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INTRODUCCIÓN

Empecemos por el principio: ¿Qué es la Economía?


La Economía es la ciencia que se ocupa de la asignación de los recursos
escasos entre sus diferentes usos alternativos. La primer palabra clave de
esta definición es recursos: desde siempre el hombre ha debido orientar su
actividad a cubrir sus necesidades. La obtención de alimento, vestido,
techo, defensa frente a amenazas de la naturaleza o de sus semejantes, es
una inquietud que se remonta al origen de la humanidad. Para conseguir
esos elementos el hombre cuenta con recursos naturales (agua para beber
y para riego, frutas y frutos para recolectar y cultivar, madera y piedras
para construir, tierra para siembra, etc), con recursos innatos o adquiridos
(su inteligencia, su experiencia, su “saber cómo” llevar adelante una
actividad) y con su capacidad física y mental de utilizar esos recursos para
lograr un objetivo (su trabajo). Por último, como recurso obvio pero
trascendente, debe mencionarse el tiempo de que se dispone. Entonces, la
economía se ocupa de esos recursos que son medios directos o indirectos
para satisfacer necesidades. Sin embargo, no se ocupa de todos los
recursos –y esto nos lleva a la segunda palabra clave de la definición- sino
sólo de los recursos escasos.

Una vieja definición afirma que la Economía es la ciencia de la escasez. Un


recurso es escaso si no está disponible en la cantidad necesaria. Cuando se
nos pregunta cuánto se consumiría de determinado producto si no costara
nada obtenerlo, en ocasiones existe la tendencia a responder una cantidad
infinita, cuando esto de ninguna manera es cierto: se consumiría todo lo
necesario. Es difícil pensar en una necesidad más primaria y perentoria que
la de respirar. Sin embargo, en la medida en que para hacerlo sólo debemos
inspirar, la satisfacción de esta necesidad no es objeto de estudio de la
Economía. El aire que respiramos es un bien libre; disponemos de toda la
cantidad que necesitamos sin realizar ningún esfuerzo ni resignar algo a
cambio. Dicho en otros términos, nadie paga por el aire que respira 1. Sin
embargo, en la situación hipotética en que nos encontremos en un
1
Aunque los crecientes problemas ambientales llevan a plantear cuánto deberán
pagar las futuras generaciones para disponer de aire respirable. Este es un tema
sobre el que vamos a volver más adelante.
ambiente sin atmósfera (el espacio exterior, el fondo del mar, etc.)
inmediatamente el aire se transformaría en un bien económico. Pagaríamos
por él en la medida en que se ha vuelto escaso. Una vez más entonces, la
economía estudia sólo aquellos recursos que son escasos. ¿Con qué fin?
Para conocer cómo se los asigna entre los usos alternativos.

Si cada recurso de que disponemos tuviera un único uso o función, nuestro


estudio se limitaría a registrar la cuantía de su escasez. Sin embargo tales
recursos tienen gran cantidad de aplicaciones. La madera proveniente de un
árbol puede utilizarse para construir un techo, una herramienta, un arma, o
quemarse para suministrar luz o calor, para cocinar alimentos, o
simplemente para combatir el frío. La economía intenta responder a la
pregunta acerca de cómo las organizaciones sociales y las personas ejercen
estas opciones, para lograr el mayor nivel de eficiencia o satisfacción
posible. A un nivel más complejo que el de nuestro ejemplo anterior,
permanentemente estamos asignando nuestro tiempo disponible entre
trabajo y ocio, nuestros recursos entre consumo y ahorro y nuestros
consumos entre artículos básicos y bienes durables. A través de sus
disposiciones presupuestarias, un país, una provincia o un municipio asigna
anualmente los recursos de que dispone para cubrir el gasto en salud,
educación, seguridad, obras públicas como caminos, puentes, desagües,
etc. De este modo, las cuestiones más complejas de la Economía, no dejan
de ser decisiones acerca de la asignación de recursos escasos.

La Economía y “las economías”


Más allá de la Economía como disciplina que tiene un enfoque particular
para el estudio de la actividad humana –es por lo tanto una ciencia social-
oímos hablar con frecuencia acerca de “la marcha de la economía” o la
situación de las “economías en desarrollo”. En ambos casos estamos
utilizando el término en el sentido de una organización, un sistema que
coordina las actividades de producción y distribución de los bienes y
servicios demandados por una sociedad. Así tenemos distintos niveles de
análisis: desde una economía doméstica hasta la economía global, pasando
por economías provinciales, regionales y nacionales. En cada uno de estos
niveles seguramente existirán diferencias en cuanto a la asignación de
recursos y la forma en que se distribuye lo producido.

Una diferencia importante entre las distintas economías, al punto de llegar a


caracterizar los sistemas económicos, es la participación del Estado. El
Estado es la estructura institucional y administrativa de una sociedad. Al
mismo tiempo, es un sector de la economía en la medida en que produce y
distribuye bienes y servicios. La forma en que mayormente decide una
sociedad cómo, qué y para quién se produce define dos casos
paradigmáticos: la Economía de Mercado es aquella donde aquellas
decisiones son tomadas por los individuos particulares en función de sus
intereses, a través de su participación en la oferta y demanda de bienes y
servicios, con una mínima intervención del estado. Aunque estas
definiciones se irán afinando y precisando a lo largo del curso, por ahora
diremos que esta institución impersonal, el mercado, es quien toma las
decisiones en este tipo de economías. Se produce lo que el mercado
demanda, en la forma en que el mercado lo demanda. En estos casos el
papel del estado se limita a ofrecer seguridad, justicia y educación y salud
básicas. En el otro extremo están las economías centralmente planificadas.
En esta forma de organización es el estado quien toma las decisiones de
producción y distribución. Incluso, en las economías socialistas, no existe la
propiedad privada de medios de producción. Las fábricas, los recursos
naturales, son sin excepción propiedad del estado y son administrados por
gerentes que deben cumplir metas físicas de producción. La realidad es que
la mayoría de las economías no responden en su totalidad a uno de estos
modelos2 sino que son lo que podría denominarse “economías mixtas” en
las que ciertas decisiones se toman mediante mecanismos de mercado y
otras son resorte del estado.

Economía positiva y Economía normativa


Volviendo a la Economía en cuanto ciencia, suelen realizarse distintas
clasificaciones que tienden a destacar perspectivas particulares del análisis
económico. En primer lugar, suele distinguirse entre economía positiva y

2
Especialmente las economías centralmente planificadas son, a partir de 1989, cada vez más
una concepción teórica antes que una realidad palpable.
economía normativa. La economía positiva, conocida como el enfoque “de lo
que es” ofrece un punto de vista descriptivo y establece relaciones causales
de validez general. “Los salarios vienen incrementándose en términos
reales” o “el sostenido aumento de los productos lácteos llevará a que se
reduzcan las cantidades demandadas” son proposiciones de economía
positiva.

La economía normativa incorpora juicios de valor, por eso se dice que este
enfoque se ocupa “de lo que debería ser”. “El sistema tributario requiere de
una reforma que promueva una mejor distribución del ingreso” o “Sería
necesario aplicar precios máximos a los productos de la canasta básica de
alimentos” son sentencias que entran en el campo de la economía
normativa. Es obvio que este tipo de proposiciones irán en un sentido u otro
en función de posiciones previas asumidas en el campo de la política, la
sociología y hasta la moral. En este sentido, la economía positiva parece
más aséptica desde el punto de vista de que tiene un enfoque más
descriptivo. Sin embargo, más adelante veremos que en ocasiones puede
resultar peligroso considerar determinadas relaciones económicas como
verdades científicas de validez universal, cuando en realidad son producto
de una visión y hasta una intencionalidad política en particular.

En este sentido parece oportuno comentar la antigua disputa entre


Economía y Política, respecto de cuál de las dos visiones es la que debe
primar en el manejo de las cuestiones públicas. Por un lado están quienes
sostienen que el accionar de los gobernantes (“la política”) debe estar
sometido a una serie de “buenas prácticas” económicas que como norma
primordial eviten el desvío de determinadas variables. Por otro lado se
propone –a nuestro entender, con buen criterio- que, en tanto los gobiernos
resulten tales como consecuencia de procesos democráticos, éstos son es sí
mismos representantes de las intenciones, opciones y aspiraciones de la
sociedad para las cuales la economía no es sino un medio para conseguir
aquellos objetivos. En este sentido, la economía debe marchar detrás de la
política.
Microeconomía y Macroeconomía
Otra clasificación frecuente, es la división entre micro y macroeconomía que
incluso utilizaremos a lo largo de este curso. La microeconomía se enfoca en
el comportamiento de los actores individuales de los procesos económicos.
Estudia cómo y por qué el consumidor elige la cantidad y el tipo de
productos que consumirá, cómo funciona el mecanismo por el que las
empresas llegan a fijar sus precios y cómo se determinan los salarios de los
trabajadores. Si bajo este enfoque se obtienen conclusiones respecto del
comportamiento de la economía como un todo, es sólo bajo la forma de
considerar en conjunto el funcionamiento de todas sus partes (de todos los
mercados de bienes y servicios que la componen).

El enfoque macroeconómico estudia las principales variables de la economía


considerada como un todo: ya no hablaremos de la conducta de los
consumidores sino del comportamiento del consumo de todos los bienes y
servicios de la economía sumados por su valor (el “consumo agregado”). No
del precio de un producto en particular sino del nivel general de precios; no
del salario pagado en determinado sector sino el salario medio de la
economía. La inversión agregada, las importaciones y exportaciones, la
cantidad de dinero que circula en la economía, la recaudación tributaria, el
gasto público, etc., son variables que estudiamos bajo el enfoque
macroeconómico. Nuestro curso abarcará ambos enfoques.

Los modelos económicos


A esta altura debería haber quedado claro que la Economía es una ciencia
social, que estudia la actividad humana, que de todo ese campo se centra
en aquellas actividades, sistemas y organizaciones encaminados a asignar
los recursos escasos para satisfacer las necesidades tanto individuales
(alimento, vivienda, etc.) como colectivas (seguridad, infraestructura, etc.)
y que existen distintos enfoques para abordar tales cuestiones. Queda por
analizar de qué instrumentos se vale el análisis económico para cumplir su
cometido.

Un modelo es una simplificación y abstracción de la realidad que se lleva a


cabo para explicar determinada proposición. El primer elemento a tener en
cuenta en un modelo económico es el conjunto de supuestos en que se
basa. Los supuestos delimitan el aspecto de la realidad que el modelo
intentará explicar y por ello –esto suele olvidarse- limitan también el
carácter de las conclusiones que puedan obtenerse del mismo. El otro
elemento son los datos: valores de variables económicas de los cuales
dependerán los resultados que se obtengan. El modelo en sí es una
cantidad de relaciones causales que puede adoptar tanto la forma
matemática (fórmulas y ecuaciones) como la de relaciones lógicas. Así, en
el marco de los supuestos dados, determinados valores de los datos se
traducirán en determinados resultados que, interpretados correctamente
nos permitirán a futuro inferir que toda vez que se den las condiciones a, b
y c, se obtendrán los resultados e y f. Estos resultados serán contrastados
con la realidad para comprobar que efectivamente existe lo que se conoce
como una regularidad empírica. Es decir, que bajo determinadas
condiciones, ciertos sucesos ocurren siempre de manera similar. En ciencias
sociales se prefiere hablar de regularidades más que de leyes, con validez
universal en todo momento, las que pertenecen más bien al campo de las
ciencias exactas.

Frecuentemente escuchamos y leemos expresiones como “el modelo neoliberal”,


“modelo de los noventa”, etc. Por extensión, adherir a un “modelo económico”
significa adherir a una forma de ver la política económica. Es decir, existen distintas
opiniones acerca de cómo resolver los desafíos diarios que plantea la conducción de
una economía: inflación, desempleo, crecimiento, distribución del ingreso, tasa de
interés. Esta disparidad de opiniones obedece a los distintos enfoques con que puede
abordarse el análisis económico: algunos darán más importancia que otros a
determinadas variables o considerarán más graves ciertos inconvenientes. Algunos
entenderán que primero es necesario aumentar la producción de bienes y servicios
para luego distribuirlos mejor entre los miembros de la sociedad y otros
considerarán que una mejor distribución de los recursos disponibles permite luego
un mayor crecimiento (es decir, crecer y distribuir o distribuir para crecer). Como en
Economía no pueden llevarse a cabo experimentos repetitivos para establecer leyes
a la manera de las ciencias exactas, pueden coexistir distintas explicaciones para un
mismo fenómeno. Es por ello que las distintas escuelas económicas –que adhieren a
distintos “modelos”- suelen estar en desacuerdo. Conocer a qué modelo adhiere una
agrupación política, nos permite inferir qué tipo de medidas económicas
implementará en el caso de alcanzar el poder...
Macro de corto y largo plazo

La satisfacción de las necesidades: los bienes


Volviendo ahora a la Economía como disciplina, habíamos mencionado la
satisfacción de las necesidades como objeto de estudio. Dichas necesidades
se satisfacen mediante la obtención de bienes. Llevando nuestra definición a
un campo más concreto, podemos decir que en Economía debemos estudiar
la producción y distribución de bienes. Con carácter general, un bien es
aquello que sirve para satisfacer una necesidad. Anteriormente habíamos
obtenido nuestra primera clasificación de los bienes: eran bienes libres
aquellos que se encuentran disponibles en la cantidad necesaria y bienes
económicos aquellos caracterizados por su escasez. Por la forma en que
satisfacen necesidades, podemos establecer una distinción entre bienes de
consumo y bienes de capital. Los primeros satisfacen las necesidades en
forma directa. Un alimento, vestimenta, una casa, un auto, satisfacen
diferentes necesidades. Puede pensarse en una subdivisión ya que mientras
hay bienes que se extinguen con su primer uso (alimento) o en un plazo
relativamente breve (ropa), otros (vehículos y viviendas) permanecen en
uso por largos períodos. Así, nos referimos a bienes de consumo no
duradero para los primeros y bienes de consumo duradero o durable
para los segundos. Los bienes de capital son bienes que sirven para
producir otros bienes: una herramienta, una máquina, un galpón industrial,
una parcela de terreno no satisfacen ninguna necesidad en sí, pero son
necesarios para la elaboración de la mayoría de los bienes que consumimos.

Es interesante notar que un bien de capital significa una postergación de


consumo. La actividad básica del ser humano estuvo encaminada desde los
orígenes a satisfacer las necesidades directamente. Podemos pensar en un
hombre primitivo que dedicaba su jornada a cazar, pescar o recolectar su
alimento. Una vez conseguido, la necesidad estaba satisfecha. Sin embargo,
seguramente existían formas más rápidas o seguras de obtener el alimento
(más productivas) y así nuestro hombre primitivo aplicó su ingenio para
fabricar herramientas (lanzas, anzuelos, etc.) que le permitieron conseguir
sus alimentos con mayor facilidad (aumentaron su productividad). Podemos
imaginar que durante aquellas jornadas que dedicó a fabricar sus
herramientas y armas no consiguió la cantidad de alimento que necesitaba.
Postergó la obtención diaria de alimento hasta conseguir una mejor forma
de conseguirlos. Lanzas, hachas, cuchillos de piedra fueron los primeros
bienes de capital de la historia. Las economías modernas siguen teniendo el
mismo dilema que este remoto antepasado: ¿Cuántos recursos destinar a
producir bienes de consumo y cuántos a bienes de capital? El mecanismo
por el cual la sociedad como conjunto toma esta decisión es una de las
principales cuestiones económicas.

En otro orden de cosas, podemos hablar de bienes finales cuando los


mismos son consumidos o utilizados bajo la forma en que fueron
producidos, o bienes intermedios cuando una vez elaborados se integran
como materia prima o como parte de otro bien que será el que satisfaga la
necesidad.

Los Factores Productivos


Llegado este punto, sabemos que existen necesidades y que son los bienes
los que las satisfacen. La siguiente pregunta es cómo se obtienen, cómo se
producen tales bienes.

Todos los bienes que tenemos a nuestro alrededor, fueron producidos a


través de una combinación de materias primas obtenidas de la naturaleza,
de herramientas o máquinas que las transformaron o adaptaron (las
depuraron, las filtraron, las molieron) y de la actividad de personas que
planificaron ese proceso, lo dirigieron, manejaron las máquinas y utilizaron
las herramientas, clasificaron y envasaron el producto, etc. Dicho de otra
forma existen una serie de factores en base a los cuales se producen los
bienes, que se denominan factores productivos.

Los factores productivos en su formulación más clásica, son tres: Tierra,


Trabajo y Capital. Modernamente se prefiere hablar de Recursos Naturales
más que de sólo tierra, que es más asimilable al proceso productivo agrícola
exclusivamente. Recursos Naturales, Trabajo y Capital son entonces los
factores a partir de los cuales se obtiene cualquier bien existente o
imaginable. Del primer factor no parece necesario extenderse en mayores
precisiones. Respecto del trabajo, es la actividad humana aplicada a la
obtención de bienes y no sólo tiene carácter físico sino también intelectual.
El capital requiere alguna aclaración, puesto que cuando hablamos en
economía de este concepto nos referimos al acervo de maquinarias,
herramientas, edificios de que disponemos para aplicar a la obtención de los
bienes que son objeto del proceso productivo. No debe confundirse este
concepto con el capital financiero, es decir una cantidad de dinero, acciones,
títulos públicos o divisas con la que se realizan colocaciones en función de
obtener una ganancia que puede caracterizarse en general como interés. El
capital en sentido económico, que se aplica a la producción de bienes no
sólo consiste en “bienes de capital” físicos. También constituye el capital
económico el conocimiento (know how) acerca de cómo llevar a cabo el
proceso de producción.

Está claro que estos factores que confluyen en el proceso productivo no


necesariamente son propiedad de la misma persona, sino que más bien
provienen de distintos participantes. Cada uno de ellos recibe una
remuneración por su intervención y tradicionalmente se las diferencia en
función de qué es lo que se remunera. El factor tierra se remunera
mediante una renta. La remuneración del factor trabajo es el salario y la
del capital se denomina beneficio.

Un modelo de asignación de recursos: La Frontera de Posibilidades


de Producción
Estamos en condiciones de analizar nuestro primer modelo rudimentario
para obtener algunas conclusiones a partir de un análisis simplificado de la
realidad. En primer lugar definimos los supuestos: a) Una sociedad aislada
que produce todo lo que necesita para subsistir y no tiene relación con otros
grupos humanos. b) Dicha sociedad tiene recursos productivos limitados. c)
Sólo se producen dos bienes, o dos tipos de bienes, que en el ejemplo más
habitual en los libros de texto son alimentos y vestimenta.

Bajo estos supuestos, definimos a la frontera de posibilidades de producción


que vemos en la fig 1, como el lugar geométrico de todas las combinaciones
de alimentos y vestimenta que esta sociedad puede producir si utiliza todos
los recursos de que dispone. Si esta sociedad utiliza todos los recursos
disponibles para producir vestimenta, producirá 18 unidades (para el
ejemplo no interesa si son docenas, centenares o millares), pero no
producirá alimentos. Así nos ubicamos en el punto A. En el caso del punto E
se da el caso contrario: todos los recursos se destinan a producir cuatro
unidades de alimentos y por lo tanto, no se produce vestimenta. Asignando
los recursos en distintas proporciones a la producción de uno y otro bien, se
obtienen las diferentes combinaciones de bienes que van conformando la
frontera. Así, por ejemplo, si se producen 3 unidades de alimentos, se
podrán producir un máximo de 9 unidades de vestimenta.

Una vez definida la frontera de posibilidades de producción, tenemos tres


situaciones posibles: puntos que están entre la frontera y los ejes, puntos
que están sobre la frontera y puntos que están más allá de la frontera
partiendo desde el origen. Los puntos sobre la frontera son puntos
eficientes. Esto significa que todos los recursos de que dispone esta
sociedad están siendo utilizados; hay un

Figura 1
pleno empleo de dichos recursos. En general, en Economía se dice que
hay una situación de eficiencia si nadie puede mejorar sin que alguien
empeore. En nuestro caso significa que desde un punto situado sobre la
frontera, no se puede aumentar la producción de uno de los dos bienes sin
disminuir la del otro. Los puntos más allá de la frontera, son puntos
inalcanzables. Con la cantidad de recursos de que dispone la sociedad del
ejemplo, es imposible producir semejante combinación de bienes. En
ocasiones el punto está situado en una posición que marca una cantidad
alcanzable de uno de los dos bienes, pero no simultáneamente con la del
otro bien. Por último los puntos situados al interior de la frontera son
puntos ineficientes. La sociedad no está aprovechando plenamente los
recursos de que dispone. Hay recursos desempleados. Es claramente
observable que a partir del punto F de la fig 2, se puede aumentar la
producción de alimentos sin disminuir la de vestimenta, llegando entonces
al punto D, o se puede aumentar la producción de vestimenta sin disminuir
la de alimentos, llegando al punto C.
Figura 2

La primera conclusión entonces, es que una economía que tiene recursos


desempleados (frecuentemente trabajadores) es una economía ineficiente
en la medida en que produce por debajo de sus posibilidades.

El costo de oportunidad
Ahora bien, volviendo a la Fig 1 vemos que si estamos en el punto B,
produciendo 17 unidades de vestimenta y 1 de alimentos, y deseamos
producir una unidad adicional de alimento (llegando a C) debemos resignar
la producción de 3 unidades de vestimenta. Si deseamos una unidad
adicional de alimentos para llegar a D, son 5 las unidades de vestimenta
que deben dejar de producirse y, por último, para llegar a 4 unidades de
alimentos, deberíamos dejar de producir 9 unidades de vestimenta.
Definimos como costo de oportunidad a la cantidad de unidades de uno
de los bienes que debemos dejar de producir para producir una unidad
adicional del otro. El costo de oportunidad de la cuarta unidad de alimentos
es de 9 unidades de vestimenta. Como puede verse, a lo largo de la
frontera de posibilidades de producción, en la medida en que nos movemos
desde A hacia E, el costo de oportunidad es creciente. Del mismo modo, si
fuéramos desde E hasta A, dejando de producir alimentos para producir
unidades adicionales de vestimenta, el costo de oportunidad de la
vestimenta en términos de alimentos sería también creciente.

La razón de los costos de oportunidad crecientes debemos buscarla en los


rendimientos decrecientes de la producción. Si suponemos que la
sociedad de nuestro ejemplo está integrada únicamente por costureras y
agricultores, un punto como B podría significar que todas las costureras y
muchos agricultores están dedicados a la producción de vestimenta. Cuando
se decide aumentar la producción de alimentos muchos agricultores
abandonan la producción de vestimenta, pero justamente esa no era su
especialidad, de modo que su salida de la industria textil no genera una
pérdida de producción importante. Si se decide pasar de B a C, todos los
agricultores estarán produciendo alimentos y también muchas costureras,
con lo cual la producción textil se ve afectada más seriamente. La situación
no es todavía dramática porque las primeras costureras que abandonan la
producción de vestido son las menos eficientes. Si avanzamos siempre en
el mismo sentido, gente cada vez más eficiente abandona el rubro textil y
por eso la producción se resiente de manera más que proporcional. Este
fenómeno de especialización que lleva a que haya un rendimiento
decreciente en la producción a medida que pasamos trabajadores de un
sector a otro, es el que explica la forma de la frontera (cóncava hacia el
origen). De no existir este fenómeno de especialización, no habría un
rendimiento decreciente y la frontera sería una línea recta.
Figura 3

Crecimiento económico
Hasta el momento, nuestro modelo de frontera de posibilidades de
producción nos permitió introducirnos a los conceptos de eficiencia y costo
de oportunidad. Si bien ese es el principal objetivo de dicho modelo, aún
pueden abordarse algunas cuestiones que pueden ilustrarse con mayor
facilidad en un esquema de frontera. El primero de ellos es el Crecimiento
económico. Desde la política y la sociedad, uno de los principales
mandatos que recibe un gobierno es la promoción del crecimiento de la
economía. Esto no es otra cosa que lograr que año a año, la frontera de
posibilidades de producción se expanda, alejándose del origen. Si nos
ceñimos estrictamente a los supuestos que formulamos al principio,
deberíamos pensar que es imposible hacerlo si la cantidad de recursos es
limitada. Sin embargo, hay recursos como la fuerza de trabajo que
experimentan crecimiento vegetativo. Todos los años se incorporan al
conjunto de trabajadores nuevos individuos en la medida en que alcanzan la
mínima edad laboral –que varía a lo largo de la historia y en función de las
características de cada sociedad- y esas incorporaciones no son
compensadas completamente por aquellos que llegan a la edad de retiro y
dejan la actividad. Esto implica –si queremos una utilización eficiente de los
recursos- que todos los años debe crecer el número de puestos de trabajo.
Más adelante veremos que si aumentamos sólo uno de los factores
productivos mientras los otros permanecen constantes aparecerán
nuevamente los rendimientos decrecientes (doscientos trabajadores
producirán menos del doble de lo que producían cien). Por ello un
crecimiento sustentable está basado en el avance armónico de toda la
dotación de factores.

El papel de la tecnología
Pero, ¿qué pasa cuando todo el recurso disponible está utilizado? Un
ejemplo claro es la tierra cultivable. Su disponibilidad no es infinita. ¿Cómo
aumenta la producción agrícola una vez que toda superficie apta ha sido
cultivada? Mediante la mejora tecnológica. Habíamos comentado
anteriormente que entre los recursos de que disponemos está la capacidad
de “saber cómo” llevar adelante las tareas productivas. Este no es un
proceso estático sino que la producción implica aprendizaje. La ciencia pura
también hace aportes desde el laboratorio, de modo que el progreso del
conocimiento lleva a que cada vez logremos producir más con los mismos
recursos básicos. La mejora tecnológica es, entonces, otro motor del
crecimiento económico. Si quisiéramos representar a través de la frontera
de posibilidades de producción la aparición de una tecnología que permite
aumentar la producción de alimentos, deberíamos partir del gráfico original,
para pasar, en un segundo período a una nueva frontera que muestre el
desplazamiento hacia la derecha del punto D (que, recordemos, representa
la cantidad de ese producto que se obtendría si todos los recursos se
aplicaran a su producción), mientras el punto A permanece inalterado
porque no han ocurrido novedades en el proceso productivo textil.
Figura 4

¿Acumular o consumir?
Otro elemento generador de crecimiento es el aumento del capital
productivo. Si se dispone de mayor cantidad de máquinas y herramientas,
de mejores caminos, usinas energéticas y puertos, la economía estará en
condiciones de expandir la frontera. Pero no podremos contar con estos
bienes si año a año consumimos todo lo que producimos. Para ilustrar este
punto debemos reformular levemente nuestra frontera de posibilidades,
estableciendo que los recursos se aplicarán a la producción de bienes de
consumo por un lado y bienes de capital por el otro. Los bienes de capital
que se obtengan en un período, incrementarán la producción del período
siguiente. De este modo, podría decirse que una sociedad que esté
dispuesta a resignar más consumo presente (al dejar de producir bienes de
consumo para producir bienes de capital), tendrá más posibilidades de
consumo en el futuro.

Una economía un poco más complicada: el Flujo circular del ingreso.


Para finalizar nuestra introducción, luego de haber esbozado algunos
elementos que hacen a responder qué se produce, presentamos un
esquema de funcionamiento de una economía, que hace más hincapié en
quiénes y para quién se produce, o sea, en los actores del proceso
económico. Dicho proceso está orientado a la satisfacción de las
necesidades, de modo que un papel central deben ocuparlo quienes
experimentan las necesidades y las satisfacen a través del consumo de
bienes y servicios: todos los integrantes de la sociedad en su papel de
consumidores. Justamente porque desempeñarán un doble papel que
excede al consumo, se los denomina habitualmente familias.

Las familias satisfacen sus necesidades a través de bienes y servicios que


son provistos por organizaciones creadas para transformar recursos
productivos (tierra, trabajo y capital) en esos productos. Estas
organizaciones se denominan empresas. El ámbito de interacción entre
empresas y familias es el mercado de bienes y servicios, donde aquellas
ofrecen y éstas demandan los elementos que satisfacen sus necesidades.
Ahora bien, las empresas necesitan y demandan los factores de la
producción que en definitiva son propiedad de las familias. Todos los
factores productivos, todos los recursos naturales, todas las maquinarias y
edificios, todos los procesos tecnológicos tienen propietarios que son
personas o grupos de personas. Y quien no es dueño de ningún otro factor,
es el propietario del recurso que supone su propia capacidad de trabajo.
Recursos naturales, capital y trabajo son ofrecidos por las familias en el
mercado de factores. Así queda conformado el circuito: las familias ofrecen
factores a las empresas, que los procesan y combinan obteniendo bienes y
servicios que consumen las familias. Dicho circuito se denomina flujo real.

Figura 5

Oportunamente nos ocuparemos de la historia y funciones del dinero. Por


ahora basta decir que en ausencia del mismo, el flujo real implicaría un
complicado trueque de factores por bienes y servicios. En realidad, familias
y empresas reciben dinero a cambio de lo que ofrecen y lo entregan a
cambio de lo que demandan. Por ello hablamos de que montado sobre el
flujo real de la economía existe un flujo monetario equivalente en
términos contables. Cuando se habla de la “economía real” nos estamos
refiriendo a los procesos de producción y consumo de bienes y servicios.
Cuando hablamos de “economía monetaria” estamos hablando de
cantidades de dinero que “circulan” es decir cambian de manos. Ambos
flujos son expresiones de un mismo fenómeno y mantienen una mutua
dependencia. Gráficamente los representamos como un circuito y un
contracircuito. Si uno de los dos se detiene, el otro también lo hará. Y lo
que influya sobre uno de ellos, influirá a la larga sobre el otro. Más adelante
en el curso veremos que la variable clave que vincula ambos flujos es la
tasa de interés.

Figura 6

Según lo visto hasta el momento, las familias reciben un ingreso monetario


por permitir a las empresas utilizar los factores productivos de su
propiedad. A su vez, gastan su dinero en la adquisición de bienes y servicios
provistos por las empresas. Pero ¿qué ocurre si sus ingresos son superiores
a sus gastos? Esos recursos saldrían del circuito... Por ello aparecen los
intermediarios financieros (mayormente bancos) que canalizan el ahorro de
las familias hacia las empresas, que de este modo no deben esperar el
retorno monetario de las ventas de sus bienes y servicios para iniciar otra
“ronda” de producción.

Por último, tenemos al Estado que básicamente provee tanto a familias


como a empresas servicios públicos: salud, educación, justicia, seguridad,
defensa, infraestructura y recibe impuestos en dinero de ambos sectores.
Este esquema puede complicarse para incluir operaciones más sofisticadas
pero llegado a este punto es útil para comprender el camino que se
recorrerá en el curso: durante la primera parte estudiaremos el
comportamiento de las familias como demandantes en el mercado de bienes
y servicios; el proceso de producción y el comportamiento de las empresas
como oferentes en el mercado, temas que pueden identificarse con sectores
del esquema. En la segunda parte analizaremos la producción conjunta de
todo el sistema económico, el funcionamiento de los flujos real y monetario,
la influencia del estado sobre los anteriores y las relaciones entre una
economía y el resto del mundo, temas que abarcan a todo el conjunto.

Figura 7

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