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Plantilla

En el versículo 22 del capitulo 9, del evangelio de san Lucas, que acabamos de escuchar, encontramos
el plan de vida de todos nosotros. Es el resumen perfecto de lo que debe ser nuestro paso por esta tierra.
Dice: « Il faut que le Fils de l’homme souffre beaucoup, qu’il soit rejeté par les anciens, les grands
prêtres et les scribes, qu’il soit tué, et que, le troisième jour, il ressuscite ».
Son cuatro cosas :
Sufrir mucho
Ser rechazado
Morir
Y resucitar
Salvo la última, las primeras tres no son nada lindas. ¿Cómo podemos cambiar estas palabras para que
nos resulten atractivas y tengamos ganas de realizar esto en nuestras vidas? Simplemente, agregando
dos palabritas
Sufrir mucho POR CRISTO
Ser rechazado POR CRISTO
Morir POR CRISTO
Y resucitar CON CRISTO
No olvidemos que la mortificación está muy relacionada con la alegría, y que cuando el corazón se
purifica se torna más humilde para tratar a Dios y a los demás. Esta es la gran paradoja que lleva
consigo la mortificación cristiana. Aparentemente, el aceptar y, aún más, el buscar el sufrimiento parece
que debiera hacer de los buenos cristianos, en la práctica, los seres más tristes.
La realidad es bien distinta. La mortificación sólo produce tristeza cuando sobra egoísmo y falta
generosidad y amor a Dios. El sacrificio aceptado como venido de Dios lleva siempre consigo la alegría
en medio del dolor, el gozo de cumplir la voluntad de Dios, de amarle con esfuerzo. Los buenos
cristianos viven como si estuvieran tristes, pero en realidad siempre alegres.
Sin espíritu de sacrificio y de mortificación no hay progreso en la vida interior.

Pidamos a María la gracia en esta cuaresma de vivir el verdadero espíritu de sacrificio y mortificación
por amor a Dios.

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