Si bien no conocemos con claridad y precisión el interior de la tierra, se tiene
la certeza de que no es una esfera hueca. Por el contrario, los procesos que han contribuido a la formación y consolidación de la tierra, siguen vigentes y es posible pensar en la tierra como una esfera con tres capas:
CORTEZA. Correspondiente a la superficie terrestre; es poco gruesa y su
carácter accidentado se debe precisamente a procesos internos y externos.
MANTO. Es una gruesa capa de materiales densos y de gran actividad debido
a las altas temperaturas y presiones.
NÚCLEO. Constituye el centro de la tierra y es en parte líquido y en parte
sólido y de elevadas temperaturas.
En estas circunstancias, el interior de la tierra se comporta como un material
plástico y desarrolla, por consiguiente, movimientos que contribuyen a explicar tanto el desplazamiento de los continentes, como la expansión de los fondos oceánicos y la formación del relieve terrestre.
Finalmente, debe observarse que las exploraciones mineras, las erupciones
volcánicas y los mismos terremotos, al ser manifestaciones de lo que pasa en el interior terrestre, pueden ayudar a conocer mejor esa desconocida anatomía interna de la tierra.