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Consideraciones básicas

El procesador se considera como el corazón del equipo. De él depende en gran medida


el rendimiento global del equipo, ya que se encarga de llevar a cabo el procesado
general todas las tareas que realizamos y de «alimentar» a otros componentes tan
importantes como la tarjeta gráfica, por ejemplo.

Sin embargo debemos tener en cuenta que su importancia puede verse incrementada o
reducida en función del uso que vayamos a dar al equipo en el que vaya integrado, y que por
tanto deberemos aprender a priorizar en consecuencia. Lo entenderemos mejor una serie de
ejemplos sencillos que vamos a repasar a continuación:

Equipos para multimedia, ofimática y navegación web

Equipos para juegos:

Equipos para trabajo intensivo:

Arquitectura, modelos y proceso de fabricación


El proceso de fabricación influye directamente en la eficiencia del procesador, es decir
en la relación rendimiento por vatio. También influye en las temperaturas.

Por contra los cambios de arquitectura suelen indicar un aumento de rendimiento que


puede derivar del aumento de núcleos, del incremento de la frecuencia de trabajo o de
un mayor IPC (cantidad de instrucciones que puede procesar por ciclo de reloj).

Instrucciones por ciclo de reloj (IPC)


De este punto debéis sacar en claro que un procesador con un mayor IPC
tendrá núcleos más potentes y ofrecerá por tanto un mayor rendimiento.
A nivel de consumo general la mayoría de aplicaciones dependen principalmente de
este elemento para ofrecer una buena experiencia de uso, así que una vez que hayamos
cubierto el mínimo recomendado de núcleos debemos apostar por elegir una solución
con el mayor IPC posible

Número de núcleos e hilos


Si una aplicación no está diseñada para utilizar más de dos núcleos de nada nos servirá contar
con un procesador de cuatro núcleos o más y el mismo acabará desaprovechado.

Por contra los hilos se conocen también como núcleos virtuales. Son una forma de aumentar la
capacidad de paralelización en procesadores multinúcleo, ya que actúan elevado a dos la
cantidad de hilos o tareas que puede llevar a cabo de forma simultánea un núcleo físico.
En algunos casos esto ayuda a mejorar considerablemente el rendimiento, especialmente
cuando hablamos de procesadores con un bajo conteo de núcleos físicos.

Velocidad de trabajo
La velocidad de trabajo o frecuencia de reloj indica la frecuencia a la que conmutan
eléctricamente los transistores que encontramos en el procesador, es decir, el ritmo al que
abren y cierran el flujo de una corriente eléctrica

Cada núcleo trabaja a su propia frecuencia y tiene su propio IPC, lo que significa que por
ejemplo una CPU Sandy Bridge de cuatro núcleos a 3,5 GHz ofrecerá un rendimiento inferior
comparada con una CPU Skylake de cuatro núcleos a 3,2 GHz.

Es importe tenerlo muy en cuenta ya que ni frecuencia de trabajo ni conteo de núcleos son
valores absolutos para dar por sentado el rendimiento comparado de una CPU.

Memoria caché L3
A día de hoy la mayoría de las CPUs que ofrecen Intel y AMD cuentan con memoria caché de
tercer nivel, así que la evolución ha sido positiva y dicho elemento se ha convertido en algo
habitual en las CPUs tanto de gama alta como de gama media y baja.

La memoria caché de tercer nivel actúa como una pequeña reserva de memoria que
incorpora el procesador y que resulta mucho más rápida que la memoria RAM.

Con ella se pueden evitar tareas de procesado redundantes, ya que la caché L3 guarda


datos y operaciones ya realizadas por el procesador que se consideran como básicas y
a las que se puede tener acceso directo cuando sea necesario.
De esta manera se evita volver a generar cargas de trabajo innecesarias que puedan
llegar a saturar el procesador.

Notas finales
Como hemos anticipado para elegir bien el procesador de nuestro equipo no todo son
núcleos y MHz. Podríamos hablar también del tema de la plataforma y de las memorias
pero extendería este artículo en demasía y acabaría quedando como algo
excesivamente complejo.

De lo expuesto podemos sacar una serie de conclusiones interesantes que os vamos a


dejar resumidas a continuación:

 Si vamos a montar un equipo para ofimática y tareas básicas como


navegación web y multimedia la mejor opción sería un procesador de dos
núcleos, bajo consumo y alto IPC fabricado en proceso de 14 nm, como
el Celeron G3900.
 En caso de que vayamos a montar un equipo para juegos el mínimo sería
un procesador con cuatro hilos y alto IPC como el Pentium G4560. El
nivel óptimo lo tendríamos a partir de un Core i5 4570 o un RYZEN 5 1400.
 Para equipos de alto rendimiento que sirvan tanto para trabajar en
entornos multihilo como para disfrutar de un alto desempeño en juegos el
mínimo recomendable lo tenemos en los procesadores Core i7 4790K o
en un RYZEN 1500. El nivel óptimo estaría a partir de un Core i7 6800K o
un RYZEN 1600.

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