad,
particularmente Distichlis spicata, con rebrotes entre verano e invierno, cuya señal
isotópica corresponde a metabolismos C4 (Pelliza et al. 2005). El consumo de estas
plantas habría generado señales isotópicas correspondientes a plantas C 4 de manera
predominante, en alternancia al consumo de maíz, dejando de lado las señales C 3 que
pertenecen a los resultados isotópicos asociados a las Huacas de Moche.
182
De acuerdo a nuestras evidencias, los rebaños de camélidos eran alimentados, en gran
medida con subproductos provenientes del cultivo de maíz, tales como, tallos y hojas
(fitolitos) que ocasiones incluía mazorcas (pericarpio de maíz). La cosecha del maíz
puede realizarse de dos a tres veces al año dependiendo a las condiciones
medioambientales y de infraestructura. El acceso a un consumo de plantas menores de la
familia Amaranthaceae (Chenopodium sp. y Amaranthus sp.) sugiere el emplazamiento
de los camélidos continuamente por las zonas de cultivo, debido a que estas plantas crecen
sin control cerca de las parcelas de maíz. De acuerdo a la presencia diferencial de
almidones durante ambas fases, se ha denotado la presencia de formas esféricas y
poliédricas en la fase III indicando la producción de distintos tipos de maíz acorde a la
expansión territorial y comercial Mochica. Por el contrario, en la fase IV sólo se han
encontrado almidones poliédricos como producto de la especialización agrícola alcanzada
en el valle de Moche.
Las comunidades de sapote (Capparis sp.) y algarrobo (Prosopis sp.) están adaptados a
altas temperaturas y suelos con escasa cantidad de agua, ambas pueden considerarse como
especies freatófitas que resisten a condiciones extremas de salinidad, alcalinidad y frio,
debido a ello siguen patrones de colonización agrupados en mosaicos ecológicos
dispersos propios de un paisaje estepario, dependiendo a la disponibilidad de agua,
pueden llegar a formar bosques cerca de cursos de agua permanente, llegando a alcanzar
porte arbóreo. En cambio, en situaciones de aridez, estas especies generan arbustos, muy
frecuentes en los llanos costeros. En consecuencia, los camélidos tenían acceso a las
hojas, flores, legumbres y frutos de estas especies, los cuales eran ramoneados por los
rebaños.
El pastoreo de camélidos dependió de las zonas agrícolas del valle medio, incorporando
en su dieta un alto porcentaje de maíz. Comúnmente, el maíz es sembrado en ultimos
meses del año (setiembre a diciembre), requiere de un cuidado especial para mantener los
183
primeros brotes, durante este tiempo es posible que el acceso a las zonas de cultivo fuera
restringido para los camélidos. Durante los meses de cosecha, que comprenden los meses
de febrero-marzo (1° recolección) y los meses de marzo-mayo (2° recolección), los
camélidos eran alimentados primordialmente con maíz. En tal sentido, el ciclo del maíz
comprende las estaciones de primavera y verano en el norte peruano. Es probable que
durante el otoño y el invierno, los mosaicos de algarrobo y sapote hayan sido una de las
principales fuentes alimenticias, debido a que las lluvias estivales y la humedad
condensada en la costa, habrían promovido su crecimiento en los llanos y en otros
ecosistemas costeros próximos. Orientando un pastoreo estacional de diferentes
ecosistemas.
Desde otra perspectiva, es posible que se haya mantenido una estrategia mixta
combinando el valle medio y los ecosistemas del llano costero, durante todo el año
dependiendo a los ciclos de maíz y a la conservación de los excedentes de su cultivo. Así
como, la inclusión de productos secundarios de otros tipos de alimentos botánicos y
forraje silvestre que eran proveídos por los mochicas dentro de la ZUM.
184
los huesos, así como un mal higiene de los espacios de crianza, ocasionando restricciones
en la movilidad que condicionan el sacrificio del animal.
6.2. Consumo
6.2.1. Procesamiento
185
En cuanto, a la destrucción ósea por agentes antrópicos se han combinado distintas
metodologías a fin de descartar la fragmentación y observar el alcance de cada una de
ellas. Las aproximaciones a partir de la similitud del color de la fractura y el tejido
cortical, así como el contorno de la fractura dieron porcentajes similares en cuanto a la
identificación de la agencia de las acciones humanas en la fracturación de las unidades
anatómicas, de igual manera, la determinación de la densidad ósea en los efectos de
fragmentación que en general suelen ser más frecuentes en el esqueleto axial. En cambio,
el IFF (Índice de Fractura Fresca) requiere la evaluación de atributos observables en los
huesos largos, lo cual limita la muestra arqueofaunística a la identificación de los agentes
de fracturación en elementos óseos determinados.
Por otra parte, las unidades anatómicas que fueron destinadas para la industria ósea, han
seguido un tratamiento distinto, al parecer algunos ejemplares se derivan de las etapas de
procesamiento regulares que alcanzan al porcionamiento, en cambio en otros casos se
consigue mantener el elemento óseo íntegro hasta obtener el soporte o las matrices con
acciones de ranurado, aserrado o facetado (Rosales 2017). La mayor cantidad de
elementos registrados corresponde a piezas tecnológicas, considerados como restos de las
actividades de extracción que dependen de la integridad del elemento óseo, las tibias en
este sentido son las más frecuentes, cuyo destino es la manufactura de objetos
ornamentales fuera del CA 35. Los instrumentos hecho en hueso, encontrados en el CA
35 están vinculados al uso textil practicado probablemente en los espacios domésticos.
Los indicadores agrupados bajo esta perspectiva tienen que ver con las unidades de
cocción que son producto de las alteraciones térmicas. Se han identificado dos tipos de
alteración, el hervido y la exposición directa al fuego. El hervido ha mostrado
características parcialmente ambiguas para el reconocimiento de los elementos óseos
afectados por esta técnica, a causa de ello la identificación se ha limitado a un número
reducido de ejemplares, cuya mayor porcentaje (70%) pertenece a la fase Mochica III,
demostrando cierta predilección, en la fase IV este porcentaje se reduce a un 30%
probablemente por la inclusión de otras técnicas de cocción.
187
Las marcas asociadas a la exposición directa al fuego se focalizan de manera distintiva
en las zonas articulares, según trabajos experimentales y etnográficos, la carne ofrecería
una barrera para la identificación de esta técnica en otras zonas de la topografía ósea
(Pijoan-Aguadé et al. 2010; Götz 2014a). Según Miller (1979), esta práctica en los
camélidos modernos muestra una tendencia hacia los elementos óseos pertenecientes al
costillar por su facilidad al momento de ser cocido. Por otro lado, las marcas por
termoalteración en los huesos del cráneo y los miembros distales devienen de la liberación
del pelambre para el consumo de la carne.
Según el NISP, las unidades de adquisición con mayor preferencia en el CA 35 son los
miembros proximales anteriores y posteriores, seguido por los paquetes anatómicos
conformados por las regiones cervicales, dorsales y lumbares. El acceso a las unidades
anatómicas con mayor contenido de carne, por lo general está regulada por la importancia
social de los consumidores dentro del sistema de distribución. En este sentido, existe una
proporción continua de las unidades de adquisición con respecto a otras regiones
anatómicas que se mantiene durante ambas fases, con un incremento parcial durante la
fase IV, sugiriendo un poder adquisitivo importante dentro de la ZUM de los residentes
del CA 35.
189
Los análisis relacionados al MNE, muestran una frecuencia dominante de elementos
óseos representados por las primeras falanges, las costillas, los húmeros y las tibias en
ambas fases con un aparente incremento durante la fase IV, esto nos lleva a pensar que
las unidades de consumo contemplan elementos con bajo índice cárnico y ejemplares de
calidad. Por otro lado, la estandarización de la representación anatómica por medio del
MAU% denota un mayor porcentaje de radio-ulnas y tibias, seguido de los húmeros y
fémures mostrando una correspondencia anatómica de las unidades de adquisición,
asimismo, la abundancia parcial de los miembros distales toma un papel menos
protagónico en el análisis anatómico. Esta corrección de la representación anatómica, nos
permite observar el aprovechamiento y decisiones económicas entorno a paquetes
anatómicos con mayor abundancia de carne y médula, dejando de lado interpretaciones
en base a la abundancia ósea a priori.
El índice de aportación cárnica derivado del peso y el volumen de carne presente en cada
unidad anatómica, nos indica que durante ambas fases la unidad de consumo mejor
aprovechada ha sido el fémur, en segunda instancia se aprovechó el área lumbar junto al
sacro, así como el húmero. El consumo de carne en este sentido, muestra las mismas
estrategias de distribución y obtención de unidades de adquisición y unidades de
consumo, al parecer los residentes del CA 35 muestran las mismas pautas de consumo
durante las fases III y IV, con ligeros incrementos anatómicos durante la fase IV.
Los viajes a los pueblos de pastores de camélidos de Tuqsa y Oquenarca tuvieron como
objetivos principales: 1) el registro etnográfico de las modalidades culinarias
pertenecientes al caldo y al asado respectivamente diferenciados principalmente por la
técnica de cocción y 2) El análisis de los elementos óseos para caracterizar rasgos
distintivos propios de cada modalidad culinaria. Los trabajos etnográficos y
antropológicos acerca de pastores actuales, sugieren que el consumo de las diferentes
modalidades culinarias se realiza en contextos domésticos, cívicos y religiosos
específicos dependiendo de los ciclos de siembra y cosecha, de las temporalidades de
lluvias y secas, así como la renovación de las pasturas. De igual manera, se ha observado
un consumo diferenciado del caldo y el asado de acuerdo al estatus y la posición familiar
191
de los consumidores. En este aspecto, el consumo de la carne de camélido está cargado
de un contenido simbólico y sociocultural que se alinea a la programación de actividades
agropastoriles. Es probable, que la estructuración de pautas en el consumo de camélidos
en sociedades complejas corresponda al desarrollo de estrategias que combinan
actividades agrícolas y ganaderas mediadas por las diferentes instancias estatales.
Otro dato importante es el uso etario de los camélidos para cada modalidad culinaria, en
el caldo, los camélidos corresponden a edades indistintas que dependen comúnmente de
la disposición del rebaño, en comparación, en el asado se utiliza camélidos de edades
tiernas (especialmente subadultos) con buena masa muscular para lograr una cocción
uniforme y una mejor textura de la carne. En este sentido, la proporción de los camélidos
explotados en el valle de Moche ofrecen el soporte cárnico de individuos juveniles y
adultos, los cuales pueden ser usados para la preparación de ambas modalidades
culinarias. En consecuencia, para la determinación asertiva de las modalidades culinarias
se debe combinar los análisis correspondientes a la determinación del perfil biológico y
las alteraciones óseas de carácter cultural correspondientes a las prácticas culinarias.
Por otro lado, los viajes realizados a los distritos de Layo y Sicuani tuvieron como
objetivo primordial registrar y analizar la especialización e identificación culinaria del
caldo preparado a partir de los miembros distales y la cabeza de los camélidos y ovinos.
La modalidad del caldo ha alcanzado cierta industrialización en los mercados de ambos
distritos, siguiendo pautas similares en la preparación y consumo. De acuerdo a una
perspectiva anatómica, las unidades con mayor contenido de carne son priorizados en la
obtención de los animales y destinados a un consumo diferencial de acuerdo al estatus
social de los consumidores. Los elementos óseos considerados accesorios o de bajo
rendimiento son descartados en las primeras etapas del procesamiento animal,
principalmente durante el despellejamiento y la evisceración.
193
Para la preparación del caldo, se obtiene los miembros distales (falanges, metapodios,
tarsos y carpos), el cráneo (mandíbula, maxilar y bóveda craneal) y las vísceras en los
lugares de matanza de camélidos y ovinos acopiados en las ferias rotativas realizadas en
cada distrito. Este modo de obtener a los animales, sugiere la especialización de los
sistemas de acopio y distribución dejando intacto a los sistemas tradicionales de
producción de camélidos y ovinos en las comunidades de pastores aledañas. En el periodo
Mochica, la producción de camélidos estaba controlado por el estado en todas sus
instancias, no obstante, cabe la posibilidad de la incorporación de sistemas de acopio y
distribución que dispongan de los productos pecuarios independientemente a los intereses
del estado Mochica en sectores productivos con cierta especialización.
Por su parte, las preferencias por el consumo del caldo se basan en sus propiedades
sensoriales y socioculturales. La configuración de la modalidad culinaria del caldo parte
del sabor, aroma y textura que alcanzan las unidades de cocción de forma independiente
al animal utilizado en su preparación, de este modo, los patrones culinarios pueden
trascender a la disposición de algunos productos reemplazándolos por otros similares. En
este entender, es posible que la gastronomía regional en el norte del Perú pueda contener
algunas modalidades culinarias análogas a otras de tiempos pretéritos. En un sentido
amplio, la técnica culinaria del hervido proporciona de un soporte versátil para la
preparación de distintas modalidades afines. En la gastronomía Mochica, es probable que
modalidades próximas al caldo se pudieron incluir en las prácticas culinarias relacionadas
a la carne de camélido.
En cuanto al consumo del caldo en los distritos de Layo y Sicuani, este se realiza por lo
general durante las primeras horas de la mañana asociada a la creencia compartida de
otorgar un respaldo energético para iniciar la jornada laboral. Este simbolismo vinculado
al acto de comer este alimento, es un factor sociocultural en la continuidad de las prácticas
culinarias relacionadas a la modalidad del caldo. En consecuencia, en cualquier tipo de
sociedad incluyendo la Mochica, la estructuración y continuidad de una modalidad
culinaria se ve afianzada por el soporte simbólico construido entorno al consumo de los
alimentos.
6.3. Desecho
197
Las marcas de abrasión nos muestran un acarreo y arrastre de los elementos óseos con
una regularidad parcial en los pisos asociados a la fase Mochica III y el incremento de
ejemplares pertenecientes a la fase Mochica IV. Lo cual, se asocia a una ocupación más
intensa en los últimos pisos del CA 35 produciendo el desgaste y pulimento de los
elementos óseos, especialmente especímenes de la región axial. En el mismo sentido, las
marcas de pisoteo nos indican una ocupación continua y el aumento poblacional de los
residentes en la fase IV, inferidos a partir del aumento en la frecuencia de los daños por
pisoteo. Asimismo, de acuerdo a estos indicadores, el tratamiento de los pisos durante las
fases III tiene un patrón más continuo, por el contrario en la fase IV, suelen incrementarse
en los pisos 1 y 2. Al parecer la alternancia de apisonados y pisos preparados en el CA 35
determinaba la gestión de los desechos óseos.
198
El acceso de roedores a los restos óseos denota la acumulación de desechos orgánicos en
lugares específicos como producto de una limpieza continua de algunos espacios,
permitiendo la generación de madrigueras. En cambio, la escasa presencia de marcas de
carroñeros mayores sugiere la restricción de los espacios domésticos para un consumo
secundario de los residuos de carne, medula y grasa por parte de los canidos, que incluyen
a los perros.
199
CAPÍTULO VII. CONCLUSIONES
7.1. Producción
200
pecuaria toma mayor importancia en la fase IV con un manejo de rebaños de manera
local y a disposición del Estado Mochica.
En cuanto a las zonas de pastoreo a partir de las análisis isotópicos de δ13C y δ15N
colágeno y microvestigios botánicos en placas dentales y coprolitos, se ha destacado
la presencia de una dieta mixta de plantas con metabolismos C3 y C4. La dieta de los
camélidos sugiere una fuerte presencia de plantas C 4 en especial el maíz que
proporcionó gran parte del forraje necesario para mantener rebaños a disposición del
estado Mochica, ajustándose a las ideas previas de las hipótesis planteadas. Con la
habilitación de áreas agrícolas en valle medio fue posible desarrollar una actividad
ganadera inicial en la fase III, supeditada a las regulaciones estatales y a la obtención
de recursos provenientes de valles subsidiarios. La presencia de señales de plantas
con metabolismo C3 ofreció una alternativa a la alimentación de los camélidos en los
llanos costeros y espacios dentro de la ZUM que progresivamente fueron
incorporados en la rotación de zonas de pastoreo entre el valle medio y mosaicos
arbóreos de Prosopis sp. y Capparis sp. en las estepas semiáridas durante la fase IV
que se derivan de la especialización pecuaria relacionados a la autonomía productiva
alcanzada en el valle de Moche.
7.2. Consumo
201
soportes para la industria ósea. Del mismo modo, los indicadores de destrucción ósea
muestran una alta incidencia de factores naturales y culturales en la formación del
registro arqueofaunístico. La fragmentación de los elementos óseos es más frecuente
en el esqueleto apendicular debido a su baja densidad ósea durante ambas fases
relacionados a la capacidad de carga y otros factores de fosilización, con un
incremento parcial durante la fase IV. Los elementos óseos asociados a las acciones
de fracturación se orientan a la obtención de porciones para el consumo y el acceso
de medula ósea así como la liberación de grasa.
204
CAPÍTULO VIII. RECOMENDACIONES
8.1. Producción
Las paleopatalogías propias de los camélidos son una fuente importante acerca de la
salud del rebaño, de los criterios para la selección de individuos, así como la actividad
al cual eran destinados los animales, en este entender, los programas de análisis deben
incorporar apartados específicos para su desarrollo.
8.2. Consumo
205
La evaluación de los índices de consumo debe tomar una actitud diferencial de
acuerdo a las áreas domésticas, administrativas y ceremoniales con el propósito de
encontrar divergencias en el consumo de camélidos tomando en cuenta el perfil etario
y la aportación de carne.
8.3. Desecho
El uso de huesos como combustible deben ser tomados en cuenta en el momento del
registro de las estructuras de combustión, asimismo, aproximarnos a su uso concreto
de acuerdo a programas experimentales.
206
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
Akcali A. y N. Lang
2017 Dental calculus: The calcified biofilm and its rol in disease development.
Periodontology 2000, Volumen 0, 1-8.
Aldenderfer M.
1998 Montane Foragers. Asana and the South-Central Andean Archaic. Iowa:
University of Iowa Press.
Allen C.
2008 La coca sabe. Coca e identidad cultural en una comunidad andina. Edición en
español ed. Cuzco: CBC.
Altamirano A.
1995 Función ritual de los camélidos en la costa norte del Perú. Lima: Pontificia
Universidad Católica del Perú. Tesis para optar el grado de Magíster en
Arqueología.
Ambrosse S.
1990 Preparation and Characterización of bone and Tooth collagen for Isotopic
Analysis, Journal Archaological Science 17, 431- 451.
Appadurai A.
1981 Gastro-Politics in Hindu South Asia. American Ethnologist: Symbolismo and
cognition, 494-511.
207
Ashton K., M. Tracy y A. deQuiroz
2000 Is Bergmann's rule valid for mammals?. The American Naturalist, 156(4), 390-
415.
Ávido D.
2012 Conceptos y métodos para el estudio zooarqueológico de la cocción de los
alimentos, en: P. Babot, M. Marschoff y F. Pazzarelli (eds.), Las manos en la
masa. Arqueologías, Antropologías e Historias de la alimentación en
Suramérica. Buenos Aires: Museo de Antropología, 553-575.
Babot M.
2004 Tecnología y utilización de artefactos de molienda en el Noroeste Prehipánico.
Tesis Doctoral. San Miguel de Tucumán: Universidad Nacional de Tucumán.
Badal E. y V. Atienza
2014 Análisis microscópico de coprolitos de herbívoros hallados en contextos
arqueológicos. Girona, VI Congreso Ibérico de Arqueometría.
Baker J. y D. Brothwell
1980 Animal diseases in Archaeology. New York: Academic Press.
Bawden G.
1994 La paradoja estructural: la cultura Moche como ideología política, en: S. Uceda
y E. Mujica (eds.), Moche: Propuestas y perspectivas. Actas del primer
coloquio sobre cultura Moche. Lima: Universidad Nacional de La Libertad,
Trujillo-Instituto Francés de Estudios Andinos, 389-414.
1995 The structural paradox: Moche culture as political Ideology. Latin American
Antiquity, 6(3), 255-273.
Baxter M.
2016 Multivariate analysis of Archaeometric data. An introduction. Nottingham:
Archaeometry Laboratory. University of Missouri Research Reactor.
Behrensmeyer A.
1978 Taphonomic and ecologic information from bone weathering. Paleobiology 4,
150-162.
Belitz H. y W. Grosch
1985 Química de los alimentos. Primera edition Zaragoza: Acribia.
208
Billman B.
1996 The evolution of prehistoric political organizations in the Moche valley, Perú.
Santa Barbara: University of California. Thesis for the degree of Doctor of
Philosophy.
Binford L.
1981 Bones. Ancient men and Moder Myths. Primera edition Florida. Academia
Press Inc.
Blumenschine R.
1986 Carcass consumption sequences and and the archaeological distinction of
scavenging and hunting. Journal of Human Evolution (15), 639-660.
Bonavia D.
1982 Los Gavilanes: mar, desierto y oasis en la historia del hombre. Lima:
Corporación Financiera de Desarrollo S.A. COFIDE y Instituto Arqueológico
Alemán.
2013 Maize. Origin, domestication and its role in the developlment of culture. First
edition Cambridge: Cambridge University Press.
Brown T. y K. Brown
2011 Biomolecular Archaeology. An Introduction. First edition Oxford. Willey-
Blackwell.
Brumfield E.
1991 Weaving and cooking: women's production in Aztec Mexico. en: J. Gero y M.
Conkeye (eds.), Engendering Archaeology: Women and Prehistory. Mexico,
224-251.
Canziani J.
2009 Ciudad y Territorio en los andes: contribuciones a la historia del urbanismo
prehispánico. Segunda. Lima: Pontificia Universidad Católica del Perú.
209
Capaldo S. y R. Blumenschine
1994 Quantitative Diagnosis of Notches Made by Hammerstone Percussion and
Carnivore Gnawing on Bovid Long Bones. American Antiquity, LIX(4), 724-
748.
Capriles J. y N. Tripcevich
2016 Advances in the archaeology of andean pastoralism, en: J. Capriles y N.
Tripcevich (eds.), The archaeology of andean pastoralism. Albuquerque:
University of New Mexico Press, 1-10.
Cárdenas J. y C. Götz
2015 Tafonomía de desechos: modificaciones de restos faunísticos en un solar maya
actual y su aplicación a los estudios zooarqueológios. Archaeobios, I(9), pp.
137-157.
Castillo L. J.
2004 Ideología, ritual y poder en la consolidación, colapso y reconstitución del
estado Mochica del Jequetepeque, El Proyecto Arqueológico San José de Moro
(1991-2004), en: L. J. Castillo (ed.), Programa Arqueológico San José de
Moro. Temporada 2004. Lima: Pontificia Universidad Católica del Perú, 11-
81.
Castillo L. J. y C. Rengifo
2005 Arquitectura funeraria en San José de Moro. Diseño arquitectónico de un
cementerio a inicios del segundo milenio, en: L. J. Castillo (ed.), Programa
Arqueológico San José de Moro. Temporada 2005. Lima: Pontificia
Universidad Católica del Perú, 82-95.
Castillo, L. J. y C. Donnan
1994 Los Mochicas del Norte y los Mochicas del Sur, en: K. Makowski (ed.), Vicús,
142-181. Lima: Colección Arte y Tesoros del Perú, Banco de Crédito del Perú.
Castillo, L. J. y S. Uceda
2009 The Mochicas, en: H. Silverman y W. Isbell (eds.), Handbook of South
American Archaeology, 707-729. Illinois: Springer.
Chaix, L. y P. Méniel
2005 Manual de Arqueozoología. Primera. Barcelona: Ariel.
210
Chaplin R.
1971 The Study of Animal Bones from Archaological sites. London. Seminar Press.
Chapdelaine C.
1997 Le tissus urbain du site Moche, en: C. Chapdelaine (ed.), À l'ombre du Cerro
Blanco. Nouvelles découvertes sur la culture Moche, côte nord du Pérou, 6-
80. Montréal: Département d'antropologie. Université de Montréal.
2009 Domestic life in the around the Urban sector of the Huacas of Moche site,
Northen Peru, en: L. Manzanilla y C. Chapdelaine (eds.), Domestic life in
prehispanic capitals. A study of specialization, hierarchy, and ethnicity, 181-
196. Michigan: Museum of Anthropology. University of Michigan.
2010 Moche political organizationin the Santa Valley, en: J. Quilter y L. J. Castillo,
(eds.), New perspectives on Moche political organization. Washington, D.C.:
Dumbarton Oaks, 250-277.
Clairin, R. y P. Brion
1997 Cuadernos de estadística: Manual de muestreo. Segunda. Madrid: La Muralla
y Huespérides.
Coenders A.
1996 Química culinaria. Estudios de lo que sucede a los alimentos antes, durante y
después de cocinados. Zaragoza: ACRIBIA SAC.
Córdova, M.
2008 Estadística descriptiva e inferencial. Quinta. Lima: MOSHERA S.R.L.
Costa C.
2015 The use of animal bones as fuel in the third Millenium BC Walled Enclosure
of Castanheiro do Vento (Northern Portugal). International Journal of
Osteoarchaeology, XXVI(5), 877-884.
Crabtree, P.
1990 Zooarchaeology and Complex Societies: Some Uses of Faunal Analysis for
the Study of Trade, social status and ethnicity.» Archaeological Method and
Theory, 2, 155-205.
211
Cukrowska E., T. McCarthy, S. Pole y C. Steininger
2005 The chemical removal of manganese dioxide coatings from fossil bones from
the Cradle of humankind, South Africa. South Africa Journal Science ,
Volumen 101, 1-3.
Cusicanqui S. y Barrazueta R.
2008 Continuidad en el manejo del espacio y procesamiento de bienes de consumo
en el Área 35 de San José de Moro. En: L. J. Castillo, (ed.), Programa
Arqueológico San José de Moro. Temporada 2008. Lima: Pontificia
Universidad Católica de Perú, 58-103.
D'Altroy T. y Hastorf C.
2002 The Domestic Economy, Households, and Imperial transformation, en: T.
D'Altroy y C. Hastorf (eds), Empire and Domestic Economy. New York:
Kluwer Academic Publishers, 3-24.
Davis S.
1987 La arqueología de los animales. Barcelona: Bellaterra S.A.
deFrance, S.
2009 Zooarchaeology in complex societies: political economy, status and ideology
Journal of archaeological research 17 (2), 105-168.
de Garine I.
1995 Los Aspectos Socioculturales de la Nutrición, en: J. Contreras (ed.)
Alimentación y Cultura. Necesidades, gustos y costumbres. Barcelona:
Ciencias Humanes i Socials Universitat de Barcelona, 129-169.
2003 La dieta y la alimentación de los grupos humanos, en: T. Ingold (ed.) Comanion
Encyclopedia of Anthropology. Cánada: Routledge, 226-264.
de Garine I. y L. A. Vargas
2006 Introducción a las Investigaciones Antropológicas sobre la alimentación y
nutrición, en: F. Peña y A. Alonzo (eds.) Cambio Social, Antropología y Salud.
Mexico: CONACULCA-INAH y PROMEP, 104-120.
Del Carpio M.
2009 Middle Moche and Gallinazo ceramic styles at San José de Moro, en: J.
Millaire y M. Morlion (eds.) Gallinazo: An early cultural tradition on the
peruvian north coast. Los Angeles: Cotsen Institute of Archaeology Press-
University of California, 61-76.
Delavaud C.
1984 Las regiones costeñas del Perú septentrional. Primera ed. Lima: PUCP Fondo
editorial.
212
DeNiro, M. y S. Epstein
1981 Influence of diet on the distribution of carbon isotopes in animals, Geochim.
Cosmochin. Acta I (45), 495-506.
Dhir V.
1999 Boiling curve. En: S. Kandlikar, M. Shoji y V. Dhir (eds.) Handbook of phase
change: Boiling and condensation. London: Taylor and Francis, 63-70.
Dietler M. y B. Hayden
2001 Feast. Archaeological and ethnografic perspectives on food, politics and
power. Washington: Smithsonian Institution Press.
Díez-Fernández J. C.
1992 Zooarqueología de Atapuerca (Burgos) e Implicaciones Paleoeconómicas del
estudio tafonómico de Yacimientos del Pleistoceno Medio. Madrid:
Universidad Complutense de Madrid.
Donnan C.
1973 Moche occupation of the Santa Valley, Perú. Berkeley and Los Angeles:
University of California Publications in Anthropology 8. University of
California Press.
Donnan C. y C. Mackey
1978 Ancient Burial Patterns of the Moche Valley, Perú. Austin/London: University
Texas Press.
Dransart, P.,
2002 Earth, water, fleece and fabric. An ethnography and archeology of andean
camelid herding. Primera ed. London: Taylor y Francis Books Ltd.
Fernández N.
2017 Evaluación de perfiles de mortalidad en guanacos (Lama guanicoe). Nuevas
aproximaciones a los conjuntos zooarqueológicos del sitio Cerro de Casa 5
(Santa Cruz, Argentina). Cuadernos del Instituto Nacional de Antropología y
Pensamiento Latonoamericano-Series especiales 4 (4), 49-58.
213
Fernández-Jalvo Y. y P. Andrews
2016 Atlas of taphonomic identifications. 1001+ Images of fossil and recent
mammal bone modification. First edition London. Springer. Vertebrate
Paleobiology and Paleoanthropology Series.
Fernández-Juarez G.
2002 Simbolismo ritual entre los aymaras: mesas y yatiris. Madrid: Tesis doctoral.
Universidad Complutense de Madrid.
Fernandez-Martinez V.
2015 Arqueoestadística. Metodos Cuantitativos en Arqueología. Madrid. Alianza.
Fitzgerald A.
2015 Animal as food. Reconnecting production, processing, consumption and
impacts. First ed. Michigan: Michigan State University Press.
Floreano D.
2016 Estudios isotópicos para establecer la dieta de los camélidos en la ocupación
Post-Moche en Plaza 1, Huaca de la Luna, Trujillo-Perú. Archaeobios, 1(10),
5-36.
Flores-Ochoa J.
1977 Enqa, Enqaychu, Illa y Khuya Rumi, en: Pastores de puna uywamichiq
punawaikuna. Cusco: Instituto de Estudios Peruanos, 211-238.
Fowler M.
2010 Medicine and surgery in Camelids. Third. Iowa: Blackwell Publishing.
Frontini R.
2010 Las arqueofaunas en la cocina: actividades culinarias en el sitio 2 de la
localidad arqueológica El Guanaco. Arqueología 16, 191-208.
214
Galotta D.
1988 Osteología de la llama (Llama glama guanicoe f.d. glama Linnaeus, 1758).
Revista de Ciencias Agrarías y Tecnología de Alimentos, 19-61.
Gamboa J.
2015 Archaeological heritage in a modern urban landscape. The ancient Moche in
Trujillo, Peru. First edition. New York: Springer.
Gasco A.
2012 Caza y Pastoreo de Camélidos en la Frontera Meridional del Mundo Andino.
Una aproximación osteométrica. Facultad de Filosofía y Humanidades. Tesis
para optar al grado de Doctor en Historia. Córdoba: Universidad Nacional de
Córdoba.
Gifford-Gonzalez D.
1989 Ethnographic Analogues for interpreting Modified Bones: Some Cases from
East Africa, en: R. Bonnichsen y H. Sorg (eds.), Bone Modification. Orono.
University of Maine Center for the study of the First Americans, 179-246.
Glendon J.
1988 Middle to late Preceramic (6000-3000 BP) subsistence patterns on the central
coast of Perú: The coprolite evidence. Texas. University of Texas. Thesis for
the degree of Master of Arts.
Goepfert N.
2006 Estudio arqueozoológico de restos de tumbas y del contexto de ofrendas de
camélidos del Proyecto San José de Moro, Lima : Programa Arqueológico San
José de Moro.
Gonzáles-Ruibal A.
2003 Desecho e identidad: Etnoarquelogía de la basura en Galicia. Gallaecia,
Volumen 22, 413-440.
Goody J.
1982 Cocina, Cuisine y Clase. Primera edición Barcelona: Gedisa.
Götz C.
2014a La alimentación de los mayas prehispánicos vista desde la Zooarqueología.
Anales de Antropología 48(1), 167-199.
215
Grant A.
2002 Food, status and social hierarchy, en: P. Miracle y N. Milner (eds.) Consuming
passions and patterns of consumption. Cambridge: McDonald Institute for
Archaeological Research. University of Cambridge, 17-24.
Grayson D.
1984 Quantitative Zooarchaeology. Topics in the analisys of archaeological faunas.
first edition. New York: Academic Press Inc.
Greenfield H. y E. Arnold
2008 Absolute age and tooth eruption and wear sequences in sheep and goat:
determining age-at-death in zooarchaeology using a modern control sample.
Journal of Archaeological Science, 836-849.
Guber R.
2011 La etnografía. Método, campo y reflexividad. Buenos Aires: Siglo XXI.
Gumerman G.
1997 Food and Complex Societies, Journal of Archaeological Method and Theory
IV (2), 105-139.
Halperin C. y A. Foias
2016 Household Garbage: Classic period (ca. 300-900 CE) Maya Practices of
Discard. En: B. A. G. K. Chapdelaine C., ed. Household Archaeology – A
Transatlantic Comparative Approach Proceedings of the International
Symposium, October 24-25 2014, P@lethnology 8. Montréal: Université de
Montréal, pp. 126-145.
Hastorf C.
2006 Domesticated food and society in Early Coastal Perú, en: W. Balée y C.
Erickson (eds.) Time and complexity in historical ecology. New York:
Columbia University Press, 87-126.
2017 The social archaeology of food. Thinking about eating from prehistory to the
present. First ed. Cambridge: Cambridge University Press.
Hernández L.
2001 Cuadernos de Estadística: Técnicas de taxonomía numérica. Madrid: La
Muralla S.A. y Huesperides.
Herrera D. y C. Götz.
2014 La Alimentación de los Antiguos Mayas de la Península de Yucatán:
Consideraciones sobre la identidad y la Cuisine en la Época Prehispánica.
Estudios de Cultura Maya, XLIII(43), 69-98.
Hesse B. y P. Wapnish
1985 Animal bone archaeology. Washington: Taraxacum.
216
Hillson S.
1979 Diet and dental disease. World Archaeology, XI(2), 147-162.
Hodder I.
2012 The present past. An introduction to anthropology for archaeologist. Second
ed. Yorkshire: Pen and Sword Archaeology.
Huelsbeck D.
1991 Faunal remains and consumer behavior: What is being measured?. Historical
Archaeology 25, 62-76.
Izeta A.
2010 Variabilidad osteométrica de camélidos de sitios arqueológicos del NOA, en:
M. Gutiérrez (ed.), Zooarqueología a principios del siglo XXI. Aportes
teóricos, metodológicos y casos de estudio, 29-38. Buenos aires: Ediciones del
Espinillo.
Johnson E.
1985 Current developments in bone technology. Advances in Archaeological
Method and Theory , VIIII(8), 157-235.
Jones J. y D. Bonavia
1992 Análisis de coprolitos de llama (Lama glama) del Precerámico tardío de la
costa nor central del Perú. Bulletin de l'Institut Français d'Études Andines ,
3(21), 35-852.
Kent J.
1982 The Domestication and Explotation of the South American Camelids: Methods
of Analysis and their Application to Circum-Lacustrine Archaeological sites in
Bolivia and Peru, Washington, Thesis for the degree of Doctor of Philosophy:
Washington University.
Klarich, E.,
2010 Behind the scenes and into the kitchen: New directions for the study of
prehistoric meals, en: E. Klarich (ed.) Inside ancient kitchens. New directions
in the study od daily meals and feasts. Boulder, Colorado: University Press of
Colorado, 1-16.
217
Klein R. y R. Cruz-Uribe
1984 The Analysis of animal bones from archaeological sites. Chicago: University
of Chicago.
Kuznar L.
2016 Andean pastoralism and its effect on economic and social stability in the
Andes, en: J. Capriles y N. Tripcevich (eds.) The Archaeology of Andean
Pastoralism. Albuquerque: University of New Mexico Press, 11-16.
LaMotta V. y M. Schiffer
2002 Formation processes of house floor assemblages en: P. Allison (ed.), The
archaeology of household activities. London: Routledge, 19-29.
León E.
2013 14,000 años de alimentación en el Perú. Lima: Universidad San Martin de
Porres.
Llorca I.
2014 La cocina en la comunidad campesina de Vicos de los andes peruanos: Entre
la tradición "local" y la globalización mundial. Quevec, Canada: Univesité
Laval.
L´Heureux G.
2005 Variación morfométrica en restos de óseos de guanacos de sitios
arqueológicos de Patagonia Austral Continental y de La Isla Grande del
Fuego. Magallania XXXI, (1), 81-94.
Loy T.
1990 Prehistoric organic residues: Recent advances in identification dating, and
their antiquity. Archaeometry 90', pp. 645-656.
Lyman R. L.
1994 Vertebrate Taphonomy. Cambridge: Cambridge University Press.
218
MacDougall M. y A. Javed
2010 Dentin and bone. Similar collageneus mineralized tissues, en: F. Bronner, M.
Farach-Carson y H. Roach (eds.) Bone and development. Southampton:
Springer, 183-200.
McGregor B.
2002 Comparative productivity and grazing behavior of Huacaya alpacas and
Peppin Merino sheep grazed on annual pastures. Small Ruminant Research,
3(44), 219-232.
Makowski K.
2009 Virú-Moche relations: Technological Identity, Stilystic Preferences, and The
Ethnic Identity of ceramic Manufacturers and users, en: J. Millaire y M.
Morlion, (eds.) Gallinazo: An early cultural tradition on the peruvian north
coast. Los Angeles: Cotsen Institute of Archaeology Press-University of
California, 33-60.
Malainey M.
2011 A consumer's guide to archaeological science. Analytical techniques. First
edition. New York: Springer.
Manrique P.
1997 El maíz en el Perú. Primera ed. Lima: CONCYTEC-Oficina de apoyo al
investigador.
Marschoff M.
2012a. Dando un uso a los "indeterminados": un marco de referencia específico para
la zooarqueología de contextos históricos hispanocriollos. Archaeofauna 21,
187-205.
Marschoff M.
2012b Enfoques teóricos acerca del cambio social y el cambio en alimentación.
Discusiones desde las prácticas, en: P. Babot, M. Marschoff y F. Pazzarelli
(eds.) Las manos en la masa. Arqueologías, Antropologías e Historias de la
Alimentación Suraméricana. Buenos Aires: Museo Nacional de
Antropología, 119-137.
219
Massigoge A., M. Gonzáles, C. Kaufmann y M. Gutiérrez
2008 Observaciones actualisticas sobre meteorización ósea en restos esqueletarios
de guanaco, en: M. Berón, L. Luna, M. Bonomo, C. Montalvo, C. Aranda y
M. Carrera (eds.) Mamül Mapu: pasado y presente de la arqueología
pampeana. Tomo I. Buenos aires: Libros del Espinillo, 309-322.
McTavish R.
2013 Faunal subsistence strategies among Initial Period coastal fisher at
Gramalote site in the Moche valley of Perú. Wisconsin Milwaukee:
University of Wisconsin Milwaukee. Thesis for the Degree of Master of
Science in Anthropology.
Mengoni, G.
1991 La llama y sus productos primarios. Arqueología. Revista de la sección de
Prehistoria 1, 179-196.
Millaire J-F.
2009 Women identities in the Virú valley, en: J. Millaire y M. Morlion (eds.),
Gallinazo: An early cultural tradition on the peruvian North Coast. Los
Angeles: Cotsen Institute of Archaeology Press-University of California,
149-166.
2016 Pots and pots. Propitiatory ritual at Huaca Santa Clara in the Virú valley, Perú,
en: H. Klaus y M. Toyne (eds.) Ritual Violence in the ancient andes. Austin:
University of Texas Press, 342-358.
Miller, G.
1977 Sacrificio y beneficio de camélidos en el sur del Perú, en: Pastores de puna
uywamichiq punanmakuna. Cusco: Instituto de estudios Andinos, 193-210.
220
1979 An introducción to the ethnoarchaelogy of the andean camelids. Berkeley:
University of California.
2003 Food for the dead, tools for the after life. Zooarchaeology at Machu Picchu,
en: R. Burger y S. Lucy (eds.), Yale Peruvian scientiic expedition collections
from Machu Picchu. Human and animal remains. New Haven: Yale
University Publications in Anthropology, 1-63.
Montón-Subías S.
2002 Cooking in Zooarchaeology: Is This Issue Still Raw? en: Consuming passions
and patterns of consumption. Cambridge: McDonald Institute for
Archaeological Research, University of Cambridge, 7-15.
Moore K.
2016 Early domesticated camelid in the Andes, en: J. Capriles y N. Tripcevich
(eds.), The archaeology of andean pastoralism, 17-38. Albuquerque:
University of New Mexico Press.
Moutarde F.
2004 Los carbones hablan. Un estudio del material antracológico de la Plataforma
Uhle, Huaca de la Luna. Un acercamiento a la economía vegetal de la costa
norte del Perú en la época Mochica, en: L. Castillo, H. Bernier, G. Lockard y
J. Rucabado (eds.) Arqueología mochica nuevos enfoques. Lima: IFEA y
PUCP Fondo editorial, 295-306.
Nielsen A.
2001 Evolución del espacio doméstico en el norte de Lípez (Potosí, Bolivia) ca.
900 - 1700 D.C.. Estudios Atacameños 21, 41-61.
O'Connor T.
1997 Working and relationships: Another look at animal domestication. Antiquity
71 (271), 149-156.
221
Otaola C.
2012 Zooarqueología en la cordillera del Sur de Mendoza: Un enfoque
tafonómico. Buenos Aires: Universidad de Buenos Aires. Facultad de
filosofía y letras. Tesis Doctoral.
Outram A.
1998 The identification and paleoeconomic context of prehistoric bone marrow
and grease exploitation. Thesis for degree of Doctor of Philosophy. Durham:
University of Durham.
Payne S.
1987 Reference codes for wear states in the mandibular cheek teeth of sheep and
goats. Journal of Archaeological Science , 609-614.
Pelliza A., L. Borrelli y G. Bonvissuto
2005 El pasto salado (Distichlis spp.) en la patagonia: Una forrajera adaptada a la
aridez y a la salinidad. Revista Científica Agropecuaria. Facultad de Ciencias
Agropecuarias-UNER, 2(9), 119-131.
Pijoan, C. y A. Pastrana
1984 Método para el registro de marcas de corte en huesos humanos . El caso de
Tlatelcomila, Tetelfan , D.F.. Mexico, Estidios de Antropología Biológica. III
Coloquio de Antropología Física.
Piperno D.
1988 Phitolith Analysis. An Archaeological and Geological Perspective. Second
edition San Diego: Academic Press Inc.
222
2006 Identifying Manioc (Manihot esculenta Crantz) and other crops in Pre-
Columbian Tropical America through Starch Grain Analysis: A Case Study
from Central Panama. En: M. Zeder, D. Bardley, E. Emshwiller & B. Smith,
edits. Documenting Domestication New Genetic and Archaeological
Paradigms, 46-67.
Pozorski S.
1976 Prehistoric Subsistence patterns and site economics in the Moche Valley,
Perú. Texas, Thesis for the degree of Doctor of Philosophy, University of
Texas of Austin.
Pozorski S. y T. Pozorski.
2003 Arquitectura residencial y subsistencia de los habitantes del sitio Moche:
evidencias recuperada por el Proyecto Chan Chan-Valle de Moche. Lima:
Pontificia Universidad Católica del Perú-Universidad Nacional de Trujillo,
119-150.
Prieto G.
2016 ¿Sólo productores de comida bajo la sombra del gran templo? Teorizando
sobre los sitios domésticos del Periodo Inicial. Lima, Actas del I Congreso
Nacional de Arqueología. Volumen III.
Prieto G. y S. Cusicanqui
2007 Secuencia ocupacional en el Área 35 durante la temporada de investigaciones
2007, en: L. J. Castillo (ed.) Programa Arqueológico San José de Moro.
Temporada 2007. Lima: Pontificia Universidad Católica del Perú, 8-35.
Pryor F. L.
2005 Economic System of foraging, agricultural and industrial societies. Primera
ed. Cambridge: Cambridge University Press.
Quielter J. y M. Koons
2012 The fall of the Moche: A critique of claims for South America’s first state,
Latin American Antiquity 23(2), 127-143
Reitz, E. y E. Wing.
2008 Zooarqueología. Segunda. Cambridge: Cambridge University Press.
Reichert D.
1913 The Differentiation and Specificity of Starches in Relation to Genera, Species,
etc. Washington D.C.: Carnegie Institution of Washington.
223
Rengifo C.
2006 Tumbas transicionales y Mochica tardío en las Áreas 28, 33, 34 y 40, en: L.
J. Castillo (ed.) Programa Arqueológico San José de Moro. Temporada 2006.
Lima: Pontificia Universidad Católica del Perú, 8-33.
Rosales T.
1998 Evidencias Arqueozoológicas de crianza de camélidos en la costa norte del
Perú. Trabajo de habilitación para concurso de ingreso a doncencia en carrera
regular. Trujillo: Universidad Nacional de Trujillo-Facultad de Ciencias
Sociales.
Rosas M.
2007 Nuevas perspectivas acerca del colapso Moche en el Bajo Jequetepeque.
Bulletin de l'intitut francais d'études andines, 36(2), 221-240.
Russell N.
2012 Social zooarchaeology. Humans ans animals in prehistory. Cambridge:
Cambridge University Press.
Sadek-Kooros H.
1972 Primitive bone fracturing: a method of research. American Antiquity,
XXXVII(3), 369-382.
Sandefur E.
2002 Animal Husbandry and meat comsumption, en: T. D'Altroy y C. Hastorf
(eds.) Empire and Domestic Economy. New York: Kluwer Academic
Publishers, 179-202.
224
Sandweiss, D., K. Maasch, F. Andrus, E. Reitz, J. Richardson III, M.Riedinger-Whitmore
y H. Rollins
2007 Mid-Holocene climate and culture change in coastal Peru, en: D. Anderson,
K. Maasch y D. Sandweiss (eds.), Climate change and cultural dinamics. A
global perspective on Mid-Holocene Transitions. First edition, New York:
Academic Press, 25-50.
Sato A. y J. Angulo
2015 Atlas de Osteología de la Alpaca. Vicugna pacos. Lima: Laboratorio de
anatomía animal y fauna silvestre. Univerdidad Nacional Mayor de San
Marcos.
Schaaf C.
1988 Establishment and demise of Moche V: Assessment of the climatic impact.
Master’s thesis, Harvard University Extension School, Cambridge, MA.
Schiffer M.
1990 Contexto arqueológico y contexto sistémico. Boletín de Antropología
Americana, diciembre (22), 81-93.
Sealy J.
1986 Stable Isotopes and Prehistoric Diets in the Southwestern Cape Province,
South Africa. Oxford: Cambridge Monographs in African Archaeology.
British Archaeological Report International Series 293.
Shennan S.
1992 Arqueología Cuantitativa. Barcelona: Crítica.
Shimada I.
1995 Pampa grande and the Mochica culture. First. Austin: University of Texas.
Shimada M. y I. Shimada
1985 Llama breeding and herding on the North Coats of Peru. American Antiquity,
50(1), 3-26.
225
Shipman P., D. Fisher y J. Ross
1984 Mastodon burtchery: Microscopic evidence of carcass processing and bone
tool use. Paleobiology, 10(3), 358-365.
Shipman P. y G. Foster
1984 Burnt bones and teeth: an experimental study of color, morphology, crystal
structure and skrincage. Journal of archaeology Science 11, 307-325.
Sierpe V.
2015 Atlas osteológico del Guanaco. Lama guanicoe. Punta Arenas: Universidad
de Magallanes.
Stahl P.
1999 Structural Density of Domesticated South American Camelid Skeletal
Elements and the Archaeological Investigation of Prehistoric Andean
Ch’arki. Journal of Archaeological Science 26, 1347–1368.
Stone A. y J. Morgan
1984 Reduction and dissolution of manganese (III) and manganese (IV) oxidos by
organics. Reaction with Hidroquinone. W. M. Keck Laboratories of
Environmental Engineering Science, California Institute of Technology,
Pasadena, 18(6), 450-456.
Strause L. y P. Saltman
1987 Rol of maganese in bone metabolism. Department of Biology , University of
California 5, 47-55.
Sutter R. y T. Chhatiawala
2016 Population Structure During the Collapse of the Moche (AD 200e850): A
Comparison of Results Derived From Deciduous and Permanent Tooth Trait
Data From San José de Moro, Jequetepeque Valley, Perú, en: M. Pilloud y J.
Hefner (eds.) Biological distance analysis. Forensic and bioarchaeological
perspective. New York: Academic Press, 349-361.
Szpak, P.
2013 Stable isotope ecology and human-animal interactions in Northern Perú.
Ontario: The University of Western Ontario. A thesis of the requirements
for the degree in Doctor of Philosophy.
226
Takigami M. K. Uzawa, Y. Seki, D. Morales y M. Yoneda
2019 Isotopic evidence for camelid husbandry during the formative period at
Pacopampa Site, Peru. Environmental Archaeology, 1-19 DOI:
10.1080/14614103.2019.1586091.
Tantaleán, H.
2005 Arqueología de la formación del estado. El caso de la cuenca norte del
Titicaca. Lima: Auqi Ediciones.
Tello R.
2005 Ocupación Moche en el Conjunto Arquitectónico 35 de las Huacas del Sol y
de La Luna. Informe Técnico 2004, 335-354.
Thomas R.
1973 Human Adaptation to the High Andean Energy flow system, Pennsylvania:
Department of Anthropology, Pennsylvania State University.
227
Thornton E., S. DeFrance, J. Krigbaum y P. Williams
2011 Isotopic evidence for Middle Horizon to 16th century camelid herding in the
Osmore valley, Perú, International Journal Osteoarchaeology 21, 544-567.
Tomczyk W.
2018 Patterns of camelid management in Wari Empire reconstructed using multiple
stable isotope analysis: evidence from Castillo de Huarmey, northern coast of
Peru. Archaeological and Anthropological Sciences, 1-18
https://doi.org/10.1007/s12520-017-0590-6.
Torrence R. y H. Barton
2006 Ancient Starch Research. Left Coast Press.
Uceda S.
1997 Introducción a las excavaciones en la Huaca de La Luna, en: S. Uceda, E.
Mujica, R. Morales (eds.), Investigaciones en la Huaca de la Luna 1995, 19-
22. Trujillo: Proyecto Arqueológico Huacas del Sol y de La Luna Universidad
Nacional de Trujillo.
2005 Los de arriba y los de abajo, relaciones sociales políticas y económicas entre
el templo y los habitantes en el núcleo urbano de las huacas de Moche, en: S.
Uceda, R. Morales (eds.), Informe Técnico 2004, 281-318. Trujillo: Proyecto
arqueológico Huaca de La Luna, Facultad de Ciencias Sociales-Universidad
Nacional de Trujillo.
Uceda S y J. Meneses
2016 El Urbanismo Moche y el surgimiento del estado y la ciudad en los andes
centrales en: S. Uceda, R. Morales, C. Rengifo, Investigaciones en la Huaca
de la Luna 2015, 197-261. Trujillo: Universidad Nacional de Trujillo-
Patronato Huacas del Valle de Moche.
Uzawa K.
2008 La difusión de los camélidos domésticados en el Norte del Perú durante el
periodo Formativo. Boletín de Arqueologia PUCP,12, 249-259.
van Gijseghem, H.
2001. Household and familiy al Moche, Peru: An analysis of Building and
Residence Patterns in a Prehispanic Urban Center. Latin American Antiquity
XII (3), 257-273.
Valliéres C.
2016 Camelid Pastoralism at Ancient Tiwanaku: Urban Provisioning in the
Highlands of Bolivia, en: J. Capriles y N. Tripcevich (eds.) The Archaeology
228
of Andean Pastoralism. Albuquerque: University of New Mexico Press, 67-
86.
Vásquez V. y T. Rosales
2004 Análisis Arqueozoológico y Arqueobotánico de Cerro Chepén. Temporada
2004. Informe presentado a la dirección del Proyecto de Investigación
Arqueológica Cerro Chepén.
2006b Informe final. Restos de fauna y flora del sitio arqueólogico Cañoncillo-Valle
de Jequetepeque, Trujillo: Centro de Investigaciones Arqueobiológicas y
Paleoecológicas Andina-ARQUEOBIOS.
2010 Análisis de restos de fauna y vegetales del sitio Huaca Colorada, Jatanca.
Apéndice 1, en: E. Swenson, J. Chiguala y J. Warner (eds.), Informe Final
Proyecto de Investigación Arqueológica Jatanca, valle de Jequetepeque.
Temporada 2009, 1-34. University of Toronto, Qetzal S.A.C., University of
Kentucky
2012a Análisis de restos de fauna y botánicos de Sipán, Sector I, Sub Sector Huaca
I. Temporada 2012. Informe presentado a la dirección del Proyecto de
Investigación Arqueológica Sipán.
230
Morales (eds.) Investigaciones en la Huaca de la Luna 2004, 425-464.
Trujillo: Facultad de Ciencias Sociales. Universidad Nacional de Trujillo.
2014a Restos de fauna y vegetales del sitio Je64, valle de Jequetepeque. Temporada
2013. Informe presentado a la dirección del Proyecto de Investigación
Arqueológica Jatanca, Huaca Colorada.
Villa P. y E. Mahieu
1991 Breakage patterns of human long bones. Journal of Human Evolution 21, 27-
48.
Waldron T.
2009 Paleopathology. Cambridge: Cambridge University Press.
Walker P.
1978 Butchering and stone tool function. American Antiquity 43(4), 710-715.
Wansnider L.
1997 The Roasted and the Boiled: Food Composition and Heat Treatment with
Special Emphasis on Pit-Hearth Cooking. Journal of Anthropological
Archaeology 16, 1-48.
West T.
1988 Rebaños Familiares Propietarios Individuales: Ritual ganadero y herencia
entre los Aymara de Bolivia. En: Llamichos y Paqocheros: Pastores de
Llamas y Alpacas. Cusco: UNSAAC, pp. 191-202.
231
Wheeler J.
1999 Patrones prehistóricos de utilización de los Camélidos Sudamericanos.
Boletin de Arqueología PUCP 3, 297-305.
Wing E.
1985 Provisional preliminary report on the faunal remains from El Paraíso
(PV46-35). Peru. New York: Florida State-University of Florida.
Yravedra J.
2006 Tafonomía aplicada a Zooarqueología. Madrid: UNED Ediciones.
Yuehuei A. y H. Gruber
2003 Introduction to experimental bone and cartilage histology, en: A. Yuehuei y
K. Martin (eds.) Handbook of histology methods for bone and cartilage. New
Jersey: Humana Press, 3-34.
232
ANEXOS
233
TABLAS
234
Región anatómica Elemento óseo Porción
Cigomático (2)
Parietal (2)
Frontal (2)
Temporal (2)
Ampolla timpánica Fragmentos en general
(2)
Cráneo
Nasal (2)
Palatino (2)
Lacrimal (2)
Occipital Cóndilo, arco, fragmentos
Maxilar (2) Arcada dental, cuerpo
Mandíbula (2) Rama, arcada dental, cuerpo
Vértebra cervical Cuerpo (anterior y posterior), faceta articular (anterior y posterior), disco
Cervical
(7) vertebral (anterior y posterior)
Cuerpo (anterior y posterior), apófisis espinosa, disco vertebral (anterior y
Dorsal Vértebra dorsal (12)
posterior)
Cuerpo (anterior y posterior), apófisis (espinosa y transversal), disco
Lumbar Vértebra lumbar (7)
vertebral (anterior y posterior)
Vértebra caudal (11- Cuerpo (anterior y posterior), apófisis (espinosa y transversal), disco
Caudal 13) vertebral (anterior y posterior)
Sacro Faceta auricular (2), cuerpo, área (proximal y distal)
Costillas Costillas (12) Extremo (vertebral y esternal), cuerpo
235
Periodo Estrato Registro asociado Cantidad de restos óseos
Piso 1 210
Relleno de piso 1 235
Piso 2 61
Mochica IV Relleno de piso 2 198
Relleno de piso 2 Fogón 7 1
Relleno de piso 2 Fogón 14 2
Piso 1 y 2 Tumba 1 11
TOTAL MOCHICA IV 718
Piso 3 36
Relleno de piso 3 133
Piso 4 47
Relleno de piso 4 113
Mochica III Piso 5 84
Relleno de piso 5 112
Piso 6 94
Relleno de piso 6 95
Piso 6 Relleno de tumba 14 4
TOTAL MOCHICA III 718
TOTAL 1436
236
FASE MOCHICA III
1° FALANGE DELANTERA COEFICIENTES DE CLASIFICACIÓN
ID TAXA IDENTIFICADO
FP1V1 FP1V2 FP1V4 FP1V5 CCG CCL CCA CCV
340 67.64 18.92 16.93 15.11 230.17 250.98 252.13 247.28 Vicugna pacos
821 61.65 19.39 16.19 14.85 204.99 230.72 234.15 224.95 Vicugna pacos
823 59.31 18.18 16.15 13.94 162.91 198.97 207.09 196.49 Vicugna pacos
825 66.93 20.01 17.47 16.07 230.61 255.55 254.7 244.43 Lama glama
826 66.22 18.63 15.39 15.13 234.96 246.62 250.83 250.6 Vicugna pacos
827 65.28 18.9 15.5 15.12 232.32 245.77 249.48 247.58 Vicugna pacos
828 72.45 20.63 17.42 15.96 303.17 307.5 299.63 298.18 Lama glama
715 56.76 19.53 14.52 13.3 217.47 232.33 235.94 231.45 Vicugna pacos
830 61.12 17.53 14.32 14.44 184.71 204.45 216 214.45 Vicugna pacos
831 60.62 17.18 14.21 14.55 169.9 192.86 206.57 204.3 Vicugna pacos
735 65.27 19.08 15.74 13.72 255.88 264.13 263.63 264.55 Lama glama
737 59.32 18.38 15.4 14.35 175.38 204.49 213.1 204.87 Vicugna pacos
740 59.72 17.96 15.46 13.72 175.9 204.53 213.07 206.62 Vicugna pacos
743 72.14 20.13 16.27 14.43 330.35 320.71 312.06 319.17 Lama guanicoe
746 69.44 19.46 19.9 15.2 209.52 251.28 247.63 232.17 Lama glama
773 63.32 20.18 16.1 14.8 246.21 260.73 259.5 253.69 Lama glama
722 68.69 19.81 16.64 14.6 279.43 286.01 281.54 281.38 Lama glama
723 55.71 17.32 14.09 12.48 163.48 188.54 200.48 197.37 Vicugna pacos
724 71.39 21.08 16.67 15.73 323.27 319.01 309.85 311.1 Lama guanicoe
727 60.88 17.13 15.16 14.28 158.62 189.34 201.97 196.53 Vicugna pacos
728 57.59 18.31 16.23 14.26 144.06 186.24 195.84 181.61 Vicugna pacos
729 62.06 18.66 16.47 13.89 197.98 226.01 229.77 222.1 Vicugna pacos
730 62.91 19.19 15.45 13.92 238.84 250.94 252.38 250.71 Vicugna pacos
731 60.16 18.09 14.34 13.61 205.19 220.17 228.09 227.64 Vicugna pacos
732 54.82 16.79 13.91 12.95 135.15 166.7 182.75 177.59 Vicugna pacos
733 60.13 17.8 14.14 13.39 203.43 217.53 226.26 227.09 Vicugna vicugna
753 57.23 17.57 14.25 13.26 169.69 193.92 205.45 201.84 Vicugna pacos
754 63.06 17.45 14.44 14.75 193.44 210.93 222.03 221.86 Vicugna pacos
1258 58.7 18.04 15.06 13.07 186.16 210.19 217.79 213.46 Vicugna pacos
721 58.22 19.51 14.71 13.59 222.56 236.69 239.89 235.85 Vicugna pacos
1543 67.48 19.17 15.07 13.97 286.9 282.92 281.29 287.75 Vicugna vicugna
1544 72.98 20.5 16.79 14.9 332.41 325.15 315.19 320.12 Lama guanicoe
237
FASE MOCHICA IV
1° FALANGE DELANTERA COEFICIENTES DE CLASIFICACIÓN
ID TAXA IDENTIFICADO
FP1V1 FP1V2 FP1V4 FP1V5 CCG CCL CCA CCV
8 67.64 18.92 16.93 15.11 230.17 250.98 252.13 247.28 Vicugna pacos
421 67.24 19.63 16.11 15.18 260.48 269.73 268.75 267.20 Lama glama
49 66.71 20.35 17.15 15.40 254.93 271.94 268.37 261.22 Lama glama
491 56.13 17.39 14.74 12.95 150.53 182.48 194.62 187.98 Vicugna pacos
406 68.31 18.77 16.34 15.41 237.52 253.05 255.32 253.17 Vicugna pacos
493 54.15 16.63 14.44 12.64 119.91 158.24 174.47 166.73 Vicugna pacos
780 58.13 18.53 16.04 14.67 152.29 191.44 200.78 187.19 Vicugna pacos
782 57.83 18.49 15.22 13.25 185.53 211.26 217.98 211.45 Vicugna pacos
783 66.49 19.61 17.18 15.41 230.46 253.52 253.24 245.20 Lama glama
796 53.17 17.02 13.34 12.42 144.96 171.48 186.80 183.38 Vicugna pacos
713 60.21 17.22 14.62 13.36 179.25 201.71 212.52 211.08 Vicugna pacos
716 58.03 18.83 17.75 12.88 159.12 205.21 208.28 191.94 Vicugna pacos
719 54.65 18.05 14.44 13.46 153.07 183.94 195.79 187.34 Vicugna pacos
742 60.89 17.44 14.23 14.49 180.68 201.02 213.28 211.62 Vicugna pacos
744 58.98 17.92 15.11 14.15 166.98 196.45 206.91 199.76 Vicugna pacos
745 59.94 18.2 14.97 13.93 190.19 212.68 220.77 216.39 Vicugna pacos
749 67.6 18.99 15.47 14.91 260.60 265.73 266.83 269.03 Vicugna vicugna
767 53.54 18.65 14.75 14.06 145.20 180.79 192.24 179.53 Vicugna pacos
771 66.68 20.39 17.11 15.81 249.91 268.19 265.48 257.38 Lama glama
776 65.17 20.35 16.94 16.15 232.09 254.71 254.20 243.73 Lama glama
777 62.17 20.49 15.95 14.98 244.26 259.18 258.01 250.91 Lama glama
778 59.93 17.93 14.85 14.56 174.11 200.17 210.97 205.24 Vicugna pacos
720 63.42 18.41 16.2 15.33 184.89 214.74 222.09 213.54 Vicugna pacos
750 52.68 16.54 13.5 12.58 120.90 154.40 172.42 166.87 Vicugna pacos
752 63.76 17.84 15.12 14.53 203.11 221.67 229.75 228.37 Vicugna pacos
757 53.37 16.41 13.4 12.24 130.77 160.72 178.00 174.74 Vicugna pacos
751 68.46 18.64 16.87 15.49 224.56 246.15 248.79 244.21 Vicugna pacos
758 57.05 17.82 14.72 13.16 168.74 195.92 206.07 200.52 Vicugna pacos
238
FASE MOCHICA III
COEFICIENTES DE
1° FALANGE TRASERA TAXA
ID CLASIFICACIÓN
IDENTIFICADO
BP1V1 BP1V2 BP1V3 BP1V4 BP1V5 CCG CCL CCA CCV
822 59,32 19,27 16,85 14,57 14,52 306.196 314.058 316.143 306.546 Vicugna pacos
824 53,66 16,76 14,16 13,58 12,57 228.038 243.868 254.109 251.806 Vicugna pacos
829 54,23 17,46 14,69 14,34 13,6 233.240 250.725 259.722 254.696 Vicugna pacos
832 53,43 16,39 14,72 12,84 13,02 208.032 225.064 239.663 234.726 Vicugna pacos
833 53,05 16,55 15,03 12,84 12,89 220.190 236.014 249.426 242.893 Vicugna pacos
736 55,5 17,92 16,03 14,05 12,63 307.523 314.943 317.117 309.639 Vicugna pacos
738 55,62 18,08 15,25 14,68 12,63 301.468 310.706 311.608 307.026 Vicugna pacos
747 58,53 17,65 15,19 14,62 13,48 283.303 293.725 297.572 296.724 Vicugna pacos
748 59,47 17,96 16,26 14,18 13,11 322.955 327.351 328.351 324.811 Vicugna pacos
770 56,61 18,88 16,25 14,46 13,33 310.128 317.790 318.682 309.553 Vicugna pacos
725 58,57 17,5 15,14 13,94 13,33 269.656 279.774 286.012 285.063 Vicugna pacos
726 57,7 18,78 16,14 14,77 13,53 313.309 321.007 321.281 314.228 Vicugna pacos
734 58,07 18,87 16,09 15,45 13,91 318.134 327.062 325.954 319.672 Lama glama
755 56,55 16,79 15,16 14,03 12,67 281.236 291.289 296.613 295.428 Vicugna pacos
761 58,13 18,67 16,07 15,19 13,63 320.189 328.089 327.188 321.512 Lama glama
Tabla 6. Datos osteométricos de las primeras falanges traseras de camélidos en la Fase Mochica
III.
239
FASE MOCHICA IV
COEFICIENTES DE
1° FALANGE TRASERA TAXA
ID CLASIFICACIÓN
IDENTIFICADO
BP1V1 BP1V2 BP1V3 BP1V4 BP1V5 CCG CCL CCA CCV
413 62,52 18,59 16,9 14,93 14,16 343.733 346.838 345.295 342.039 Lama glama
422 60,01 17,64 16,04 15,73 14,44 311.220 321.695 322.617 321.290 Vicugna pacos
156 59,39 18,52 16,59 14,62 13,54 330.715 335.557 335.090 329.252 Lama glama
211 54,91 17,65 15,82 14,63 13,09 295.734 306.668 309.562 302.631 Vicugna pacos
471 64,62 20,1 18,62 16,44 15,04 419.425 417.423 406.648 398.465 Lama guanicoe
492 49,27 15,99 13,5 12,92 10,86 223.626 239.452 250.157 247.125 Vicugna pacos
494 48,4 16,02 14,02 12,98 11,22 223.522 240.429 251.754 245.592 Vicugna pacos
795 55,57 17,86 16,11 14,03 12,95 298.582 307.207 310.662 302.736 Vicugna pacos
797 52,66 16,38 15,03 13,42 12,62 241.067 256.175 266.660 261.014 Vicugna pacos
714 59,66 18,75 16,25 16,15 13,22 372.100 375.649 367.989 365.257 Lama glama
717 63,75 19,65 16,61 15,72 14,43 356.505 359.059 353.763 351.319 Lama glama
718 56,22 17,58 16,56 14,67 14,51 276.861 290.691 297.171 288.139 Vicugna pacos
739 58,21 19,39 17,18 16,16 14,62 346.514 354.724 350.672 340.162 Lama glama
764 53,34 16,54 16,48 13,73 12,83 288.750 299.676 306.330 297.003 Vicugna pacos
765 57,12 19,52 16,58 16,04 14,07 339.197 347.753 343.491 333.630 Lama glama
766 52,55 18,09 15,47 14,36 13,2 263.772 278.469 284.135 273.784 Vicugna pacos
768 58,01 18,77 16,02 14,86 14 297.577 307.389 309.308 302.553 Vicugna pacos
774 52,23 16,11 14,91 13,64 12,41 246.772 261.990 271.631 266.887 Vicugna pacos
779 57,42 20,25 17,42 16,51 14,91 351.478 360.270 354.624 340.593 Lama glama
756 52,84 17,42 14,83 13,42 12,44 246.416 260.028 268.465 261.664 Vicugna pacos
759 52,01 16,53 14,87 13,34 11,78 260.140 272.500 280.307 274.938 Vicugna pacos
760 58,34 18,53 15,79 14,61 13,74 294.313 303.522 306.023 300.924 Vicugna pacos
762 56,77 19,74 15,37 15,26 13,27 310.391 319.102 316.895 309.802 Lama glama
763 52,15 16,06 14,25 13,47 11,58 250.822 264.344 272.696 270.768 Vicugna pacos
Tabla 7. Datos osteométricos de las primeras falanges traseras de camélidos en la Fase Mochica
IV.
240
Unidad
ID Fase TAXA MUESTRA ẟ 13CVPDB %CTOTAL ẟ 15NAIR %NTOTAL C/Nmolar
anatómica
1° Falange
828 Llama I-6 -11.5 44.0 6.5 15.7 3.27
delantera
1° Falange
746 Llama I-8 -14.9 45.9 9.8 16.4 3.26
delantera
1° Falange
773 Llama I-9 -14.6 20.1 7.9 7.8 3.01
delantera
1° Falange
722 Llama I-10 -14.9 32.3 10.4 11.8 3.21
delantera
1° Falange
1543 Vicuña I-11 -15.0 43.6 9.6 15.9 3.19
delantera
1° Falange
821 Alpaca I-13 -16.6 42.6 9.5 15.0 3.32
delantera
1° Falange
823 Alpaca I-14 -14.0 43.9 8.5 15.7 3.27
delantera
Mochica III
1° Falange
827 Alpaca I-15 -14.7 43.0 5.4 15.4 3.26
delantera
1° Falange
737 Alpaca I-16 -13.1 43.7 6.2 15.7 3.26
delantera
1° Falange
740 Alpaca I-17 -11.3 42.4 6.4 15.3 3.23
delantera
1° Falange
723 Alpaca I-18 -11.4 44.8 5.0 16.1 3.25
delantera
1° Falange
727 Alpaca I-19 -16.5 24.9 10.1 8.5 3.42
delantera
1° Falange
733 Vicuña I-21 -14.2 8.8 8.4 3.3 3.14
delantera
1° Falange
743 Guanaco I-22 -12.3 40.9 10.5 14.6 3.26
delantera
1° Falange
421 Llama I-23 -14.3 14.3 6.6 5.2 3.21
delantera
1° Falange
49 Llama I-24 -14.3 34.5 4.6 12.4 3.25
delantera
1° Falange
783 Llama I-25 -16.0 16.3 6.7 6.0 3.15
delantera
1° Falange
771 Llama I-26 -15.5 24.8 8.7 9.3 3.12
delantera
1° Falange
776 Llama I-27 -19.2 22.3 6.9 8.1 3.23
delantera
1° Falange
777 Llama I-28 -12.7 14.3 10.8 5.1 3.25
delantera
Mochica 1° Falange
714 Llama I-30 -14.9 10.2 7.2 3.6 3.27
IV trasera
1° Falange
491 Alpaca I-31 -17.2 18.2 7.0 6.6 3.2
delantera
1° Falange
493 Alpaca I-32 -17.2 11.0 7.0 4.1 3.17
delantera
1° Falange
780 Alpaca I-33 -14.0 18.9 6.5 7.1 3.11
delantera
1° Falange
719 Alpaca I-36 -11.8 37.9 7.6 13.7 3.24
delantera
1° Falange
744 Alpaca I-37 -14.1 11.1 7.5 4.1 3.19
delantera
1° Falange
767 Alpaca I-38 -12.9 24.9 7.9 9.0 3.22
delantera
δ 13CVPDB δ 15NAIR
Media -14.9 Media 7.3
Mediana -14.3 Mediana 7.0
Desviación estándar 2.076326694 Desviación estándar 1.404922218
Varianza de la muestra 4.311132542 Varianza de la muestra 1.973806439
Valor mínimo -19.2 Valor mínimo 4.6
Valor máximo -11.8 Valor máximo 10.8
Total 13 Total 13
Nivel de confianza (95%) 1.254711664 Nivel de confianza (95%) 0.848986
Coeficiente de correlación 0.289550957
Muestra ID Fase Estrato Unidad anatómica Lado Diente Clase Edad aproximada
O-2 566 Mochica III RP5 Mandíbula Derecha M3 Senil 14 años a más
O-3 708 Mochica IV RP2 Mandíbula Izquierda M2 Adulto 4 - 6 años
O-4 705 Mochica IV RP1 Maxilar Izquierda M3 Senil 8 años
242
Microvestigios de la muestra O-2
Almidones
Taxa Medida (Micra) Forma Observaciones
Zea mayz 23.4 x 18.2 Poliédrico
Zea mayz 16.9 x 15.6 Poliédrico
Zea mayz 18.2 x 15.6 Poliédrico
Zea mayz 13 x 13 Esférico
Zea mayz 15.6 x 15.6 Esférico
Zea mayz 18.2 x 18.2 Poliédrico
Zea mayz 10.4 x 10.4 Esférico
Zea mayz 18.2 x 18.2 Poliédrico Dentro parénquima reserva
Zea mayz 20.8 x 18.2 Poliédrico
Zea mayz 15.6 x 15.6 Poliédrico
Zea mayz 20.8 x 20.8 Poliédrico
Solanum tuberosum 13 x 11.7 Elíptico
Tejidos
Taxa Área
Zea mayz Pericarpio de semilla
243
Muestra Elemento identificado Taxa Medidas (Micras) Observaciones
Almidón Zea mays 13 x 15.6 µm Poliédrico
O-5/C-1
Epidermis foliar Capparis sp. Tricoma y epidermis
Palinomorfo No identificado 33.8 x 39 µm Elíptico
Epidermis foliar Capparis sp.
O-5/C-2 Tricoma glandular Capparis sp.
Palinomorfo No identificado 46.8 x 52 µm Elíptico
Polen Chenopodium sp. 20.8 µm (Diametro)
Polen Prosopis sp. 18.2 x 13 µm
Epidermis foliar Prosopis sp. Cara abaxial
Fitolito Zea mays 10.4 x 10.4 µm Fitolito de hoja
O-5/C-3
Almidón Zea mays 18.2 x 13 µm Poliédrico
Almidón Zea mays 15.6 x 15.6 µm Poliédrico
Polen Amaranthus sp. 3 - 5.2 µm Aglutinados
O-5/C-4 Almidón Prosopis sp. 13 x 13 µm
Tabla 15. Microvestigios aislados en la muestra de coprolitos proveniente del CA 37. Fase
Mochica IV.
MOCHICA III
Región anatómica Elementos anatómicos CORTES FRACTURAS
Huesos craneales 0 0
Rama Sínfisis Rama Sínfisis
Mandíbula 1 1 0 0
Extremo vertebral Extremo esternal Extremo vertebral Extremo esternal
Axial Costillas 3 0 5 2
Cuerpo anterior Cuerpo posterior Cuerpo anterior Cuerpo posterior
Vértebras cervicales 5 4 2 3
Vértebras dorsales 2 3 0 3
Vértebras lumbares 3 2 4 4
Proximal Distal Proximal Distal
Escápula 0 1 0 0
Húmero 7 3 1 0
Radio-ulna 11 3 6 1
Falanges anteriores 3 0 0 0
Fémur 4 3 0 0
Apendicular Tibia 1 0 0 0
Falanges posteriores 2 0 0 0
Rótula 0 0
Acetábulo Rama Acetábulo Rama
ilion 0 1 0 0
Tabla 16. Ubicación y cantidad de huellas relacionadas al destazamiento. Fase Mochica III.
244
MOCHICA IV
Región anatómica Elementos anatómicos CORTES FRACTURAS
Huesos craneales 0 0
Rama Sínfisis Rama Sínfisis
Mandíbula 1 0 1 1
Extremo vertebral Extremo esternal Extremo vertebral Extremo esternal
Axial Costillas 1 2 2 0
Cuerpo anterior Cuerpo posterior Cuerpo anterior Cuerpo posterior
Vértebras cervicales 3 3 0 0
Vértebras dorsales 3 4 0 0
Vértebras lumbares 1 3 0 0
Proximal Distal Proximal Distal
Escápula 0 1 0 0
Húmero 3 8 0 0
Radio-ulna 8 4 1 0
Falanges anteriores 1 0 0 0
Fémur 3 5 0 0
Apendicular Tibia 2 1 0 0
Falanges posteriores 0 0 0 0
Rótula 3 0
Acetábulo Rama Acetábulo Rama
Ilion 1 0 0 0
Tabla 17. Ubicación y cantidad de huellas relacionadas al destazamiento. Fase Mochica IV.
245
PORCIONES DEL ESQUELETO AXIAL - MOCHICA III
Cráneo
Parietal Fr: 0
Frontal Fr: 0
Temporal Fr: 1
Ampolla timpánica Fr: 0
Occipital Co: 0 Ac: 1 Fr: 6
Maxilar Ar De: 3 Cu: 6
Mandíbula Ar De: 6 Cu: 3 Ra: 0 En: 3
Vértebras
Vértebra cervical Cu An: 6 Cu Po: 1 Cu: 5 Fc An: 1 Fc Po: 1 Di An: 0 Di Po: 0
Vértebra dorsal Cu An: 0 Cu Po: 0 Cu: 3 Fc An: 0 Fc Po: 0 Di An: 0 Di Po: 0 Ap Ep: 0 Ap Tr: 0 En: 3
Vértebra lumbar Cu An: 0 Cu Po: 0 Cu: 13 Fc An: 0 Fc Po: 0 Di An: 0 Di Po: 0 Ap Ep: 0 Ap Tr: 3 En: 1
Vértebra caudal Cu An: 0 Cu Po: 0 Cu: 0 Fc An: 0 Fc Po: 0 Di An: 0 Di Po: 0 Ap Ep: 0 Ap Tr: 0 En: 0
TOTAL 86
NOMENCLATURA: Fr: Fragmento - Co: Cóndilo - Ac: Arco - Ar De: Arcada dental - Cu: Cuerpo - Fc An: Faceta anterior - Fc
Ps: Faceta posterior - Ra: Rama - Di An: Disco Anterior - Di Ps: Disco Posterior - Ap Ep: Apófisis espinosa - Ap Tr: Apófisis
transversa - Ex Vr: Extremo vertebral - Ex Es: Extremo esternal - Fc Au: Faceta auricular - Ar Pr: Área proximal - Ar Ds: Área
distal - En: Entero
Tabla 18. Cantidad de porciones del esqueleto axial. Fase Mochica III.
246
PORCIONES DEL ESQUELETO APENDICULAR - MOCHICA III
Miembro Anterior
Escapula Cr: 0 Cu: 2 Ar Ds: 4
Húmero Ar Pr: 12 Ar Ds: 5 Ep Pr: 2 Ep Ds: 1 Mt Pr: 3 Mt Ds: 1 Df: 6
Radio-ulna Ar Pr: 9 Ar Ds: 12 Ep Pr: 0 Ep Ds: 1 Mt Pr: 0 Mt Ds: 0 Df: 8
Metacarpo Ar Pr: 9 Ar Ds: 3 Ep Pr: 0 Ep Ds: 0 Mt Pr: 0 Mt Ds: 0 Df: 0
Miembro Posterior
Fémur Ar Pr: 9 Ar Ds: 3 Ep Pr: 0 Ep Ds: 3 Mt Pr: 0 Mt Ds: 4 Df: 2
Tibia Ar Pr: 7 Ar Ds: 13 Ep Pr: 0 Ep Ds: 0 Mt Pr: 1 Mt Ds: 1 Df: 3
Metatarso Ar Pr: 1 Ar Ds: 1 Ep Pr: 0 Ep Ds: 0 Mt Pr: 1 Mt Ds: 0 Df: 0
TOTAL 152
NOMENCLATURA: Cr: Cresta - Cu: Cuerpo - Ar Ds: Área distal - Ar Pr: Área
proximal - Ep Pr: Epífisis proximal - Ep Ds: Epífisis distal - Mt Pr: Metadiáfisis proximal
- Mt Ds: Metadiáfisis distal - Df: Diáfisis - Sf: Sínfisis - Ra: Rama.
Tabla 19. Cantidad de porciones del esqueleto apendicular. Fase Mochica III.
247
PORCIONES DEL ESQUELETO AXIAL - MOCHICA IV
Cráneo
Parietal Fr: 0
Frontal Fr: 0
Temporal Fr: 2
Ampolla timpánica Fr: 2
Occipital Co: 0 Ac: 2 Fr: 2 En: 0
Maxilar Ar De: 8 Cu: 2
Mandíbula Ar De: 8 Cu: 2 Ra: 5 En: 0
Vértebras
Vértebra cervical Cu An: 0 Cu Po: 3 Cu: 3 Fc An: 1 Fc Po: 0 Di An: 0 Di Po: 0
Vértebra dorsal Cu An: 2 Cu Po: 0 Cu: 2 Fc An: 0 Fc Po: 0 Di An: 0 Di Po: 0 Ap Ep: 0 Ap Tr: 0 En: 0
Vértebra lumbar Cu An: 0 Cu Po: 0 Cu: 3 Fc An: 0 Fc Po: 0 Di An: 0 Di Po: 0 Ap Ep: 0 Ap Tr: 1 En: 0
Vértebra caudal Cu An: 0 Cu Po: 0 Cu: 0 Fc An: 0 Fc Po: 0 Di An: 0 Di Po: 0 Ap Ep: 0 Ap Tr: 0 En: 0
TOTAL 55
NOMENCLATURA: Fr: Fragmento - Co: Cóndilo - Ac: Arco - Ar De: Arcada dental - Cu: Cuerpo - Fc An: Faceta anterior - Fc Ps:
Faceta posterior - Ra: Rama - Di An: Disco Anterior - Di Ps: Disco Posterior - Ap Ep: Apófisis espinosa - Ap Tr: Apófisis transversa -
Ex Vr: Extremo vertebral - Ex Es: Extremo esternal - Fc Au: Faceta auricular - Ar Pr: Área proximal - Ar Ds: Área distal - En:
Entero.
Tabla 20. Cantidad de porciones del esqueleto axial. Fase Mochica IV.
248
PORCIONES DEL ESQUELETO APENDICULAR - MOCHICA IV
Miembro Anterior
Escápula Cr: 0 Cu: 0 Ar Ds: 1
Húmero Ar Pr: 4 Ar Ds: 7 Ep Pr: 0 Ep Ds: 1 Mt Pr: 2 Mt Ds: 0 Df: 5
Radio-ulna Ar Pr: 11 Ar Ds: 7 Ep Pr: 0 Ep Ds: 0 Mt Pr: 1 Mt Ds: 2 Df: 2
Metacarpo Ar Pr: 3 Ar Ds: 2 Ep Pr: 0 Ep Ds: 0 Mt Pr: 0 Mt Ds: 0 Df: 0
Miembro Posterior
Fémur Ar Pr: 8 Ar Ds: 6 Ep Pr: 1 Ep Ds: 0 Mt Pr: 3 Mt Ds: 1 Df: 2
Tibia Ar Pr: 4 Ar Ds: 6 Ep Pr: 0 Ep Ds: 1 Mt Pr: 2 Mt Ds: 0 Df: 7
Metatarso Ar Pr: 2 Ar Ds: 0 Ep Pr: 0 Ep Ds: 0 Mt Pr: 0 Mt Ds: 0 Df: 0
TOTAL 133
NOMENCLATURA: Cr: Cresta - Cu: Cuerpo - Ar Ds: Área distal - Ar Pr: Área proximal - Ep Pr:
Epífisis proximal - Ep Ds: Epífisis distal - Mt Pr: Metadiáfisis proximal - Mt Ds: Metadiáfisis distal -
Df: Diáfisis - Sf: Sínfisis - Ra: Rama.
Tabla 21. Cantidad de porciones del esqueleto apendicular. Fase Mochica IV.
Tabla 22. Distribución de frecuencias de los grupos etarios a partir del análisis dental del CA 35
y prueba de Kolmogorov-Smirnov (K-S).
249
Mochica III
NF Mortandad (%) F Supervivencia (%) Cantidad
Fusiones tempranas (<12-18 m) 4 10.26 35 89.74 39
Fusiones intermedias (<18-36 m) 56 37.09 95 62.91 151
Fusiones tardías (<36-48 m) 64 59.81 43 40.19 107
Cantidad total Mochica III 124 173 297
Mochica IV
NF Mortandad (%) F Supervivencia (%) Cantidad
Fusiones tempranas (<12-18 m) 16 27.59 42 72.41 58
Fusiones intermedias (<18-36 m) 60 26.55 166 73.45 226
Fusiones tardías (<36-48 m) 76 66.09 39 33.91 115
Cantidad total Mochica IV 152 247 399
TOTAL 276 420 696
Tabla 23. Perfiles etarios del CA 35 a partir de la fusión ósea. (NF) no fusionado y (F)
fusionado.
Tabla 24. Cantidad de elementos del CA 35 óseos pesados y agrupados según el esqueleto axial
y apendicular para cada fase.
250
Mochica III NISP NISP (%)
Dientes sueltos 61 8.5
Cráneo: bóveda 15 2.1
Cráneo: maxilar 14 1.9
Ampolla timpánica 4 0.6
Mandíbula 42 5.8
Cráneo: Indeterminado 2 0.3
Vértebras cervicales 45 6.3
Axial
Vértebras dorsales 30 4.2
Vértebras lumbares 31 4.3
Vértebras sacras 5 0.7
Vértebras caudales 3 0.4
Vértebras: Indeterminado 1 0.1
Costillas 58 8.1
Esternebras 2 0.3
Total axial 313 43.6
Escápula 14 1.9
Húmero 40 5.6
Radio-ulna 51 7.1
Carpianos 20 2.8
Ilion 10 1.4
Isquion 3 0.4
Pubis 3 0.4
Pelvis 5 0.7
Fémur 33 4.6
Rótula 7 1.0
Tibia 45 6.3
Apendicular
Tarsianos 20 2.8
Astrágalo 18 2.5
Calcáneo 12 1.7
Metacarpo 15 2.1
Metatarso 4 0.6
Metapodio 19 2.6
1° Falange 54 7.5
2° Falange 10 1.4
3° Falange 1 0.1
Hueso largo: Indeterminado 20 2.8
Sesamoideo 1 0.1
Total apendicular 405 56.4
TOTAL 718 100
Tabla 25. Representación del NISP (Número de especímenes identificados). Fase Mochica III.
251
Mochica IV NISP NISP (%)
Dientes sueltos 30 4.2
Cráneo: bóveda 11 1.5
Cráneo: maxilar 25 3.5
Ampolla timpánica 5 0.7
Mandíbula 37 5.2
Cráneo: Indeterminado 1 0.1
Vértebras cervicales 39 5.4
Axial
Vértebras dorsales 24 3.3
Vértebras lumbares 21 2.9
Vértebras sacras 10 1.4
Vértebras caudales 5 0.7
Vértebras: Indeterminado 1 0.1
Costillas 25 3.5
Esternebras 1 0.1
Total axial 235 32.7
Escápula 6 0.8
Húmero 42 5.8
Radio-ulna 47 6.5
Carpianos 12 1.7
Ilion 13 1.8
Isquion 6 0.8
Pubis 4 0.6
Pelvis 7 1.0
Fémur 42 5.8
Rótula 12 1.7
Tibia 44 6.1
Apendicular
Tarsianos 14 1.9
Astrágalo 22 3.1
Calcáneo 17 2.4
Metacarpo 8 1.1
Metatarso 7 1.0
Metapodio 41 5.7
1° Falange 87 12.1
2° Falange 22 3.1
3° Falange 2 0.3
Hueso largo: Indeterminado 25 3.5
Sesamoideo 3 0.4
Total apendicular 483 67.3
TOTAL 718 100
Tabla 26. Representación del NISP (Número de especímenes identificados). Fase Mochica IV.
252
RENDIMIENTO ANATÓMICO - MOCHICA III
Utilidad Partes Anatómicas NISP NISP (%)
Huesos con solo carne Vértebras, costillas, pelvis y escápula 208 36.7
Huesos con mucha carne y médula Húmero y fémur 73 12.9
Huesos con poca carne y médula Radio-ulna, tibia, mandíbula 138 24.4
Huesos con sólo médula Metapodios, calcáneo, 1° y 2° falange 114 20.1
Huesos con seso Cráneo 33 5.8
TOTAL 566 100
Tabla 27. Representación del rendimiento de las partes anatómicas. Fase Mochica III.
Tabla 28. Representación del rendimiento de las partes anatómicas. Fase Mochica IV.
Tabla 29. Representación de los índices de secado de las partes anatómicas. Fase Mochica III.
Tabla 30. Representación de los índices de secado de las partes anatómicas. Fase Mochica IV.
253
MNE DEL ESQUELETO AXIAL - MOCHICA III NISP MNE
Dientes sueltos Incisivos: 20 Molares: 21 Premolares: 15 Caninos: 5 61 15
Parietal Fr (D): 2 Fr (I): 0 2 2
Frontal Fr: 0 0 0
Temporal Fr (D): 3 Fr (I): 2 5 5
Ampolla timpánica Fr (D): 3 Fr (I): 1 4 4
Occipital Co: 1 Ac: 0 Fr: 7 8 8
Maxilar Ar De (D): 1 Ar De (I): 3 Cu: 10 14 4
Mandíbula Ar De (D): 8 Ar De (I): 8 Cu: 15 Ra (D): 6 Ra (I): 1 En: 4 42 22
Ind. Cráneo Fr (D): 0 Fr (I): 0 Fr : 2 2 0
Vértebra cervical Cu An: 10 Cu Po: 4 Cu: 11 Fc An: 7 Fc Po: 2 Di An: 4 Di Po: 2 En: 4 45 10
Vértebra dorsal Cu An: 0 Cu Po: 0 Cu: 15 Fc An: 0 Fc Po: 0 Di An: 1 Di Po: 0 Ap Ep: 4 En: 10 30 15
Vértebra lumbar Cu An: 14 Cu Po: 2 Cu: 4 Fc An: 0 Fc Po: 0 Di An: 1 Di Po: 3 Ap Ep: 0 Ap Tr: 6 En: 1 31 14
Vértebra caudal Cu An: 0 Cu Po: 0 Cu: 0 Fc An: 0 Fc Po: 0 Di An: 0 Di Po: 0 Ap Ep: 0 Ap Tr: 0 En: 3 3 3
Ind. Vertebra Cu An: 0 Cu Po: 0 Cu: 1 Fc An: 0 Fc Po: 0 Di An: 0 Di Po: 0 Ap Ep: 0 Ap Tr: 0 En: 0 1 1
Sacro Fc Au (D): 0 Fc Au (I): 0 Cu: 0 Ar Pr: 4 Ar Ds: 1 5 5
Costilla Ex Vr (D): 16 Ex Vr (I): 19 Ex Es (D): 11 Ex Es (I): 2 Cu: 10 58 35
Esternebra Ar Pr: 2 Ar Ds: 0 2 2
TOTAL 313 145
NOMENCLATURA: (D): Derecha - (I): Izquierda - Fr: Fragmento - Co: Cóndilo - Ac: Arco - Ar De: Arcada dental - Cu: Cuerpo - Fc An:
Faceta anterior - Fc Ps: Faceta posterior - Ra: Rama - Di An: Disco Anterior - Di Ps: Disco Posterior - Ap Ep: Apófisis espinosa - Ap Tr:
Apófisis transversa - Ex Vr: Extremo vertebral - Ex Es: Extremo esternal - Fc Au: Faceta auricular - Ar Pr: Área proximal - Ar Ds: Área distal -
En: Entero.
Tabla 31. Representación del número mínimo de elementos anatómicos (MNE) del esqueleto
axial. Fase Mochica III.
254
MNE DEL ESQUELETO APENDICULAR - MOCHICA III NISP MNE
Cr Cu Ar Ds
Escapula
(D): 0 (I): 1 3 (D): 5 (I): 5 14 10
Ar Pr Ar Ds Ep Pr Ep Ds Mt Pr Mt Ds Df
Húmero
(D): 5 (I): 7 (D): 4 (I): 6 (D): 3 (I): 1 (D): 3 (I): 1 (D): 0 (I): 3 (D): 0 (I): 1 6 40 18
Ar Pr Ar Ds Ep Pr Ep Ds Mt Pr Mt Ds Df
Radio-ulna
(D): 6 (I): 13 (D): 8 (I): 8 (D): 1 (I): 0 (D): 2 (I): 3 (D): 0 (I): 0 (D): 0 (I): 0 10 51 31
Ar Pr Ar Ds Ep Pr Ep Ds Mt Pr Mt Ds Df
Metacarpo
(D): 7 (I): 5 (D): 3 (I): 0 (D): 0 (I): 0 (D): 0 (I): 0 (D): 0 (I): 0 (D): 0 (I): 0 0 15 12
Carpianos Cu (D): 0 Cu (I): 0 En (D): 11 En (I): 9 20 20
Ar Pr Ar Ds Ep Pr Ep Ds Mt Pr Mt Ds Df
Fémur
(D): 6 (I): 7 (D): 3 (I): 3 (D): 1 (I): 1 (D): 4 (I): 2 (D): 3 (I): 1 (D): 0 (I): 0 2 33 19
Ar Pr Ar Ds Ep Pr Ep Ds Mt Pr Mt Ds Df
Tibia
(D): 7 (I): 4 (D): 9 (I): 7 (D): 6 (I): 2 (D): 2 (I): 2 (D): 1 (I): 1 (D): 0 (I): 1 5 45 19
Ar Pr Ar Ds Ep Pr Ep Ds Mt Pr Mt Ds Df
Metatarso
(D): 1 (I): 1 (D): 1 (I): 0 (D): 0 (I): 0 (D): 0 (I): 0 (D): 0 (I): 0 (D): 1 (I): 0 0 4 3
Rótula Cu (D): 2 Cu (I): 1 En (D): 2 En (I): 2 7 4
Tarsianos Cu (D): 0 Cu (I): 0 En (D): 11 En (I): 11 22 20
Astrágalo Cu (D): 0 Cu (I): 0 En (D): 9 En (I): 9 18 18
Calcáneo Cu (D): 0 Cu (I): 0 En (D): 2 En (I): 10 12 12
Ar Pr Ar Ds Ep Pr Ep Ds Mt Pr Mt Ds Df
Metapodio
(D): 0 (I): 0 (D): 10 (I): 0 (D): 0 (I): 0 (D): 1 (I): 0 (D): 0 (I): 0 (D): 0 (I): 0 8 19 17
Ar Pr Ar Ds Ep Pr Ep Ds Mt Pr Mt Ds En
1° Falange
5 0 0 0 0 0 49 54 54
Ar Pr Ar Ds Ep Pr Ep Ds Mt Pr Mt Ds En
2° Falange
0 0 0 0 0 0 10 10 10
3° Falange Cu: 0 En: 1 1 1
Ar Pr Ar Ds Ep Pr Ep Ds Mt Pr Mt Ds Df
Ind. Hueso largo
1 0 0 0 0 0 18 19 18
Ilion Cr (D): 1 Cr (I): 0 Cu (D): 3 Cu (I): 6 Ra (D): 0 Ra (I): 0 10 9
Isquion Cr (D): 0 Cr (I): 0 Cu (D): 2 Cu (I): 1 Ra (D): 0 Ra (I): 0 3 3
Pubis Cr (D): 0 Cr (I): 0 Cu (D): 0 Cu (I): 3 Ra (D): 0 Ra (I): 0 3 3
Pelvis Fr (D): 2 Fr (I): 3 5 5
TOTAL 405 306
NOMENCLATURA: (D): Derecha - (I): Izquierda - Cr: Cresta - Cu: Cuerpo - Ar Ds: Área distal - Ar Pr: Área proximal - Ep Pr: Epífisis
proximal - Ep Ds: Epífisis distal - Mt Pr: Metadiáfisis proximal - Mt Ds: Metadiáfisis distal - Df: Diáfisis - Sf: Sínfisis - Ra: Rama.
Tabla 32. Representación del número mínimo de elementos anatómicos (MNE) del esqueleto
apendicular. Fase Mochica III.
255
MNE DEL ESQUELETO AXIAL - MOCHICA IV NISP MNE
Dientes sueltos Incisivos: 3 Molares: 11 Premolares: 4 Caninos:2 30 4
Parietal Fr (D): 0 Fr (I): 1 1 1
Frontal Fr: 0 0 0
Temporal Fr (D): 4 Fr (I): 0 4 4
Ampolla timpánica Fr (D): 4 Fr (I): 1 5 5
Occipital Co: 1 Ac: 0 Fr: 4 En: 1 6 2
Maxilar Ar De (D): 11 Ar De (I): 3 Cu: 11 25 14
Mandíbula Ar De (D): 6 Ar De (I): 6 Cu: 13 Ra (D): 1 Ra (I): 7 En: 4 37 17
Ind. Cráneo Fr (D): 0 Fr (I): 0 Fr : 1 1 1
Vértebra cervical Cu An: 4 Cu Po: 5 Cu: 19 Fc An: 4 Fc Po: 3 Di An: 3 Di Po: 0 En: 1 39 19
Vértebra dorsal Cu An: 2 Cu Po: 0 Cu: 15 Fc An: 0 Fc Po: 0 Di An: 0 Di Po: 0 Ap Ep: 4 En: 3 24 15
Vértebra lumbar Cu An: 0 Cu Po: 0 Cu: 17 Fc An: Fc Po: 0 Di An: 1 Di Po: 0 Ap Ep: 0 Ap Tr: 1 En: 2 21 17
Vértebra caudal Cu An: 0 Cu Po: 0 Cu: 2 Fc An: 0 Fc Po: 0 Di An: 0 Di Po: 0 Ap Ep: 0 Ap Tr: 0 En: 3 5 5
Ind. Vertebra Cu An: 0 Cu Po: 0 Cu: 1 Fc An: 0 Fc Po: 0 Di An: 0 Di Po: 0 Ap Ep: 0 Ap Tr: 0 En: 0 1 1
Sacro Fc Au (D): 1 Fc Au (I): 2 Cu: 7 Ar Pr: 0 Ar Ds: 0 10 7
Costilla Ex Vr (D): 11 Ex Vr (I): 4 Ex Es (D): 3 Ex Es (I): 0 Cu: 7 25 15
Esternebra Ar Pr: 1 Ar Ds: 0 1 1
TOTAL 235 128
NOMENCLATURA: (D): Derecha - (I): Izquierda - Fr: Fragmento - Co: Cóndilo - Ac: Arco - Ar De: Arcada dental - Cu: Cuerpo - Fc An:
Faceta anterior - Fc Ps: Faceta posterior - Ra: Rama - Di An: Disco Anterior - Di Ps: Disco Posterior - Ap Ep: Apófisis espinoza - Ap Tr:
Apófisis transversa - Ex Vr: Extremo vertebral - Ex Es: Extremo esternal - Fc Au: Faceta auricular - Ar Pr: Área proximal - Ar Ds: Área distal -
En: Entero.
Tabla 33. Representación del número mínimo de elementos anatómicos (MNE) del esqueleto
axial. Fase Mochica IV.
256
MNE DEL ESQUELETO APENDICULAR - MOCHICA IV NISP MNE
Cr Cu Ar Ds
Escapula
(D): (I): 1 (D): 2 (I): 3 6 5
Ar Pr Ar Ds Ep Pr Ep Ds Mt Pr Mt Ds Df
Húmero
(D): 1 (I): 4 (D): 5 (I): 7 (D): 4 (I): 2 (D): 4 (I): 1 (D): 5 (I): 1 (D): 0 (I): 0 8 42 20
Ar Pr Ar Ds Ep Pr Ep Ds Mt Pr Mt Ds Df
Radio-ulna
(D): 11 (I): 10 (D): 6 (I): 5 (D): 0 (I): 0 (D): 3 (I): 0 (D): 2 (I): 0 (D): 1 (I): 3 6 47 32
Ar Pr Ar Ds Ep Pr Ep Ds Mt Pr Mt Ds Df
Metacarpo
(D): 2 (I): 2 (D): 3 (I): 0 (D): 0 (I): 0 (D): 0 (I): 0 (D): 0 (I): 0 (D): 0 (I): 0 1 8 6
Carpianos Cu (D): 0 Cu (I): 0 En (D): 7 En (I): 5 12 12
Ar Pr Ar Ds Ep Pr Ep Ds Mt Pr Mt Ds Df
Fémur
(D): 6 (I): 5 (D): 6 (I): 5 (D): 2 (I): 2 (D): 5 (I): 3 (D): 2 (I): 1 (D): 2 (I): 1 2 42 19
Ar Pr Ar Ds Ep Pr Ep Ds Mt Pr Mt Ds Df
Tibia
(D): 6 (I): 4 (D): 5 (I): 9 (D): 6 (I): 1 (D): 0 (I): 3 (D): 2 (I): 1 (D): 0 (I): 0 7 44 24
Ar Pr Ar Ds Ep Pr Ep Ds Mt Pr Mt Ds Df
Metatarso
(D): 3 (I): 1 (D): 2 (I): 0 (D): 0 (I): 0 (D): 0 (I): 0 (D): 0 (I): 0 (D): 0 (I): 0 1 7 5
Rótula Cu (D): 0 Cu (I): 0 En (D): 4 En (I): 8 12 12
Tarsianos Cu (D): 0 Cu (I): 0 En (D): 10 En (I): 7 17 17
Astrágalo Cu (D): 2 Cu (I): 0 En (D): 10 En (I): 10 22 22
Calcáneo Cu (D): 3 Cu (I): 5 En (D): 3 En (I): 6 17 17
Ar Pr Ar Ds Ep Pr Ep Ds Mt Pr Mt Ds Df
Metapodio
(D): 0 (I): 0 (D): 27 (I): 2 (D): 0 (I): 0 (D): 4 (I): 0 (D): 0 (I): 0 (D): 3 (I): 0 5 41 34
Ar Pr Ar Ds Ep Pr Ep Ds Mt Pr Mt Ds En
1° Falange
4 13 0 0 0 0 70 87 83
Ar Pr Ar Ds Ep Pr Ep Ds Mt Pr Mt Ds En
2° Falange
0 0 0 0 0 0 22 22 22
3° Falange Cu: 0 En: 2 2 2
Ar Pr Ar Ds Ep Pr Ep Ds Mt Pr Mt Ds Df
Ind. Hueso largo
0 0 1 0 1 0 23 25 23
Ilion Cr (D): 3 Cr (I): 0 Cu (D): 6 Cu (I): 3 Ra (D): 0 Ra (I): 1 13 9
Isquion Cr (D): 0 Cr (I): 0 Cu (D): 3 Cu (I): 3 Ra (D): 0 Ra (I): 0 6 6
Pubis Cr (D): 0 Cr (I): 0 Cu (D): 1 Cu (I): 3 Ra (D): 0 Ra (I): 0 4 4
Pelvis Fr (D): 7 Fr (I): 0 7 7
TOTAL 483 381
NOMENCLATURA: (D): Derecha - (I): Izquierda - Cr: Cresta - Cu: Cuerpo - Ar Ds: Área distal - Ar Pr: Área proximal - Ep Pr: Epífisis
proximal - Ep Ds: Epífisis distal - Mt Pr: Metadiáfisis proximal - Mt Ds: Metadiáfisis distal - Df: Diáfisis - Sf: Sínfisis - Ra: Rama.
Tabla 34. Representación del número mínimo de elementos anatómicos (MNE) del esqueleto
apendicular. Fase Mochica IV.
257
MOCHICA III
MNE MAU MAU%
Dientes sueltos 15 * *
Parietal 2 0.1 0.6
Frontal 0 0.0 0.0
Temporal 5 2.5 16.1
Ampolla timpánica 4 2.0 12.9
Occipital 8 8.0 51.6
Maxilar 4 2.0 12.9
Mandíbula 22 11.0 71.0
Ind. Cráneo 0 * *
Vértebra cervical 10 1.4 9.2
Vértebra dorsal 15 1.3 8.1
Vértebra lumbar 14 1.2 7.5
Vértebra caudal 3 0.2 1.5
Ind. Vertebra 1 * *
Sacro 5 5.0 32.3
Costilla 35 1.5 9.4
Esternebra 2 0.3 2.1
Escapula 10 5.0 32.3
Húmero 18 9.0 58.1
Radio-ulna 31 15.5 100.0
Metacarpo 12 6.0 38.7
Carpianos 20 2.8 18.1
Fémur 19 9.5 61.3
Tibia 19 9.5 61.3
Metatarso 3 1.5 9.7
Rótula 4 2.0 12.9
Tarsianos 20 2.0 12.9
Astrágalo 18 9.0 58.1
Calcáneo 12 6.0 38.7
Metapodio 17 4.3 27.4
1° Falange 54 6.8 43.5
2° Falange 10 1.3 8.1
3° Falange 1 0.1 0.8
Ind. Hueso largo 18 * *
Ilion 9 4.5 29.0
Isquion 3 1.5 9.7
Pubis 3 1.5 9.7
Pelvis 5 0.8 5.4
TOTAL 451
Tabla 35. Representación de la frecuencia anatómica porcentual (MAU%). Fase Mochica III.
258
MOCHICA IV
MNE MAU MAU%
Dientes sueltos 4 * *
Parietal 1 0.5 3.1
Frontal 0 0.0 0.0
Temporal 4 2.0 12.5
Ampolla timpánica 5 1.3 7.8
Occipital 2 2.0 12.5
Maxilar 14 7.0 43.8
Mandíbula 17 8.5 53.1
Ind. Cráneo 1 * *
Vértebra cervical 19 2.7 16.9
Vértebra dorsal 15 1.3 7.8
Vértebra lumbar 17 2.4 15.0
Vértebra caudal 5 0.3 1.9
Ind. Vertebra 1 * *
Sacro 7 7.0 43.8
Costilla 15 0.6 3.9
Esternebra 1 0.2 1.3
Escapula 5 2.5 15.6
Húmero 20 10.0 62.5
Radio-ulna 32 16.0 100.0
Metacarpo 6 3.0 18.8
Carpianos 12 1.7 10.6
Fémur 19 9.5 59.4
Tibia 24 12.0 75.0
Metatarso 5 2.5 15.6
Rótula 12 6.0 37.5
Tarsianos 17 1.7 10.6
Astrágalo 22 11.0 68.8
Calcáneo 17 8.5 53.1
Metapodio 34 8.5 53.1
1° Falange 83 10.4 64.8
2° Falange 22 2.8 17.2
3° Falange 2 0.3 1.6
Ind. Hueso largo 23 * *
Ilion 9 4.5 28.1
Isquion 6 3.0 18.8
Pubis 4 2.0 12.5
Pelvis 7 1.2 7.3
TOTAL 509
Tabla 36. Representación de la frecuencia anatómica porcentual (MAU%). Fase Mochica IV.
259
MOCHICA III
MUI Rendimiento cárnico (Kg) Frecuencia anatómica Aportación cárnica (Kg)
Cráneo 2.1 1.2 14.6 16.86
Mandíbula 1.5 0.8 22 18.15
Vértebra cervical 7.7 4.2 1.4 6.01
Vértebra dorsal 7.3 4.0 1.3 5.02
Vértebra lumbar + sacro 9.2 5.1 6.2 31.17
Costillas 12.2 6.7 1.5 10.07
Esternón 11.7 6.4 0.3 1.93
Escapula 4.8 2.6 10 26.40
Húmero 3.8 2.1 18 37.62
Radio-ulna 1.3 0.7 31 22.17
Metacarpo 0.3 0.2 12 1.98
Carpianos 0.1 0.1 2.8 0.15
Fémur 8.7 4.8 19 90.92
Tibia 1.4 0.8 19 14.63
Metatarso 0.2 0.1 3 0.33
Tarsianos 0.2 0.1 2 0.22
Metapodio 0.2 0.1 17 1.87
1° Falange 0.1 0.1 6.8 0.37
Pelvis 4.8 2.6 8.3 21.91
TOTAL 307.78
Tabla 37. Representación de la aportación cárnica a partir del índice de utilidad cárnica (MUI)
propuesto por Mengoni (1991). Fase Mochica III.
260
MOCHICA IV
MUI Rendimiento cárnico (Kg) Frecuencia anatómica Aportación cárnica (Kg)
Cráneo 2.1 1.2 12.8 14.78
Mandíbula 1.5 0.8 17 14.03
Vértebras cervicales 7.7 4.2 2.7 11.43
Vértebras dorsales 7.3 4.0 1.3 5.02
Vértebra lumbar + sacro 9.2 5.1 7.4 37.44
Costillas 12.2 6.7 0.6 4.03
Esternón 11.7 6.4 0.2 1.29
Escapula 4.8 2.6 5 13.20
Húmero 3.8 2.1 20 41.80
Radio-ulna 1.3 0.7 32 22.88
Metacarpo 0.3 0.2 6 0.99
Carpianos 0.1 0.1 1.7 0.09
Fémur 8.7 4.8 19 90.92
Tibia 1.4 0.8 24 18.48
Metatarso 0.2 0.1 5 0.55
Tarsianos 0.2 0.1 1.7 0.19
Metapodio 0.2 0.1 34 3.74
1° Falange 0.1 0.1 10.4 0.57
Pelvis 4.8 2.6 10.7 28.25
Tabla 38. Representación de la aportación cárnica a partir del índice de utilidad cárnica (MUI)
propuesto por Mengoni (1991). Fase Mochica IV.
Tabla 39. Representación de los estadios de meteorización en el esqueleto axial del CA 35.
261
METEORIZACIÓN - ESQUELETO APENDICULAR
Fase Estrato Estadio 1 Estadio 2 Estadio 3 Estadio 4 Estadio 5
Piso 1 9 0 0 0 0
Relleno de piso 1 5 1 0 0 0
Mochica IV
Piso 2 5 2 0 0 0
Relleno de piso 2 26 2 0 0 0
Piso 3 11 2 0 0 0
Relleno de piso 3 18 7 1 0 0
Piso 4 5 1 0 0 0
Relleno de piso 4 9 0 0 0 0
Mochica III
Piso 5 20 0 0 0 0
Relleno de piso 5 9 3 0 0 0
Piso 6 10 0 0 0 0
Relleno de piso 6 12 3 0 0 0
Tabla 41. Representación de los elementos óseos con concreción en el esqueleto axial del CA
35.
262
CONCRECIÓN - ESQUELETO APENDICULAR
Bordes redondeados Superficie y bordes redondeados Superficie pulida
Piso 1 36 9 0
Mochica Relleno de piso 1 21 1 0
IV Piso 2 7 2 0
Relleno de piso 2 19 4 0
Piso 3 6 2 0
Relleno de piso 3 8 8 0
Piso 4 1 0 0
Mochica
Relleno de piso 4 1 3 0
III
Piso 5 7 5 0
Relleno de piso 5 3 2 0
Piso 6 0 0 0
Tabla 42. Representación de los elementos óseos con concreción en el esqueleto apendicular del
CA 35.
PISOTEO – CA 35
AXIAL APENDICULAR
Piso 1 4 30
Relleno de piso 1 3 21
Mochica IV
Piso 2 1 10
Relleno de piso 2 6 11
Piso 3 0 0
Relleno de piso 3 1 12
Piso 4 0 0
Relleno de piso 4 5 6
Mochica III
Piso 5 7 9
Relleno de piso 5 1 2
Piso 6 4 3
Relleno de piso 6 0 5
TOTAL 32 109
Tabla 43. Representación de los elementos óseos con marcas de pisoteo correspondientes al CA
35.
263
DISOLUCIÓN MANGANESO - CA 35
AXIAL APENDICULAR
Piso 1 3 17
Relleno de piso 1 1 14
Mochica IV
Piso 2 3 6
Relleno de piso 2 8 9
Piso 3 0 0
Relleno de piso 3 1 12
Piso 4 0 1
Relleno de piso 4 2 2
Mochica III
Piso 5 0 2
Relleno de piso 5 1 2
Piso 6 6 3
Relleno de piso 6 0 5
TOTAL 25 73
Tabla 44. Representación de los elementos óseos con marcas de pisoteo correspondientes al CA
35.
Tabla 45. Representación elemental obtenida por Dispersión de energía de rayos X (EDS) de un
fémur izquierdo con huellas de disolución de manganeso.
MARCAS DE RAÍCES – CA 35
Axial Apendicular
Mochica III 4 9
Mochica IV 7 13
TOTAL 11 22
Tabla 46. Representación de los elementos óseos con marcas de raíces correspondientes al CA
35.
264
MARCAS DE CARROÑEROS - CA 35
ROÍDO ACANALADURAS HOYOS FESTONEADO
TOTAL
Axial Apendicular Axial Apendicular Axial Apendicular Axial Apendicular
Mochica III 3 26 0 0 0 2 0 1 32
Mochica IV 0 38 0 4 0 4 0 2 48
TOTAL 3 64 0 4 0 6 0 3 80
Tabla 47. Representación de los elementos óseos con de carroñeros correspondientes al CA 35.
HONGOS Y BACTERIAS - CA 35
Axial Apendicular TOTAL
Mochica III 6 20 26
Mochica IV 8 17 25
Tabla 48. Representación de los elementos óseos con marcas de hongos y bacterias
correspondientes al CA 35.
TERMOALTERACIONES CA 35
RUBEFACCIÓN QUEMADO CARBONIZADO PARCIALMENTE CALCINADO CALCINADO
Axial Apendicular Axial Apendicular Axial Apendicular Axial Apendicular Axial Apendicular
Mochica III 10 17 4 3 6 11 6 5 11 5
Mochica IV 2 7 2 2 2 6 3 16 9 15
TOTAL 12 24 6 5 8 17 9 21 20 20
Tabla 49. Representación de los elementos óseos con termoalteraciones relacionadas al uso de
huesos como combustible correspondientes al CA 35.
265
Elemento anatómico Contorno Ángulo Textura
Tibia Helicoidal, Longitudinal Obtuso Lisa
Radio-Ulna Helicoidal, Transversal Agudo, Obtuso Lisa
Tibia Helicoidal, Longitudinal Agudo Lisa
Radio-Ulna Helicoidal, Longitudinal Agudo, Obtuso Lisa
Humero Diagonal, Helicoidal Agudo Lisa
Humero Helicoidal Agudo, Recto Lisa
Metapodio Helicoidal, Longitudinal Obtuso Lisa
Ind. Hueso largo Helicoidal Obtuso Lisa
Ind. Hueso largo Helicoidal, Transversal Obtuso Lisa
Ind. Hueso largo Helicoidal Obtuso Lisa
Ind. Hueso largo Helicoidal Agudo Lisa
Ind. Hueso largo Helicoidal Obtuso Lisa
266
N° Elemento anatómico Contorno Ángulo Textura
1 Metacarpo Dentado o Aserrado, Helicoidal Agudo, Obtuso Lisa
2 Metacarpo Dentado o Aserrado, Helicoidal Agudo, Recto Lisa, Rugosa
3 Metacarpo Helicoidal Agudo, Obtuso Rugosa
4 Metacarpo Festoneado, Transversal Agudo, Recto Rugosa
5 Metacarpo Helicoidal Agudo, Recto Lisa, Rugosa
6 Metacarpo Diagonal, Helicoidal Obtuso Lisa, Rugosa
7 Metacarpo Helicoidal, Transversal Obtuso, Recto Lisa, Rugosa
8 Metacarpo Helicoidal, Longitudinal Agudo, Recto Lisa
9 Metacarpo Helicoidal Agudo, Recto Lisa
10 Metacarpo Helicoidal Agudo Lisa
11 Metacarpo Helicoidal Agudo, Recto Lisa
12 Metacarpo Transversal Obtuso, Recto Lisa
13 Metacarpo Helicoidal Agudo, Recto Lisa
14 Metacarpo Helicoidal, Longitudinal Agudo, Recto Lisa, Rugosa
15 Metacarpo Helicoidal, Transversal Agudo, Recto Lisa, Rugosa
16 Metacarpo Transversal Recto Lisa, Rugosa
17 Metacarpo Helicoidal Agudo, Recto Lisa
18 Metacarpo Helicoidal Recto Lisa, Rugosa
19 Metatarso Helicoidal, Longitudinal Agudo, Recto Lisa
20 Metatarso Helicoidal, Longitudinal Obtuso, Recto Lisa, Rugosa
21 Metatarso Helicoidal Recto Lisa, Rugosa
22 Metatarso Helicoidal Obtuso Lisa
23 Metatarso Helicoidal Obtuso, Recto Lisa
24 Metatarso Helicoidal, Longitudinal Obtuso, Recto Lisa, Rugosa
25 Metatarso Helicoidal Obtuso, Recto Lisa
26 Metatarso Helicoidal, Transversal Agudo, Recto Lisa, Rugosa
27 Metapodio Diagonal, Longitudinal Recto Lisa
28 Metapodio Helicoidal, Longitudinal Obtuso, Recto Lisa, Rugosa
267
Temperaturas (C°) asociadas a la preparación del caldo
15 min 30 min 45 min 1 h 1 h y 15 min 1 h y 30 min 1 h y 45 min 2h
Borde-Olla 140 105 117 119 104 127 119 122
Cuerpo-Olla 216 181 187 190 182 247 412 216
Base-Olla 247 506 486 482 221 251 509 307
Estructura de combustión 305 315 307 307 280 286 361 354
Agua 102 107 107 107 111 108 97 90
Tabla 58. Valores de las temperaturas obtenidas del horno antes de la cocción de la
pachamanca.
268
N° Unidad Anatómica Contorno Ángulo Textura
1 Radio-ulna Helicoidal Agudo, Obtuso Lisa
2 Humero Helicoidal Agudo, Recto Lisa
3 Radio-ulna Helicoidal Agudo, Obtuso Lisa
4 Humero Helicoidal Agudo, Obtuso Lisa
5 Humero Helicoidal Obtuso Lisa, Rugosa
6 Humero Helicoidal Agudo, Obtuso Lisa
7 Humero Helicoidal Agudo, Obtuso Lisa
8 Humero Helicoidal Agudo, Obtuso Lisa
9 Humero Helicoidal Obtuso, Recto Lisa
10 Humero Helicoidal Agudo, Obtuso Lisa
11 Humero Helicoidal Agudo, Obtuso Lisa
12 Humero Helicoidal Agudo, Obtuso Lisa
13 Humero Helicoidal Obtuso Lisa
14 Humero Helicoidal Agudo, Obtuso Lisa, Rugosa
15 Humero Helicoidal Agudo, Obtuso Lisa
16 Humero Helicoidal Agudo, Obtuso Lisa, Rugosa
17 Radio-ulna Helicoidal Obtuso, Recto Lisa, Rugosa
18 Radio-ulna Helicoidal Agudo, Obtuso Lisa, Rugosa
19 Fémur Dentado o Aserrado Recto Lisa, Rugosa
20 Fémur Festoneado Agudo, Obtuso Lisa, Rugosa
Tabla 59. Atributos de fracturación en huesos largos pertenecientes a la muestra del caldo.
269
N° Unidad Anatómica Contorno Ángulo Textura
1 Fémur Helicoidal Agudo, Obtuso Lisa, Rugosa
2 Fémur Festoneado Agudo, Recto Rugosa
3 Tibia Escalonado o Columnar Recto Rugosa
4 Humero Helicoidal Agudo, Obtuso Lisa, Rugosa
5 Radio-ulna Diagonal, Helicoidal Agudo, Obtuso Lisa, Rugosa
6 Humero Helicoidal Agudo, Obtuso Lisa, Rugosa
7 Radio-ulna Diagonal Obtuso Rugosa
8 Radio-ulna Dentado o Aserrado, Helicoidal Agudo, Obtuso Lisa, Rugosa
9 Humero Festoneado, Helicoidal Agudo, Obtuso Lisa, Rugosa
10 Radio-ulna Diagonal Agudo, Obtuso Lisa, Rugosa
Tabla 61. Atributos de fracturación en huesos largos pertenecientes a la muestra del asado.
MUESTRA TAXA Unidad anatómica Técnica culinaria ẟ 13CVPDB %CTOTAL ẟ 15NAIR %NTOTAL C/Nmolar
I-1 Alpaca Tibia izquierda Ninguna -21.7 46.1 5.2 16.9 3.18
I-2 Alpaca Radio-ulna derecha Hervido -21.8 45.5 4.9 16.6 3.2
Exposición al
I-3 Alpaca Radio-ulna izquierda -21.8 37.6 5.2 13.9 3.16
fuego
I-4 Alpaca Tibia derecha Pachamanca -22.1 47.3 5.3 16.5 3.34
Tabla 64. Muestras actuales con composición isotópica y elemental de δ 13C y δ15N positivos.
270
Muestras actuales de Vicugna pacos
δ C VPDB
13
δ15N AIR
Media -21.9 Media 5.1
Mediana -21.8 Mediana 5.2
Desviación estándar 0.16885219 Desviación estándar 0.18938255
Varianza de la muestra 0.02851106 Varianza de la muestra 0.03586575
Valor mínimo -22.1 Valor mínimo 4.9
Valor máximo -21.7 Valor máximo 5.3
N 4 N 4
Nivel de confianza (95%) 0.26868152 Nivel de confianza (95%) 0.3013499
Coeficiente de correlación -0.565729613
271
FIGURAS
272
Figura 1. Plano de ubicación del Complejo Arqueológico Huacas del Sol y de la Luna. Tomado:
Pozorski (1979).
Figura 2. Plano de ubicación del Conjunto Arquitectónico 35 (CA 35) en la zona urbana moche.
Tomado: Tello (2013).
273
Figura 3. Plano de la última ocupación del Conjunto Arquitectónico 35. Tomado: Tello (2007).
274
Figura 5. Placa dental presente en el primer y segundo molar, vista labial. Nótese la película de
color marfil adherida a los dientes.
Figura 10. Marcas de corte-sierra en la diáfisis de una tibia izquierda, vista caudal.
276
Figura 11. Marcas de shoulders sobre el área proximal de un radio-ulna izquierdo, vista craneal.
Figura 12. Marcas de barbs sobre el área proximal de un humero izquierdo, vista craneal.
Figura 13. Marcas de lenguetas sobre el área distal de un astrágalo derecho, vista medial.
277
Figura 14. Marcas de splitting sobre el área distal de un húmero izquierdo, vista lateral.
Figura 15. Marcas de microestrías sobre la diáfisis de una tibia derecha, vista ventral. Nótese la
microestría divergente a la incisión principal.
278
Figura 17. Contorno helicoidal de la diáfisis de un radio-ulna izquierdo fracturado, vista dorsal.
Figura 18. Contorno transversal de la diáfisis de un metatarso derecho fracturado, vista dorsal.
Figura 19. Contorno longitudinal de la diáfisis de una tibia izquierda fracturada, vista dorsal.
279
Figura 20. Contorno escalonado o columnar de la diáfisis de un radio-ulna derecha fracturado,
vista ventral.
Figura 21. Contorno diagonal de la diáfisis de un metatarso izquierdo fracturado, vista lateral.
Figura 22. Contorno diagonal escalonado de la diáfisis de un humero izquierdo fracturado, vista
ventral.
280
Figura 23. Contorno diagonal escalonado de la diáfisis de un humero izquierdo fracturado, vista
ventral.
Figura 24. Contorno festoneado de la cresta de un ilion derecho fracturado, vista medial.
281
Figura 26. Textura lisa de un metacarpo izquierdo fracturado, vista ventral-distal.
282
Figura 29. Astillas de diversos huesos largos fracturados.
Figura 31. Lasca de humero fracturado con huellas de hervido. Nótese las tonalidades del color
superficial.
283
Figura 32. Calcáneo izquierdo con huellas de exposición directa al fuego, vista medial. Nótese
el chamuscado en la parte superior de la tuberosidad.
Figura 33. Principales zonas con presencia de esmalte en los incisivos de camélidos.
284
Figura 35. Humero derecho con abrasión en la zona distal, vista lateral. Nótese la superficie el
desgaste de la superficie ósea.
Figura 36. Marcas de pisoteo en un metapodio, vista dorsal. Nótese las estrías y hoyos.
Figura 37. Huellas por disolución de manganeso en un metapodio, vista dorsal. Nótese la
disposición de las manchas negras.
285
Figura 38. Huellas de raíces en un humero izquierdo, vista ventral. Nótese los patrones sinuosos
alrededor de la diáfisis.
Figura 40. Perforaciones presentes en una rótula. Nótese el tejido esponjoso en los orificios.
286
Figura 41. Hoyos presentes en la rama de un isquion derecho. Nótese las depresiones en la
superficie cortical.
Figura 43. Acanaladuras discontinuas presentes en el cuerpo de una 3 ° falange, vista lateral.
287
Figura 44. Cresta de escapula derecha festoneada, vista medial. Nótese la forma del borde con
algunas perforaciones presentes.
288
Figura 46. Grados distintos de termoalteración, vistos en la 7° vértebra cervical de
camélido: A) Ruborizado, B) Quemado, C) Carbonizado y D) Calcinado.
289
Figura 47. Gráfico de dispersión bivariado de la primera falange delantera. Fase Mochica III.
Figura 48. Gráfico de dispersión bivariado de la primera falange trasera. Fase Mochica III.
290
Figura 49. Gráfico de dispersión bivariado de la primera falange delantera. Fase Mochica IV.
Figura 50. Gráfico de dispersión bivariado de la primera falange trasera. Fase Mochica IV.
291
Figura 51. Dendrograma resultado del análisis de conglomerado de la primera falange delantera.
Fase Mochica III. Lgl (Lama glama), Vp (Vicugna pacos), Lg (Lama guanicoe), Vv (Vicugna
vicugna), Ca (Capra aegogrus).
292
Figura 52. Dendrograma resultado del análisis de conglomerado de la primera falange trasera.
Fase Mochica III. Lgl (Lama glama), Vp (Vicugna pacos), Lg (Lama guanicoe), Vv (Vicugna
vicugna), Ca (Capra aegogrus).
293
Figura 53. Dendrograma resultado del análisis de conglomerado de la primera falange delantera.
Fase Mochica IV. Lgl (Lama glama), Vp (Vicugna pacos), Lg (Lama guanicoe), Vv (Vicugna
vicugna), Ca (Capra aegogrus).
294
Figura 54. Dendrograma resultado del análisis de conglomerado de la primera falange trasera.
Fase Mochica IV. Lgl (Lama glama), Vp (Vicugna pacos), Lg (Lama guanicoe), Vv (Vicugna
vicugna), Ca (Capra aegogrus).
295
Figura 55. Diagrama de dispersión resultado del Análisis Principal de Componentes de la
primera falange delantera. Fase Mochica III.
296
Figura 57. Diagrama de dispersión resultado del Análisis Principal de Componentes de la
primera falange delantera. Fase Mochica IV.
297
Figura 59. Diagrama de Caja y bigote de las Medias Geometricas de la primera falange
delantera. Lgl (Lama glama), Vp (Vicugna pacos), Lg (Lama guanicoe), Vv (Vicugna vicugna).
Figura 60. Diagrama de Caja y bigote de las Medias Geometricas de la primera falange trasera.
Lgl (Lama glama), Vp (Vicugna pacos), Lg (Lama guanicoe), Vv (Vicugna vicugna).
298
Figura 61. Diagrama de dispersión de los valores de δ13C y δ15N de los camélidos de la fase
Mochica III.
Figura 62. Diagrama de dispersión de los valores de δ13C y δ15N de los camélidos de la fase
Mochica IV.
299
Figura 63. Diagrama de dispersión de los valores de δ13C y δ15N de los camélidos de la fase
Mochica III y Mochica IV.
Figura 64. Diagrama de Caja y bigote de los valores de δ13C. Lgl (Lama glama), Vp (Vicugna
pacos), Lg (Lama guanicoe), Vv (Vicugna vicugna).
300
Figura 65. Diagrama de Caja y bigote de los valores de δ15N. Lgl (Lama glama), Vp (Vicugna
pacos), Lg (Lama guanicoe), Vv (Vicugna vicugna).
Figura 66. Almidones esféricos de Zea mays “maíz” a luz simple (A y C) y a luz polarizada (B y
D) a 400X de aumento. Muestra O-2. Fase Mochica III.
301
Figura 67. Almidones poliédricos de Zea mays “maíz” a luz simple (A, C y E) y a luz polarizada
(B, D y F) a 400X de aumento. Muestra O-2. Fase Mochica III.
Figura 68. Almidones elípticos de Solanum tuberosum “papa” a luz simple (A) y a luz
polarizada (B) a 400X de aumento. Muestra O-2. Fase Mochica III.
302
Figura 69. Fragmento de pericarpio de semilla de Zea mays “maíz” con luz simple a 400X de
aumento. Muestra O-2. Fase Mochica III.
Figura 70. Almidones poliédricos de Zea mays “maíz” a luz simple (A y C) y a luz polarizada
(B y D) a 400X de aumento. Muestra O-3. Fase Mochica IV.
303
Figura 71. Almidones poliédricos de Zea mays “maíz” a luz simple (A y C) y a luz polarizada
(B y D) a 400X de aumento. Muestra O-4. Fase Mochica IV.
Figura 72. Fragmento de epidermis foliar de Capparis sp. “sapote” con luz simple a 400X de
aumento. Muestra O-4. Fase Mochica IV.
304
Figura 73. Almidones poliédricos de Zea mays “maíz” a luz simple (A) y a luz polarizada (B) a
400X de aumento. Muestra O-5/C-1. Fase Mochica IV.
Figura 74. Tricoma glandular a luz simple (A) y epidermis foliar (B) de Capparis sp. “sapote” a
luz simple (B). 400X de aumento. Muestra O-5/C-1. Fase Mochica IV.
305
Figura 76. Epidermis foliar (A - B) de Capparis sp. “sapote” a luz simple. 400X de aumento.
Muestra O-5/C-2. Fase Mochica IV.
Figura 77. Tricoma glandular de Capparis sp. “sapote” a luz simple. 400X de aumento. Muestra
O-5/C-2. Fase Mochica IV.
Figura 78. Granos de polen de Prosopis sp. “algarrobo” a luz simple. 400X de aumento.
Muestra O-5/C-3. Fase Mochica IV.
306
Figura 79. Almidones poliédricos de Zea mays “maíz” a luz simple (A, C y E) y a luz polarizada
(B, D y F). 400X de aumento. Muestra O-5/C-3. Fase Mochica IV.
Figura 80. Granos de polen de Amaranthus sp. a luz simple. 400X de aumento. Muestra O-5/C-
3. Fase Mochica IV.
307
Figura 81. Fitolito foliar de Zea mays “maíz” a luz simple. 400X de aumento. Muestra O-5/C-3.
Fase Mochica IV.
Figura 82. Epidermis foliar (abaxial) de Prosopis sp. “algarrobo” a luz simple. 400X de
aumento. Muestra O-5/C-3. Fase Mochica IV.
Figura 83. Almidones de Prosopis sp. “algarrobo” a luz simple (A) y a luz polarizada (B). 400X
de aumento. Muestra O-5/C-4. Fase Mochica IV.
308
Patologías presentes en el CA 35
4.5
4
3.5
3
2.5
2
1.5
1
0.5
0
Dentales Exostosis Luxación Osteoartritis Infección
Mochica III 3 3 1 1 1
Mochica IV 0 4 3 0 2
Figura 85. Presencia de caries: (A) caries cervical en incisivo central derecho, vista lingual y (B)
caries oclusal en premolar 4, vista oclusal.
Figura 86. Pérdida del premolar 4 en mandíbula derecha, a causa de un absceso dental con
reabsorción parcial del tejido alveolar, vista medial.
309
Figura 87. Presencia de exostosis: (A) exostosis en la articulación proximal de la primera
falange delantera, vista posterior y (B) exostosis articulación proximal de tibia, vista anterior.
Figura 88. Desarrollo de carillas articulares en la zona metadiafisial del área articular distal del
Radio-ulna, vista anterior. Uso referencial de radio-ulna actual (izquierda).
Figura 89. 7° vértebra cervical con presencia de osteofitos en la zona articular posterior, vista
ventral. Uso referencial de 7° vértebra cervical actual (derecha).
310
Figura 90. Presencia de infecciones: (A) metapodio con enconchamiento y porosidad presente
en la zona distal, vista anterior y (B) metapodio con enconchamiento y escoriación en la epífisis
distal, vista lateral.
Axial Apendicular
Figura 91. Histograma con el número de cortes primarios. Fase Mochica III.
Cortes primarios-Mochica IV
80
70
60
50
40
30
20
10
0
Corte-
Corte-impacto Corte-descarne Corte-sierra
desarticulación
Axial 28 2 16 0
Apendicular 71 22 19 7
Axial Apendicular
Figura 92. Histograma con el número de cortes primarios. Fase Mochica IV.
311
Cortes secundarios-Mochica III
25
20
15
10
0
Shoulders Barbs Lenguetas Splitting Microestrías Impresiones
Axial 8 2 0 4 2 0
Apendicular 21 2 4 9 6 0
Axial Apendicular
Figura 93. Histograma con el número de cortes secundarios. Fase Mochica III.
Cortes secundarios-Mochica IV
14
12
10
8
6
4
2
0
Shoulders Barbs Lenguetas Splitting Microestrías Impresiones
Axial 4 0 1 4 1 0
Apendicular 12 7 4 6 8 2
Axial Apendicular
Figura 94. Histograma con el número de cortes secundarios. Fase Mochica IV.
312
Figura 95. Marcas de corte primario con presencia de splitting, lenguetas y barbs sobre el
extremo vertebral de una costilla a 100X. Vista lateral, MEB.
Figura 96. Marcas de corte sobre el extremo vertebral de una costilla a 100X. Vista lateral,
MEB. Nótese el corte secundario oblicuo a la incisión principal propio de instrumentos con
retoque.
313
Color de la fractura-Mochica III
180
160
140
120
100
80
60
40
20
0
Homogéneo Parcialmente homogéneo Heterogéneo
Axial 98 61 31
Apendicular 155 44 14
Axial Apendicular
Color de la fractura-Mochica IV
140
120
100
80
60
40
20
0
Homogéneo Parcialmente homogéneo Heterogéneo
Axial 44 57 30
Apendicular 130 77 53
Axial Apendicular
314
Contorno de la fractura-Mochica III
120
100
100
80 69
60
40 34
20 20
20 14 13
9 8 5
0 0 4 2 0 0
0
Helicoidal Transversal Longitudinal Escalonado Diagonal Diagonal Aserrado Festoneado
escalonado
Axial Apendicular
Contorno de la fractura-Mochica IV
80 75
68
70
60
48 49
50
40
30
19 16 16
20 11 11
7 9 7
10 3 1 1 2
0
Helicoidal Transversal Longitudinal Escalonado Diagonal Diagonal Aserrado Festoneado
escalonado
Axial Apendicular
315
IFF (Índice de Fractura Fresca)
90
79
80
70
60
50 43
40
40 31 29
27 28 28
30 25
17
20 11
7
10 2
0
0
0 1 2 3 4 5 6
Figura 101. Histograma del Índice de Fractura Fresca para ambas fases.
Axial Apendicular
316
Marcas de percusión-Mochica IV
8
7
6
5
4
3
2
1
0
Hoyos Estrias Contragolpe
Axial 3 3 1
Apendicular 5 5 7
Axial Apendicular
Figura 104. Marcas de percusión (hoyos) en la diáfisis de un radio-ulna a 1000X. Vista caudal,
MEB. Nótese la variabilidad de las marcas y el grado de afectación.
317
Figura 105. Marcas de percusión (estrías) en la diáfisis de un metapodio a 400X. Vista craneal,
MEB. Nótese los surcos y las hendiduras.
Figura 106. Marcas de percusión (contragolpe) en la diáfisis de un fémur izquierdo. Vista latero-
caudal.
318
Atributos punto de impacto-Mochica III
90 82
76 78
80
70
60
50
40
30
17
20 11 10 10 9 8
10 4 5
0 0 1
0
Escotadura Muesca Negativo lasca Lasca adherida Fisuras Desplazamiento Huella
tejido esponjoso instrumento
Axial Apendicular
Figura 107. Histograma de los atributos relacionados al punto de impacto. Fase Mochica III.
25
20
20
15 16
15
11
10 7
5 2 3 2 3 3
0 1 0
0
Escotadura Muesca Negativo lasca Lasca adherida Fisuras Desplazamiento Huella
tejido esponjoso instrumento
Axial Apendicular
Figura 108. Histograma de los atributos relacionados al punto de impacto. Fase Mochica IV.
319
Figura 109. Punto de impacto, muesca en la diáfisis de un metapodio. Vista caudal.
Figura 110. Punto de impacto, escotadura en la diáfisis de un húmero derecho. Vista lateral.
Figura 111. Negativo de lascas y lasca adherida en la diáfisis de una tibia derecha. Vista craneal.
320
Figura 112. Fisuras asociadas a la fractura aserrada en la diáfisis de una tibia derecha. Vista
craneal.
Figura 113. Huella de instrumento (percutor): (A) vértebra cervical, vista dorsal y (B) 1°
vertebra sacral, vista dorso-caudal. Nótese el patrón ovalado y las estrías asociadas.
Figura 114. Estrías (ondas de fractura) en el borde de la fractura de una tibia. Vista latero-
craneal.
321
Figura 115. Costilla con evidencia de peeling. Vista dorsal.
Tipos de esquirlas
40 37
35
30
30
25
20
15 12 12
10
5
5 3
0
Astillas Lascas Cilindros
322
Etapas de procesamiento en el CA 35
250
200
150
100
50
0
Degollami Despelleja Evisceram Desmemb Destazami Porciona Descarna Industría
Sacrificio
ento miento iento ramiento ento miento miento ósea
Mochica III 0 3 24 7 10 130 234 54 12
Mochica IV 2 2 31 2 9 94 227 31 12
Figura 118. Marcas de corte en la cara ventral del atlas asociadas al sacrificio. Vista ventral.
Fase Mochica IV.
323
Figura 119. Marcas de corte en el arco dorsal del atlas asociadas al degollamiento. Vista dorsal.
Fase Mochica III.
Figura 120. Marcas de corte en los cóndilos occipitales asociadas al degollamiento. Vista
caudal. Fase Mochica IV.
324
Figura 121. Marcas de corte relacionadas al despellejamiento: (A) astrágalo derecho con cortes
en el cuerpo, vista dorsal y (B) ulnar derecho con cortes en el cuerpo, vista palmar.
Figura 122. Marcas de corte en la cara ventral de una costilla relacionada a la evisceración.
Vista ventral.
Figura 123. Marcas de corte y fractura de una 2° costilla derecha relacionadas a la separación
del miembro anterior. Vista ventral.
325
Figura 124. Sacro con huellas de fractura relacionadas a la separación del miembro posterior.
Vista dorsal.
Figura 125. Marcas relacionadas a la separación de la región cervical: (A) 7° vértebra cervical
con huellas de fractura en la faceta articular anterior, vista dorsal y (B) 7° vértebra cervical con
marcas de corte en la faceta articular anterior y el cuerpo, vista.
Figura 126. Costilla derecha con marcas de corte en el tubérculo relacionadas al destazamiento.
Vista cráneo-dorsal.
326
Figura 127. Vértebra dorsal con marcas de corte en el proceso articular caudal relacionadas al
destazamiento. Vista lateral.
Figura 128. Radio-ulna derecha con marcas de corte en la incisura troclear y fractura del
olécranon relacionadas al destazamiento. Vista lateral.
327
Figura 129. Pelvis (ilion-isquion) izquierda con marcas de corte en el borde acetabular
relacionadas al destazamiento. Vista ventral.
Figura 130. Cuerpos y arcadas dentales del maxilar y fragmento de palatino obtenidos en el
porcionamiento del cráneo. Fase Mochica III. Uso referencial de cráneo actual (superior
izquierda).
328
Figura 131. Cuerpo, sínfisis y arcadas dentales de la mandíbula relacionadas al porcionamiento
Fase Mochica IV.
Figura 133. Cuerpos y áreas distales de escápulas relacionadas al porcionamiento. Fase Mochica
III.
329
Figura 134. Áreas proximales y distales de húmero relacionadas al porcionamiento. Fase
Mochica III.
Figura 136. Áreas proximales y distales del metacarpo relacionadas al porcionamiento. Fase
Mochica III. Uso referencial de metacarpo actual (derecha).
330
Figura 137. Áreas proximal y distal, metadiáfisis y diáfisis del fémur relacionadas al
porcionamiento. Fase Mochica III. Uso referencial de fémur actual (izquierda).
Figura 138. Áreas proximal y distal de la tibia relacionadas al porcionamiento. Fase Mochica
IV. Uso referencial de tibia actual (izquierda).
Figura 139. Áreas proximal y distal del metatarso relacionadas al porcionamiento. Fase
Mochica IV.
331
Figura 140. Cresta, rama y cuerpo del ilion relacionadas al porcionamiento. Fase Mochica III.
Figura 141. Áreas distales de la 1° falange relacionadas al porcionamiento. Fase Mochica IV.
Uso referencial de 1° falange actual (izquierda).
332
Piezas tecnológicas
4.5
4
3.5
3
2.5
2
1.5
1
0.5
0
Proximal Distal Proximal Distal Proximal Distal
Radio-ulna Fémur Tibia
Mochica III 0 0 0 2 2 3
Mochica IV 0 1 0 0 2 4
Figura 143. Piezas tecnológicas obtenidas a partir de las áreas proximales y distales de la tibia.
Vista caudal. Fase Mochica III.
333
Punzón base articular
3.5
3
2.5
2
1.5
1
0.5
0
Extremo Extremo
Proximal Distal Proximal Distal
vertebral esternal
Metacarpo Metapodio 1° Costilla
Mochica III 3 0 0 1 0 0
Mochica IV 0 0 0 2 1 0
Figura 144. Histograma con la cantidad de punzones con base articular identificados.
Figura 145. Punzones con base articular: (A y B) objetos elaborados a partir del área proximal
del metacarpo, (C y D) objetos elaborados a partir del área distal del metapodio. Vista caudal.
Figura 146. Punzón con base articular elaborado a partir de una 1° costilla izquierda. Vista
dorsal. Fase Mochica IV.
334
Escápulas perforadas
1.2
0.8
0.6
0.4
0.2
0
Proceso coracoide Tuberosidad
Mochica III 1
Mochica IV 1
Figura 148. Escapulas perforadas: (A) escapula con perforación en el proceso coracoides-fase
Mochica III, vista lateral y (B) escapula con perforación en la tuberosidad escapular-fase
Mochica IV, vista medial.
335
Huellas de hervido-Esqueleto axial
4.5
4
3.5
3
2.5
2
1.5
1
0.5
0
Cráneo Cervical Dorsal Lumbar Caudal Costillas
Mochica III 3 4 2 3 0 2
Mochica IV 0 0 0 1 0 0
Figura 149. Histograma de la cantidad de elementos del esqueleto axial con huellas de hervido.
Figura 150. Histograma de la cantidad de elementos del esqueleto apendicular con huellas de
hervido.
336
Exposición al fuego-Esqueleto axial
4.5
4
3.5
3
2.5
2
1.5
1
0.5
0
Cráneo Cervical Dorsal Lumbar Caudal Costillas
Mochica III 4 1 0 2 0 3
Mochica IV 2 1 1 1 0 1
Figura 151. Histograma de la cantidad de elementos del esqueleto axial con huellas de
exposición al fuego.
Figura 152. Histograma de la cantidad de elementos del esqueleto apendicular con huellas de
exposición al fuego.
337
Especies identificadas-1° Falange delantera
25
20
15
10
0
Vicugna pacos Lama glama Vicugna vicugna Lama guanicoe
Mochica III 21 6 2 3
Mochica IV 21 6 0 1
Figura 153. Histograma de las especies identificas a partir del análisis osteométrico de la 1°
falange delantera.
Figura 154. Histograma de las especies identificas a partir del análisis osteométrico de la 1°
falange trasera.
338
Géneros identificados-Esmalte incisivos
35
30
25
20
15
10
5
0
Vicugna sp. Lama sp.
Mochica III 1 12
Mochica IV 3 33
Figura 155. Histograma de los géneros identificados a partir del análisis de la presencia de
esmalte en los incisivos.
Figura 156. Histograma de los géneros identificados a partir del análisis de la presencia de
esmalte en los incisivos.
339
Figura 157. Distribuciones acumuladas del perfil etario a partir del análisis dental del CA 35.
Nótese la divergencia de las líneas de tendencia en el grupo juvenil de ambas fases.
100
80
60
40
20
0
Fusiones tempranas (<12-18 m) Fusiones intermedias (<18-36 m) Fusiones tardías (<36-48 m)
Mortandad Supervivencia
Figura 158. Figura 158. Histograma del perfil etario a partir del análisis de las fusiones óseas.
Fase Mochica III.
340
Perfil etario-Fusiones óseas-Mochica IV
120
100
80
60
40
20
0
Fusiones tempranas (<12-18 m) Fusiones intermedias (<18-36 m) Fusiones tardías (<36-48 m)
Mortandad Supervivencia
Figura 159. Histograma del perfil etario a partir del análisis de las fusiones óseas. Fase Mochica
IV.
0
Mochica III Mochica IV
Axial Peso (Kg) 2.192 1.8365
Apendicular Peso (Kg) 4.4635 4.863
Figura 160. Histograma con el peso de los elementos óseos del CA 35.
341
Representación NISP del CA 35
Sesamoideo
Hueso largo: Indeterminado
3° Falange
2° Falange
1° Falange
Metapodio
Metatarso
Metacarpo
Calcáneo
Astrágalo
Tarsianos
Tíbia
Rótula
Fémur
Pelvis
Pubis
Isquion
Iliom
Carpianos
Radio-ulna
Húmero
Escápula
Esternebras
Costillas
Vértebras: Indeterminado
Vértebras caudales
Vértebras sacras
Vértebras lumbares
Vértebras dorsales
Vértebras cervicales
Cráneo: Indeterminado
Mandíbula
Ampolla timpánica
Cráneo: maxilar
Cráneo: bóveda
Dientes sueltos
0 2 4 6 8 10 12 14
342
Rendimiento anatómico - CA 35
40
35
30
25
20
15
10
5
0
Huesos con Huesos con
Huesos con Huesos con Huesos con
mucha carne y poca carne y
solo carne sólo médula seso
médula médula
Mochica III 27 14.1 21.5 30.5 6.9
Mochica IV 36.7 12.6 24.4 20.1 5.8
Figura 162. Histograma del rendimiento de las partes anatómicas del CA 35.
Índice de secado - CA 35
70
60
50
40
30
20
10
0
Alto Moderado-alto Moderado-bajo bajo
Mochica III 5 24 8 63
Mochica IV 11 25 10.3 53.6
Figura 163. Histograma con los índices de secado de las partes anatómicas del CA 35.
343
120
100
140
160
0
100
0
120
20
40
60
80
40
60
80
20
Parietal Dientes sueltos
Frontal Parietal
Temporal Frontal
Temporal
Ampolla timpánica
Ampolla timpánica
Occipital
Occipital
Maxilar Maxilar
Mandíbula Mandíbula
Vértebra cervical Ind. Cráneo
Vértebra dorsal Vértebra cervical
Vértebra lumbar Vértebra dorsal
Vértebra caudal Vértebra lumbar
Sacro Vértebra caudal
Ind. Vertebra
Costilla
Sacro
Esternebra
Costilla
Escapula Esternebra
MOCHICA III
Húmero
Mochica III
Escapula
Radio-ulna Húmero
Metacarpo Radio-ulna
Fémur
MAU% del CA 35
Tíbia
Tíbia
Metatarso
Mochica IV
Metatarso
Rótula
MOCHICA IV
Rótula
Tarsianos Tarsianos
Astrágalo Astrágalo
Calcáneo Calcáneo
Metapodio Metapodio
1° Falange 1° Falange
2° Falange 2° Falange
3° Falange
3° Falange
Figura 165. Gráfico lineal de la frecuencia anatómica porcentual (MAU%) del CA 35.
Ind. Hueso largo
Ilion
Ilion
Figura 164. Gráfico lineal con la representación del número mínimo de elementos anatómicos
Isquion
344
Isquion
Pubis Pubis
Pelvis Pelvis
Aportación cárnica del CA 35
100
90
80
70
60
50
40
30
20
10
0
Figura 166. Gráfico lineal de la aportación cárnica a partir del índice de utilidad cárnica (MUI)
propuesto por Mengoni (1991) correspondiente al CA 35.
25
20
15
10
0
Piso 1 Relleno Piso 2 Relleno Piso 3 Relleno Piso 4 Relleno Piso 5 Relleno Piso 6 Relleno
de piso 1 de piso 2 de piso 3 de piso 4 de piso 5 de piso 6
Mochica IV Mochica III
Figura 167. Histograma con la representación de los estadios de meteorización del esqueleto
axial del CA 35.
345
Meteorización del esqueleto apendicular - CA 35
30
25
20
15
10
0
Piso 1 Relleno Piso 2 Relleno Piso 3 Relleno Piso 4 Relleno Piso 5 Relleno Piso 6 Relleno
de piso 1 de piso 2 de piso 3 de piso 4 de piso 5 de piso 6
Mochica IV Mochica III
Figura 168. Histograma con la representación de los estadios de meteorización del esqueleto
apendicular del CA 35.
Figura 169. Mandíbula izquierda meteorizada (estadio 1). Vista medial. Fase Mochica III.
346
Figura 170. Radio-ulna derecha meteorizado (estadio 3). Vista anterior. Fase Mochica IV.
Concresión del CA 35
35 30
30
25
20
14
15
10 6
5 1
0
Mochica III Mochica IV
Axial 1 14
Apendicular 6 30
Axial Apendicular
Figura 171. Histograma con la representación de los elementos óseos con concreción del CA 35.
347
Abrasión - Esqueleto axial
14
12
10
0
Piso 1 Relleno Piso 2 Relleno Piso 3 Relleno Piso 4 Relleno Piso 5 Relleno Piso 6 Relleno
de piso 1 de piso 2 de piso 3 de piso 4 de piso 5 de piso 6
Mochica IV Mochica III
Figura 172. Histograma de los elementos óseos con abrasión en el esqueleto axial del CA 35.
35
30
25
20
15
10
0
Piso 1 Relleno Piso 2 Relleno Piso 3 Relleno Piso 4 Relleno Piso 5 Relleno Piso 6 Relleno
de piso 1 de piso 2 de piso 3 de piso 4 de piso 5 de piso 6
Mochica IV Mochica III
Figura 173. Histograma de los elementos óseos con abrasión en el esqueleto apendicular del CA
35.
348
Marcas de pisoteo - CA 35
35
30
25
20
15
10
0
Relleno Relleno Relleno Relleno Relleno Relleno
Piso 1 de piso Piso 2 de piso Piso 3 de piso Piso 4 de piso Piso 5 de piso Piso 6 de piso
1 2 3 4 5 6
Mochica IV Mochica III
AXIAL 4 3 1 6 0 1 0 5 7 1 4 0
APENDICULAR 30 21 10 11 0 12 0 6 9 2 3 5
AXIAL APENDICULAR
Figura 174. Histograma de los elementos óseos con marcas de pisoteo correspondientes al CA
35.
Disolución de Manganeso - CA 35
18
16
14
12
10
8
6
4
2
0
Piso 1 Relleno Piso 2 Relleno Piso 3 Relleno Piso 4 Relleno Piso 5 Relleno Piso 6 Relleno
de piso 1 de piso 2 de piso 3 de piso 4 de piso 5 de piso 6
Mochica IV Mochica III
AXIAL APENDICULAR
Figura 175. Histograma de los elementos óseos con huellas de disolución de manganeso
correspondientes al CA 35.
349
Figura 176. Espectro de composición elemental por Dispersión de energía de rayos X (EDS) de
un fémur izquierdo con huellas de disolución de manganeso.
Figura 177. Precipitación de manganeso de un fémur izquierdo a 200X. Vista medial, MEB.
Nótese la afectación variable de la precipitación del manganeso en la superficie compacta del
hueso por los conductos haversianos.
350
Figura 178. Dendrograma de la formación tafonómica de los agentes naturales no biológicos
correspondientes al CA 35 distribuidos por estratos.
351
Marcas de raíces - CA 35
14
12
10
0
Axial Apendicular
Figura 179. Histograma de los elementos óseos con marcas de raíces correspondientes al CA 35.
Marcas de carroñeros - CA 35
40 38
35
30
26
25
20
15
10
4 4
5 3
2 2
1
0 0 0 0 0 0 0 0
0
Axial Apendicular Axial Apendicular Axial Apendicular Axial Apendicular
ROÍDO ACANALADURAS HOYOS FESTONEADO
Figura 180. Histograma de los elementos óseos con marcas de carroñeros correspondientes al
CA 35.
352
Hongos y bacterias - CA 35
25
20
15
10
0
Axial Apendicular
Figura 181. Histograma de los elementos óseos con marcas de hongos y bacterias
correspondientes al CA 35.
Termoalteración - CA 35
18
16
14
12
10
0
Axial Apendicular Axial Apendicular Axial Apendicular Axial Apendicular Axial Apendicular
RUBEFACCIÓN QUEMADO CARBONIZADO PARCIALMENTE CALCINADO
CALCINADO
Figura 182. Histograma de los elementos óseos con termoalteraciones relacionadas al uso de
huesos como combustible correspondientes al CA 35.
353
Figura 183. Diáfisis de radio-ulna izquierda con huellas de quemado a 1000X. Vista anterior,
MEB.
Figura 184. Cuerpo de costilla derecha con huellas de carbonizado a 1000X. Vista dorsal, MEB.
354
Figura 185. Fragmento de occipital con huellas de calcinado a 1000X. Vista caudal, MEB.
355
Figura 186. Mapa de ubicación de las comunidades de Tuqsa y Oquenarca.
Figura 187. Plato de caldo con carne de alpaca acompañado de fideos y Ch’uño.
356
Figura 188. Pobladores del Fundo Oquenarca y profesionales del CICAS, compartiendo el
asado de llama.
Figura 189. Mandíbulas afectadas con diferentes estadios de meteorización (1-4) de la muestra
de Tuqsa.
357
Figura 190. Huesos largos con marcas de carroñeo pertenecientes a la muestra de Tuqsa.
4% 3% 3% 3% 3%
2%
0%
358
Marcas de corte-Tuqsa
8
7
6
5
4
3
2
1
0
Corte desarticulación Corte descarne Corte impacto
Apendicular Axial
359
Figura 194. Nótese las cúspides asociadas al punto de impacto en el metapodio fracturado
perteneciente a la muestra de Tuqsa.
40%
30%
20%
10% 8% 8%
4% 4% 4% 4% 4% 4% 4% 4% 4%
0%
361
Marcas de corte desarticulación-Oquenarca
4.5
3.5
2.5
1.5
0.5
0
Húmero Radio-ulna Atlas Ind. Costilla
362
Figura 201. Vértebras atlas y axis pertenecientes a la muestra de Oquenarca.
363
Figura 203. Mapa de ubicación de los distritos de Sicuani y Layo.
364
Figura 205. Plato de caldo de camélido en el mercado de Layo.
Figura 207. Vendedora de carne de camélido y ovino del mercado central de Sicuani.
365
Figura 208. Plato con caldo de ovino en el mercado de Sicuani.
366
Porcentaje de elementos anatómicos-Layo
30% 28%
25%
20%
20%
15% 13%
12%
10% 8%
7% 7%
5%
5%
0%
Cráneo Mandíbula Metapodio Metacarpo Metatarso 1° Falange 2° Falange 3° Falange
Marcas de corte-Layo
10
9
8
7
6
5
4
3
2
1
0
Mandíbula Maxilar Metacarpo Metatarso
Corte-desarticulación Corte-sierra
367
Figura 212. Porción de cráneo perteneciente a la muestra de Layo. Vista lateral.
25%
20% 20% 20%
20%
15%
10%
10%
5%
0%
Bóveda craneal + Mandíbula Metacarpo Metatarso 1° Falange
maxilar
Marcas de corte-Sicuani
7
0
Bóveda craneal+maxilar Mandíbula Metacarpo
Corte-desarticulación Corte-sierra
369
Figura 217. Porción de cráneo perteneciente a la muestra de Sicuani. Vista lateral.
370
Figura 219. Mapa de ubicación de la comunidad de Cavan, donde se obtuvo la alpaca.
371
Figura 221. Esquirlas angulosas de diáfisis de huesos largos, obtenidos en el porcionamiento.
372
Figura 223. Infraestructura para la preparación del caldo. Los números indican los puntos de
control de la temperatura.
500
400
300
200
100
0
15 min 30 min 45 min 1h 1 h y 15 min 1 h y 30 min 1 h y 45 min 2h
373
Figura 225. Cocción de las porciones anatómicas. Nótese el desprendimiento de la carne.
Figura 226. Infraestructura para la preparación del asado. Los números indican los puntos de
control de la temperatura.
374
Temperaturas (C°) del asado
600
500
400
300
200
100
0
15 min 30 min 45 min 1h
Figura 228. Infraestructura para la preparación de la pachamanca. Los números indican los
puntos de control de la temperatura.
375
Temperaturas (C°) de la pachamanca
900
800
700
600
500
400
300
200
100
0
15 min 30 min 45 min 1h 1 h y 15 min 1 h y 30 min 1 h y 45 min 2h
376
Figura 231. Huesos largos fracturados pre-cocción pertenecientes al caldo.
Figura 232. Huesos largos fracturados post-cocción pertenecientes al asado. Nótese las zonas
chamuscadas en las epífisis proximales y distales.
377
Figura 234. Daños causados por hervido en la superficie ósea de la diáfisis de un húmero
derecho (muestra actual) a 2000X. Vista anterior, MEB.
Figura 235. Daños causados por hervido en la superficie ósea de la diáfisis de Ind. Hueso largo
(muestra arqueológica) a 2000X. Vista anterior, MEB.
378
Figura 236. Daños causados por exposición directa al fuego en la superficie ósea de la diáfisis
de un húmero izquierdo (muestra actual) a 2000X. Vista anterior, MEB.
Figura 237. Daños causados por exposición directa al fuego en la superficie ósea de la diáfisis
de un radio-ulna izquierdo (muestra arqueológica) a 2000X. Vista lateral, MEB.
379
Figura 238. Daños causados por la pachamanca en la superficie ósea de la diáfisis de una tibia
derecha (muestra actual) a 2000X. Vista anterior, MEB.
Figura 239. Borde liso de la diáfisis de un hueso largo indeterminado relacionado a la técnica
del hervido (muestra actual) a 200X. MEB.
380
Figura 240. Borde liso de la diáfisis de un hueso largo indeterminado (muestra arqueológica) a
200X. MEB.
Figura 243. Porciones de las unidades anatómicas expuestas a la técnica del hervido en
diferentes tiempos: A) Radio-ulna distal, B) Radio-ulna proximal, C) Húmero distales y D)
Húmero proximal.
382
Figura 244. Daños causados por la exposición a la técnica del hervido durante 1 hora a 1000X.
Diafisis de radio-ulna, porción distal, vista anterior. MEB.
Figura 245. Daños causados por la exposición a la técnica del hervido durante 2 horas a 1000X.
Diafisis de radio-ulna, porción proximal, vista anterior. MEB.
383
Figura 246. Daños causados por la exposición a la técnica del hervido durante 3 horas a 1000X.
Diafisis de humero, porción distal, vista anterior. MEB.
Figura 247. Daños causados por la exposición a la técnica del hervido durante 4 horas a 1000X.
Diafisis de humero, porción proximal, vista anterior. MEB.
384
Figura 248. Diagrama de dispersión de los valores de δ13C y δ15N asociados a las técnicas
culinarias aplicadas a una alpaca actual.
385