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HISTORIA DE LA ETERNIDAD ~ Tedio Francesco

Érase una vez, sólo una, eterna, en el momento único que precede al fin de los tiempos, eso:
una vez, un instante. Un tigre galopa dejando atrás el paisaje. En un mirador olvidado en
Suiza, un escarabajo yace dorado a la vista de un alquimista moderno al que develaría la
realidad incontestable de la sincronicidad de los sucesos. A la distancia de otra época,
Ortelius culmina su atlas, y buscando un gesto de complicidad en el destino, lanza un florín
sobre el pergamino. Éste cae ahogado en el Mar de Java; debajo, Yakarta conmemora su
independencia en un obelisco coronado en oro. Adelante, San Agustín descifra el tejido de lo
real en sus meditaciones sobre la naturaleza del tiempo. Sus ojos, enjoyados de un ardor
omnisciente, reencarnan el tiempo en el que Hermes introdujo ya la sabiduría de la
Esmeralda. En cualquier lugar de la eternidad existe algún hecho que conmemora la divina
trascendencia; empero, todo lo superado deviene pronto en presidio, sólo basta prender la
mecha de la lucidez. A escasos metros del apocalipsis, el tigre sigue preso de sus pasos; el
alquimista de arduas incertidumbres; Yakarta de nuevas tiranías; y Agustín y Hermes, a pesar
de haber acariciado el conocimiento último, siguen siendo Agustín y Hermes.

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