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Universidad Franciscana de México

Licenciatura en Derecho

Catedrático: J. Guadalupe González


Olvera

Alumna: Erendira Fernanda


Mendoza Villagómez

Teoría del Derecho


4° Semestre

Semana del 23 al 27 de marzo


La causa de los contratos

Conforme a la definició n del Có digo Civil para el Estado de Guanajuato, contrato quiere decir:
contrato es el acuerdo entre dos o má s personas para crear, trasferir, modificar o extinguir
obligaciones.

Es uno de los requisitos bá sicos para la existencia del contrato. Es el motivo fundamental por
el que cada contratante se obliga frente al otro. Así, uno se obliga a pagar un precio porque el
otro se obliga a entregar una mercancía; un contratante se obliga a beneficiar a otro, sin
recibir nada a cambio, porque quiere recompensarle un servicio ya efectuado. Los motivos
referidos no tienen relevancia jurídica mientras son lícitos: la causa es el motivo
estereotipado en los grandes grupos de contratos. Cuando el motivo es ilícito o inmoral,
adquiere relieve propio: aparece el concepto de causa ilícita, eclipsando el concepto
estereotipado, y se perfila la nulidad del contrato.

La causa constituye un caso especial entre los elementos esenciales y de validez de los
contratos. La causa es un elemento importantísimo para la creació n de los ya mencionados.
Para el contrato, hay elementos indiscutibles para la creació n, estos son: el consentimiento y
el objeto para la existencia del mismo; la capacidad, la forma, la ausencia de vicios en el
consentimiento y la licitud en el objeto, motivo o fin, por lo que se refiere a la validez. Pero
surge un elemento llamado “causa”, que se reconoce en el derecho francés, de este elemento
se han elaborado distintas teorías: una llamada causalista y la otra anticausalista.

 Causa final: Es la que menciona el elemento esencial o de validez en el contrato. Es el


fin abstracto, rigurosamente idéntico en cada categoría de los contratos, que en forma
necesaria se proponen las partes al contratar.

Fatalmente en cada categoría de contratos siempre encontraremos la misma causa final. La


causa es la obligació n del vendedor para transmitir el dominio se encuentra en la obligació n
del comprador para pagare el precio. También, es rigurosa e idéntica en cada categoría o
grupo de contratos.

 Causa impulsiva: consiste en el fin personal que cada parte se propone al contratar, y
que, por lo tanto, es variable en cada contrato y en cada persona.

Son las razones muy personales, que cada quien tiene al celebrar un contrato, que no
pueden ser idénticos ni siquiera en un contrato especial, porque en la compraventa una
parte comprará para satisfacer una necesidad, otra comprará por gusto, otra para
comerciar, etc.

Esta causa impulsiva se distingue de la causa final y tiene características especiales.

 Causa eficiente: es la fuente de obligaciones que nada tiene que ver con la causa final
ni con la impulsiva.

Definiciones de Domat
La causa de la obligació n de una de las partes se encuentra en la obligació n de la otra parte.
Que en todo contrato bilateral una parte se obliga ú nica y exclusivamente porque la otra e
obliga; que no podemos encontrarle otra causa jurídica a las obligaciones del vendedor para
transmitir el dominio y entregar la cosa, que en la obligació n del comprador de pagarle el
precio, por la independencia o solidaridad que existe en otras obligaciones correlativas.

Doctrina anticausalista

Dice Ernst que la causa se confunde con el consentimiento en los contratos a título gratuito,
porque el animus donandi no es otra cosa que la manifestació n de la voluntad en el que desea
hacer la liberalidad. El consentimiento en todo contrato a título gratuito necesariamente
implica el animus donandi, porque el donante al manifestar su voluntad, lo hace a sabiendas
de que no va a recibir contraprestació n alguna y declarando que en forma gratuita transmite
el dominio de la cosa.

En os contratos bilaterales también cuando una parte se obliga, manifiesta su voluntad en


atenció n a que la otra se ha obligado; es decir, lo que se llama “causa” en la doctrina clá sica no
es otra cosa que el objeto, pues es lo que cada parte debe a la otra-

Segú n Laurent es el objeto considerado desde un punto de vista especial, En el mismo


contrato de compraventa, el objeto de la obligació n del vendedor es la cosa, y el objeto de la
obligació n del comprador es el precio. Segú n la doctrina causalista, la obligació n del vendedor
tiene como causa el precio y éste a su vez es objeto del contrato por lo que se refiere a la
obligació n del vendedor.

En los contratos reales la causa es la entrega de la cosa; pero la entrega de la cosa es un


presupuesto necesario, de tal manera que si no hay entrega no llega a existir el contrato.

Tesis de Planiol

Considera que la doctrina de la causa es falsa e inú til.

 La causa es falsa: Considera que si una obligació n es causa de la otra, existe una
relació n de causalidad; es decir, que una obligació n es causa y la otra es efecto. Por lo
tanto, en los contratos bilaterales la tesis causalista tiene que admitir que primero
nace una obligació n, que será causa de la obligació n de la otra parte, y que ésta será su
efecto.
 La causa es inú til: En los contratos bilaterales, cuando falta la causa, Planiol sostiene
que falta el objeto.

Doctrina moderna de la causa

Dice Capitant que por “causa” debe entenderse el fin inmediato que se proponen los
contratantes, y que ese fin no es otro que el cumplimiento del contrato.

También dice que una parte se obliga, no simplemente para que haya una declaració n virtual
de la otra parte para cumplir la obligació n; que fundamentalmente una parte se obliga en los
contratos bilaterales, para que la otra ejecute su prestació n, y no simplemente para que
declare que la va a ejecutar.

La causa en todos los contratos consiste en el fin inmediato que persiguen las partes al
obligarse, y este fin inmediato es el cumplimiento efectivo del contrato. Si el contrato no se
cumple, propiamente la causa que tuvo una de las partes al obligarse ha desaparecido.

Transformació n que sufre la doctrina clá sica de la causa a través de la jurisprudencia francesa
de mediados del siglo pasado.

La forma como elemento de validez en los contratos

Los contratos se clasifican en:

 Formales
 Consensuales; y
 Solemnes.

1. Los contratos formales sin aquellos en el que el consentimiento debe manifestarse por
escrito, como un requisito de validez , de tal manera que si el consentimiento no se
manifiesta en escritura pú blica o privada, estará afectá ndola nulidad relativa. El
contrato formal es susceptible de ratificació n expresa o tá cita; en la expresa se
observa la forma omitida; en la tá cita se cumple voluntariamente el contrato y queda
purgado el vicio.
2. El contrato consensual es aquel que para su validez no requiere que el consentimiento
se manifieste por escrito, puede ser verbal o tratarse de un consentimiento tá cito
mediante hechos que necesariamente lo supongan, o derivarse del lenguaje mímico,
que es otra forma de expresar el consentimiento sin recurrir a la palabra o a la
escritura.
3. Los contratos solemnes, son aquellos en que la forma se ha elevado, por la técnica
jurídica a un elemento esencial del contrato, de tal manera que si no se observa la
forma, el contrato no existe.

No hay un solo contrato de cará cter patrimonial en que nuestra legislació n civil elija la forma
como elemento esencial del contrato.

Manifestació n del consentimiento

El consentimiento en los contrato debe manifestarse por cualquier medio que revele cuá l es la
voluntad de los contratantes. La exteriorizació n de la voluntad es indispensable para que se
forme el consentimiento en los contratos.

La forma normal de manifestar el consentimiento, es mediante la palabra o la escritura; pero


no ú nicamente existen dichos medios. El derecho reconoce, ademá s, el lenguaje mímico, la
ejecució n de ciertos gestos, señ as o actos que también constituyen una forma vá lida en ciertos
contratos para la exteriorizació n de la voluntad.

Consentimiento expreso y tácito

En el Có digo vigente se menciona que, el consentimiento puede ser expreso o tácito. Es


expreso cuando se manifiesta verbalmente, por escrito o por signos inequívocos. El tácito
resultará de los hechos o de los actos que lo presupongan o que autoricen a presumirlo,
excepto en los casos en que por ley o por convenio la voluntad deba manifestarse
expresamente.

La forma como elemento de validez del contrato

Es un elemento de validez en los contratos, que la voluntad se manifieste con las formalidades
que en cada caso exige la ley. Es decir, si la voluntad no se manifiesta con las formalidades
legales, el contrato esta afectado de nulidad relativa. Las formalidades que requiere la ley
suponen siempre el consentimiento expreso; en el tácito no hay formalidades; dentro del
consentimiento expreso, las formalidades suponen que la voluntad se manifiestan siempre en
un documento pú blico o privado por escrito.

Para la expresió n del consentimiento revistiendo una formalidad, la ley se ha preocupado só lo


de reglamentar la forma escrita y los que pueden otorgarse verbalmente ya no reputan
formales, porque no se requiere el uso de palabras sacramentales para que el consentimiento
se exprese ú nica y exclusivamente en esa forma.
En cuanto al lenguaje mímico, que es otra forma de consentimiento expreso, éste no es un
medio apto para celebrar contratos formales.

La forma como elemento de prueba, sin afectar la validez del contrato

En ocasiones, el có digo procesal exige que los contratos consten por escrito, para que puedan
ser debidamente probados, o bien para que se dé entrada a una demanda en que se invoque
un determinado contrato. Si éste no consta por escrito, el juez no debe dar entrada a esa
demanda.

En estos casos la ley requiere de forma escrita, no como un elemento de validez en la


expresió n del consentimiento, sino simplemente como un elemento de prueba.

Consecuencias jurídicas para el caso de inobservancia de la forma

En nuestro derecho se clasifican desde el punto de vista de la forma, en consensuales y


formales. No hay contratos solemnes.

Cuando el có digo civil mexicano exige que el contrato conste por escrito o en escritura pú blica
, siempre es posible purgar el vicio de nulidad, cuando no se observa esa forma, mediante la
ratificació n expresa, cumpliendo con las formalidades omitidas, o por ratificació n tá cita,
cumpliendo voluntariamente con la obligació n.
Purga del vicio de nulidad, cuando no se observa la formalidad prescrita por la ley

Como todo contrato formal, cuando no se otorga vá lidamente está afectado de nulidad
relativa, existe en nuestro derecho la posibilidad de purgar el vicio mediante el cumplimiento
voluntario, por la ratificació n tácita, ratificació n expresa o bien por el transcurso del tiempo,
merced a la prescripció n negativa.

Tanto la ratificació n tá cita como la expresa suponen que el interesado en la nulidad conoce el
vicio; que no obstante que lo conoce, renuncia a la acció n de nulidad y en forma consciente
cumple voluntariamente un contrato nulo, o bien otorga la formació n omitida.

Por lo tanto, si en el cumplimiento voluntario de una obligació n nula existe error, debido a que
se pensó que el contrato era vá lido, este cumplimiento voluntario no viene a purgar el vicio de
nulidad. La manera general de purgar el vicio por el cumplimiento voluntario es ejecutando el
pago o novando la obligació n.

En la novació n se substituye la obligació n antigua por una nueva; pero es preciso que aquel
que ejecuta el pago o celebre la novació n sepa que el contrato es nulo, y que renuncie a la
nulidad cumpliendo voluntariamente

Capítulo IV
De la Novació n

Artículo 1704. Hay novació n de contrato cuando las partes en él interesadas lo alteran
substancialmente substituyendo una obligació n nueva a la antigua.

Artículo 1705. La novació n está sujeta a las disposiciones relativas a los contratos, salvo las
modificaciones siguientes.

Artículo 1706. La novació n nunca se presume, debe constar expresamente.

Artículo 1707. Aun cuando la obligació n anterior esté subordinada a una condició n
suspensiva, solamente quedará la novació n dependiente del cumplimiento de aquella, si así se
hubiere estipulado.

Artículo 1708. Si la primera obligació n se hubiere extinguido al tiempo en que se contrajere la


segunda, quedará la novació n sin efecto.

Artículo 1709. La novació n es nula si lo fuere también la obligació n primitiva, salvo que la
causa de nulidad solamente pueda ser invocada por el deudor, o que la ratificació n convalide
los actos nulos en su origen.

Artículo 1710. Si la novació n fuere nula, subsistirá la antigua obligació n.

Artículo 1711. La novació n extingue la obligació n principal y las obligaciones accesorias. El


acreedor puede, por una reserva expresa, impedir la extinció n de las obligaciones accesorias,
que entonces pasan a la nueva.
Artículo 1712. El acreedor no puede reservarse el derecho de prenda o hipoteca de la
obligació n extinguida, si los bienes hipotecados o empeñ ados pertenecieren a terceros que no
hubieren tenido parte en la novació n. Tampoco puede reservarse la fianza sin consentimiento
del fiador.

Artículo 1713. Cuando la novació n se efectú e entre el acreedor y algú n deudor solidario, los
privilegios e hipotecas del antiguo crédito só lo pueden quedar reservados con relació n a los
bienes del deudor que contrae la nueva obligació n.

Artículo 1714. Por la novació n hecha entre el acreedor y alguno de los deudores solidarios,
quedan exonerados todos los demá s codeudores, sin perjuicio de lo dispuesto en el artículo
1487.

En la ratificació n expresa, existe desde luego el conocimiento de que en el contrato no se


observaron las formalidades legales, y por eso es preciso otorgarlo nuevamente, cumpliendo
con aquellas.

La prescripció n presupone que el interesado conoce el vicio y no intentó la nulidad; que dejó
transcurrir el tiempo necesario para que ese contrato quedará convalidado; que hay, por
consiguiente, una renuncia tá cita de la acció n y que existe el mismo fundamento que en la
ratificació n expresa o tá cita para convalidar retroactivamente el contrato.

La lesión en los contratos


Perjuicio contemporá neo del acuerdo de voluntades resultante de la diferencia de valor entre
las prestaciones de un contrato sinalagmá tico o entre los lotes atribuidos a los
coparticipantes.

La lesión en un contrato existe cuando alguien se ha aprovechado del estado de necesidad, la


inexperiencia o la penuria de otro individuo, y obtiene un lucro desproporcionado al que él
por su parte se obligó .

Existen dos teorías que explican la lesió n en los contratos.

Teoría Subjetiva.
Se enfoca en el elemento subjetivo, consiste en la explotació n de la necesidad, ligereza,
inexperiencia o penuria que uno de los contratantes hace al otro. De existir esta situació n se
considera que se actualiza la hipó tesis de la lesió n en los contratos.

Teoría Objetiva. 
Esta teoría solo atiende al elemento Objetivo de la lesió n que es la desproporció n entre la
prestació n y lucro obtenido. Los seguidores objetivos de esta teoría consideran la  ventaja
patrimonial evidentemente desproporcionada y sin justificació n para que exista la lesió n.
Teoría Mixta.
Comprende los elementos de la lesió n, el objetivo y subjetivo

La solució n del problema no radica en dar predominio a la seguridad o a la justicia.

Ratio jaris: La disposició n reside en la necesidad de proteger eficazmente a los débiles y los
abusos de los má s calificados.

La capacidad y la representación

La capacidad como elemento de validez del contrato

La capacidad só lo es un elemento que se requiere para que el contrato sea vá lido. Por
consiguiente, la incapacidad es una causa de invalidez que origina la nulidad relativa del
contrato o del acto jurídico en general.
La capacidad no es un elemento esencial de los contratos, toda vez que los celebrados por
incapaces existen jurídicamente; son susceptibles de ratificació n para quedar convalidados
retroactivamente, o bien puede prescribir la ineficacia que los afecta.

No obstante a esto, si la capacidad no afecta a la existencia del contrato, sí es un requisito que


se refiere a un elemento esencial del mismo, de naturaleza psicoló gica, llamado
consentimiento.
El consentimiento se forma por el acuerdo de voluntades; para que se constituya de manera
perfecta, esas voluntades deben ser de personas capaces y no estar afectadas de un vicio en
cuanto a la libertad o certeza de la propia manifestació n de voluntad. Para que el
consentimiento pueda, por consiguiente, existir vá lidamente, debe ser emitido por persona
capaz, en forma cierta, es decir, libre de error o de dolo, y en forma libre, no afectado por
violencia.

La representació n

Toda incapacidad de ejercicio origina la necesidad de una representació n legal, porque si se


admite la capacidad de goce, pero se niega la de ejercicio y no se busca un medio legal para
que se ejerciten los derechos que el titulas no puede hacer valer directamente, se negaría
prá cticamente también la capacidad de goce.

La representació n supone dos condiciones


1. Que el acto jurídico se ejecute por el representante, en nombre del representado.
2. Que ese acto jurídico se realice por cuenta del representado.
El primer elemento implica al segundo, pero éste no incluye al primero; es decir, el acto
jurídico que se ejecuta en nombre del representado, siempre es por su cuenta, pero el que se
celebra por cuenta del representado no es siempre en su nombre.

El acto jurídico se ejecuta por el representante en nombre del representado

Esto significa que es la voluntad jurídica del representado, aunque no su voluntad psicoló gica,
la que concurre para la validez del acto jurídico.

El acto jurídico se realiza por cuenta del representado


El patrimonio del representado rsulta afectado reportando las obligaciones que contrajo el
representante, asimismo, ese patrimonio resulta beneficiado adquiriendo los derechos que
nacen del acto jurídico que llevó a cabo éste.

Las diferentes formas de representació n


Se clasifica en dos formas: lega y voluntaria.
Existe representació n legal cuando por virtud de una norma jurídica alguien puede actuar en
nombre y por cuenta de otro, reconociéndose validez a los actos que realiza para afectar a la
otra persona y al patrimonio del representado. En cambio, existe representació n voluntaria
cuando una persona puede actuar en nombre y por cuenta de otra, por un mandato expreso o
tácito que ha recibido de ésta.

Los casos de representació n legal son estos:


A) Representació n de los incapacitados
B) Representació n de los intereses sujetos a concurso o quiebra
C) Representació n de los bienes, derechos y obligaciones en una herencia.
D) Representació n en el caso de ausencia.

Los casos de representació n voluntaria se presentan de diversas normas: general y especial;


pero también los ó rganos representativos de las personas morales (sociedades civiles o
mercantiles) designan un ó rgano de representació n, que puede ser simpe o colegiado

Utilidad de la representació n
1. Como un institució n jurídica necesaria en la representació n legal y
2. Como una institució n jurídica prá ctica en la representació n voluntaria.
En la representació n legal es una institució n necesaria, porque no podrían los incapacitados
ejercer sus derechos sin ella y eso sería privació n de la capacidad de goce.
En la representació n voluntaria existe simplemente una utilidad prá ctica en el mandato, para
suplir cierta deficiencia de conocimiento.

Los vicios del consentimiento

En cuanto al error, éstos son sus grados:


a) El que destruye la voluntad, originando la inexistencia del acto jurídico o del contrato;
b) El que simplemente vicia el consentimiento y motiva la nulidad relativa del negocio
jurídico
c) El error que es indiferente en cuanto a la validez del acto o contrato.

En cuanto al dolo, es el que nulifica el contrato y el incidental que carece de efectos en cuanto
a la validez del mismo. Para el primero insistimos que el dolo no es por sí mismo un vicio de
voluntad, sino que só lo se considera como tal en tanto que induce a un error determinante de
la misma.
Se define al dolo como: toda maniobra, astucia, trampa o disimulació n de que una de las
partes se sirve para inducir a la otra a la celebració n de un acto jurídico con el objeto de
procurar, para sí o para un tercero, una ventaja injusta o de perjudicar simplemente a su
contratante sin obtener ventaja alguna.

La violencia es conocida como fuerza, miedo o intimidació n. Es toda coacció n grave,


irresistible e injusta ejercida sobre una persona razonable con e objeto de determinarla,
contra su voluntad, a aceptar una obligació n o a cumplir una prestació n dada.

Requisitos de validez

Son requisitos de validez aquellos que posibilitan que el acto jurídico nazca perfecto a la


vida del derecho. Si bien su no concurrencia no afecta la existencia misma del acto jurídico,
éste adolecerá de un vicio que lo hará susceptible de ser anulado.

Los elementos de validez del acto jurídico son la manifestació n de voluntad, licitud,


ausencia de vicios, capacidad, formalidad y forma.

Un acto jurídico está sustentando por los elementos de existencia, sin embargo son los
elementos de validez los que le otorgan la legalidad.
Dentro de estas definiciones puede entenderse que aú n correctamente conformado, un acto
jurídico solo es vá lido si cumple con los requisitos de validez, de lo contrario se vuelve nulo.

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