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Eneida II, 199 – 369

En esto, otro prodigio más importante y harto más pavoroso


nos sobreviene, tristes de nosotros, y trastorna nuestros desprevenidos corazones.
Laocoonte, designado en suerte sacerdote de Neptuno, estaba en el altar sacrificando
un corpulento toro. Hete aquí que de Ténedos tumbado
sobre el hondo mar calmo – me horrorizo al contarlo-
serpientes de roscas gigantescas se vuelcan sobre el piélago
y hermanadas tienden hacia la orilla.
El pecho entre las ondas enhiestan y su cresta
sanguinolenta señorea el Ponto. El resto de su cuerpo se desliza
sobre el agua en enormes espiras ondulantes.
Un sonido es emitido1 por el mar espumeante. Alcanzaban ya los campos
E insuflando sus ojos en sangre y llamas, sus fauces sibilantes
lamían sus rostro silbantes.
Escapamos2 al verlas sin sangre en nuestras venas. Ellas se
dirigen hacia Laocoonte en resuelta columna; y ambas serpientes
envuelven rodeándolos los pequeños cuerpos de sus dos hijos
y con un mordisco devoran sus miserables miembros;
después atrapan cuando acudía en su auxilio y que portaba armas
arrojadizas y con ingentes roscas lo retienen; y ya
rodeando su cintura dos veces, poniendo alrededor de su cuello 3 sus escamosas
espaldas4 dos veces, ascienden con su cabeza y levantando sus cuellos.
Aquél al mismo tiempo que intenta deshacer las roscas con sus manos
mientras empapan sus vendas con corrompida baba y negro veneno5
eleva al mismo tiempo gritos espantosos al cielo:
cuales gemidos cuando huyó el angustiado toro del
altar y la poco firme hacha de su cuello sacudió.
Pero ambas serpientes huyen deslizándose hacia un templo

1 Es un verbo que se comporta como una pasiva.


2 El prefijo di- implica hacer algo en otra dirección. Enas es incluye dentro de esa muchedumbree que
staba contemplando lo que ocurría.
3 Dativo preverbial
4 Acusativo de relación o de la parte.
5 Es un dicolon semántico o hendíadis, como una especie de baba venenosa.
elevado y se dirigen hacia el alcázar6 de la cruel Tritónide
y se ocultan bajo los pies de la diosa y bajo la órbita de su escudo.
Pero en aquél momento se introduce un nuevo temor entre todos a
través de nuestros estremecidos pechos, y dicen que Laocoonte,
mereciéndolo expió su crimen, puesto que7 el roble sagrado había
lastimado y había disparado la cruel lanza a su espalda.
Pronuncian en voz alta que la imagen ha de ser conducida
a los lugares destinados y que hay que hacer súplicas a los númenes 8 de la diosa.
Abrimos brecha en las muros y abrimos las murallas de la ciudad. 9
Todos se ciñen a la obra y a sus pies aproximan los resbalones
de las ruedas, y extienden ataduras de estopa a su
cuello; escala los muros el funesto artefacto
preñado de armas. Los muchachos y las muchachas solteras entonan
alrededor cantos sagrados y se alegran de tocar la cuerda con su mano;
sube aquella y elevándose con aire amenazador se desliza en medio de la ciudad.
¡oh, patria, oh, morada de la divina Ilio y murallas célebres en la guerra de los
dárdanidas! Cuatro veces en el mismo umbral de la puerta
se detuvo y cuatro veces resonaron las armas en su vientre;
Estamos olvidadizos, sin embargo, y ciegos por el furor
y el funesto10 prodigio apostamos en el venerable alcázar.
Entonces, además, Casandra abre su boca a los hados venideros,
jamás creída por los teucros por designio divino. 11
Cubrimos nosotros el santuario del funesto dios, para el que este sería
su último día, con festiva guirnalda a través de la ciudad.
Mientras tanto gira el cielo12 sobre sí mismo y la noche se precipita desde el mar
mientras con negra sombra envuelve la tierra y el cielo

6 Toda ciudad ntigua tenia una ciudadela, fortaleza, alcázar, fortín …. Al que iba la poblacion cuando era
tacada y los barrios más exterenos eran atacaos pro el enemigo . Allñi estban la residenica del rey y los
templos más importantes.
7 Según Rubio, es una hipersubordinacion, motivo por el cual el realtivo adquiere un valor causal
8 El númen es l poder divino del dios.
9 Otro dicolon semántico.
10 Es un adjetivo de una terminación, por lo que vale para todos los géneros. Es un adjetivo inclusivo.
11 Apolo se enamoró de Casandra y deseaba tener relacione con ella, pero ella no quería, sibine le diso
le daba en remio de su virginida la psoibida de ser profetisa. FInalment se niega y una vez do su regalo
no podía quitárselo, pero añodio un don que anulo el precendente: podrá descubir el futurino pero no
será creída.
12 Los antiguso pensaban que el cielo daba vueltas y no la tierra, que se mantendría firme.
y los engaños de los mirmidones13; los teucros que se extendían a través de la muralla
se calmaron; el sueño profundo envuelve sus extenuados miembros.
Y ya se dirigía la falange argiva en pertrechadas naves
desde Ténedos dirigiéndose por costas conocidas mediante el silencio
favorable14 de la silenciosa luna, cuando la nave del rey había elevado sus llamas
en las popas, y, alejándose de hados hostiles de la divinidad,
Sinón libera a los dánaos encerrados en el vientre y los cierres
realizados en pino furtivamente. El caballo abierto
devuelve a los cielos a aquellos y salen alegres del hueco roble
los caudillos Tesandro y Esténelo y el cruel Ulises,
deslizándose a través de la cuerda inclinada hacia el suelo, y Acamante y Toante
y el Pelida Neoptólemo y, el primero, Macaón
y Menelao y el mismo fabricante del engaño, Epeo 15.
Invaden la ciudad aletargada por el sueño y el vino;
Son abatidos los vigilantes y, una vez que las puertas están abiertas, todos
reciben a sus compañeros y juntan un ejército cómplice. 16
Era el momento en el que comenzó el sueño más importante para los penosos 17
mortales y se desliza de forma muy grata con el regalo de los dioses.
He aquí que en sueños me pareció que se presentaba ante mis ojos
el tristísimo Héctor y derramando grandes llantos,
como antes al ser arrastrado por la biga y ennegrecido
por cruento polvo y arrastrando sus pies hinchados en cuanto a las bridas 18.
¡Ay, tal y como era, cuán distinto es para mí de aquél
Héctor que volvió vestido en cuanto a los despojos de Aquiles 19
o cuando disparaba frigias llamas contra las naves de los dánaos!
Portando una barba descuidada y los cabellos compactos por la sangre
y aquellas heridas que recibió en gran número alrededor de los muros
patrios. Mientras lloraba todavía, a mí mismo me parecía conveniente

13 Sinécdoque, pues los mirmidones son tans solo las huestes de Aquiles, pero auyi se utilizan para
hacer referencia todos los griegos.
14 Plural poético
15 Su nombre es el mismo que el de Equus y el mundo romano se hallaba Epona, diosa de los caballos
adquirida de la mitología celta.
16 En el sentido de que están unidos por un fin común.
17 Enfermo de espíritu, doliente, affligido.
18 Acusativo de relación
19 Referencia a la matanza de Patroclo
apostrofar al varón y emitir voces quejumbrosas:
“oh, luz de Troya, oh, esperanza fidelísima a los Teucros,
¿Qué grandes demoras te tuvieron ausente? ¿De qué riberas vienes,
Héctor tan esperado? ¡de qué modo, estando cansados, te vimos a ti
después de muchos de tus funerales, después de tantos infortunios
de los hombres y de la ciudad! ¿Qué vergonzoso motivo desfiguró
tu apacible rostro? o ¿ por qué miro estas heridas?
En absoluto se detiene y no permite que yo pregunte cosas vanas,
sino que profiriendo desde el fondo de su pecho un gemido de forma grave
“¡Ay, huye; hijo de diosa -me dice-, ponte a salvo de estas llamas!
El enemigo ocupa nuestros muros. Troya de su alta cumbre se derrumba.
Bastante le hemos dado a la patria y a Príamo. Si Pérgamo pudiera
Ser defendida por esfuerzo alguno, ya con mi brazo la habría defendido.
Los objetos de culto y sus Penates Troya te los confía.
Hazlos de tu destino compañeros. Búscales el recinto, el gran recinto
que al cabo fundaras después de andar errante por el mar.
Dice y con sus manos saca de lo hondo del santuario las ínfulas, la Vesta poderosa
y su fuego perenne.
Entre tanto, por un lado y por otro
las murallas se funden con gritos angustiosos.
Y aunque la casa de mi padre Anquises estaba lejos,
cubierta por los árboles, se perciben los ruidos más distintos
y aumenta el horrido estruendo de las armas.
El sobresalto me sacude el sueño y echo a correr al punto más alto del tejado
y me pongo a escuchar con las orejas tiesas, como cuando en la mies
cae un incendio enfureciéndose el Austro,
o como cuando el raudo torrente con el caudal de la montaña arrasa la campiña,
los lozanos sembrados la labor de los bueyes, y va arrastrando
arboles arrumbados de cabeza, el pastor boquiabierto
escucha desde el pico de una peña aturdido su fragor.
Pero entonces, se descubren la clara traición y las asechanzas
de los dánaos.20 La magnífica mansión de Deífobo se entregó ya a la
ruina una vez prevaleció Vulcano, próxima arde ya la de

20 Dícolon semántico
Ucalegón21; los extensos mares de Sigeo22 relucen con el fuego.
Se levanta el clamor de los varones y el grito de las trompetas.
Fuera de mí, tomo las armas; y no es que tenga plan alguno de lucha,
pero mis ánimos están deseosos por reunir un puñado de soldados
y correr al alcázar con los míos. El furor y la cólera
me arrebatan23. Y me parece honroso sucumbir combatiendo.
En cambio, aquí está Pantoo, que escapó de las armas de los aqueos,
el Otríada Pantoo, sacerdote de la fortaleza y de Febo 24,
Objetos sagrados y a dioses vencidos y a su pequeño nieto
él mismo arrastra con su mano y, demente, a la carrera los tiende en los umbrales.
“¿De qué lugar viene el conflicto principal, Pantoo? ¿Qué ciudadela ocupamos?”
Apenas dije estas cosas con un sollozo cuando me da en respuesta lo siguiente:
“Vino el último día y la inevitable hora de
Dardania25. Fuimos troyanos, fue Ilión y la gran
gloria de los teucros; el fiero Júpiter toda la ha trasladado a
Argos; los dánaos son dueños de la incendiada urbe.
El elevado caballo gente armada vierte mientras se yergue
en medio de las murallas y Sinón, triunfante, incendios suscita
portándose de una manera insolente. Otros tantos se dirigieron a las puertas con las dos hojas
abiertas como algún día miles acudieron desde la gran Micenas;
otros se apoderan de caminos estrechos con armas
enfrentadas; está enhiesto el filo de hierro26 estrechado con brillante
punta, preparado para matar; y los guardianes de las puertas, los primeros,
apenas palpan los combates y resisten con obcecado Marte.”
Habiendo sido dichas estas palabras por el hijo de Otris
y siendo esta la voluntad de los dioses me dejo llevar en medio de las llamas y las armas,
allí donde me incita la funesta Furia,
donde el vocerío elevado hacia el cielo.
Entonces, avistados a la luz de la luna. se me juntan

21 Sinecdoque o metonimia
22 Es el nombre de una parte de la costa troyana
23 El sujeto es multiple, pero el sujeto en singular, enteineidno eu conciert aocn cada unos de los
sujetos singulares.
24 Hendíadis
25 Puede ser gentiivo o dativo
26 Acies significa tropa preparad para luchar; una mirada penetratnte y el filo de un arma cortante.
y forman compañía a mi lado Ripeo a una con Epito. grandioso en
en los lances de guerra, Hipanis y Dimante y el hijo de Migdon, Corebo el mozo
que aquellos mismos días había por azar venido a Troya
ardiendo en loco amor hacia Casandra, y como yerno ya,
prestaba ayuda a Príamo y a los frigios. !Desventurado de él
por haber desoído la voz de su demente prometida!
Cuando los vi en cerrada formación ávidos de pelea les hablo así:
“¡Mis hombres, corazones en vano valerosos!
Si tenéis el deseo decidido de seguir a mí que me atrevo a cosas últimas,
ya veis qué suerte aguarda a nuestra causa.
Han huido dejando sus urnas y su altar todos los dioses
en cuyo valimiento se hallaba cimentado este imperio.
Vais a auxiliar a una ciudad en llamas.
Corramos a la muerte, irrumpamos en medio de las armas enemigas.
Solo una salvación les queda a los vencidos: no esperar ninguna”.
Así, el furor se añadió a los espíritus de los jóvenes. De allí, por ello, como los lobos
ladrones en siniestra niebla a los que la malvada rabia hizo salir sus sombríos
vientres y sus cachorros abandonados
los esperan con hambrientas fauces, a través de las armas arrojadizas y a través de los enemigos
no marchamos a una muerte dudosa y ocupamos el camino del medio
de la ciudad; la negra noche vuela en torno de la profunda sombra.
¿Quién explicaría a un desconocedor de esto el desastre de aquella noche y los
los funerales o podría igualar sus desgracias a las lágrimas?
Se desmorona la ciudad antigua dominante durante muchos años;
Muchísimos cuerpos inertes se tienden por todas partes en las calles
en las casas y en los venerables umbrales de los
dioses. Y no solo los teucros son castigados con su sangre;
a veces, incluso, la valentía vuelve a las entrañas para los vencidos
y los dánaos sucumben siendo vencedores. Por todas partes se halla el cruel
dolor, por todas partes el miedo y la mayor imagen de la muerte.

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