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La imaginación sociológica – Wright Mills

La imaginación sociológica es una cualidad mental que nos ayuda a usar la información y a desarrollar una razón para
conseguir recapitulaciones lúcidas de lo que ocurre en el mundo y de lo que quizás esta ocurriendo dentro de nosotros
mismos.
La imaginación sociológica permite a su poseedor comprender el escenario histórico mas amplio en cuanto a su
significado para la vida interior y para la trayectoria exterior de diversidad de individuos.
La primera lección es la idea de que el individuo solo puede comprender su propia experiencia y evaluar su propio destino
localizándose a si mismo en su época, y solo puede conocer sus propias posibilidades en la vida si conoce las de todos los
individuos que se hayan en las mismas circunstancias.
La imaginación sociológica nos permite captar la historia y la biografía y la relación entre ambas dentro de la sociedad. Esa
es su tarea y promesa. Reconocer esa tarea y promesa es la señal del analista social clásico.
Esta imaginación es la capacidad de pasar de una perspectiva a otra; Es la capacidad de pasar de las transformaciones más
impersonales y remotas a las características mas íntimas del yo humano, y de ver las relaciones entre ambas cosas.
La imaginación sociológica es la forma más fértil de la conciencia de si mismo.
La distinción mas fructuosa con que opera la imaginación sociológica es quizás la que hace entre “las inquietudes
personales del medio” y “los problemas públicos de la estructura social”. Esta distinción es un instrumento esencial de la
imaginación sociológica y una característica de toda obra clásica en ciencia social.
El enunciado y la resolución de esas inquietudes planteadas corresponde propiamente al individuo como entidad
biográfica y dentro del ámbito de su ambiente inmediato; los valores amados (o considerados buenos) por un individuo le
parecen a éste que están amenazados, es decir tanto los valores como uno mismo se siente amenazado.
Los problemas se relacionan con materias que trascienden del ambiente local del individuo y del ámbito de su vida
interior. Un problema es un asunto público; se advierte que está amenazado un valor amado por la gente. Un problema
implica muchas veces una crisis o cambio en los dispositivos institucionales, y con frecuencia implica también lo que los
marxistas llaman “contradicciones” o “antagonismos”.
Darse cuenta de la idea de estructura social y usarla con sensatez es ser capaz de descubrir esos vínculos entre una gran
diversidad de medios; y ser capaz de eso es poseer imaginación sociológica.
Cuando la gente estima una tabla de valores y no advierte ninguna amenaza contra ellos, experimenta el bienestar.
Cuando la gente no siente estimación por ningún valor ni percibe alguna amenaza es la experiencia de indiferencia. Si
parece afectar a todos los valores se convierte en apatía. Supongamos que perciba agudamente una amenaza y tampoco
siente estimación por ningún valor, esta es la experiencia de malestar, de la ansiedad que si es insuficiente total se
convierte en una indisposición mortal no específica. Pasa a dejar de haber vida individual. La primera tarea política e
intelectual del científico social consiste hoy en poner en claro los elementos del malestar y la indiferencia
contemporáneos. La imaginación sociológica es una cualidad mental necesaria hoy en día en esta sociedad.
La imaginación sociológica – Wright Mills
Hoy en día, los hombres se dan cuenta que en sus mundos cotidianos no pueden vencer sus dificultades: esto se debe a que lo que
tratan de hacer está limitado por su mundo íntimo o privado, ya que sus visiones o facultades se limitan al habitual escenario del
trabajo, de la familia o de la vecindad. Básicamente, los hombres se encuentran atrapados en su entorno inmediato. Según
Mills, debajo de esta sensación de estar “atrapados” se encuentran cambios de la estructura de la sociedad, ya que los hechos
de la historia contemporánea son también hechos que están relacionados al triunfo y al fracaso de los hombres y mujeres
individuales. Ni la vida de un individuo ni la historia de una sociedad pueden entenderse sin entender ambas cosas. Habitualmente,
los hombres no poseen la capacidad para percibir la relación entre el hombre y la sociedad, de la biografía y de la historia, del
yo y del mundo. En la actualidad, los cambios de la sociedad son muy acelerados. Y en el mundo superdesarrollado, los
medios de ejercer la autoridad y la violencia se hacen totales en su alcance y burocráticos en su forma. El hombre reacciona
de forma defensiva ante estos cambios. ¿Pero por qué se resiste? Pues por el sentido común, el cual no quieren dejar de
lado. El problema surge cuando este no puede responder a sus inquietudes. La información domina la atención y rebasan de
capacidad para asimilarla, pero lo que los hombres necesitan es una cualidad mental que les ayude a usar la información para que
así puedan desarrollar la razón para conseguir comprender lo que ocurre en el mundo y de lo que quizá está ocurriendo con ellos. La
imaginación sociológica permite al que la posee comprender el escenario histórico más amplio en cuanto a su significado para su
vida interior y para la trayectoria exterior de la diversidad de los individuos. Esto le permite tener en cuenta cómo los individuos,
en lo que es la experiencia cotidiana, son falsamente conscientes de sus posiciones sociales. Mills plantea esta nueva forma de
pensar, en la cual el individuo sólo puede comprender su propia experiencia y evaluar su destino localizándose a sí mismo en su
época, además puede conocer sus posibilidades si conoce la de la gente que lo rodea. Todo individuo vive, de una generación a otra,
en una sociedad, que vive en una biografía, y que la vive dentro de una sucesión histórica. Por el solo hecho de vivir contribuye,
aunque sea en pequeña medida, a dar forma a esa sociedad y al curso de su historia, aun cuando él está formando por la sociedad y
por su impulso histórico. La imaginación sociológica nos permite captar la historia y la biografía y la relación entre ambas dentro de
la sociedad, esa es su tarea y su promesa. Problemas del analista social clásico:  Con respecto a la sociedad: estructura, relación
entre ellos mismos, significado de su cambio y qué tiene de diferente con respecto a otros tipos de organización social.  Con
respecto a la historia: el lugar que ocupa la sociedad en la historia humana, el mecanismo por el que cambia, lugar de
desenvolvimiento de la humanidad y su significancia, cuáles son los modos de hacer historia, etcétera.  Qué variedades de
hombres y mujeres prevalecen en la sociedad y periodo actual, qué variedades aparecen, de qué manera están empezando a
prevalecer, de qué manera son seleccionados y formados, liberados y reprimidos, sensibilizados y embotados. A través de la
imaginación sociológica, el hombre es capaz de comprender lo que ocurre en el mundo y lo que le está pasando a ellos mismos
dentro de la historia de la sociedad. Es la forma más fértil de la conciencia en sí mismo. La imaginación sociológica hace dos
distinciones:

 Inquietudes: se dan en el individuo y en el ámbito de relación el resto. Tiene relación con su yo y con las áreas limitadas de su vida
social. Son asuntos privados: los valores amados por un individuo le parecen a este que están amenazados.  Problemas:
trascienden del ambiente local del individuo y del ámbito de su vida interior. Tienen que ver con la organización de muchos
ambientes dentro de las instituciones de una sociedad histórica en su conjunto, con las maneras en que diferentes medios se
relacionan para formar la estructura más amplia de la vida social e histórica. Es un problema público ya que se advierte que
está amenazando un valor amado por la gente. Cuando la gente no advierte ninguna amenaza contra ellos, experimenta
bienestar. Cuando algunos de sus valores están amenazados, experimentan crisis (ya sea tanto como una inquietud como un
problema público). Y si ello afecta a todos sus valores, experimenta la amenaza total del pánico. Cuando no siente la estimación por
ningún valor ni perciba ninguna amenaza, está en un estado de indiferencia, y si esta afecta a todos los valores, se convierte en
apatía. Si no siente estimación por los valores, pero percibe una amenaza, sufre malestar y si este es total, sufre una indisposición
mortal no específica. El “principal peligro” para el hombre reside hoy en las fuerzas ingobernables de la sociedad
contemporánea misma. La primera tarea política e intelectual del científico social consiste hoy en poner en claro los elementos del
malestar y la indiferencia contemporáneos. La imaginación sociológica se está convirtiendo en el principal común denominador de
nuestra vida cultural y en su rasgo distintivo. Su adquisición por los individuos y la comunidad cultural en general es lenta. Las
cualidades de esta imaginación son exigidas en materias de hecho y de moral, se han convertido en rasgos fundamentales de
esfuerzo intelectual y de sensibilidad cultural. Hay que dejar en claro que no es una moda, sino una cualidad mental que promete
la comprensión de nuestras realidades íntimas en relación con las realidades sociales. El objetivo del autor es definir el significado de
las ciencias sociales para las tareas culturales. Demostrar las implicancias que tiene la imaginación sociológica en la vida política y
cultural, lo que se necesita para poseerla. Busca aclarar la naturaleza y los usos de las ciencias sociales en la actualidad. El análisis
social clásico es una serie de tradiciones definibles y usables. Su característica esencial es el interés por las estructuras sociales
históricas, y sus problemas tienen relación directa con los urgentes problemas públicos y las insistentes inquietudes humanas.
Tendencias del trabajo sociológico: I. Hacia una teoría de la historia. Para Weber y Marx, la sociología es histórica y
sistemática: histórica porque trata de materiales del pasado y los emplea; sistemática porque lo hace con objeto de distinguir
“las etapas” del curso de la historia y las regularidades de la vida social. II. Hacia una teoría sistemática de “la naturaleza del
hombre y de la sociedad”. Se trata de una visión más estática y abstracta de los componentes de la estructura social en un nivel muy
elevado de generalidad). III. Hacia el estudio empírico de los hechos y los problemas sociales contemporáneos. La sociología tiene
un compromiso político (promesa): hacer que la gente comprenda su situación con su entorno para no ser manipulado, que
conozcan la relación que existe entre su biografía y la sociedad. Romper con el hábito del sentido común para llevar a cabo una
acción colectiva, poseer una mayor autonomía.
Charles Wright Mills
(Waco, 1916 - Nyack, 1962) Sociólogo estadounidense. Al igual que otros destacados estudiosos como Thornstein Veblen y David
Riesman, analizó críticamente la sociedad estadounidense y llegó a ser una de las figuras más eminentes y controvertidas de las
ciencias sociales de su país. Trabajó como profesor de Sociología en la Universidad de Maryland (1941-1945), pasando luego a la
Columbia University de Nueva York, donde fue nombrado catedrático en 1956.

Cultivó una sociología crítica, en la línea de Marx y Max Weber, aunque con el objetivo de superar el determinismo económico
propio de los planteamientos de dichos autores, y tratando de ir más allá, hacia una nueva sociología universal comparada, capaz de
interpretar los problemas modernos y de renovar la posibilidad de hacer explícita y alcanzable la libertad humana.

El elemento central de nuestra época, según el autor, es el hecho de que la racionalidad, a diferencia de los siglos anteriores, ya no
produce y no asegura la libertad. Por lo tanto, pone un notable énfasis en la élite intelectual y en sus derrotas, derivadas de su escasa
responsabilidad social respecto a las masas. Una idea central de su pensamiento fue precisamente la de que los intelectuales en
general y, especialmente, los científicos sociales, no podían limitarse a desempeñar un papel de observadores desinteresados, sino
que debían ejercer una responsabilidad social.

Consecuente con esa idea, C. Wright Mills eligió estudiar los problemas relativos al cambio social, principalmente en Estados Unidos.
Aunque no se opuso a la investigación empírica (que, de hecho, condujo de forma notable), se decantó decididamente contra el
"empirismo abstracto", convencido de la estrecha relación entre los resultados y la metodología empleada.

En Cuello blanco: las clases medias en Norteamérica (1951), mostró una orientación metodológica a la cual se refiere ampliamente
en La imaginación sociológica (1959). También La élite del poder (1956) es una evolución posterior de la misma tendencia
metodológica, destinada en este caso a descifrar la compleja estructura de poder de la sociedad americana. Otras obras del autor
son Los nuevos hombres del poder: los dirigentes laborales americanos (1948), Las causas de la tercera guerra mundial (1958) y
Escucha, yanqui: la revolución en Cuba (1960).

En su última obra, Los marxistas (1962), a pesar de su postura crítica con relación a las teorías marxistas, se interesó cada vez más
por el marxismo, entendido como método de trabajo. Charles Wright Mills está considerado como un punto de referencia en la nue

Raymond Aron
(París, 1905 - 1983) Sociólogo francés. Después de estudiar en la École Normale Supérieure residió durante mucho tiempo en
Alemania, trasladándose después a Londres (con De Gaulle) durante la Segunda Guerra Mundial. Como sociólogo, Raymond Aron,
que ingresó en 1963 en la Academia de Ciencias Morales, fue uno de los primeros en proponer una teoría de la sociedad industrial
como vía para comprender los problemas fundamentales de la civilización occidental del siglo XX. Aron, afín al liberalismo
tradicional, fustigó las ideologías de derechas e izquierdas y fue un lúcido analista de la realidad social y política de su tiempo, a
través de sus artículos en Combat, Le Figaro y L'Express.va izquierda americana de las décadas de 1960 y 1970.

La sociología y la filosofía de la historia son los polos complementarios de la vasta obra de Raymond Aron, que también comprende
muchas obras de análisis político. Su primer libro, La sociologie allemande contemporaine (1935), tuvo en seguida una gran
resonancia y dio a conocer en Francia el pensamiento sociológico alemán y, especialmente, las tesis de Max Weber, cuya
metodología Aron adoptó a menudo en su propio trabajo.

Pero el principal interés de Aron sigue siendo el análisis de las sociedades modernas surgidas del desarrollo de la Revolución
Industrial, como se evidencia en su obra Dieciocho lecciones sobre la sociedad industrial (Dix-huit leçons sur la société industrielle,
1962); Aron identifica el rasgo común de la "civilización industrial" en su capacidad de unificar las sociedades europea,
estadounidense y soviética. Según Aron, este modelo de sociedad agrupa sistemas sociales que funcionan de un modo diferente,
pero que se han vuelto parecidos por tener características fundamentales comunes, como el desarrollo de toda la actividad
productiva fuera del núcleo familiar, la concentración de la mano de obra en grandes empresas y, sobre todo, la acumulación del
capital y la propensión al crecimiento económico.

En Les étapes de la pensée sociologique (1967), Aron, reflexionando sobre los trabajos de algunos grandes pensadores, desde
Montesquieu hasta Karl Marx y Max Weber, encuentra conexiones e interacciones entre la sociología marxista y la positivista.
Exponente del mejor liberalismo europeo, Aron criticó a menudo el conformismo de los intelectuales marxistas (El opio de los
intelectuales, 1955). Otras obras dignas de mención son Paz y guerra entre las naciones (1962), Democracia y totalitarismo (1965),
Marxismes imaginaires (1970), Historia y dialéctica de la violencia (1972), Plaidoyer pour l'Europe décadente (1977), Pensar la guerra
(1978), El espectador comprometido (1980) y Ensayo sobre libertades.

Sus Memorias (Mémoires. 50 ans de réflexion politique) se publicaron en París, al mes de su fallecimiento. En ellas, Aron, con un
análisis lúcido e despiadado, pasa revista a decenios de historia y de cultura, evocando, entre otras cosas, su amistad con Jean-Paul
Sartre y su distanciamiento crítico posterior; con Sartre, Aron había fundado la revista Temps modernes. En 1984 se publicó,
póstumamente, Les dernières années du siècle.

Las "Dieciocho lecciones sobre la sociedad industrial"


fueron dictadas por Raymond Aron (nacido en 1905) en la universidad de la Sorbona en 1955-1956. Destinadas a estudiantes de
sociología sin formación económica su autor se expresa en un lenguaje carente de tecnicismos, que facilita la comprensión al gran
público. Al definir la sociología como una tentativa de comprensión sintética de los conjuntos sociales, intenta exponer las
características comunes a todas las economías de nuestra época. Con el fin de caracterizar las economías modernas haciendo
abstracción de los criterios políticos, Raymond Aron creó el concepto de sociedad industrial, que le permitió describir una serie de
características comunes a los sistemas capitalista y soviético. La sociedad industrial es aquélla en que la gran industria constituye la
forma de producción dominante. La empresa está radicalmente separada de la familia. Tanto en el Este como en Occidente reina la
división tecnológica del trabajo. La acumulación del capital y el cálculo económico son indispensables, cualquiera que sea el estatuto
de la propiedad de los medios de producción.

3 Sin embargo, las economías occidental y soviética son dos tipos distintos de sociedad industrial. En Occidente, la producción se
orienta según las preferencias de los con sumidores, el Estado sólo interviene para asegurar el pleno empleo y los sindicatos no están
estatalizados. En la economía soviética, predomina la propiedad colectiva y la arbitrariedad de los consumidores es eliminada en
beneficio de la planificación centralizada. Las decisiones sobre precios, inversiones y reparto de recursos entre los diferentes
sectores de la economía provienen de los planificadores. Este sistema supone la estataiización de los sindicatos, el partido único y la
politización del conjunto de la vida nacional.

4 Es posible —pregunta Aron— mantener algunos elementos de la democracia mediante una distribución autoritaria de los recursos
nacionales? El autor considera que una economía planificada no puede ser compatible con la competencia de los partidos por el
ejercicio del poder, a menos que la economía haya alcanzado un altísimo grado de productividad. Por otro lado, al igual que en un
régimen de tipo capitalista occidental, los gobiernos intervienen para modificar la distribución espontánea de los recursos entre el
consumo y las inversiones. Raymond Aron sólo aprecia una similitud de instituciones, al menos de similitud de funciones en los dos
tipos de sociedad industrial.

5 Según Aron, el análisis del crecimiento económico de los modelos norteamericano y soviético demuestra que estas dos sociedades
no están en la misma etapa de desarrollo. El sistema soviético apela a la construcción del socialismo en los términos en que el siglo
xix apelaba a la acumulación del capital. Cuando este desfase llegue a reducirse, ambas sociedades presentarán más semejanzas.

6 Con respecto al presente, el autor advierte ciertas ten dencias fundamentales, comunes a todas las sociedades industriales: la
propensión al aburguesamiento y a la reducción de la desigualdad en los niveles de ingresos, y el relajamiento de las formas
extremas del despotismo. Las diferencias concluirán por desaparecer? Prudentemente, Raymond Aron llega a la conclusión de que
las previsiones históricas deben tener en cuenta una pluralidad de determinaciones, así como la posibilidad de que se produzcan
accidentes.

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