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Genios de la medicina: ANDRES VESALIO acobo Sylvius, el profesor de ana- tomia de Ja Universidad de Paris, miraba impotente, con 10s ojos relampagueantes por la sabia, Ia impecable leccién préctica que st joven alumno, Andrés Vesalio, impartia impro- visadamente al resto de la clase, inclinado sobre el cadaver pestilente. El viejo maes- tro, apegado como todos al texto clasico de Galeno, no podia concebir que ese mu- chachito se atreviera a contradecir las sa- gradas ensefianzas que él trasmitia, leyen- do letra por letra y punto por punto el es- pléndido texto griego. La clase terminé con una salva de aplau- sos, y marcé el inicio de una enemistad que se prolongaria por toda la vida de ambos adversarios. El joven Vesalio, a sus escasos 18 afios de edad, sabia bien de lo que hablaba. Edu- cado en una forma amplia y culta por su familia, se habia sentido misteriosamente atraido por la anatomia siendo todavia un nifio, y disecaba cuidadosamente los pe- ueiios animalillos de su coleccién. Sus de- dos adquirieron pericia y agilidad y sus co- nocimientos crecieron con los aftos. No es de extrafiarse, entonces, que le aburrieran las lecciones formales de Sylvius, ni que pudiera encontrar contra- diociones entre lo que el maestro leia y lo que el cadaver evidenciaba. El error era simple: Galeno escribié su tratado de ana- tomia basindose en la diseccién de monos, dando por un hecho que la configuracién de los simios era idéntica a la humana. Apasionado intenso de la anatomfa, Ve- salio tenia problemas para realizar sus ob- servaciones practicas. Después de las eje- cuciones puiblicas, iba por la noche al ce- menterio para desenterrar los cadaveres de los criminales para proseauir sus estudios, cosa que estaba prohibida, hasta que por fin logr6 hacerse con un esqueleto comple- to, reconstruyéndolo con varias partes con- 7 seguidas en las mas diversas peripecias. ‘A los 23 afios, Vesalio dio sus primeras, sorprendentes lecciones de anatomia y pu- blicé su primer libro. Para ese tiempo, las autoridades se habian hablandado y per- mitido que los cadaveres de los criminales fuesen entregados a las universidades para su estudio. Vesalio improvisaba sobre la marcha mientras realizaba la cuidadosa di- seccién del cuerpo, y sus clases eran un acontecimiento cientifico y social. A éllas concurrian estudiantes, médicos y cienti cos de todas partes de Italia, que se daban cita en esa célebre universidad de Padua. En cuanto al libro, fue realizado con la fiel yy espléndida contribucién del artista Jan von Calcar, quien dibujé una serie sober- bia de 600 léminas anatémicas para ilus- trar La estructura del cuerpo humano. La fama llegé a Vesalio prematuramente. Y prematuramente lo abandond.

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