Está en la página 1de 15

Seguridad vial con perspectiva de

género: el rol de la mujer con los


medios de transporte y la movilidad
sustentable.

Informe realizado por La Caja sobre una base de 400 casos,


mujeres y varones de 18 a 60 años, que residen en AMBA,
Córdoba, Mendoza, Tucumán, Rio Negro.Dentro del marco de
la Campaña anual de Seguridad Vial Sustentable realizada por
La Caja durante el mes de octubre de 2021.

En este informe se presentan los resultados de una investigación que aborda


la vinculación entre la movilidad cotidiana, los hábitos y costumbres en torno a
la seguridad vial y las reconfiguraciones ocurridas a partir de la pandemia de
COVID-19.

Se propone asimismo hacerlo desde la perspectiva de género, evidenciando


cómo las mujeres experimentan la ciudad, los espacios públicos y el escenario
vial de manera distinta a los varones, en tanto allí se ponen en juego los roles
de género, entendidos como las convenciones sociales que se asignan a las
mujeres (y varones) actividades, actitudes, normas y valores (Karsten y Meer-
tens, 1992). Los cuales configuran, entre otras, la naturalización de la dedica-
ción de las mujeres a las tareas de cuidado y de la doble (o triple) jornada labo-
ral, en el caso de ser trabajadoras remuneradas.

El trabajo se basa en una encuesta online de 400 casos, realizada a mujeres


(50%) y varones (50%) de entre 18 y 60 años residentes en AMBA (50%), Cór-
doba (15%), Mendoza (15%), Tucumán1 (10%) y Río Negro (10%). Y utiliza
asimismo para dar contexto información proveniente de las encuestas de
movilidad domiciliarias realizadas por el Ministerio de Transporte de la Nación
y que aplican a las áreas bajo análisis (áreas metropolitanas de Córdoba,
AMBA, Mendoza, Tucumán) aunque también están disponibles de manera
pública los datos para otras 6 áreas metropolitanas argentinas: Rosario, Posa-
das, Salta, Santa Fe-Paraná, Neuquén-Cipoletti y Corrientes-Resistencia2.

A continuación se presentan los principales resultados. En una primera parte


se muestra de manera sintética cómo es la movilidad diaria de mujeres y varo-
nes con base en las distintas necesidades cotidianas, se indaga en cómo

1 Año de las Encuestas de Movilidad Domiciliarias (ENMODO): Córdoba (2009), AMBA (2009-10), Mendoza
(2010) y Tucumán (2011).
2 Esta ola de relevamientos realizados por el Ministerio de Transporte de la Nación entre 2009 y 2013 no incluyó

a la ciudad capital de la provincia de Río Negro.


perciben de manera diferencial sus experiencias de viaje en cuanto a la inse-
guridad vial en general y cómo desde los distintos roles en el escenario vial se
ponen en práctica conductas no tan ‘seguras’. La segunda parte avanza en
plantear si la pandemia puede implicar una oportunidad de cambios sostenidos
en el tiempo en el escenario vial, en especial el rol de las mujeres.

PRIMERA PARTE: movilidad cotidiana, experiencia de viaje y seguridad


vial

Mujeres activas como trabajadoras: en el mercado de


trabajo y en los hogares

Las mujeres argentinas han ido incrementado su participación en el mercado


de trabajo de manera sostenida desde mediados del SXX, aunque sus tasas
de actividad3 aún hoy continúan siendo menores a las de sus pares varones. A
la vez que su inserción no ha sido en igualdad de condiciones, pues no se
produjo por ejemplo de la misma forma en todos los sectores y ocupaciones,
categorías de puestos, niveles de remuneración o participación sindical, aun
cuando paralelamente han consolidado, por ejemplo, su protagonismo entre
las estudiantes y graduadas universitarias.

No obstante, los cambios ocurridos respecto de la distribución al interior de los


hogares de las tareas de reproducción son mucho más lentos. Mostrando que
en la actualidad incluso mujeres laboralmente activas realizan más que los
varones las tareas vinculadas a la limpieza de la casa, las compras, prepara-
ción de alimentos y el cuidado de niños/as o adultos/as mayores.

La clara desigualdad evidenciada en la vida cotidiana implica para las mujeres


una tensión entre las diversas actividades que pueden realizar a lo largo del
día y tiene su correlato en una clara diferencia en por qué motivos se mueven
a diario en las ciudades (ver Gráficos 1 y 2).

Gráfico 2. Viajes por motivo Dejar /


Gráfico 1. Viajes por motivo trabajo,
Buscar / Acompañar a miembro del
según género y por área
hogar a centro educativo, según género
metropolitana. En %
y por área metropolitana. En %

100% 100%
22% 21%
31% 33%
75% 75%
62% 62% 62% 66%
50% 50%
78% 79%
69% 67%
25% 25%
38% 38% 38% 34%

0% 0%
Córdoba AMBA Mendoza Tucumán Córdoba AMBA Mendoza Tucumán
mujeres varones mujeres varones

Fuente: elaboración propia con base en Gutiérrez y Pereyra (2019).

3 Es calculada como porcentaje entre la población económicamente activa y la población total.


El importante peso de la movilidad para ‘Dejar / Buscar / Acompañar a miem-
bro del hogar a centro educativo’ que realizan a diario las mujeres (ver Gráfico
2) repercute en cómo es vivida la experiencia de viaje de las mujeres dado que
muchos de sus desplazamientos incluyen a niños/as, lo que conlleva por un
lado moverse en horarios muchas veces distintos a los horarios pico más aso-
ciados a la actividad productiva y, por otro, asumir mayores preocupaciones
sobre la integridad física y la seguridad ya sea propia como de las personas a
cargo y una potencial incomodidad y dificultad al viajar con bolsos, mochilas
y/o cochecitos de bebé. Siempre teniendo en cuenta que las mujeres no dejan
de moverse además, como ya se vio, por cuestiones laborales u otros motivos
tales como hacer compras, asistir a centros de salud, etc.

Lo que pone asimismo en evidencia la distinta disponibilidad de tiempo ‘libre’ que


disponen mujeres y varones, situación que funciona como un importante condi-
cionante para las primeras respecto al acceso a las oportunidades (laborales y
de bienes y servicios) que brindan las ciudades. Repercutiendo en su autonomía
física, económica y así en la concreción de los derechos ciudadanos.

Todas las personas somos peatones

Por otro lado y respecto a los medios de transporte a través de los cuales se
concretan estas distintas necesidades de movilidad, las mujeres son las princi-
pales usuarias del transporte público y realizan además una gran proporción
de viajes a pie para realizar sus actividades diarias. Lo que se observa tanto
AMBA como en las otras ciudades del país analizadas, con la única salvedad
de que en estas últimas el transporte público, en general, lo componen única-
mente los colectivos urbanos, en tanto que en el AMBA se contabilizan tam-
bién trenes y subte. Lo que muestra que la diversa canasta de actividades
social, espacial y temporalmente compleja de las mujeres es resuelta más bien
en la proximidad de sus hogares o usando transportes que ofrecen menor
cobertura, flexibilidad y autonomía de movimiento (Gutiérrez y Pereyra, 2019).

Asimismo los varones también utilizan a diario el transporte público y las cami-
natas. Visibilizando el hecho de que tanto varones como mujeres protagonizan
en algún momento del día el rol de peatón en el escenario vial.

El auto se usa. Pero ¿quiénes?

Respecto del uso del auto es importante considerar que no todos los hogares
cuentan con este recurso de movilidad: en las ciudades analizadas entre un
tercio y algo más de la mitad de los hogares posee al menos un vehículo4.

4 Datos correspondientes a las encuestas de movilidad domiciliaria (ENMODO) de Córdoba, Mendoza,

Tucumán y AMBA.
Su uso se incrementa en aquellos hogares de mayores ingresos y las mujeres
lo usan menos que los varones como medio de transporte diario. Incluso
cuando hay vehículo en el hogar no son las mujeres quienes lo utilizan efecti-
vamente, dejando ver que al interior de los hogares las decisiones sobre los
recursos de movilidad evidencian un sesgo de género.

Gráfico 3. Viajes en auto como conductor, según género y por área metropolitana. En %

Fuente: elaboración propia con base en Gutiérrez y Pereyra (2019).

Sin embargo, las mujeres utilizan el auto. Aun cuando su uso es proporcional-
mente menor al de los varones, dato que se evidencia al observar que entre 7
y 8 de cada 10 mujeres no cuentan con licencias de conducir (ENMODO) y que
la edad promedio a la que empiezan a conducir supera la de los varones, en
tanto más de la mitad de estos últimos obtienen la licencia hasta los 18 años.
Lo que va en línea con un menor el menor incentivo que de joven reciben las
mujeres para aprender a manejar o sacar la licencia de conducir (ver Gráfico
4), por lo que posiblemente les cuesta más imaginarse en roles profesionales
vinculados al manejo e incluso los propios juguetes que utilizan de pequeñas
(ver Gráfico 5) están poco vinculados al mundo vial.

Gráfico 4. ¿Te alentaban a sacar el Gráfico 5. Pensaste en dedicarte a conducir…


registro de joven?. En % “Sí”. En %

Fuente: Estudio Seguridad Vial Sustentable con Perspectiva de Género, 2021.


Las mujeres no son usuarias de la moto
En las ciudades bajo estudio las mujeres solo representan entre el 14%
(AMBA) y el 30% (Córdoba) de los viajes hechos como conductoras de moto o
ciclomotor. Dejando ver que los varones son sus principales usuarios.

Gráfico 6. Viajes en moto/ciclomotor, según género y por área metropolitana. En %

Fuente: elaboración propia con base en Gutiérrez y Pereyra (2019).

Mujeres y el uso de la bici: lento, pero en aumento


En los últimos años, incluso previo a la pandemia de COVID 19, se constata un
aumento en la atención puesta por las políticas públicas de movilidad en la
promoción del uso de la bicicleta en varias ciudades argentinas. Distintas
iniciativas de infraestructura ciclista y la implementación de sistemas de bicis
públicas colaboraron en impulsar este medio de transporte.

No obstante, el uso de las bicicletas -tanto particulares como del sistema públi-
co- por parte de las mujeres continúa siendo proporcionalmente menor al de
los varones.

Gráfico 7. Viajes en moto/ciclomotor, según género y por área metropolitana. En %

Fuente: elaboración propia con base en Gutiérrez y Pereyra (2019).

**

A partir de este sintético panorama que nos permite comprender por qué moti-
vos diferenciales se mueven mujeres y varones en las ciudades y qué medios
de transporte utilizan frecuentemente, resulta importante indagar sobre cómo
perciben sus experiencias de viaje en cuanto a la inseguridad vial a la que se
enfrentan. Análisis que permite ponderar, entre otros, el lugar que ocupan el
género, la clase, la edad e incluso el rol en el escenario vial en las desigualda-
des vivenciadas a diario.

El estudio “Ella se mueve segura” (2016-2017) que


indaga sobre la inseguridad en el transporte público
en el AMBA muestra que para las personas viajar es
una necesidad, una obligación. Y en muchas
ocasiones ‘el viaje’ es considerado tanto por mujeres
como por varones como “la peor parte del día”

Se observa que 9 de cada 10 personas encuestadas tanto mujeres como varo-


nes considera que siempre o casi siempre respetan las normas de seguridad en
sus desplazamientos cotidianos. Sin embargo, algo más de la mitad se siente
‘algo’ o ‘muy inseguro’ en el escenario vial. Lo que plantea una paradoja y lleva
a plantearse: ¿quién o qué genera entonces la sensación de inseguridad?

Paradoja: más de la mitad de las personas encuestadas


(mujeres y varones) menciona tener temor en el
escenario vial y a la vez se registra la autopercepción
de un alto respeto por las normas de seguridad vial.

El principal motivo de inseguridad señalado es la ‘falta de respeto a las


normas/reglas de tránsito (de conductores y peatones)’. Indicando que se
proyecta la falta de acatamiento de las normas de seguridad en los demás
actores y actrices más que pensarse siendo protagonista y parte del problema
identificado.

Asimismo se observa que entre las mujeres emergen como otras causas
salientes de la sensación de inseguridad en el escenario vial: la ‘falta de respe-
to al peatón’ y ‘la ‘velocidad/ se maneja muy rápido / a gran velocidad’. Aspec-
tos que aparecen mencionados en menor medida entre los varones. Lo que
posiblemente pueda pensarse en línea con el rol desde el cual se percibe el
escenario vial, en tanto las mujeres suelen caminar proporcionalmente más
que sus pares varones y usar menos el auto, por lo cual el temor ante las altas
velocidades viales puede ser vivido de maneras distintas.

Sin embargo, al profundizar sobre el respeto a las normas de seguridad con-


sultando por un conjunto de medidas de seguridad vial tomadas de forma coti-
diana y según cada uno de los roles en el escenario vial se observa que efecti-
vamente hay algunos aspectos que se cumplen en menor medida.
Las prácticas no tan “seguras” identificadas se
vinculan con los roles preponderantes en el escenario
vial y que protagonizan de manera diferencial varones
y mujeres. Dando pistas de una vinculación entre las
conductas en el escenario vial y el género.

Entre automovilistas y motociclistas las medidas de seguridad son respetadas


mayormente. No obstante, casi 2 de cada 10 personas aceleran de manera
frecuente con el ‘semáforo en amarillo’ y, en menor medida, suelen distraerse
al momento de manejar ‘manipulando el GPS/radio’. Y son varones, y jóvenes
de entre 25 y 40 años (y más en el interior que en AMBA) quienes mayormente
mencionan estos motivos de distracción al momento de manejar.

En particular, respecto de quienes conducen autos no aparenta ser frecuente


realizar malas prácticas al momento de manejar, como puede ser el ‘llevar a
menores en el asiento delantero’, el ‘uso de las dobles filas’ y ‘estacionar en
lugares no permitidos (rampas y/o garajes)’. En tanto que al observar el perfil de
quiénes sí reconocen realizar estas prácticas (sobre todo las últimas dos) de
forma frecuente se identifica que son los/as conductores/as jóvenes (25 a 40
años).

Por su parte, entre las conductas de riesgo de quienes conducten de motos y


ciclomotores se destaca que de forma frecuente 2 de cada 10 utiliza el espacio
de las bicisendas/ciclovías para circular. Mientras que el “zigzagueo” entre
autos, no se expresa como una práctica tan habitual.

En cuanto a peatones, siempre es importante recordar que su posición dentro


del escenario vial es común a todas las personas que salen de sus hogares
para realizar cualquier actividad en algún momento del día, a la vez que consti-
tuye el grupo más vulnerable ante los riesgos de los siniestros viales.

No obstante, los peatones también reconocen efectuar prácticas no tan “segu-


ras” tales como ‘caminar por el borde de la calle’ cuando están apurados/as o si
en la vereda hay mucha gente, cruzar ‘a mitad de la calle o en diagonal’ o ‘entre
los autos vehículos detenidos, cuando el semáforo está en rojo para los autos’.
Conductas prevalentes sobre todo en varones y personas muy jóvenes (18-24
años), aunque también se observa entre quienes tienen hasta 40 años.

Para finalizar, entre ciclistas, a diferencia del resto de actores y actrices del
escenario vial, se observa que hay un mayor reconocimiento a realizar prácti-
cas no tan “seguras” de manera frecuente, como es la utilización de auriculares
y veredas al momento de pedalear -sobre todo entre los varones y jóvenes de
entre 25 y 40 años- y solo 5 de cada 10 personas tienen incorporado el uso del
casco, conducta con menor prevalencia entre las mujeres. Respecto a esto es
clave recordar que, por ejemplo en la Ciudad de Buenos Aires, el uso del casco
de ciclorodados es obligatorio. Aunque por ejemplo algunos estudios interna-
cionales discuten si el impacto de su uso para la seguridad de quien conduce la
bici es superior al mensaje (como falsa imagen de seguridad) que puede trans-
mitir a quien conduce y a los otros actores del escenario vial (automovilistas,
conductores de colectivo) sobre una “mayor” protección de la que en realidad
otorgan.

Motos: el medio de transporte que más temor genera

Cuando se avanza en la indagación sobre qué medios de transporte generan


mayor sensación de inseguridad al desplazarse a diario principalmente apare-
cen las motos. Y en segundo lugar, si bien de manera general –lo que también
se observa entre las mujeres- se mencionan los colectivos, entre los varones el
auto es el segundo medio mencionado como generador de inseguridad. Esto
último podría leerse nuevamente en clave de quienes son los mayores usuarios
de cada medio: como se vio previamente las mujeres protagonizan más viajes
en el colectivo que los varones y lo contrario ocurre con el uso del auto.

En tanto que al consultar desde una perspectiva subjetiva cómo se sienten al


momento de viajar emerge con claridad que las mujeres sienten menor ‘con-
fianza/ seguridad’ que los varones sobre todo al ‘manejar/conducir un auto o
moto’ y ‘caminar por la calle’ (ver Gráfico 8).

Y se destaca que en general la ‘Tranquilidad/serenidad’ es el atributo que más


se menciona al plantear cómo se sienten al usar la bici. En tanto que es el único
medio de transporte en el que las mujeres expresan sentirse más confiadas y
seguras que los varones.

Gráfico 8. Cómo se siente a la hora de transitar el escenario vial según género, para cada
medio de transporte. En %

Fuente: Estudio Seguridad Vial Sustentable con Perspectiva de Género, 2021.

Machismo en movimiento

A este panorama resulta relevante sumar también como factor que tiene impac-
to en la experiencia de viaje de las mujeres la cuestión de la violencia en el
escenario vial, aportando evidencia sobre lo múltiple y diverso de las violencias
que viven cotidianamente las niñas, adolescentes y mujeres.

La investigación realizada muestra que entre 6 y 7 personas encuestadas reco-


nocen que las mujeres ‘experimentan mayores situaciones de violencia’ en el
escenario vial que los varones. Lo que puede interpretarse, en línea con otros
estudios realizados sobre acoso callejero y en el transporte público, como una
barrera con impacto en la movilidad cotidiana de las mujeres. Lo que en ocasio-
nes se combina también con la inseguridad asociada a robos/hurtos, implican-
do así un riesgo “extra”.

Efecto Ni una Menos: las personas más jóvenes


reconocen más las violencias que sufren las mujeres

En tanto que se destacan en este reconocimiento de las situaciones de violen-


cia tanto las mujeres como los más jóvenes (18 a 24 años) y los residentes en
AMBA. En línea con lo hallado en otros estudios realizados, mostrando que la
población más joven identifica esta problemática con mayor claridad, en com-
paración a otros grupos etarios.

SEGUNDA PARTE: Cambios ocurridos a partir de la pandemia de


COVID 19

En esta segunda parte se analiza cómo la pandemia de COVID 19 trajo apare-


jados cambios en cuanto a los medios de transporte utilizados para moverse a
diario en las ciudades y evaluar qué posibilidad hay de que los mismos se sos-
tengan en el tiempo. Y asimismo, se examina si se percibe una mayor partici-
pación de las mujeres como conductoras durante el último año, ya sea de
forma particular o profesionalmente y las causas que pueden estar motorizan-
do esta tendencia.

Menor uso del TP

De acuerdo a la investigación realizada la mitad de las personas encuestadas


manifiesta haber cambiado su forma de transportarse en su localidad debido al
COVID 19, llegando entre las mujeres al 65%.

Siendo las principales modificaciones registradas el aumento de las caminatas


y un mayor uso del automóvil y la bicicleta. Dejando ver que uno de los impac-
tos más rotundos que trajo aparejado la pandemia fue la disminución del uso
del transporte público. Repercutiendo de manera importante en una de las
principales alternativas de movilidad de las mujeres. Asimismo, y asociado a la
disminución de la circulación vehicular los siniestros mostraron una importante
caída durante el primer periodo de implementación de la cuarentena estricta
en Argentina.
Sin embargo, el contexto actual de transición abre interrogantes sobre qué
cambios se mantendrán y se estabilizarán en el tiempo como nuevas tenden-
cias de movilidad urbana.

Resulta importante asimismo considerar como parte de esta reflexión que si


bien algunos cambios ocurridos a partir de la pandemia pueden ser interpreta-
dos de forma positiva en términos ambientales y/o de salud -por ejemplo el
incremento de los viajes a pie y del uso de la bicicleta- otros pueden enfatizar
desigualdades pre existentes. En este sentido es importante recordar que los
hogares de menores ingresos poseen vehículos motorizados en menor propor-
ción, que una gran parte de las mujeres (y con énfasis en los sectores menos
favorecidos) no cuentan con licencia de conducir y que dependiendo de la
localización de los hogares, la dotación de bienes y servicios de proximidad a
la que es posible acceder a través de caminatas (de hasta 15, 20 minutos), por
ejemplo, no permite satisfacer necesidades esenciales, tales como salud, edu-
cación, comercios, puestos de trabajo. Y algo similar ocurre con la calidad de
los entornos urbanos donde tiene lugar la movilidad puesto que no es lo mismo
caminar o usar la bici en barrios informales que en la ciudad formal, dada la
calidad diferencial, que se constituye así en un condicionante adicional para
los desplazamientos, ya sea en términos de inseguridad como de dificultad
para la circulación de determinados grupos sociales.

Aumento del uso de la bici

Aunque su uso pre pandemia en general era relativamente bajo en compara-


ción con otros medios mayormente utilizados como el transporte público, la
caminata o el automóvil, se detecta luego de la pandemia un crecimiento en el
uso de la bicicleta como medio de transporte en las ciudades argentinas: un
46% de las personas encuestadas utilizó ‘más que antes de la pandemia’ este
medio de transporte.

Este aumento, sin embargo, es más marcado entre los varones, siendo el
tercer medio que más mencionan al que cambiaron, mientras que entre las
mujeres la bici aparece recién en el cuarto lugar respecto a los medios de
transporte que comenzaron a usar a partir de la pandemia, bastante por detrás
de las caminatas, el auto y taxi/app de traslado/remís.

Indagando en el motivo por el cual las personas comenzaron a utilizar con más
frecuencia la bicicleta se observa que tanto mujeres como varones señalan el
‘bienestar físico’ como la principal causa del cambio. Y mientras los varones
mencionan como segunda causa la ‘motivación económica’, entre las mujeres
emerge la ‘mayor practicidad/agilidad’ que otorga este medio de transporte.

Se percibe que la participación de mujeres al volante


es mayor que antes
Otro cambio percibido refiere al aumento de la participación de las mujeres
como conductoras de vehículos: 7 de cada 10 personas encuestadas observa
más mujeres al volante, ya sea de forma particular o laboral (taxi, remís, app
de traslado, colectivo, etc.). Situación más visible en el interior que en el AMBA
y principalmente reconocida por mujeres y jóvenes.

Esta observación va en línea con la información de la Agencia Nacional de


Seguridad Vial que muestra que del total de licencias de conducir emitidas en
2021 a nivel nacional, cerca de un tercio corresponden a mujeres, el valor más
alto desde 2010. Y de manera similar ocurre en CABA (ver Gráfico 9), donde
casi 4 de cada 10 nuevas licencias fueron otorgadas a mujeres durante 2021,
representando la mayor proporción de los últimos 20 años.

Gráfico 9. CABA - Licencias de conducir nuevas, serie 2001-2021. En absolutos.

(*) No hay registros de abril, mayo, junio 2020 por las restricciones COVID 19
Fuente: Dirección General de Estadística y Censos (Ministerio de Hacienda y Finanzas
GCBA) sobre la base de datos de la Dirección General Habilitación de Conductores y
Transporte (Ministerio de Desarrollo Urbano y Transporte).

Entre los aspectos que se mencionan como causas posibles de este mayor
protagonismo de las mujeres conductoras se plantea con fuerza la potenciali-
dad del uso del auto como fuente de empleo y los avances percibidos respecto
de la igualdad de género.

Proponiendo un escenario de apertura a que las mujeres se sumen como


trabajadoras al sector transporte, que históricamente ha sido altamente mas-
culinizado.

Asimismo, a la gran mayoría de los actores y actrices del escenario vial les
resulta indistinto que sea una mujer o un varón quien conduce un colectivo o
un taxi/ remís/app de traslado, mostrando una importante aceptación de las
mujeres al volante.

Aunque se destaca la particularidad de que entre las mujeres es mayor la


percepción de seguridad cuando la conductora es mujer, lo que se acentúa
cuando se trata de viajes en taxi/ remís/ app de traslado (ver Gráfico 10),
medio que si bien en general tiene a las mujeres como principales usuarias, tal
como se vio anteriormente, fue uno de los que también aumentó su uso desde
la pandemia.

Gráfico 10. Sensación cuando subís a un colectivo o un taxi/remís/app de traslado y ves


a una mujer manejando. En %.

Base: 403

Fuente: Estudio Seguridad Vial Sustentable con Perspectiva de Género, 2021.

Lo que a su vez encuentra correlato en la evaluación positiva respecto de


cómo manejan las mujeres en relación a los hombres: si bien 7 de 10 personas
encuestadas coinciden en que las mujeres manejan ‘igual de bien o mal’ que
los varones, se destaca que 5 de 10 al ser consultadas por el acatamiento de
las normas de tránsito, considera que las mujeres las respetan en mayor
medida que los varones.

Conclusiones
Desde mediados del SXX las mujeres argentinas han incrementado su partici-
pación en el mercado de trabajo, aunque sus tasas de actividad aún hoy conti-
núan siendo menores a las de sus pares varones, a la vez que esta inserción
no ha sido en igualdad de condiciones que los varones. En paralelo se observa
el sostenimiento de los roles de género que colaboran en ‘naturalizar’ la dedi-
cación de las mujeres a las tareas de cuidado y así la doble (o triple) jornada
laboral en el caso de ser trabajadoras remuneradas.

Esta desigualdad de género que se evidencia en los roles jugados en la vida


cotidiana se relaciona (y en ocasiones pone en tensión) las distintas activida-
des que pueden realizar a lo largo del día mujeres y varones y tiene como
correlato una clara diferencia en por qué motivos se mueven a diario. Mientras
6 de cada 10 viajes por trabajo tiene como protagonistas a varones, casi 7 de
cada 10 viajes para ‘Dejar / Buscar / Acompañar a miembro del hogar a centro
educativo’ son realizados por mujeres.

Diferencias que repercuten en cómo es vivida la experiencia de viaje de las


mujeres en términos de horarios, comodidad y percepción de (in)seguridad
(integridad física, robos, acoso) propia y de las personas a cargo. Teniendo en
cuenta que además ellas no dejan de moverse por cuestiones laborales u otros
motivos tales como hacer compras, asistir a centros de salud, etc.

Este conjunto de condiciones consideradas previo a la realización de un viaje


podría entrar en juego, por ejemplo, al momento en que las mujeres evalúan
aceptar un puesto de trabajo a una mayor distancia de su lugar de residencia.
Decisiones que pueden tener una resolución diferente dependiendo el nivel de
ingresos del hogar de pertenencia de cada trabajadora, puesto que de dispo-
ner los recursos necesarios podría delegar las tareas de cuidado en otra traba-
jadora, en general también una mujer.

Todo esto visibiliza la vinculación entre la movilidad y la autonomía física y


económica de las mujeres, así como la importancia de tener en cuenta la inter-
seccionalidad en estos análisis, es decir, observar cómo interactúa el género
con otras condiciones de vulnerabilidad como la clase, la edad, etc.

Por otro lado, para hacer concretas estas necesidades en el territorio las muje-
res llevan adelante una proporción de viajes a pie y en transporte público
mayor que los varones. Mientras ellos son quienes principalmente protagoni-
zan los viajes realizados en auto particular, moto o ciclomotor y bici.

No obstante, algunas mujeres también utilizan el auto como conductoras, aun


cuando la posesión de licencias de conducir a nivel general es baja entre las
mujeres y cuando ellas suelen recibir menos incentivos desde pequeñas para
manejar o dedicarse a ocupaciones vinculadas al manejo (conductoras de
colectivo, taxi/remís o camión).

Al hacer foco en la cuestión de la experiencia de viaje y la inseguridad vial se


plantea una paradoja: más de la mitad de las personas encuestadas (mujeres
y varones) menciona tener temor en el escenario vial y a la vez se registra la
autopercepción de un alto respeto por las normas de seguridad vial.

Respecto de este punto se observa, por un lado, que entre quienes sí ponen
en práctica conductas no tan ‘seguras’ en el escenario vial, en general, se
identifican más frecuentemente varones y personas jóvenes (sobre todo en el
rango de 25-40 años). Dando pistas de una vinculación entre las conductas
viales y el género. Lo que asimismo va en línea con que 5 de cada 10 personas
al ser consultadas por el acatamiento de las normas de tránsito, considera que
las mujeres las respetan en mayor medida que los varones.

Por otro lado, el reconocimiento de las situaciones de violencia vividas por las
mujeres en el escenario vial podría colaborar con la sensación de temor perci-
bida, la cual junto con el temor al acoso callejero y en el transporte público -que
según otros estudios muestra un impacto diferencial sobre las mujeres- impli-
caría un condicionante particular a la movilidad diaria de las mujeres. Lo que
incluso puede estar colaborando con que las mujeres sientan menor ‘confian-
za/ seguridad’ que los varones sobre todo al ‘manejar/conducir un auto o moto’
y ‘caminar por la calle’.

Asimismo, la pandemia de COVID 19 trajo consigo cambios: una marcada


disminución en el uso del TP y un aumento de los viajes a pie, el uso del auto
y de la bicicleta. Destacándose que entre las mujeres este orden se invierte
levemente siendo el ‘taxi/app de traslado/remís’ el tercer medio del cual incre-
mentaron su uso.

Abriéndose a partir de esta evidencia algunos interrogantes: ¿se recuperará el


uso del transporte público a niveles pre pandémicos?, y ¿se profundizará la
tendencia al crecimiento del uso de la bicicleta para la realización de viajes
diarios, sobre todo entre las mujeres? Ambas preguntas son relevantes en la
reflexión sobre la movilidad de las mujeres, la seguridad vial y las oportunida-
des de acceso, puesto que ellas son quienes utilizan ampliamente el transpor-
te público y en el caso de las bicis, aun cuando no han sido sus principales
protagonistas, entre los factores destacados como motivaciones para incre-
mentar destacan la ‘mayor practicidad/agilidad’ que otorga este medio de
transporte, lo que podría impactar de manera positiva en sus opciones de
movilidad y experiencia de viaje.

También es importante considerar que, si bien estos cambios ocurridos a partir


de la pandemia tienen un lado positivo en términos ambientales y/o de salud,
pueden asimismo enfatizar desigualdades sociales y de género pre existentes.

Por último, respecto al crecimiento de los viajes en vehículo motorizado, en


términos ambientales es relevante prestar atención sobre todo al uso particu-
lar, puesto que al identificar y atender estas necesidades es posible plantear
escenarios favorables a la combinación de medios para la realización de viajes
(utilizando auto y transporte público, por ejemplo). Por otro lado, emerge el
incremento en el uso profesional del auto por parte de las mujeres, lo que
constituye una oportunidad de salida laboral en el actual contexto de crisis.
Esto podría precisar del apoyo por parte de las políticas públicas y empresaria-
les focalizadas en promover la participación de las mujeres en el transporte,
sector que históricamente ha sido altamente masculinizado. Asimismo, es
dable pensar que la visibilización de las mujeres en el escenario vial como con-
ductoras favorezca su participación en un ámbito, como se ha visto, en donde
también los varones son protagonistas principales, poniendo en cuestión los
roles y creencias de género que las asignan tradicionalmente a la esfera priva-
da, potenciando la visión a nivel social de que una mujer al volante no está
‘fuera de lugar’.
Bibliografía

Karsten, L., Meertens, D. (1992). La geografía del género: sobre visibilidad, identidad y
relaciones de poder. Documents d ́analisi geográfica, 19-20, 181-193.

Gutiérrez, A. y Pereyra, L. (2019). La movilidad cotidiana en ciudades argentinas


Un análisis comparado con enfoque de género. Lavboratorio, Revista de Estudios sobre
Cambio Estructural y Desigualdad Social, 143-166

Pereyra, L.., Gutiérrez, A., y Nerome, M. M. (2019). Ella se Mueve Segura (ESMS). Caso de
estudio: Área Metropolitana de Buenos Aires. FIA Foundation y CAF-Banco de Desarrollo.

También podría gustarte