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Mientras los dioses no cambien nada ha cambiado 1986

Sánchez Ferlosio
se dispone a demostrarse a sí mismo, al río y al mundo quien es él. El fin y el contenido de cruzar a
nado el río ya no es llegar hasta la amada sino condecorarse a sí mismo con la hazaña. No otra
cosa entraña la concepción de los problemas en términos de reto o desafío. pág, 13. La concepción
subjetivista, deportiva, de los problemas, centradas en la formación y glorificación del sujeto más
que en el objeto de deseo. Lo deportivo como un interes del sujeto por sí mismo, superar obstáculos
para autoafirmarse.

La industria deportiva del espacio, la carrera espacial. Es evidente que aquí lo que tácticamente se
opone a “carácter rutinario” (es decir, repetitivo, cotidiano, habitual) es nada menos que carácter
histórico, carácter del que la muerte es, si no el único, sí por lo menos el más fiadero y prestigioso
aval. pág, 16. El cataclismo del Challenger, comentario a un editorial. La idea popular de que solo la
muerte hace historia. Nunca los muertos empañaron la gloria de una guerra ni deslucieron el
esplendor de una batalla, sino que la sangre fue siempre su guirnalda más hermosa y embriagadora.
(…) Nadie logró jamás tener tanta razón como los muertos, ni hubo nunca argumento más poderoso
que sus muertes para dejar a la Causa irrefutablemente convencida de sí misma y convencidos de
ella a los demás. (…) Nunca es el contenido de la Causa el que se alega para legitimar y justificar la
sangre derramada, sino ésta la que siempre es esgrimida como el aval indiscutible de la justicia, la
razón y la bondad de cualquier Causa, por delirante, estúpida, inocua, criminal o sórdida que sea.
pág, 17.

Que la llamada causa del Progreso -hoy prácticamente reducida a la innovación cualitativa de la
tecnología- esté sujeta a accidentes no es considerado como un defecto. 17.

Se diría que la sangre y la muerte son a los ojos de los hombres el más seguro y acreditado título de
garantía sobre el valor de cualquier cosa; y aquello que haya costado sangre y muerte aquello
mismo tienen por lo más valioso. pág. 18.

Las cicatrices son para él como títulos o pólizas que lo autorizan a pasar al cobro del crédito social
que, según su criterio, ha adquirido mediante el sacrificio que esos mismos estigmas representan.
No es sino un caso más del fuero inmemorial y aun hoy no derogado que quiso hacer de la sangre y
la muerte creadoras de derecho. (…) La sacralización de la muerte, su transfiguración en sacrificio,
es una forma de capitalización. pág. 21. No es casualidad que los proyectos occidentales se hayan
alzado sobre el carácter santo de alguna de las muertes de sus más nobles personalidades, es el caso
de Sócrates y es también el de Cristo. Para el relato tecnólatra análogo papel habría tenido la
catástrofe acontecida en el Challenger. Es el caso también de las guerras, cuyos muertos han
provocado desde tiempos inmemoriales la afirmación del proyecto nacional por el que murieron. Las
Causas profanas han heredado los vicios de los viejos dioses.

acarrear accidente mortales y hasta estragos a los hombres no es considerado como una calamidad
o como un inconveniente del progreso, sino como su mejor legitimación, del mismo modo que exigir
victimas en sacrificio, para otorgar sus bienes nunca fue considerado como un abuso, una injusticia
o hasta una canallada de los dioses, sino la parte que le correspondía en la relación de intercambio.
pág. 23. La relación de intercambio es una relación jurídica que mantiene una alianza entre los
hombres y los dioses, el sacrificio era fundamento de la legitimación del usufructo de los bienes. Es
el precio que hay que pagar por el progreso se dice.

Naturalmente, el expediente más viable, más común, e inmensamente mayoritario, de fijar ese centro
de coordenadas capaz de hacer unívoco y unilateral el ámbito de la acción que exigen la ficción y la
aventura es encarnarlo en un sujeto humano al que se privilegia como “protagonista”. pág, 29. El
mejor ejemplo es la dialéctica hegeliana, que tiene forma de novela policiaca. “La aventura humana”.

El homo universalis como sujeto de la Historia reúne en sí a toda la Humanidad aun cuando se le
atribuyen rasgos de carácter propios del ideal del europeo burgués aparecido con la revolución
industrial del s.XVIII. La alegoría de “l’aventure humaine” le ha permitido a Fontaine la
racionalización del accidente como “prix de sang” precisamente porque el fantasmagórico
protagonista de tal alegoría es trascendente a toda contingencia. Se hallará por naturaleza tan
ajeno a la facticidad del accidente como supeditado a la necesidad del sacrificio. pág. 33. De hecho
resulta evidente que la dialéctica hegeliana del espíritu está pensada para Occidente.

Las ideologías agnósticas al igual que las religiones conciben el devenir humano como supeditado a
esa clase particular de relaciones de intercambio en que consiste el sacrificio. Véase la aceptación de
la necesidad de la sangre y la muerte como único motor revolucionario. Los dioses no han cambiado.

En el principio no fueron, ciertamente, los dioses de los cielos los que impusieron sacrificios a los
hombres en la tierra, sino los sacrificios de los hombres de la tierra los que pusieron dioses en el
cielo. Por consiguiente, no es que el sacrificio haya sobrevivido al cambio de los antiguos dioses,
sino que es la perpetuación del sacrificio lo que demuestra que los dioses no han cambiado. pág. 35.
Quizás de nombre y de vestido pero no de condición. Ahora con nombres como Historia,
Revolución, Progreso o Futuro. La prueba de que no es el dios quien demanda el sacrificio, sino éste
el que produce a aquel, es que la Causa nunca se esgrime para justificar el sacrificio, sino el contario,
la cicatriz y la sangre legitiman la Causa.

Los pueblos no pueden ser más que productos de la sangre y las naciones no han llegado a ser
jamás sino creaciones de la espada. 36.

El sacrificio crea, por tanto, la patria y la recrea; los sacrificados, haciéndola acreedora, pasan a
formar parte de la divinidad. Los sacrificados son ya la patria misma; la historia de la patria no es
sino la historia de sus sacrificios. (…) la función de intercambio creadora de la patria sería una
forma de conexión mítica del hombre con tal o cual pasado que reconoce como su acreedor. 38.

No en vano ese mismo futuro es la morada perenne de esos designios ideales que precisamente
denominamos Causas, las cuales nunca son exactamente fines, situados en el horizonte, por remoto
que sea, de lo alcanzable, sino más bien como representaciones siempre igualmente ausentes y
presentes, en la particular equidistancia de todo lo virtual. 40.

Jamás quienes, en las más diversas e incontables arengas, usaron la expresión “sangre fecunda”
estaban pensando en la del enemigo, sino en la derramada por las propias huestes. Nunca es, pues,
a la violencia inferida, sino a la padecida a la que se le atribuye la capacidad creadora. 42.

Tan solo nos es lícito decir; “El sacrificio es bueno porque complace a los dioses”, mientras que
nos está totalmente prohibido decir: “Los dioses son malos porque se complacen con el sacrificio”.
Así de Gaulle mirará con buenos ojos a la espada por haber escrito la historia de Francia, pero
nunca mirará, en cambio, con malos ojos a Francia por haber sido escrita su historia con la espada
(…) Y en general, en vez de poner reparos a las Revoluciones o al progreso o a la Historia
Universal por haber costado tanto ríos de sangre, tan incontables muertes y en fin tan enormes
sacrificios, se bendicen y ensalzan la muerte, la sangre, el sacrificio por haber propiciado las
Revoluciones, el Progreso y la Historia Universal. 46.

53. 56. Aplatanados.

El criterio de medida para dictaminar de la madurez humana de los indios y de su capacidad para
autogobernarse sin la tutela de los blancos fue, como en tiempos de Humboldt, su ductilidad para
servir de mano de obra en actividades ajenas a sus hábitos de vida y extrañas a las necesidades que
podrían sentir y percibir como propias e inmediatas. 58.

Estímulo de lucro. 60.


Tanto los taínos de la encuesta de 1517, que no querían “cogerse por jornales” como mano de obra
de los españoles, como los aplatanados mejicanos de 1803, que no querían enrolarse de arponeros,
para ir a enfrentarse con los monstruos del Océano, representan la triste y malograda grey del
hombre “que ha renunciado a ser él mismo”, que ha traicionado su identidad humana, supuesto que
sus rasgos no se corresponden con los de su modelo universal. 62.

Todo ahorro implica la proyección del alma hacia el mañana, el deseo de riqueza es deseo de futuro.
el primero y tal vez el más alto “precio que ha habido que pagar por el progreso” es, sin duda, el
presente. Desde el presente de que se priva al ahorrador para mejorar de casa y vecindad hasta el
presente que se va robando a sí mismo el asegurado por un entierro y un ataúd más ostentosos,
puede formarse todo un abanico de imágenes privadas que reflejan o imitan el especto de la
renuncia universal. 66.

La misma subsunción de la economía del indio en la totalidad de sus relaciones sociales que
impedía la extrapolación individual de un sujeto económico consciente de sí mismo, y en
consecuencia de un sujeto para el deseo de riqueza o la ambición de medro personal, obstruía
igualmente la posibilidad de la tensión proyectiva del alma hacia el mañana, la enajenación del hoy,
y permitía a los indios autopertenecerse en su presente, permanecer quedos en sí, presentes a sí
mismos. A esta forma de tiempo distenso y sin futuro del taíno o del aplatanado se contrapone la
forma del tiempo proyectico, vendido o hipotecado a su propio porvenir. 67.

Lo que los españoles concibieron como una diferencia de edad filogenética entre ellos mismo y los
nuevos pueblos conocidos era, una diferencia de inserción de lo económico en la vida social y
cotidiana de los unos y los otros y, en consecuencia, una distinta configuración tanto del tiempo
como del individuo. Venció, por ser más fuerte, el español, y así pudo autoproclamarse también el
más adulto y constituirse en examinador de la madurez del indio. 67.

Pero habiendo ya impuesto el progreso su particular modelo humano por modelo del hombre
universal, aquella particular idiosincrasia de los indios a la que los españoles habían calificado
únicamente como minoría de edad filogenética se habría de ver diagnosticada ahora (conforme al
taxativo y excluyente criterio de salud humana universal) como una especie de enfermedad colectiva
en que podían caer algunos pueblos, un cierto estado mórbido caracterizado de postración social,
sintomáticamente caracterizado por una denodada fobia hacia un oficio como el de arponero o
cualquier otro que se le asemeje. 68.

El sufrimiento no puede ser gratuito, infundado e irreparable, ¡tiene que ser creador y motivador!
¡tiene que tener sentido! Así parecen clamar los más sinceros. 76.
Solo la concepción proyectiva de la Historia se presta a fundamentar la justificación del sufrimiento.

No le ofreció consuelo, pero le prestó sentido; y para el miserable estado de la condición humana en
la era del Progreso, dar sentido es, por desgracia, también dar consuelo. (…) Quien viene dando
sentido al sufrimiento se hace marcadamente sospechoso de traer por secreto cometido el de
impedir que el doliente se rebele. Los hombres están siempre dispuestos a creer a muchos que les
dicen “vuestro dolor será fecundo”, cuando, por el contrario, deberían confiar en quien les dice:
“vuestro dolor es absolutamente inútil, gratuito, irreparable”. ¿Acaso pide la felicidad tener
sentido? Niégate, pues, a dárselo al dolor. 92.

Sólo el todo, la totalidad histórica hacia la que determinados avatares de un movimiento de


dominación han acabado por converger y redundar tiene derecho a erigirse en instancia portadora
dadora de sentido y a cuya luz ha de mirarse y evaluarse todo el resto, que queda así subordinado y
reduco a episódico y a circunstancial. 100. Todo lo real es racional. Totalitarismo diacrónico como
recurso para supeditar el sufrimiento a un sentido mayor.

102. La muerte consolada por el servicio a alguna otra cosa frente a una muerte sinsentido.

Podemos observar que si algo hoy puede todavía llevar alguna carga de blasfemia es el ultraje a la
tecnología; y así, tal vez podríamos pensar que haya efectivamente en torno a ella como una cierta
atmósfera , no digo religiosa, pero algo así como religionosa. 105. Aquí está fino, la tecnolatría es la
nueva religión. El discurso contrario es el ecologista.

Creo que lo equivocado es el supuesto tácito que subyace a tan súbitas explosiones de sorpresa:
pensar que algo está realmente en manos de alguien, ignorar que lo máximo corre, en verdad,
abandonado a la fortísima corriente de su propia inercia; una corriente a la que los pretendidos
fautores y propugnadores no hacen a fin de cuentas otra cosa que integrarse. (…) Sería demasiado
intranquilizador, a estas alturas, perder la fe en el porvenir de algo que ha llegado a ser tan
invencible como la tecnología. 108. El mercado es un sistema parcialmente autónomo que tiende a
reproducirse. Necesidad de autorreproducción del capital, en sus propias palabras. Es una ilusión
porque procede del deseo, promete un paraíso terrenal. El Tren de la Tecnología.

En la mentira es donde está, precisamente, la última esperanza. Por aquello de que den la
hipocresía es el homenaje que el vicio rinde a la virtud (…). Cuando el lobo no necesita ya ni
siquiera disfrazarse con pieles de cordero es cuando podemos decir que todo está perdido. Cuando
la tecnología no necesite ni siquiera la hipocresía de decir “países en vías de desarrollo” es cuando
ya no cabrá confiar siquiera en un último residuo de mala conciencia o de vergüenza del que quepa
esperar una reacción contra sí misma y su propia falacia y perversión. 114.

Realismo capitalista, Mark Fisher.

Para Lacan, lo Real es aquello que toda “realidad” debe suprimir; de hecho, la realidad se
constituye a sí misma gracias a esta represión. Lo Real es una x impávida a cualquier intento de
representación, un vacío traumático del que solo nos llegan atisbos a través de las fracturas e
inconsistencias en el campo de la realidad aparente. De manera que una estrategia contra el
realismo capitalista podría ser la invocación de lo Real que subyace a la realidad que el capitalismo
nos presenta.

La catástrofe ambientan es un Real de este tipo. Es cierto que en un determinado nivel podría
parecer que los temas ecológicos no son para nada parecido a un “vacío irrepresentable” (…). Sin
embargo, la catástrofe ambientan aparece en la cultura capitalista solo como una forma de
simulacro; sus implicaciones reales son demasiado traumáticas para que el sistema pueda
asimilarlas. 44.

Frederic Jameson, El posmodernismo o la lógica cultural del capitalismo tardío.

Analiza cómo hay una tipo de cultura pop propia de la segunda mitad del siglo veinte que ha
superado la distinción tal baja cultura y que ha perdido la orientación hacia el futuro propia del
modernismo. El posmodernismo artístico se articula bajo al forma del pastiche en un presente
mediático constante, el artista ya no esta apuntando hacia un futuro porvenir, porque no hay futuro, y
porque el artista solo puede trabajar a partir de los despojos del pasado (retomando temas de
Benjamin), que son retomados bajo la forma del pastiche. A favor de la cultura pop.

el pasado mismo ha quedado modificado: lo que en otro tiempo fue, de acuerdo con la definición
lukacsiana de la novela histórica, la genealogía orgánica del proyecto colectivo burgués (…), se ha
convertido ya en una vasta colección de imágenes y en un simulacro fotográfico multitudinario. 22
El pasado es una colección de pastiches que se traen al presente independientemente de si pertenecen
a un periodo histórico o a otro, todo se convierte en neo-x (inserte aquí su estilo estético favorito).
La aproximación al presente mediante el lenguaje artístico del simulacro, o del pastiche
estereoscópico del pasado, confiere a la realidad actual y a la apertura del presente histórico la
distancia y el hechizo de un espejo reluciente. Pero esta nueva e hipnótica moda estética nace como
síntoma sofisticado de la liquidación de la historicidad. 25.

Si es cierto que el sujeto ha perdido su capacidad activa para extender sus pretensiones y sus
retenciones a través de la multiplicidad temporal y para organizar su pasado y su futuro en una
experiencia coherente, sería difícil esperar que la producción cultural de tal sujeto arrojase otro
resultado que las «colecciones de fragmentos» y la práctica fortuita de lo heterogéneo, lo
fragmentario y lo aleatorio. 30.

Al romperse la cadena del sentido, el esquizofrénico queda reducido a una experiencia puramente
material de los significantes o, en otras palabras, a una serie de meros presentes carentes de toda
relación en el tiempo. 31.

Jean-François Lyotard.

Cualquier realidad social compleja es demasiado compleja como para ser descrita con precisión por
un solo discurso maestro (metarrelato). Toda sociedad excede una sola interpretación, debe ser
analizada entonces desde diversos paradigmas, perspectivas, discursos, etc.

Al igual que las religiones paganas no creían en un solo dios sino en múltiples, la filosofia pagana es
la única que puede dar cuenta del pluralismo y la multiplicidad de la sociedad posmoderna. La base
de esta filosofia pagana es la ontología de los eventos singulares, la realidad está constituida por
acontecimientos únicos e irrepetibles y no es posible subsumirlos bajo una misma ley universal que
los pueda juzgar, hay que tener en cuenta cada evento en su singularidad. Hay una diferencia
irreductible entre eventos, no se pueden reducir a conceptos universales, seria una suerte de
nominalismo.

El objetivo de la justicia no es la búsqueda de la verdad sino la aplicación y conformación de una


serie de reglas en ese juego de lenguaje especifico del agravio. La filosofia del paganismo es la
respuesta al deseo de justicia, una política sin dios que abandona por tanto la posibilidad de un juicio
universal y una justicia del mismo tipo, se centra entonces en pequeñas justicias particulares, hay
pequeños dioses podríamos decir para cada caso. Se abandona la idea de un esquema teórico
universal y unívoco abogando por una pluralidad de esquemas de justicia equívocos que juzgan cada
caso sin acudir a criterios preexistentes ni juicios universales. Pretende entonces el paganismo una
teoría practica para articular una pluralidad de reglas de juicio en choque con una regla de oro o
imperativo categórico capaz de juzgarles a todo. Esta idea de que solo hay reglas particulares se basa
en la regla universal de que hay que reconocer solo cómo válidas las reglas particulares. Mismo
problema autorreferencial del relativismo; la única verdad absoluta es que no existen verdades
absolutas.

La condición posmoderna: texto fundacional de la concepción de la posmodernidad, como el periodo


de incredulidad ante los metarrelatos o metanarrativas, aquellas historias que totalizan la historia y
los objetivos de la raza humana, que pretenden fundamentar las practicas culturales bajo un solo
marco. Dos grandes metanarrativas; progreso ilustrado hacia la emancipación y progreso cognitivo
hacia el saber absoluto. La modernidad seria el periodo de la legitimación metanarrativa, que han
entrado en crisis en la posmodernidad, de fragmentación y pluralismo, muchas sociedades
inconmensurables.

El método que usa es el de los juegos del lenguaje de Wittgenstein. La posmodernidad implica una
transformación del vinculo social, esos metarrelatos que unifican los diversos relatos que justifican
los diferentes juegos del lenguaje, ha desaparecido. Lo característico de la posmodernidad es que
esos juegos son múltiples y fragmentados sin que exista traducción de unos a otros. Solo existen
narrativas legitimadoras inconmensurables entre sí.

Distingue el conocimiento narrativo; el saber que se transmite como narración de las aventuras, no
recurre a la legitimación, se legitima a sí misma porque es contada por los ancianos, padres, sabios,
etc. y son narraciones como los mitos sin localización concreta, verdades atemporales, no plantea la
cuestión de la fundamentación de su conocimiento. Y el científico, que está obsesionado con su
legitimación mediante la metodología, tan solo acepta un tipo de juego del lenguaje; el denotativo,
que pretende describir la realidad sin evaluarla. Algo que es en realidad una ideología, pretende
reducir el conocimiento legítimo al legitimado, es decir, aquel acorde a una serie de criterios como
reproductibilidad, predictibilidad, etc. que le sirve a la ciencia para justificar internamente sus
conocimientos. La idea clave es que el proyecto de la ciencia no puede existir sin una narración que
lo metalegitime, es decir, un tipo de legitimación que venga desde fuera y justifique el papel de la
ciencia en la sociedad, y no en clave interna como ella misma hace. Esa narrativa ha solido tomar la
forma de la épica heroica, el científico como héroe que lucha contra la ignorancia.
La posmodernidad seria el periodo donde el conocimiento científico habría vencido sobre el
metanarrativo. Lyotard ve con malos ojos su dominio, bajo la idea de que la realidad no puede ser
agotada bajo una misma interpretación, del mismo modo que existe un conocimiento científico puede
haber a su lado otro narrativo. La ciencia no está en la posición de poder sustituir la narración, en
caso de lo que hiciera estaría desfundamentada. En la época moderna el proyecto científico se
metalegitimaba conforme a dos narrativas; el relato hegeliano (el conocimiento avanza
progresivamente hacia el saber absoluto) y el relato marxista (el conocimiento se justificaba por un
avance progresivo hacia la emancipación). Ambas, han entrado en crisis con la época posmoderna,
ya no existe una sola sociedad donde tenga sentido aplicarlas, sino múltiples e inconmensurables. Lo
que legitima la ciencia a día de hoy es el criterio tecnológico, ahora se justifica por su productividad,
por el hecho de que tiene resultados en máquinas que se supone mejoran nuestras vidas, pasa a
convertirse el conocimiento en lo central del modo de producción posfordista, junto a la información.

Lo central entonces de la posmodernidad es, además de que la ciencia es el modo de conocimiento


dominante, que el conocimiento y la información se convierten en el centro de las fuerzas de
producción, en el centro de la economía, hasta el punto de que en el futuro las guerras no se librarán
por recursos económicas sino por el control de la información. La informatización y mercantilización
del conocimiento son entonces dos procesos clave, el conocimiento es un producto vendible, y ya no
importa tanto su valor de verdad como su utilidad y aplicación tecnológica. Criterio que implica
cierto terror-ismo, se excluye a ciertos jugadores de determinados juegos del lenguaje, buena parte de
los descubrimientos científicos no tienen uso tecnológico directo, utilizar la retórica de la tecnología
va contra los interes del investigador, las verdades científicas cambian las reglas del juego que han
sido establecidas por el consenso de los expertos.

Frente al consenso Lyotard privilegia el disenso en filosofia de la ciencia y filosofia política,


principal diferencia con Rawls o Habermas por ejemplo, que valoran el consenso aunque sea
momentáneo para tomar decisiones que a todos atañen. Lo decisivo de esas practicas es el disenso, se
debe privilegiar el abrir nuevas formas de producción de ideas y pensamiento, frente a la
legitimación de la instrumentalización defiende un criterio que llama paralógico (para; a parte y
logos; discurso). La paralogia es la justificación de las verdades científicas según sean capaces de
movernos más allá de los consensos ya establecidos. El objetivo de la ciencia sería construir nuevas
formas de pensamiento, nuevos juegos del lenguaje y nuevas reglas.
Si Auschwitz es el signo de la no-realización trágica del proyecto ilustrado de la modernidad, la
bomba atómica es el signo de la no-realización del proyecto emancipatorio de la modernidad.

La metanarrativa capitalista; el capital no tiene finalidad, tanto solo su reproducción, seguridad


financiera fiscal, el capitalismo no construye un relato sino que es una máquina que destruye
cualquier finalidad. El capitalismo construirá lo inhumano, la emancipación del sistema solar y la
colonización del espacio. Una idea que está por ejemplo en Harari, el homo deus transhumano que
superará las deficiencias del humano.

Yuval Noah Harari, Sapiens. De animales a dioses.

Pero el potencial real de las tecnologías futuras es cambiar al propio Homo sapiens, incluidas
nuestras emociones y deseos, y no simplemente vehículos y armas. ¿Qué es una nave espacial
comparada con un cíborg eternamente joven que no se reproduce y no tiene sexualidad, que puede
intercambiar pensamientos directamente con otros seres (…)? (…) De hecho, los futuros amos del
mundo serán probablemente más diferentes de nosotros de lo que nosotros somos de los
neandertales. Mientras que nosotros y los neandertales somos al menos humanos, nuestros
herederos serán como dioses. 2016, pág. 451.

Octava edición, vigesimosexta reimpresión. En la contraportada; elogios de Barack Obama, Bill


Gates, Antonio Muñoz Molina, Risto Mejide, Sebastian Junger y Pablo Jáuregui. Un libro que, si
quienes lo han reseñado no mienten, alcanzó con rapidez el éxito internacional con más de diez
millones de ejemplares vendidos y traducido a casi cincuenta idiomas.

La vida como azar.

La obra comienza esbozando de manera general la situación contemporánea. El fin de los grandes
relatos (cristianismo, ilustración, comunismo…) en la postmodernidad dibuja un panorama en el que
hemos perdido los sentidos de nuestra existencia, los dioses han muerto y hacernos cargo de nuestra
vida resulta angustioso sin un marco de sentido. Las nociones de “progreso”, “Historia” o
“humanidad” (como entidad sustantiva) se han problematizado, y a causa de la influencia cultural de
los medios de masas y las redes sociales se ha glorificado el presente, la pura inmediatez, ahora todo
es noticia, actualidad, de manera que se desprecia la memoria y la nostalgia, lo que se ha traducido
en una pérdida de la densidad temporal.

Nos hemos hecho pobres, el desarrollo científico-tecnológico de la sociedad actual no ha ido en


paralelo de una mayor plenitud vital. Walter Benjamin fue el primero en diagnosticarlo, aunque
Platón (condenando la escritura) y Rousseau (desconfiando del progreso) nos dejaban ya algunas
pistas.

Según Lyotard, Auschwitz valdría como símbolo de la no-realización trágica de la modernidad, ¿fin
de la historia? quizás tan solo final de la historia lineal y homogénea, donde un solo discurso
formaba el horizonte. Parece que hemos aprendido que no hay un curso único para la historia y que
la construcción de relatos históricos debe ser plural y discontinua si quiere adecuarse a la compleja
realidad. El perfil de nuestro siglo se caracteriza por el estallido y la fragmentación de la experiencia
humana, nuestros proyectos necesitan asentarse en un pasado para abrir el presente hacia el futuro, en
lugar de esperar pasivos el acaecer de un destino, actitud tan alienante como la fe en el progreso.

Hubo un tiempo histórico en nuestra tradición cultural marcado por la aspiración a la unidad, a la
constitución de un escenario homogéneo por el que pudiera discurrir la vida humana. Ese es el
tiempo histórico de la Ilustración, nacimiento de la modernidad. La raíz de esa aspiración se situaba
en la supuesta unidad natural de la razón humana y tenía como correlato la fe casi incuestionable en
el progreso.

La presión racionalista y homogeneizadora se manifestaría en el desarrollo de las grandes urbes.


Como señaló Simmel, la vida en la gran ciudad, con su rápida aglomeración de imágenes
cambiantes, aparece en profunda oposición a la vida de la pequeña ciudad y del campo, con el ritmo
de su imagen senso-espiritual de la vida que fluye más lenta, más habitual y más regular. En la
ciudad moderna, a causa de la industrialización masiva, se aceleran los ritmos temporales, el tiempo
se experimenta como agobio, es fugaz, impone prisa, productividad, y abre un camino a recorrer del
que nada sabemos. Antaño no sucedía lo mismo porque la tradición marcaba la dirección del
discurrir temporal.
Max Weber.

El proceso de racionalización es paralelo al del desencantamiento. La sociedad moderna es aquella


que avanza de manera imparable como una suerte de carro desbocado, de un tren sin frenos, en su
proceso de racionalización. Que consiste en organizar racionalmente todas las esferas de la vida; la
ciencia (el estudio sometido a método y lógica deductiva), la burocracia (reglamentación de la vida
social es todos sus espacios y detalles, nada escapa al afán reglamentista) y la empresa capitalista
(somete a análisis los procesos económicos de producción y distribución de bienes, cálculo de costes
y beneficios, homo economicus). Este proceso de racionalización define el acontecer del mundo
moderno, pero ¿cómo hemos llegado hasta aquí? En que momento los individuos y su acción se
definen en términos racionales que se imponen a nuestra vida, la razón técnica que otros llamarán
instrumental. Su origen se cifra en las religiones (Weber destacó como sociólogo de las religiones),
el judeocristianismo promueve un tipo de acción caracterizada por el ideal ascético, impulsa un estilo
de vida impulsado por fines transmundanos. La vida del asceta (monje monástico) es una renuncia de
los placeres de este mundo, se va conformando el monasterio y la vida cenobítica. Ese tipo de acción
en el mundo se orienta a escapar del mundo, pero ¿cómo se transforma en una acción racional hacia
el mundo y su cálculo de beneficios?. En el mundo protestante, con Lutero, hay una transformación
importante, es una ruptura con los valores que guiaban la acción humana, las tareas mundanas pasan
a ser valoradas y no solo aquellas guiadas por fines transmundanos, como la oración, todas se nivelan
desde la perspectiva ético-religiosa. Inicia la ruptura con el ascetismo monástico del mundo católico,
al considerar todos los trabajos humanos, y no solo el de los monjes, como algo igualmente digno y
envestido de significado ético-religioso con tal de que la vivencia del individuo se pueda marcar por
la vocación o profesión de fe, lo importante es la subjetividad. Sacralización del trabajo como una
misión asignada por dios. Lo importante no es el éxito (como lo será en el calvinismo) sino la entrega
subjetiva a la profesión. El luteranismo es anti-ascético y promueve orientaciones místicas. Aparece
un tipo de ascetismo extramundano, orientado hacia fines fuera del mundo, la oración y el trabajo de
los monjes tiene por finalidad la salvación, interpretan el valor de sus trabajos en la esfera de la
extramundano. Lo que hacían los primeros ascetas cristianos era negar el mundo, en favor del más
allá, impulsando un estilo de vida con valores más allá del mundo terrenal. Hay un segundo
momento, que históricamente aparece varios siglos después con Lutero, en que se produce un giro,
ya no solo se valora el trabajo del monje, todo trabajo mundano queda sacralizado, valorando su lado
intimo como una profesión-misión. El luteranismo no promueve el ascetismo sino el misticismo, se
privilegia el lado de la subjetividad, la actitud del individuo en relación con el trabajo. Algo que
influirá despues en el idealismo alemán. El tercer momento destacado por Weber viene marcado por
el protestantismo de Calvino (calvinismo), y lo pone en cercanía con el pietismo, baptismo, etc. Un
tipo de protestantismo, ahora sí, ascético, pero que ya no es extramundano sino intramundano, de lo
que se trata es de alcanzar el éxito, el rendimiento en el trabajo. Calvino creía que esa entrega al
trabajo tiene una significación religiosa.

Contra el materialismo histórico, o sus interpretaciones economicistas y reduccionistas, contra eso


señala Weber en Ética protestante y el espíritu del capitalismo, el capitalismo se ve impulsado por
un tipo de religiosidad, ese el factor explicativo antes que el económico. Hay que tener en cuenta la
pluricausalidad de los factores sociales. La religión puede convertirse en un factor de desarrollo de
desarrollo histórico, aun cuando tiene otros estudios donde muestra lo decisivo del factor económico
en cambios históricos. La tesis de Weber es que en la entrega al trabajo que promueve esta ética
calvinista, mayor rendimiento que quiere ver los frutos de ese trabajo, es interpretado como un signo
de dios, quien triunfa es de alguna manera alguien elegido por dios para la salvación. Hay una
doctrina de predestinación, son elegidos por dios y no por su libre voluntad, pero como el individuo
no sabe quien es elegido hay una obsesión para tratar de encontrar signos en su propia vida que
revele la intención de Dios. Promueve una ética del esfuerzo y del ahorro, también una
racionalización del trabajo, acorde con un tipo de racionalidad técnica que se guía por la eficacia, la
optimización de las tareas.

La consecuencia de este proceso es compleja, por una parte, la cuestión de los valores, en un mundo
organizado cada vez más eficazmente, los valores que determinan los fines últimos que guían a los
individuos es un asunto que se presenta en el ámbito íntimo de los individuos, esos valores
desaparecen para refugiarse cada vez más en el ámbito de la intimidad. Por otra parte, fracasa la
pretensión de que haya un sentido unitario en la vida que de recoja todas las esferas de la vida, se
retira del mundo objetivo y se refugia en la subjetividad. La idea del desierto de valores, un mundo
cada vez más racionalizado, no encontramos sentidos en el mundo. Las distintas líneas por las que se
guía nuestra vida se mueven en diferentes esferas de la vida, el trabajo, la familia, la política, etc.
Una pluralidad de esferas en que se fragmenta la vida de los individuos sin que exista un sentido que
las unifique. Reglamentación de todos los aspectos de la vida del individuo, tres ejemplos de este
tipo de racionalidad que lo va regulando todo; la organización burocrática del estado, el modo de
organizar la empresa capitalista guiado por un cálculo de costes y beneficios, el método científico
moderno.
Esa racionalidad que penetra en todos los polos de la sociedad regulándolo todo, de acuerdo con esta
mentalidad que todos lo enfoca en la relación medios-fines, no define los fines últimos de nuestra
vida, tan solo cuales son los medios más eficaces para alcanzar ciertos fines, fines que debemos
poner nosotros, el individuo en su intimidad, porque esa racionalidad no puede hacerlo. Se trata de
optar en el ámbito subjetivo por aquellos fines que consideramos últimos para guiar nuestra
existencia. El tipo de racionalidad que impera en la cultura occidental es técnica, no es capaz de
determinar los fines, es solo capaz de determinar medios (la tecnocracia). Esta racionalidad destierra
los sentidos y fines últimos, tan solo organiza los medios para optimizar la vida.

El desencantamiento del mundo; el mundo se nos aparece a la mentalidad moderna y racionalista


como un mundo despojado de todo sentido mágica, a través de la secularización de occidente va
perdiendo el mundo su sentido mágico o mítico. Se produce entonces una suerte de
desencantamiento, eliminamos la providencia, su sentido mítico, etc. la racionalización completa
reduce el mundo a una jaula de hierro, esa especie de racionalidad que actúa como un corsé que todo
lo reglamente y controla. La mentalidad moderna llega a igualar todos los órdenes de la vida de
acuerdo a una razón instrumental. El sentido se retira de todo lo que es mundo, no queda lugar para
la magia y el misterio. Consecuencia última de la secularización, la crítica de todos los mitos. Del
teísmo al deísmo; un Dios sin providencia dividida, sin intervenciones milagrosas en la historia, dios
es tan solo un arquitecto que crea el mundo de una vez y para siempre. Desde entonces se pasa a
posiciones criticas con Dios, como el ateísmo (D’Holbach, Diderot, Nietzsche, Marx). La muerte de
dios consiste en abandonar la apelación a lo transcendente. Desde el punto de vista de la
contrailustración esto es considerado como un pérdida, deja un vacío en nosotros, frente al progreso
que pensaban los ilustrados que significaba. Sin dios no es posible soportar la carga de la existencia,
hay que vivir como si existiera, de lo contrario se pierde el sentido, no hay forma de fundar un valor
de vida sin esa idea.

Nietzsche.

Nietzsche dirige su rechazo a las bases mismas de la cultura europea, una historia de decadencia que
se basa en un error de principio, es el primer teórico y el primer profeta del nihilismo. El destino de
la civilización occidental conduce a la nada, a la negación de todos los valores que sostuvieron su
historia. Desde sus orígenes, en la antigüedad griega, la civilización occidental, habría optado por
una vía que se aparta del sentido afirmativo de la vida. Hace referencia a lenguaje biologicista,
instintos, pulsiones, y médico, vida sana vs enferma. El ascetismo es la mortificación de la vida y la
naturaleza, de nuestra realidad sensible y sensual, una desconfianza de la naturaleza, condenarla
como fuente del pecado, del deseo y el instinto. Los valores ascéticos quieren mantener una moral
contranatural, opta por la trascendencia, por el transmundo, por una metafísica que propone un más
allá como forma de negar el más acá. Todo esto significa una elección de un tipo de vida, unos
valores de carácter reactivo que no confía las fuerzas o las potencias afirmativas de los instintos de la
vida y la naturaleza. Este ideal está dando muestras de agotamiento, así interpreta el proceso de
secularización ilustrado, que abandona toda idea de trascendencia y nos deja en el medio de un vacío
existencial.

Ahora bien, en Nietzsche el nihilismo tiene un doble significado; el de una civilización que
languidece (negativo), pero por otro lado, aquel primer nihilismo destructor hace posible una nueva
forma de vida de carácter afirmativo (positivo), guiada por valores individualistas y aristocráticos (el
superhombre), y ya no de acuerdo con una moral universal. El superhombre recupera el sentido de la
tierra, más allá del nihilismo como destino occidental es capaz de afirmar nuevos valores que den
lugar a nuevas formas de relacionarnos con nuestra vida, deseo y naturaleza. Nietzsche pone en
cuestión que existan principios normativos para todos, el superhombre es aquel que crea los valores
por los cuales se rige sin subordinarse a principios que valgan para todos. La moral de los esclavos
(de tipo universalista) frente a la de los señores.

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