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Sin pensar en cualquier tipo de elabors ign literaria y sin otra pretensin que mostrar ala opinién piiblica la cara oculta la insimidad, por asf decir, de la brar talidad militar chilena, que meses después del golpe de Es- tado, pese a la abundante informacién periodistica, era casi ‘completamente ignorada en lo concerniente a Ta rutina de la tortura de los campos de concentraci6n. Asi, mientras los rruidos de la ciudad vibraban tras los muros, me sometia re- vivir la experiencia pasada, hora por hora, dia por dia, con horror y placer, el placer de decidir yo mismo el momento de mi liberacién del horror y entonees de bajar a tomar un buen café en Las Ramblas. Editar el libro que resulté de agquello en la Espaiia todavia franquista del 74 no fue tarea ficil, Prohibido inicialmente por ef Ministerio del Interior, la orden fue anulada como ‘graciosa represalia del ministro de Informaci6n y Turismo ‘cuando el gobierno militar chileno cancelé un contrato de ‘compra de camiones a Espaia en beneficio de una firma estadounidense. En pocas semanas el libro fue arrebatado por el pablico, que sin duda encontr6 en él, aparte de su contenido intrin- seco, alusiones implicitas alas experieneias de la dictadura cspatiola, y en Hispanoamérica, la revelacin de que Chile no era «diferentes, como habjan pretendido sus intelectua: les. En los meses siguientes fue traducido a la mayoria de los paises europeos. Fue el primer testimonio de st géne- ro y entiendo que el tinico no panfletario que expres6 tuna experiencia personal del s6rdido trasfondo de la dictadura militar. A juzgar por los comentarios de la prensa europea, 1 libro contribuyé a reforzar la conducta hospitalaria de algunos gobiernos hacia los refugiados, En aquellos tiempos, tra la puesta en escena en Chile de gobiernos de apariencia democratica, luego del fin de la dictadura, me sorprendi6 que e! libro no pudiera reeditar~ sc. Pronto se me hizo ver que el mio era un texto inconve- niente. Algunos intentos para reeditarlo encontraron fuer~ tes oposiciones. No de los militares, que por entonces eran ya indiferentes al poder de las palabras, sino de personeros influyentes de partidos de izquierda, Pues ocurria que el libro, més bien dicho el autor, no era miembro de ningwin partido, no pertenecia a ninguna insttucién; en sama, en ‘tanto que vietima era un intruso. Un extraiio, un aventure- +0 de la historia, un error de la dictadura, El relato, por lo tanto, no era representativo de las vietimas de la dictadura, encima de lo cual, el autor se permitia transmitir en él una concepcién critica de la conduceién politica de la Unidad Popular Ellibro fue reeditado solo en 1996, por la Editorial Lom, yello gracias «la insistencia de M.A. Garret6n, quien, junto .un grupo de colaboradores financiados por agencias inter nacionales, habia permanecido en el pais con la intencién de preservar vivo el campo de la reflexién y la investigacién sociolégica en esos tiempos de muerte cultural. La presente reedicidn de este texto corresponde, entien- do, a la necesidad de su conocimiento por una nueva ge- neraci6n, en una sociedad como la chilena, tan proclive a ‘olvidar su pasado; yo dirfa ms bien, deseosa de omitir su pa- sado, a menudo inemodo, como componente del presente y de ese futuro que obstinadamente se exige luminoso. Heawin Vauots Kass, enero de 2012 Tejas VERDES V NUESTRA MEMORIA COLECTIVA En.un magnifico libro escrito algunos afios atrésy cuarenta después de su prisién en el campo de Buchenwald, Jorge Sempriin nos recuerda la importancia fundamental en la historia de la humanidiad de los campos de concentracion: son la experiencia real y tangible de que el mal y la per- versi6n humana absolutos existen. Con la mediocridad y la hipocresia que nos caracterizan, en eacalas menores y sin el perfeccionamientoy la sofsticacién teenolégica de los de la ‘Alemania naz, pero no con menor brutalda ejercida sobre quienes los vivieron, Chile tiene su propia historia de estos ‘campos y su propio aporte a esta tragedia de la humanidad, aque hoy se tata de negae, minimizar, oWidar 0 justificar. La expresion del mal absoluto exists en este pais, fue creado ‘por seres humanos y no por fuerzas naturales, no como res- puesta a alguna necesidad “Tejas Verdes fue uno de los primeros campos de concen- tracién y puede ser definido como un campo de detencién, pero mas precisamente como campo de tortura. La tortra, yase ha dicho, no es un exceso, es una politica explicitamen- te definida que tiene uno o varios fines: se tata de inflgir sistematicamente un dato fisico 0 psiquico 0 ambos ala vic tima, ya sea para obtener alguna informacion o simplemen te para castigarla, destruyendo asf su dignidad, su psiquis, su integridad fisca, es decir para anularla como persona El establecimiento de un campo de concentracién cuyo fin es la tortura, no es entonces una necesidad de tna guerra real; ‘no es una locura ni alguna irresponsabilidad individual. Es ‘evidentemente, la responsabilidad de individuos concretos, que no podrian existir si no hubiera una institucién que los ampara. En el caso chileno esta institucién fueron las Fuerzas Armadas, y en el caso de Tejas Verdes, el Ejército. Sus autoridades, sus componentes individuales (soldados, oficiales y cviles comprometidos), son los responsables de Los primeros conocimientos difundidos sobre Tejas Ver. des, en forma muy fragmentaria y sigilosa, como campo ex- plicitamente organizado para la tortura, datan de la época fen que ocurren los acontecimientos narrados en el libro que presentamos, es decir verano de 1974, aunque se sabe que el ‘campo funcionaba deste antes, Fue a causa de Tejas Verdes que se dio a conocer el nombre de Manuel Contreras, quien fue luego el maximo jefe de la DINA y quien posteriormente se jact6 de haber cumplido érdenes, no sabemios cus vagas 0 ‘specificas, del general Pinochet. Tejas Verdes se transforms ‘en el simbolo de la represi6n y de los crimenes cometidos en aquel periodo de la dictadura, cnando apenas comenzaban ‘a consituirse las organizaciones de defensa de derechos hi ‘manos y cuando el paisatin se debatia entre la ignorancia la perplejidad frente ala brutalidad y fa violencia ejercida por el, Estado controlado por los militares. Recordemos que luego ddl golpe militar de 1973 se desat6 un vasto operativo de re presi6n dirigido bisicamente contra quienes habian partici pado en el gobierno de la Unidad Popular, pero que inclayé ‘también a quienes solidarizaban con ellos. Poco a poco este sistema represivo se fue organizando y coordinando, una de ccuyas expresiones principales fue la creacién de la DINA, de- pendiente de leyes secretas del general Pinachet. ‘Todo ello ocurre en medio de un pais en silencio, per plejo por un estilo de gobierno del que no se tenia ningiin antecedente y alin traumatizado por las luchas del perio- do 70-78, y por la violencia de los primeros dias del golpe militar. Hay sin duda un pais de triunfadores y un pais de perseguidos; un pais del temor, de la ignorancia real o pre- tendida, del silencio o la complicidad. Entre los aftos 1970 y 1973 me tocé dirigir en la Universi dad Catélica el Gentzo de Estudios de la Realidad Nacional, constituido por un grupo de cientificos sociales chilenos y cextranjeros de orientacién criticay de izquierda. En este tes- timonio se le menciona como Instituto X, dirigido por un tal Magus. El centro lleg6 a ser muy conocido por su rol en materia docente y por sus investigaciones, divulgadas por su revista, os Cuadernos dela Realidad Nacional, principal &r- gano del debate intelectual del periodo, cuyo editor fue el eseritor Hern Valdés. Hernan Valdés no era ni un intelectnal politico, ni un académico propiamente tal. Era estrictamente un eseritor de gran nivel, preocupado ademis de los temas nacionales. Gon otros colegas habia participado en debates y publica- ciones sobre el papel de la cultura en el proceso politico chileno, mostrandose siempre esoéptico y eritico respecto a los conceptos y formas con que el mundo politico abordaba dicha problemética, No era militante de partidos politicos, hombre de izquierdas si, pero sin definicién ideol6giga de alguna ortodoxia, tan contin en aquel entonces. Enel tiem- po en que trabajamos juntos aproveché de leer su novela Zoom, donde se aprecia una sensibilidad muy especial, que

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