Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
1 Año de las Encuestas de Movilidad Domiciliarias (ENMODO): Córdoba (2009), AMBA (2009-10), Mendoza
(2010) y Tucumán (2011).
2 Esta ola de relevamientos realizados por el Ministerio de Transporte de la Nación entre 2009 y 2013 no incluyó
100% 100%
22% 21%
31% 33%
75% 75%
62% 62% 62% 66%
50% 50%
78% 79%
69% 67%
25% 25%
38% 38% 38% 34%
0% 0%
Córdoba AMBA Mendoza Tucumán Córdoba AMBA Mendoza Tucumán
mujeres varones mujeres varones
Por otro lado y respecto a los medios de transporte a través de los cuales se
concretan estas distintas necesidades de movilidad, las mujeres son las princi-
pales usuarias del transporte público y realizan además una gran proporción
de viajes a pie para realizar sus actividades diarias. Lo que se observa tanto
AMBA como en las otras ciudades del país analizadas, con la única salvedad
de que en estas últimas el transporte público, en general, lo componen única-
mente los colectivos urbanos, en tanto que en el AMBA se contabilizan tam-
bién trenes y subte. Lo que muestra que la diversa canasta de actividades
social, espacial y temporalmente compleja de las mujeres es resuelta más bien
en la proximidad de sus hogares o usando transportes que ofrecen menor
cobertura, flexibilidad y autonomía de movimiento (Gutiérrez y Pereyra, 2019).
Asimismo los varones también utilizan a diario el transporte público y las cami-
natas. Visibilizando el hecho de que tanto varones como mujeres protagonizan
en algún momento del día el rol de peatón en el escenario vial.
Respecto del uso del auto es importante considerar que no todos los hogares
cuentan con este recurso de movilidad: en las ciudades analizadas entre un
tercio y algo más de la mitad de los hogares posee al menos un vehículo4.
Tucumán y AMBA.
Su uso se incrementa en aquellos hogares de mayores ingresos y las mujeres
lo usan menos que los varones como medio de transporte diario. Incluso
cuando hay vehículo en el hogar no son las mujeres quienes lo utilizan efecti-
vamente, dejando ver que al interior de los hogares las decisiones sobre los
recursos de movilidad evidencian un sesgo de género.
Gráfico 3. Viajes en auto como conductor, según género y por área metropolitana. En %
Sin embargo, las mujeres utilizan el auto. Aun cuando su uso es proporcional-
mente menor al de los varones, dato que se evidencia al observar que entre 7
y 8 de cada 10 mujeres no cuentan con licencias de conducir (ENMODO) y que
la edad promedio a la que empiezan a conducir supera la de los varones, en
tanto más de la mitad de estos últimos obtienen la licencia hasta los 18 años.
Lo que va en línea con un menor el menor incentivo que de joven reciben las
mujeres para aprender a manejar o sacar la licencia de conducir (ver Gráfico
4), por lo que posiblemente les cuesta más imaginarse en roles profesionales
vinculados al manejo e incluso los propios juguetes que utilizan de pequeñas
(ver Gráfico 5) están poco vinculados al mundo vial.
No obstante, el uso de las bicicletas -tanto particulares como del sistema públi-
co- por parte de las mujeres continúa siendo proporcionalmente menor al de
los varones.
**
A partir de este sintético panorama que nos permite comprender por qué moti-
vos diferenciales se mueven mujeres y varones en las ciudades y qué medios
de transporte utilizan frecuentemente, resulta importante indagar sobre cómo
perciben sus experiencias de viaje en cuanto a la inseguridad vial a la que se
enfrentan. Análisis que permite ponderar, entre otros, el lugar que ocupan el
género, la clase, la edad e incluso el rol en el escenario vial en las desigualda-
des vivenciadas a diario.
Asimismo se observa que entre las mujeres emergen como otras causas
salientes de la sensación de inseguridad en el escenario vial: la ‘falta de respe-
to al peatón’ y ‘la ‘velocidad/ se maneja muy rápido / a gran velocidad’. Aspec-
tos que aparecen mencionados en menor medida entre los varones. Lo que
posiblemente pueda pensarse en línea con el rol desde el cual se percibe el
escenario vial, en tanto las mujeres suelen caminar proporcionalmente más
que sus pares varones y usar menos el auto, por lo cual el temor ante las altas
velocidades viales puede ser vivido de maneras distintas.
Para finalizar, entre ciclistas, a diferencia del resto de actores y actrices del
escenario vial, se observa que hay un mayor reconocimiento a realizar prácti-
cas no tan “seguras” de manera frecuente, como es la utilización de auriculares
y veredas al momento de pedalear -sobre todo entre los varones y jóvenes de
entre 25 y 40 años- y solo 5 de cada 10 personas tienen incorporado el uso del
casco, conducta con menor prevalencia entre las mujeres. Respecto a esto es
clave recordar que, por ejemplo en la Ciudad de Buenos Aires, el uso del casco
de ciclorodados es obligatorio. Aunque por ejemplo algunos estudios interna-
cionales discuten si el impacto de su uso para la seguridad de quien conduce la
bici es superior al mensaje (como falsa imagen de seguridad) que puede trans-
mitir a quien conduce y a los otros actores del escenario vial (automovilistas,
conductores de colectivo) sobre una “mayor” protección de la que en realidad
otorgan.
Gráfico 8. Cómo se siente a la hora de transitar el escenario vial según género, para cada
medio de transporte. En %
Machismo en movimiento
A este panorama resulta relevante sumar también como factor que tiene impac-
to en la experiencia de viaje de las mujeres la cuestión de la violencia en el
escenario vial, aportando evidencia sobre lo múltiple y diverso de las violencias
que viven cotidianamente las niñas, adolescentes y mujeres.
Este aumento, sin embargo, es más marcado entre los varones, siendo el
tercer medio que más mencionan al que cambiaron, mientras que entre las
mujeres la bici aparece recién en el cuarto lugar respecto a los medios de
transporte que comenzaron a usar a partir de la pandemia, bastante por detrás
de las caminatas, el auto y taxi/app de traslado/remís.
Indagando en el motivo por el cual las personas comenzaron a utilizar con más
frecuencia la bicicleta se observa que tanto mujeres como varones señalan el
‘bienestar físico’ como la principal causa del cambio. Y mientras los varones
mencionan como segunda causa la ‘motivación económica’, entre las mujeres
emerge la ‘mayor practicidad/agilidad’ que otorga este medio de transporte.
(*) No hay registros de abril, mayo, junio 2020 por las restricciones COVID 19
Fuente: Dirección General de Estadística y Censos (Ministerio de Hacienda y Finanzas
GCBA) sobre la base de datos de la Dirección General Habilitación de Conductores y
Transporte (Ministerio de Desarrollo Urbano y Transporte).
Entre los aspectos que se mencionan como causas posibles de este mayor
protagonismo de las mujeres conductoras se plantea con fuerza la potenciali-
dad del uso del auto como fuente de empleo y los avances percibidos respecto
de la igualdad de género.
Asimismo, a la gran mayoría de los actores y actrices del escenario vial les
resulta indistinto que sea una mujer o un varón quien conduce un colectivo o
un taxi/ remís/app de traslado, mostrando una importante aceptación de las
mujeres al volante.
Base: 403
Conclusiones
Desde mediados del SXX las mujeres argentinas han incrementado su partici-
pación en el mercado de trabajo, aunque sus tasas de actividad aún hoy conti-
núan siendo menores a las de sus pares varones, a la vez que esta inserción
no ha sido en igualdad de condiciones que los varones. En paralelo se observa
el sostenimiento de los roles de género que colaboran en ‘naturalizar’ la dedi-
cación de las mujeres a las tareas de cuidado y así la doble (o triple) jornada
laboral en el caso de ser trabajadoras remuneradas.
Por otro lado, para hacer concretas estas necesidades en el territorio las muje-
res llevan adelante una proporción de viajes a pie y en transporte público
mayor que los varones. Mientras ellos son quienes principalmente protagoni-
zan los viajes realizados en auto particular, moto o ciclomotor y bici.
Respecto de este punto se observa, por un lado, que entre quienes sí ponen
en práctica conductas no tan ‘seguras’ en el escenario vial, en general, se
identifican más frecuentemente varones y personas jóvenes (sobre todo en el
rango de 25-40 años). Dando pistas de una vinculación entre las conductas
viales y el género. Lo que asimismo va en línea con que 5 de cada 10 personas
al ser consultadas por el acatamiento de las normas de tránsito, considera que
las mujeres las respetan en mayor medida que los varones.
Por otro lado, el reconocimiento de las situaciones de violencia vividas por las
mujeres en el escenario vial podría colaborar con la sensación de temor perci-
bida, la cual junto con el temor al acoso callejero y en el transporte público -que
según otros estudios muestra un impacto diferencial sobre las mujeres- impli-
caría un condicionante particular a la movilidad diaria de las mujeres. Lo que
incluso puede estar colaborando con que las mujeres sientan menor ‘confian-
za/ seguridad’ que los varones sobre todo al ‘manejar/conducir un auto o moto’
y ‘caminar por la calle’.
Karsten, L., Meertens, D. (1992). La geografía del género: sobre visibilidad, identidad y
relaciones de poder. Documents d ́analisi geográfica, 19-20, 181-193.
Pereyra, L.., Gutiérrez, A., y Nerome, M. M. (2019). Ella se Mueve Segura (ESMS). Caso de
estudio: Área Metropolitana de Buenos Aires. FIA Foundation y CAF-Banco de Desarrollo.