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Los animales Terrestres en la Antigüedad

Hace cientos de millones de años nuestro planeta experimentó la madre de todas


las edades de hielo. Un evento que no solo convirtió a la Tierra en una bola de
nieve gigante, sino que, según una investigación liderada por la Universidad
Nacional Australiana (Australia) probablemente también sentó las bases para una
revolución biológica. 

La respuesta a este vetusto misterio ha sido hallada en antiguas rocas


sedimentarias del centro de Australia en las que se han encontrado moléculas
orgánicas atrapadas en la roca que sugieren una floración global de algas tras el
derretimiento del hielo.
 
Así, el final de esta época de Tierra gélida liberó en el océano grandes cantidades
de nutrientes y, gracias a ellos, aparecieron algas y animales cada vez más
complejos.
 
"Aplastamos las rocas hasta convertirlas en polvo para extraer las moléculas de
los antiguos organismos. Estas moléculas nos dicen que algo realmente muy
interesante ocurrió hace 650 millones de años. Fue la revolución de
los ecosistemas: el surgimiento de las algas", explica Jochen Brocks, coautor del
trabajo.
 

Según el investigador, el surgimiento de las algas desencadenó una de las


revoluciones ecológicas más profundas de la historia de la Tierra, sin la que
los seres humanos y otros animales no existirían.

"Antes de que todo esto sucediera, hubo un evento dramático 50 millones de años
antes llamado Tierra Bola de Nieve". En dicho momento, la Tierra se congeló
durante 50 millones de años y, cuando la nieve comenzó a derretirse durante un
evento de calentamiento global extremo, los ríos arrojaron torrentes de nutrientes
al océano, arrancando este fabuloso proceso de la vida.
 
Los niveles extremadamente altos de nutrientes en el océano, y el enfriamiento
de las temperaturas globales a niveles más acogedores, creó las condiciones
perfectas para la rápida propagación de algas.

"Esos grandes y nutritivos organismos en la base de la cadena trófica (esto es, las


algas) proporcionaron la explosión de energía necesaria para la evolución de los
ecosistemas complejos, donde animales cada vez más grandes y complejos,
incluyendo a los humanos, pudieron medrar", aclara Brocks
Para ello, muchos cambian sufren alteraciones genéticas que con el paso de
muchos años los convierten en animales adaptados. Esta evolución supone un
paso adelante para estos, donde los humanos no nos encontramos al margen.

Hoy, 24 de noviembre, se celebra el Día Internacional de la Evolución. Esta


fecha tiene como principal finalidad recordar dos de los acontecimientos más
importantes para la humanidad.

El primero se trata de la publicación en el año 1859 del libro “El Origen de las
Especies” de Charles Darwin. El segundo, se dio en el año 1974 cuando se halló
el esqueleto de un homínido muy antiguo, un descubrimiento realizado por el
arqueólogo Donald Johanson.

El cuerpo encontrado fue bautizado como Lucy. Descubierto en Etiopía por los


arqueólogos Tom Gray y Donald Johanson fue un esqueleto bastante bien
preservado de la especie “Autralopithecus afarensis” y supuso una gran noticia
alrededor del mundo.

Unas esponjas marinas emparentadas con las que se usan en la ducha podrían ser
los primeros animales que habitaron la Tierra. En una investigación publicada en
la prestigiosa revista Nature datan los restos hallados en unas montañas del
noroeste de Canadá en unos 890 millones de años. Esto supone anticipar la
aparición de los metazoos (reino Animalia) en 350 millones. El hallazgo es
cuestionado por unos, pero apoyado por otros.

La investigadora de la Universidad Laurentiana (Canadá) Elizabeth Turner lleva


casi 30 años estudiando capas y capas de las Montañas Mackenzie, en el noroeste
americano. Ahora están a casi 3.000 metros de altura, pero durante millones de
años estuvieron debajo del mar. Su mayor interés lo ha puesto en la zona llamada
Little Dal. Con un grosor de 500 metros y una decena de kilómetros de diámetro,
lo que hoy parece piedra, eran en realidad unos arrecifes formados por
calcimicrobios, microorganismos calcáreos fosilizados. Entonces, toda la vida
que había en la Tierra eran microbios como estos y algas microscópicas.

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Ahora, en los márgenes de estos arrecifes, Turner ha encontrado otro material


fosilizado con una estructura que no le cuadraba con las bacterias y sí con otra
nueva forma de vida. “No son como los habituales fósiles que uno podría ver en
un museo, como conchas y exoesqueletos; no son partes duras mineralizadas
creadas por los animales durante su vida. Al contrario, lo que se conserva son
pequeñas masas que contienen una red microscópica de pequeños túbulos que se
unen entre sí [anastomosis]. Es la complejidad de la malla tridimensional lo que
resulta tan inusual y complejo para rocas de esa edad”, dice. “El patrón de
ramificación y reunión de esta red es bastante distintivo: es diferente a los tipos
de ramificación conocidos de otros tipos de organismos que podrían haber estado
presentes, como bacterias, algas e incluso hongos. Pero es casi idéntico a las
mallas que se han descrito de fósiles de esponjas más recientes y a los esqueletos
esponjosos de las demosponjas actuales”, añade.

“El patrón de ramificación y reunión de esta red es diferente a los tipos de


ramificación conocidos de otros organismos que podrían haber estado presentes,
como bacterias, algas e incluso hongos. Pero es casi idéntico a las mallas que se
han descrito de fósiles de esponjas más recientes”

Elizabeth Turner, autora del estudio publicado en 'Nature'

Hay un elevado consenso científico sobre las esponjas marinas (poríferos)


como los primeros animales que habitaron la Tierra. Como lo hay al
considerarlas los ancestros de toda las formas de vida que hoy forman el reino
Animalia, desde peces hasta aves, pasando por mamíferos, moluscos o reptiles.
Pero no aparecen en el registro fósil hasta hace unos 540 millones de años. Así
que el hallazgo de Turner implicaría retrasar el reloj de la emergencia animal en
350 millones de años, hasta la era neoproterozoica.

Pero la cosa no es tan sencilla. Lo recuerda Martin Dohrmann, biólogo evolutivo


de la Universidad de Múnich (Alemania) cuando dice que “la interpretación de
estas estructuras como esponjas es ciertamente controvertida y no será
universalmente aceptada por la comunidad científica”. Pero de lograrlo, “también
significaría que el antepasado de todos los animales modernos tenía una anatomía
muy similar a una demosponja queratosa, lo que de hecho sería un hallazgo
verdaderamente notable”, añade Dohrmann, para el que esto supondría que las
demosponjas modernas “podrían considerarse como una especie de fósiles
vivientes”. Sin embargo, el científico alemán insiste en que habría que descubrir
“más y mejor conservadas estructuras como estas en diferentes localizaciones y
estratos neoproterozoicos para determinar sus verdaderas afinidades”.

Aún más dudas tiene el biólogo de la Universidad de Lausana (Suiza) Jonathan B


Antcliffe, cuya carrera científica está centrada en la aparición y evolución de las
esponjas. “Su interpretación es incorrecta. Se trata de microbialitos [acumulación
de material microbiano mineralizada y petrificada]. No ha demostrado ninguna
de las características diferenciales de las esponjas. Y estos fósiles son tubos sin
rasgos distintivos. Cualquier forma de vida puede hacer tubos sin características
distintivas”, opina. “Los fósiles se encontraron con muchos fósiles microbianos,
así que probablemente también lo sean”, añade. Entre esos detalles que echa en
falta Antcliffe están la ausencia de espículas, como pinchos o ramitas que
destacan de la estructura o huellas de los característicos poros de las esponjas.

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