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Esto, si bien no es malo hay que ver cómo es que se quiere hacer, no se cuestiona el carácter
regresivo de la PSU. No es una medida nueva, ya lo había anunciado Piñera para el 21 de mayo. Y
en el contexto de esta carta claramente tiene una función: Mostrar a un gobierno que cede frente a
una demanda general de acceso. Pero ojo, como dijimos, Piñera ya lo había mencionado y de todas
las demandas es la menos conflictiva, la que está más ampliamente consensuada y la que tiene más
respaldo técnico.
No hay mención alguna qué significa aumentar el presupuesto, hacia dónde va la plata.
Como veremos más adelante, no hay absolutamente ninguna referencia al problema de la
institucionalidad, no hay una diferenciación importante entre universidades estatales y
privadas. Desde la perspectiva de la CONFECH, es una vuelta de espalda a sus demandas, las que
se han concentrado abiertamente en el tema de la institucionalidad. Tanto Giorgio como Camila han
dicho por todos lados que la demanda de la institucionalidad es crucial, pues ésta entrega una forma
de entender la acreditación que va a reglamentar hacia dónde se van los fondos. Desde nuestra
perspectiva el tema de la institucionalidad también es fundamental, pues el presupuesto es que
podamos definir claramente entre las universidades privadas y públicas. Esto tiene una segunda
consecuencia y es que veremos como no hay ninguna referencia a regular el sector privado, lo
que es gravísimo.
Acá no se plantea una solución al tema de los endeudamientos, repactar la deuda es sólo
darle nuevos términos para que los deudores paguen lo que deben. Parece una concesión, pero en
primer lugar no es una solución al problema, y en segundo, al igual que lo de acceso, ya había sido
mencionado por Piñera el 21 de mayo.
Esto parece ser la única “concesión” de la carta (al petitorio de la CONFECH) aunque no
dice prácticamente nada, sólo que puede existir este fondo. La demanda con respecto a esto es que se
le entregue una gruesa cantidad de dinero a las universidades precarizadas para que solucionen
principalmente sus problemas de endeudamiento que las tienen sumidas en un círculo vicioso de
precarización. Pero tenemos que entender que la concesión con respecto a este punto está en medio
de un discurso que tiende radicalmente a la privatización, y desde allí, una inyección de recursos
única sin un aumento del financiamiento basal a las universidades estatales y sin la creación de
mecanismos orientados a mejorar el tema de la mala administración en éstas, sólo será la forma de
“demostrar” la “incapacidad” e “ineficiencia” de las universidades estatales, y tener la excusa
perfecta para avanzar a una privatización aún mayor.
Este punto es sumamente peligroso, en la forma como se está llevando (y que ya se empezó a
hacer en las universidades) se entiende este “nuevo trato” como la creación de gobiernos
corporativos. Esto significa gobernar las universidades a través del modelo del gobierno empresarial
dando pie junto con ello al estrechamiento de la participación del empresariado en las universidades.
Además es un gran paso atrás en la pelea por la democratización de los planteles (cuestión que
tampoco se toca en absoluto en la carta). Por último, e igualmente grave, hay que tener mucho ojo
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con eso de desburocratizar sus procedimientos pues tiende, como está ocurriendo en la USACH
ahora, a prácticas como la de la subcontratación de los empleados de la universidad.
Para definir si esto es o no una medida de importancia debería conocerse de cuánto sería este
aumento, puesto que las becas aumentan todos los años. Por otra parte, el gobierno ya había
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anunciado que entregaría 100.000 nuevas becas para alumnos que estudiaran en IP’s y CFT’s,
independiente de a cuáles fueran (medida que fue criticada por la CONFECH).
Con respecto a este punto, remitimos a lo mismo dicho con anterioridad con respecto a los fondos de
revitalización. En un principio podría no estar mal, pero hay que ver a qué específicamente se refiere,
observando la dirección que las políticas del gobierno han tenido con respecto a la educación
superior siempre tendientes al aumento de privatización del sistema.
En Resumen:
Vemos en la carta la primera buena jugada del gobierno, parece una carta amable con
disposición al diálogo y a los acuerdos, y que además desde un principio pareciera que está cediendo
con respecto a las demandas de la CONFECH. Sin embargo, no entrega ninguna garantía de lo
vinculante que sería el trabajo de la CONFECH dentro de la mesa de trabajo, más allá de un
trabajo en conjunto donde éstos tuvieran un rol meramente consultivo. Con respecto a lo que dice,
realmente es todo lo contrario a ser una carta que muestre concesiones de parte del gobierno, por el
contrario hay una abierta reafirmación de los principios presentados por Piñera el 21 de mayo y
de los puntos centrales de la reforma del gobierno que se han filtrado en los distintos medios. Con
respecto a los puntos de la CONFECH, más allá de ciertos guiños (que son cuestiones ya adelantadas
por el gobierno) como el tema del acceso o el Fondo Revitalizador, no hay nada, muchos de ellos ni
siquiera se mencionan (como la regulación al sector privado, el problema de la institucionalidad y la
TNE). Acceder a un fondo revitalizador para la educación pública, enmarcado dentro de las
demás propuestas del gobierno que no comprenden en absoluto la importancia de la existencia de
una educación pública estatal, sólo puede entenderse como una medida para dar el golpe de gracia a
las universidades estatales. Mediante la entrega de un fondo a universidades con pésima
administración y enormes deudas, y sin un aumento al financiamiento basal, esta medida se
conformará en la excusa perfecta para declarar que las universidades públicas ya no tienen salida, y
que la privatización es la respuesta ante el problema (algo similar a lo que pudimos ver con respecto
a la UTEM en el programa “Esto no tiene nombre” y a lo que ha hecho el Estado desde la reforma de
1980).
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En el fondo, no se tocan temas que son de suma importancia en el petitorio de la CONFECH.
Por ejemplo, no toca nada, pero absolutamente nada, el tema de la institucionalidad, no se
realiza ninguna diferencia entre los distintos tipos de universidades (lo que redunda en que tampoco
se hagan diferencias en relación hacia qué instituciones se van los fondos del aumento del Gasto
Público). No se menciona en absoluto la regulación al mundo privado. Y como decía, esto no es
casual sino que responde al modelo de institucionalidad levantado desde el gobierno donde se quiere
homologar a todos los tipos de instituciones (la necesidad de “igualar la cancha”). Junto con ello, la
referencia a la acreditación es completamente precaria y no presenta ningún cambio (más allá
de que ahora sea 2.0) con respecto a la actual, ni en cómo funciona (el lucro indiscriminado que se
genera en el proceso) ni en lo que mide.
Estas dos omisiones no son menores pues son la piedra angular del nuevo sistema de
educación superior en el que se piensa. Es fundamental, antes que todo, tener claro cómo es la
institucionalidad para saber con claridad hacia dónde se van los recursos.
Otras dos afirmaciones críticas y que, nuevamente, no son más que parte del proyecto
educacional del gobierno, son, primero la que realiza sobre las instituciones que lucran, donde no se
critica su existencia sino que sólo se postula la clarificación de su situación (aún cuando esto atenta
contra la normativa vigente) y segundo, cuando se habla de la desburocratización de las
universidades estatales, en la que, como ya dijimos, conociendo la política del gobierno entendemos
que esto se traduce en la instauración de gobiernos corporativos.
En definitiva, lo que tras esta carta hay, no es más que una estrategia desmovilizadora.
Se presenta una carta donde se ofrece una mesa de trabajo (sin garantías de nada y sólo sobre
financiamiento estudiantil) y donde el ministerio aparece cediendo a priori en ciertas demandas (en
un ejercicio sólo retórico porque vimos que son cuestiones presentadas por Piñera el 21 de mayo).
Con esto se pretende generar en el movimiento estudiantil la sensación de que ya hay un trecho
ganado en pos de mermar la capacidad movilizatoria de éste con las consecuencias que eso implica y
que todos conocemos.
Nuestra misión, como estudiantes que luchamos por la educación pública, es mostrar que
con esta carta no se ha ganado nada, en ella el ministerio no ofrece nada y no sólo eso sino que de
hecho, presenta abiertamente sus posturas que, como vimos, tienden a profundizar aún más el
sistema de Educación Superior tremendamente privatizado que tenemos hoy en día. Una mesa de
trabajo sin garantía de nada no nos debe interesar, nadie quiere la mesa por la mesa, sino que hay
que tener explicitadas las reales posibilidades de incidencia en la elaboración de las políticas
educacionales que el movimiento estudiantil tendrá. Por lo tanto, lo que tenemos en este momento
no es más que una estrategia del ministerio para romper la movilización estudiantil cuando aún no se
ha ganado nada. Es importante que seamos capaces de develar cómo detrás de las frases del gobierno
está la idea de profundizar un modelo que ya es absurdo con respecto a la forma como se da en otros
lados, en particular los países de la OCDE, con los que le gusta tanto compararse a Chile. No
debemos permitir que situaciones como estas contribuyan a mermar un movimiento estudiantil y la
movilización tiene que ir en alza. Aún no hemos ganado nada, se hace necesario hablar de
democracia, de no lucro, de regulación del sistema privado, de hacia dónde se van los fondos
del Estado, etc. y mostrar cómo el gobierno se está negando abiertamente a poner esos temas
sobre la mesa.