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En los jóvenes puede ocurrir por varios motivos, casi todos ellos
basados en condiciones predisponentes como una desviación
anatómica de los ejes del tobillo que esté provocando una
tracción anormal, malos gestos técnicos repetidos o por la
aplicación de corticoides.
De forma general, el tendón se rompe porque le exigimos una contracción más allá de sus
límites de elasticidad, porque realizamos una flexión dorsal del pie muy brusca con la
rodilla estirada o porque estiramos la rodilla cuando el pie está en esa flexión dorsal.
El tendón suele romperse en la zona de peor
vascularización, entre 2 y 6 cms. por encima de su
inserción en el calcáneo, en el punto en el que la
vascularización es más pobre. Su irrigación procede
fundamentalmente de la fascia que lo cubre pero es menor
precisamente en ese punto que sufrirá más que el resto del
tendón con los traumatismos directos o indirectos.
Síntomas y signos
Tratamiento
Existe actualmente una gran controversia en la decisión de la pauta de tratamiento más
adecuada. Muchos médicos opinan que es mejor no intervenir, sobre todo en personas
mayores, y dejar que la reparación biológica, facilitada por una inmovilización escayolada,
consiga una cicatrización natural.
El tratamiento conservador tiene una ventaja fundamental: evitar los riesgos inherentes a la
cirugía. Despierta, sin embargo, la sospecha de que muchos profesionales tienden cada vez
más al tratamiento conservador y no siempre por causas estrictamente médicas. Los
servicios de urgencias suelen estar sobresaturados y el traumatólogo de guardia, agotado.
En la duda, optan por el tratamiento conservador.
En nuestra opinión, si hay rotura completa del tendón y no hay causas que lo
contraindiquen, el tratamiento de elección debe ser
quirúrgico. En el caso del profesional del deporte, es
necesariamente quirúrgico. Creemos que la escayola
durante varias semanas, la inmovilización parcial y el
proceso de rehabilitación conllevan períodos de
tratamiento excesivamente largos, llenos de incomodidades
y no exentos de riesgos. Además, siempre en nuestra
opinión, no puede compararse el resultado del tratamiento
quirúrgico, aproximando bordes, afianzando la unión de los
cabos rotos y aplicando factores de crecimiento, con el
obtenido por simple inmovilización.
Por muy buen aspecto que tenga el tendón y por muy buenas que
sean las sensaciones del paciente, no autorizamos la carrera hasta
pasados, al menos, tres meses. No hay un período estándar.
Hemos de esperar a que la impresión clínica y las imágenes de ecografía o de resonancia
sean adecuadas.
Debemos insistir para que el deportista realice tablas de estiramiento previas y posteriores
al ejercicio y que practique ejercicios de propiocepción que serán muy útiles en el futuro
para controlar la postura corporal, sus cambios y procurar una adaptación rápida a los
mismos. Recomendamos nuestro Pielaster que, además de ser producto de la casa, creemos
constituye la herramienta más sencilla y útil para el entrenamiento de la sensibilidad
propioceptiva de piernas y pies. Toda la información puede ser consultada en el apartado
dedicado al Pielaster.