Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
El Rol de Las Mascotas en Las Familias y La Terapia Familiar
El Rol de Las Mascotas en Las Familias y La Terapia Familiar
Para acceder a esta versión en español por favor consulte Supporting Information del
artı´culo original en ingles1, en Wiley InterScience (http://interscience.wiley.com/
journal/famp).
La gran mayorı́a de los dueños de mascotas consideran a sus animales de compañı́a como
miembros de la familia. Sin embargo, el rol de las mascotas en los sistemas familiares y
la terapia familiar ha recibido poca atención en la investigación, la formación profesional y la
práctica. Este artı́culo destaca en primer lugar los beneficios de las mascotas para las familias
y su importancia en la resiliencia. Luego examina su rol en los procesos de parejas y familias,
y cómo se involucran en dinámicas y tensiones relacionales. A continuación aborda el dolor
asociado a la pérdida de una mascota querida, influencias que complican el duelo, y cómo
facilitar dicho proceso y la adaptación consiguiente. Finalmente explora el modo en que las
mascotas de los clientes, y el uso de animales de compañı́a de los terapeutas en terapia
asistida por animales, puede influir y enriquecer la terapia con parejas y familias, como
valiosos recursos en el proceso de recuperación de la salud.
584
Family Process, Vol. 48, No. 4, 2009 r FPI, Inc.
WALSH / 585
BENEFICIOS DE LAS MASCOTAS FAMILIARES
Las familias eligen una gran variedad de mascotas de acuerdo a sus preferencias
personales, experiencias pasadas, alergias, influencias del ambiente o lugar de re-
sidencia, y normas culturales. Los más comunes son los perros y los gatos, sin embargo
a menudo otros animales se consideran miembros de la familia, como los pájaros, que
algunos llaman sus ‘‘fids’’2 (Anderson, 2003).
Coincidiendo con la investigación sobre el beneficio de los animales de compañı́a (véase
Barker et al., 2003; Walsh, 2009), las familias dan muchas razones para tener mascotas
(Cain, 1983). Principalmente valoran su compañerismo, afecto y el placer que producen.
Las mascotas responden con entusiasmo a los cuidados y atenciones, ofreciendo amor
incondicional y contacto fı́sico no amenazante a través del abrazo y las caricias, ne-
cesidades humanas fundamentales. Las relaciones de apego con los animales ofrecen apoyo
psicológico y social (Beck & Madresh, 2008). Después de un estresante dı́a de trabajo su
saludo entusiasta, su afecto y su apoyo no enjuiciador hacen que al llegar a casa, ¡muchos
prefieran la compañı́a de sus mascotas a la de sus parejas!
En los Estados Unidos tres cuartas partes de los niños viven con mascotas, es decir,
más que aquellos que viven con ambos padres. Los niños de familias monoparentales
tienen relaciones significativamente más estrechas con sus mascotas que los niños de
familias biparentales (Bodsworth & Coleman, 2001). Los niños que no tienen her-
manos son los más apegados a sus mascotas. Dado que la mayor parte de los progen-
itores participa en el mundo laboral, las mascotas ofrecen una compañı́a vital y una
sensación de seguridad. Personalmente, crecı́ como hija única con dos padres que
trabajaban; mi perro Rusty me daba la bienvenida al volver de la escuela, com-
partı́amos mi leche y mis galletas, y se acurrucaba a mi lado para ayudarme con los
deberes escolares.
Muchas familias reconocen que tener mascotas trae beneficios educativos y sociales
para sus hijos. Por ejemplo, hay estudios que muestran que los niños con mascotas son
más empáticos que los niños que no las tienen (Melson, 2003). Una madre señaló:
‘‘Nuestras mascotas hacen aflorar lo mejor de los niños en cuanto a responsabilidad,
bondad, afecto, primeros auxilios y preocupación por otros seres vivos’’. Agregó que
todos los miembros de su familia desarrollaron un respeto mucho más profundo por la
vida en general. Tener mascotas también prepara a los niños para experiencias
posteriores de la vida, desde el embarazo, el nacimiento y la crianza de los hijos, hasta
la enfermedad y muerte de un ser querido.
Los adultos jóvenes, tanto solteros como parejas, muchas veces eligen criar mas-
cotas antes de tener hijos o en lugar de ellos, con lo que desarrollan capacidades para
ofrecer cuidados nutricios y afecto, poner lı́mites y preocuparse por otro ser vivo. En la
edad media de la vida muchos padres cuyos hijos adultos jóvenes se están yendo de la
casa, se vuelcan hacia la mascota de la familia o adquieren una nueva, para llenar un
vacı́o. Después de que sus dos hijos se marcharon, una madre adquirió dos perros.
Cuando éstos desarrollaron una relación cercana entre ellos, tal como lo habı́an hecho
los hermanos, los amigos le reconocı́an el mérito de haber criado a los perros tan bien
como a sus hijos.
Los animales de compañı́a son especialmente importantes para el bienestar en una
etapa avanzada de la vida (Walsh, 2009). Los adultos mayores con demencia pueden
2
Contracción de feathered kids, ‘‘niños con plumas’’. (N. de la T.)
ponerse ansiosos y confusos en las reuniones familiares. Sentarse con una mascota y
acariciarla es tranquilizador y relajante, lo que facilita que participen sin la ex-
igencia de llevar el ritmo acelerado de las interacciones de los demás (Baun &
McCabe, 2003). Sentado en silencio a la mesa, un abuelo se complacı́a dándole ‘‘se-
cretamente’’ salchichas y golosinas al perro de la familia, que se mantenı́a atento a
su lado.
www.FamilyProcess.org
WALSH / 587
EL ROL DE LAS MASCOTAS EN EL FUNCIONAMIENTO FAMILIAR
El sistema familiar es una unidad funcional conformada por miembros interconectados,
sus roles y sus relaciones. Las mascotas muchas veces son el ‘‘pegamento’’ de la familia,
acercando a los miembros y aumentando la cohesión familiar (Cain, 1983). Ellas mejoran
la vida familiar cotidiana y promueven mayor interacción y comunicación. Como comentó
uno de los padres: ‘‘A veces pienso que nuestro hogar gira en torno a los animales’’. Casi la
mitad de las familias señaló que la mascota recibe la mayorı́a de las ‘‘caricias’’ en el hogar:
contacto fı́sico, miradas, palabras, sonrisas y gestos. Puede ser más fácil concentrar la
atención y el afecto en una mascota que en un esposo(a) u otros miembros del grupo fa-
miliar. En una familia, cada vez que los hermanos discuten la madre dice: ‘‘Déjense de
pelear, ¡están alterando a Barkley!’’ Ella comenta: ‘‘Esto siempre es más efectivo que decir
‘Deja de pegarle a tu hermano’.’’
En un estudio de patrones de interacción social en la vida cotidiana de las parejas, Allen
(1995) encontró que las parejas que tenı́an perros mostraban un mayor bienestar, y
aquellas con mayor apego a su perro y confianza en él, tenı́an una mejor relación. Resulta
interesante que hablarle a los perros, además de hablarle a la pareja, se relacionaba con
una mayor satisfacción en la vida, satisfacción matrimonial y salud fı́sica y emocional.
Confiar en las mascotas para ‘‘conversar’’ sobre situaciones difı́ciles de la vida aliviaba
enormemente el estrés.
Por lo general se incluye a las mascotas en los rituales y ceremonias familiares. La
mayorı́a de las familias les compran regalos para las fiestas y hacen regalos ‘‘de parte
de’’ sus mascotas a otros miembros de la familia. A menudo planifican celebraciones
para sus mascotas, especialmente fiestas de cumpleaños, e incluso ‘‘bow-wow vows’’ y
‘‘bark mitzvahs.’’3 Tales prácticas expresan amor y compromiso, y al mismo tiempo un
sentido de communitas y humor compartido (Dresser, 2000).
Tener mascotas, al igual que la crianza, presenta desafı́os familiares y oportuni-
dades de aprendizaje con respecto a la organización familiar, por ejemplo en relación a
reglas, roles, autoridad y lı́mites, claridad en la comunicación y solución de problemas.
Con frecuencia los miembros de la familia no están de acuerdo acerca del cuidado de su
mascota y la disciplina. Habitualmente surgen conflictos en relación con las reglas (por
ej., permitir mascotas en la cama); golosinas y premios, castigos y consistencia, y re-
sponsabilidades tales como sacar a pasear, alimentar y limpiar lo que ensucian. A
menudo los conflictos entre los esposos se desatan en relación a ser demasiado
indulgente y malcriar a una mascota o ser demasiado estricto y duro, temas semej-
antes a los que surgen en la crianza de los hijos.
Los instructores de mascotas, entrenadores y terapeutas a los que la gente recurre
para resolver serios problemas conductuales de los animales a menudo encuentran
que los que tienen el problema no son ellos sino la familia. En la popular serie
de televisión El Encantador de Perros4, el entrenador César Millán (2006) va a la casa
de la familia y trabaja de forma bastante similar a un terapeuta familiar estructural
(Minuchin, 1974). Primero observa las interacciones entre la familia y la mascota, y la
manifestación de la conducta problema. En los casos de mascotas hiperactivas y fuera
de control él plantea que la familia ha dejado que el perro los controle, y trabaja con
ellos para fortalecer la estructura familiar, los lı́mites y la jerarquı́a, donde los padres
son la autoridad y están a cargo como ‘‘lı́deres de la manada’’.
3
Juegos de palabras que combinan ‘‘votos matrimoniales’’ y ‘‘bar mitzvá’’ con ladridos. (N. de la T.)
4
La serie en inglés es The Dog Whisperer. (N. de la T.)
Los defensores de los animales como Tempte Grandin (Grandin & Johnson, 2009), citan
hallazgos recientes que indican que los lobos en estado salvaje no viven en jaurı́as ni en
jerarquı́as de dominio sino en familias, ‘‘con una mamá, un papá y sus cachorros’’ (pág.
26). Ella sostiene que del mismo modo, y al igual que los niños, los perros que viven con
familias necesitan cuidados parentales adecuados, recompensas y lı́mites.
www.FamilyProcess.org
WALSH / 589
mascotas ‘‘actuaban’’ los sentimientos de sus dueños. El 81% dijo que cuando habı́a una
crisis familiar o la ansiedad aumentaba, sus mascotas mostraban fuertes reacciones de
hiperactividad, inquietud y ansiedad, incluyendo ladrar, correr, dificultad para comer o
dormir, ensuciarse, enfermarse y requerir medicamentos. En momentos de intenso con-
flicto conyugal o entre padres e hijos, la mitad de las mascotas reaccionaba acercándose,
llamando la atención o tratando de proteger a un miembro de la familia vulnerable; las
demás se retraı́an o incluso se escondı́an.
todas las tardes a acariciar al gato, que ronroneaba en su falda, pero no podı́a exp-
resarle afecto a ella. La exploración de cuestiones de la familia de origen reveló que al
haberse sentido amenazado por lo intrusiva que era su madre, él se sentı́a más cómodo
siendo más cariñoso con su gato que con las mujeres.
Cuando se trata a las mascotas como miembros de la familia, pueden expresarse a través
de ellas sentimientos de celos, rabia, control, culpa y temor. Las mascotas también mu-
estran celos cuando las parejas o miembros de la familia se abrazan o besan. En un caso, el
perro interrumpió al marido mientras expresaba su afecto hacia su mujer, y éste lo pateó.
La mujer tomó en brazos al animal para consolarlo, enojada con el marido por herir a ‘‘su’’
perro. Algunas parejas se quejan de que su perro ladra, gruñe y muerde cosas mientras
ellos hacen el amor, incluso si cierran la puerta (Cain, 1983).
Durante el divorcio algunas parejas pelean por la custodia y las visitas a las mas-
cotas, y diversos triángulos reflejan los patrones de interacción de la familia. Dado que
en términos legales las mascotas se consideran como propiedad, puede que su custodia
y bienestar no se tomen en cuenta como lo serı́an los de los niños. Los divorcios de-
structivos también pueden generar reacciones en las mascotas. En un caso post-
divorcio, Rudy, el pájaro parlanchı́n de la familia, se negaba a hablar a la madre, aun
cuando vivı́a en su casa y era quien lo alimentaba y lo cuidaba. Ella se irritaba porque
el pájaro le hablaba alegremente al padre cuando venı́a a buscar a su hijo.
Las mascotas también pueden quedar enredadas en la compleja reorganización de
las relaciones asociada a la formación de familias ensambladas. En un caso los niños se
quejaban repetidamente de que su nueva madrastra no cuidaba sus gerbos tan bien
como su madre. Cuando uno de los gerbos murió culparon a la madrastra, que no tenı́a
responsabilidad, gatillando una crisis matrimonial que trajo a la familia a terapia.
www.FamilyProcess.org
WALSH / 591
busquen refugio más tempranamente. Algunas mujeres que han sido traicionadas, abu-
sadas o heridas en su infancia o en sus relaciones de pareja están más apegadas a una
mascota que les da seguridad, amor y un apoyo sin crı́ticas. Tales hallazgos subrayan la
necesidad de centros de acogida para mascotas y disposiciones para su custodia. También
se requiere que la policı́a y otras personas que habitualmente minimizan el maltrato a las
mascotas o las amenazas de dañarlas, apoyen a los angustiados miembros de las familias, y
les ayuden en sus esfuerzos por rescatar a sus mascotas del peligro.
Pe¤rdidas Complicadas
El impacto de la pérdida de una mascota y la intensidad del duelo pueden variar de-
pendiendo de factores como el grado de cercanı́a afectiva, el rol y la función del animal, el
momento en que ocurre la pérdida y las circunstancias que la rodean (Jarolmen, 1998;
McCutcheon & Fleming, 2001; Walsh & McGoldrick, 2004). Cuando una pérdida es re-
pentina e inesperada, los miembros de la familia no tienen tiempo para prepararse em-
ocionalmente ni despedirse. La pérdida de una mascota se hace más profunda por factores
tales como el aislamiento social, el rol del animal como ayuda fundamental para enfrentar
una enfermedad o discapacidad, y la coincidencia con otras pérdidas o eventos vitales
estresantes (Toray, 2004). Cuando la muerte de una mascota es causada por un daño
deliberado, como en la violencia doméstica, resulta especialmente desgarradora.
Duelo silenciado
Con demasiada frecuencia el duelo por la pérdida de una mascota pasa inadvertido,
o es trivializado o patologizado, lo que dificulta su elaboración (Meyers, 2002; Werner-
Lin & Moro, 2004). Dado que la sociedad ha tendido a subestimar la importancia de los
vı́nculos con las mascotas y el impacto de su pérdida, muchas personas sufren solas y
en silencio, sintiendo que los demás no comprenden o incluso minimizan su aflicción.
Comentarios insensibles como ‘‘Es sólo un animal’’ implı́citamente expresan que el
duelo profundo no es apropiado o que el vı́nculo era anormal. Al no tener apoyo
Muerte accidental
La muerte de una mascota provocada por un accidente (que la atropelle un au-
tomóvil por ejemplo) es traumática y habitualmente genera atribuciones y sent-
imientos de culpa (Planchon, Templer, Stokes, & Keller, 2002). La muerte asociada a
la negligencia de un miembro de la familia, sumada a una minimización, puede tensar
seriamente las relaciones. En una pareja que acudió a terapia, la mujer estaba enojada
y distante desde hacı́a varios meses con su marido, quien distraı́damente habı́a dejado
a Fluffy, el terrier que ella tanto querı́a, en el automóvil después de hacer un trámite
una mañana. Cuando ella llegó a casa después del trabajo se afligió porque Fluffy no
estaba. Al encontrarlo muerto en el automóvil se angustió mucho. Para aliviarla y
disminuir su sentimiento de culpa, él le restó importancia a la pérdida y le aseguró que
podrı́an salir al dı́a siguiente y conseguir otro perro igual a Fluffy. Indignada con su
respuesta, ella se aisló en su dolor y su rabia por el descuido e insensibilidad de su
marido a todo lo que Fluffy significaba para ella, y el hecho de que no podı́a ser re-
emplazado fácilmente como un muñeco de peluche.
Pe´rdida ambigua
Cuando una mascota se pierde y no se conoce su destino, es común que haya con-
flictos entre los miembros de la familia: algunos mantienen la esperanza de que vuelva
mientras otros aceptan la pérdida como algo definitivo, quieren hacer el duelo y seguir
adelante (Boss, 1999). El proceso de duelo también puede ser complicado cuando la
causa de una muerte no se aclara y los miembros siguen pensando en lo que podrı́an o
deberı́an haber hecho para que el desenlace fuera distinto. Los clı́nicos pueden ayudar
a las familias a alcanzar toda la claridad posible y a vivir con la incertidumbre que no
sea posible dilucidar.
Separación forzada
Una de las situaciones más desesperantes es tener que separarse obligadamente de una
mascota a la que se quiere. Muchos adultos mayores se mudan a una residencia o casa de
reposo que no permite mascotas y deben renunciar a un compañero muy querido. En una
crisis económica que obliga a la gente a dejar sus hogares, muchos deben separarse de sus
queridas mascotas porque no pueden llevarlas. Una de las tragedias del Huracán Katrina
se relacionaba con la terrible decisión que muchos residentes tuvieron que tomar: si de-
jaban atrás a sus mascotas para escapar de las inundaciones. Algunos se negaron a
abandonar mascotas queridas. Muchos las llevaron con ellos con enorme dificultad, sólo
para verse obligados a separarse más tarde, ya que las autoridades no permitı́an animales
en los buses ni los refugios. Organizaciones de rescate de animales salvaron y dieron
refugio a muchos de ellos; encontraron familias cuidadoras y adoptivas, y buscaron a los
dueños que habı́an sido trasladados, permitiendo que muchos se reencontraran con sus
www.FamilyProcess.org
WALSH / 593
mascotas (véase http://www.Bestfriends.org). Algunas de las familias cuidadoras se enc-
ariñaron tanto con los animales que estuvieron con ellos durante muchos meses, que
cuando los dueños finalmente encontraron y quisieron recuperar a sus mascotas,
acordaron un sistema para que los cuidadores las visitaran.
Las preocupaciones sobre abandono o custodia de las mascotas pasan a primer plano
cuando los dueños ya no son capaces de cuidar a sus animales, cuando ellos mismos están
enfrentando una seria enfermedad, y cuando están planeando su testamento. Una pareja
anciana estaba preocupada sobre el bienestar futuro de su amado loro Toby, que proba-
blemente vivirı́a varios años más que ellos. Antiguas alianzas y conflictos intergenerac-
ionales se reactivaron a medida que discutı́an a cuál de sus hijos adultos le podı́an dejar a
Toby confiando en que le darı́a los cuidados que ellos esperaban.
Roger creció en una granja, y siempre quiso tener un caballo, pero su padre se negaba. Cuando
tenı́a 12 años su madre desarrolló un cáncer y le insistió al padre para que le concediera este deseo
al hijo. La dedicación y afecto que le entregó a su caballo Sugar, y que recibió de él, le ayudaron a
enfrentar la enfermedad de su madre y luego su muerte. Poco después de que dejó la casa para ir a
la universidad, su padre le mencionó al pasar en un correo electrónico que habı́a vendido el caballo
porque era demasiado problema cuidarlo. La abrupta noticia de la pérdida de Sugar fue devas-
tadora y al mismo tiempo evocó la dolorosa pérdida de su madre. Que su padre ignorara cruel-
mente sus sentimientos provocó un rabioso y prolongado alejamiento de Roger. En algunas
sesiones de terapia conjunta, el padre pudo apreciar el significativo vı́nculo entre Roger y Sugar.
Luego admitió llorando cuánto extrañaba a su esposa y a su hijo, y que el caballo habı́a sido un
constante y doloroso recordatorio de ambas pérdidas. Habı́a pensado que venderlo aliviarı́a su
tristeza, pero sólo lo dejó sintiéndose más solo. La comprensión y cuidado mutuo que ambos
desarrollaron a través de esta conversación permitieron que la relación entre Roger y su padre se
hiciera más cercana de lo que nunca habı́a sido en el pasado.
www.FamilyProcess.org
WALSH / 595
(3) Facilitar la conversación y los esfuerzos para reorganizar los roles, funciones y
relaciones perturbadas por la pérdida.
(4) Apoyar el desarrollo de nuevas relaciones y la mantención de lazos con la mas-
cota perdida (por ejemplo a través de recuerdos, anécdotas, fotos y gestos para
honrarla).
Los clı́nicos pueden alentar a las familias a crear rituales sanadores para elaborar el
duelo por la pérdida y honrar a su compañero animal (Imber-Black, Roberts, &
Whiting, 2003). Pueden realizar un simple rito conmemorativo en que cada miembro
comparte una anécdota favorita sobre la mascota. Las actividades conjuntas son es-
pecialmente positivas, tales como hacer un álbum de fotos de la vida con su mascota.
Muchos entierran los restos o esparcen sus cenizas en un lugar especial. En nuestra
familia, trajimos las cenizas de nuestro amado labrador amarillo Targa a nuestra
cabaña de verano y las esparcimos a la orilla del mar, en la playa donde nuestro nuevo
perro Shasta corre y nada.
Dar significado es fundamental para el proceso de duelo. Cuando no se reconoce o se
trivializa el vı́nculo con una mascota y su pérdida, los clı́nicos pueden ayudar a la
familia a validar su importancia y apoyar a quienes están profundamente afectados
(Clements, Benasutti, & Carmone, 2003; Donahue, 2005; Sharkin & Knox, 2003). Los
terapeutas deben prestar atención tanto a la experiencia de la familia como a las in-
fluencias culturales más amplias, que pueden manifestarse como respuestas que son
de poca ayuda por parte de otras personas. En temas como enfermedades de las
mascotas, decisiones sobre terminar con su vida y dolor por la pérdida, los terapeutas
familiares pueden tener un valioso rol de colaboración con la medicina veterinaria
a través de servicios clı́nicos, educación e investigación (Hafen, Rush, Reisbig,
McDaniel, & White, 2007).
FIGURA 1. Dibujo realizado por una niña del genograma de su familia incluyendo a los miembros
más significativos para ella, que revela la importancia del vı́nculo con su perra en la reciente
transición a la familia ensamblada.
www.FamilyProcess.org
WALSH / 597
de problemas, y estrategias para enfrentar situaciones estresantes. Enterarse de que
se daña deliberadamente a una mascota, o detectar en una visita al hogar que ésta no
recibe los cuidados apropiados pueden sugerir que existe riesgo de abuso, un abuso
en curso que no ha sido revelado, o que existe negligencia en el cuidado de algún
miembro(s) de la familia, dado que estas situaciones frecuentemente ocurren al mismo
tiempo. La crueldad de los niños hacia los animales puede ser un indicador de otras
formas de abuso en la familia y es un factor de riesgo temprano de violencia posterior
hacia los seres humanos.
También es importante preguntar sobre experiencias pasadas con animales. Los
clientes a menudo refieren historias de amor incondicional que han compartido con
alguna mascota. Los sobrevivientes de experiencias traumáticas, en especial quienes
han sufrido abuso sexual, muchas veces señalan que sólo una mascota les hizo sentir
seguros y amados. Los recuerdos del vı́nculo con una mascota en un perı́odo de an-
gustia en el pasado sugieren que volver a tener un animal de compañı́a pudiera ser un
valioso recurso relacional. La pérdida de una mascota querida puede ser una fuente
importante de estrés presente.
Al evaluar el rol de las mascotas, los clı́nicos deben tener cuidado de no suponer que
los problemas que involucran mascotas indican necesariamente disfunción de pareja o
familia, o que los sı́ntomas del animal cumplen una función en el sistema familiar. Tal
como ha mostrado la investigación antes descrita, y al igual que en los miembros
humanos de la familia, las alteraciones emocionales y conductuales de las mascotas
pueden ser resonancias de una crisis o un estrés prolongado en el sistema familiar,
tales como problemas financieros, enfermedad o muerte de un ser querido. En algunos
casos la propia disposición temperamental de un animal, o las consecuencias del
abandono o abuso previo, pueden constituir un desafı́o incluso para las familias más
sanas. Es esencial tener una perspectiva sistémica biopsicosocial. Finalmente, es im-
portante que los clı́nicos examinen sus propias actitudes y experiencias con respecto a
la importancia de una mascota, para que sean sensibles al significado que tiene para
los clientes este vı́nculo único.
De niño yo tenı́a un miedo terrible a los perros. Ahora los perros de Freud naturalmente
tenı́an toda la fuerza de mis miedos y odios. Cuando yo tocaba el timbre para entrar en la sala
de espera . . . se escuchaban horrendos ladridos al otro lado. . . y un enorme lobero me atacaba
con el hocico a la altura de mis genitales. Ası́ que yo entraba a la oficina de Freud con una
fuerte ansiedad de castración (pág. 9).
En las sesiones de terapia el perro chow de Freud, Jofi, se sentaba al lado del diván. Cuando
Jofi se ponı́a inquieto Freud terminaba la sesión antes, ası́ que Grinker aprendió a traer
golosinas para el perro para conseguir la sesión completa. Con frecuencia Freud hacı́a sus
comentarios e interpretaciones a través de su perro. Cuando Jofi se levantaba y rascaba la
puerta para que lo dejaran salir, Freud decı́a: ‘‘Jofi no aprueba lo que usted dice.’’ Cuando el
perro rascaba la puerta para volver a entrar Freud decı́a juguetonamente: ‘‘Jofi quiere darle
una segunda oportunidad.’’ Grinker agregaba: ‘‘Una vez que yo estaba intensamente em-
ocionado, el perro saltó encima mı́o y Freud dijo: ‘Lo ve, ¡Jofi está muy entusiasmado porque
usted ha descubierto la fuente de su ansiedad!’’’
El primer registro de una mascota en una sesión de terapia familiar fue el caso de
una familia en que el hijo tenı́a tanto miedo a los perros que no podı́a salir de la casa
solo. El caso fue atendido en la Philadelphia Child Guidance Clinic (Clı́nica de Ori-
entación Infantil de Philadelphia) en los años ’70. El video relatado de las sesiones fue
ampliamente utilizado en la formación de terapeutas familiares, y la transcripción fue
www.FamilyProcess.org
WALSH / 599
publicada en el influyente libro de Haley (1976) Terapia para Resolver Problemas. El
tı́tulo del estudio de caso, ‘‘A Modern Little Hans’’ (Un Pequeño Hans Moderno),
estaba inspirado en el caso del Pequeño Hans de Freud (1909), que describı́a su psi-
coterapia con un niño que tenı́a miedo a los caballos. Freud interpretó que la fuente de
la fobia era la ansiedad de castración, debida a su deseo sexual reprimido hacia su madre, y
el temor al castigo de su padre. La perspectiva de los sistemas familiares, aplicando un
modelo estructural, relacionó los sı́ntomas con la sobreinvolucración de la madre y la
posición periférica del padre. Las sesiones de terapia familiar con la madre, el padre y el
hijo apuntaban a reorganizar sus relaciones con el propósito de resolver el motivo de
consulta. Usando técnicas directivas y paradojales, el terapeuta instruyó a la familia para
que adoptaran un perro. No cualquier perro, sino un perro que tuviera miedo, y que lo
trajeran a una sesión terapéutica para ayudar al niño a curar al perro de sus miedos.
Llegaron con un pequeño cachorro en una caja y pronto el problema se puso de manifiesto
(y el cachorro se hizo pipı́ en el suelo). Dándose cuenta de que el padre era cartero, el
terapeuta sugirió que éste era claramente un experto porque trataba con todo tipo de
perros diariamente. Lo alentó a compartir su maestrı́a en el manejo de los perros con su
hijo y el cachorro en la sesión. A medida que la confianza del niño y el vı́nculo entre padre e
hijo fueron creciendo, los sı́ntomas del niño disminuyeron rápidamente y la terapia se
concentró en fortalecer la relación entre los padres.
Cuando Sean empezó a contar su historia de abuso sexual en la niñez comenzó a sollozar. Mi
perro terapeuta, Jake, se acercó y refregó el hocico en su cara. Sean abrazó fuertemente a
Jake y siguió contando su historia mientras yo seguı́ sentado observando a mi coterapeuta
canino hacer su trabajo. Cuando Sean terminó su relato, lo felicité por su fortaleza y valor de
entrar en un espacio tan personal y doloroso al compartir su historia conmigo. Él me miró y
dijo: ‘‘No le conté mi historia a usted, se la conté a Jake.’’
Sean comenzó una nueva relación con Peter, que se unió a él por varias sesiones para trabajar
en el tema de la confianza de Sean y cuestiones de seguridad relacionadas con la intimidad y
el sexo. Al inicio de las sesiones Sean se iluminaba cuando veı́a a Jake. Él y Peter abrazaban
juntos al perro, jugando a luchar con él y riendo cuando rodaba sobre su espalda para que
pudieran frotarle la barriga. Más tarde Sean señaló que el interés, calidez y cuidado que Peter
mostraba hacia Jake le ayudaron a confiar en que Peter lo querı́a y no le harı́a daño.
6
Comfort dogs. (N. de la T.)
www.FamilyProcess.org
WALSH / 601
En mi propio trabajo clı́nico he experimentado la influencia positiva de tener a mi
mascota en las sesiones. Recientemente recibı́ una carta de una clienta antigua
agradeciéndome por nuestro trabajo de muchos años atrás, en relación a su inca-
pacidad de volver a amar después de la muerte de su novio, que ocurrió poco después
de la muerte de su amada abuela. Me contó lo potente que habı́a sido que mi perro
Targa se acostara a sus pies durante nuestras sesiones. Nunca habı́a tenido un perro e
inicialmente estaba inquieta, pero de algún modo el contacto del perro y su presencia
le dieron valor para abrirse y sanar un profundo dolor que nunca habı́a logrado superar en
su psicoterapia anterior. A través de mi perro también sintió que en las sesiones la cone-
xión conmigo era más profunda. Ella querı́a que yo supiera que nuestras conversaciones, y
especialmente Targa, habı́an cambiado su vida. Habı́a regresado a su ciudad natal, habı́a
dejado la casa de sus padres y habı́a adoptado un perro. Pronto se enamoró, se casó y ahora
tiene un hermoso niño que goza con los animales, lo que la hizo acordarse de Targa.
Es esencial que el o la terapeuta seleccione cuidadosamente un animal para terapia,
obtenga una certificación, procure rigurosos cuidados y monitoreo de su salud, y solicite el
consentimiento informado de los clientes (Fine, 2006b; véase Delta Society, Standards of
Practice (Sociedad Delta, Estándares para la Práctica), http://www.Deltasociety.org;
Therapy Dogs International (Perros en Terapia Internacional), http://www.tdi.org). Antes
de introducir a los animales en la terapia, los clı́nicos debieran tomar en cuenta cualquier
preocupación de los clientes, tales como temores o alergias. Algunos pueden no responder a
los animales, pueden haber tenido experiencias negativas, o simplemente les tienen miedo.
Por lo tanto, la conveniencia y el efecto de las intervenciones asistidas por mascotas serán
variables, y en muchos casos puede que no sean apropiadas.
Sondra trajo a Rex a nuestra siguiente sesión para que yo lo conociera. Inmediatamente
levantó al cachorro diciendo: ‘‘Mı́relo, ¿no parece deprimido acaso? Creo que sabe que estoy
confundida respecto a él.’’ Sondra se sentó, acunó a Rex en sus brazos y le sonrió am-
orosamente entre lágrimas. Sugerı́ que tal vez sus confusas emociones con respecto a Rex
podrı́an ayudarnos a entender algunos asuntos sin resolver en su relación con Sylvio. En
nuestra conversación reconoció que tenı́a dificultades para defender sus opiniones, no sólo
con Rex, sino también con los hombres, y temı́a que la controlaran, tal como su padre con-
trolaba a su madre. A medida que se hizo más capaz de ponerle lı́mites a Rex y volvió a salir
con amigos, su depresión se alivió y sintió más cariño hacia el cachorro y hacia Sylvio. Con
una renovada confianza en afirmar sus necesidades, solicitó terapia de pareja con Sylvio para
ver si la relación podı́a tener éxito en nuevos términos, y si esto no era posible, despedirse
definitivamente. Pero en cualquiera de los dos casos, agregó, ahora estaba segura de man-
tener a Rex en su vida y en su corazón.
CONCLUSIOŁN
El enriquecedor y complejo rol que las mascotas tienen en la vida familiar y de
pareja se ha documentado en estudios exploratorios y anécdotas clı́nicas, pero la in-
vestigación en terapia familiar rara vez ha considerado su influencia. Muchos ter-
apeutas familiares están muy interesados en el tema y comparten historias sobre sus
propias mascotas, subrayando las maneras en que se las involucra en las dinámicas de
pareja y de familia. Sin embargo, la formación y la evaluación clı́nica en sistemas
familiares rara vez incluyen estos vı́nculos. Del mismo modo, en la práctica clı́nica de
orientación individual con niños y adultos hay creciente interés en la TAA. Sin em-
bargo, se está recién empezando a explorar su aplicación en los enfoques sistémicos. La
intención de este artı́culo es estimular una mayor atención al tema en la investigación,
teorı́a, formación y práctica de orientación sistémica.
Melson y Fine (2006) argumentan que las anteojeras que impiden ver el rol de las
mascotas en las familias provienen de una perspectiva ‘‘humanocéntrica’’ (o ant-
ropocéntrica), que sólo considera significativos los vı́nculos interpersonales humanos.
Ellos argumentan a favor de un cambio de paradigma hacia una orientación
‘‘biocéntrica’’, que abarque nuestras conexiones con otras especies y con el mundo
natural. En esencia esta perspectiva holı́stica está en resonancia con la orientación
sistémica propugnada por Gregory Bateson (1979), y se encuentra en la base misma de
la teorı́a y la práctica de la terapia familiar. Incluir a los animales de compañı́a como
recursos valiosos en las evaluaciones e intervenciones sistémicas puede influir y en-
riquecer el trabajo terapéutico con parejas y familias.7
REFERENCIAS
Allen, K. (1995). Coping with life changes and transitions: The role of pets. (Enfrentar los
cambios y transiciones de la vida: El rol de las mascotas). Interactions, 13(3): 5–8.
Allen, K., & Blascovich, J. (1996). Anger and hostility among married couples: Pet dogs as
moderators of cardiovascular reactivity to stress. (Rabia y hostilidad en parejas casadas:
Perros mascota como moderadores de reactividad cardiovascular al estrés). Psychosomatic
Medicine, 58, 1–2.
7
Traducción de Psic. Soledad Sánchez D., Instituto Chileno de Terapia Familiar, Santiago de
Chile.
www.FamilyProcess.org
WALSH / 603
Anderson, P.K. (2003). A bird in the house: An anthropological perspective on companion
parrots. (Un pájaro en casa: Una perspectiva antropológica de los loros mascota). Society and
Animals, 11(4): 398–418.
Arad, D. (2004). ‘‘If your mother were an animal, what animal would she be?’’ Creating
playstories in family therapy: The animal attribution story-telling technique (AASTT).
(‘‘Si tu mamá fuera un animal, ¿qué animal serı́a?’’ Creación de historias lúdicas en terapia
familiar: La técnica de contar cuentos con atribución de animales, AASTT). Family Process,
43, 249–263.
Ascione, F., Weber, C., Thompson, T., Heath, J., Maruyama, M., & Hayashi, K. (2007). Battered
pets and domestic violence: Animal abuse reported by women experiencing intimate violence
and by nonabused women. (Mascotas golpeadas y violencia doméstica: Abuso de animales
reportado por mujeres que han sufrido violencia de pareja y por mujeres no abusadas).
Violence Against Women, 13(4): 354–373.
Barker, S., Rogers, C., Turner, J., Karpf, A., & Suthers-McCabe, H. (2003). Benefits of inter-
acting with companion animals: A bibliography of articles published in refereed journals
during the past 5 years (Beneficios de la interacción con animales de compañı́a: Una
bibliografı́a de artı́culos publicados en revistas con revisores expertos durante los últimos 5
años). Animal Behavioral Scientist, 47(1): 94–99.
Bateson, G. (1979). Mind and nature: A necessary unity. New York: Dutton. (Existe traducción
al español: Espı́ritu y naturaleza, Amorrortu Editores)
Baun, M., & McCabe, B. (2003). Companion animals and persons with dementia of the Alz-
heimer’s type: Therapeutic possibilities (Animales de compañı́a y personas con demencia tipo
Alzheimer: Posibilidades terapéuticas). American Behavioral Scientist, 47(1): 42–51.
Beck, L., & Madresh, E.A. (2008). Romantic partners and four-legged friends: An extension of
attachment theory to relationships with pets. (Parejas romáticas y amigos de cuatro patas:
Una extensión de la teorı́a del apego a las relaciones con mascotas). Anthrozoos, 21(1): 43–56.
Beirne, P. (2002). Criminology and animal studies: Sociological view. (Criminologı́a y estudios
con animales: Una visión sociológica). Society and Animals, 10(4): 381–386.
Bodsworth, W., & Coleman, G.J. (2001). Child-companion animal attachment in single and
two-parent families. (Apego entre niños y animales de compañı́a en familias monoparentales
y biparentales). Anthrozoos, 14(4): 216–223.
Boss, P. (1999). Ambiguous loss: Learning to live with unresolved grief. (Pe´rdida ambigua:
Aprender a vivir con un duelo sin resolver). Cambridge, MA: Harvard University Press.
Bowen, M. (1978). Family therapy in clinical practice. New York: Jason Aronson. (Existe tra-
ducción al español: La terapia familiar en la práctica clı́nica, Ed. Desclée de Brouwer, 1989)
Burgon, H. (2003). Case studies of adults receiving horse-riding therapy (Estudios de caso de
adultos en terapia de montar a caballo). Anthrozoos, 13, 213–223.
Cain, A. (1983). A study of pets in the family system (Un estudio de las mascotas en el sistema
familiar). En A. Katcher & A. Beck (Eds.), New perspectives on our lives with companion
animals (Nuevas perspectivas sobre nuestra vida con animales de compañı´a) (pp. 72–81).
Philadelphia, PA: University of Pennsylvania Press.
Cain, A. (1985). Pets as family members. (Las mascotas como miembros de la familia). En M.
Sussman (Ed.), Pets and the family (Las mascotas y la familia) (pp. 5–10). New York:
Haworth Press.
Carlisle-Frank, P., Frank, J., & Neilsen, L. (2004). Selective battering of the family pet
(Maltrato fı́sico selectivo a la mascota de la familia). Anthrozoos, 17(1): 26–42.
Clements, P.T., Benasutti, K.M., & Carmone, A. (2003). Support for bereaved owners of pets
(Apoyo para dueños de mascotas en duelo). Perspectives in Psychiatric Care, 39(2): 49–54.
Cohen, S.P. (2002). Can pets function as family members? (¿Pueden las mascotas funcionar
como miembros de la familia?). Western Journal of Nursing Research, 24, 621–638.
Delta Society. (2008). Pet Partners Program (Programa de Compañeros de Mascotas). Retrieved
July 28, 2008, from http://www.deltasociety.org
Donahue, K.M. (2005). Pet loss: Implications for social work practice (La pérdida de una
mascota: Implicancias para la práctica del trabajo social). Social Work, 50(2): 187–190.
Doty, M. (2007). Dog years (Años de perros). New York: HarperCollins.
Dresser, N. (2000). The horse bar mitzvah: A celebratory exploration of the human-animal bond
(El bar mitzvá del caballo: Una exploración gozosa del vı́nculo entre humanos y animales). En
A. Podberscek, E. Paul, & J. Serpell (Eds.), Companion animals and us: Exploring the
relationships between people and their pets (Los animales de compañı´a y nosotros: Exp-
loración de las relaciones entre la gente y sus mascotas) (pp. 90–107). New York: Cambridge
University Press.
Faver, C.A., & Strand, E.B. (2003). Domestic violence and animal cruelty: Untangling the web of
abuse (Violencia doméstica y crueldad hacia los animals: Desenredando la red del abuso).
Journal of Social Work Education, 39(2): 237–253.
Fine, A.H. (Ed.). (2006a). Animal-Assisted Therapy: Theoretical foundations and guidelines
for practice (Terapia Asistida por Animales: Fundamentos teóricos y guı´as para la práctica)
(2nd ed). San Diego: Academic Press.
Fine, A.H. (2006b). Incorporating Animal-Assisted Therapy into psychotherapy: Guidelines
and suggestions for therapists (Incorporación de la Terapia Asistida por Animales a la psi-
coterapia: Guı́as y sugerencias para los terapeutas). En A.H. Fine (Ed.), Animal-assisted
therapy: Theoretical foundations and guidelines for practice (Terapia Asistida por Animales:
Fundamentos teóricos y guı´as para la práctica) (2nd ed, pp. 167–206). San Diego: Academic
Press.
Flynn, C.P. (2000). Battered women and their animal companions (Mujeres golpeadas y sus
animales de compañı́a). Society and Animals, 8(2): 99–127.
Freud, S. (1909). Analysis of a phobia in a five-year-old boy (Análisis de una fobia en un niño de
cinco años). En The standard edition, two case studies (La edición estándar, dos estudios de
caso) (Vol. 10, pp. 5–147. Trans. by J. Strachey London: Hogarth Press.
Grandin, T., & Johnson, C. (2009). Animals make us human (Los animales nos hacen humanos).
New York: Houghton Mifflin.
Grinker, R.R. Sr. (1979). Fifty years in psychiatry: A living history (Cincuenta años en la
psiquiatrı´a: Una historia viviente). Springfield, IL: Charles C. Thomas.
Hafen, M., Rush, B., Reisbig, A., McDaniel, K., & White, M. (2007). The role of family therapists
in veterinary medicine: Opportunities for clinical services, education, and research (El rol de
los terapeutas familiares en la medicina veterinaria: Oportunidades para servicios clı́nicos,
educación e invetigación). Journal of Marital and Family Therapy, 33(2): 165–176.
Haley, J. (1976). Case Report: A modern ‘‘Little Hans’’ (Informe de un Caso: Un ‘‘Pequeño
Hans’’ Moderno). En: Problem-solving therapy (pp. 222–268). San Francisco: Jossey-Bass.
(Existe traducción al español: Terapia para resolver problemas, Amorrortu Editores, 2009)
Heiman, M. (1965). The relationship between man and do. (La relación entre el hombre y el
perro). Psychoanalytic Quarterly, 25, 568–585.
Hooker, S., Freeman, L., & Stewart, P. (2002). Pet therapy research: A historical review
(Investigación en terapia con animals: Una revisión histórica). Holistic Nursing Practice,
17(1): 17–23.
Imber-Black, E., Roberts, J., & Whiting, R. (Eds.). (2003). Rituals in families and family therapy
(Rituales con familias y terapia familiar) (2nd ed). New York: Norton.
Jarolmen, J. (1998). A comparison of grief reaction of children and adults: Focusing on pet loss
and bereavement (Una comparación de la reacción de duelo de los niños y los adultos:
Enfocada en el dolor y la pérdida de una mascota). OMEGA: Journal of Death and Dying,
37(2): 133–150.
Levinson, B. (1962). The dog as co-therapist (El perro como coterapeuta). Mental Hygiene, 46,
59–65.
Levinson, B. (1997). Pet-oriented child psychotherapy (Psicoterapia infantil orientada hacia
mascotas) (2nd ed). Springfield, IL: Charles C. Thomas.
www.FamilyProcess.org
WALSH / 605
Linville, D., & Lyness, A.P. (2007). Twenty American families’ stories of adaptation: Adoption of
children from Russian and Romanian institutions (Historias de adaptación de veinte familias
estadounidenses: Adopción de niños de instituciones rusas y rumanas). Journal of Marital
and Family Therapy, 33(1): 77–93.
McCutcheon, K.A., & Fleming, S.J. (2001). Grief resulting from euthanasia and natural death of
companion animals (Duelo a consecuencia de la eutanasia y muerte natural de animales
de compañı́a). OMEGA: Journal of Death and Dying, 44(2): 169–188.
McGoldrick, M., Gerson, R., & Petry, S. (2008). Genograms: Assessment and intervention
(Genogramas: Evaluación e intervención) (3rd ed). New York: Norton.
Melson, G.F. (2003). Child development and the human-companion animal bond (Desarrollo
infantil y vı́nculo entre humanos y animales de compañia). Animal Behavioral Scientist,
47(1): 31–39.
Melson, G.F., & Fine, A.H. (2006). Animals in the lives of children (Los animales en la vida de los
niños). En A.H. Fine (Ed.), Animal assisted therapy: Theoretical foundations and guidelines
for practice (Terapia Asistida por Animales: Fundamentos teóricos y guı´as para la práctica)
(2nd ed, pp. 207–226). San Diego: Academic Press.
Meyers, B. (2002). Disenfranchised grief and the loss of an animal companion (Duelo silenciado
y la pérdida de un animal de compañı́a). En K.J. Doka (Ed.), Disenfranchised grief: New
directions, challenges, and strategies for practice (Duelo silenciado: Nuevas orientaciones,
desafı´os y estrategias para la práctica) (pp. 251–264). Champaign, IL: Research Press.
Millan, C. (2006). Cesar’s way (Al modo de Ce´sar). New York: Harmony House: Random.
Minuchin, S. (1974). Families and family therapy. Cambridge, MA: Harvard University Press.
(Existe traducción al español: Familias y terapia familiar, Ed. Gedisa, 2009)
Papp, P. (1982). Staging reciprocal metaphors in a couples group (Escenificación de metáforas
recı́procas en un grupo de parejas). Family Process, 21(4): 453–467.
Planchon, L.A., Templer, D.I., Stokes, S., & Keller, J. (2002). Death of a companion cat or dog
and human bereavement: Psychosocial variables (Muerte de un gato o un perro de compañı́a
y dolor humano por la pérdida: Variables psicosociales). Society and Animals, 10, 93–105.
Reichert, E. (1994). Play and animal-assisted therapy: A group treatment model for sexually
abused girls ages 9–13. (Juego y terapia asistida por animals: Un modelo de tratamiento
grupal para niñas de 9 a 13 años abusadas sexualmente). Family Therapy, 21(1): 55–62.
Rio, L.M. (2001). My family as animals: A technique to promote inclusion of children in the
family therapy process. (Mi familia como animales: Una técnica para promover la integración
de los niños en el proceso de terapia familiar). Journal of Family Psychotherapy, 12, 75–85.
Sharkin, B.S., & Knox, D. (2003). Pet loss: Issues and implications for the psychologist. (Pérdida
de una mascota: Temas e implicancias para los psicólogos). Professional Psychology: Research
and Practice, 34, 414–421.
Speck, R., & Attneave, C. (1973). Family networks. New York: Pantheon Books. (Existe
traducción al español: Redes familiares, Amorrortu Editores, 1974)
Sussman, M. (Ed.). (1985). Pets and the family. (Las mascotas y la familia). New York: Haworth
Press.
Toray, T. (2004). The human-animal bond and loss: Providing support for grieving clients.
(El vı́nculo entre humanos y animales y su pérdida: Ofreciendo apoyo a los clientes en duelo).
Journal of Mental Health Counseling, 26, 244–259.
Triebenbacher, S.L. (2000). The companion animal within the family system. (El animal de
compañı́a dentro del sistema familiar). En A. Fine (Ed.), Handbook on animal-assisted
therapy (Manual de terapia asistida por animales) (pp. 357–374). San Diego, CA: Academic
Press.
Walsh, F. (2009). Human-animal bonds I: The relational significance of companion animals.
(Vı́nculos entre humanos y animales I: La importancia relacional de los animales de
compañia). Family Process, 48(4): 462–480.
Walsh, F., & McGoldrick, M. (2004). Loss and the family: A systemic perspective. (La pérdida y
la familia: Una perspectiva sistémica). En F. Walsh & M. McGoldrick (Eds.), Living beyond
loss: Death in the family (Vivir más allá de la pe´rdida: Muerte en la familia) (2nd ed, pp.
3–26). New York: Norton.
Werner-Lin, A., & Moro, T. (2004). Unacknowledged and stigmatized losses. (Pérdidas no
reconocidas y estigmatizadas). En F. Walsh & M. McGoldrick (Eds.), Living beyond
loss: Death in the family (Vivir más allá de la pe´rdida: Muerte en la familia) (2nd ed, pp. 3–26
(2nd ed., pp. 247–272). New York: Norton.
Wohlsifer, D. Incorporating animals in family therapy from a family systems approach.
Unpublished manuscript, (Integrar animales en terapia familiar desde el enfoque de sistemas
familiares, Manuscrito sin publicar). 2008.
Wrobel, T.A., & Dye, A.L. (2003). Grieving pet death: Normative, gender, and attachment
issues. (Duelo por la muerte de una mascota: Temas normativos, de género y apego). Omega,
47, 385–393.
RECURSOS EN INTERNET
Best Friends Animal Society. (Sociedad Mejores Amigos de los Animales) http://www.
bestfriends.org/aboutus/
Delta Society. (Sociedad Delta) http://www.deltasociety.org
Therapy Dogs International. (Perros en Terapia Internacional) http://www.tdi.org
www.FamilyProcess.org